Circonio
¿Estaba mal enamorarte de tu profesor de preparatoria?
Sí, y mucho.
Pero Kohaku no había podido evitarlo. En especial porque realmente él era solo cuatro años mayor que ella. Y le sonreía de una forma que la hacía estremecer cada vez que se quedaban una hora extra después de clases para que le dé tutorías. Como ahora.
—¿Podrías prestar atención, Kohaku? Esto irá en el examen.
—Lo siento. —Sonrió nerviosamente—. ¿Podría repetirlo, sensei?
—Te dije que no es necesario que me llames de esa forma cuando no hay nadie. Odio esas estúpidas formalidades sin sentido. —Hurgó en su oído con el meñique—. Puedes llamarme solo Senku. Y te estaba hablando sobre el circón.
—¿El circón? —Pestañeó, aturdida por ya saber de qué hablaba. ¡Por primera vez su sensei favorito le estaba hablando de algo que ya conocía!— ¡Oh, lo conozco! De hecho, hasta tengo uno de esos!
Ante la mirada sorprendida de Senku, sacó de debajo de su camisa escolar el collar con un circón acompañado de pequeñas piedras de lapislazuli
—¿Puedo verlo? —preguntó extendiendo una mano.
Kohaku rápidamente se lo quitó y se lo dio, a lo que él lo examinó con ojo crítico.
—¿Por qué quieres verlo, sense… eh, Senku? ¿Aparte de profesor de química eres joyero o algo así? —bromeó con una sonrisa un poco estúpida, ya que últimamente se ponía muy nerviosa en presencia de su profesor favorito.
—No… pero sé lo suficiente de joyería para saber que te estafaron al diez billones por ciento. —Rió entre dientes—. Esto no es un circón. Es circonita.
—¿Cir-qué-cosa? —Ladeó la cabeza, sin reconocer esa palabra.
—Circonita. Es la forma cristalina cúbica del óxido de circonio. Una alternativa más económica al circón natural que a veces se puede confundir incluso con el diamante. Es una gema artificial, creada por el hombre, ya que requiere de un estabilizador para formar la circonia cúbica sintetizada. El circón, por otro lado, es un silicato de circonio que se puede encontrar en la naturaleza. Así que si te lo vendieron como un circón, temó que te estafaron. —Le devolvió el collar.
—Bueno… en realidad fue un regalo —murmuró mientras volvía a colocarse el collar—. No me interesa tanto la piedra, aunque es bueno saberlo. —Rió alegremente, sin notar la mirada repentinamente seria de su profesor.
—¿Un regalo?
—Eh, sí. Dicen que trae suerte para los exámenes o algo así… O más bien que aumenta la sabiduría o esas cosas...
—¿Quién te…?... Espera, ¿realmente te crees ese tipo de tonterías?
—Ja, claro que no. —Se cruzó de brazos—. Pero fue un lindo detalle, lo que importa es la intención de la persona ¿o no?
Senku hizo una mueca de profundo disgusto.
—Las creencias de que las piedras tienen propiedades mágicas o algo así vienen de la antigüedad, son una creencia de lo más primitiva. —Sonrió con condescendencia—. Creerse ese tipo de tonterías es ridículo, buenas intenciones o no. ¿Quién te dio el collar? ¿Alguno de tus compañeros? Apuesto que no es de los más brillantes de la clase…
—Eh… —Le frunció el ceño profundamente.
—A Chrome le fascina la geología… pero él es lo suficientemente inteligente como para valorar un mineral por su utilidad científica o comercial en vez de creencias absurdas. Además que a él le gusta Ruri, sino mal recuerdo… ¿Entonces el tal Titan? Lo he visto seguirte como cachorro en la hora del receso… Y definitivamente no es el más inteligente que se diga…
—Titan no es un idiota. —Lo miró mal—. Y él no fue quien me regaló esto, Senku-sensei. ¿Por qué quieres…?...
—¿Entonces alguien de otra clase? —Se llevó un dedo a la barbilla—. Bueno, no me sorprende que quien te lo haya regalado no sea de mi clase. Soy bueno en mi trabajo, los tengo lo suficientemente educados para saber que esas mierdas son completamente ilógicas y sin sentido. Nadie sería tan estúpido como para utilizar este método de coqueteo barato. Pff, hasta incluyeron piedras ámbar… Diez billones por ciento absurdo. ¿Y bien? ¿Quién fue el idiota al que estafaron?
Con la sangre hirviendo y los ojos llenos de ira contenida, Kohaku habló lentamente:
—Ruri-nee.
—¿Y ese de qué clase…?... Oh. —Pestañeó, dándose cuenta de lo que había dicho—. ¿Fue un regalo de tu hermana?... —Varias gotitas cayeron por su sien.
—Sí, y para tu información: ¡ella fue el mejor promedio de su clase cuando se graduó! ¡Además, no es tonto creer en esas cosas! ¡A veces uno solo quiere tener un lindo detalle con los demás! ¡Tienes mucha suerte de ser mi profesor! ¡Deberías ver cómo quedó el último imbécil que se atrevió a hablar mal de mi hermana! —Mientras ella seguía rabiando, no notó el suspiro aliviado que lanzó el hombre.
Vaya metida de pata…
—Bien, bien. Lamento haber abierto la boca, ¿puedes calmarte de una vez? Nos queda solo media hora para terminar con la tutoría.
Aunque refunfuñando, Kohaku se cruzó de brazos y decidió que iba a perdonar su gran ofensa al dulce ángel que tenía por hermana. Por ahora.
—Como diga, Ishigami-sensei —lo llamó por su apellido, clara muestra de que seguía molesta.
Rodando los ojos, él volvió a donde se había quedado.
—Bueno, el circón. Como ya te dije, es un silicato de circonio. Circonio: número 40 en la tabla periódica. Debido a su resistencia a la corrosión se utiliza mucho como aleación, también se usa en odontología para la confección de prótesis y también se emplea en intercambiadores de calor, tubos de vacío y filamentos, entre muchos otros usos. Ahora mismo es más importante centrarnos en el circón ya que, aparte de ser una gema bonita gracias a la cual estafaron a tu hermana —Kohaku gruñó por lo bajo— también es la piedra más antigua que se ha encontrado en todo el planeta Tierra.
Dejando de lado su malhumor, Kohaku lo miró interesada.
—¿De verdad? —Sus ojos se iluminaron con curiosidad y Senku sonrió suavemente.
—Los primeros grandes objetos del Sistema Solar se formaron hace algo más de 4.550 millones de años. Pero el llamado sistema Tierra-Luna, creado a partir del impacto de un asteroide gigante contra un planeta Tierra recién nacido, tardó algunos años más, hace entre 4.500 y 4.400 millones de años. Y, hace algunos años, un equipo liderado por investigadores del Instituto de Astrobiología de la NASA utilizó un nuevo método para saber la edad de un circón en la zona oeste de Australia, lo que ha permitido datar ese mineral en 4.374 millones de años. Por si no te haces una idea de lo importante que es ese hallazgo, te diré que esto nos dice mucho de la edad de una Tierra habitable y cuando esta dejó de ser una bola ardiente de magma y pudo enfriarse lo suficiente para albergar agua y tal vez hasta las primeras formas de vida. ¿No es eso emocionante? —Comenzó a reír de emoción en medio de su explicación.
Kohaku solo lo observó atentamente, fascinada por su pasión al hablar sobre ciencia. Y también feliz de aprender cosas nuevas bajo su tutela.
Aunque eran muy diferentes y a veces no lo entendía para nada, Senku-sensei realmente era su primer amor y no se sentía avergonzada de ello. Aunque desafortunadamente esto solo se quedaría en un tonto flechazo de adolescencia que pronto tendría que olvidar.
…¿Verdad?...
Fin.
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