Livermorio
—¡Doctor Ishigami! —Uno de sus colegas sacudió su hombro con insistencia, haciéndolo apartar la mirada de sus hojas de cálculo—. Lo necesitan en urgencias, sensei. —A pesar de que él era varios años mayor que Senku, de todos modos le habló con bastante respeto debido a sus grandes logros científicos no solo en el campo de la medicina, aunque ahora se estaba enfocando en ese.
—Muy bien. —Rápidamente se fue a seguirlo, preguntándose cuál era la emergencia esta vez.
Llegó a tiempo para ver a un hombre convulsionando, rodeado de varios doctores y enfermeros que intentaban contenerlo, ya que aparentemente se estaba haciendo daño a sí mismo.
—Lleva así casi una hora, y no es la primera vez que viene aquí. Le hicimos varias pruebas estos últimos días y parece estar completamente sano —le dijo su colega—. Pensé que era mejor que lo viera mientras tenía uno de sus ataques, realmente no sabemos qué tiene. Lo dejamos ir hace tres días y hoy regresó así.
—Bueno, esto sí que me emociona. —Senku sonrió enormemente y su colega suspiró, dando gracias mentales de que la familia del paciente no estuviera allí o de seguro ya habrían querido golpear al Dr. Ishigami al verlo sonreír de esa forma mientras su familiar convulsionaba.
No sería la primera vez, no todos entendían la personalidad tan excéntrica de aquel genio.
—¿Tiene idea de lo que puede ser, señor?
—No, por eso me emociona más. —Rio por lo bajo—. Manda a alguien con todos los informes, pruebas y demás que haya sobre el paciente, y si sobrevive trasládenlo a mi pasillo de la fama —murmuró con voz relajada, retirándose como si nada hubiera pasado.
Su colega estuvo a punto de protestar, abrió la boca para preguntarle si eso era todo, pero al final decidió callarse. Ya debería haberse acostumbrado a las rarezas del extraño Dr. Ishigami Senku.
Apenas Senku regresó a su oficina, se dejó caer en su escritorio y continuó con sus investigaciones, con su mente volviendo de tanto en tanto a aquel extraño paciente.
Varias podían ser las causas de sus ataques, ¿pero que las pruebas no mostraran nada? Era bastante emocionante. ¿Finalmente tendría un reto para entretenerlo en medio de sus investigaciones científicas?
Bueno, un nuevo reto, muy aparte del reto de siempre.
—¿Ishigami-sensei? —Y hablando del reto... ahí estaba, asomando su despeinada coleta por la puerta.
—Leona. —Sonrió traviesamente.
—Ya le he dicho que no me llame así. —Entró con rostro malhumorado y carpetas bajo su brazo—. Su compañero de oficina me pidió que le traiga estas cosas, sensei.
—Tendré que darle un aumento. —Su sonrisa se tornó más seductora al mirarla.
Ella lo miró con puro desagrado, solo logrando acrecentar su diversión.
—Usted no maneja los sueldos de este hospital, sensei, eso es trabajo del director.
—Pero yo soy quien pone los fondos, ¿o no? —Se puso en pie, caminando lentamente hacia ella.
—Usted no. —Lo miró con aún más repudio—. Su prometida es la que lo hace. —Estrelló las carpetas en su pecho y le dio la espalda.
—Que Luna se haya auto-proclamado mi prometida después de que le dije que es una buena practicante no me vuelve su prometido, por más que su padre insista en el tema. —Empezó a ojear las carpetas, sin poder resistir su curiosidad por el nuevo paciente.
—Ja, no pareces tan dispuesto a dejar eso claro delante de ella. —Volteó a verlo por encima del hombro, ceñuda.
—Bueno, es obvio que no beneficiaría a nadie que le rompa el corazón ahora mismo, menos a ti, que pediste un aumento de sueldo recientemente —murmuró, con los ojos fijos en las carpetas, aunque aun así no se perdió como sus hombros temblaron por la frustración de saber que él tenía razón.
—Sigue con tus excusas todo lo que quieras, pero a mí me dejas en paz. —Se fue, cerrando de un portazo.
—¡Nos vemos, leona! —se despidió alegremente, sorbiendo su café mientras leía las carpetas.
—¡Y no soy una leona!
Senku rio por lo bajo. Definitivamente nada era mejor que molestarla, ella era su método de entretenimiento favorito, aunque lo mataría si se atrevía a decirlo en voz alta.
Estudió las carpetas un largo rato, hasta que se dio cuenta de que necesitaba examinar al paciente personalmente para estar seguro de que en verdad podría ser de su interés. Llamó a su colega para arreglar una visita al paciente al día siguiente, y de paso le pidió que mandara a alguien con una taza de café para él, solo porque sabía que su colega enviaría a Kohaku, como siempre, para su suerte.
Cuando escuchó la puerta abrirse, sonrió, sin apartar la vista de sus papeles.
—Sí que te tomó tiempo, ¿tanto te disgusta tener que verme? —Alzó la mirada, perdiendo la sonrisa al ver que la que entró no fue su leona, sino Luna—. ¿Eh? ¿Qué...?
—¡Claro que no me disgusta! —ella lo interrumpió, sonriendo emocionada—. ¡Lamento no poder venir tan seguido! Ambos estamos muy ocupados, siendo las personas más capaces en este hospital, pero estoy pensando en venir a verte a la hora del almuerzo, todos los días, ¡¿no te encanta?!
—Eh... —Sudor frío bajo por su frente, pero decidió no preguntar por Kohaku e inventar una excusa rápida para no tener que aguantar a Luna en todos sus almuerzos—. Lamento informarte que estoy muy ocupado y mis horas para almorzar no están fijas, almuerzo luego de desocuparme.
—Oh, pero puedes mandarme un mensaje y podemos...
—Preferiría que no te tomes la molestia, sé que tú también tienes un horario ocupado. —Hurgó en su oído con fastidio.
—¡Aw, eres tan considerado! Aun así, tengo tiempo ahora, así que me quedaré contigo hasta que termines tu café. ¡¿No te encanta?!
Senku tomó un sorbo de café inmediatamente, maldiciendo al comprobar que estaba muy caliente, por lo que no podría bebérselo de golpe, y también estaba demasiado dulce para su gusto. Fantástico.
Suspiró y tomó otro sorbo mientras Luna se sentaba al otro lado de su escritorio. Ni modo.
—¿Y en qué trabajas, Darling?
—Ahora mismo, estoy investigando al livermorio.
—¿Live-qué-cosa?
—Livermorio, es un elemento químico sintético, el 116 en la tabla periódica, un transactínido, ¿qué no lo conoces? Aunque bueno, antes se llamaba ununhexio. ¿Estudiaste una tabla periódica vieja, acaso?
—Eh... ah, sí, sí, totalmente, ese es el problema. —Asintió, riendo nerviosamente—. Yo creía que el 116 se llamaba uni... unu... esa cosa. —Rio aún más fuerte—. Como sea, ¿c-cómo va tu investigación?
—Estoy trabajando en lograr un ambiente para estabilizarlo y extender su tiempo de vida antes de desintegrarse, cosa difícil, pero creo que estoy bien encaminado. Sospechó que podría tener utilidad médica, para la medicina nuclear y eso, aunque es solo mi teoría basada en mis propios estudios. —Bebió más de su café, intentando acabárselo lo más rápido posible.
Mientras bebía, sus ojos se desviaron a la puerta, solo para agrandarse al ver a Kohaku parada en el marco, con una taza de café en sus manos y una mirada de absoluta traición en su rostro.
Luna siguió su mirada, sorprendida.
—¿Señorita Kohaku? ¡Hola! ¿Qué haces aquí?
—Venía a traerle su café a Ishigami-sensei, pero ya veo que no es necesario. —Les dio la espalda, marchándose a pisotones.
—Luna, ¿quién te pidió que me trajeras el café? —preguntó con ojos entrecerrados, poniéndose de pie, dejando la taza aún medio llena de lado.
—Bueno, nadie me lo pidió realmente... pero vi a tu amigo pedírselo a la señorita Kohaku, y ella dijo que no lo haría, así que le dije que yo te lo llevaría. Eso fue todo.
—Ya veo. —Frotó sus sienes—. Gracias por el café, pero tengo algo que hacer ahora. —Fue tras Kohaku de inmediato.
Sabía que ella solía irse a la azotea del hospital cuando estaba molesta, pero era lo suficientemente inteligente para saber que él la buscaría allí, así que el segundo lugar que se le ocurría era la lavandería.
Fue allí y la encontró mirando con odio a la taza de café, como si esta tuviera la culpa de todo. A pesar de la situación, no pudo evitar reír.
Ella volteó a verlo con una mirada asesina y él se tragó la risa y su coraje.
—¿Qué demonios haces aquí, Sen... Ishigami-sensei?
—Vine a buscarte, claramente. —Se acercó a ella con cautela—. ¿Qué fue esa huida? ¿Estamos en un drama coreano o qué?
—Cállate. —Bufó, cruzando los brazos y apoyándose en la mesa, junto a la taza de café—. Mejor vete con Luna, te veías muy entretenido con ella —murmuró venenosamente.
—Ah, tus celos otra vez, ya veo. —Rodó los ojos, volviendo a rascar su oído, ignorando su mirada indignada—. Solo admite que te gusto y ya, no te dolerá. —Sonrió perversamente.
Llevaban años jugando a este juego. Al principio era Kohaku la que le coqueteaba en broma, más por avivar los rumores que siempre corrían en el hospital, aunque cuando él empezó a seguirle el juego con más descaro ella retrocedió un poco, y fue Senku el que empezó a coquetearle en broma más seguido, mientras que ella intentaba mandarlo a callar con tono juguetón, también bromeando. Con el paso de los meses, la broma empezó a volverse más y más seria, hasta que llegó al punto que, en navidad (como ambos estaban trabajando en vez de estar con sus familias como los adictos al trabajo que eran), un muérdago los hizo hacer más bromas al respecto, bromas que los llevaron a un beso.
Luego de aquel beso, los dos empezaron a fingir que nada paso, Kohaku tomó un poco de distancia de él, pero eventualmente volvieron a sus bromas de siempre, solo que esta vez... para los dos era obvio que ya no eran del todo bromas.
Sin embargo, las cosas cambiaron cuando Luna llegó a trabajar al hospital luego del breve viaje que Senku hizo a los Estados Unidos, donde la conoció y ella se encaprichó con él.
Cuando Senku no se molestó en corregir a Luna en que nunca aceptó ser su prometido, Kohaku empezó a tratar a Senku como un restaurante de primera categoría trataría a una cucaracha grande y gorda.
Senku siguió con sus juegos de coqueteos, mientras que ella en vez de seguirle el juego lo mandaba un poquito a la mierda cada vez que se veían, pero, muy en el fondo, aún seguía preocupándose por él. Una prueba de eso era que siempre le traía su café y se aseguraba de que comiera almuerzo y cena.
—Senku... ya basta. —Sus palabras lo hicieron mirarla con confusión—. Ya no quiero seguir con esto. Deja de molestarme.
—¿Qué? —Se quedó con la boca abierta por la seriedad de su mirada.
—Estoy harta de ti, ya no te llevaré tu café, así que dile a tu amigo que deje de llamarme, hay muchas otras enfermeras aquí, y Luna está mucho más dispuesta que yo. —Tomó la taza y se la estrelló en las manos, derramando un poco del líquido ya tibio en sus manos.
—¿Qué pasa contigo? —Dejó la taza, se limpió rápidamente con una toalla cercana y tomó su muñeca—. ¿Tanto te enojas por un tonto café?
—¡No es solo un tonto café! —Se zafó de él con facilidad—. Tú... tú le hablaste del livermorio...
—¿Qué? —Su rostro se desencajo—. ¿Qué tiene que ver el livermorio?...
—Tú siempre me hablabas a mí de tus investigaciones... —Bajó la mirada, ocultando sus ojos con su flequillo—. Y ella me quitó eso, me quita el café, me quita tus investigaciones, ¡ya mejor cásate con ella de verdad!
Senku la miró en silencio, sintiendo una ceja temblar.
¿Esta mujer estaba hablando en serio?
Ugh... era un poco adorable, pero seguía siendo ridículo.
—Leona...
—Ishigami-sensei. —La voz del parlante lo interrumpió—. Se le necesita en su pasillo de la fama, habitación estelar. Hizashi Kohaku-san, se le necesita en el pasillo de la fama, habitación estelar.
Ambos olvidaron de inmediato su pelea y corrieron al destino indicado, llegando a tiempo para ver a una enfermera limpiando la sangre de la boca del paciente más pequeño de Senku, el joven Tek, de apenas cinco años.
—¡Kohaku-san! ¡Senku-sensei! —El pequeño los saludó alegremente apenas verlo.
—Hola, pequeño. —Kohaku le sonrió con dulzura, sentándose a su lado en la cama y comenzando a quitarle la ropa empapada en sangre—. ¿Cómo te sientes?
—Tengo sueño, pero no me duele nada. —Sonrió alegremente, como si no acabara de vomitar una cantidad alarmante de sangre—. La enfermera Hana no me cree, pero tú sí, ¿verdad? Estoy bien.
Kohaku sonrió dolorosamente, mirando de reojo a Senku, que tenía su dedo en su barbilla, examinándolo con la mirada mientras pensaba en quién sabe qué.
—Tek —finalmente, Senku habló— sé que no te gusta la sala de máquinas, pero necesito hacerte algunas pruebas. Será rápido —aseguró al verlo encogerse con miedo—. Solo necesito media hora, lo prometo.
El pequeño se abrazó a Kohaku apenas ella le puso una nueva camiseta.
—Pero no me gusta estar dentro de esa máquina... Kohaku-san, dile. —Lo miró con ojos suplicantes.
—Tek, estarás bien. —Acarició su cabello con dulzura—. Te lo prometo, yo... yo te cantaré mientras estés ahí. ¿Está bien? Y cuando salgas me quedaré contigo todo el tiempo, todo lo que quieras.
—¿Todo lo que yo quiera? —Eso le devolvió la sonrisa.
—Sí, todo lo que quieras. —Lo abrazó con fuerza.
—Uh... me aplastas, Kohaku-san...
—¡Lo siento! —Se apartó rápidamente.
Senku rio con suavidad, mirándola con ojos brillantes.
Ella era realmente fascinante.
El resto del día decidió dejar de lado su investigación con el livermorio para trabajar en el caso de Tek y del nuevo paciente, que en la noche volvió a tener otro de sus ataques. Kohaku lo sostuvo mientras Senku le hacía unas pruebas en medio de los ataques, y era tan fuerte que solo con ella bastó para inmovilizar a quien antes podía alejar a cinco enfermeros.
—Gran trabajo en equipo —le dijo luego de que el paciente se calmara, ya con todas las pruebas hechas.
Ella le sonrió, pero no dijo nada.
Senku no durmió ese día, analizando los resultados de las últimas pruebas que le hizo al pequeño Tek, y cuando finalmente acabó, ya eran las ocho de la mañana, y él corrió para ver a Kohaku, que llegó no hace mucho, junto con varios otros trabajadores.
—¡Leona, lo tengo!
—Te he dicho que no soy una leona, tú hijo de...
—¡Tengo la forma para salvar a Tek!
—¿Qué? —Se quedó con la boca abierta.
—Finalmente detecte qué es lo que le pasa. —Sonrió con cansancio—. No es su cerebro, no es su corazón, son sus células sanguíneas, es un problema que se origina en su medula ósea, pero podemos medicarlo. Podemos salvarlo.
Ella se quedó mirándolo con la boca abierta, con los ojos aguados, antes de chillar de alegría y lanzarse sobre él a abrazarlo, enredando sus piernas en su cintura y plantándole un enorme beso en los labios.
Senku luchó por no caerse y por aguantar el peso con sus piernas flacuchas, riendo divertido mientras ella lo besaba.
Cuando se apartó, Kohaku de repente recordó donde estaban y volteó con pánico hacia sus compañeros de trabajo, viendo con la boca abierta que Luna también estaba allí, con la mandíbula por el suelo.
—Ups...
Senku negó con la cabeza, sin dejar de sonreír.
—Bueno, leona, gracias por ayudarme a recordarle a Luna que nunca acepté ser su prometido, eso fue muy sutil de tu parte. —Tomó su mano y la arrastró lejos de allí—. Vamos a darle la noticia al padre de Tek, ¿quieres?
Caminaron solo un poco antes de que ella volteara a verlo con nerviosismo.
—¿Va a retirar los fondos, verdad?
—Es probable. —Bostezó—. No es que me importe. Cuando mi investigación con el livermorio sea un éxito ganaré un Nobel y yo mismo financiaré a este hospital. —Rascó su oído con indiferencia.
—Ja, no cambias nunca. —Negó con la cabeza, sonriendo con más tranquilidad—. Pero sé que lo lograrás. —Enredó sus dedos con los suyos—. Después de darle la noticia a Tek... ¿me contarías más de esa investigación con el livermorio?
Él rio entre dientes, sin dejar de encontrar divertido lo posesiva que ella era en las cosas más raras. Nunca le hizo una pataleta por Luna afirmando ser su prometida, pero sí por verla llevándole café y hablando sobre su ciencia.
¿Quién entendía a esta mujer? Era más complicada que el propio livermorio.
—Hasta el último detalle.
Serían días ocupados, aún debía encargarse del nuevo paciente y la investigación con el livermorio no sería nada fácil, costaría mucho trabajo, pero estaba feliz de poder tenerla a su lado en el camino.
Fin.
Holaaaa :D
Aquí un nuevo fanfic para el reto de la tabla periodica!
Pinchi elemento con nombre raro...
Ya es el OS número 60 del reto! WUUUUUUUUUUUUUUU! *o*
Fanfic patrocinado por mi amada amix Angi! *w*
Ojala les haya gustado! No olviden q se les ama con todo el kokoro!
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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