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Disprosio

Kohaku suspiró profundamente mientras entraba con cansancio a su departamento, arrojando descuidadamente sus cosas al sofá.

Amaba su trabajo como policía, pero además de gustarle estar activamente en las calles también se había propuesto ser la número uno en la división de kendo, y aunque realmente amaba ese estilo de vida si que era exigente y algunos días llegaba a casa casi muerta.

—Pero vale la pena... —aseguró con una sonrisa cansada mientras se dejaba caer en su sillón, contemplando la bonita maceta llena de preciosas flores amarillas justo junto a su sofá.

Comenzó a preguntarse qué debería ordenar para comer, cuando de repente se dio cuenta de algo y frunció el ceño.

Ella no tenía ninguna maceta...

—Agh, Senku... —Rodó los ojos.

Estaba demasiado cansada como para lidiar con ese imbécil por hoy.

Después de otro par de minutos juntando fuerzas, se puso de pie y fue a ver la estúpida maceta.

Tenía una pequeña nota pegada:

No, no son margaritas.

El nombre de esta flor es Doronicum Orientale y es venenosa, aunque solo si se ingiere, así que si alguna vez te consigues mascotas alejalas.

No requieren muchos cuidados y se ven bien ¿no crees? Combinan con tu cabello, je.

Voy a ir esta noche a prepararte la cena. Ramen con salsa de soja y carne de res, ¿te apetece?

—Senku.

Kohaku lo maldijo desde el fondo de su garganta, pero no pudo negar que se le hizo agua la boca.

Además... recordar que él había estado tomando clases de cocina por semanas solo para hacerle la cena en sus noches libres le ablandó un poco el corazón... ¡pero aún así lo odiaba!

Ishigami Senku era un reconocido científico que había encontrado la cura para varias enfermedades con un nuevo método de estudio o algo así, la verdad es que Kohaku no entendía mucho de esas cosas. El punto era que Senku tenía fama a nivel mundial y aparte de ser un gran científico en el área de química y medicina tenía una pasión incontrolable por el espacio y deseaba hacer su propia empresa aeroespacial para enviar gente al espacio o lo que sea. Y para lograr ese objetivo Senku buscaba ser el nuevo dueño de JHK, la empresa que manejaba el 71% de los recursos minerales del país.

Resulta que el padre de Kohaku era el actual dueño de esa empresa...

Oh, ¿empiezan a entenderlo, verdad?

Hizashi Kokuyo tenía dos hermosas hijas, la mayor Ruri, que desde su nacimiento estuvo atormentada por una terrible y rara enfermedad incurable, y... la otra, la oveja negra de la familia, la hija menor descarriada... también conocida como Kohaku.

Desde que perdió a su madre, Kohaku no soportaba ver a su familia, dolida por no poder ayudar a Ruri por más que tuvieran tanto dinero y odiando como su padre descargaba toda su ira en ella, gritándole y buscando el mínimo error para tratarla como una vergüenza.

Kohaku odiaba vivir como una princesa encerrada en su castillo, así que todo el tiempo se escapaba a los barrios pobres de Tokio, donde hizo buenos amigos. A veces hasta llevaba a Ruri con ella, los días en los que no se sentía tan mal.

Cuando cumplió dieciocho y se negó a trabajar en la empresa de su padre, él se enojó mucho y la echó de la casa. Kohaku se marchó sin tomar ni un centavo.

Luego su padre se arrepintió y le pidió disculpas, pero muchos meses después. A Kohaku le tomó un tiempo, pero lo perdonó. Aún así no aceptó volver a casa ni que él le diera dinero, le gustó la idea de vivir por sí misma, sin tener nada que ver con la frívola y superficial vida de ser hija de uno de los hombres más ricos del país. Aún así amaba a su familia y los visitaba a diario.

Luego de que pasara un año desde que se fue, Ruri empeoró muchísimo y ni todo el dinero de su padre parecía encontrar la forma de salvarla, hasta que Ishigami Senku llegó a sus vidas.

Fue solo cuestión de un par de meses para que identificará la naturaleza de la enfermedad de Ruri y solo otro par de meses para que encontrará una cura. Y para el próximo año Ruri estaba completamente sana y Kokuyo y Kohaku sumamente agradecidos con el científico.

Senku no había puesto un precio a su trabajo, pero su padre le dijo que le daría todo su dinero si él lo quisiera. Senku solo le pidió que accediera a venderle su empresa a un precio accesible para él, sorprendiéndose cuando su padre le dijo que se la regalaría.

Pero Kokuyo tenía solo una condición: quería que su empresa siguiera estando en manos de su familia.

En otras palabras... quería que Senku se casará con su hija, o de lo contrario darle la empresa sería imposible.

A Senku no le gustó la idea, pero tuvo una cita prematrimonial con Ruri para acordar un compromiso. Pero... aunque Ruri estaba increíblemente agradecida, ella ya estaba enamorada de otro hombre.

En sus escapadas con Kohaku a visitar a sus amigos de clase media o baja, Ruri conoció a Chrome, un estudiante de geología, entre otras cosas, del que se enamoró profundamente. Y el sentimiento era mutuo.

Le explicó esto a Senku entre lágrimas, triste por estarle negando lo que él más quería para lograr su sueño después de salvarle la vida, pero más que desanimarse Senku rápidamente le hizo una sola pregunta:

—¿No tenías una hermana?

Cuando su familia le habló de las intenciones de Ishigami Senku, Kohaku les dijo que lo sentía mucho por él pero no pensaba casarse con un extraño. Y se negó hasta a tener la cita prematrimonial o siquiera a reunirse con él.

Valoraba muchísimo que no quisiera presionar a su hermana sabiendo que estaba enamorada de otro y mucho más que la salvará. Haría todo por pagarle de alguna forma... menos algo como el matrimonio. Eso era cruzar una línea.

Sin embargo, él no se contentó con esa respuesta.

Se apareció en la puerta de su departamento a los pocos días, diciéndole que quería conversar con ella.

Aunque dudosa, Kohaku le permitió el paso.

Le ofreció una taza de café y ella tomó un batido de chocolate mientras lo escuchaba contarle su historia, lo duro que trabajó y todos sus sueños y planes para revolucionar el mundo de la ciencia. Kohaku lo escuchó fascinada, y cuando acabó su pequeño discurso ella solo pudo decir una cosa casi inconscientemente:

—Creo que estoy enamorada de ti...

Él alzó una ceja.

—Entonces cásate conmigo —propuso rápidamente a pesar de su sorpresa.

—¡No lo decía literalmente! —Se cruzó de brazos—. Lo siento, eres una gran persona, pero no me voy a casar por conveniencia y mucho menos con alguien a quien apenas conozco.

—Entiendo. —Ella comenzó a sonreír—. Así que... esto será por la ruta ilógica, después de todo... —Suspiró profundamente—. ¿Solo te casarías por amor y toda esa mierda, verdad?

—Ja, realmente no estoy muy interesada en eso. —Encogió los hombros—. Pero sí... solo me casaría si realmente llegó a enamorarme. Así que será mejor que encuentres otra forma de...

—Entonces —él la interrumpió groseramente—, solo tengo que hacer que te enamores de mí. Eso sería todo.

—¿Disculpa? —Se crispó con indignación.

—Voy a hacer que te enamores de mí. —Sonrió arrogantemente—. Diez billones por ciento seguro.

Desde ese momento Kohaku perdió toda fascinación por él.

¡El tipo era un verdadero imbécil!

Y uno muy perseverante...

Después de que lo invitara a largarse de su casa ese día, él comenzó a mandarle regalos, ¡y lo peor es que eran cosas que realmente le gustaban!

Luego se enteró que el bastardo se hizo muy amigo de Chrome y también se llevaba bastante bien con Ruri y ellos lo ayudaron bastante, pero odiaba que le daba cosas que no podía tirar a la basura o a su arrogante rostro.

Normalmente cuando un pretendiente se ponía demasiado insistente con ella, Kohaku era firme en rechazarlos y hasta grosera si insistían demasiado, pero ni gritándole hasta el cansancio que no estaba interesada Senku se rindió. Y él no era pesado, de hecho, cuando ella le decía que se vaya, él solo decía:

—Muy bien, te veré luego. Y todavía con intenciones románticas. —Y luego se iba.

—¿Intenciones románticas, en serio? —Rodó los ojos—. ¿Quién dice ese tipo de cosas?

A pesar de todo, él no parecía dispuesto a rendirse, y a veces jugaba sus cartas de forma demasiado inteligente, aunque admitiendo abiertamente que lo hacía con intenciones de conquistarla.

—Sí, vine a pasar Navidad con tu familia solo para pasar tiempo contigo. Supéralo. —Le palmeó el hombro y se sentó a su lado en el comedor, ignorando su rostro repleto de enfado.

—Como te detesto... —Muy a su pesar, tuvo que tolerarlo brindándole su entera atención todo ese periodo festivo... y lo peor es que una pequeña parte de ella disfrutó de ello.

Y como esa ocasión supo armas muchas otras situaciones en las que le fue imposible escapar de tener que pasar tiempo juntos.

Aunque otras veces sí que acabaron acercándose más por simples casualidades.

—No, leona, no contrate a nadie para auto-secuestrarme. —Él rodó los ojos—. Eso es absurdamente ilógico. ¿Cómo demonios iba a saber que este día ibas a visitar a tu padre en su empresa? —Se frotó las sienes.

—Viniendo de ti no me sorprendería —refunfuñó mientras vendaba su torso en donde le habían hecho un corte superficial, un poco sonrojada por haberle quitado la camisa y ahora tener sus dedos rozando su cálida piel desnuda—. Pero en serio, Senku, eso fue muy peligroso. ¿Qué no tienes guardias? Si yo no hubiera estado ahí...

Se sorprendió cuando su voz tembló. Realmente estaba preocupada... mucho. Se asustó muchísimo al ver a esos tipos atacándolo, sobre todo porque él no era alguien que supiera defenderse a sí mismo. Y casi se le sale el corazón del pecho al verlo sangrar... aunque luego vio que el corte fue muy superficial, pero de largo considerable.

Él la miró largamente antes de contestar.

—Es la primera vez que algo así me pasa... Me alegra que estuvieras allí...

Esa fue la primera vez que le robó un beso.

Y, aunque estaba herido y ella lo había abrazado un largo rato mientras sus compañeros policías se llevaban a sus agresores, Kohaku lo abofeteó, con fuerza suficiente para voltearle el rostro.

Senku solo se carcajeó, diciendo que había valido la pena.

Y ese no fue el último beso que le robó...

El siguiente fue en San Valentin, cuando ella le regaló (a regañadientes) un videojuego que uno de los amigos de Senku había dicho que le gustaría. Era un videojuego viejo que no había jugado desde que era niño, aparentemente, pero se emocionó tanto al verlo que la besó.

Y claro, ella volvió a abofetearlo.

El próximo beso vino exactamente un mes después, durante el Día Blanco. El bastardo demente la llevó a Suiza para comprarle bombones y pasar un fin de semana allí. Kohaku todavía no sabía cómo demonios la convenció de eso pero cuando regresaron y bajaron del avión con un humor excelente él tuvo que arruinarlo besándola... aunque ella le correspondió por unos segundos... pero luego lo empujó y se largó corriendo.

Las semanas posteriores a eso él mantuvo distancia y ella se preguntó ingenuamente si ya se había rendido (cosa que no la ponía triste ni en lo más mínimo) pero él pronto le demostró que no iba a deshacerse tan fácilmente de él.

Resulta que solo estuvo ocupado con su trabajo e investigaciones (no es que le importara) y apenas pudo se hizo espacio para ir a verla e invitarla a salir. Kohaku en ese entonces estaba molesta (pero no por su ausencia sino por... otra cosa) y se negó a siquiera abrirle la puerta.

Allí fue cuando le quedó en claro que Senku no iba a rendirse.

Por un mes, Kohaku no le abrió la puerta, y por un mes él la esperó por horas sentado en el pasillo fuera de su departamento, esperando que le abriera. A veces intentando sacarle conversación y a veces trabajando mientras la esperaba.

En la cuarta semana, un día él llegó tarde y Kohaku creyó que se rindió... y cuando lo escuchó tocar a su puerta ni siquiera dudó en abrirle.

Él sonrió triunfante y ella sintió todo su alivio transformarse en irritación.

Aún así, fueron a cenar juntos.

Luego de esa cena él volvió a besarla. Kohaku no correspondió, pero no lo apartó ni lo abofeteó, simplemente cerró los ojos y se mantuvo quieta hasta que él se alejó con rostro sorprendido.

Vio que quiso volver a besarla, pero rápidamente se despidió y corrió a su departamento.

Fue luego de eso que a Senku se le ocurrió salir con el plan de aprender a cocinar para tener una excusa para verla y estar con ella más tiempo.

La primera vez que le hizo la cena Kohaku se sintió halagada y agradecida, sobre todo porque sabía delicioso, aunque sí que lo apartó después de que la besará esa noche. Al día siguiente él le hizo un buen postre para compensarla y ya no volvió a intentar besarla... desde ese entonces.

Estas últimas semanas estuvo con la estrategia de la comida ¿y ahora probaba con flores?

Prefería la comida, sinceramente.

Cuando llegó esa noche, señaló con molestia las flores.

—¿Es en serio? Me has regalado diez billones de cosas, pero flores era lo último que me esperaba.

—Tienen una razón perfectamente lógica. —Rió emocionado—. Te lo diré luego. ¿Quieres ayudarme con los vegetales?

—Claro.

Luego de ayudarlo en lo que pudo, se decidió a practicar un poco con la espada en lo que esperaba la cena.

El kendo no era solo un deporte, sino un estilo de vida que ella adoraba, así que a pesar del intenso día de competencia que tuvo, entrenó un buen rato simplemente porque era su forma de relajarse y disfrutar de sí misma.

Cuando el sudor comenzó a perlar su frente, se tomó un momento para tomar una profunda respiración y se congeló al ver a Senku en la entrada de su sala de entrenamiento, mirándola atentamente.

De inmediato se sonrojó profundamente y le gritó que se largara.

Él solo se rió y le informó que la cena ya estaba lista.

Después de cenar juntos, le avisó que probablemente estaría ocupado mañana, pero que le había dejado comida preparada para un par de días si le apetecía. Luego le deseó buenas noches y se fue.

Kohaku hizo una mueca después de escuchar la puerta cerrarse.

A veces se preguntaba cuándo iba a salirle con el tema del matrimonio otra vez... o al menos con otro beso... No es que ella quisiera eso, por supuesto.

Él no volvió el resto de la semana, pero le envió otra maceta con flores.

Estas eran pequeñas flores algunas blancas, otras amarillas y otras azules, algunas con combinaciones de estos colores que, debía admitir, eran bastante bonitas.

Estas son Iris Hollandica, tampoco requieren de muchos cuidados que se diga... pero siempre puedo ayudarte con eso.

Los colores me parecieron adecuados para ti.

He estado más ocupado de lo que pensaba últimamente, pero no me extrañes, iré a molestarte apenas pueda.

—Senku.

Kohaku rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.

Pero... él no volvió en lo que quedaba de ese mes...

No es que le importara.

Cuando llegó a casa un día de esos, cansada y malhumorada, su mirada se iluminó al ver otra maceta. Esta traía pequeñas florecitas de delicados pétalos blancos y rodeadas de mucho verde incluso entre los pétalos.

Esta es Sagina Saginoide. Son pequeñas, tanto como mi felicidad al estar tan ocupado con el trabajo.

Cuando pueda ir a verte, te llevaré más flores. Esperó te gusten.

—Senku.

Pasaron dos semanas hasta que él pudo venir, y efectivamente traía una nueva maceta consigo.

—Estas son Papaver Rhoeas. Estas me las enseñaron en el curso de cocina. Se pueden usar sus semillas como condimento, también se pueden usar otras partes de la planta de diversas formas pero como puede ser venenosa no lo consideraría. Además, tampoco es que la haya traído para la cena. —Colocó la maceta junto a las otras—. ¿Qué quieres de cenar?

Ella sonrió suavemente y le dijo que con lo que sea estaba bien.

La verdad... lo había extrañado.

Él vino bastante seguido por el resto de ese mes, y le llevó otra maceta, esta vez con lindas florecitas amarillas de pétalos grandes llamadas Ranunculus Nivalis.

—¿Te gusta darme flores amarillas, eh? —Colocó la nueva maceta junto a las otras, todas acomodadas en orden de llegada.

—Solo creo que te gustarán. —Encogió los hombros.

—Bueno, sin duda mi departamento es más colorido ahora... —Sonrió inevitablemente.

Luego de eso le avisó que iba a estar ocupado con un gran proyecto y no estaba seguro de cuándo iba a poder hacerle otra visita.

Ella dijo que no le importaba, pero cuando él quiso irse lo tomó del brazo y le pidió quedarse más tiempo... para jugar videojuegos.

Él hizo otros tres intentos de irse, y ella le dio otras tres excusas de porque debería quedarse más, hasta que él la miró fijamente, alzó una ceja y sonrió traviesamente.

—Si vuelves a decirme que me quede... te advierto desde ya que no me iré en toda la noche. —Rió maliciosamente al verla sonrojarse hasta las orejas.

—P-pervertido... —Apartó la mirada.

—¿Entonces...?...

Ella se mordió el labio. ¡¿Por qué demonios estaba dudando?!

—Y-ya vete.

Él suspiró exageradamente.

—Esperó volver pronto. Buenas noches, señorita difícil de conseguir.

—¡Cállate, ojalá no vuelvas nunca!

La siguiente semana él le envió una maceta con bonitas flores de un amarillo pálido, casi blanco, pequeñitas que venían muchas en un solo tallo.

Estas son Oxytropis Campestris. Son las últimas flores que te enviaré.

—Senku.

Esa nota la confundió.

¿Debería preocuparse?...

No, él no se iba a rendir tan fácil. No con su precioso sueño en juego. Además, ni que le importara.

Nunca iba a aceptarlo de todos modos.

Sin embargo, cuando pasó un mes sin que él la visitara y sin que le enviara nada o siquiera la llamara, Kohaku empezó a preocuparse. Innegablemente su corazón se llenó de temor de que él realmente se hubiera rendido.

La idea la deprimió un poco porque... Agh, ¿por qué no admitirselo? Ella hace tiempo que estaba enamorada de verdad de ese bastardo.

Pero... aunque quería creer que no, dudaba que él de verdad la quisiera tanto como ella lo quería a él. Sabía que hacía todo solo para que su padre le diera la compañía y así pudiera lograr más fácilmente sus planes.

Y era por eso que nunca quería abrirse de más con él. Si de verdad solo la quería como la tinta del contrato que firmarían para darle la empresa de su familia, entonces nunca podría perdonarlo, ni perdonarse a sí misma por ser tan tonta.

Cuando pasó otro mes, Kohaku se preguntó si realmente valdría la pena siquiera preguntarle si alguna vez fue realmente sincero con ella. Si alguna vez fue algo más que un maldito bastardo interesado solo en usarla como un medio para uno de sus fines.

Mientras regaba las flores, sus ojos se aguaron, y una parte de ella quiso arrojar todas y cada una de esas macetas por la ventana.

No lo hizo, por supuesto. Eran demasiado bellas y no tenían la culpa de que Senku fuera un bastardo sin sentimientos.

Justo cuando terminó de regarlas, alguien tocó a su puerta.

Y nadie venía a su departamento sin avisar excepto...

Le abrió la puerta a Senku con gesto sombrío, solo para arquear las cejas al verlo cargar tres pequeñas macetas.

Y aunque estaba increíblemente enfadada con él, no pudo evitar notar un pequeño detalle.

—¿Esas no son las mismas que las...?...

—Sip, te traje más Sagina Saginoide, más Iris Hollandica y más Oxytropis Campestris. —Se acercó a la fila de macetas y las colocó en orden—. Lamento mi ausencia, estaba muy ocupado, pero también estaba comprobando mi teoría.

—¿Qué? —Simplemente lo miró incrédula mientras él acomodaba las flores—. ¿De qué teoría hablas?

—La teoría de que si no soy yo quien mueve el culo aquí por ti nuestra relación se puede ir muy a la mierda. —Volvió a enderezarse y hurgó en su oido con fastidio, dejándola con la boca abierta—. ¿Ni una llamada, en serio? ¿Qué tan terca puedes ser?

—Yo... —Esto no estaba yendo como esperaba...

No creía que sería ella la que obtendría los reclamos.

Él suspiró profundamente.

—Mira, ni siquiera quiero discutir, no te he visto en dos meses y quiero besarte. ¿Podrías no abofetearme esta vez? Gracias. —Antes de que ella pudiera siquiera reaccionar, se le acercó, tomó sus hombros y la besó con ganas, bajando sus manos a su cintura para acercarla más y tocarla más cuando ella no se resistió.

Y pronto se olvidó por completo de todo su resentimiento y correspondió el beso, a lo que él tomó más confianza y la jaló al sofá para sentarla en su regazo y acariciarla de forma que la hizo jadear, oportunidad que aprovechó para meter su lengua en su boca y volver su cabeza un caos todavía peor de lo que ya era.

Cuando sintió las cosas subir demasiado de intensidad, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y lo empujó, apartándose rápidamente, poniéndose de pie y luchando por controlar su respiración.

Él gimió con fastidio.

—Bueno, al menos esta vez no me golpeaste... —Se puso de pie con una mirada miserable—. Volveré mañana... —Se dirigió a la puerta arrastrando los pies.

—Espera... —Lo miró aturdida—. Senku... ¿qué demonios se supone que estás planeando? —Él se volteó a ella con confusión—. Esto... todo esto... ¿Es para casarte conmigo y obtener la empresa de mi padre? ¿Crees que puedes irte y volver cuando se te plazca y aún así te dejaré usarme para algo así? —Se cruzó de brazos—. ¿O qué demonios estás haciendo?

Silencio.

Él la miró con completa incredulidad por un largo tiempo, antes de rodar los ojos y estrellar la palma de su mano en su frente, con fuerza.

—Kohaku... —Sonrió con los dientes apretados y una ceja temblándole—. ¿Me estás diciendo que todos estos meses has estado pensando esa mierda... ¿en serio?... —Negó con la cabeza—. Kohaku, hace meses que tu padre dijo que me daría la empresa de todos modos.

Ella se congeló.

—Disculpa ¿qué?

—Desde principios del maldito año. —Frotó su sien—. Creí que ya lo sabías. —Soltó una risa incrédula—. Solo me dijo que espere hasta fin de año y la empresa será mía, dijo que de todos modos ya me ve como un hijo. —Encogió los hombros, antes de gruñir por lo bajo—. No puedo creer que todo este puto tiempo hayas estado pensando eso... y yo aquí creyendo que todavía guardabas distancia hacia mí porque no sé ser romántico o porque no llevamos tanto tiempo conociéndonos. —Hizo una pausa, antes de comenzar a maldecir a viva voz.

Ella lo observó en silencio, sin terminar de procesar la información de lo que acababa de escuchar después de todo lo que había creído los últimos dos meses. Pero cuando finalmente lo procesó... no lo pensó dos veces y rápidamente se le tiró encima.

Y esa noche si que no lo dejó irse de su departamento.

Ni el día siguiente...

Y de no ser porque tenían que trabajar, tampoco lo habría dejado irse los próximos días.

Pasaron un par de semanas y Senku le pidió mudarse a vivir con él. Kohaku ni lo dudó.

Cuando acomodaron las macetas en un balcón en su nuevo hogar, Kohaku se sorprendió cuando Senku insistió en mantenerlas acomodadas según el orden en el que se las regaló en vez de por sus colores o cualquier otro factor.

—Ah, olvide preguntarlo, pero siempre tuve la duda... ¿las flores tienen algún significado?

—Por supuesto, creí que nunca preguntarías. —Sonrió emocionado.

—Creí que me lo dirías tarde o temprano. —Encogió los hombros—. ¿Es alguna mierda de lenguaje de flores o algo así.

—Nah, no sé de esas cosas sin ningún tipo de lógica.

—Ja, yo menos. ¿Pero entonces cuál es el significado?

—¿Recuerdas sus nombres? —Ella asintió distraídamente—. Junta las iniciales de todas ellas, en el orden en el que están acomodadas.

—Mmm... D. I. S. P. R. O. S. I. O... —Ladeó la cabeza—. No lo entiendo...

—¡¿Qué no sabes lo que es el disprosio?! —Pareció escandalizado.

—Eh, no. Pero para nada —admitió sin pena.

—Número atómico 66. El disprosio es un metal sólido de las tierras raras, cuyas sales amarillas tienen propiedades magnéticas, y se puede encontrar siempre con otros elementos en la naturaleza, nunca en estado puro —explicó solemnemente.

Kohaku pestañeó aturdida.

—¿Y eso en dónde diablos tiene que ver con las malditas flores?

—Oh, no tiene que ver en nada en realidad. —Encogió los hombros.

—¿Entonces?...

—Es más que nada por el significado de su nombre. —Rió divertido—. Cuando descubrieron el disprosio, probaron distintos métodos (como unos 30) para aislarlo de los otros elementos con los que siempre viene, pero no pudieron hacerlo de una forma pura sino hasta más de cincuenta años después.

Kohaku pestañeó.

—Sigo sin entender qué tiene que ver...

Senku sonrió maliciosamente.

—Disprosio viene del griego dysprositos, que significa "difícil de conseguir".

Kohaku pensó por un momento, antes de darse cuenta de lo que quería decir y fruncir profundamente el ceño y sonrojarse mientras Senku se reía como si no hubiera un mañana.

—Cállate.

Fin.

Holaaaaaaaaaa :D

Lo único que se me ocurrió para este maldito elemento y es súper largo ToT

Me quedé sin dedos, ojalá les haya gustado Q~Q

Este ya es el one shot número 30 del reto tabla periódica! *O*

Gracias por su apoyo y no olviden que los amo!~ ❤

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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