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10._Miedo.

En la pista había un estanque de cristal, sobre una base amplia, pintada de negro con cuatro ruedas y una manilla gruesa para arrastrar aquella estructura. Aquello cautivo la atención de Mary. Una robusta manguera estaba llenando aquel acuario y la muchacha recordó al namekiano, que sostenía la manguera, como al tipo alto con el que "discutió" borracha, unos días atrás. Él la miró y ella enfoco sus ojos en otro punto de la pista.

Bills llego unos minutos después, con unas cadenas en la mano y una expresión de impaciencia en esos ojos ambarinos. Había un taburete, al costado del estanque y en el se sentó encorbando la espalda, al ponerse a desenrredar las cadenas.

-Ven aquí, Mary-le dijo sin mirarla y la muchacha se acercó, con cierta cautela- Puedes contener la respiración por casi un minuto y medio ¿No?

-Si...-le contestó con una leve timidez.

Bills la miró de reojo y volvió sus ojos a las cadenas.

-Un minuto y cinco segundos es lo que dura el truco del torbellino de fuego de Liquir. Durante todo el tiempo que dura ese show, la persona dentro del tornado de llamas no puede hacer dos cosas: respirar y tener los ojos abiertos- explicó Bills-Ademas sus movimientos son muy limitados, pues podría resultar lastimada si hace una maniobra fuera de lugar.  

Mary se cruzo de brazos, sin hacer un sólo comentario. En efecto, todo lo que él dijo era real. Y vaya que tuvo que practicar para poder ser parte de ese truco, que sólo mostraban en la función del viernes y la última del domingo.

-Ayúdame con esto-le pidió con una sonrisa traviesa que le causo una sensación incomoda a Mary- Ponme las esposas y asegúrate de que estén bien cerradas.

La muchacha tomó las esposas y se tomo un momento para contemplar las manos de Bills. Eran diferentes a las suyas. A las humanas. Las falanges eran un poco más gruesas y a la vez mejor definidas la una de la otra. Las uñas eran agudas, oscuras y de unos dos centímetros y medio cada una. Pero lo curioso era que las muñecas eran como las suyas. Avanzó con los ojos fijos en los antebrazos de Bills que salvo por el color, no eran distintos a los de un hombre.

-¿Qué tanto estas mirando?-le preguntó el mago y ella cerroy las esposas sobre sus muñecas. Corroboro que estuvieran bien cerradas y apenas quito sus manos de ellas, Bills las abrio.

Mary arqueo una ceja, no estuvo segura de que hizo el mago para quitarselas.

-Otra vez- le dijo con una sonrisa de satisfacción, que Mary no notó porque se quedó viendo las esposas.

La muchacha volvió a cerrar las esposas, pero esta vez Bills le soplo en el rostro obligandola a cerrar los ojos, por un momento.

-Tu turno- le dijo una vez libre de las esposas y antes de que ella pudiera evitarlo se las colocó.

Mary contemplo las argollas unidas por una cadena con cierta curiosidad y luego levantó las muñecas a la altura de su rostro.

-Y...-iba a preguntarle,pero cuando vio a Bills, poner las manos tras su cabeza y apoyar la espalda en la plataforma del estanque, descarto la idea.

Después de unos minutos de inútiles intentos y acabar por cerrar aun más esas argollas en sus muñecas, Mary optó por sentarse en el piso para, analizar un poco las cosas. Miró al namekiano y tuvo la impresión de que él sabia como quitarse las esposas, pero obviamente no iba a decirle. Bills la observaba con discreción y justo cuando estaba a punto de decirle algo, noto un cambio de actitud en la mujer. La expresión melancólica se desvaneció y quedó en su lugar una muy fría.   

Mary repaso todo lo que vio y la única anomalia fue que la segunda vez que le puso las esposas a Bills, este le soplo en la cara ¿Por qué? Después de un rato dio con la respuesta. Las esposas tenían un pequeño botón, muy cerca de la cerradura. Con ese mecanismo los oficiales las abren rápidamente para apresar a los delincuentes, tomando la precaución de dejar ese botón hacia arriba. Ella, la primera vez, puso ese dispositivo hacia abajo mientras que la segunda lo hizo hacia arriba obligando a Bills, a distraerla para que no viera como lo hizo.

-¡Soy libre!- exclamó la muchacha.

-Te tomo casi diez minutos-le dijo el mago en un tono que no dejo claro a Mary, si fue un cumplido o una queja.

-Esta lleno- le dijo el namekiano y agito el brazo para que su compañero cortara el agua.

Bills se levantó para treparse a la plataforma, de forma bastante ágil. Le señalo a Mary hacer lo mismo. La muchacha lo siguió con algo más de dificultad.

-Un minuto y medio es bastante tiempo -comentó Bills y se llevó la mano a la barbilla- El truco consiste en que entres ahí, con esposas en las manos y en los pies, unidas por una cadena. Te cubro con una tela,quedas a oscuras y debes escapar de tus limitantes para convertirte en una sirena. Vuelvo a cubrir el estanque y desapareces para aparecer en otro lugar.

Dicho así no sonaba nada especial.

-El último truco lo hice antes con una de las bailarinas, así que imagino que contigo a de ser más sencillo- le dijo Bills mirando el estanque.

-¿Y cómo se supone salgo de ahí?

-Entra y descubrelo- le dijo en un tono de desafío juguetón, expresión que desapareció cuando vio a la muchacha quitarse la camiseta.

Para ella  no tenía nada de escandaloso, quedar en ropa interior delante de nadie. Era lo mismo que andar en traje de baño. Pero para Bills, si fue un tanto incomodo. Hizo como que no la miraba, mas la veía de reojo. Mary le pidió ayuda para subir al estanque y el mago le hizo un soporte con las manos, para que ella apoyara ahí su pie. 

El agua estaba fría, lo que la obligo a salir a la superficie a tomar una bocanada de aire y se quedo apoyada en el borde, como esperando instrucciones. Un ademán desinteresado recibió de parte de Bills, quien tan pronto la vio sumergirse se sonrió ladino.

-Oye Piccolo, cierra el estanque.

El tipo obedeció y mientras Mary, observaba el fondo de la enorme pecera, la superficie fue cubierta por un cristal que quitó toda posibilidad de encontrar un poco de aire. La muchacha contaba con espacio suficiente para hacer varias piruetas,
pero al ver el estanque sellado,
experimento un ataque súbito de claustrofobia. El miedo la hizo soltar parte del aire que retenía, experimentando el ahogo. Aquello obligó a Bills, a abrir otra vez la pecera y permitirle a la muchacha salir. Con los nervios de los que era victima y al estar mojada resbalo al intentar saltar fuera, por lo que el mago le ofreció un poco de ayuda. No imaginó que ella se aferraria a él. Algo que no le resulto agradable ya que Mary estaba empapada, mas se mostró tolerante por un rato. Ella temblaba y tosia.

-¿Qué pasó?- le preguntó el mago cuando la muchacha se sentó en el borde de la plataforma, cubierta por una toalla.

-Me...- intento decir, pero fue interrumpida.

-Todo truco conlleva riesgo.
Pensé que sabias eso.

-Debió decirme que cerraría el estanque- le reprocho Mary- Aunque bueno era obvio,bpero de todas formas debió prevenirme al respecto.

Bills no le contesto, pero no por falta de argumentos. Bajo de la plataforma y se quedo parado frente a la muchacha.

-Quizá te estoy pidiendo demasiado. Después de todo, tú sólo eres una acróbata-
comentó.

-Puedo hacerlo- lo interrumpió Mary- El truco es menos riesgoso de lo que parece, pero...

-Más te vale que te esfuerces bastante. No voy a quedar en ridículo, por causa de un asistente mediocre.

-Si recuerda que hago esto gratis ¿Verdad?

-¡Lesioneste a mi asistente!

-¿Acaso padece de adolescencia tardía?

-¿Intentas burlarte de mí? -inquirio el mago y desencadenó toda una contienda verbal entre los dos.

Kalika llegó al lugar en medio de eso. Soltó un suspiro al ver la escena, pero entonces notó algo que capto su atención. Al fin no se acercó y se retiro como llego.

Esos tres días fueron extenuantes para Mary. Prepararse físicamente para todas las maniobras a realizar era muy desgastante. No imaginaba toda la presión a la que kalika se veía sometida,  para poder tener la agilidad y flexibilidad requerida para meterse en los lugares más insólitos que se pueda imaginar, sólo para hacer lucir al mago. La última jornada, sin embargo, fue breve. Bills le dio tiempo para recomponerse y descansar,
pero en lugar de eso, Mary fue practicar con sus telas un rato. Esa misma noche, después del show del mago, ambos partirían a la fiesta donde realizarían el acto. La muchacha no actuaría esa noche en las telas, ni asistiendo a Liquir que era un espectáculo previo al suyo y al de Bills.           

Black había estado algo ausente del circo y de Mary. Cuando regreso, esa noche, encontró a la muchacha tendida en la cama. Producto del caso que estaba llevando, se sentía algo cansado y estresado por lo que fue en busca de la joven. También experimentaba otra cosa, que no admitiría y todo eso a cuestas lo hizo buscar algo de calor. La función estaba por empezar. No había mucha gente por el lugar, era una buena oportunidad para estar a solas. La busco con tacto. Una delicadeza que pocas veces mostraba, mas la muchacha no mostró ninguna respuesta a sus caricias ni besos. Realizando un movimiento brusco, le dijo claramente que no tenia ganas, pero antes la inconstancia terminó por levantarse y exclamar:

-No quiero.

-¿Por qué? ¿Qué pasa ahora?

-Estoy cansada -le contestó Mary,
que había estado dormitando hasta que él llego.

-Siempre estas cansada.

-Lamento no tener la resistencia que tú tienes...

-¿Que estas insinuando?

-Nada Black. Sólo digo que yo...Que yo no soy tan fuerte como tú. Me agoto más rápido. Es todo

-Te sobreexiges- le señalo Black- Siempre te llevas al límite de tus fuerzas. No me culpes por eso.

-No lo hago- le dijo Mary y se froto el rostro con las manos, después vio la hora en su teléfono-Tengo que irme.

-¿A donde?

-Te hable del asunto el otro dia ¿Lo olvidaste?

-Ah ¿A que hora regresas?

-No lo sé. Tarde-le respondió y se dio la vuelta para ir por su abrigo.

Iba a salir, cuando la mano de Black se cerro en su muñeca. Fue un movimiento brusco, mas no violento y que obtuvo como resultado un singular cruce de miradas. Su relación tenía una base tan peculiar que a ratos les parecía iba a romperse.

Black la soltó y puso sus manos entorno al rostro de la mujer, que lo veía con calma y sin juicio. Buenos eran los motivos por los que Mary, siempre intentaba no emitir juicios sobre la gente. A Black eso le era irrelevante. Le gustaban esos ojos tranquilos y los quería en él únicamente. Le dio un beso. Uno intenso como todo contacto físico entre los dos. Ella le respondió. Le gustaba esa boca callada desprovista de preguntas molestas y sobretodo esa necesidad de él por ella. Pero más que todo le gustaba lo que nunca surgía en los ojos de Black hacia su persona.   

Las manos de Black se metieron por debajo de la camiseta de la chica,y la apretaron con fuerza.

-No dejes marcas-le pidió ella y él no lo haría.

Se hicieron el tiempo de esconder la delgada hebra que los unía. Después ella partió con el cuerpo limpio y fresco de agua con jabón perfumado. Si alguien le hubiera preguntado por qué Black,Mary hubiera contestado algo muy sencillo: porque no me tiene miedo.

Bills la esperaba en la camioneta que tiraba de su remolque. Se sentó junto a él, en los asientos traseros. Un namekiano conducía. El mago la miro curioso,llevaba el cabello húmedo.

-Hueles a flores -le dijo ganándose la atención de Mary, quien se pego más a la puerta- ¿Acaso crees que te voy a morder o algo?

-No...-le respondió con cierta timidez y de su lugar no se movió.    

-Cachorro asustado-murmuró Bills y volvió la vista al frente.

Mary lo miró. Ella lo escucho.

  

 

 

 

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