Fósforo
(N/A: Para la entera comprensión de este fanfic necesitan haber leído mi fic Escandio antes).
Había pasado todo un año desde la última vez que Kohaku vio a Ishigami Senku.
Ishigami Senku era el hombre que le había regresado la esperanza a la humanidad después de que esta temiera que el sol moriría, revelando en sus investigaciones que en realidad solo era una etapa temporal y las temperaturas volverían a la normalidad dentro de algunas décadas o a lo mucho un par de siglos. Y entonces poco a poco se acabaron los disturbios y todos se concentraron en planes de supervivencia para que sus descendientes pudieran disfrutar de una tierra cálida y llena de vida. Por ahora, sin embargo, debían aprender a sobrevivir uno de los inviernos más crueles en la historia de la Tierra.
Kohaku era una persona fuerte y determinada, bondadosa y dispuesta a todo con tal de ayudar a los que amaba. Y también tenía esperanzas en la humanidad, en que saldrían de esta crisis, y sus descendientes tendrían una mejor vida.
Y tenía fe en Ishigami Senku y la ciencia.
Lo conoció a través de televisión, igual que probablemente la mayoría de personas, pero fue luego de años que pudo conocer a Senku en persona gracias a su cuñado Chrome, que también era un científico respetado.
Senku solo estuvo dos días en su casa, pero dejó un impacto aún más grande en ella. Y después de que el tipo le devolviera las ganas de luchar por la vida misma, eso era decir mucho. Pero después de conocerlo en persona ya no fue solo el "científico brillante salvador de la humanidad", sino que era... bueno... él. Una persona increíble que anhelaba poder conocer más.
Recordaba que ellos habían tenido una conversación muy interesante... bastante profunda en su opinión. Él le advirtió que las temperaturas bajarían más y que debía convencer a las organizaciones mundiales de querer salvar a todas las personas que actualmente estaban luchando por sobrevivir, y ella le dijo que haría todo por ayudar a la humanidad, por más pequeña que pudiera ser su contribución.
Y, por irónico y maravilloso que pudiera parecer, tal como él la había inspirado un día... ella pareció inspirarlo a él. Así se lo dijo cuando tuvo que irse de la ciudad luego terminar sus asuntos con Chrome:
—Propondré el plan de Chrome en la próxima asamblea internacional para el nuevo plan de conservación. Sé que habrá mucha oposición, pero no daré mi brazo a torcer. —Sonrió ferozmente—. Pasé lo que pasé, digan lo que digan, implementaré este plan.
—¡Ja, estoy segura de que lo lograras! —Lo miró con ojos brillantes.
—Yo no estaba tan seguro... —confesó con una mirada sombría, que rápidamente se iluminó cuando volteó a verla—. Tengo que darte las gracias por devolverme esa seguridad, Kohaku. Sabiendo que existen personas como tú, no perderé la fe en nuestras posibilidades para sobrevivir. —Miró al cielo a través de la pequeña ventana—. La ciencia nos sacará de esta crisis, a todos nosotros, diez billones por ciento seguro.
Ella lo miró maravillada, y justo cuando iba a decir algo más Chrome llegó para acompañar a Senku al aeropuerto.
Con una última sonrisa, ambos se despidieron y desde hace todo un año que no lo veía.
Pero hace unas semanas había tenido noticias de él.
Finalmente se decidió implementar el nuevo plan de supervivencia, ¡y era el plan de Chrome! ¡Senku había logrado hacer que aceptaran su idea de luchar por todas las vidas sin sacrificar a nadie!
La idea la hizo sentirse inmensamente feliz y hasta orgullosa por él. Le hubiera gustado haberlo felicitado de alguna forma... pero no es como que fueran amigos. Solo convivieron durante dos días, quizás hasta se había olvidado de ella.
Era una pena, pero no tenía mucho tiempo para deprimirse por no poder conocer más a la persona que tanto admiraba. Siempre había trabajo que hacer en medio de ese invierno eterno.
Kohaku seguía repartiendo bienes a las casas con niños lo máximo que podía, todos los días. Seguía ayudando en la mina y en los hospitales de vez en cuando y siempre tenía fe en que la humanidad lograría sobrevivir.
Con el nuevo plan de supervivencia, las cosas eran más justas. Seguía dándose prioridad a las casas con niños, pero también se tenían en consideración a otros grupos vulnerables. Kohaku pronto empezó a repartir materiales para personas mayores, con alguna enfermedad o problema. Y a todos les repartía sus bienes con el mismo entusiasmo.
Ese día llegó a buscar la primera tanda de cajas que repartiría a pie, como siempre.
Aunque la temperatura había bajado aún más, ella seguía siendo muy resistente y aún le gustaba ahorrar combustible para las personas que no eran tan resistentes al frío.
Sin embargo... esa mañana apenas llegar al almacén, el encargado le dijo que les había llegado un paquete exclusivamente para ella.
Era una caja mediana. Y Kohaku la abrió con curiosidad, sorprendiéndose al ver un par de botas para nieve.
Tenían una nota al lado:
Sé que por tu trabajo ya tienes de las mejores botas para nieve que la ciencia puede ofrecer, pero estas son literalmente las mejores. Aunque no por mucho, la única diferencia es que son un poco más ligeras que las que ya traes. No obstante, imaginé que para ti sería una gran diferencia.
Espero que te gusten.
—Senku.
Kohaku se quedó con la boca abierta.
¿De verdad Ishigami Senku acababa de enviarle un regalo después de un año sin verse y habiendo convivido solo dos días? No podía creerlo.
Y eran unas botas obviamente costosas... y muy útiles... ¡y para colmo eran bonitas!
Aunque aún incrédula, decidió probarse las botas.
Varios de sus compañeros la miraron como si estuviera loca al quitarse las botas en el frío almacén, con la puerta abierta y todo, mientras que otros ya estaban muy acostumbrados a sus "excentricidades" y simplemente encogieron los hombros y siguieron en lo suyo.
¡Las botas realmente eran cálidas y ligeras! ¡Con esto su rendimiento en el trabajo sin duda mejoraría!
Con su ánimo por los cielos, casi duplicó su número usual de entregas ese día, esta vez sí que dejando a todos sus compañeros repartidores con las bocas abiertas.
Luego decidió ayudar en el hospital, contagiando su buen humor a muchas personas. Y en la noche hasta decidió hacer dos horas en la mina antes de regresar a casa.
Ahora que la temperatura mundial era de cinco grados y el nuevo plan se había incorporado, ya no permitían que nadie se quedara trabajando en las horas más frías de la madrugada, no importaba lo resistente que fueras al frío, a menos que se estuviera en un ambiente cerrado con calefacción. Así que mientras más trabajaran en la mina durante las horas permitidas mejor para todos.
Aún así Kohaku no se quedó mucho, para no preocupar a su familia.
Cuando llegó a cenar, su hermana le preguntó cómo fue su día, mientras que Chrome no tuvo rodeos y le preguntó directamente por qué tenía esa cara de cachorro enfermo de amor. Luego se corrigió diciendo que en vez de cachorro gorila iba mejor para ella.
Después de darle un buen puñetazo, Kohaku les contó con entusiasmo acerca del regalo de Senku y lo bien que le había ido en el trabajo.
Esa noche al irse a dormir, recordó la vez que Senku se había quedado en su casa y decidió compartir cama con ella para no sucumbir al frío. Recordó lo cálida que fue esa noche para ella e inevitablemente se sonrojó, pero luego se dio una bofetada mental y se esforzó en dormirse. ¡Mañana seguiría dando lo mejor de ella en su trabajo!
Así pasaron los meses hasta que un día llegó a su casa un poco tarde, encontrando maletas en su sala y a Ishigami Senku cenando con su familia.
Casi se va de espaldas. ¡¿Qué estaba haciendo él aquí?!
—Ah. Hola, leona. —Se llevó otro bocado a la boca luego de saludarla, como si no fuera nada extraño verlo allí.
—Hola... —Después de parpadear un par de veces, finalmente salió de su asombro y sonrió—. Qué bueno verte otra vez. Ha pasado más de un año, casi dos... ¡Y no soy una leona!
—Diecinueve meses, más bien. —Asintió con desinterés—. ¿Estabas trabajando en la mina? Es bastante tarde.
—Oh, no. Ayer me quedé un turno largo en la mina luego de repartir, así que hoy fui a ayudar en el hospital luego de mis entregas. Acaban de hacerles una gran entrega de camas y otros recursos y aún no habían tenido tiempo de mover todo así que me quedé para ayudarlos en eso. Aún faltaron un par de cosas pero iré mañana temprano y terminaré el trabajo antes de repartir —le contó mientras se sentaba en la mesa.
—Muy impresionante, veo que sigues siendo una leona indomable, eh.
—¡¿Podrías dejar de llamarme así?! —se quejó, antes de comer con ganas la comida que su hermana le sirvió.
Al verla tan concentrada en comer sin muchos modales y visiblemente hambrienta, Senku rió entre dientes y volvió a su conversación con Chrome.
Después de darse una buena ducha caliente y prepararse para dormir, Kohaku salió a ver qué tal estaba Senku, sonriendo divertida al verlo luchar por cargar una de sus maletas.
—¿Quieres ayuda con eso?
Él suspiró profundamente.
—Sí, gracias. Solo necesito que lleves estas dos que son las más pesadas. —Señaló una maleta grande y otra bastante pequeña a comparación que Kohaku no entendía cómo podría ser más pesada que las maletas medianas.
Aún así tomo las maletas y los ojos casi se le escapan por la sorpresa de que la maleta pequeña realmente era mucho más pesada que la grande.
Senku tomó las dos maletas medianas y los dos subieron las escaleras hasta la habitación de invitados.
—¿Cuánto tiempo te quedarás aquí? —preguntó curiosa.
—Unos cuantos meses.
—¡¿Meses?!
—Voy a zarpar en una expedición submarina por un largo tiempo después de esto. Es parte del plan de Chrome para conseguir más recursos el extraerlos de las profundidades del océano. Vamos a pulir los detalles durante estos meses hasta que termine la construcción de los dos submarinos, ya que son de un modelo completamente nuevo, con nuevas incorporaciones para facilitar encontrar y tomar lo que buscamos. Hasta entonces, me quedaré trabajando con Chrome aquí en la casa.
—Ya veo. —No entendió del todo, pero veía su punto—. Bueno, te alegrará saber que las habitaciones ya no son tan frías como antes. Chrome se encargó de hacer algunas modificaciones para que no pasemos frío cuando la temperatura decayó. —Se detuvo delante de la habitación de invitados que estaba justo a un lado de su habitación.
—Ajá, sí, qué interesante. —Senku la pasó de largo y se fue directo a su habitación al final del pasillo.
—¡O-oye! ¡¿Qué crees que haces?!... —Lo persiguió hasta su cuarto, frunciendo el ceño al verlo dejar sus maletas a un costado de su armario.
—Estamos en invierno. Así que este frío asqueroso es aún peor. No quiero arriesgarme a enfermarme y esta casa sigue siendo mucho más fría que en las que suelo quedarme. Chrome me habló de las remodelaciones y, considerando lo susceptible que soy al frío, dudo mucho que sea suficiente. Compartir cama, por otro lado, es una garantía mucho más segura para mí salud.
Kohaku hizo una mueca.
Él era un científico brillante así que debía saber de lo que hablaba ¿no? Sí... por supuesto que sí debía saberlo.
—Ja. Entiendo. Aunque... Si vas a estar un tiempo aquí ¿Por qué no te conseguiste un lugar mejor? —se preguntó, aunque luego se dio cuenta por sí sola y se sintió un poco tonta—. Ah, claro. Por Chrome. —Rió nerviosamente.
—Sí... Por Chrome...
Siendo dos personas que gustaban de levantarse temprano, pronto se acostaron bajo las mantas, dándose la espalda.
Kohaku apagó la luz, pero no pudo dormir.
Su corazón le latía fuertemente en sus oídos, y muchas cosas se le pasaban por la mente.
Era extraño... la presencia de Senku la hacía sentir nerviosa y emocionada. Quería conocerlo más, preguntarle por qué le había regalado las botas y cómo le había ido todos esos meses.. Era realmente extraño. Aunque sabía que era prácticamente su admiradora, pero de cierta forma se sentía como... como si no quisiera ser solo eso.
Sacudió la cabeza y se concentró en dormirse. Mañana tendría que trabajar, como todos los días durante los últimos siete años.
Cuando se despertó, se sintió inusualmente cálida, y la somnolencia se le fue de golpe al darse cuenta de que estaba acurrucada en el pecho de Senku. ¡Y para colmo él tenía su mano en su cintura!
Los colores se le subieron al rostro, pero no fue capaz de apartarlo. Porque realmente extrañaba esa sensación de calidez... Era como si el invierno nunca hubiera existido.
Incapaz de alejarse y sintiéndose increíblemente cómoda, sus ojos volvieron a cerrarse poco a poco.
Apenas sus ojos se cerraron, los de Senku se abrieron y él suspiró largamente. Sabía que tenían que separarse en algún momento... él ya debería haberse levantado hace una hora. Pero bueno... de parte de él no había quejas.
No obstante... ella había dicho que tenía que levantarse temprano.
Llamando a toda su fuerza de voluntad, Senku se alejó de ella y se levantó de la cama, corriendo a darse una ducha antes de que el frío le pegara con toda su fuerza.
Después de unos minutos, al sentir la falta de calor, Kohaku se despertó mirando a su alrededor, un poco decepcionada. No obstante, pronto recordó que tenía trabajo en el hospital y se preparó rápidamente, queriendo llegar pronto.
Senku volvió a la habitación cuando ella se estaba colocando sus botas, con dos cafés en mano.
—Veo que te son de utilidad. —Sonrió, tendiéndole una taza.
—Oh... ¡Sí! ¡Muchas gracias por eso! —Le devolvió la sonrisa y tomó el café, bebiendo apresuradamente—. Me ayudaron mucho en mi trabajo.
—No fue nada. —Encogió los hombros, antes de dar media vuelta e irse.
—Senku...
—¿Sí? —inquirió aún dándole la espalda.
—¿Por qué me regalaste algo así luego de un año? ¿Y aunque solo convivimos dos días? —preguntó sin poder evitar su curiosidad.
—Admiró mucho el trabajo eficiente. Y tú eres de las personas más eficientes que he conocido. —Rió por lo bajo—. Ayudarte es ayudar a este pueblo. Ayudar a este pueblo es ayudar a Japón. Ayudar a Japón es ayudar al mundo. Cada pequeño grano de arena cuenta —le contestó, aún dándole la espalda, antes de retirarse.
Kohaku sonrió suavemente. Le alegraba ser de ayuda para el mundo... aún por pequeña que fuera su contribución.
Con esas palabras, se fue muy motivada a hacer su trabajo de ese día.
Volvió a llegar tarde a casa, aunque justo a tiempo para la cena.
Senku y Chrome estuvieron hablando sobre sus cálculos e investigaciones toda la cena, a lo que ella se mareó por tanta información y se fue a la cama antes.
Se durmió antes de que Senku llegará y se despertó de nuevo abrazada a él.
Esto realmente era demasiado vergonzoso... pero muy cómodo y agradable.
Se le quedó mirando y él abrió los ojos, y ambos se mantuvieron la mirada hasta que ella se incomodó y se sentó de golpe.
—L-lo siento. —Se levantó y se fue a darse una ducha.
Al día siguiente, queriendo evitar el momento tenso, por más cómoda que se sintiera, Kohaku decidió salir de la cama tan pronto como despertara.
Y así se mantuvo durante las siguientes tres semanas, hasta que un día llegó a su casa, tan tarde como siempre después de otro turno largo en la mina, y la encontró vacía.
Se espantó, pero entonces Senku llegó a tranquilizarla.
—Descuida. Es un problema de la calefacción.
—¿A qué te refieres?
—En palabras simples... necesitan una nueva. —Rió entre dientes—. Ya era bastante tarde cuando nos dimos cuenta que funciona mal, así que les dije que lo mejor era que vayan a quedarse en un departamento hasta mañana.
—¿Y tú por qué te quedaste?...
—Planeó aprovechar las piezas del aparato. —Rascó su oído con el meñique—. Además, no tienes teléfono así que alguien debía quedarse a avisarte.
—Ya veo... ¿Entonces ahora iremos al hotel?
—En realidad... Empezó a nevar... —Miró ceñudo a la ventana.
—Pero apenas... —También miró hacia la ventana, atragantándose con su propia saliva al ver que de repente la nieve había empeorado muchísimo.
—Si salgo es diez billones por ciento probable que muera. —Rió secamente.
—¿Entonces nos quedamos?
—No tienes porque quedarte si no quieres...
—¿Pero cómo vas a estar caliente entonces?
—Esa es una muy buena pregunta...
—Está bien, no me molesta quedarme.
—Sí tú lo dices.
—¿Ya cenaste?
—No...
—¡Prepararé algo, entonces!
—Espera un momento. —De repente se acercó mucho a ella, haciéndola tensarse en su sitio.
—¿Q-qué sucede?... —Se tensó incluso más cuando él posó una mano en su hombro.
—Tienes polvo de la mina en tu ropa. —Recogió un poco con sus dedos y lo examinó con la vista—. Mmm... —Lo olisqueó—. Es fósforo rojo. No tan tóxico como el fósforo blanco pero definitivamente no es recomendable que termine en nuestra comida.
—Oh... —Se relajó ligeramente—. Qué extraño. Siempre tomó precauciones antes de venir a casa...
—Es poco, pero hay que ser precavidos. Volveré al laboratorio ahora. —Dio media vuelta para ir al laboratorio de Chrome del cual se había apoderado desde su llegada.
Kohaku fue a darse una ducha y a cambiarse de ropa y, luego de asegurarse de estar completamente limpia, fue a la cocina.
Hace mucho que no cocinaba, pero se esforzó en hacer algo decente para Senku.
Mientras cenaban frente a frente en un cómodo silencio, de repente recordó su cercanía cuando notó el polvo de fósforo en su ropa y ya todo se sintió incómodo. Y es que por un momento creyó que...
Sacudió la cabeza, ganándose una mirada interrogante de Senku que la hizo apartar la vista de él, intentando evitarlo.
Esa noche al acostarse juntos en la misma cama como cada noche conviviendo con él, Kohaku se puso de espaldas pero además puso una almohada entre ellos y se alejó lo más posible.
A la media hora, Senku se sentó tiritando por el frío, y apartó la almohada casi despectivamente, atrayendo a Kohaku hacia él en un abrazo por la espalda que la dejó con el rostro prácticamente convertido en un tomate gigante.
—¡¿Q-qué crees que haces?! —protestó de inmediato.
—Intentó no morir, muchas gracias. —Enterró el rostro en su nuca, haciéndola enrojecer peor.
—No hagas esto conmigo... —Hasta ella se sorprendió por su tono de voz... parecía pequeña e indefensa, como si ella fuera una chica frágil en vez de la fuerte trabajadora que en siete años no tomó ni un solo día libre.
Podría apartarlo de una patada pero... ¿por qué no lo hacía?
Senku se quedó en silencio unos segundos antes de contestar.
—No hables así, Kohaku... —Su voz sonó más ronca de lo habitual y ella se estremeció de pies a cabeza.
Se mordió el labio y enterró el rostro en la almohada, intentando no pensar en la extraña sensación que le cosquilleaba en todo el cuerpo.
Las manos de Senku se deslizaron desde su cadera hasta su estómago y ella quiso chillar y golpearlo... pero sus manos se quedaron allí y ella pudo soltar el aire que había estado conteniendo.
Se mantuvieron quietos, en silencio, cálidos pero tensos. Finalmente Kohaku pudo relajarse al saber que él no iba a moverse más y el cansancio por los duros días de trabajo la venció y logró dormirse.
La mañana siguiente despertó sola en la cama, y por un momento se preparó para trabajar muy desanimada por una razón en la que no quería pensar... hasta que se dio cuenta de que no había electricidad.
—¡¿Senku?! ¡¿El pueblo se quedó sin electricidad?! —Eso sería algo terrible, hacía mucho frío y muchos parecerían sin calefacción.
—¡No, no te preocupes! Fue mi culpa. —Él llegó a la habitación con rostro malhumorado—. Un experimento que salió mal. Solo esta casa se quedó sin energía. Volverá en un par de horas, tal vez...
—Ya veo. —Suspiró aliviada—. ¿Y qué experimento era? —Normalmente no preguntaba por esas cosas ya que no las entendía pero le daba curiosidad qué fue lo los dejó sin energía.
—Una tontería, realmente... No te preocupes por eso. —Encogió los hombros y volvió por donde vino.
Un poco confundida, Kohaku lo siguió.
Él se detuvo frente a la ventana y Kohaku se paró a su lado. Lo miró por un momento, antes de volver su vista al mundo exterior.
Ahora que la casa no tenía su luz artificial, dependían de la luz natural entrando por la ventana, y al estar el cielo nublado y al ser el brillo del sol tan poco en comparación a lo que solía ser... era como si bien podría estar anocheciendo en vez de ser temprano en la mañana.
Su gesto entristeció.
—¿Lo recuerdas, Senku?... —Él volteó a verla con confusión—. ¿Recuerdas cómo era el mundo antes de perder al sol?
—No lo hemos perdido... No del todo. Y lo recuperaremos. —Su gesto se ensombreció.
—Lo sé, pero... temo que no viva para volver a ver el cielo tan azul como solía ser... o el día tan claro como hace años... —Sonrió tristemente, antes de suspirar, sintiendo que estaba siendo demasiado dramática y a él probablemente no le interesaba lo que decía—. Lo siento, lo siento... Supongo que estar a oscuras me deprime. Siempre me han gustado las cosas brillantes. —Sonrió nerviosamente.
Él sonrió suavemente.
—Sé que tienes que trabajar pero... ¿quieres ver en lo que estaba experimentando antes de quedarnos sin energía?
Ella lo miró expectante.
—Ja, por supuesto. —Sonrió.
Él la llevó al laboratorio de Chrome e hizo a un lado las cortinas para mostrarle la nueva lámpara especial en la que estaba trabajando con el escandio, algo que, según él, sería como un pequeño sol artificial que podría iluminar ciudades enteras.
—Aparte de trabajar en el nuevo plan de supervivencia, Chrome y yo ya estamos pensando mucho más a futuro. —Sonrió emocionado—. Tal vez el sol no pueda regresar para cuando muera, o cuando todos los humanos actualmente vivos en el planeta ya no estén, pero no creas que eso significa una despedida total a la luz. —Su sonrisa se volvió más suave—. Aunque no es lo mismo, la ciencia aún puede hacer la diferencia en las vidas de la humanidad. Muchos de los niños que han crecido sin recordar haber visto alguna vez los cielos celestes, podrán crecer bajo la luz. —Ella lo miró maravillada, pero él pronto rió y agitó una mano despectivamente—. Aunque es solo una idea por el momento... Por ahora debemos concentrarnos en sobrevivir.
—Es realmente maravilloso, Senku. —Sonrió con ojos brillantes—. Incluso aunque no sea lo mismo, sería hermoso tener un pequeño sol como regalo de la ciencia... —Su sonrisa se hizo más grande—. Esperó verlo algún día.
Él le devolvió la sonrisa, con ojos igual de brillantes.
—Hablando de un pequeño sol... ¿Te gustaría ver un sol de fósforo?
—¿Eh?...
Él rió emocionado.
—Realmente no se necesita electricidad para esto. Así que si quieres algo de luz en medio de este apagón y este día sombrío, el mismo fósforo que traías en tu ropa ayer puede proporcionarla.
—¿Usarás el fósforo de mi ropa?... Pero ya me deshice de él...
—No. —Rió divertido—. Tengo fósforo rojo entre mis materiales químicos. Normalmente es el fósforo blanco el que brilla... pero con un poco de energía dada adicionalmente es casi lo mismo.
—¿Y eso no es peligroso?...
—Para nada, es tan sencillo que es ridículo. —Rió emocionado—. Bueno, claro que si fuera un torpe descuidado sin experiencia o si usará fósforo blanco podría sufrir de quemaduras graves, pero ya he hecho esto antes. Solo debo rellenar un matraz con oxígeno puro... —Rebuscó entre sus cosas y sacó un recipiente de vidrio redondeado—. Y luego el resto es pan comido. De hecho hasta puedes ayudarme.
—¡¿Puedo?!
Kohaku lo observó curiosa mientras lo veía rellenar el matraz usando una bombona de oxígeno. Luego dejó el matraz suspendido en el aire sujeto por una especie de brazo metálico que lo agarraba del cuello perfectamente y Kohaku colocó la mano encima para que el oxígeno no se escapara. Senku primero cerró las cortinas y después con una cucharilla tomó el fósforo rojo de un frasco y a eso le prendió fuego, a lo que ella, según le había indicado antes, se apartó rápidamente.
Él echó el fósforo ardiendo dentro del matraz y de inmediato hubo un destello cegador que la hizo parpadear desorientada por un momento, pero luego el brillo disminuyó y Kohaku abrió la boca inmensamente, observando algo que sí que parecía un sol diminuto y hermoso... con un brillo medio blanco y una especie de humo extraño brotando a los alrededores. Era hipnotizante...
Realmente era de las cosas más bellas que había visto nunca...
Senku de pronto tomó su mano y ella lo miró confundida, pero aún demasiado fascinada como para molestarse. Él sonrió complacido con su reacción y guió su mano hacia el matraz, sorprendiéndola cuando lo tocó y se dio cuenta que apenas emitía calor.
Era tan impresionante...
No pudo dejar de observar el experimento del sol de fósforo con asombro y emoción, hasta que este empezó a apagarse y ella repentinamente notó la mirada fija de Senku en ella... y él parecía mirarlo tan maravillado como ella al mirar a su experimento...
Y de pronto, fue él quien la tuvo hipnotizada.
A medida que la luz del sol de fósforo iba disminuyendo, Kohaku iba acercándose a Senku. Y cuando la luz se apagó por completo... sus labios se encontraron con los suyos.
Se quedaron a oscuras en ese día tan frío. Pero para Kohaku todo se sentía brillante y cálido detrás de sus párpados cerrados al sentir la boca de Senku contra la suya.
Fue un beso suave, largo pero estático. Inocente y a la vez intenso. Ella se apartó de él aún con los ojos cerrados, aún sonriendo. Él apoyó su frente contra la suya.
—Kohaku...
—¿Sí, Senku?
—Deberías ir a trabajar ¿o no?
Ella abrió los ojos de golpe.
—¡Rayos, voy a llegar tarde! —Se apartó de él sin contemplaciones y corrió a prepararse.
Senku rió suavemente.
No tenía ni idea de qué demonios estaba haciendo esa mujer con él pero... le gustaba.
Para ser un mundo frío con un sol oscuro, su vida era mucho más brillante y cálida desde que la había conocido, diez billones por ciento seguro.
Fin.
Holaaaaaa :D
Tenía pensado hacer una continuación de mi fic Escandio desde hace tiempo pero no sabía cuándo xP El experimento de "sol de fósforo" me dio la oportunidad perfecta! owo
Es un experimento real y muy bonito! Búsquenlo si pueden, les encantará uwu
Ojalá que esto les haya gustado y muchas gracias por todo su apoyo! No olviden que los amo con todo el kokoro!~ :3
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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