Escandio
Un día, todo era normal, y al día siguiente el mundo anunció la muerte de su sol.
Cada vez que Kohaku pensaba en esa época, un estremecimiento la recorría y no solo por el eterno invierno en el que vivían ahora.
Fue una época de caos. Todos creyeron que era el Apocalipsis, el fin, la extinción. Robos, revueltas, enfrentamientos y guerras. Destrucción, muertes y locura eran el pan de cada día.
Kohaku tenía apenas veinte años en ese entonces y era experta en artes marciales. Ella y su padre convirtieron la casa en un fuerte para que su hermana Ruri y su esposo Chrome pudieran estar seguros con su hijo en camino. En esos momentos difíciles, ese bebé fue su esperanza.
Pero la humanidad parecía condenada. Su sobrino parecía sin un posible futuro.
Poco a poco, todos vieron al sol ir perdiendo un poco de su brillo normalmente cegador. Con los meses, la temperatura mundial comenzó a disminuir. Y todo solo empeoró para la población, que cada día parecía perder más la esperanza y sumirse más en la locura. Estaban en un eterno estado de guerra civil y así era en prácticamente todo el mundo.
Y de pronto, un día de caos y desesperación cualquiera, apareció alguien que le devolvió la esperanza al mundo.
Ishigami Senku, brillante y joven científico japonés, reveló los resultados de su investigación sobre el fenómeno solar al mundo.
El sol no estaba muriendo, simplemente estaba pasando por la peor etapa de su fusión nuclear o algo así. Kohaku no lo entendió bien, pero lo que si entendió fue lo que le devolvió a toda la humanidad su esperanza. ¡Era algo temporal!
Bueno, dijo que podría durar un par de siglos, pero que en unas décadas empezaría a recuperarse. Y mientras tanto la humanidad debía aprender a vivir en un invierno de años y años. Un crudo invierno cruel, pero que finalmente dejaría paso a la primavera para que sus descendientes pudieran gozar de una vida más abundante.
Todo lo que tenían que hacer era sobrevivir. Adaptarse y salir adelante de esta crisis.
Ishigami Senku recomendó a la humanidad prepararse para lo peor de esta crisis solar. Literalmente dijo: " déjense de guerras ilógicas y absurdas y muevan el culo para prepararse y sobrevivir a lo peor de este invierno. Tenemos pocos años antes de que la inmensa mayoría de nuestras fuentes de alimento se vayan muy a la mierda".
Y así como así, fue cuestión de tiempo para que la gente, desesperada por sobrevivir, se pusiera a trabajar bajo las órdenes del nuevo plan de supervivencia mundial dado a ellos por la ciencia e impulsado gracias a Ishigami Senku.
Kohaku quedó fascinada con ese científico y decidió que se esforzaría al máximo por que la humanidad tuviera un futuro. Un futuro donde su sobrino pudiera vivir tranquilo.
Y, después de cinco años, las cosas parecían mucho mejor.
La temperatura estándar de la tierra había pasado a ser de seis grados centígrados en vez de los aproximadamente quince grados que solían ser antes de la crisis. Los polos norte y sur habían aumentado muchísimo su tamaño. La economía mundial ya no era ni por asomo lo que solía ser. La población humana, animal y vegetal en muchos lugares se vio diezmada, el alimento era escaso y algunos países habían desaparecido… pero aún así la humanidad resistía.
Kohaku tenía esperanzas. Ahora trabajaba doce horas al día repartiendo recursos a las casas con niños y tomando turnos en una minería o bien ayudando en hospitales en todo lo que requiera fuerza y velocidad. Era una persona resistente, que rara vez se enfermaba. Se adaptó bien al frío y sentía que era su deber ayudar aunque sea a su ciudad en todo lo que pudiera.
Al salir esa mañana de casa, encontrando todo lleno de nieve pero con pocas nubes en el cielo ya que la nevada probablemente fue en la madrugada, sonrió tristemente al ver hacia el sol. Ahora era mucho menos brillante, casi como un atardecer eterno. El cielo ahora era de un azul más apagado, en vez del brillante y hermoso celeste que tanto extrañaba. Y las noches eran mucho más largas, trayendo lo peor del frío. Pocas personas salían a trabajar de noche. Kohaku era una de ellas, aunque no pasaba demasiadas horas lejos de casa para no preocupar a su familia.
—¡Buen día, Kohaku-chan! —Su amiga Minami le abrió la puerta con una sonrisa—. ¿Qué tenemos aquí hoy?
—Pañales, tu hijo cumple dos meses hoy, felicidades. —Pasó dentro para dejar la gran caja—. ¿Cómo han estado?
—Gracias, el gobierno es bastante considerado con los bebés, eso es bueno para mí. —Abrió la caja con una sonrisa—. Y estamos bien, probablemente veas a mi Tsukasa en la mina hoy si tomas un turno. Mirai y yo siempre estamos aquí encerradas pero no hay mucho que se pueda hacer en esta situación… La estoy ayudando a educarse, aunque es bastante lista y avanza bien sola. Ahora estoy más concentrada en mi bebé.
Kohaku sonrió tristemente.
Pensar que alguien como Tsukasa haya sido rebajado a un minero siendo él uno de los mejores luchadores del mundo era otra prueba de lo mucho que esta crisis les había quitado. Tampoco era fácil ser reportera, el mundo del entretenimiento estaba bastante deteriorado. Pocos tenían una televisión y la mayoría de las noticias importantes ahora se daban por radio y no eran muchas, ya que la mayoría de la población estaba concentrada en sobrevivir, más que nada comunicados del gobierno o grandes acontecimientos a nivel mundial o nacional. Minami no tenía muchos contactos en el gobierno, así que perdió su trabajo de ensueño. Aunque era bueno que siguieran queriendo educar a Mirai. Las escuelas estaban cerradas desde hace años. La recomendación era que los niños se quedaran en casa. La prioridad del gobierno y de los que querían que la humanidad sobreviviera era proteger a los niños, aunque también era importante educarlos pero todavía no habían dado un plan oficial para ello. Por ahora las familias debían encargarse de educar a sus hijos.
—Te deseo mucha suerte, Minami. Debo seguir entregando. —Después de una breve charla, Kohaku salió, ató el carrito que contenía las cajas a su cintura y corrió a la siguiente casa.
Ya que era tan rápida y fuerte, prefería que fueran otros repartidores no tan preparados físicamente los que usaran las motos o camiones. Así que ella entregaba corriendo. Muchos la llamaban loca, pero ella sabía que esto ayudaba a su ciudad.
Luego de repartir dos tandas de cajas, fue a ayudar a la mina.
Necesitaban tantos recursos como pudieran para los planes de supervivencia, y su pueblo reabrió una mina antes cerrada por la incompetencia de una empresa que dejó morir a diez hombres debido a negligencias. Ahora la mina era propiedad del gobierno y los metales encontrados allí serían utilizados para los planes de conservación.
Había un metal especialmente útil… el escandio, que aparentemente podía usarse para simular la luz del sol y ayudar a que las plantas en los invernaderos crecieran mejor.
Ahora era un metal muy demandado y pagaban bastante bien los turnos en la mina, por eso Kohaku siempre quería trabajar al menos un par de horas a la semana allí y no le extrañaba que Tsukasa se haya convertido en minero. Era uno de los trabajos mejores pagados en la ciudad ahora mismo.
Siempre había alguien trabajando en la mina, incluso en las horas más frías de la madrugada.
Kohaku sabía que su familia se preocuparía mucho si se quedaba tiempo de más, así que solo hizo cuatro horas y luego se marchó a casa por el camino oscuro. Prefería evitar los brillantes postes de luz que se encendían toda la noche, para poder ver mejor las estrellas.
Desde que el sol perdió brillo, las estrellas se veían más bellas que nunca, y aún en medio del terrible frío, el verlas la hacía sonreír al pensar que siempre salía algo bueno de cada situación por terrible que fuera.
Al llegar a casa, cerró rápidamente la puerta para que el frío no entrara a arruinar el calor de la calefacción.
Se quitó su bufanda, su gran chaqueta y en medio de quitarse su tercer suéter fue que se dio cuenta de que Ishigami Senku estaba en su casa y mirándola fijamente.
Casi se tropieza con sus propios pies.
—¿¡I-Ishigami Senku!? —Lo miró con la boca abierta.
Él alzó una ceja.
—¿Qué hacías afuera a estas horas? Ya tenemos suficientes casos de hipotermia a nivel mundial, ¿no crees?
Kohaku pestañeó aturdida, antes de fruncir el ceño.
—¿Disculpa?
—¡Tía Kohaku, ya regresaste! —Su sobrino llegó a abrazarse a su pierna, a lo que ella se derritió y de inmediato lo tomó en brazos y le dio varios besos en la frente.
—Oh, ya llegaste, Kohaku. —Chrome también hizo acto de presencia—. ¿Tomaste un turno largo en la mina?
—Turno largo es de ocho horas, yo hice cuatro.
—¿Ella trabaja en la mina? —El tono incrédulo en la voz de Ishigami Senku la hizo mirarlo con indignación, antes de que se diera cuenta de que él le estaba sonriendo de costado.
Se revolvió incómoda en su sitio, sintiendo un leve ardor en sus mejillas.
—A veces. Y está totalmente loca. Trabaja todos los días como repartidora de recursos y a pie. ¡Está todo el día fuera en el frío! Y cuando no se está matando en la mina o ayudando en los hospitales. Y trabaja hasta esta hora o más tarde. Está loca, cuando le dé hipotermia y Ruri llore no se lo voy a perdonar. —Mientras Chrome hablaba hasta por los codos como era su inmadura costumbre, Kohaku mantuvo sus ojos en el suelo al sentir la mirada del hombre que más admiraba en el mundo fija en ella. ¡Y él no dejaba de sonreírle! Para colmo, en persona era mucho más guapo que la última vez que lo vio en televisión cuando aún tenían una.
—¿Te llamas Kohaku, verdad? Es emocionante ver a alguien tan dedicada al plan de conservación. ¿Repartes a pie? Eso es una gran ayuda para el ahorro de combustible. —Al escuchar eso, Kohaku levantó la vista con una sonrisa entusiasmada.
—¡Ja, lo sabía! ¡Todos dicen que es insignificante pero creo que ahorrar verdaderamente hace la diferencia, por más pequeña que sea! ¡Y hago un gran número de entregas! Más de ciento veinte casas por día, casi mil por semana. Recorro varios kilómetros. Eso debe significar algo.
—¡Significa mucho! —Él rió emocionado, dando un paso en su dirección—. Teniendo en cuenta el tamaño y población de esta ciudad, les estás ahorrando cientos de litros, por no decir miles si tu trabajo es diario y constante durante años.
—¡Por supuesto! Llevó años en esto, y siempre… —Un carraspeo la interrumpió.
Era Chrome, que miraba confundido como los dos emocionados ahora estaban a pocos pasos de distancia y parecieron haberlo olvidado por completo.
—Senku, ¿no viniste a pulir los detalles de mi plan para la administración de recursos?
—Ah, sí. —Encogió los hombros y se acercó al otro hombre—. Fue un placer, leona —le dijo en voz baja al pasar por su lado, haciéndola estremecerse.
Pero entonces frunció el ceño.
—¡No soy una leona!
Seguía admirándolo, pero vaya que podía ser irritante.
Esa noche él se quedaría en su casa. Cenó con ellos y le explicaron que el gobierno finalmente le había dado una oportunidad al plan que Chrome llevaba trazando los últimos dos años con sus conocimientos científicos. Lo expusieron en la cumbre mundial del manejo de la crisis junto a otros siete planes y fue el de Chrome el plan que le interesó a Ishigami Senku, pero según el mismo todavía tenían muchos detalles que pulir para realmente aplicarlo a nivel mundial.
Chrome estaba muy emocionado y feliz porque su plan en el que tan duro había trabajado tuviera una oportunidad y fuera reconocido por el mismísimo Ishigami Senku, aunque nunca habría esperado que él se apareciera en su casa sin aviso ese día. Y debido a que no era buena idea salir de noche tendría que quedarse allí hasta mañana. Y tal vez más si su charla de trabajo con Chrome se alargaba demasiado, y según Senku tenían mucho por hablar.
Kohaku no podía creer que el hombre que más admiraba y el responsable de haberle devuelto la esperanza a la humanidad estuviera en su casa, pero no lo abrumó con su admiración y después de su primer encuentro casi ni hablaron. Y así era mejor, él estaba ocupado y tampoco creía que lo pusiera muy cómodo el que le dijera el gran impacto que causó en su vida, seguro lo escuchaba a diario.
A la hora de dormir, siempre parecía que la calefacción no era suficiente. El frío se metía por todas partes y el aparato estaba en la habitación de su sobrino, para asegurarse de que él estuviera cálido no importa qué. Y su padre que ya era un hombre bastante mayor compartía habitación con el pequeño de la casa también.
Sin embargo, Kohaku nunca podría haber esperado que la casa estuviera lo suficientemente fría como para que Ishigami Senku irrumpiera en su habitación.
Despertó de inmediato, prendió la luz de su lámpara y se puso en posición de ataque. Por más que fuera su héroe no lo dejaría intentar faltarle al respeto si eso era lo que se proponía.
Lo encontró envuelto en mantas y visiblemente temblando con gesto de fastidio.
—E-es-essss… E-está casa está… ¡absurdamente fría! —se quejó cerrando la puerta de su habitación—. Quita e-esa cara de espanto, le-leona. Tú t-t-también debes tener frío aunque la m-maldita calefacción no hace mal su tra-trabajo… —Se sentó en su cama, ignorando su mala mirada.
—¿De qué demonios estás hablando? ¡Y ya te dije que no soy una leona!
—De-dejáme meterme a la cama c-contigo y te e-ex-explicaré…
Kohaku frunció el ceño peligrosamente, mirándolo con absoluta desconfianza, pero él solo parecía fastidiado y muerto de frío, así que su corazón inevitablemente se ablandó y le hizo un lugar en su cama, ignorando la voz en el fondo de su mente preguntando qué diablos estaba haciendo.
Se metieron bajo las sábanas con la luz todavía encendida y luego de unos minutos él finalmente dejó de temblar.
—¿Mejor? —preguntó con sequedad.
—Mucho —aseguró con la nariz metida bajo las sábanas—. Lamento ese espectáculo tan patético que acabas de presenciar, pero soy increíblemente susceptible al frío y los materiales con los que está hecha esta casa dejan que se pierda calor más fácilmente que en donde estoy acostumbrado a vivir. Imagine que tú debías tener frío también, ya que tu sobrino y padre duermen bajo la calefacción y tu hermana y cuñado comparten una cama y por lo tanto calor corporal. La habitación de invitados que me asignaron no está tan mal pero siendo tan absurdamente susceptible al frío como yo estoy diez billones por ciento seguro de que me habría enfermado a diferencia de la gran mayoría de personas adultas de mi edad y eso es una idea terrible. Tengo mucho que hacer.
Kohaku alzó las cejas. Esas eran... muy buenas excusas…
—¿No podrías haber pedido más mantas?
—Podría, pero no son garantía y tal vez no tengan tantas como necesitaría para asegurarme. Compartir calor corporal es la opción más segura y lógica. Además, tú también tienes frío ¿o me equivoco? —La miró con sus ojos sorprendentemente brillantes y rojos asomándose bajo las sábanas.
—Bueno… sí. Pero estoy acostumbrada a un poco de frío todas las noches. Es una consecuencia de esta crisis.
—Cielo santo, no puedo creer que sigas viva. —Rodó los ojos, haciéndola crisparse con indignación—. Realmente eres una leona asombrosa. ¿Te la pasas todo el día fuera y duermes con frío? ¿Acaso nunca te enfermas?
—No… nunca me he enfermado que yo recuerde… Y por favor deja de decirme leona. —Sonrió ferozmente, con una vena palpitando en su sien.
—Qué envidia. —Rió entre dientes—. Tengo que viajar mucho, ya desearía yo no sufrir el constante riesgo de enfermarme cuando más me necesitan al diez billones por ciento de mi capacidad.
—Supongo que deben necesitarte mucho —murmuró ella con voz suave, acomodándose para acostarse de costado y mirarlo mejor—. Siendo tú el hombre que le devolvió la esperanza a la humanidad… Debes estar muy ocupado ayudando a que tengamos un futuro en donde el sol vuelva a la normalidad. —Su mirada se ablandó.
—Yo no hice nada. —Bostezó—. Solo un montón de cálculos que dispararon resultados obvios. Los anuncie y ya. Los que crearon los planes de supervivencia son los verdaderos héroes. —Hizo una mueca, mientras ella lo observaba maravillada—. Y sin embargo, no es suficiente.
—¿Qué quieres decir? —Parpadeó aturdida al ver el brusco cambio en su expresión.
De repente se veía… casi triste.
—La temperatura va a decaer… todavía no hemos pasado por lo peor. —Sus ojos se cerraron dolorosamente mientras los de ella se ampliaban—. En unos años, la temperatura media del planeta será de dos grados. —Se sentó en la cama, manteniendo las sábanas presionadas contra sus hombros—. Mucha gente va a morir… y me enferma que las grandes organizaciones mundiales quieran preparar planes ya contemplando el número de víctimas, teniendo en cuenta el número que será y no el número que somos ahora. —Rió secamente—. Es como si quisieran que la gente muera…
Kohaku lo escuchó horrorizada, sin saber qué sentir. Ella quería confiar en el plan de los gobiernos a pesar de todo… pero si ellos eran de esa forma… ¿qué sería de la humanidad?
—¿No hay… nada qué se pueda hacer?... —susurró aterrorizada.
Él apenas la miró de reojo.
—Tú no tienes de qué preocuparte… Tu familia tiene un niño y viven cerca de Tokio. Ustedes estarán contemplados en el nuevo plan de supervivencia… —masculló con amargura.
—Eso no fue lo que pregunté. —Se sentó y lo miró mortalmente seria—. Pase lo que pase, yo voy a proteger a mi familia y haré todo por brindarles calor y alimentos. Y pobre del bastardo que quiera impedírmelo. —Sus ojos se llenaron de ferocidad y él volteó a verla con los ojos muy abiertos—. Te pregunté por el resto del mundo, Senku, por la humanidad. Todos los días ayudó a esta ciudad en todo lo que puedo, con la esperanza de que este pequeño granito de arena pueda contribuir en algo en darle al mundo otra oportunidad. Si alguien necesita mi ayuda, siempre ofrezco mi mano. Y si hubiera una forma en la que pudiera ayudar para salvar todas las vidas posibles, para que toda la humanidad pueda volver a ver el cielo tan azul como solía ser, yo lo haría sin dudarlo.
Él se quedó mirándola en silencio un largo rato, antes de sonreír suavemente, con ojos tan brillantes que Kohaku se sintió perdida en ellos por un breve instante, hasta que lo escuchó reír por lo bajo.
—Si el mundo estuviera lleno de personas como tú, esta crisis no tendría ninguna oportunidad contra la humanidad. —Cerró los ojos, con una pequeña sonrisa que la mantuvo con la mirada fija en él hasta que finalmente se estremeció con frío y volvió a poner las sábanas hasta su nariz—. Eres efectivamente una leona sorprendente, me aseguraré de tener ese coraje la próxima vez que me enfrente a las organizaciones mundiales. El plan de Chrome podría ayudar a conservar nuestros números tal como los tenemos ahora. Solo necesito convencer a los altos mandos, y puedes estar diez billones por ciento segura de que lo lograré.—Aunque su rostro estaba semi oculto, Kohaku pudo sentir que estaba sonriendo, y eso la hizo sonreír también.
—Me gustaría poder ayudar en algo…
—Ya lo haces. Créeme que lo haces. —La miró con ojos cálidos—. Tu ayuda en esta ciudad es muy valiosa, ayudas a cientos de familias, ahorras recursos y das más mano de obra en la mina. Y créeme que esta ciudad es muy valiosa para el mundo, ya que en su mina hay depósitos considerables de escandio. Y aunque es un material que antes no tenía gran importancia, ahora se ha vuelto completamente indispensable debido a que ayuda inmensamente en el cultivo en invernaderos. La ionización de Sc2O3 o ScVO4 en un tubo arqueado de cuarzo o silicio al que se le aplica alto voltaje, genera una descarga de arco eléctrico de alta intensidad, emitiendo una luminosidad semejante a lo que ocurre con el mercurio en las lámparas de haluros metálicos. Pero la peculiaridad de las lámparas que contienen escandio es que presentan un espectro semejante al de la luz solar. ¡Es una de las mejores opciones para los cultivos! Y el escandio es, aunque no tan absurdamente escaso como otros materiales, si es difícil de aislar con una pureza aceptable. En su mina hay grandes cantidades, que aunque también vienen mezcladas con otros elementos, es más fácil de identificar y aislar. Esta ciudad puede tener un gran impacto para ayudar a proveer alimentos. Tú puedes tener un gran impacto. —Sus ojos la miraban fijamente, completamente sinceros y agradecidos.
Él tenía ojos muy expresivos para alguien que a primera vista parecía tan desapegado…
Kohaku sonrió inmensamente.
Una vez más, se había visto inspirada por este hombre.
—Gracias… ¡Seguire trabajando con todo lo que tengo!
—Sé que sí. —Rió suavemente, antes de bostezar—. Pero el trabajo es más eficiente si estás bien descansada, así que ya duérmete ¿quieres, leona?
—Ja, no soy una leona. —Sin poder dejar de sonreír, apagó su lámpara y se acostó, durmiéndose al poco tiempo.
En medio de la noche, el frío empeoró y Senku, dormido, se acercó más que Kohaku, que también dormida lo abrazó. Y ambos tuvieron la noche más cálida y cómoda de sus vidas en estos últimos años de crisis.
Senku despertó primero y al verlos en esa situación se sintió un poco contrariado, pero no incómodo.
Le fue difícil apartarse de la calidez de sus brazos, más porque acababa de amanecer y literalmente esas eran las horas más frías del día, pero tenía que trabajar y no podía dejarse seducir por la calidez de una desconocida muy tenaz… por más fascinante que fuera… por más suave que se sintiera su piel y por más dulce que fuera su aroma. Simplemente no podía.
Sonrió al salir de la habitación.
Definitivamente quería volver a ver a esa leona incluso luego de terminar sus asuntos en aquella ciudad. Y lo haría sin importar cuánto tiempo pudiera tomarle, diez billones por ciento seguro.
Fin.
Holaaaaaaaa :D
De verdad que a veces no me creo las pendejadas que se me ocurren por cada elemento de la tabla periódica XD
Espero que esto les haya gustado y disculpen si traté mal este tema tan interesante, es difícil conseguir información fiable de situaciones científicas hipotéticas no muy famosas x'P
Muchas gracias por todo su apoyo y no olviden que los amo! :3
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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