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Brian, luego de una no tan larga caminata sin rumbo por diversión, entró al gigantesco bus en el que la banda iba de tour. Estaba tan silencioso que pudo escuchar el rechinar de la puerta sin ser interrumpido por risas y conversaciones de voces masculinas y, en bastantes ocasiones, femeninas.
Lo curioso es que no estaba ni oscuro ni vacío, la luz de una pequeña lámpara de velador, que emitía un destello amarillo medio rojizo, iluminaba la presencia física del talentoso guitarrista principal.
"¿Ang?" Preguntó con una sonrisa al ver a su amigo sentado en el sofá de tres cuerpos color morado oscuro, mirando una hoja de papel con un dibujo que recién había hecho y fumando de una forma casi melancólica. El mencionado emitió un sonido cerrado en tono de pregunta y alzó la mirada para contemplar la poderosa presencia del cantante, que tenía sus manos apoyadas en la cintura, aún con una alegre mueca conmovida en su cara. "¿Qué haces aquí solo? ¿No saliste con los muchachos?"
El completo silencio de fondo combinado con el ambiente visual cálido e íntimo volvía todo más serio, pero era cómodo para ambos, se sentían en casa, a pesar de estar a kilómetros de distancia de las suyas.
"Nop." Dijo de manera cortante, pero no porque no quisiera hablar con él, sino porque no quería confesarle absolutamente nada de lo que mantenía intranquila a su mente en la horrible soledad e 'inestimulación' externa, era patético. Dios, como odiaba ser capaz de pensar. Necesitaba su guitarra.
El mayor caminó lentamente hacia el sillón y se sentó junto a su amigo, gesto que lo conmovió un poco, aunque estaba tan cerca que se sentía a punto de derretirse. "¿Por qué no? Creí que querrías ir con ellos." Dijo.
Maldición, basta de tantas preguntas, que me harás cometer una estupidez.
"Tú tampoco saliste." Mencionó Young, sin contestar la pregunta que le había hecho.
"Sí." Se quedó en silencio por un momento, bajando la mirada a sus zapatos por un rato, y devuelta a sus largos rulos. "Sólo que pensé que tú irías, sabes, los chicos fueron a beber y pasar el rato con las señoritas. Sé que no bebes y... tienes a Ellen y todo eso... Pero te divierte acompañarlos, ¿eh?"
"Prefiero quedarme aquí esta noche," respondió inmediatamente después de que Brian terminara de hablar. No podía ni mirarlo a la cara, se sentía como un tonto, "contigo." Susurró disimuladamente, Brian no pudo ser capaz de escucharlo.
"Bueno," El más alto se levantó del sofá y se quedó parado frente a él. Mierda, era tan carismático y perfecto, ni siquiera se fastidió por la amarga actitud que mostraba su amigo. No paraba de fascinar a Angus, "pero te advierto que yo no tengo ningún plan entretenido."
"No importa. Es agradable pasar... relajarse un rato." Casi lo dice, demonios, definitivamente necesitaba más control sobre sus sentimientos.
Caminó hacia la pequeña cocina en línea del bus y abrió los gabinetes en búsqueda de café en polvo, el hervidor ya estaba lleno de agua, sólo bastaba encenderlo para calentarla. "¿Te preparo una taza de té?" Preguntó Johnson, gesto que le llegó directo al corazón al más joven; el simple y tonto hecho de que le ofreciera algo que sabía que le encantaba lo iba a matar. En raras ocasiones tenían tiempo a solas, y cuando esto sucedía, sus vidas se pintaban de rosa.
"No, gracias." Rechazó con una sonrisa, mirándolo a los ojos de una vez por todas. La verdad es que no quería tomar nada, las mariposas en su estómago ya le impedían hasta fumar normalmente. Brian, entonces, continuó con su tarea de prepararse un café sin quemarse los dedos.
Era lindo verlo hacer café. Siempre soñó con vivir junto al amor de su vida en un tranquilo apartamento, verla preparar café todas las mañanas, tostar el pan y ponerle la miel junto a ella, darle un millón de besos para demostrarle cuánto realmente apreciaba su existir... Mierda, resulta que nunca fue una ella.
"¿Te ayudo?" preguntó Angus en un impulso de emoción que salió de sus dulces pensamientos, apretando sus manos y mirándolo con los ojos más grandes que podía hacer.
"¿En qué? Sólo hago café." Cuestionó Johnson entre incrédulas carcajadas para nada escandalosas, mientras se daba vuelta para enseñarle esa preciosa sonrisa una vez más. "¿Estás bien, Ang? Te ves algo agitado."
"Bri..." Se conmovió.
El más bajo apagó su cigarro y lo tiró al cenicero, cosa que no funcionó, pero estaba tan decidido en su siguiente movimiento que ni se dio cuenta de aquello. Se levantó del suave sillón y se dirigió a la cocina, se detuvo a penas estuvo cerca y frente a Brian. Se puso en puntillas, debido a la mínima pero válida, en este caso, diferencia de estatura, y pegó sus labios a los del otro hombre; quería morder su labio inferior un poco mientras lo hacía, pero no pudo, estaba temblando de nervios.
Brian estaba arrinconado, apoyado con las manos y la espalda en la mesada. No movió ni un dedo, sólo esperaba en silencio a que le entregasen una explicación. Angus no sabía dónde poner sus manos.
Era tan íntimo, solos los dos, completo silencio aparte del molesto estruendo de la jarra eléctrica que hacía que el agua burbujeara salvajemente, pero les era posible escuchar el latido de ambos corazones, uno más rápido que el otro. Johnson emitió un corto quejido contra su boca que más que nada logró excitar sexualmente a Young, como si exhalara, antes de que el guitarrista se separara de él lentamente para que pudiera respirar con más tranquilidad. Su cara estaba muy caliente, sentía como los poros de la delicada piel en todo su cuerpo secretaban sudor por el calor.
"¿Angus?..." Logró reaccionar. La visión del mencionado estaba nublada, por la sobrecarga de emociones y el humo del agua hirviente.
La manera en la que usaba esa voz grave, Dios.
"Lo siento, sólo..."
"Y eso, ¿por qué fue?" Preguntó, intentando mantener la calma, pero aún con el habla un poco nerviosa.
"Es que, diablos... No..."
Esperó su respuesta, ahora sí, en silencio.
"No sé qué es lo que estoy haciendo, Brian, por favor, perdóname."
Fue mucho más fácil cuando le confesó su amor a Bon. Bueno, era joven e inmaduro, ahora ya tenía treinta y dos años y se encontraba haciendo tonterías de adolescente impulsivo... Aún lucía como uno. ¿Por qué siempre debía ser él quien daba el primer paso? O, mejor dicho, ¿por qué debía enamorarse de gente que sabía que no le iba a corresponder, y terminar cagándola?
"Angus," llamó su atención con cuidado y de una forma muy suave, mientras apagaba el hervidor sin mirarlo, pequeño talento que encantó a un Angus que trataba de enfocarse en cualquier otra cosa para escapar y olvidar lo que acababa de hacer, siempre hacía eso cuando no podía más con su vida, "te he notado muy raro últimamente, más extraño de lo normal-" exhaló y sonrió levemente, para después volver a mirarlo con preocupación, "...más lo de recién, dime, ¿qué pasa?"
Agradeció a cada dios existente que Brian fuese tan paciente con él.
"Brian." Respondió de inmediato, y luego hizo una pequeña pausa, no podía más con esos curiosos ojos marrones posados en los suyos. "¿Alguna vez... ya sabes, has cometido alguna estupidez porque tu corazón te dice que es buena idea?"
"¿A qué buscas llegar con eso?"
"Mi corazón no lo soporta más. Sé que fue una idiotez, pero lo necesitaba, porque..." Se detuvo a pensar unos segundos, si lo confesaba o no, bueno, en este punto ya no podía mentirle. "...Brian, siento mierda rara por ti." Fue lo mejor que a su cerebro se le ocurrió que sus labios pudieran articular.
No dijo nada más, la voz no le salía.
Cerró los ojos y pequeñas lágrimas comenzaron a salir de ellos, que embarazoso... Rodaban tan lentamente por sus mejillas rosadas, llamando completamente la atención de su amigo. Unos ruidosos y dolorosos sollozos se pudieron escuchar, no pudo contenerse. Ang pensaba que él mismo se escuchaba y veía tan feo al llorar y eso lo hacía aullar más. Parado frente a él, estático, pero a punto de cubrir su cara con sus manos por la vergüenza.
"Ven aquí." Johnson dijo con calidez, rodeó al atractivo flaco con sus brazos y lo presionó contra su cuerpo para que llorara en paz. Aún podía escuchar sus latidos del corazón, iban tan rápido, era fascinante.
Quería abrazarlo de vuelta, su corazón se lo pedía a gritos, pero sus brazos no reaccionaban, seguían ofreciéndole un pequeño abrigo a su dueño contra el torso de su amado.
Lo único que se escuchaba eran los estruendosos lamentos del guitarrista, que ya se estaban calmando un poco más.
"Dime, Brian, por favor..." susurró "...Necesito saber, ¿qué sientes tú? No sientes nada por mi, ¿verdad?"
El mayor no pudo evitar sentirse un poco culpable, sin razón alguna.
"¿Hablaste de esto con Ellen?"
"Si, eh... Ella entendió, me dijo que te dijera," Mencionó, aún bajo la protección de los fuertes brazos de Brian, "creí que le iba a molestar más."
"¿Entonces arruinaste tu matrimonio con Ellen por mi?"
Lo pensó.
"Más o menos."
"Angus..." mencionó su nombre una vez más. Jamás había conocido a otro Angus, era único, justo como él. "Pequeño impulsivo."
Sonrió, los sollozos se volvieron esa risita tonta de adolescente travieso que tenía. Finalmente logró abrazarlo de vuelta, y lo hizo tan fuerte.
"No respondiste mi pregunta, ¿qué sientes tú?" Liberó su cabeza de sus brazos y lo miró directamente, tenía los ojos rojos por el llanto, Bri nunca antes lo había visto llorar y lo odió, sus ojitos verdes no merecían eso, jamás.
Lo pensó. No era tan fácil contestar esa pregunta.
Angus tenía un miedo terrible a lo que fuese que le iba a decir Brian, pero ya no había marcha atrás, estaba pasando.
"¿Te confieso la verdad?" Soltó una pequeña carcajada, los ojos de Ang brillaron con esperanza. Brian sacudió el polvo de su mente y le enseñó todos los tesoros que guardaba para él. "Estoy casado con alguien que no me provoca nada. Tú, por el otro lado, Angus McKinnon Young," bromeó con un fuerte acento británico, "uf, hombre... Como te mueves en el escenario, frente a mi, casi provocándome al punto de volverme loco; cuando me miras con esos grandes ojitos; enseñas tus esponjosos labios; actúas tonto; actúas como si tuvieras el control, cuando sé que ese niño inseguro sigue dentro de ti; te conozco tan bien que me aterra."
Se soltó del abrazo, se paró frente a él y lo miró.
"Brian, tú..."
"...Mi conclusión es... creo que podría estar enamorado de ti, a la mierda que me digan maricón." Rió.
El corazón de Angus vibró con electricidad.
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