꒰ ⌗ Park Jimin ! ꒱
Me pasé toda la tarde en la casa hogar.
Ese día festejamos el cumpleaños de dos de los chiquitos: Yeji, de cuatro años, y Hyunjin, de seis. Después de cortar el pastel siguió el clásico partido de futbol en el patio principal. Nada profesional: lo jugamos con una pelota de plástico y las porterías fueron dos macetas de geranios y dos de rosas blancas. Los pequeñitos se divirtieron tanto que estoy seguro de que al menos durante esos instantes se les olvidó todo lo malo que en algún momento han vivido.
Más tarde me tocó visitar una casa para recoger a una niña que había sido abandonada por sus papás en un terreno baldío. Su abuela fue la que nos contactó, y con ella vimos todos los detalles.
Yo normalmente no asisto a ese tipo de entrevistas, pero esta vez pedí que me dieran la oportunidad; la historia de la pequeña me causó tanta ternura que de alguna manera quería involucrarme desde el principio.
Según lo que nos contó la abuela (que en realidad era abuela postiza, porque la señora era mamá de la pareja de la mujer que abandonó a la niña, quien además no era el papá biológico), la mamá decidió deshacerse de la bebé porque sentía que iba a perder la atención devota del marido. Cuando la abuela se enteró de sus intenciones, trató de convencerla de que mejor entregara a la niña a las autoridades. Por miedo a que tuviera consecuencias legales y terminara en la cárcel por abandono, decidió hacerlo a escondidas.
—Yo sólo sé que ésa no es manera de tratar a un ser humano. No se puede abandonar a una criatura así nada más. — Fue lo que nos dijo la señora cuando nos entregó a la pequeña.
Claro que el asunto no fue tan fácil. Para que nosotros podamos reclamar la custodia de un niño o una niña se tienen que seguir procedimientos y protocolos con las autoridades correspondientes. En este caso, con la ayuda de la abuela y de la misma madre, pudimos adelantar el proceso y todo fue más sencillo.
Pero no siempre es así. Algunas veces hasta para salvar vidas alguien nos complica las cosas.
Me recosté en mi cama más o menos a las nueve de la noche, totalmente agotado. Todavía tenía que hacer tarea, pero necesitaba descansar un poco antes. Estando tumbado escuché la alerta de la computadora avisándome que tenía un nuevo mensaje. No me quedaban ganas de levantarme, así que abrí la aplicación en mi teléfono.
Era un mensaje de Youngjae. Me contaba que Jaebum, el amigo de Min Yoongi, lo había invitado a salir. La noticia ameritaba que me la explicara a detalle en una llamada y no con mensajes.
—¡Cuéntamelo todo! —le dije tras el segundo que tardó en contestarme.
—Me mandó un mensaje y me invitó a salir. Quedamos de ir a cenar el jueves.
—Espera —le dije—. ¿Te invitó con un mensaje y no te marcó?
—Ay, Mimi, así se usa ahora. Ya nadie habla por teléfono, eres el único que todavía usa el aparato para eso.
—Tal vez tengas razón.
—Claro que tengo razón. Pero cuéntame, ¿qué ha pasado con Yoongi?
—¿De qué hablas?
—¿No te ha llamado?
—No, y no creo que lo haga.
—Pues yo escuché algo diferente. —Después de eso le oí una risilla.
—¿Qué quieres decir?
—Me dijeron que no te dijera, pero... obvio que te lo voy a decir: Jaebum me dijo que Yoongi tiene pensado invitarte a la boda de un primo suyo.
—¡Choi Youngjae! —Sólo le hablo por su nombre completo en situaciones que lo merecen. Ésta era sin duda una de ellas—. ¡¿Estás hablando en serio?!
—Así como lo oyes.
—¿Y qué voy a hacer?
—Yo creo que lo primero que tienes que hacer es ir a comprarte un traje decente. A esa clase de bodas va la realeza, Mimi, y no quieres ir como una Cenicienta después de las doce campanadas.
—No, Youngjae, me refería a que cómo le voy a decir que no.
—¿Por qué le dirías que no? —me levantó la voz—. ¿Estás loco? Ay, Mimi, si yo pudiera ir a esa boda iría hasta de guardaespaldas o niñero.
Justo en ese momento me entró otra llamada.
Cuando vi la pantalla me di cuenta de que era él y, de pronto, me puse nervioso como niño chiquito.
—Es él, está en llamada en espera. ¿Qué hago?
—Te lo dije. ¡Qué suerte! Al rato que vayas al súper en helicóptero ni me vas a saludar.
—Eres un tonto. Ya, ¿qué hago?
—Me cuelgas a mí y le contestas a él, Mimi. No se necesita ser astrofísico para llegar a esa conclusión. Bye, me marcas cuando hayas terminado de hablar con él.
—No, espera... Youngjae...
Youngjae me colgó. El teléfono siguió timbrando y yo no sabía qué hacer. Me comenzó a temblar la mano y mi dedo pulgar no pudo ubicar el botón para atender la llamada. Tomé aire hasta llenar mis pulmones cuando de repente se terminó aquel escándalo. Por un segundo pensé que no insistiría. Estaba equivocado.
¡RIIIING!
Tal vez si lo dejaba sonar igual que la vez anterior mis problemas se esfumarían... Mi mente comenzó a divagar, y por un segundo pude ver el color de sus ojos frente a mí. Luego recordé su sonrisa...
—¿Hola? —Contuve el aliento. No exhalé hasta que escuché su voz.
Su voz. Y esa manera en que articula las palabras; parece como si estuviera hablando con un catedrático de la lengua española. Todo correcto. Hace que por un segundo se te olvide que es alguien de tu misma edad. Bueno, ligeramente mayor.
Conversamos más de cuarenta minutos, y a mí se me fue el tiempo como si hubieran sido cinco. Hablamos de mil cosas menos de la boda de su primo, cosa que me hizo dudar de si Youngjae me había gastado una broma. Cuando se despidió, yo me sentí algo desilusionado.
—Ah, por cierto, antes de dejarte para que hagas la tarea quería preguntarte una cosa —me dijo.
—Claro, dime.
—Este fin de semana tengo la boda de mi primo. El sábado. Quería saber si te gustaría ir conmigo.
En automático el corazón se me aceleró y sentí que quería salir de donde está resguardado.
—¿Este sábado? —Fue lo único que mi mente pudo construir como respuesta.
—Sí. Si no tienes nada planeado...
—Espera... ¿no tienes novio?
—¿Yo? Claro que no, por qué piensas eso...
—El día de la fiesta, el chico que te tomó de la mano...
—¿Tae? —me preguntó, recordando ese momento—. No, Tae no es mi novio.
Después de eso hubo un silencio incómodo que duró unos segundos.
—Volviendo al tema, ¿tienes algo planeado para el sábado?
—¡No!
—¿No, no tienes nada planeado? O...
—No, no tengo nada planeado.
—Genial. Entonces es una cita.
Sentí que se detuvo el tiempo, ninguno de los dos dijo nada durante unos segundos.
—Bueno, si te parece te llamo el viernes para ver los detalles.
—Sí, claro. El viernes está bien.
Después de que colgué me quería meter bajo la almohada.
No pasaron ni cinco minutos cuando me llegó un mensaje de Youngjae preguntándome cómo me había ido en la llamada. Le conté todo, y le dije que necesitaba su ayuda para ir en busca de un traje adecuado para el evento.
Al día siguiente fuimos de compras. Yo no me complico la vida. Eso de buscar ropa cara o de diseñador nunca ha sido lo mío, pero según Youngjae, si había alguna ocasión en la que valiera la pena gastar un poco de mis ahorros era ésta. Le sugerí que podía utilizar uno de los trajes que normalmente uso para los eventos de la fundación y me miró como si fuese un bicho raro.
—¿Quieres que piensen que vas de mesero? De ninguna forma, Mimi. Tienes que ir como si fueras a los Óscar de la mano de Leonardo DiCaprio. La idea no es que te mezcles entre la gente, sino que sobresalgas.
Me sentí como en una escena de la película hombre hermoso, como en pasarela, saliendo de los probadores para modelarle a Youngjae cada traje que nos parecía lo suficientemente elegante como para llevar puesto a una cena en el palacio de Buckingham. Yo creo que me probé al menos quince trajes.
—¡Ése! —Youngjae finalmente aplaudió—. Ése es perfecto.
Al traje se le quitó lo hermoso cuando vi la etiqueta que marcaba el precio.
—¿Qué haces? —me dijo Youngjae, cuando vio que lo puse de regreso donde lo encontré.
—No me voy a gastar esa cantidad de dinero en un traje, Youngjae. Nunca.
—No estás gastando en un traje, lo estás gastando en ti.
Youngjae tiene la habilidad de convencer a cualquier persona de cualquier cosa con sus discursos. Pero esta vez no le funcionó.
—Me gusta más éste. —Señalé uno de los que me había probado primero. Era más sencillo, pero a la vez elegante. Y lo mejor de todo era que se ajustaba a mi presupuesto.
—Pues no es lo mismo que el otro, pero... te ves igualmente hermoso, amigo.
Supe que decía la verdad por la manera en que me examinó de arriba abajo con una sonrisa.
Cuando me miré en el espejo del probador me convencí de que había escogido correctamente.
La boda estaba a la vuelta de la esquina, y yo todavía no encontraba la manera de explicarle a la directora de la fundación lo de mi cita con Yoongi.
No importa lo que piense Youngjae, yo estoy consciente de que no está bien que yo salga en una cita con uno de los benefactores. De verdad me causa un problema, se puede prestar a que piensen mal.
Como quedamos, Yoongi me habló el viernes para avisarme que pasaba por mí a mi casa a las ocho y media de la noche. Cuando me pidió mi dirección, le propuse que mejor pasara a buscarme a casa de Youngjae, pues iba a estar con el desde temprano esa tarde; mi amigo me ayudaría a maquillarme y peinarme para la ocasión.
Y así fue, llegó por mí justo a la hora acordada.
Youngjae se despidió de mí con un abrazo largo, como si yo fuera a salir de viaje un mes.
—Te ves increíble —me dijo el una vez más—. Esta noche te llevarás las miradas de todo mundo.
—Yo lo que quiero es que esto se acabe rápido —le contesté—. No sé en qué momento acepté acompañarlo. No está bien. No tengo nada que hacer con esa gente, ni en esa sociedad.
—Respira hondo y saca el aire despacio. Pareciera que no te has visto en el espejo, Mimi. Pareces príncipe de Asturias.
—Gracias, Sophie.
—Me tienes que contar todos los detalles mañana mismo.
Youngjae siempre me hace sonreír, no importa cuál sea mi situación
emocional.
Yoongi ya estaba esperando del otro lado de la puerta. Me recibió con un beso en la mejilla y luego dio un paso hacia atrás para escanearme de arriba abajo.
—Te ves hermoso.
Sentí un rubor en mis mejillas.
—Gracias.
—¿Nos vamos?
Asentí, y con eso salimos rumbo a la boda.
Cualquiera diría que con la experiencia que tengo en eventos para gente con mucho dinero ya debería estar acostumbrado a a ver tanto lujo, pero nada me hubiera podido preparar para lo que presencié. El evento se llevó a cabo en el salón principal del Club de Veraneo. Para entrar al salón había que cruzar primero un jardín lleno de tulipanes y amapolas de distintos colores, y luego un túnel de enredaderas que conducían hasta el área de las mesas y la pista de baile. Aquello parecía salido de una revista de esas que cubren los acontecimientos de la realeza europea.
Hicimos fila para felicitar a los novios. Calculo que nos tardamos quince minutos, no menos. El primo de Yoongi me saludó afectuosamente y agradeció mi presencia. Su reacción fue muy distinta a la de la novia, quien, como no me reconoció, únicamente correspondió a mi felicitación sin emociones y continuó siendo abrazada por sus amigas.
Cuando entramos al salón me sorprendí al ver que estaba preparado para una verdadera multitud. Calculo, sin exagerar, que la lista de invitados no era menor a mil personas. Los arreglos florales en cada mesa, los manteles, las sillas, todo parecía sacado de un cuento de hadas.
Apenas llegamos a la mesa que teníamos asignada cuando se nos acercó un camarero.
—Buenas noches. Mi nombre es Vernon, y me toca atenderlos el día de hoy. Estoy para lo que se ofrezca.
Lo hizo, más que como camarero, como un escolta. Lo que más me llamó la atención fue que Vernon permaneció toda la noche en posición de firmes, a un lado de la mesa. Miré a mi alrededor y pronto caí en cuenta de que cada mesa tenía su propio camarero; estaban acostumbrados a dar una atención personalizada a cada uno de los invitados. Todo eso no dejaba de causarme una extraña fascinación.
Entonces comenzó a sonar la música que anunciaba que los novios estaban por entrar al salón. Yoongi, con una señal, me invitó a caminar hacia la orilla de la pista para atestiguar el primer vals de la pareja.
Los novios bailaron al son de un cuarteto de violines. Las cuerdas se escuchaban tan hermosas que parecía que habían bajado del cielo sólo para amenizar el evento. Todo aquello era verdaderamente de cuento.
Yoongi se portó como un caballero toda la noche. Nunca me dejó solo, cosa que puede suceder cuando se trata de la boda de un familiar y tu pareja no se acopla porque no conoce a nadie. Me presentó con todos y cada una de las personas que en algún momento se acercaron a saludarlo. Fue increíblemente tedioso para mí, pero, a pesar de todo, me pareció un buen detalle de su parte.
Una pareja de tenores amenizó la cena. Los dos cantaban hermoso, nos hacían flotar con su música.
La entrada, que tenía un nombre casi impronunciable, consistía en un paté de salmón acompañado con queso a las finas hierbas. Como nunca antes había probado el paté, ni siquiera en las cenas de lujo con los benefactores de la fundación, estaba dispuesta a dejarlo pasar y continuar con el siguiente platillo, pero Yoongi se aferró a que lo probara. Al ver que no había poder humano que pudiera convencerme, me hizo una apuesta.
—Si lo pruebas y no te gusta, me subo al escenario y le quito el micrófono al señor de bigote, el que lidera el grupo, y me pongo a cantar.
—No lo dices en serio.
—Cien por ciento en serio.
—No te creo. No te atreverías.
—Puedes preguntarle a cualquiera de esta mesa. —Señaló a todos alrededor—. Te van a decir que sí me atrevo.
La oferta era tan tentadora...
—Pero hay una condición. Tienes que prometerme que vas a ser sincero: si es verdad que no te gusta, yo cumplo. Pero si te gusta, tienes que aceptarlo.
—Trato hecho.
Le puse la pasta de paté a la orilla de la galleta y me dispuse a darle una mordida.
—Espera... tienes que probarlo bien.
Yoongi tomó mi galleta y la cubrió entera con el paté.
—Listo, ahora sí. Adelante.
Estuve a tres segundos de echarme para atrás con el trato, pero la idea de ver a Yoongi cantando como tenor en el escenario y armando un escándalo me ganó. Me metí la galleta completa a la boca para que no hubiera duda ni tuviera razones para no cumplir.
Al final Yoongi no se apoderó del micrófono porque resultó que el paté no sabía tan mal, incluso diría que estaba delicioso.
—Te lo dije. A veces nos privamos de tantas cosas por el temor a no experimentar. Yo era así antes, ya no.
Sus palabras me retumbaron en los oídos.
꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱
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