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Magnesio

El último año de preparatoria para Kohaku estaba siendo todo menos lo que había esperado.

Antes de empezar el tercer año, Kohaku planeaba ganar por tercera vez el torneo nacional de Kendo, cederle la presidencia del club a alguien de segundo año con talento, conseguir un segundo empleo de medio tiempo y simplemente rodar los ojos ante todos los interminables rumores de que era lesbiana solo porque era una chica ruda y rechazaba a todos sus pretendientes. Eso era lo que había esperado de su último año de escuela, luego de graduarse tenía pensado convertirse en policía y simplemente continuar viviendo.

Bueno... no iba ni siquiera por la mitad de su último año escolar y todo lo que había esperado de alguna forma logró desmoronarse e irse muy a la mierda.

Para empezar, ni siquiera pudo participar en su torneo de kendo porque se quemó las manos sosteniendo un mini cohete fuera de control que estuvo a punto de golpear a su mejor amiga. Tuvo que ver a su club apañárselas en las rondas de combate sin ella, y fue gracias a una joven talentosa de primer año que lograron ganar al menos el segundo lugar. Aunque no pudieron pasar de las estatales y llegar a las nacionales como los años anteriores, Kohaku apreció el esfuerzo y nombró a esa joven de primer año como su sucesora en la presidencia del club.

Luego, empezó a pasar más tiempo en el club de ciencias por apoyar a su amiga y por deberle un favor al presidente del club, y apenas y sí tenía tiempo para su trabajo de medio tiempo como camarera en una cafetería, menos tendría tiempo para conseguirse un segundo empleo. Otra cosa que no salió como esperaba, aunque tampoco es que estuviera desesperada por dinero, solo fue un objetivo para ahorrar algo extra.

Y por último... en vez de pasar su último año escolar tan tranquila como los anteriores, sin hacer caso a rumores y sin que le interesara el romance ni en lo más mínimo, acabó enamorándose perdidamente del presidente del club de ciencias, al punto de que cuando un idiota empezó a decirle que era lesbiana delante de él, no pudo contenerse y le rompió la nariz. La suspendieron una semana por eso.

Las cosas no habían marchado bien los primeros meses del último año escolar, pero estaba esperanzada de que las cosas mejorarían.

Las vacaciones de verano empezaron y Kohaku hizo un viaje de una semana con sus amigos a Hakone gracias a que su amigo asquerosamente rico llamado Nanami Ryusui les ofreció quedarse en un hotel de lujo y alquilar un sitio de aguas termales exclusivo para ellos, aparte de otras actividades que sonaban increíblemente divertidas. Ninguno de sus amigos pudo negarse ante semejante oferta... bueno, ninguno menos Ishigami Senku, el presidente del club de ciencias y el primer amor de Kohaku.

Se desanimó mucho de que él no fuera a ir, pero el día en el que planeaban irse de repente Senku se apareció en el aeropuerto con una maleta.

Todos lo miraron con sorpresa.

—Ryusui dijo que iríamos a ver los volcanes y las minas en las cercanías, así que iré —se excusó, luchando por llevar su maleta subiendo las escaleras de abordaje.

Los ojos de Kohaku se iluminaron mientras se acercaba a él. Tomó su maleta y la cargó sin esfuerzo, sonriéndole enormemente.

—¡Ja, me alegra que vengas! ¡Es más divertido si vamos todos juntos!

—Sí, sí, lo que digas, gracias. —Ni siquiera la miró, dirigiéndose al avión.

Kohaku, que ya conocía su personalidad seca, simplemente lo siguió sin perder la sonrisa.

—¡Que malote! ¡Yo también quiero ver las minas! —Chrome, el novio de la hermana de Kohaku, fue el siguiente en correr detrás de ellos.

Los últimos en subir fueron Gen y Ryusui, intercambiando sonrisas maliciosas.

Los dos sabían que Kohaku sentía algo por Senku, y sospechaban que era correspondida, a diferencia de lo que ella misma o los demás podrían pensar. Planeaban confirmar su teoría durante esa semana de vacaciones solos sin supervisión adulta más que la del hermano mayor de Ryusui. ¡Era la oportunidad perfecta!

Cuando llegaron al hotel, empezó el tema de la división de habitaciones, ya que debían compartirlas de a dos y eran siete chicos y cinco chicas. Taiju y Yuzuriha no habían podido venir porque ellos irían a un evento de moda con la familia de la chica y el chico claro que quiso acompañarla, siendo su novio.

—Seguro lo hizo a propósito —masculló Minami, mirando con ojos entrecerrados a Ryusui.

—Suika está muy enferma... —murmuró Kohaku, mirando con preocupación a su mejor amiga de primer año, que veía más como una hermana menor—. Pensé que se había recuperado por completo la semana pasada, pero parece que el viaje la hizo sentir peor.

—El doctor me dijo que debía volver a colocarme las inyecciones si me sentía demasiado mal y las traje conmigo, no creo que debamos preocuparnos. —Ella sonrió intentando tranquilizarla, pero se notaba que no estaba bien.

—Creo que Luna debería quedarse con ella —dijo Kohaku, mirando a la estudiante de intercambio—. Yo no sé poner inyecciones, y Luna nos ayudó mucho cuando estaba peor y también cuando yo me quemé las manos. Podrá ayudarla si se siente mal en medio de la noche.

—¿Eh? ¿Yo? —Luna se sorprendió—. Bu-bueno, soy una chica capaz, así que por supuesto que podría ayudarla. Mi madre es doctora y me enseñó muchas cosas, ¡sin duda puedo hacerlo! —Hinchó el pecho con orgullo.

—Entonces yo me quedaré con Amaryllis —dijo Kohaku, pero cuando volteó a verla Amaryllis ya estaba secuestrada por Minami, que se abrazó con fuerza a su brazo.

—¡De ningún modo, ya la aparte! Yo me quedaré con ella.

—¿Y con quién se supone que voy a dormir?

—¡La culpa la tiene Ryusui! ¡Él pidió habitaciones de a dos, aunque somos cinco chicas! ¡A él reclámale!

Kohaku desvió su mala mirada al rubio, que estaba intentando y fallando en contener su sonrisa burlona.

—No hay ningún problema, solo debes compartir habitación con Senku. ¡Asunto resuelto! —Chasqueó los dedos, triunfante.

—¡De ninguna manera! —se negó de inmediato, enrojeciendo—. ¡No me quedaré con él!

—¿Entonces conmigo? —Gen le meneó las cejas.

—De ninguna manera. —Senku le envió una mirada asesina que solo lo hizo sonreír más.

—Puedo hacer que Sai se quedé con Senku y tú te vienes conmigo. —Ryusui le guiñó un ojo.

—¿Quieres que te mate? —preguntó Kohaku, con un aura asesina, que, aunque era aterradora, se quedaba muy chica con el aura asesina sumada a la mirada de psicópata que le lanzó Senku.

—Está bien si quieres dormir conmigo, Kohaku —dijo Suika, intentando calmarla—. No creo que vaya a necesitar las inyecciones en la noche, está bien.

—Y yo no tengo problema en quedarme con Senku —agregó Luna, con el rostro sonrojado y mirada de disimulada satisfacción, intentando contener su sonrisa.

—¿Saben qué? —Kohaku de inmediato tomó la maleta de Senku, de forma casi posesiva, con una sonrisa demasiado dulce—. Es más importante la salud de Suika, yo me quedaré con Senku.

Ese día disfrutaron de los entretenimientos y la comida del hotel.

Kohaku se quedó hasta tarde jugando póker en el casino del hotel (Ryusui claramente había sobornado a alguien para que los dejara jugar incluso siendo menores de edad) junto a Ryusui, Gen y Suika, más que nada para asegurarle de que no le hicieran trampa a su inocente amiga. Cuando fue a su habitación, Senku ya estaba dormido. Se le quedó mirando largo rato antes de decidirse a dormirse también.

Al día siguiente fueron a la casa de aguas termales para relajarse y divertirse un poco.

—¡¿Tenemos que estar totalmente desnudas en las aguas?! —preguntó Luna, con la cara roja, luego de que salieran de las duchas obligatorias.

—Claro —contestaron ellas con naturalidad.

Luna sostuvo la toalla hasta el último momento, sorprendida de que ellas estuvieran tan cómodas con su desnudez. Cuando por fin se atrevió a entrar al agua, se le quedó mirando un largo rato a Minami, a su pecho, luego miró el suyo propio, y luego se hundió en el agua hasta la barbilla.

—¿Estás bien? —le preguntó Suika, que ese día se sentía un poco mejor.

Luna miró al pecho de la menor y volvió a erguirse, sintiéndose un poco mejor consigo misma.

—Sí, muy bien. —Sonrió.

—¿Quieres una toalla para tu cabello? —preguntó Kohaku, acercándose desde el pequeño muelle decorativo. No había entrado al agua aún, por intentar meter su flequillo dentro de la toalla.

Al verla de arriba a abajo, Luna volvió a hundirse en el agua, esta vez hasta la nariz.

—No, gracias —murmuró, haciendo burbujear el agua al hablar.

Mientras tanto, con los chicos, Sai estaba jalando de la oreja a Ryusui para que no entrara al balneario de las chicas.

—¡Solo quiero comentarles del servicio de hidromasaje que ofrecen aquí!

—Puedes hacer eso después, pasaremos varios días aquí. —Sai no le creyó ni una sola silaba.

—Déjalo entrar, Minami y la leona van a descuartizarlo —comentó Senku, riendo malvadamente.

—No serán las únicas. —Tsukasa tenía los ojos como rendijas mirando a Ryusui.

—Ah, qué tierno~. Senku-chan y Tsukasa-chan son muy protectores con sus noviecitas~. —Gen no perdió oportunidad de meter su lengua venenosa en la cuestión.

—Minami no es mi novia —contestó Tsukasa, con calma.

—Ni la leona es mía. —Senku rascó su oído con fastidio.

—Yo nunca dije cuál era la novia de quién, ¿o sí?~

Senku y Tsukasa lo miraron con furia, Gen solo se rio.

—Ukyo, te daré cinco millones de yenes si me dices qué están diciendo las chicas. —Al escuchar a Ryusui intentando chantajear al más noble de sus amigos, las malas miradas volvieron a él—. ¿Y qué tal diez millones?

—No, gracias. —Ukyo solo negó con la cabeza, intentando ignorarlo y relajarse, colocándose los tapones de oídos para no escuchar nada que no quisiera.

Las chicas, por otro lado, estaban bastante tranquilas, conversando cosas de la escuela. La mayoría de ellas estaban en su último año, así que empezaron a hablar de sus objetivos y planes para el futuro.

Kohaku les dijo que quería ser policía después de graduarse, pero se aseguró de no mencionar los fracasos que ya había tenido todo ese año cuando ellas empezaron a hablar de lo bien que estaban pasando el último año de preparatoria.

Al menos todavía le quedaba el objetivo de ser policía. Eso era algo que no podía arruinar... ¿cierto?

Los siguientes días se la pasaron de maravilla en Hakone, hasta que llegaron los últimos días y por fin Ryusui les cumplió el capricho a Senku y Chrome de ir a visitar el volcán y las minas cercanas.

Había una mina en particular semi-abierta donde te permitían llevarte piedras bonitas si las encontrabas, ya que era bastante laberíntica, y de inmediato el presidente del club de ciencias (Senku) y el vice-presidente (Chrome) corrieron como niños a intentar encontrar algo interesante.

Suika también era parte del club de ciencias, y Senku ya le había prometido la presidencia del club cuando él se graduara, pero no estaba tan loca por las rocas como ellos, aunque sí estaba más emocionada que los demás y se quedó media hora explicándole a las otras chicas las propiedades de las rocas que minaban en ese sitio, por lo que Kohaku se aburrió un poco y empezó a deambular.

El grupo ya se había dispersado bastante. Senku y Chrome habían salido corriendo primero. Las chicas iban muy lentas por quedarse viendo a cada piedra brillante que se encontraran, y el resto de los chicos se adelantaron, y ahora Kohaku también se había separado de ellas.

Se preguntó si se encontraría con alguien, y de hecho al poco tiempo si tuvo esa suerte, aunque no esperaba que fuera Senku.

—¡Leona! —Él pareció emocionado de verla—. ¡Llegas justo a tiempo! He encontrado sulfato de magnesio. ¡¿No es emocionante?! —Le señaló toda una pared que parecía como si estuviera recubierta de hielo blanco extraño, con varios picos saliendo desde arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, casi parecía una planta de tiza o cabello blanco.

—Qué extraño... ¿Y esto es magnético?

—Dije magnesio. —Rio divertido—. Esta mina turística no tiene muchas cosas interesantes, solo piedras brillantes y algunos cuarzos, y se nota que lo hicieron un laberinto artificialmente para sacarle algo de dinero extra a los turistas, pero esto sí que me emociona. La mina fue escavada entre rocas dolomíticas que contienen sulfuros y sulfatos como la varita y la galena, que con el tiempo produjo ácido sulfúrico gracias a la descomposición de esos minerales de azufre. El ácido sulfúrico reaccionó con el carbonato de magnesio que había en las rocas para formar sulfato de magnesio, que es una sal muy soluble y fue fácilmente disuelta y transportada hasta las paredes de la roca donde se terminó cristalizando. Así se formaron estos cristales blancos que ves aquí. Son su forma cristalizada y bastante prominente, cosa no tan común de encontrar. —Llevó la mano a uno de los tantos largos y alargados cristales blancos, rompiendo un poco la punta.

Su sonrisa era tan grande y genuina, sus ojos ardían con pasión, su voz reflejaba su entusiasmo... Cualquier otra persona la habría aburrido hasta la muerte con tanta palabrería, pero él no dejaba de embelesarla con todo lo que decía... estaba casi hipnotizada por sus sentimientos por él... y fue por eso que cometió la estupidez de besarlo en ese momento.

La sorpresa en los ojos de Senku fue obvia, él se quedó inmóvil, recto y tenso, y Kohaku se apartó con los ojos muy abiertos, habiendo despertado del hechizo en el que se sumergió de tanto mirarlo.

Oh, mierda.

—O-olvida eso... —Se alejó, carraspeando—. Fue... eh... ¿cosa del momento?

Senku se le quedó mirando sin decir nada, y Kohaku entró en pánico y se marchó de allí, prácticamente corriendo.

El laberinto no era tan grande, así que no le costó mucho tiempo encontrar a Chrome que ahora estaba junto a Tsukasa y Ukyo. Se quedó con ellos hasta que se hizo tarde y se reunieron con los demás en la tienda de regalos de la mina (esta gente estaba desesperada de hacer dinero con lo que sea).

Volvieron al hotel y Kohaku se quedó en el casino lo más posible jugando con sus amigos, hasta aceptaron beber alcohol (culpa de Ryusui), divirtiéndose casi hasta medianoche. Desgraciadamente la mayoría se fue a dormir cerca de esa hora y ella no quiso soportar a Gen y Ryusui coqueteando con chicas del casino, así que se fue a su habitación arrastrando los pies.

Se sorprendió al llegar y ver a Senku con un pequeño pastel de chocolate en las menos, jugueteando con un encendedor en su mano.

—¿Senku? ¿Qué haces despierto? —Normalmente se dormía mucho más temprano.

—Te estaba esperando. —Volteó a verla con una sonrisa descarada—. ¿Has olvidado que día es hoy, leona?

—¿7 de agosto? —preguntó, confundida, antes de abrir mucho los ojos—. Oh, mañana es mi cumpleaños.

—Ya es media noche. —Colocó una pequeña vela blanca con líneas de colores en el mini-pastel—. Feliz cumpleaños.

Ella lo miró boquiabierta, sintiéndose tan conmovida que por un momento hasta sintió sus ojos aguarse un poco.

Nunca habría esperado que tuviera un gesto así con ella luego de lo que hizo... había pensado que había arruinado su amistad para siempre.

Sonrió felizmente y se sentó a su lado en la cama, tomando el pastel.

Estaba a punto de hincarle el diente sin contemplaciones, pero él la detuvo.

—Espera. Primero debes pedir un deseo. —Prendió la mecha con el encendedor con el que estuvo jugando.

—¿Tú quieres que pida un deseo? —Lo miró como si se hubiera vuelto loco—. ¡Ja! ¿Dónde quedó tu lado lógico que tanto se queja de las inconsistencias en películas y animes cada vez que vamos al cine o hacemos maratón en casa de Ryusui? ¿Seguro que Suika no te contagió?

—Muy graciosa. —Rascó su oído con el meñique—. Solo pide un deseo, Kohaku. Y tal vez... si lo dices en voz alta y es algo diez billones por ciento razonable y factible... yo podría hacer algo al respecto... O quizás no.

Una vez más, ella abrió mucho los ojos, mirándolo atentamente.

¿Acaso estaba intentando insinuarle algo?...

—Senku... —Tragó saliva—. Yo no quiero que te sientas presionado a nada conmigo... Realmente no quiero una relación ni nada. —Evitó mirarlo—. Sé que tú te irás a Estados Unidos para tus estudios universitarios, así que... Y... y yo también tengo planes, así que no quiero nada de ti. —Negó con la cabeza, sonriendo forzadamente—. No me debes nada, ya sabes.

Siguió sin mirarlo, y por un momento se quedaron en silencio, antes de que él volviera a hablar.

—Tampoco quiero una relación —le dijo, sinceramente—, pero no veo nada de malo en un beso... o dos. —Ella finalmente volteó a verlo otra vez, muy sorprendida, luego miró al mini-pastel en sus manos y la pequeña vela encendida.

Sonrió, finalmente entendiendo lo que quería.

Y, para ser honesta... ella lo quería también.

—Entonces deseo... —Cerró los ojos y acercó sus labios a la llama— que me beses... —Sopló con fuerza y, antes de que pudiera abrir los ojos, los labios de Senku estuvieron sobre los suyos.

Se besaron con pasión y desenfreno, Kohaku casi tira el pastel, pero a último momento logró controlarse y abrió los ojos, mirándolo fijamente, casi con adoración, hasta que algo brillante llamó su atención en ese cuarto oscuras.

—Oh. —Pestañeó—. La vela sigue encendida. —Qué extraño, sopló con bastante fuerza.

—Tendrás que pedir otro deseo, entonces. —Las palabras llenas de descaro de parte de Senku la hicieron sonreír.

—Entonces... —Volvió a cerrar los ojos—. Deseo otro beso... —Volvió a soplar y de nuevo Senku la besó antes de que abriera los ojos.

Este segundo beso la hizo sentir mareada de deseo, lo rompió antes de lo que le hubiera gustado solo para no caer en la tentación de ir más allá... pero entonces vio que la vela seguía encendida.

—Oh, qué pena. —La sonrisa de Senku era demasiado descarada y obvia—. Tendrás que pedir otro deseo.

Ella lo miró con sospecha.

—¿Qué le hiciste a esta vela, Senku?

—Nada, así la compré. —Rio divertido—. La compré en esa tienda de regalo barata en la mina. Son velas de magnesio. Cuando el magnesio se expone a altas temperaturas genera una reacción química muy interesante, arde con tanta intensidad y brilla tanto que podría herir tu sensible vista prodigiosa de 11.0, leona. Tampoco es posible apagarlo con medios convencionales, es muy difícil extinguir su llama, intentar apagar magnesio ardiendo con agua provoca que el metal reaccione con esta y genere hidrogeno inflamable que no hace más que avivar el fuego. Ni siquiera un extintor común y corriente podría controlar el magnesio ardiendo, se necesita de un extintor especial que expulsa un polvo inerte para cortar su suministro de aire.

—V-vaya... ¿Entonces no podremos apagar esta cosa? ¿Siquiera es seguro? —Palideció un poco.

—Tranquila. —Volvió a reír, sumamente entretenido—. La mecha de la vela contiene apenas pequeñas virutas de magnesio, cuando lo apagas las ascuas prenden las virutas y las chispas vuelven a encender el vapor de parafina para producir una llama nueva. La vela se consumirá rápido, o bien le cortamos el suministro de oxígeno, no es nada muy grave. También son usadas como vela de broma.

—Bueno, definitivamente estabas usándola para bromear conmigo. —Lo miró acusadoramente.

—Oh, ¿o sea que no quieres seguir pidiendo tus deseos? —Sonrió ladinamente.

—Yo no dije eso. —Le devolvió la sonrisa, volviendo a soplar la llama, esta vez con los ojos abiertos para ver cómo se volvía a encender. Soltó bastante vapor y luego un par de chispas, volviéndose a encender al instante—. Deseo otro beso.

Y su deseo se cumplió.

Ese fue el tercer deseo, pero también pidió un cuarto, un quinto y un sexto deseo, antes de que los besos se salieran de control, el pastel quedó olvidado y la vela se consumió encima de este, mientras Senku y Kohaku ardían de deseo en la cama, incapaces de extinguir la llama entre ellos.

Fue una noche inolvidable... pero Kohaku sabía que no debería volver a repetirse.

Al día siguiente, Senku y ella dejaron las cosas claras.

—Ninguno quiere una relación —dijo ella después de volver a hacerlo una segunda vez en la ducha, sonando más segura de lo que se sentía—. ¿Cierto?

—Cierto. —Él asintió, muy ocupado en vestirse.

—Entonces... seguimos siendo amigos, ¿no?

—Ajá.

—Bien. —Suspiró, aliviada, intentando ignorar el sentimiento de desilusión en el fondo de su mente—. Entonces... no lo volveremos a hacer, ¿verdad?

Él dudó en contestar, solo un segundo.

—No... no creo que sea buena idea. —Masajeó su cuello con cansancio—. Por cierto, debes tomar un anticonceptivo de emergencia porque no usamos condones. ¿Quieres que te acompañé a la farmacia?

—No, está bien, yo iré sola. —La verdad necesitaba alejarse un poco de él.

Llegó a la salida del hotel y estaba a punto de salir cuando sus amigas la interceptaron para felicitarla ruidosamente por su cumpleaños, arrastrándola al restaurante del hotel para tener un grandioso desayuno de celebración.

Kohaku acabó divirtiéndose tanto con ellas, feliz de poder quitarse a Senku de la mente, que olvidó por completo cierta responsabilidad que tenía...

Y aquí estaba ahora... dos meses después de ese viaje que terminó el día siguiente a su cumpleaños, sosteniendo una prueba de embarazo en el baño de su casa, completamente horrorizada al ver el símbolo que indicaba que la prueba había salido positiva.

Ahora estaba a mitad de su último año escolar, y absolutamente toda su vida ya se había desmoronado.

Todo se fue a la mierda.

No supo qué hacer... si su padre se enteraba la mataría y mataría a Senku también... todo lo que pudo hacer fue ir a desgarrarse en llanto en los brazos de su hermana mayor, contándole todo.

Después de escuchar su historia, Ruri le preguntó algo que la hizo congelarse.

—¿Tú... quieres a este bebé?

No fue capaz de reaccionar, su mente se quedó en blanco. ¿Qué se suponía que debía decirle? Apenas había cumplido dieciocho años, seguía en la escuela, su padre se enfadaría muchísimo, estaba a mitad del tercer año de preparatoria, soñaba con trabajar como policía luego de graduarse, ese era el único objetivo que le quedaba y no podía arruinarlo, por supuesto que...

Su mente hizo cortocircuito en ese momento.

No pudo contestarle y su hermana fue comprensiva y le dio su espacio. La llevó a su habitación y la mimó el resto del día, haciéndola sentir ligeramente mejor.

Desde que se enteró del embarazo, empezó a evitar a todo el mundo en la escuela, incluso a sus amigos más cercanos. Dejó de ir a sus clubes, mucho menos al club de ciencia. Sus amigas intentaron interrogarla, en especial Suika, pero dio excusa tras excusa para zafarse de ellas y empezó a aislarse más y más, apenas y sí teniendo contacto humano en su casa, solo con su hermana.

Su padre notó su comportamiento extraño y le preguntó si le pasaba algo. Kohaku fue incapaz de contestar y su hermana empezó a inventar excusas por ella, siempre interviniendo cada vez que su padre quería indagar sobre su estado de ánimo.

Así pasó un mes más y la vida de Kohaku decayó por completo.

Estaba llena de dudas y temores, apenas y sí comía solo cuando Ruri se lo suplicaba, y apenas pequeños bocados, hasta había llegado al punto en que vaciaba las jarras de agua que Ruri le dejaba en su habitación solo para no preocuparla porque no tenía ganas ni de beber por el nudo que sentía constantemente en su garganta. Evitaba a todos sus amigos y hasta había dejado de entrenar y de hacer las cosas que más le gustaba.

Lo peor era que... una parte de ella esperaba que Senku lo notara. Una parte de ella quería correr hasta él y pedirle ayuda, o que la viera y se diera cuenta de lo mucho que lo necesitaba...

Una mañana se despertó y descubrió que no tenía fuerzas ni ganas de levantarse para ir a clases.

No quería hacer nada...

No quería seguir pensando en nada...

N-no... Simplemente quería desaparecer y no tener que tomar decisiones ni preocuparse por nada.

No quería nada, nada, nada.

Recibió llamadas de todos sus amigos, pero a nadie le contestó. Ni siquiera a Senku.

Ruri llegó de la universidad directamente a ver cómo estaba, igual que todos los días. Se dio cuenta de que no fue a la escuela, pero no la regañó. Fue a prepararle la cena y estuvo un largo rato suplicándole que comiera.

Después de que Kohaku permaneciera callada y sin moverse, Ruri decidió dejarla sola por el momento.

Al día siguiente, Ruri vino a verla por la mañana e intentó despertarla, sin éxito. La dejó dormir y se fue a la universidad, pero no pudo quedarse tranquila y volvió a casa, solo para preocuparse horriblemente al verla en la exacta misma posición en la que la dejó.

Hizo todo para despertarla, pero Kohaku no reaccionó.

Terriblemente asustada, la cargó en brazos hasta su auto y la llevó al hospital.

Kohaku despertó conectada a varias máquinas y se asustó, luchando por salir de la cama pese a lo débil que se sentía. Ruri y una enfermera la detuvieron de inmediato.

Kohaku pudo ver a su padre fuera de la habitación y el mundo se le cayó encima.

Seguramente él ya lo sabía todo.

Cuando Kokuyo entró a la habitación en compañía de la doctora, su mirada no fue tan dura como habría esperado. Él incluso parecía... triste, preocupado, comprensivo...

La verdad era que, en un principio, Kokuyo se había enfadado mucho, pero Ruri le explicó la situación, le explicó que una de las razones por las cuales Kohaku se había enfermado tanto era por temor a cómo él iba a reaccionar. Le dijo que debían apoyarla y comprenderla, y Kokuyo entendió que los sentimientos de su hija menor eran lo más importante ahora.

Fue por esa razón que se sentó junto a ella, acarició su rostro y le dijo que iba a apoyarla sin importar qué.

Kohaku lloró de alivio, abrazando a su padre como una niña pequeña, sintiendo que un gran peso había sido quitado de sus hombros.

Por primera vez, se sintió con la libertad de decir lo que tanto había querido decir desde que su hermana le hizo la pregunta hace semanas:

—Quiero tener a este bebé.

Su padre y su hermana sonrieron, prometiéndole que tendrían su apoyo.

Después de calmar su llanto, la doctora empezó a hablarle, explicándole qué le había pasado.

Hipomagnesemia.

—Es la deficiencia de magnesio en la sangre —le explicó la doctora—. Tienes un desequilibrio hidroelectrolítico, por lo cual tus niveles de sodio, potasio y magnesio son más bajos de lo que deberían ser, especialmente en el caso del magnesio. Tú... —Se calló al ver su expresión totalmente desencajada—. ¿Pasa algo, querida? ¿Te sientes muy mal?

—N-no, no tanto, es solo que... —Rio por lo bajo—. No me esperaba que fuera un problema con el magnesio...

Ja, qué irónico.

La doctora le recalcó la importancia de comer bien durante el embarazo, le recomendó un nutricionista para ayudarla a llevar una dieta controlada que mejorara su salud y además le recomendó buscar ayuda psicológica para superar su tristeza, pues estaba peligrosamente cerca de padecer depresión y eso podría perjudicar enormemente su salud y poner en riesgo a su bebé.

Kohaku se comprometió a hacer lo mejor para cuidarse y cuidar de su bebé. Iba a tenerlo y a cuidarlo, y se aseguraría de ser la mejor madre que pudiera.

Después de todo, era algo que había creado junto al hombre que amaba.

Le dedicaría toda su vida de ser necesario. Ya sentía que lo amaba, con todo su corazón.

Ahora el problema sería decirle a Senku... probablemente no iba a estar contento, sería difícil... pero debía hacerlo. O eso decía su psicóloga.

Sin embargo... Kohaku estaba dudando seriamente el hacerlo.

¿Debería hacerlo?

Después de mucho pensarlo, Kohaku tomó una decisión.

Pero esa decisión, mi querido lector... es algo que tú nunca sabrás.

Fin.

Holaaaa :D

JAJAJAJA lo siento por esa última oración, no lo pude resistir XD

Lo dejé así por las dudas de que quiera hacer una continuación de esta historia... pero si no la hago solo imaginen el final que ustedes quieran :P

Uf! Ya era hora de que continuara con el reto de la tabla periódica :'D

Ojala que esta historia les haya gustado, este elemento fue bastante interesante *o*

No olviden que se les ama!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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