Intuyeron, que los mejores amantes se beben la pasión sin preguntas ni resabios y sólo después -si les queda tiempo-; hacen preguntas. En eso vivían afanosos, cuando una tarde, en el jardín donde se ayudaban a hacer aparecer rosas como milagros; una hormiga final segundo les avisó que el corazón de su amado... Tenía los latidos contados... Y ese; era él último.…
Así, ella avisó con seguridad que...Había decidido.O eso pienso por vicio, aunque en realidad aprendí hace no mucho, que una mujer nunca sabe ni cuándo decidió ni cuándo comenzó a dudar…
-¿Tú crees que soy guapa, bonita, hermosa o una diosa? -Guapa -¿Has estado con una Diosa? -Sí. -¿Cómo se llama? -Magdalena -Y hora sólo soy guapa... -Y ¿Cómo sabes que eres tú? -Porque los mortales fruncen el ceño al mentir -¿Soy un mortal? -Sí. Pero ya te perdoné.…
-¡Espera por favor! ¡No te vayas! -Levanté la voz-. ¿Puedo preguntarte algo? -Sí, puedes -respondió Aisha, mientras atenta fijó la mirada en mí, como esperando escuchar algo importante. -¿Dónde estamos? -musité algo intimidado, por cómo me miraba. -¿De verdad? -dijo, mientras me sonreía traviesa y se cruzaba de brazos- Dime, de todo lo que has encontrado aquí, lo que más te preocupa es, ¡en dónde estamos! Yo la miraba desconcertado... Ella tenía razón ¿Qué me importaba saber, en qué lugar estaba? Antes de terminar de pensar, Aisha continúo. -Bueno, ya que tanta curiosidad te causa, te diré lo que sé. Lo más interesante, para ti, seguro no sería dónde estamos... Sino cuándo.…