Hidrógeno
Senku sabía que como padre daba asco, era una mierda que apenas conocía a sus dos hijas.
Ahora por un terrible problema su esposa Kohaku no podría seguir cuidando de ellas por un tiempo así que, en vez de dejarlas con su abuelo materno, Senku decidió que le dejaría sus obligaciones más importantes a su compañero de máxima confianza y él trabajaría a medio tiempo para que sus niñas pudieran venir a vivir con él ahora que la tecnología había avanzado lo suficiente como para permitirlo finalmente.
Hasta hace unos pocos años la tecnología de las naves que funcionaban con desplazamiento por curvatura no era lo suficientemente avanzada como para permitir a niños pequeños viajar a otros sistemas solares, pero ahora era mucho más segura y sus niñas tenían ambas la edad suficiente para que fuera diez billones por ciento seguro que cruzaran la galaxia para venir al planeta donde él vivía, aunque en teoría incluso un bebé podría pero nadie quería probar si eso funcionaría o no.
Otros obstáculos como la gravedad distinta del planeta natal de él y su esposa y el planeta en el que nacieron sus dos hijas tampoco sería problema porque la diferencia era insignificante.
Así que ese día finalmente volvería a ver a su hija mayor luego de trece largos años, y podría conocer en persona a su hijita menor.
Sobre decir que estaba asquerosamente nervioso.
—Yo no lo haría si fuera tú. —Gen le quitó de las manos la botella de vino que estaba a punto de abrir—. No querrás conocer a tus princesas apestando a alcohol ¿o sí?~
—Solo iba a tomar un trago. —Bufó, hurgando en su oído con el meñique—. Creo que me dará un ataque. No veo a Tsukiku desde que tenía solo once meses de nacida. Y nunca pude ni siquiera ver a Shizuku, solo en fotos y videos. No tengo idea de cómo ser un padre y ahora tendré que cuidarlas al menos un año antes de que Kohaku logre librarse de la guerra entre esos putos sistemas solares rebeldes. —Sus manos temblaron y de repente hizo un intento desesperado y bastante patético de quitarle la botella a Gen.
Gruñó y fue a tomar otra botella del refrigerador.
—Primer consejo: no digas palabrotas delante de ellas. —Ukyo le quitó la segunda botella—. En especial delante de Shizuku-chan, solo tiene siete.
—Segundo consejo: recuerda que esto es más difícil para ellas que para ti. —Tsukasa cerró la puerta del refrigerador y se apoyó en ella cuando Senku quiso buscar más botellas—. Contrólate, tienes que comportarte como un padre decente ahora.
—Dejen de sermonearme, no soy tan irresponsable, solo quería un trago. Pero ya, si tanto les preocupa no beberé. —Bufó, sentándose en el marco de la ventana, mirando al lugar donde aterrizaría la nave que traía a sus hijas—. Pero no es como que no tenga un buen motivo, estoy diez billones por ciento seguro de que Tsukiku me odia. Nunca quiso hablar conmigo cuando las comunicaciones interestelares lo permitían, y no sé nada de ella más allá de lo que me cuenta Kohaku.
Recordaba que en una época, a causa del trabajo de Kohaku como conductora de naves de guerra de corto alcance, ella le dijo que lo mejor era no seguir juntos debido a que Senku ya no podía salir de su sistema solar natal al poseer secretos clave de la Galaxia Madre, y debía quedarse donde sería bien protegido por una orden intergaláctica. Le rompió el corazón, tanto que violó la ley intergaláctica y fue a perseguirla a la otra punta de la galaxia que habitaban, en el planeta Belia, donde se reconciliaron, se casaron, la embarazó (por accidente pero igual fueron felices con la noticia) y tuvieron a Tsukiku a la que criaron por varios meses hasta que lo descubrieron y lo arrastraron de regreso a su mundo natal, Tamirity, y le restringieron incluso salir de su propio planeta. Y le rompió el corazón una vez más tener que separarse y dejar a su familia allí porque en esa época no era seguro que un bebé viajará fuera de su mundo. Y claro que Kohaku se quedó en ese planeta con su hija.
Bien, esas fueron las dos cosas más dolorosas que vivió en toda su existencia, y la tercera llegó cuando hubo problemas en las comunicaciones interestelares y por un año no pudo hablarle a su hija, cuando ella tenía cuatro, y cuando ella tenía casi seis finalmente las comunicaciones se arreglaron, pero su pequeña se negó a hablar con él como antes y desde entonces ya no quiso hablarle hasta la actualidad. Esa fue la tercera vez que se le rompió el corazón y ahora que finalmente su Tsukiku ya no podría evitarlo temía que lo odiara y su absoluto rechazo le rompiera el corazón una cuarta vez. No era nada bonito.
Al menos sabía que Shizuku estaría feliz de verlo, hablaban bastante seguido cada vez que las comunicaciones interestelares lo permitían. Y estaba emocionado de conocerla al fin porque la concibieron cuando Kohaku vino a visitarlo una vez que tuvo trabajo cerca de su sistema solar, no se dio cuenta de que estaba embarazada y regresó al planeta Belia rápidamente, donde allí tuvo también a su segunda hija y él se enteró meses después cuando las comunicaciones interestelares lo permitieron.
Bueno, en realidad lo que pasó fue que hicieron el amor poco antes de que se fuera, Kohaku abandonó su mundo, y la inseminación del óvulo se dio cuando ya estaba en Belia, porque la inteligencia artificial de la nave nunca le habría permitido viajar embarazada debido a que habría riesgo de aborto y eso podría provocar quejas de la organización de los derechos humanos intergalácticos a los que les encantaba meter sus narices en todo.
Pero aquí lo importante era que, técnicamente, no conocía a sus hijas. Solo fue un padre para Tsukiku once meses y ahora ella lo odiaba, y solo conocía a Shizuku por fotos y llamadas.
Al ver que estaba sufriendo un colapso nervioso, Ukyo colocó una mano en su hombro con una sonrisa empática.
—Vamos, todos sabemos que lo mejor fue traerlas aquí. Tenían que conocerte tarde o temprano e incluso aunque Tsukiku-chan tenga sus problemas contigo esta es la oportunidad perfecta para que arreglen las cosas.
—Tiene razón~. Ya han pasado bastante tiempo lejos de ti~.
—Pero la idea era que vinieran en cuanto Kohaku se retirara este año. Ahora vienen sin ella y no sé qué mierda voy a hacer. Lo peor es que estará mucho tiempo atrapada en esa puta guerra.
No sabía ser padre. Aunque había leído libros y pedido consejos, ¡simplemente no lo sabía! Y tenía el presentimiento de que arruinaría todo.
—Te dije que sin palabrotas, Senku. —Ukyo negó con la cabeza—. Además creo que te preocupas demasiado. Dudo que la guerra entre los sistemas de las estrellas 3016-Amira y Metherpolika duré demasiado. Su tecnología es muy rudimentaria, ni siquiera dominan del todo la velocidad de la luz.
—¿Crees que no sé eso? El problema es que robaron bombas de hidrógeno. —Chasqueó la lengua—. Suficientes para destruir toda la vida en los cinco planetas habitables de Amira y los dos de Metherpolika. ¿Tienes idea de qué problema se armaría con la Organización de derechos humanos intergalácticos si destruyen la vida de al menos uno de esos planetas? La Galaxia Madre nos quitaría hasta el 80% de nuestra autonomía.
—Ya nos quitan el 80% de nuestros recursos —murmuró Tsukasa amargamente.
—En realidad el 65% —corrigió—. Pero tienen sus razones, no podemos negar que sin el control de la Galaxia Madre tendríamos muchos más problemas de los que ya tenemos. Pero todo sería mucho más lento y tedioso si tuviéramos que pedir su permiso para todo, así que debemos controlar la situación entre Amira y Metherpolika lo antes posible. Una guerra no le importa a la Galaxia Madre, menos perder países o continentes, pero toda la vida en un planeta llamaría demasiado la atención. Es una prioridad y desgraciadamente mi esposa acabó metida en eso en el peor momento posible. Sí que tengo una mala suerte de mierda.
—Y de nuevo dices palabrotas…
—Pero hay algo que no entiendo. ¿Por qué las bombas de hidrógeno son tan importantes? ¿Creí que lo más peligroso eran las de antimateria? —Tsukasa miró intrigado a Senku.
—Sí… pero solo unos pocos sistemas solares de la Galaxia Madre saben cómo hacerlas, son uno de esos secretos que me ataron a este planeta. —Rió secamente—. Si les dijera cómo se hacen, también los atarían a este mundo. La bomba más peligrosa al alcance de las personas comunes sigue siendo la bomba de hidrógeno, que fue inventada hace milenios pero desde el desastre que pasó en el Planeta Madre ya no se avanzó mucho en ellas ni en otras armas de destrucción masiva. Gracias al cielo o la humanidad nunca habría salido fuera de ese planeta que se llamaba Tierra o algo así. Aunque claro que luego siguieron avanzando pero la mayoría de armas son clasificadas de alto secreto en las primeras colonias espaciales.
—Ya veo, ¿y esas bombas de hidrógeno pueden destruir un planeta? —preguntó Tsukasa.
—¿Me estás diciendo que el planeta origen de los humanos se llamaba Tierra? —Gen se enfocó en el detalle menos importante de todo lo que dijo—. Ew, es horroroso. Menos mal que no nací allí.
—Tamirity tampoco es un nombre tan impresionante…
—¡¿De qué hablas, Ukyo-chan! ¡Ten más espíritu planetario! ¡Nuestra bella Tamirity es lo más hermoso de toda esta galaxia!
—Las que ellos tienen, no. —Ignorando los desvaríos de Gen, Senku contestó a la pregunta de Tsukasa—. Son muy arcaicas, pero si que robaron lo suficiente para convertir la superficie de los planetas en un infierno en el que la vida perecerá rápidamente. ¿Has oído hablar de las bombas atómicas? Son un juego de niños al lado de las bombas de hidrógeno.
—V-vaya… No creí que fueran algo tan destructivo… —Gen tembló ante la idea—. ¿No es el hidrógeno el elemento más abundante en el universo aparte del más ligero? ¡¿Eso no quiere decir que se puede hacer muy fácilmente?!
—No tanto, tranquilízate. —Rió entre dientes—. Lo que se usa mayormente para las bombas de hidrógeno es el tritio, un isótopo radioactivo de hidrógeno que es bastante raro de encontrar en cualquier ambiente natural y que para crear en un laboratorio se requiere de permisos, y claro que en sus primeras épocas era muy difícil de hacer porque requería recrear los mismos procesos que se llevan a cabo en una estrella: la fusión nuclear. Ahora su obtención está muy regulada, claramente robaron las bombas de Mundo Alfa, otra razón por la que no quieren que esto llegue a oídos de la Galaxia Madre.
—Mundo Alfa no es menos ladrón que la Galaxia Madre. —Tsukasa seguía expresando su descontento.
—Esas cosas me dan igual mientras pueda tener libertad para mis investigaciones y tener contacto con mi familia. —Senku sonrió despreocupadamente, pero entonces notó de reojo una nave aproximándose y toda su calma desapareció—. ¡Mierda, ya llegaron!
Rápidamente se enderezó, se miró al espejo, se acomodó el cabello, se fijó su aliento y se acomodó su bata, una y otra vez en el plazo de quince segundos, para luego caminar ansiosamente por la habitación, murmurando para sí mismo en voz baja lo que tenía pensado decirles, hasta que se dio cuenta de que ya debería estar bajando o no llegaría a estar cuando aterrizarán y corrió casi tropezándose al ascensor, seguido de sus amigos que no dejaban de reírse de él, los muy desgraciados.
Llegó jadeando justo cuando la puerta de la nave se abría. De allí bajaron Chrome y Ruri acompañados de su hijo e hija, y detrás de ellos sus hijas.
Senku abrió mucho los ojos al ver a sus dos niñas. Ya las vio en fotografías pero definitivamente no era lo mismo. Ambas eran mucho más adorables en persona.
Sonrió suavemente. Por fin podría conocer a sus bebés.
Al verlo, Tsukiku sonrió levemente, dándole un poco de esperanza, pero entonces escuchó a Shizuku jadear y lo siguiente que supo fue que le brinco encima para abrazarse a su cuello, y aunque era pequeña para su edad aún así Senku casi se va para adelante por su peso, pero logró estabilizarse y la abrazó, riendo con incredulidad.
—¡Hola, papi! —Ella se apartó sonriente, aunque aún con sus manos sujetando sus brazos—. Mami quería que te diera esto de su parte. —Se puso de puntitas para darle un besito en la mejilla.
Ok, Senku ya amaba en proporciones ridículas a Shizuku desde que la vio en video por primera vez, pero ahora todo se multiplicó en un diez billones por ciento y todo lo que pudo hacer fue volver a abrazarla, riendo como loco, pero no como científico loco por una vez, más bien un loco feliz. ¡Finalmente sus hijas estaban con él!
Miró a Tsukiku sin dejar de abrazar a Shizuku, pero su hija mayor le apartó la mirada de inmediato.
Le dolió, pero ya sabía que costaría trabajo arreglar sus problemas con ella.
Chrome y Ruri se acercaron a saludar también.
—¡Ha pasado tiempo, Senku! ¡Realmente quería hablar contigo respecto a tu trabajo con…!...
—Querido. —Ruri le colocó una mano en la boca con una sonrisa nerviosa—. Habrá tiempo para hablar de trabajo luego. Por ahora deja que Senku-san pasé tiempo con sus hijas.
—Ah, sí. —Bufó, pero no protestó y se fue a hablar con sus otros amigos.
Luego de unos minutos, Senku tomó una profunda respiración y se acercó a Tsukiku, con Shizuku tomada de su mano.
—Tsukiku… —Quería abrazarla, cosa que no era muy común en él, pero esta era su bebé.
Había cambiado mucho de cuando tenía once meses y era una bebé risueña que apenas podía caminar, probablemente ya no podría ni cargarla. Y la conocía tan poco que no lo ayudaba a sentirse menos basura como padre. Sin duda no podría reclamarle odiarlo.
—Papá... —Apartó la mirada—. Te ves más viejo en persona que en las fotos. —Esas palabras se sintieron como un enorme y pesado yunque sobre la cabeza de Senku.
—¡¿Cómo te atreves, mocosa?! ¡Para tu información cuido muy bien mi salud y soy considerado de apariencia joven para mis cuarenta y cuatro años!
¡Era considerado muy joven y guapo, Kohaku se lo aseguró muchas veces!
—Ja, que mamá con su cerebro cegado con oxitocina te diga que te ves joven y guapo no quiere decir que sea cierto. —Otro yunque aún más pesado lo desestabilizó por completo.
¡¿En qué momento su bebé se había convertido en una mocosa contestona y malcriada?!
¿Tal vez tendría que haber hecho caso a Kohaku y no haberle enviado tantos regalos?
—Eres graciosa, nee-chan. —Shizuku solo se rió de todo—. Si dijiste que papi se veía guapo en la última foto que nos mandó.
—¡Cállate, pulga!
—¿Oh? —Saliendo de su creciente depresión, Senku sonrió burlonamente—. Así que lo has reconocido, pequeña mentirosa.
—¡Que te veas decente no quiere decir que te veas menos anciano! —Ok, eso volvió a golpear su ego.
Siguieron discutiendo todo el camino en el auto hasta llegar a su casa.
—¡Y nee-chan dijo que ustedes eran una linda pareja cuando vio sus fotos de boda! ¡Y mami dijo que ella casi se desmaya al verte ese día!
—Pulga, una cosa es que me delates a mí, pero mamá te matará cuando se enteré de lo mucho que no cierras tu boquita. —Tsukiku sonrió con los dientes apretados.
—Yo te defenderé de tu madre, princesa, cuéntame más. —El ánimo de Senku había mejorado considerablemente.
—No sé de qué hablas, nee-chan. —La más pequeña siguió riendo inocentemente—. Oh, pero quiero ver a mi mami pronto, incluso si está molesta. ¿Crees que vuelva pronto?
—No lo creo. —Tsukiku arrojó sus maletas despectivamente en un sofá—. No hasta que recuperen las estúpidas bombas de hidrógeno…
—¡¿BOMBAS?! —El lindo rostro regordete y de mejillas rosadas de la pequeña de repente palideció y ella pareció horrorizada y al borde de las lágrimas—. ¡¿A mami le lanzan bombas?! —Su labio inferior empezó a temblar.
Senku miró mal a su hija mayor, que comenzó a entrar en pánico.
—¡N-no! ¡Escuchaste mal! ¡Yo dije… dije… eh…!... ¡Pompas! ¡Pompas de jabón! ¡Burbujas!
—Yo escuché bombas. —Infló los cachetes, cruzando los brazos.
—N-no, es cierto. Dijo pompas de jabón. —Senku se unió a intentar salvar la situación.
—Yo escuché bien que dijo hidrógeno. —Frunció el ceño—. ¡Lo sé muy bien, es el único elemento de la tabla periódica que me aprendí!
—¿En serio? Te he estado enseñando por meses y ¿solo aprendiste el número uno? —Tsukiku se frotó las sienes.
—¡Sí, y te escuché bien decir bomba de hidrógeno! ¿O qué tiene que ver una burbuja con el hidrógeno?
—En realidad mucho. —Senku sonrió ladinamente—. Hay burbujas de hidrógeno, princesa. Tu hermana hablaba en serio.
—¿Ah, sí? —Shizuku finalmente dejó esa expresión temerosa—. ¿Puedes hacerlas?
—Claro que puedo. —Rió divertido—. ¡Es hora de nuestro primer experimento científico familiar!
—¡Hurra! —Shizuku aplaudió entusiasmada.
—¡¿Nos llevarás a tu laboratorio?! —Los ojos de Tsukiku brillaron con emoción.
—Al que tengo en la primera planta, sí. —Rió suavemente, tomando la mano de la más pequeña para guiarlas allí.
Una vez llegaron ambas miraron boquiabierta todas las computadoras, maquinaria y equipo científico que tenía solo en ese laboratorio, pero Senku rápidamente llamó la atención de ambas para darles guantes, lentes protectores y cubrebocas, todo ajustado a sus tamaños ya que sabía que las llevaría al laboratorio tarde o temprano.
—Creo que tengo una idea de lo que harás, aunque nunca vi este tipo de experimentos. —Tsukiku se sentó con una mirada expectante junto a Shizuku que no dejaba de brincar en su asiento.
—Es diez billones por ciento demasiado sencillo, pero no por eso menos emocionante. —Rió como un desquiciado mientras sacaba los materiales—. Lo primero es lo más sencillo, mezclar agua con jabón líquido. —Vertió un poco de jabón líquido en un vaso de agua—. Luego necesitaremos esto. —Alzó un pequeño contenedor con un líquido transparente—. Ácido clorhídrico, también llamado agua fuerte, entre otros nombres. Es bastante peligroso, ¡así que niños buenos tomen precauciones si quieren hacer esto en casa!
—¿A quién diablos le hablas?... —Tsukiku lo miró incrédula mientras él vertía un poco del ácido en un matraz que ya tenía unas canicas dentro.
—Lo que ven adentro son bolitas de zinc, que reacciona con el ácido clorhídrico liberando hidrógeno gaseoso. —Sacó una pequeña manguera flexible y la colocó dentro del matraz, conectándolo con el vaso—. El gas pasa a través de la solución jabonosa y… ¡se forman las burbujas de hidrógeno!
Ambas miraron maravilladas como el ácido clorhídrico en el matraz comenzaba a burbujear como si estuviera hirviendo para luego liberar un gas parecido al vapor de agua, y pronto este gas llegó al vaso y una gran cantidad de burbujas se formaron por encima del agua. ¡Burbujas de hidrógeno!
—¡Wow! —Incluso con el cubrebocas se notaba la gran sonrisa de ambas.
Senku rió por lo bajo, retirando la manguera y haciendo el matraz a un lado.
—Ahora el siguiente paso es aún más emocionante. —Sacó un encendedor de cocina y encendió la llama por encima de las burbujas, que instantáneamente se quemaron con una gran llamarada de fuego—. ¡El hidrógeno es absurdamente inflamable! —Rió emocionado.
—¡Otra vez! —pidió Shizuku de nuevo aplaudiendo.
—No es lo único que puede hacer. —Miró con ojos cálidos a sus niñas—. Usaré otro método que libera mucho más gas de hidrógeno, de nuevo usando ácido clorhídrico, pero esta vez con aluminio, y en mayor cantidad. Así que alejen sus sillas y fíjense que sus medidas de protección estén en perfectas condiciones. —Sacó otro matraz y unos trozos de aluminio de un cajón—. La reacción del aluminio con el ácido clorhídrico forma una sal del metal, cloruro de aluminio, y el gas que dispara es hidrógeno puro, por supuesto. ¡Y es por este mismo método que se llamó al hidrógeno aire inflamable cuando se descubrió!
Apenas dejó caer los trozos de aluminio en el ácido clorhídrico, este reaccionó esparciendo las sales negras por todo el ácido antes incoloro y liberando tanto hidrógeno que se disparó hacia arriba con un ligero silbido. Y Senku de inmediato acercó el encendedor al gas, encendiendo una llama que se expandió hasta arriba junto con el gas, aunque fue breve pero impresionante.
Aunque no se quedaba allí.
Para ser un elemento que podía crear una de las armas más destructivas de la humanidad, tenía su lado hermoso.
Senku apagó rápidamente las luces y volvió a encender el gas de hidrógeno, dejando que la oscuridad mostrará mucho mejor los colores rojos, verdes y azules característicos de las llamas de hidrógeno.
—Wow… —Sus dos hijas se quedaron hipnotizadas por su belleza, y Senku sonrió levemente, recordando cuando le había mostrado experimentos similares a Kohaku.
Una de las partes más hermosas de la ciencia, era ver como las personas que más amaba se impresionaban con ella. Deseaba mostrarles todas las maravillas del universo, porque ellas eran las que más lo fascinaban, ellas eran lo más precioso para él.
Realmente deseaba poder ser un buen padre para ambas, y que Kohaku pudiera regresar pronto y así ser una familia por fin, como siempre debió ser.
Daría su mejor esfuerzo, eso era lo único diez billones por ciento seguro.
Fin.
Holaaaaaaaa :D
Fic raro, lo sé xD Pero me llamaba la atención la idea y quise escribirla y encajo bien con el elemento de Hidrógeno uwu
Ojalá que les haya gustado y no olviden que se les ama muchito!~ :3
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaa!
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