Itrio
Todo era paz y tranquilidad en el reino científico... hasta que Itrio llegó a sus vidas.
Y no, no era el elemento número 39 de la tabla periódica, sino un aldeano que había estado perdido todos esos años en los que Senku estuvo en la Aldea.
Un día normal de trabajo no en la Aldea Ishigami, sino en el ex imperio de Tsukasa, en Tokio, una persona desconocida se acercó a su lugar de trabajo, mirando a todo y a todos con pánico y confusión, hasta que un aldeano que pasaba por allí lo reconoció.
—¡Es Itrio! —El aldeano corrió a abrazar con sorpresa al hombre andrajoso que se veía como si no se hubiera dado una ducha en varios años.
Más y más aldeanos que estaban trabajando allí comenzaron a acercarse al desconocido, llamando la atención de la gente moderna.
Senku se molestó al ver a muchos abandonar sus puestos de trabajo y los siguió junto con Chrome, que se quedó con la boca abierta al ver al hombre desconocido en medio de una pequeña multitud.
—¡E-es Itrio! —exclamó sin poder creerlo, antes de correr no hacia Itrio, sino hacia el puesto de trabajo de Kohaku, y comenzar a arrastrarla a ver lo que estaba pasando—. ¡Es Itrio, Kohaku, tenías razón, no estaba muerto!
—¿Qué? —Ella miró con incredulidad a la multitud, jadeando al ver al hombre andrajoso—. ¡Ja, lo sabía! —Sonrió con ojos brillantes y corrió hacia el tipo—. ¡Itrio! —Él se quedó con la boca abierta al verla, y también corrió para abrazarla, levantándola en el aire y haciéndola girar en sus brazos.
Senku alzó una ceja y sujetó el hombro de Chrome antes de que pudiera correr a recibir al tal Itrio.
—¿Puedes explicarme qué está pasando aquí? ¿Quién es ese, y qué relación tiene con la leona?
—Ah, es el ex novio de Kohaku —dijo como si nada, antes de correr hacia el tipo, saludándolo alegremente como si fueran amigos de toda la vida, sin importarle dejar a Senku congelado y pálido en su sitio.
¿Ex... novio?...
¡¿Ex novio?!
Siguió congelado en su sitio, hasta que Kohaku se le acercó jalando de la muñeca a ese tipejo, sacudiendo una mano frente a su rostro.
—¿Senku?
—¿Qué? —preguntó fríamente, finalmente saliendo de sus pensamientos.
—Te presentó a Itrio, ¡él es la razón por la cuál tú y yo nos conocimos!
—¿Disculpa? —Por alguna razón eso no le agradó para nada.
—Se perdió en el bosque hace años, pocos meses antes de que nos conociéramos, así que yo siempre estaba atenta por sí hacía algún tipo de señal, ¡por eso respondí a tus señales de humo! —Sonrió alegremente—. Itrio, te presentó a Senku, ¡él es el nuevo líder de la aldea!
—Oh, ¿entonces es tu cuñado? —Empezó a mirar con lástima a Chrome, que se apresuró a negar que eso fuera cierto.
—En realidad Ruri y él se divorciaron, pero Senku conservó el puesto. —Kohaku rió nerviosamente—. También le salvó la vida y nos enseñó a todos sobre ciencia, ¡tenemos que contarte todo!
—Lo que sea por pasar tiempo contigo, Kohaku-chan. —El bastardo colocó una mano en su hombro confianzudamente—. Pero si me gustaría entender qué diablos están haciendo con esos monstruos metálicos y todo ese humo, aunque eso fue lo que me hizo encontrarlos. —Rió aliviado, con lagrimitas en los ojos—. Han sido demasiados años solo...
—Como lo siento, Itrio, te estuve buscando... —Kohaku volvió a abrazarlo.
Senku decidió que no quería ver más de ese espectáculo y se marchó de regreso a su laboratorio, gritándoles a todos que volvieran a trabajar o les bajaría el sueldo. ¡Ese barco no iba a terminarse solo!
Estuvo de mal humor el resto del día, y a la hora de cenar junto a sus amigos Kohaku y Chrome se trajeron al tal Itrio para presentarlo a todos, ahora ya mejor arreglado. Parecía una versión castaña del astronauta ruso más joven, aunque con cara de idiota.
Él se la pasó contando historias de cómo había logrado sobrevivir todos esos años, y aunque era admirable Senku no pudo quitarse el mal sabor de boca al ver como Kohaku parecía tan impresionada por él... No es que le estuviera prestando mucha atención, solo que el tipejo no le parecía digno de ella ni un milímetro.
Además si terminaron su estúpida relación fue porque seguramente él era un idiota.
Decidió dejar de pensar en eso y dedicarse a trabajar tan tranquilo como siempre, concentrándose solo en su amada ciencia, ciencia que no se la pasaba haciéndole ojitos a un tipejo desconocido salido de la nada que no tenía ningún derecho a acapararla y...
Eh, como sea, no estaba pensando en esas cosas ilógicas e irrelevantes, para nada.
Las semanas pasaron y Senku siguió sin pensar en eso en lo absoluto, sin prestar ninguna atención a como Itrio seguía como un cachorrito enfermo de amor a Kohaku a donde quiera que fuera, pegándosele como una asquerosa sanguijuela. Pero no, él no les estaba prestando atención, solo estaba concentrado en su trabajo sin que le importara un comino.
—Conseguí gadolinita para que extraigas esas tierras raras que me dijiste que necesitas. —Chrome depositó una gran canasta llena de piedras rojizas y medio ennegrecidas.
—Ah, gadolinita... —Senku tomó una piedra y la miró con interés—. Esta variedad, Gadolinita-(Y), contiene una cantidad considerable de Itrio, que es la tierra rara más abundante. —Sonrió oscuramente, dejándola en el suelo y sacando un pico y un martillo—. Tendremos que hacerlo pedazos para recuperar lo que me interesa.
—¿De qué estás hablando?... —Chrome se rascó la cabeza con confusión mientras veía a Senku ensañarse con la piedra, moliéndola como si tuviera algo en su contra, con todo y su fuerza de pulga ni Magma había destrozado tanto una pobre piedra a menos que se le diera la orden de hacerla polvo.
Senku se cansó después de destrozar la segunda piedra, así que le pidieron ayuda a Magma y Nikki, y una vez tuvieron todo lo necesario comenzaron a extraer los materiales que necesitaban para el barco y el nuevo laboratorio móvil que harían.
—Oye... —Chrome lo miró curioso mientras trabajaban—. No les dijiste que destrozaran tanto las piedras... ¿entonces por qué tú las hiciste casi polvo?
Él encogió los hombros, con cara de amargura.
—Se me apetecía. Oye, Chrome, ¿sabes si Kohaku planea volver con el tipejo de... eh, con Itrio? —preguntó de la nada, confundiéndolo más.
—No, no lo creo. Su noviazgo fue muy corto. —Senku comenzó a sonreír, hasta que Chrome volvió a hablar—. Kokuyo les prohibió seguir juntos cuando los encontraron haciendo cosas indecentes...
—¡¿QUÉ?! —Echó por accidente ácido clorhídrico en la gadolinita, que aparentemente contenía una cantidad importante de berilio, porque explotó un poco y comenzó a llenar de sus vapores el laboratorio.
Salieron tosiendo del lugar, aún mirándose con extrañeza el uno al otro.
—¿Entonces su noviazgo se acabó no porque quisieran, sino por Kokuyo? —preguntó, ganándose una mirada incrédula de Chrome.
—¿Por qué no le preguntas a Kohaku si te da tanta curiosidad?
—No me interesa, solo... quería platicar de algo. —Encogió los hombros y volvieron al laboratorio para limpiar el desastre.
Pasaron las semanas y Senku un día se encontró con Itrio trabajando junto a otros aldeanos, ya casi completamente integrado a la agitada vida del reino científico, y sintió que podría vomitar cuando vio que su cuello tenía un maldito chupón, que él excusó como una "mordida de insecto" cuando sus amigos le preguntaron al respecto.
Senku empezó a andar malhumorado de un lado a otro desde entonces, llamando la atención de todos sus amigos, que no dejaban de preguntarle qué le pasaba, ¡pero no le pasaba nada! ¡¿No podían entender qué no le importaba en absoluto nada de nada?! ¡Verdaderamente no le importaba ni un milímetro lo que la leona hiciera o dejara de hacer ni con quién!
Ok, bien, ya ni él se creía.
Obviamente ella le gustaba... pero aparentemente llegó tarde.
Cuando pasaron otro par de semanas, Kohaku se apareció en el laboratorio de Senku con una flor en el cabello.
—Ryusui me envió a informarte que terminaron de instalar el motor —le dijo alegremente, y él asintió, aunque sin dejar de mirar la flor en su cabello—. ¿Qué pasa? —Ella alzó una ceja.
—Nada... Bonita flor —murmuró mientras volvía su vista a revisar sus planos.
—Oh, gracias. —Pestañeó confundida, antes de sonreír felizmente—. Itrio me la obsequió. —El plano se partió en dos en las manos de Senku—. ¡¿Estás bien?! —Se quedó con la boca abierta al ver que rompió su precioso plano.
—Sí, lo estoy —masculló amargamente—. Puedes irte, apuesto que tu novio te espera. —Fue por cinta recién inventada para unir las dos mitades.
—Ja, ¿y ahora qué locuras dices? Yo no tengo novio. —Cruzó los brazos.
—Pues tu ex novio, no me interesa si han formalizado la relación o no. —Prefirió tirar sus planos a la mesa y rascar su oído con fastidio.
—¿Ex novio? Yo nunca tuve... Espera, ¿te refieres a Itrio? —Lo miró espantada—. ¡Ja! Como si fuera a aceptar ser novia de ese mujeriego, solo acepte esta flor porque es muy insistente. ¿Por qué dices todas esas tonterías, Senku? ¿Seguro qué estás bien?
—¿Me dirás que no es tu ex novio? —La miró extrañado—. ¿Acaso Chrome mintió? Él me dijo que fue tu novio.
—¿Eh? Yo nunca... Oh, espera. —Se llevó una mano a la barbilla, pensativa—. Ah, ya veo, debe referirse a cuando tenía diez años. —Asintió—. No creo que eso cuente, solo debía ser su novia por una semana y solo duramos tres días...
—¿Ah?...
—Me ganó una apuesta, el muy tramposo. —Negó con la cabeza, aunque con una sonrisa llena de nostalgia—. Aunque bueno, no puedo enojarme con él, siempre fue muy caballeroso conmigo, aunque también lo es con casi todas. —Rodó los ojos.
—¡¿Ah?!
—Era una apuesta de que tenía que imitar todo lo que él hacía... —Cerró los ojos con molestía—. No pensé que iba a quitarse toda la ropa y a hacer pipi en el río. Le di un buen golpe, pero una apuesta es una apuesta.
—¿Y qué pasó con eso de que tu padre los hizo terminar su relación por encontrarlos haciendo cosas indecentes?...
—¡Pues el muy cerdo me tomó de la mano! —Se estremeció con disgusto—. ¡¿Cómo se atreve?! ¡Era un novio falso, no mi prometido! Agh, ya me molesté con él otra vez. —Se quitó la flor y la tiró al suelo despectivamente.
Senku se sintió como el idiota más grande y ridiculo del mundo.
Ah, claro... Aldea primitiva.
Por una vez ni pudo sostenerle la mirada, sintiéndose más estúpido que Ginro.
—Mmm, pensándolo bien no puedo... —Kohaku suspiró resignada y volvió a tomar la flor—. No es tan malo, ¿sabes? Siempre me dice cosas amables, y en verdad es un buen amigo. —Se colocó la flor en el cabello—. ¿Y por qué creías que es mi novio, eh? —Lo miró más que confundida.
Senku volvió a mirar con disgusto a la flor, sintiendo los celos resurgir aunque no tan fuertes y amargos como antes, pero ahí estaban, y ya que lo había aceptado y ya que sabía que Kohaku no estaba interesada en ese tipejo, por alguna razón sintió el impulso de acercarse a ella y tomar su mano, de la nada, solo por un impulso completamente ilógico.
Kohaku se quedó con la boca abierta y el rostro enrojecido, luciendo tan escandalizada como avergonzada, y Senku hizo la siguiente cosa absurdamente ilógica y sin sentido que podría haber hecho.
La jaló para acercarla a él, la tomó de la cintura y le mordió el cuello.
Kohaku chilló de forma nada propia de ella, quedándose inmovil por la sorpresa y shock.
Él le pasó la lengua por el cuello, antes de succionar con fuerza su piel, sintiéndola temblar.
Bien, tal vez se había dejado amargar demasiado por el chupetón en el cuello de Itrio, creyendo cosas que no eran, y tal vez era obvio que Itrio estaba detrás de Kohaku, y Senku sentía el impulso de dejarle en claro que no se acercara a ella, pero eso no era justificación para hacer lo que hizo.
Así que, en resumen, se merecía la gran cachetada que le dio, incluso aunque lo mandó a atravesar la pared de madera del laboratorio improvisado que tenía en Tokio.
Kohaku se marchó molesta de allí, gritando que era una escoria, un pervertido, un bastardo, una basura, y muchos otros insultos, cada uno peor que el anterior.
Al día siguiente, Kohaku se apareció en el laboratorio con el rostro muy rojo y una mano cubriendo cierta parte de su cuello.
Senku aún sentía la espalda adolorida de ayer, y sí se estremeció con terror cuando ella se plantó furiosa frente a él.
—Senku... —Sonrió con los dientes apretados—. Maldita escoria... ¡Me has deshonrado! —Apartó la mano y señaló el chupetón que dejó en su cuello con ira y el rostro enrojecido.
A pesar del dolor bien merecido que se ganó el día anterior, Senku miró con agrado la marca que dejó en su cuello, antes de estremecerse y apartar la mirada cuando ella gruñó con intenciones asesinas.
—¿Lo siento?...
—¡No creas que una disculpa te salvará! ¡Tienes que pagar por lo que me hiciste! —Senku empezó a sudar frío. ¡Con otro golpe suyo sin duda lo mataría! Era hombre muerto—. No escaparás de esto... ¡Tendrás que hacerte responsable y casarte conmigo!
Senku se congeló.
—¿Eh?...
—Sé un hombre y hazte cargo de tus crímenes. —Cruzó los brazos, apartando la mirada con el rostro muy rojo—. Mi padre te matará sino lo haces, así que vamos. —Lo jaló de la muñeca y comenzó a arrastrarlo a su casa.
Senku la siguió en silencio, completamente aturdido.
Mientras iban del laboratorio a la torre de la sacerdotisa, se encontraron con Itrio, que los miró con la boca abierta. Eso lo hizo salir del shock, comenzar a seguirle el ritmo y tomar su mano.
Ella lo miró furiosa y aún más roja, pero él le sonrió con descaro, entrelazando sus dedos.
—¿Qué? Querías que nos casáramos, ¿no es cierto? Eres mi prometida, así que puedo tomar tu mano.
Ella intentó protestar, pero se quedó sin palabras y acabó apartando la mirada.
Siguieron caminando, pasando de largo a Itrio, que hizo un puchero descontento, pero acabó encogiendo los hombros y siguiendo su camino, ya que tenía una cita.
¿Acabar en matrimonio con Kohaku por un impulso, a causa de celos infundados, por un ridículo noviazgo de la niñez por una apuesta?
Esta vez Senku no podía decidir si eso era su mala suerte... o bien lo mejor que le había pasado.
Solo el tiempo lo diría.
Fin.
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaa :D
Este es un nuevo fic para el reto Tabla periodica! Ya es el número 55, estamos casi a nada de la mitad xD
Son 118, no lo olviden, no es cosa facil TwT
Ojala q este fic les haya gustado! Y no olviden q se les ama!~
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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