'T H I N G' (+21)
Advertencia
La siguiente historia toca temas serios que pueden no ser del agrado de un público más sensible (muerte, homicidio, religión, violencia, etc) además de contener escenas explícitas que pueden no ser del agrado de todo el público, por lo que se recomienda discreción a la hora de leerla, has sido advertido.
Oscuridad, amarga y densa como la neblina que cubría esa solitaria población de alemania, en la que habitaban personas de clase media-baja, de calidad de vida muy pobre, y mentalidad obtusa y poco progresista, en cierto modo.
El suave golpe del andar de aquel caballo junto con el relajante hulule de los búhos era lo único que resonaba en aquel solitario bosque, algo que a cualquiera le habría puesto los nervios de punta, pero a él, parecía encantarle el silencio de ultratumba que resonaba a su alrededor.
Detuvo el andar del caballo frente a la reja que marcaba la entrada de aquel enorme edificio, la real academia de medicina de Dresde, conocida por su avances significativos en lo que a ciencias se refería, y era precisamente eso lo que él intentaba lograr, avanzar, y al mismo tiempo, encontrar algo que llevaba años buscando.
— Buenas tardes — dijo un hombre que se asomó por las rejas, mirando receloso a la persona que estaba sentada en aquel carruaje, con una capucha cubriendo su identidad — ¿Con quién tengo el gusto?
El sujeto rápidamente se quitó la capucha, revelando una mirada azul que hipnotizaba a cualquiera, cabello oscuro como la noche, y una sonrisa tranquila y cálida que brindaba de confianza a cualquiera que la veía.
— Ah, eres tú, Haze — dijo el hombre más tranquilo.
— Buenas tardes señor Grübel — le saludó cordialmente.
— ¿Qué haces aquí, muchacho? Es fin de semana, deberías estar en el pueblo tratando de cortejar a una hermosa chica.
— Es una oferta tentadora, pero prefiero practicar un poco más para mis evaluaciones, oí que pronto habrá una junta de la asociación buscando al estudiante con avances más brillantes, no me quiero perder dicha oportunidad.
— Eres un jóven brillante, de buena familia, no necesitas ni la beca ni la fanfarria que ofrece la asociación.
— No lo hago por la fanfarria, señor Grübel — dijo sonriendo tranquilamente — Solo quiero aprender.
— Ahh, eres un caso perdido, Haze — dijo entre suspiros para abrir la reja, y al hacerlo, el chico usó las riendas para echar a andar el carruaje, dedicándole al hombre una sonrisa entusiasta mientras se alejaba de él.
— ¡Gracias señor Grübel! — le saludó mientras entraba al edificio en cuestión, apretando las riendas entre sus manos mientra sonreía con éxtasis tan solo de pensar que sus meses de esfuerzos estaban pronto en dar frutos.
Dejó su carroza en una de las entradas traseras del edificio, y sacó de este mismo varios frascos grandes que estaban cubiertos por trozos de tela que impedían ver su contenido, varias veces fue interrogado por esto, pero su don innato de darle buena impresión a las personas, y su habilidad de convencimiento, le sirvieron para librarse de aquellos problemas.
— ¡Buenas tardes! — saludó con entusiasmo mientras entraba en el pasillo, sus demás compañeros le saludaron de vuelta sin prestarle mucha atención, estaban ocupados en sus propios asuntos, su egocentrismo les impedía ver lo que ocurría frente a sus narices, algo que abrumaba, y divertía un poco a aquel jóven de veintisiete años de edad.
Llegó hasta un salón que estaba cerrado con llave, llave que no poseía nadie más en el colegio, excepto él, todo gracias a que se ganó el agrado y la simpatía de uno de los profesores, y este le concedió un aula para sus prácticas, aula que fue el epicentro de muchas noches en vela y muchos días de exhaustiva investigación, un trabajo arduo, pero que para él, valió cada segundo de cada día.
— ¡Buenas tardes! — dijo al entrar al lugar, sitio que estaba totalmente a oscuras, por lo que él cerró la puerta detrás de él, dejó los frascos en una mesa que estaba en el centro de aquel sitio (y cuya ubicación ya recordaba de memoria) y acto seguido, se dispuso a llenar de luz aquel lúgubre sitio, donde el putrefacto olor a carne podrida era casi tan denso como la frialdad de la oscuridad, pero a él ya le daban igual esos olores, incluso los hallaba fascinantes.
Luego de encender varias lámparas de aceite, avanzó hacía una parte de aquel aula, cubierta con varias mantas para impedir que fuese vista por alguien que entrara de golpe, y detrás de esas cortinas manchadas de sangre y grasa, había una larga mesa de operaciones, cubierta con una manta que también estaba manchada con sangre y aceite, su tamaño era alarmante, pero para él, el tamaño no era alarmante, era perfecto.
— Buenas tardes — saludó en tono tranquilo y algo juguetón, mientras pasaba su mano por encima de aquella tela blanca — ¿Dormiste bien? yo apenas y pude pegar un ojo en toda la noche, me emocionaba venir a verte hoy.
Sonrió para retirar un poco la manta, sonriendo al ver lo que había debajo de esta, al mismo tiempo que un ligero rubor se posaba de lleno en sus pálidas mejillas.
Estuvo a punto de acercar sus labios a aquella obra sin terminar a la que le hablaba con tanta entusiasmo y deseo, pero oír cómo abrían abruptamente la puerta del aula le hizo cubrir de golpe a su creación, y apartarse para ir a ver quién había entrado, gruñendo al ver a un sujeto pelinegro de sonrisa cínica que arrugaba el ceño con asco.
— Bleh, ¿quién se murió aquí? — dijo incrédulamente mientras se acercaba a la mesa donde estaban aquellos frascos — ¿Sigues jugando a diseccionar ranas, Haze?
— Buenas tardes, Shun — le saludó con una sonrisa pasivo-agresiva — Creí que te irías a casa por vacaciones.
— ¿Y dejarte solo en tus experimentos? nah, prefiero quedarme y ayudarte — estuvo a punto de tomar uno de los frascos cubiertos con tela, pero le detuvo ver cómo el contrario tomaba uno de estos y lo alejaba de su amigo, logrando que este le mirara con algo de incredulidad.
— Agradezco mucho tu deseo por cooperar con mi causa, pero llevo mi investigación perfectamente bien trabajando solo — explicó de manera tranquila y no tan filosa, aunque sus ojo detallaban al contrario con algo de cinismo y, en cierto modo, desprecio.
— Pff, por favor, llevas seis meses aquí encerrado, ¿cómo se supone que estés avanzando así? lo último que supe de tu investigación es que descubriste que la sangre es roja — dijo de mala gana.
— De hecho la sangre puede tomar un color más oscuro cuando se coagula y se desoxigena — hablaba algo perdido mientras tomaba el frasco y avanzaba con él hacía aquella cortina tras la cual se encontraba trabajando.
— ¡Estoy siendo sarcástico, Sasha! — gruñó de mala gana mientras se cruzaba de brazos.
— Ah, te recomiendo explicarte mejor la próxima vez, Shun — dijo con algo de cinismo, que hizo a su amigo suspirar con fastidio.
— ¡Qué oscuro está este maldito lugar! ¿cuándo fue la última vez que abriste las ventanas? — No quiero que un animal entre e infecte mi área de trabajo.
— ¡Tonterías! ¡nadie podría infectar más este sitio con todo el olor putrefacto que emana por aquí!
En cuanto dijo esto, se acercó a una de las ventanas para quitarle el seguro y abrirla al fin, y al hacerlo, una nube de polvo se alzó alrededor, mientras los tenues rayos de luz entraban a aquel lugar, y revelaban finalmente unas escalofriantes manchas de sangre regadas por todo el piso del aula, de las cuales era ignorante absoluto por la escasa luz de las lámparas de aceite, pero una vez que fue consciente de estas mismas, no pudo evitar sentir un denso escalofrío recorrer su cuerpo sin más.
— ¿Podrías repetirme en qué se supone que estás trabajando? — preguntó con voz más áspera y severa, mientras se acercaba a la cortina en la que se ocultaba su amigo.
— Es un simple experimento sobre anatomía, no tiene mucha importancia.
— ¿Y si no tiene tanta importancia, porqué te ha tenido tan cauteloso? — preguntó acercándose más a él — ¿Y porqué no me dejas ayudarte?
Estuvo a punto de quitar la cortina y entrar a ver qué pasaba, pero sentir cómo su contrario salía y le apartaba un poco de esta misma, le hizo fruncir el ceño con severidad.
— Agradezco que quieras ayudarme, Shun; pero trabajo mejor solo — habló con tranquilidad, mientras una sonrisa amenazante se dibujaba en su rostro, sonrisa que heló la sangre del contrario, y le hizo dar un paso atrás mientras detallaba con incredulidad a su amigo de ojos azules.
— Cada día estás más loco — renegó.
— La asociación vendrá pronto, solo quiero estar listo para entonces — dicho esto, le sonrió ampliamente a su amigo para volver a entrar a atender su "creación", mientras aquel sujeto que le acompañaba movía la cabeza con decepción, y se disponía a marcharse de aquel sitio, con un amargo sabor de boca y un desagradable presentimiento de que estaba sucediendo algo macabro tras esa enigmática cortina teñida de carmesí.
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06:47 marcaba el reloj, una hora alarmante para seguir en aquel edificio, pero él se negaba a irse todavía, la pasión con la que movía sus dedos y el éxtasis con el que observaba a su creación tomando forma, le impedían totalmente sentir hambre o sueño, ignoraba por completo sus rastros de humanidad, uno de sus muchos pecados en lista.
— Sé que te duele, amor, pero acabaré pronto — murmuró mientras introducía una aguja en el grueso trozo de carne que se disponía a suturar, sonriendo al tocar aquel frío trozo de piel, y mirándole con gusto y un poco de impaciencia, la impaciencia lo estaba matando desde hace seis meses, pero ese día, al estar ya casi terminada su creación, la emoción apenas y le dejaba trabajar de buena forma.
Jadeó al sentir cómo se pinchaba el dedo por error, y al ver cómo la sangre brotaba por su piel sin más, no pudo evitar reírse por debajo y acercar su dedo ensangrentado a su creación, usando el rojo de su sangre para pigmentar carmín los grisáceo labios de esa carne muerta a la que detallaba con lujuria, una lujuria abominable y árida, digna de un íncubo insaciable, y no de una persona de sociedad, adaptada a su escrutinio y sus desaires.
— ¡Oh por Dios! — escuchó un quejido detrás de él, quejido que le hizo voltear con preocupación, topándose con la horrorizada mirada de su amigo pelinegro, quien miraba asqueado el cuerpo sin vida y suturado que estaba semi-descubierto en aquella mesa de operaciones.
— ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! — gritó bruscamente mientras veía cómo su amigo caía al suelo sin más y empezaba a vomitar de manera descontrolada.
— ¡¿Sasha qué carajo significa esto?! — clamó mirándole con horror — ¡¿Qué es esa cosa?!
— ¡No le digas cosa! — renegó con desdén, mirando con odio los gestos de asco que hacía su amigo — ¡¿Qué te he dicho de espiarme de esta forma?!
— Estás haciéndole el amor a un cadáver, ¡maldito desquiciado!
— ¡Cadáver serás tú si sigues gritando idioteces! — le amenazó, logrando que su contrario le mirara horrorizado, y tal mirada fue la que le hizo tragar hondo y tratar de calmarse — Deja ya de escupir tonterías, Shun; esto no es lo que parece.
— ¡¿Ah no?! ¡no quieras verme la cara de imbécil, Haze! ¡ví perfectamente la lujuria con la que mirabas esa carne putrefacta! ¡¿ahora te excitan los muertos, o qué?!
— No me excitan los muertos, idiota — renegó mientras caminaba hacía la puerta del aula y la cerraba bien, para evitar que alguien entrara a curiosear (otra vez) — Esto es más que solo eso.
— ¡Píntalo de todos los colores que quieras, pero igual seguirá siendo enfermizo a mis ojos!
— Me da igual que sea enfermizo para ti, ¡para mí es un avance enorme! ¡¿qué acaso no lo ves, Shun?! ¡la posibilidad de traer vida después de la muerte!
— Escupes blasfemias — renegó, haciendo a su amigo fruncir el ceño con desdén — ¡Sabía que ese tiempo en Austria te había dañado la mente! ¡lo supe desde el instante en el que me reuní contigo! ¡pero de nuevo, quise creerte a ti antes de sacar conclusiones! ¡y me encuentro contigo jugando a ser Dios y queriendo fornicar con carne muerta!
— ¡¡Cállate de una maldita vez!! — gritó bruscamente, mirando con seriedad absoluta a su amigo, quien tragó en seco mientras le miraba con preocupación — ¡No estoy jugando a ser ese inservible Dios del que tanto pregonas! ¡¡porque Dios no existe!!
Se acercó a su amigo para tomarle del cuello de la camisa y obligarle a ponerse de pie, para llevarlo a una mesa y obligarle a ver unas anotaciones en una vieja y maltratada libreta de cuero.
— Abre los ojos, estúpido — le dijo incrédulamente — ¡Mira todo lo que he descubierto en cuestión de varios meses!
Shun miró abrumado todo lo que su amigo había escrito, jadeando con horror al ver datos sobre aparente resucitación y reanimación a formas físicas inanimadas, datos que le hacían temibles, aterradores, sumamente abominables, pero, entre todo ese mensaje de rebelión contra Dios, había una pizca de realidad científica, que le erizó la piel y le hizo ver a su amigo con preocupación.
— ¿Cómo llegaste a todo esto? — preguntó con incredulidad.
— Leía algunos libros sobre biología durante mi residencia en Austria, y una noche tuve un sueño perfectamente claro, Shun — hablaba mientras tomaba el cráneo de su amigo con ambas manos y le hacía ver de frente hacía la nada — En mi sueño lo pude ver, Shun; el ensamblaje de un cuerpo inerte, tan frío como la noche misma, pero que en su corazón, aún conservaba una sed de vida casi tan palpable como el fresco rocío de la mañana.
— Soñaste con un cadáver, ya entendí — renegó — ¿Y qué con eso?
— En eso una luz energizante llenó todo alrededor, rodeó el cuerpo de la criatura, y pude ver enseguida cómo sus mejillas enrojecían de golpe, cómo sus pulmones se llenaban de aire, y cómo se encendía una chispa en sus ojos.
— ¿Me dices que la idea de la reanimación con energía eléctrica se te ocurrió por un sueño? — dijo con algo de desdén, ganándose que el contrario lo mirara con frialdad absoluta — No soy partidario de llamar "idiota" a mi mejor amigo, pero francamente es lo único que se me ocurre en estas circunstancias, Haze.
— No te culpo por no creerme, mi tonto amigo — murmuró apretando las mejillas ajenas con una mano — Es por eso que quiero que lo veas con tus propios ojos.
— ¡Ahh no, ni lo pienses! — dijo de mala gana — ¡No pienso ayudarte en esto, Haze! ¡la única razón por la que no te acuso es porque eres mi amigo, pero de ahí a ayudarte a darle vida a un cadáver, creeme que eso no me emociona en absoluto!
— Siempre has dicho que quieres ser partícipe del avance de la ciencia — dijo con seriedad mientras se iba acercando a él — ¿Ahora te acobardas?
— Enfrentar a Dios no es ciencia, Haze; es locura.
— La ciencia y Dios no van de la mano nunca, Shun; tonto aquel que crea que se puede evolucionar científicamente sin ofender a ese "Dios omnipresente" que nos obliga a sufrir para servirle fielmente.
— Qué tonterías dices — murmuró con desdén — Si tu madre te escuchara—
— ¡¡Mi madre está muerta!! — gritó de golpe, mirando con ira y algo de dolor a su amigo — ¡Tu adorable Dios estaba demasiado ocupado para salvarla! ¡¿lo olvidas?!
Shun suspiró con pesar mientras veía detenidamente el dolor en los ojos de su amigo, mientras este apretaba los puños y agachaba sutilmente la mirada.
— Esto no está bien, Haze; no se puede dar la vida a alguien que ya la ha perdido.
— Es injusto — murmuró con voz apagada — Me parece injusto que debamos conformarnos con el amargo sentimiento de resignación al perder a alguien, ¿porqué? ¿porqué vinimos a este mundo en primer lugar? ¿a morir? ¿a ver a nuestros seres amados perecer? ¿a tolerar un dolor eterno, Shun? — miró de reojo a su amigo con pesadez — Me parece demasiado cruel y sádico que debamos normalizar la pérdida.
— Es el ciclo de la vida, Haze.
— Pues es un ciclo que no quiero tolerar ni un minuto más — gruñó de mala gana, mientras una lágrima rodaba por su mejilla, logrando que su amigo le mirara con preocupación absoluta.
— Haze... — trató de tomar el hombro ajeno, pero su amigo rápidamente se lo impidió para verle con desdén.
— Toda la vida he tenido que pasar por incalculable dolor, Shun, penas que tú ni te imaginas, lo único que quiero es aferrarme a esta pequeña chispa de felicidad y mejoría que se posa frente a mí, ¡no me digas que estoy loco por querer cambiar la miseria por dicha! ¡cualquiera en mi lugar lo haría sin pensarlo!
El contrario miró con algo de duda y preocupación a su amigo, su estómago se retorcía tan solo de pensar en la desagradable monstruosidad que estaban llevando a cabo, pero, ver el dolor reflejado en los ojos de Haze, y pensar en todo el dolor que su amigo tenía aprisionado en su pecho, pero que se negaba a compartir, le hacía bajar la guardia por completo.
— ... ¿Cómo estás tan seguro de que funcionara? — preguntó, logrando que el de ojos azules riera incrédulamente mientras arqueaba una ceja.
— ¿Me crees tonto, Shun? — preguntó mientras se cruzaba de brazos.
— No te gustará la respuesta — advirtió, relajándose al ver cómo su amigo sonreía con soberbia y alzaba los hombros.
— Puedo mostrarte que no es así, solo si dejas de lado tu cobardía y tu aparente lealtad al Dios que no ha hecho nada por ti.
Shun chasqueó la lengua mientras se preguntaba si era correcto seguirle el juego a su mejor amigo en aquel festival necrófilo que tanto asco le causaba, su mente gritaba que no, su sentido común y su moralidad gritaban que no, pero su deseo por conocer qué tan certero era el método que había ingeniado Haze en sus sueños, le hacía mandar al demonio el sentido común, y como se dice por ahí, la curiosidad mató al gato.
— Ahh, me voy a arrepentir de esto — murmuró con desdén mientras caminaba con él hacía la mesa de operaciones, mirando asqueado el entusiasmo que mostraba su amigo de ojos azules, sobre todo al estar frente a aquel putrefacto cuerpo al que devoraba con deseo.
— ¿Y porqué se te ocurrió crear a un hombre en primer lugar? — preguntó con desdén, observando cómo su amigo abría un viejo clóset, y sacaba de este mismo lo que parecía ser un cubo rudimentario con una palanca giratoria y varios cables a su alrededor.
— Solo es una prueba, ligada con un pequeño gusto que me estoy dando — admitió tranquilamente mientras colocaba aquel objeto en una mesa junto a su "paciente".
— ¿Un gusto? — preguntó con desdén, mirando asqueado la sonrisa juguetona que le mostraba su amigo.
— Todo sea por la ciencia — canturreó, para tomar aquellos cables y empezar a colocarlos en el pecho de su paciente, a quien Shun empezó a ver con atención y algo de incomodidad, tenía muchas marcas y cicatrices en todo el cuerpo, las más alarmantes eran las de las suturas en su cuerpo que unían los miembros que su amigo aparentemente unió de manera inorgánica; aunque fuera de eso, tenía el aspecto de una persona común y corriente, pero su pálida tes sólo alteraba los nervios de Shun, y le imposibilitaba totalmente comprender las intenciones de su amigo pelinegro.
— No puedo creer que me hayas dado todo ese maldito discurso, solo para justificar que vas a conseguirte un amante.
— Él no será solo un amante, será mi compañero eterno — murmuró mientras acariciaba la mejilla de su "paciente" y le sonreía con deleite — Será mi alma gemela, la mitad que le falta a mi vida llena de soledad y amargura, y será también el mesías de un nuevo mundo sin muerte, sin dolor, sin la cruel pena de la pérdida.
Pegó su frente con la de la inerte criatura frente a él, mientras su amigo le miraba con asco y repugnancia, tuvo que mantenerse fuerte para evitar vomitar una segunda vez, tan solo de imaginar cuáles eran las intenciones que tenía su amigo con aquella criatura a la que llamaba tranquilamente "su compañero", sin detenerse siquiera a considerar en lo banales y pecaminosas que eran sus declaraciones.
Le alertó ver cómo su amigo se disponía a encender la máquina que había sacado del clóset, para empezar a usar la manilla, la cual provocaba una reacción peculiar que generaba descargas constantes de energía, y cada toque parecía dilatar los músculos del cuerpo en la mesa de operaciones.
— No puede ser — murmuró mientras se acercaba a la mesa.
— No te acerques mucho, esta cosita crea más energía de la que parece — bromeó, sin dejar de mover la palanca que creaba una cantidad de energía que dejaba boquiabierto al sujeto frente a él.
— ¡¿Cómo creaste una fuente de energía así?!
— Con ayuda de un amigo ingeniero en Austria.
— Osea que este capricho lo iniciaste en Austria.
— En cierto modo — bromeó — Primero me encargué de descartar la fuente de energía, no hacía nada con crear a la criatura sin la energía suficiente para reanimarla, afortunadamente conocí a alguien con conocimiento basto en ingeniería y— hablaba animadamente, aunque un brusco choque de energía les hizo a ambos caer de golpe lejos de la mesa de operaciones, ambos igual de adoloridos e inconscientes.
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— Mh — se quejó por debajo al sentir un ligero toque en su rostro, toque que le hizo abrir sus ojos con algo de dificultad, tratando de que su visión se aclara para distinguir de mejor forma a la persona que estaba de rodillas frente a él, y apenas lo hizo, pudo ver con atención a una hermosa visión de ensueño; ojos verdes como esmeraldas, cabello rojizo medianamente largo, y una expresión curiosa que le hacía sentir completamente vivo.
Jadeó mientras se acercaba a él para tomarle de las mejillas y mirarle con emoción y asombro total, no podía creer lo que estaba viendo, sus esfuerzos de seis meses finalmente daban frutos, tal y como pronosticó.
— Hola — le saludó riendo con emoción — Y-Yo me... m-me llamo Haze, es un placer conocerte.
— Haze — repitió suavemente, asombrando totalmente al chico pelinegro — Es un placer conocerte.
— Santo cielo... ¡Shun! — gritó mientras se colocaba de pie, riendo con emoción al ver cómo su creación se erguía y le miraba con curiosidad — Madre santa... ¡e-eres hermoso!
— ¡Maldita sea, Haze! — escuchó un gruñido cerca suyo, pero estaba demasiado ocupado admirando a su creación para fijarse en la persona que se levantaba a regañadientes del suelo mientras soltaba pestes hacía él — ¡Pudiste matarnos, idiota!
— Eres hermosos — murmuró pasando su mano por la mejilla ajena, sonriendo al ver cómo el pelirrojo sonreía de vuelta y parecía disfrutar del tacto que Haze le propiciaba — ¿Es reconfortante, no es así?
— ¡¿Qué carajo tienes en la cabeza?! — clamó mientras terminaba de ponerse de pie, pero al ver a la figura sin ropa que estaba parada frente a su amigo, se quedó totalmente petrificado sin habla, sin fuerzas y sin capacidad de pensar con claridad, apenas se pudo mantener de pie al ver aquel cuerpo que hace poco estaba sin vida en la mesa de operaciones, pero que ahora estaba de pie, respirando, totalmente vivo.
— Ven, déjame verte bien — murmuró tomando las manos del pelirrojo, sonriendo al ver que podía caminar sin problema alguno, como una persona totalmente normal, acorde a la edad que demostraba su físico — Qué belleza, eres lo más bello que he visto en vida.
— Santo Dios — murmuró finalmente, mientras se acercaba temeroso a ellos, logrando que el pelirrojo le observara curioso — Haze... t-tú—
— ¡Te dije que sí resultaría! — dijo entre risas de emoción, para acercarse al pelirrojo y tomarle de ambas mejillas — Bienvenido, cariño.
El pelirrojo tomó las manos ajenas para acariciarlas sutilmente, tacto que hizo al pelinegro sonrojarse y sonreír con emoción, mientras su amigo observaba abrumado a la criatura de cabello rojizo que estaba frente a él.
— No es posible... — murmuró tratando de tocar el rostro ajeno, aunque el pelirrojo rápidamente detuvo su mano para apretarla — ¡¡Agh, suéltame!!
En cuanto el pelirrojo le soltó, miró de mala gana a la criatura en cuestión.
— Tiene fuerza el maldito demonio este.
— ¡No le digas así! — clamó con odio absoluto.
— ¿Demonio? — preguntó con algo de desdén, logrando que el de ojos azules le mirara de reojo con ternura.
— No le hagas caso, cariño, él solo habla por hablar — acarició cuidadosamente los labios ajenos, mientras un sutil cosquilleo recorría su cuerpo cada que su piel rozaba la de aquel pelirrojo, el cual se esmeró por hacer lo más atractivo posible, más por capricho que por necesidad científica — No puedo creerlo, eres más hermoso de lo que pude imaginar.
— Deja de hacerle el amor al demonio por cinco segundos y dime qué carajo vamos a hacer ahora — renegó, ganándose un par de miradas de odio de parte de ambos sujetos.
— Ya no hay mucho que hacer aquí, lo correcto es irnos a casa — canturreó mientras tomaba la mano del pelirrojo e iba con él a la puerta, aunque le detuvo oír cómo su amigo le hablaba de repente.
— ¡Sigue desnudo, imbécil!
— ¡Oh cierto! — canturreó riendo cínicamente, para ir a tomar una manta y cubrir con ella a la criatura en cuestión, quien miraba curioso cómo se encargaban de cubrir su desnudez — Ten cariño, no quiero que alguien más mire con malicia tu hermoso cuerpo.
— Pff, hermoso... — renegó por debajo con desdén, alertándose al ver cómo el contrario volteaba a verle con odio absoluto, mientras el pelirrojo se encargaba de cubrir él mismo su desnudez.
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En cuanto ambos dejaron el edificio donde se llevó a cabo aquel acto de rebelión contra Dios, fueron directamente a la mansión Volkova, una enorme casa algo alejada de la ciudad para mantener la vida de sus habitantes lo más privada posible, algo que el heredero Volkova, disfrutaba por completo, sobre todo a la hora de llevar a cabo sus más mórbidos y cuestionables deseos.
— Ahora todo esto es tuyo, querido — hablaba con finura y galantería mientras sujetaba el brazo del pelirrojo y caminaba con él al interior de su hogar, mientras Shun caminaba detrás de ambos, observando con desdén absoluto el cómo su amigo parecía intentar seducir a la criatura que parecía cualquier cosa, menos un ser humano normal y capaz de razonar.
— Es bonito — murmuró el pelirrojo, asombrando totalmente a Haze, le emocionaba la manera en la que su creación parecía capaz de entender mucho de lo que ocurría a su alrededor, como si su capacidad cerebral fuera igual de singular que su manera de venir al mundo.
— No tan bonito como tú, definitivamente.
Un tosco carraspeo de parte de Shun hizo a Haze rodar sus ojos con molestia, y apartarse un poco del pelirrojo, para acariciar su mejilla y sonreírle cordialmente.
— Aguarda un momento, cariño; puedes ir viendo los alrededores de la mansión mientras tanto.Dicho esto, se apartó de él para ir con su amigo, mientras el pelirrojo avanzaba por aquel enorme salón, tratando de comprender lo que estaba sucediendo frente a sus ojos.
— Bien, ya tienes a tu cosa monstruosa, ¿ahora qué? — dijo Shun entre murmullos toscos.
— Te veo demasiado interesado en el tema, me parece curioso — renegó cínicamente — Sobre todo después de que te atreviste a llamarme "loco".
— Estás loco, Haze; y que tu idea haya resultado cierta no cambia en absoluto las cosas — dijo sin pelos en la lengua, cruzándose de brazos y mirando de reojo a la "persona" que se acercaba a un librero para revisar los objetos en cuestión — ¿Qué harás cuando el mundo sepa que estuviste cosiendo carne muerta y te hiciste un amante con ella?
— Pff — rodó sus ojos con cinismo mientras alzaba los hombros — ¿Y qué hará el mundo al saberlo, a parte de idolatrarme por traer a alguien de la muerte? exacto, ¡amarme!
Frunció el ceño al ver cómo su amigo reía incrédulamente e iba a una mesa de centro para servirse algo de whisky.
— Mi plan es que esa hermosa criatura conviva en sociedad, y cuando todos se den cuenta de que puede actuar como un caballero refinado más, querrán que revele mis secretos sobre reanimación, querrán que traiga de la muerte a sus seres amados, querrán que yo sea la llave que dé paso al nuevo mundo sin muerte al que tanto quiero darle forma, es eso lo que quiero conseguir.
— ¿Pretendes exponer a esa cosa al mundo real? — dijo de mala gana — ¡¿Si quiera crees que pueda actuar como una persona refinada?! ¡apenas y puede decir una palabra cada veinte minutos!
— Aprendo más rápido de lo que parece — escucharon de repente, cosa que les hizo voltear de golpe, y mirar aturdidos cómo la criatura estaba sentada en un sillón, leyendo un diccionario de contenido bastante extenso.
— Increíble — dijo Haze mientras se acercaba a su creación — Eres mejor de lo que pude imaginar.
— Agradezco los elogios — dijo mientras volvía a clavar su vista en el libro en cuestión — Pero prefiero que me dejen seguir recabando información, para conocer de mejor manera mi entorno.
— Desde luego, cariño — murmuró mientras se ponía de rodillas frente a él, sonriéndole de lado de manera coqueta — Has venido a este mundo para grandes cosas, eres la semilla de un mundo nuevo, mi amor.
Shun frunció el ceño con asco al ver las actitudes de su amigo, aunque le alertó ver cómo el pelirrojo le prestaba poca importancia a sus palabras, y solo volvía a enfocarse en su lectura, algo que aún dejaba muy perturbado a Shun.
Haze se levantó para acercarse a Shun, tomarle del brazo, y caminar con él lejos del sujeto pelirrojo, quien seguía enfocado de lleno en su lectura.
— ¡Aprendió a leer y a hablar por su propia cuenta! — dijo entre susurros de emoción — ¡¿No es excitante?!
— Si por excitante te refieres a perturbador, Sasha, pues vaya que es una situación de demasiado éxtasis — renegó, pero sus palabras solo hicieron reír al sujeto de ojos azules — ¡Haze esto es serio! ¡¿Cómo aprendió a hablar y a leer por su cuenta?!
— ¿Yo qué sé? ¡pero es fascinante! — clamó entre risas de emoción, que hicieron al de ojos castaños gruñir con cansancio.
— Habrá que vigilarlo por unos días — dijo Shun — Si planeas mostrarlo ante la sociedad, debes cerciorarte al menos de que no cometa alguna indiscreción.
— Lo tendré en cuenta — canturreó cínicamente, ganándose que su amigo lo mirara con desdén absoluto.
— Sasha te estoy hablando enserio.
— Te preocupas demasiado, Shun — comentó alzando los hombros — Tengo todo bajo control, no tienes porqué portarte tan receloso.
Miró de reojo nuevamente a la criatura pelirroja que leía con atención, aunque su sangre se heló al ver cómo aquel sujeto chocaba miradas con él, y le detallaba de una manera intensa, llena de odio y desdén, algo que terminó de alterar los nervios de Shun, y le hizo sentir que ya era suficiente de esa locura por ese día.
— Ha sido un día muy pesado, me voy a casa — dijo para estrechar la mano de su amigo, tratando de no volver a hacer contacto visual con aquella cosa que le daba tanto miedo — Vendré mañana a ver cómo estás, por favor, cuídate; Haze.
— Gracias por tu ayuda, Shun — dijo mientras apretaba la mano ajena, y apenas su amigo se fue, sonrió juguetonamente para darse vuelta y caminar hacía el sujeto pelirrojo que seguía leyendo con atención.
Se puso de rodillas frente a él para apoyarse de sus piernas y mirarle con atención, amaba su creación, era una hermosa muestra de que podía existir un mundo sin pena y sin dolor, era la encarnación en vida de que el dicho "hasta que la muerte nos separe" no sería más un cruel credo al que debían de acceder sin objeción alguna.
— ¿Cómo te llamas? — preguntó mirando de reojo a Haze, quien sonrió curioso al oírle.
— Ya te dije mi nombre, cariño.
— Quiero saber tu nombre completo — explicó, con una finura que erizaba totalmente la piel de Haze, y le hacía sonreír con emoción.
— Sasha Volkova, pero todos me dicen "Haze", así que puedes llamarme así.
— ¿Qué edad tienes?
— Veintisiete años.
— ¿Y yo qué edad tengo? — tal pregunta abrumó e hizo reír a Haze, quien alzó los hombros mientras pasaba sus manos por las piernas ajenas sin vergüenza alguna.
— Pues, ¿qué edad te gustaría tener?
— La misma edad que tú, supongo que eso es lo más apropiado — murmuró mientras cerraba el libro y lo dejaba de lado — Sobre todo considerando que no entiendo aún cuáles son tus intenciones conmigo.
— No son muy difíciles de entender, querido.
— Soy un recién nacido, desconozco totalmente lo que ocurre a mi alrededor.
— Creí que te había quedado claro, sobre todo con lo acelerada que es tu capacidad de entendimiento.
— Entiendo teóricamente lo que veo, pero me cuesta comprender todavía el dónde estoy, porqué estoy aquí, y porqué siento que estoy en medio de algo que parece ser más grande que yo, y sobre todo... me cuesta entender tu manera de pensar.
— Ahh, mírate, hablando como todo un filósofo — bromeó, mientras se levantaba un poco para acercar su rostro al del pelirrojo, y verle detenidamente de manera juguetona — Descuida, ya irás entendiendo poco a poco lo que está ocurriendo, mientras tanto, debo explicarte cómo funciona el nuevo cuerpo que te otorgué.
— ¿No es así como debe usarse? — preguntó con algo de incredulidad, haciendo reír al de ojos azules.
— Tu cuerpo es un hermoso templo, amor mío, más complejo de lo que crees — susurró deslizando su mano por la pierna ajena — Permíteme ayudarte a descifrar sus más primitivas funciones.
Dichas palabras abrumaron mucho al pelirrojo, pero no tuvo manera de objetar, sentía que su "creador" era la única persona en quien debía confiar, en aquel mundo del que comprendía casi nada, y cuya única fuente de familiaridad y confianza, debía ser la persona que le dió la vida en primer lugar.
Frunció confundido el ceño al ver cómo el pelinegro se acercaba a él, para juntar sus labios de manera lenta y muy apasionada, un roce sutil pero lleno de sentimientos de parte de Haze, logrando que una extraña sensación inundara el cuerpo del pelirrojo, y le hiciera corresponder a aquel intercambio apasionado que le ofrecía el de ojos azules.
— Viniste a este mundo para estar conmigo — susurró entre besos apasionados — Eres mío, y yo soy tuyo, así será eternamente; mi amor.
— ¿Cuál es mi nombre? — preguntó entre besos, haciendo reír al pelinegro mientras le miraba con algo de curiosidad y cinismo.
— ¿Qué nombre quieres tener? — dichas palabras hicieron al pelirrojo fruncir el ceño con seriedad.
— ¿No tengo un nombre?
— Pues... — trató de pensar en una excusa razonable, pero solo pudo reír y volver a besar los labios de su contrario con sensualidad, mientras este correspondía con un semblante incómodo y serio en su rostro, mientras sentía algo extraño en su pecho, un sentimiento pesado, amargo, sumamente sofocante y difícil de describir.
-
— ¿Joven Sasha? — habló una mucama que entró a aquel salón con una jarra de agua entre sus manos, jadeando horrorizada al ver cómo su amo estaba tirado en el suelo junto a otro sujeto de larga cabellera rojiza, ambos sin alguna prenda que cubriera su desnudez — ¡O-Oh por Dios!
— ¡Buenos días Yvette! — le saludó cínicamente mientras se sentaba en el suelo y le sonreía juguetonamente, mientras la mujer miraba horrorizada al sujeto pelirrojo que aparentemente dormía junto a su jóven amo — Deja la charola en el suelo y vete, por favor, mi amado y yo estamos algo ocupados.
La mujer hizo lo que su amo le pidió, pero antes de irse, miró con horror nuevamente el cuerpo de aquel sujeto pelirrojo, cuya piel estaba llena de marcas y suturas, además de que tenía un alarmante color pálido, que daba a entender que aquel sujeto no había sido tocado por los rayos del sol en muchísimo tiempo.
En cuanto la mucama se fue, Haze pasó su mano por la pierna del pelirrojo, mientras un gran rubor inundaba de golpe sus mejillas.
— La mujer lucía asustada, ¿eso a qué se debe? — dijo el pelirrojo mientras abría sutilmente los ojos.
— Dah, ignórala, mi amor, no entienden el hecho de que dos hombres disfruten de su sexualidad abiertamente — trató de besar los labios ajenos, aunque le alertó ver cómo el pelirrojo se levantaba un poco y le miraba seriamente.
— ¿Lo que hicimos está mal? — cuestionó con recelo, haciendo reír de manera algo cínica al sujeto de ojos azules.
— Oh cariño, ¿qué habría de malo en disfrutar del suave roce de una piel contra la tuya, y del hermoso calor de tu compañero sexual cerca tuyo?
— La cara de la mujer daba la impresión de que vió algo desagradable.
— Solo es una maldita mojigata, no te enfoques en ella, mi amor — susurró besando lentamente el cuello del pelirrojo.
— Mh, igual la próxima vez deberíamos tener sexo donde no nos vean, no me agradan esas miradas — murmuró tratando de besarlo, aunque le intrigó una tosca risa de parte de Haze.
— Vaya que debo enseñarte muchas cosas — bromeó mientras se acercaba a él para morderle los labios sutilmente — Solo nos besamos, mi amor, creeme, cuando tengamos sexo real, te darás cuenta por lo satisfactorio y único que va a ser.
— Mh, si tú lo dices — murmuró mientras se acercaba para besar hambrientamente los labios de Haze, aunque ambos voltearon de golpe al oír cómo alguien abría la puerta del salón sin más.
— Jóven Volkova — habló un hombre de la servidumbre, quien jadeó abrumado al verle tendido en el suelo con otro hombre — ¡¿Jóven Volkova qué está haciendo?!
— ¿Qué te parece que hago, Nikolai? — canturreó cínicamente, mientras el pelirrojo se dedicaba a besarle el cuello y a dejar varias marcas en el mismo.
Al ver esto, el hombre volteó la mirada y se hizo la cruz en la frente, gesto que Haze notó, y le hizo levantarse de golpe al suelo y mirar de mala gana a su sirviente.
— ¡¡¿Qué carajo quieres?!!
— Afuera está un hombre buscándole, dice venir de parte de la asociación de investigación científica de la real academia de Berlín.
— ¡¿La asociación?! ¡¿al fin respondieron mi carta?! — clamó con emoción, para ir a tomar una bata larga del sofá y ponérsela para cubrir su desnudez, mientras el pelirrojo le miraba con curiosidad, y el sirviente miraba de reojo a su huésped con recelo absoluto.
— ¿Quién te busca?
— Nuestro futuro, mi cielo — dijo entre risas de emoción para ir hacía él, tomarle de las mejillas y besarlo lentamente — Te lo explicaré en cuanto vuelva, mientras tanto ¿quieres comer algo?
— No lo sé... — murmuró, aunque sus palabras solo hicieron reír a Haze.
— Nikolai, encárgate de que mi hermoso compañero coma algo, y que sea algo delicioso, no quiero enterarme de que le dieron sobras o algo así — habló mientras avanzaba hacía la puerta de aquel salón.
— Sí señor Volkova — murmuró con desdén, para mirar de reojo al pelirrojo con algo de seriedad, seriedad a la que el pelirrojo correspondió sin dudarlo dos veces.
— ¿Cómo te llamas? — preguntó, obteniendo de vuelta una risa incrédula de parte del mayordomo.
— Mi amo es el único del cual acepto recibir órdenes.
— No te di una orden, solo te pregunté cómo te llamabas — dijo con algo de seriedad, sintiendo un extraño sentimiento de pesadez en su pecho, por la manera tan tosca en la que ese hombre le respondía, sin siquiera haberle hecho algo para merecer su desdén.
El hombre se dió media vuelta y se marchó, dejando al pelirrojo con la palabra en la boca, cosa que le hizo chasquear la lengua con fastidio y levantarse del suelo para ir hacía el librero y tomar algunos tomos gruesos con intención de leerlos, le era fácil leer y comprender toda la teoría que dictaban dichos trozos de papel, era la conducta humana, lo que le generaba una confusión abismal.
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— ¡Bienvenido sea a mi hogar, mi buen señor! — hablaba mientras bajaba las escaleras y avanzaba hacía aquel sujeto de barba y traje elegante, que estaba sentado en un sofá mirando los alrededores con desdén absoluto — Bienvenido sea al humilde hogar Volkova.
— De humilde solo tienen el nombre, mi buen señor — dijo aquel sujeto de manera algo ácida, mientras se paraba de su asiento y caminaba hacía el jóven que le sonreía con entusiasmo, aunque frunció sutilmente el ceño al ver las desvergonzadas marcas en el cuello de su contrario — Soy Hans Meyer, es un gusto conocerle finalmente en persona, se dicen muchas cosas sobre usted en Berlín.
— Me honra saberlo, señor Meyer — dijo con una cálida sonrisa, ignorando totalmente el ceño fruncido del mayor — ¿A qué debo su repentina visita?
— La asociación ha leído su ensayo sobre la teoría de reanimación que ideó — dijo mientras se apartaba de él para caminar por aquel salón con ambas manos tras su espalda — Muchos están impresionados, sobre todo por cómo usted plantea de manera tan entusiasta y ferviente, que es posible traer vida a un cuerpo inanimado.
— Es más posible de lo que usted cree, mi buen señor — canturreó de manera juguetona mientras caminaba detrás de él.
— Le tiene mucha fé a sus ideales, eso es algo bueno, aunque hace mal al proclamar como cierto algo tan irreal como la vida después de la muerte — dijo aquel hombre de manera poco sutil, logrando que Haze detuviera su andar y le mirara con recelo.
— Créame, señor, le digo que mi teoría es más cierta de lo que parece.
— Por favor, señor Volkova, las leyes de Dios son más firmes que el suelo bajo el que avanzamos cada día — dijo aquel hombre mientras se daba vuelta para verle con atención — El día que un muerto camine entre los vivos será el día en que la locura llegue a nuestro mundo, eso es algo de lo que la asociación misma está consciente, por eso se niegan a aceptar su trabajo como algo serio y con futuro.
El pelinegro jadeó por debajo con algo de molestia, pero luchó por tragarse su descontento, y solo se mostró lo más sereno y razonable posible, aunque no le faltaban las ganas de arrojarle un jarrón a aquel sujeto en la cabeza para después pisar su cabeza hasta que el cerebro se le saliera por los ojos.
— Mi buen señor, ¡le estoy diciendo una verdad pura y concisa! ¡yo le di vida a alguien muerto!
— No diga usted tales tonterías, señor Volkova — dijo con desdén — De ser eso cierto, ya nuestros alrededores estarían llenos de ríos de lava y mares de azufre — "maldito idiota" resonó en la mente de Haze, quien solo se limitó a hacer un sutil gesto de fastidio para cruzarse de brazos.
— No sé si haya lava o azufre cerca, señor, pero sí hay una criatura a la que he traído de la muerte misma, está viva, señor; su corazón late, sus pulmones tienen aire... y las partes de su cuerpo funcionan a la perfección — murmuró esto último con un ligero rubor y una sonrisa cínica en su rostro, debía medirse y no demostrar abiertamente sus prácticas sodomitas, pero le costaba mucho, estaba demasiado orgulloso de su obra, y de lo hermosa que esta era.
El hombre bufó de mala gana al oír al jóven decir esto, y su gesto solo hizo que Haze sonriera de lado son soberbia mientras juntaba sus manos y miraba al hombre fijamente a sus apagados ojos grisáceos.
— Le puedo demostrar que no digo sandeces, mi buen señor — dijo tranquilamente mientras alzaba las manos — Hoy habrá un baile en casa de lord Campbell, planeo llevar a mi criatura ahí para que toda la sociedad lo conozcan, y vean con sus propios ojos que Dios estuvo equivocado todo este tiempo.
— Qué blasfemias dice usted, jóven — renegó mirándole con decepción — Eso es inaudito, usted solo miente para que el consejo le dé una última oportunidad de reforzar su punto.
— Solo quiero demostrarle, no solo a la asociación como tal, ¡sino al mundo entero que yo tengo la razón, y que aquellos que me cuestionan solo son unos esclavos más de ese sanguinario Dios que sólo ama el sufrimiento humano! ¡ganado sin cerebro que solo sigue órdenes sin cuestionarse lo que ocurre a su alrededor!
El hombre gruñó por debajo con incomodidad absoluta, para apartarse de él y caminar hacía la salida de aquel salón a paso acelerado, aunque le detuvo oír cómo el de ojos azules le hablaba de repente.
— Mi buen señor — habló con voz cordial y serena, y en cuanto el hombre volteó, le sonrió cálidamente mientras juntaba sus manos tras su espalda — Gracias por visitar mi humilde hogar, fue muy grato recibir visitas.
El hombre se dió vuelta y se fue nuevamente, y mientras el tosco sonido de sus pisadas inundaba los rincones de aquel enorme y algo solitario hogar, la sonrisa de Haze pasó a ser una expresión de desdén absoluto, al mismo tiempo que pasaba sus manos por su cuello, recordando juguetonamente todos los besos y caricias que compartió con su amada creación la noche anterior.
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Arrancaba la carne del hueso con mordidas bruscas y poco refinadas, algo en él le decía que debía moderarse, pero una vez que probó alimento, su apetito se intensificó de una manera espantosa, sobre todo al probar lo exquisita que era esa comida.
La servidumbre miraban preocupados cómo el "amigo" de su amo devoraba la comida que se le dió como si fuera un animal salvaje, les aterraba verle comer, sobre todo porque sus mordiscos realmente daban la impresión de tener la fuerza suficiente para comerse a un ser humano.
— ¡¡Malditos ancianos de mente cerrada y traseros putrefactos!! — gritó mientras entraba al salón, abrumando bastante a todos los presentes, sobre todo al pelirrojo, quien rápidamente dejó de lado la pierna de pavo que estaba comiendo, aunque de vez en cuando tomaba una uva y se la metía a la boca — ¡¡¿Quiénes se han creído que son para criticar mi trabajo de esa forma?!! ¡¡yo soy el futuro, maldita sea!!
— ¿Está todo bien, jóven Volkova? — preguntó una mucama, pero él la ignoró totalmente para ir a la mesa y sentarse en las piernas del pelirrojo, algo que abrumó mucho a este mismo, aunque más le abrumaba lo tosca que estaba la respiración de su contrario.
— ¿Porqué respiras así? — preguntó tratando de tomarle del cabello, pero Haze rápidamente apartó su mano y se lo impidió.
— Estoy enojado, eso me pasa — renegó, y al hacerlo, se puso se pie y empezó a quitarse la bata que cubría su desnudez, haciendo jadear a todos los presentes — ¡¡Lárganse o mirenme follar con él!!
En cuanto dijo esto, la servidumbre entera se marchó, mientras el pelirrojo tomaba una manzana de la mesa y le daba una mordida.
— ¿Qué es follar? — preguntó mientras masticaba, algo que hizo a Haze fruncir el ceño con asco.— No hables con la boca llena, eso es repugnante.
— Lo siento — respondió cubriendo su boca con su mano, Haze suspiró pesadamente para sentarse de nuevo en las piernas ajenas y besarle la frente con dulzura.
— Perdóname, cariño; no es mi intención desquitarme contigo, solo que, la gente idiota me saca de quicio.
— ¿Quién vino a verte? — preguntó besando los labios de Haze lentamente, gesto que hizo al pelinegro jadear suavemente.
— Mh, si me besas así no podré decírtelo — canturreó mordiendo la boca ajena, rodeando el cuello ajeno con sus brazos para impedir que se apartara de él — Solo es un tonto que cree que estoy loco.
— Un loco es alguien que no actúa bajo el buen juicio, yo no considero que estés loco — dijo entre besos y caricias a la espalda de Haze, haciéndole sonreír con soberbia.
— ¡Mgh, exacto! — clamó apartándose de aquellos besos — ¡Me creen loco por ofrecer alternativas a la lúgubre vida que tenemos! ¡ellos son los locos por querer desaprovechar esta gran oportunidad!
— ¿Qué tipo de oportunidad es esa? — cuestionó inclinando la cabeza.
— Tú, amor mío, eres la llave del nuevo mundo que estoy destinado a crear — dijo mientras apretaba las mejillas ajenas, logrando que el pelirrojo le mirara con confusión.
— ¿Yo?
— Así es amor mío, tú, eres mi hermoso mesías — canturreó tomando el cuello ajeno para besar hambrientamente los labios de su contrario, mientras que por la mente de su "creación", rebotaba un ligero pensamiento áspero, que le estaba carcomiendo desde la noche anterior, pero no se atrevía a decirlo en voz alta, ya que algo en él le impedía querer incomodar a Haze, aunque el dolor en su pecho al pensar "¿cómo se supone que soy el futuro, si ni siquiera tengo un nombre propio?", le hacía sentir de una manera muy extraña, era una sensación pesada, amarga, que no le agradaba en absoluto.
-06:45 marcaba el reloj, él miraba fijamente aquel espejo frente al que le estaban arreglando, mientras que Haze estaba detrás suyo cepillando su cabello tranquilamente.
— Qué hermoso estás — canturreó mientras se acercaba al cuello ajeno para besarlo sutilmente — Mi amado.
— ¿Cómo debo comportarme esta noche?
— Solo sé tú mismo, mi cielo, con eso bastará — explicó mientras se apartó para ir a una mesa de noche llena de joyería, y mientras él se ponía un bello collar con una joya azul enmedio, el pelirrojo miraba a otro lado con pesadez, al mismo tiempo que pensaba "ni siquiera sé lo que soy, ¿cómo puedo pretender ser yo mismo entonces?", un pensamiento que tenía desde hace varias horas, pero su creador parecía negado a responderle de manera concisa, solo se disponía a besarlo y acariciar su cuerpo con intenciones sexuales, algo que intrigaba mucho al pelirrojo, sobre todo por el extraño calor que se generaba en su cuerpo ante tales roces físicos.
Rápidamente escucharon cómo alguien tocaba la puerta con insistencia, cosa que hizo al pelirrojo ponerse de pie e ir a abrirla, mirando curioso que se trataba del mismo sujeto que le dió la bienvenida a ese nuevo mundo, hace varias horas atrás.
—Vaya, Haze sabe disfrazarte para hacerte ver como una persona normal — dijo incrédulamente, palabras que hicieron al pelirrojo fruncir sutilmente el ceño, mientras la pesadez se iba acrecentando en su ser.
— Llegas a tiempo — dijo mientras se colocaba unos pendientes de diamante.
— Ni loco iba a dejarte solo hoy, sabía que aprovecharías el baile de lord Campbell para presentar a tu cosa, y prefiero ir a apoyarte que dejar que vayas solo y que te apedreen por blasfemo.
— Pff — bufó rodando sus ojos de mala gana, gesto que hizo a su amigo acercarse a él y verle de mala gana.
— ¡No me hagas ese gesto, Sasha! ¡sabes de sobra que estás cometiendo una locura!
— Haze no está loco — dijo el pelirrojo, logrando que ambos voltearan rápidamente — Un loco es alguien que actúa de manera anormal, o que no sigue los parámetros de lo racional, yo no siento que Haze encaje en tal descripción.
— Ay mi amor — canturreó conmovido mientras se acercaba a él para besar sus labios, mientras el contrario fruncía el ceño con asco.
— Bleh — bufo — Déjame decirte algo, rojito, tu amante es un completo loco e idiota, y van a condenarlos a ambos por eso.
— No le hagas caso, amor — dijo besando el cuello de su contrario mientras le acariciaba un brazo — Todo saldrá bien hoy, con verte a los ojos sé que será así.
Tales palabras junto con la cálida sonrisa que puso Haze al decirlas, hicieron que el pelirrojo sintiera algo cálido en su pecho, una sensación mucho más fresca y amigable que la amarga pesadez que tenía desde más temprano de hecho, aquel lindo sentimiento le hizo esbozar una ligera sonrisa dedicada de lleno a Haze, cosa que le hizo sonrojarse de golpe.
— ¿Y qué diremos al llegar? — dijo Shun de mala gana — ¿"Hola, soy Sasha Volkova y este es mi monstruo?".
— ¡¡No le digas monstruo!! — gritó bruscamente, sorprendiendo al pelirrojo y abrumando a Shun — ¡¡Monstruo es ese Dios que nos obliga a hincarnos de rodillas ante él rogando por piedad, en un mundo que debería ser justo y pacífico!!
— Ya entendí, nada de monstruo — dijo con fastidio — ¿Y cómo se supone que vas a presentarlo entonces?
— Pues... c-como mi creación, ¿de qué otra manera debería presentarlo? — dijo con algo de cinismo.
— Yo... — murmuró el pelirrojo, captando por completo la atención de Haze — Tal vez con... con mi nombre, sería una buena forma de presentarme.
— ¿Tu nombre? — dijo con algo de incredulidad.
— Dijiste que este tipo de reuniones era para que las personas socializaran y convivieran cordialmente, ¿cómo puedo socializar y convivir entonces, si no tengo un nombre con el cual presentarme?
— Serás mi acompañante, no necesitas nada más que eso — dijo mientras se acercaba a él para tomarle de las mejillas con una sola mano, y obligarle a verle a los ojos con algo de seriedad — Yo te cree, mi amor, deja que yo me encargue de todo entonces.
El pelirrojo asintió con la cabeza mientras agachaba la mirada, la pesadez volvía a invadir su pecho rápidamente, algo que no entendía, pero que le frustraba bastante, sobre todo al no comprender qué había pasado con la linda sensación que tuvo hace tan solo unos segundos, y más importante, no entendía porque Haze actuaba de manera tan peculiar, sobre todo con él, que su única labor era hacerle compañía y ofrecerle ternura, aunque se estaba enfocando más que nada en la atención carnal, cosa que al pelirrojo no le disgustaba, pero igual le confundían esos cambios abruptos de parte suya.
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Miraba abrumado todo a su alrededor, era la segunda vez que salía al mundo exterior, pero era la primera vez que le prestaba tanto atención al mundo que le rodeaba.
— Buenas noches, caballeros — saludó el hombre encargado de recibir a los invitados que llegaban en sus carruajes.
— Bonita noche — dijo Haze con sonrisa entusiasta mientras se bajaba del mismo junto a Shun, aunque volteó la mirada al notar que faltaba la razón de su visita en aquella pomposa reunión.
Al notar que el pelirrojo se quedó mirando la luna a través de la ventana del carruaje, gruñó por debajo con algo de molestia, y mostró una sonrisa pasivo-agresiva que alteraba mucho los sentidos de su acompañante de cabello negro — ¡Cariño!
Al escuchar esto, el pelirrojo rápidamente se bajó del mismo, para tomar su brazo y caminar con él al interior de aquella enorme y muy lujosa mansión.
— Nos van a comer vivos — dijo Shun, cuyas palabras confundieron al sujeto pelirrojo — ¡Es una metáfora!
— No lo regañes, no es su culpa que no sepas hablar — dijo Haze cínicamente, logrando que Shun gruñera con fastidio, y por alguna razón, que Haze le defendiera de Shun, le causaba a Jessie un agradable sentimiento de satisfacción, que le hizo sonreír tranquilamente.
En cuanto ambos entraron al salón, todas las miradas se clavaron sobre ellos, tanto las jóvenes doncellas como los hombres mayores y de gran estatus en la sociedad, miraban asqueados al sujeto de aspecto extraño que acompañaba al jóven Sasha Volkova, eran miradas pesadas, densas, que juzgaban sin si quiera pronunciar una palabra, miradas que hicieron que el pelirrojo empezara a sentirse extraño, como si le faltara el aire o algo así.
— ¡Shun, Sasha! — clamó cierto sujeto rubio que fue corriendo hacía ellos para recibirles con un fuerte abrazo, aunque detuvo en seco sus acciones al ver al sujeto de cabellera rojiza que se mantenía apegado al cuerpo de Haze.
— Es un placer verte, Quincy — dijo Haze tranquilamente, ignorando totalmente la expresión confusa de su amigo — ¿Qué tal tu viaje a Vienna?
— Excitante — admitió con una sonrisa nerviosa, mirando abrumado las cicatrices que el pelirrojo tenía en su rostro, cuello y manos — Y amm, ¿q-quién es este respetable caballero que vino hoy con ustedes? es primera vez que lo veo.
— Es mi acompañante — dijo Haze con orgullo, para acercarse a Quincy y sujetar su mano sutilmente — ¿Recuerdas el manuscrito que te envié hace meses?
— ¿Cómo olvidarlo? tuve pesadillas por lo gráfico que fuiste al explicar el proceso — dijo cinicamente.
— Te presento a mi hermoso mesías, mi primer proyecto, y el mayor de mis logros — dijo coquetamente mientras miraba embelesado al pelirrojo, quien sintió un ligero ardor de pena en sus mejillas por la manera en que le miraba su acompañante y el rubio recien llegado, quien jadeó horrorizado al caer en cuentas al fin.
— ¡¿Q-Qué?! — clamó de golpe, aunque no obtuvo alguna respuesta, sino que Haze tomó la mano del pelirrojo y fue con él al centro de aquel salón, y aprovechando que un mesero pasó cerca suyo, tomó una copa de vino, y se subió a una mesa para alzar esta misma.
— ¡¡Su atención, por favor!! — gritó de golpe, captando la atención de todos los presentes — ¡Quiero agradecerle a todos por haber venido esta noche a la reunión de mi buen amigo lord Quincy Campbell, sobre todo porque esta será la noche en la que la brecha de la vida y la muerte sea revocada para siempre!
Todos los presentes jadearon horrorizados al oír las declaraciones ajenas.
— ¡Quiero agradecerles por venir, a lo que será la noche que cambiará el mundo como lo conocemos para siempre! ¡hoy les muestro, damas y caballeros, que todo en lo que solían creer, era un completo error! ¡¡todas las promesas incumplidas que les hizo su Dios vano e insignificante, hoy yo se las cumpliré!!
Extendió su mano hacía el pelirrojo que le miraba con curiosidad, y en cuanto este la tomó, le hizo subirse a la mesa junto a él.
— Muchos creerán que estoy loco — dijo entre risas cínicas — Porque hace meses surgió en mi mente una pequeña idea, "¿qué pasaría, si usáramos energía, para reanimar a personas que ya están fallecidas?".
En cuanto dijo esto, muchas personas jadearon horrorizadas, algunas hasta empezaron a maldecir en voz alta.
— Wow, vaya que la idea les parece encantadora — dijo cínicamente — Me fascina que les guste mi idea, porque yo, Sasha Volkova, he llevado a cabo la primera reanimación utilizando energía eléctrica.
En cuanto dijo esto, pasó su mano por el pecho del pelirrojo, mientras este le miraba totalmente confundido, no entendía en absoluto las palabras que le estaba diciendo.
— Esta hermosa criatura de aquí... ¡hace veinticuatro horas era carne muerta! — las personas alrededor gritaron horrorizadas — Horrenda y putrefacta carne en pleno proceso de descomposición, y hoy, tenemos frente a nosotros, a todo un caballero refinado, que habla y camina a la perfección, lee y escribe como todo un letrado, y está de más que alardee de esto, pero todo su cuerpo funciona a la perfección — canturreó esto último de manera lasciva, llamando la atención de varios hombres ahí presentes, y asqueando a unas mujeres.
— ¡Te has vuelto loco, Volkova! — clamó un sujeto, que hizo que Haze volteara de golpe y le mirara con incredulidad.
— ¿Loco dices? ven, acércate, te permitiré tocar a mi creación, solo para que siéntas lo áspera que está su piel por el tiempo sin tener contacto con el sol, o lo densos que están sus músculos por haber estado inmóviles tanto tiempo.
El hombre dió un paso atrás ante tales palabras tan toscas, gesto que hizo a Haze reír con soberbia, aunque sus palabras estaban abrumando muchísimo al pelirrojo junto a él, sobre todo por el amargo sentimiento que se iba intensificando en su pecho cada vez más, sobre todo al darse cuenta de que Haze no hablaba de él como si fuera una persona independiente, se refería a él como una "creación", como un "objeto", como una "cosa".
— S-Si eso es cierto... — murmuró una jóven, con la cara plagada de horror y miedo, pero con un ligero tono de esperanza en sus ojos — S-Si lo que dices es verdad... ¿s-significa que puedes revivir a... p-personas que hemos... p-perdido?
Haze sonrió conmovido al oír las palabras de la chica, y acercó su mano a la de ella para acariciarla sutilmente.
— Claro que sí — murmuró suavemente — Esa es mi meta principal.
La chica derramó un par de lágrimas al oír las palabras ajenas, y sin evitarlo, se subió a la mesa para abrazar con fuerza a Haze, gesto por el cual este sonrió con orgullo y emoción, mientras que el pelirrojo fruncía sutilmente el ceño con algo de frialdad, por la manera en la que la chica se atrevía a abrazar a su "compañero".
Todas las personas empezaron a acercarse, puesto que querían ver con detalle a la "criatura" a la que Haze presumía con tanto orgullo, y mientras él hablaba con los miembros de la asociación, sobre qué método utilizó para reanimar un cadáver, el pelirrojo debía enfrentarse al escrutinio público, a ser visto como todo un bicho raro, a ser señalado como algo deforme, como algo asqueroso, como a un monstruo vil, y sin alma.
— Esto es increíble — dijo un hombre que hablaba con Haze — Esto puede significar un avance significativo para el mundo entero.
— Lo sé, lo sé — dijo con cinismo y algo de soberbia, mientras deslizaba su mano por la pierna de su contrario, quien se sonrojó ante tal tacto, pero era muy reconfortante, sobre todo enmedio de aquella multitud de personas que le miraban con asco y miedo.
— ¿Y qué tal se comporta? ¿habla bien? ¿come bien?
— Habla como nadie, y es algo tosco para comer, pero todo depende de educación y un período de adaptación — canturreó coquetamente, mientras tomaba el hombro del pelirrojo y lo apretaba un poco, mientras las mejillas ajenas se tornaban de un ligero carmesí, que llamó la atención de los hombres presentes.
— Increíble — dijo un hombre que se aproximó a él para tomarle del hombro sutilmente — ¿Está sonrojado?
— Así es — dijo Haze con orgullo — Los vasos sanguíneos funcionan a la perfección, y esta solo es una de las muchas reacciones físicas que puede tener, como una persona normal.
— Fascinante — dijo aquel hombre rubio, algo mayor, que miraba embelesado al sujeto pelirrojo, con una mirada muy similar a la expresión que ponía Haze cuando hablaba de más sobre la "cercanía física" que quería tener con él, algo que le intrigaba muchísimo.
Estuvo a punto de tomar la barbilla de su acompañante para verle a los ojos y sonreírle con orgullo, aunque le alertó ver cómo ese hombre tomaba ambas mejillas del pelirrojo y lo miraba con ternura.
— ¿Cuánto por él? — preguntó en seco, asombrando a todos los presentes, sobre todo al pelinegro, quien rió por debajo con algo de desdén, mientras un ligero brinco en su ojo dennotaba su creciente fastidio.
— ¿Disculpe?
— Esta criatura es simplemente espléndida, quiero saber cuánto estás dispuesto a aceptar por ella.
El pelirrojo miró algo abrumado a Haze, quien sonrió de manera incrédula para pararse enmedio de él y del hombre rubio, que observaba a su creación con una ternura y un deseo que le irritaba bastante.
— ¿Cuánto estás dispuesto a ofrecer?
— Di una cifra, te la daré multiplicada sin dudarlo.
— Vaya, qué generoso — bromeó, tomando un mechón rojizo de su creación para acariciarlo sutilmente — ¿Tanto te gusta lo que ves?
— Es... excepcional — dijo entre suaves jadeos, parecía que a aquel círculo íntimo de hombres poderosos y adinerados no les importaba lo que pudieran decir de ellos, les daba igual que notaran su gusto por los de su mismo sexo, al fin y al cabo, cuando estaban entre ellos podían actuar sin miedo al qué diran, era el privilegio de ser rico y poderoso, podías comprar la opinión pública, y alterarla si esta no te beneficiaba en absoluto.
— Mh, sí, vaya que lo es — canturreó apegándose al cuerpo de su creación, permitiendo que esta le diera un abrazo desde atrás, que dejó perplejos (y algo celosos) a los hombres que les miraban con atención — Es simplemente único en su clase, pero aún en su estátus tan singular, puedo ofrecerme en tomar esa generosa suma de dinero, y diseñar para ti una criatura hecha a la medida, bajo tu mero gusto, y tus meros caprichos.
Todos jadearon horrorizados al oírle decir eso, pero sus jadeos solo hicieron reír a Haze, y que su creación le mirara con preocupación.
— ¿Realmente puedes hacer eso? — preguntó otro hombre.
— ¿Porqué no habría de hacerlo? este espécimen fue un éxito, los demás solo pueden mejorar considerablemente, aunque mejorar ya es imposible — no tuvo miedo de fanfarronear y alardear sobre su obra, aunque no había nadie más incómodo por sus palabras, que su propia creación.
— ¡Yo quiero uno! — dijo un hombre.
— ¡Yo igual, pero quiero una mujer! — dijo otro, empezando una ola de pedidos que hicieron sonreír con cinismo a Haze, mientras el pelirrojo miraba horrorizado cómo hacía tratos con esas personas por carne fresca que pudiera satisfacer sus más bajos instintos, él mismo se sentía algo incómodo por tener que vivirlo en carne propia, pero tener que ver cómo eso ocurría de manera tan descarada, le helaba la sangre por completo.
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— ¡Jajaja, qué fiesta tan fantástica! — clamaba mientras entraba a su habitación, siendo seguido por su creación, quien mantenía la mirada agachada y los brazos cruzados, tratando de entender lo que estaba ocurriendo, aunque un amargo sentimiento en su pecho le impedía ver de buena manera lo que su "creador" estaba haciendo — Ahh, nada podría mejorar esta experiencia en definitiva.
Volteó de reojo a ver al pelirrojo de manera juguetona, mientras un gran rubor inundaba de golpe sus mejillas.
— Bueno... hay una cosa que sí puede mejorarla por completo — canturreó mientras volteaba y empezaba a quitarse la camisa, devorando con la mirada a la criatura que miraba a la nada con melancolía y decepción, una mirada que causaba gracia a su creador — ¿A qué debemos esa expresión de tu parte, cariño mío?
— Todo lo que dijiste esta noche... no logro comprenderlo — admitió mientras le miraba algo serio — Creí que me habías creado para que estemos juntos, no como un objeto de culto para ser idolatrado por todas esas personas.
— Ahh cariño, ni siquiera sabes de lo que estás hablando — dijo cínicamente.
— ¡Porque no has querido decirme con qué fin me creaste! — clamó bruscamente, sintiendo pánico al ver cómo la sonrisa de Haze se convertía en una expresión seria, y muy aterradora.
— ¿Cómo te atreves a alzarme la voz? — murmuró con seriedad, mientras se acercaba lentamente hacía él — ¡Yo te di la vida, merezco tu respeto, no que creas que puedes gritarme de esta forma tan insensata!
— Dijiste que me "devolviste" la vida, no que me creaste; ¿eso quiere decir que yo tuve una vida antes de que estuvieramos juntos?
— De haber sabido que solo sabrías decir idioteces te habría cosido la boca mientras te preparaba — renegó, logrando que el dolor en el pecho ajeno acrecentara considerablemente.
Suspiró con frustración para acercarse a él, tomarle de las mejillas, y plantarle un cálido beso en los labios, que hizo al pelirrojo ver a otro lado con pesar.
— No me gusta tratarte así, mi amor — murmuró sutilmente — Pero no me gusta que digas esas cosas... empiezas a sonar igual que Shun.
— Me cuesta entenderte, Haze — murmuró tomándole de ambas mejillas, mientras una expresión penosa se mostraba en su rostro — Explícame, ¿quién soy en verdad? ¿porqué me diste esta nueva vida? ¿cuáles son tus planes conmigo?
— Eres mi pareja, cariño — aclaró tranquilamente — Quería demostrarle al mundo que puede haber vida luego de la muerte, y en el camino, aproveché la oportunidad para darle vida a alguien que me hiciera compañía para siempre... alguien que no me dejara solo jamás.
Posó ambas manos en el pecho del pelirrojo, para después pegar su frente con la de él, de manera delicada y tierna, logrando que su creación sintiera un repentino cosquilleo que le hizo sonrojarse.
— No miento cuando digo que te adoro, mi cielo; eres lo mejor que he hecho, lo mejor que ha podido pasarme, y no quiero que el mundo corrompa tu identidad; a partir de ahora solo seremos tú y yo, nada ni nadie va a separarnos jamás, eso es un hecho.
— Esos hombres, te pidieron crear a más como yo, ¿vas a hacerlo?
— Mi plan siempre fue ese — admitió alzando los hombros — Después de ti iba a... enfocarme en otro proyecto, que me ha tenido muy pensativo desde hace meses.
— ¿Qué clase de proyecto? — cuestionó, aunque una risa de parte del pelinegro le hizo reír cínicamente.
— Vaya que estás muy curioso hoy — canturreó tomándole de las manos para atraerlo hacía una fogata enorme que mantenía caliente aquella habitación — Descuida, lo sabrás, serás el primero en saberlo; pero por hoy, solo quiero que celebremos, el inicio del nuevo mundo, que gobernaremos juntos.
Miraba abrumado las acciones de Haze, sobre todo la manera tranquila y juguetona en la que empezaba a desabotonar su traje y a bajarselo lentamente, algo que el pelirrojo no entendía, pero no tuvo tiempo de objetar, cuando menos se dió cuenta, Haze ya le había dejado el pecho totalmente expuesto.
— Hermosa criatura — murmuró suavemente, mientras empezaba a repartir besos por el pecho ajeno, bajando poco a poco hasta que llegó a la entrepierna ajena, para comentar a bajar el pantalón ajeno, haciendo al pelirrojo jadear sutilmente.
— ¿Haremos lo mismo de ayer? — preguntó mordiéndose uno de los dedos de su mano, mientras observaba cómo Haze se dedicaba a dejar expuesta su hombría, y al hacerlo, se dispuso a acercar su boca a la misma, todo mientras el pelirrojo jadeaba pesadamente y echaba la cabeza hacía atrás, dejándose llevar por aquellas sensaciones tan electrizantes y únicas, que por más que se le hacían curiosas y extrañas, no podía negar lo mucho que parecían gustarle.
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— ¡¡A-Ahh, a-así, n-no pares, no pares!! — gritaba enloquecido mientras sujetaba con firmeza los glúteos ajenos, empujando el cuerpo del pelirrojo contra el suyo, aprovechando que este estaba encima suyo, para ayudarle a que le diera embestidas cada vez más certeras — ¡¡Ahh, ay mi amor, m-más rápido!!
— Haze — gimoteó sutilmente, mientras hundía su cara en el hombro ajeno, dejando que le guiara en aquel huracán de lujuria desenfrenada — Se siente bien.
— ¡¡A-Ahh, c-claro que se siente bien!! — gritó echando la cabeza hacía atrás, soltando un estridente alarido al sentir la brusca corriente del orgasmo recorrer su cuerpo — ¡¡A-Ahh, s-sí mi amor, no pares!!
El pelirrojo mordió con fuerza el hombo ajeno, mientras una fuerte corriente inundaba su cuerpo sin más, la cual le hizo gruñir de manera lasciva, mientras se hundía una última vez en el cuerpo de su contrario, mientras este gemía y sonreía gustosamente, disfrutando de los instante de paz post-sexuales, así como también de los suaves y roncos gemidos que soltaba el pelirrojo al acabar de venirse.
— Se sintió tan bien — murmuró acurrucándose en el pecho ajeno, mientras Haze le acariciaba el cabello sutilmente.
— Te dije que iba a ser increíble — canturreó juguetonamente, mientras tomaba las mejillas ajenas para besar lentamente al pelirrojo, besos a los que este correspondió sin dudarlo dos veces, empezaba a disfrutar tanto como él de esos instantes de intimidad sexual.
— Quiero más — dijo entre besos, que hicieron reír al pelinegro sutilmente.
— Cálmate, cariño; la noche es jóven — murmuró pasando su mano por el pecho ajeno, sonriendo al notar que el pelirrojo seguía dentro de su cuerpo — Veo que no te cuesta recobrar energía rápidamente.
— ¿A ti sí? — preguntó intrigado.
— Ah sí, es lo malo de seguir siendo un pobre mortal, aún debes cuidar de tu pobre y débil cuerpo — renegó de mala gana, mientras el pelirrojo empezaba a juguetar con sus mechones oscuros — En parte envidio la fuerza y energía que obtuviste después de muerto.
— Eres hermoso — dijo tranquilamente, cosa que hizo a Haze sonreír con ternura.
— Gracias, mi amor — susurró tomándole de la barbilla para besarle lentamente, besos a los que el contrario correspondió sin dudarlo dos veces — Cuando termine con todos mis encargos, deberíamos organizar una ceremonia y casarnos.
— ¿Eso es importante?
— ¡Por supuesto! por años he querido casarme, pero nunca encontré a alguien lo suficientemente bueno para mí, pero ahora que te tengo, casi quiero salir corriendo al altar, y presumirle a todo mundo que finalmente he encontrado a una pareja que me ama, y no solo me utiliza.
Dichas palabras intrigaron mucho al pelirrojo, sobre todo al ver cómo Haze chasqueaba la lengua con frustración y se recostaba a ver detenidamente la chimenea, con un semblante incómodo en su rostro.
— Ignora mis palabras, estoy ventilando malas experiencias del pasado, que ya no van al caso — murmuró, logrando que el pelirrojo se recostara en su pecho y le miraba curioso.
— ¿Siempre has estado solo? — preguntó, logrando que Haze mirara a la nada con pesar, y que una ligera sonrisa de dolor se dibujara en su rostro.
— No siempre — aclaró — Siempre me dió igual tener novio o no, no necesitaba de ningún hombre o mujer, mi mundo giraba entorno a una sola persona... y esa era mi madre. Luego de separarse de mi padre vino a vivir conmigo, éramos felices, hasta que la tragedia inundó nuestro hogar.
— ¿Le pasó algo malo?
— Fue a parar al cruel y frío abismo del que te saqué, amor; una rara enfermedad se la llevó — dijo con pesar, mientras su voz se iba quebrando poco a poco — La pena me carcomió, ni mi pasión por la medicina y la ciencia me animaban en absoluto, por poco tomé la insensata decisión de reunirme con ella.
— ¿Y qué te impidió hacerlo?
— Tú, mi amor — dijo juguetonamente, mientras tomaba la barbilla ajena y la acariciaba sutilmente — Tú me salvaste, apareciste en uno de mis sueños, tomando vida luego de una muerte cruel y dolorosa, tú me ayudaste a abrir los ojos, y darme cuenta de que la muerte no debía ser el final... sino un nuevo comienzo.
— No tenía idea de que tus motivaciones eran tan profundas — admitió — Ahora entiendo porqué lo haces, no quieres que las personas sufran lo mismo que tú has sufrido.
— Eres de rápido entender, eso me fascina — susurró lascivamente — Aunque soy yo el que no quiere volver a sufrir, el mundo entero me da igual, solo quiero que vean que soy un genio, que puedo guiarlos a una nueva vida de inmortalidad y dicha, pero para llegar a ella, tendrán que adorarme, por completo.
Le alertó sentir cómo le empujaban bruscamente contra el suelo de aquella habitación, y cómo el pelinegro se colocaba encima suyo para verle directamente a los ojos con detenimiento y severidad, algo que le aterró, pero en el fondo, también le gustó.
— Eso también va para ti, mi cielo — murmuró apretando uno de los pectorales ajenos — Debo ser todo lo que adores y necesites en esta vida, quiero ser la luz de tus días, el motivo de tus suspiros, lo que te mantiene de pie cada día, cariño; debes vivir para mí, sentir para mí, ser míos en cuerpo y alma, sin un solo espacio en tu agenda para considerar pensar en otra persona.
— Tú me diste esta vida, Haze; me trajiste de la muerte para ser compañeros eternos; siendo así, viviré para ti, caminaré para ti, y de ser necesario, moriré de nuevo para ti.
Una sonrisa soberbia y lujuriosa se dibujó en el rostro de Haze al oír tales palabras, y sin pensarlo dos veces, le dió un hambriento beso al pelirrojo que dió pie a otra ronda desvergonzada y extensa de intimidad carnal, en la que ambos terminaban de sellar aquel pacto que les iba a mantener juntos por el resto de la eternidad, ya que ahora, la muerte no parecía ser un impedimento o una barrera que les obligara a alejarse mutuamente, solo les quedaba disfrutar de su aparente infinidad de tiempo juntos.
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Las hojas de otoño empezaron a caer, y con ellas, empezó a haber un cambio considerable, tanto en el clima como en las personas alrededor. La casa Volkova era visitada a diario por personas que solicitaban de sus servícios, ya fuera para pedir resurección para sus seres queridos, o para solicitar a un compañero o compañera traído del más allá, cuyo cuerpo debía acoplarse a las exigencias del mecenas que pagaba cantidades obscenas de dinero, moralmente era algo muy sucio, pero a Haze le daba igual la moral, amaba ser el centro de atención, amaba que todos parecían dispuestos a besarle los pies, con tal de obtener eso que tanto querían.
— Esto es absurdo, Haze — renegó leyendo la lista de pedidos, mientras su amigo sonreía con soberbia, disfrutando de los besos y caricias que le daba cierto sujeto pelirrojo sobre el cual estaba sentado, se habían vuelto inseparables a medida que pasaba el tiempo, aunque al pelirrojo tal cercanía empezaba a afectarle, sobre todo cuando su creador se iba de casa, y le dejaba solo por horas, horas que se le hacían eternas.
— ¿Absurdo? ¡es hermoso, Shun!
— ¡Mira esta lista de pedidos! ¡¿si quiera has empezado alguno de estos?!
— Estarán listos pronto — dijo de mala gana, tomando el cuello del pelirrojo para besarlo hambrientamente.
— Solo te la has pasado bebiendo y fornicando con tu demonio — dijo con desdén, logrando que ambos voltearan a verle con enojo absoluto — Date cuenta que toda la alta sociedad quiere que cumplas a tu palabra, ¡te colgarán vivo por quitarles su dinero y no darles nada a cambio!
— No he dicho que no les daré nada a cambio, solo estoy tomándome mi tiempo para completar esos pedidos — dijo dando un sorbo a su trago, para darle uno al pelirrojo, quien lo aceptó sin cuestionar — Necesito materiales, Shun; los cuerpos no caen de los árboles.
— ¿Cuerpos? — dijo con algo de seriedad, mirando incrédulo a su amigo, quien le observó con fastidio.
— ¿Crees que esta hermosura está hecha de harina y sal? — bromeó, aunque sus palabras abrumaron mucho a su creación.
— ¿Y de dónde sacaste las partes que usaste?
— Un mago no revela sus secretos, Shun — bromeó, haciendo a su amigo fruncir el ceño con seriedad.
— Dime por favor que no mataste a nadie.
El silencio reinó de golpe en aquella habitación, Haze mostraba un semblante tranquilo y algo soberbio, mientras Shun le miraba perturbado, y el pelirrojo fruncía el ceño con confusión.
— ¿No se te hace tarde para ver a tu prometida, Shun? — preguntó de manera filosa, logrando que su amigo gruñera con seriedad y se levantara de su asiento para caminar hacía la puerta, pero antes de hacerlo, volteó a ver al de ojos azules con algo de frialdad.
— Eres mi amigo, Sasha; y solo por eso me abstengo de notificar a las autoridades las cosas turbias que has hecho, pero tarde o temprano te van a descubrir.
— No si me piden que haga cosas turbias para cumplir los caprichos de la alta sociedad — bromeó.
— Todos te usarán para lavarse las manos, diciendo que el loco siempre fuiste tú... y hay mucha verdad en todo eso.
— Lárgate ya, Shun — dijo con desdén, sin siquiera mirar de frente a su amigo, algo que hizo que este gruñera con molestia para darse vuelta y abandonar aquel hogar, dejando solo a Haze y a la criatura pelirroja, quien miraba curioso al sujeto sentado en sus piernas.
— Ahh, al fin solos, mi cielo — murmuró tomando la barbilla ajena para besarlo lentamente — ¿Qué gustas hacer ahora que ese odioso finalmente se ha ido?
— ¿Mataste a alguien? — preguntó fírmemente, sacándole a Haze un gruñido de fastidio de los labios.
— Maldición — bufó de mala gana — Shun siempre me trae problemas.
— ¿Lo hiciste? — insistió.
— ¿Eso importa? — preguntó alzando los hombros — Todo fue con fines científicos, amor; no lo hice por mero odio o algo así.
— Le arrebataste la vida a alguien — dijo con seriedad, seriedad a la que Haze correspondió sin dudarlo dos veces.
— Odio cuando te vuelves tan moralista como Shun; lo sabes de sobra — renegó mientras se levantaba para ir hacía la mesa de centro a servirse algo de licor.
— Dime la verdad, Haze, merezco saberlo.
— ¡¿Para qué?! ¡¿para regañarme como lo estás haciendo justo ahora?! — clamó volteando de golpe — ¡Nadie ha pensado en todo lo que me sacrifiqué para llegar hasta aquí! ¡todos me señalan, nadie me apoya! ¡tú mismo me señalas, cuando lo único que he querido siempre es una eternidad a tu lado! ¡¡y en lugar de agradecerme me reprochas!! ¡¡¿qué carajo ocurre contigo?!!
Dichas palabras hicieron que el pelirrojo agachara la mirada con pesar, mientras el de cabello negro suspiraba con frustración para acercarse a él, tomarle las mejillas y hacerle alzar la mirada.
— No me gusta gritarte así, mi amor, pero me saca de quicio que hagas tanto caso a las palabras de Shun.
— Es que... no puedo evitar sentirme extraño, sobre todo cuando hablas de tus nuevos "proyectos".
— ¿Estás celoso? — murmuró juguetonamente, haciendo al pelirrojo mirarle con curiosidad — Ahh, debí suponer que se trataba de eso.
— N-No, no se trata de— trató de hablar, pero un beso de parte de Haze detuvo en seco sus palabras.
— Descuida cariño, tú eres el único con el que me quiero acostar — canturreó para apartarse de él y caminar hacía la puerta de la habitación — Ahora si me disculpas, debo ir a terminar los planos de mi siguiente creación, te dejaré solo un ratito cielo, no ocasiones problemas ¿de acuerdo?
Al ver al pelinegro marcharse, el pelirrojo suspiró con pesadez y se dispuso a caminar por aquel salón mientras pensaba en las palabras de Shun, y en las palabras del propio Haze, ¿realmente su creador fue capaz de arrebatarle la vida a alguien para llevar a cabo sus planes? y de ser eso cierto, ¿significaba que seguiría matando a medida que recibiera más pedidos? era algo que confundía al pelirrojo, ¿acaso estaba bien que Haze matara a esas personas? en el poco tiempo que llevaba de vida, entendía que las leyes humanas implicaban no cometer actos violentos contra otros, no obstante, Haze rompía cada una de esas reglas impuestas, algo que le hacía sentir al pelirrojo que, tal vez su creador no era tan bueno como decía, eso, o que él lo hiciera no estaba mal, y al notar que le estaban pagando por eso, empezaba a creer que la segunda opción era la correcta.
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Entró a aquel laboratorio con ambas manos tras su espalda, mirando intrigado cómo su creador hacía algunas pruebas eléctricas con lo que parecía ser una rata muerta, algo que le hizo fruncir el ceño con confusión.
— ¿Roedores? — preguntó parándose detrás de él, cosa que hizo a Haze voltearse de golpe y sonreírle juguetonamente.
— Hola — le saludó coquetamente — ¿A qué debo tu presencia en mi humilde morada?
— Tienes razón, debo dejar de cuestionarte, después de todo, tú me diste esta nueva vida, debo confiar plenamente en ti.
— Así me gusta, mi cielo — susurró deslizando su mano por la mejilla ajena.
— Decidí que quiero ayudarte — dijo tranquilamente, asombrando totalmente contrario.
— ¿Ayudarme? — rió sutilmente.
— Claro, tienes mucho que hacer, pensé que si te ayudo, podrías acelerar el proceso, además, quiero trabajar con mi ser amado.
Dichas palabras hicieron a Haze sonreír juguetonamente, aunque rápidamente un semblante dudoso y serio se dibujó en su rostro.
— No lo sé, cariño; trabajo mejor solo.
— Solo haré labores mínimas, o las más desagradables que tú no quieras llevar a cabo... como conseguir recursos.
Dichas palabras hicieron que el pelinegro mirara abrumado a su contrario, mientras una larga sonrisa se dibujaba en su rostro.
— ¿Y adónde fue tu sutil sentimiento de moralidad, eh?
— Estoy de tu lado, cualquier cosa que hagas debo verla como algo bueno, así no la entienda o no me convenza del todo.
— Me gusta como piensas — murmuró pasando su mano por el cuello ajeno, para acercarlo a él y plantarle un hambriento beso en los labios, beso al que el pelirrojo correspondió sin dudarlo dos veces.
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Gruñó al terminar de cavar aquella fosa, mirando curioso el interior de la misma, donde un cajón de madera muy deteriorado era su principal objetivo.
— Suficiente — dijo con seriedad, sujetando con una de sus manos una lámpara de aceite, para mejorar su visión en aquella noche oscura, debían llevar a cabo sus andadas en la noche, porque hacerlo de día implicaba muchos riesgos — Saca la caja.
El pelirrojo obedeció, y sacó aquel enorme féretro de madera, para después tomar una palanca de metal y usarla para abrirlo, liberando un putrefacto aroma a muerte que le hizo fruncir el ceño con asco, mientras que al de cabello negro no parecía importarle en absoluto.
— Perfecto — murmuró mirando atentamente aquel cadáver que no llevaba tanto tiempo de haber sido enterrado, parecía ser de una doncella de bajos recursos, el material del ataud dejaba en evidencia su estatus social tan poco privilegiado — Esta nos servirá, empieza a meterla en bolsas y vámonos.
— ¿Bolsas? — preguntó abrumado, empezaba a arrepentirse de haber accedido en ayudar a su creador.
— ¿Te la quieres llevar en brazos hasta la casa? puedes intentarlo, pero te tocará justificar que haces con un cadáver en brazos a mitad de la noche.
— De acuerdo, bolsas entonces — dijo con frustración, abriendo un saco y preparándolo para meter el cuerpo en él, aunque sus manos se petrificaron cuando trató de tomar aquel cuerpo y meterlo en la bolsa, le daba pena tomar ese cuerpo y volverlo añicos, aunque a su contrario parecía no importarle.
— ¡Asht, dame eso! — renegó dándole la lámpara para tomar una sierra y empezar a desmembrar el cuerpo, algo que le provocó un extraño sentimiento al sujeto pelirrojo, algo en su pecho se retorcía al ver eso, aunque algo en su mente, sentía que no era primera vez que observaba algo así — No puedo creer que seas tan quisquilloso, sobre todo cuando tú no hace mucho también estabas muerto.
Miraba con atención cómo su creador iba empaquetando a la chica en sacos gruesos, sacos que él tuvo que cargar hasta el carruaje para irse juntos de aquel cementerio, aunque antes de irse, se dedicó a merodear los alrededores, Haze le había pedido que vigilara que nadie les había visto, todo mientras él preparaba todo para irse de aquel lugar.
Mientras aquel pelirrojo monitoreaba la zona, no pudo evitar curiosear en las lápidas que había a su alrededor, algunas eran lujosas, otras estaban deterioradas y viejas, aún en la muerte se lograba notar las diferencias sociales generadas por el dinero.
Se agachó frente a una lápida bastante vieja y maltratada, donde incluso habían arrancado un trozo de la piedra que tenía grabado el nombre de la persona, aunque lo que llamó la atención del pelirrojo, era notar cómo esta misma parecía haber sido atacada varias veces, incluso la tierra parecía haber sido removida hace poco, como si alguien odiara con creces a la persona que estaba bajo tierra.
Pasó su mano por encima de la piedra que tenía grabado el nombre de la persona, aunque su piel se erizó de golpe al leer el nombre de aquella persona, no tenía idea de quién era, pero por alguna razón, leer aquel nombre le causó una punzada brusca en el pecho, y un sentimiento familiar tan aterrador, que casi gritó de la impresión.
— ¡Cariño, vámonos ya! — escuchó cómo le hablaban de repente, por lo que se levantó del suelo sin más y fue casi corriendo hacía el carruaje donde estaba Haze, aunque no pudo evitar voltear una última vez hacía aquella solitaria lápida, mientras un nudo horrible se formaba en su garganta, al igual que una pregunta, que le daba mucho miedo responder.
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Masticaba un trozo de pan mientras examinaba con una lupa un trozo de carne de esos que había recolectado junto con su "pareja" la noche anterior, el olor a muerte en aquel laboratorio era enfermizo, pero a él ya le daba totalmente igual aquel aroma, de hecho, le hacía sentir como en casa, en cierto modo.
Gruñó al oír cómo alguien tocaba la puerta con insistencia, cosa que le hizo apartarse de aquella lupa y dejar el pan en su plato, el cual estaba al lado de una bandeja con miembros extraídos de la "victima" de ayer, y aún más cerca del pan, estaban las larvas que hace poco se alimentaban de carne humana.
— ¡Adelante! — clamó mientras se levantaba de su asiento y sacudía su ropa sutilmente, frunciendo el ceño al ver que era Shun quien acababa de llegar — ¿No deberías estar en Frankfurd por tu boda?
— La he pospuesto — dijo mientras entraba a aquel laboratorio con algunos planos en mano — Monike lo entiende de sobra, igual ella sabe que nuestro matrimonio solo es por conveniencia, y no por amor.
— Rara forma de decir que la usas para ocultar que te gusta ser sodomizado — dijo de manera algo ácida y cínica, que hizo a su amigo gruñir mientras iba a una mesa y colocaba los planos en esta misma.
— ¿Recuerdas que te parecía curioso que tu demonio fuera capaz de hablar y leer a tan solo horas de haber sido creado?
— No le digas demonio — amenazó, mirando con odio absoluto a Shun.
— No sé de qué otra manera llamarle — trató de excuarse, aunque la cara colérica de su amigo le hizo gruñir y retractarse — Bien, tu 'cosa' aprendió a leer y a hablar sin si quiera tener un pequeño conocimiento básico del mundo que le rodea, algo bastante curioso, que me ha tenido muy pensativo.
— Me pone celoso que estés pensando tanto en mi creación — canturreó.
— Solo lo hago porque quiero ayudarte, no porque me apasione esto — gruñó mientras extendía uno de sus planos, el cual contenía un esquema muy detallado del cerebro humano, con algunas anotaciones que abrumaron muchísimo a Haze — Estuve investigando un poco sobre el cerebro humano y la consciencia, y tu teoría me ha ayudado a estudiar un poco más sobre la posibilidad de que la consciencia prevalezca aún después de la muerte.
— Desarrolla tu punto mejor, solo veo garabatos y tachones — dijo de mala gana mientras se cruzaba de brazos.
— Se trata del estudio básico sobre la posibilidad de que, nuestra personalidad, nuestros recuerdos, todo lo que fuimos en vida, quede almacenada en una zona especial de nuestro cerebro, y si es posible reactivar dicha zona del cerebro, aún cuando el cuerpo en el que coloquemos el cerebro no sea el mismo de la persona, existe la posibilidad de que esta recupere todos los recuerdos de su vida pasada.
Dichas palabras hicieron que Haze mirara abrumado y algo receloso a su amigo, sobre todo al ver cómo señalaba una de las partes de su esquema.
— Quizás es por eso que tu cosa leyó y habló tan rápido, no es cuestión de que aprenda esas cosas, sino de que las recuerde.
Cubrió la boca de su amigo con su propia mano apenas le escuchó decir eso, cosa que abrumó muchísimo a Shun, sobre todo por la cara nerviosa y algo recelosa que puso Haze ante su explicación.
— Mh — gruñó quitando la mano ajena de su rostro — ¿Ahora porqué luces tan asustado? creí que mi teoría de fascinaría.
— Es fascinante — admitió con algo de preocupación y frialdad — Pero... n-no sé si ese sea el caso con mi creación.
— ¿Qué quieres decir con eso? — dijo con curiosidad, arqueando dudoso una ceja al ver cómo su amigo se disponía a ver con preocupación aquellos planos que le llevó — ¿Haze de qué estás hablando?
— No tiene importancia — dijo tratando de lucir indiferente, aunque su semblante dudoso no pasó desapercibido frente a Shun.
— Sasha, sé franco conmigo, se nota que algo que dije te aterró.
— ¿Porqué habría de aterrarme? — dijo de mala gana, mirando a su amigo con desdén absoluto — Yo cree vida, ¡es el mundo el que debería temerme a mí, no al contrario!
— ¿Y qué hay de tu demonio? ¿tú lo controlas a él, o él te controla a ti? — preguntó con frialdad, haciendo reír de mala gana al pelinegro.
— No seas ridículo — dijo entre gruñidos de desdén — Aún en nuestro lecho conyugal, él sabe que debe obedecerme, y no cuestionarme en absoluto.
— ¿Entonces porqué pareces tan angustiado? — preguntó señalando los planos — ¿Te preocupa que recupere sus recuerdos, y ello le haga querer desligarse de ti?
Una risa incrédula salió de los labios de Haze apenas escuchó las palabras de Shun, pero ni esas risas lograron despegar el semblante nervioso y pensativo que llegó a él casi de golpe por la revelación de su amigo.
— Si se revela, solo será cuestión de matarlo, y de empezar todo otra vez, francamente no me pesa hacerlo, ya lo hice una vez, podría pasar la eternidad matándolo y reviviéndolo, y no me importaría en absoluto.
— ¿Y qué harás cuando su carne se vuelva chiclosa, a tal punto de no poder manipularla como se debe? ¿cuando los vasos sanguíneos ya no sirvan para nada, y eso imposibilite totalmente tus intenciones blasfémicas con el cuerpo de esa criatura? ¿qué harás cuando tu engendro se vuelva solo polvo y hueso?
— Cogeré con polvo y hueso, una y otra vez, y francamente me da igual — admitió sin un solo ápice de vergüenza, horrorizando totalmente a Shun, quien agachó la cabeza y se hizo rápidamente la cruz en la frente, gesto que hizo a Haze fruncir el ceño y gruñir de mala gana — ¡No te atrevas a invocar a tu Dios en mi casa, él no es bienvenido aquí!
— Creeme, el que no será bienvenido con él después de todo lo que has hecho, eres tú, Sasha.
— Me da igual, me da muy igual agradarle a tu entidad hipócrita y mojigata, al fin y al cabo él no me cae bien, ¡prefiero vivir bajo mis propias reglas, a obedecer a alguien que desde el principio me ignoró! ¡y lo haré todas las veces que sea necesario!
Shun movió su cabeza de un lado a otro con decepción, y estuvo a punto de tomar sus planos y marcharse, pero un agarre brusco en su muñeca de parte de Haze, detuvo por completo sus acciones.
— Yo me quedaré con eso — dijo con desdén y algo de soberbia — Me serán de mucha más utilidad a mí que a ti.
— ¿Qué planeas exactamente?
— Lo que yo planee no te incumbe, Shun Jones; ahora vete de mi casa, y si tu intención es la de seguir cuestionándome, prefiero que no vuelvas a aparecerte por aquí.
Shun miró totalmente perplejo a su amigo, no podía creer lo que salía de la boca de Haze, pero antes de objetar o cuestionar, prefirió solo apretar los dientes y mirarle con frialdad, al mismo tiempo que alejaba su mano de los planos y se disponía en arreglar su saco para retirarse.
— Hasta nunca Sasha Volkova, que Dios te perdone por todos tus pecados.
— No necesito el perdón de nadie — dijo con molestia — Es él quien necesita de mi perdón, por quitármelo todo sin preguntar.
Shun no dijo ni una palabra más, solo frunció el ceño mientras pensaba "que Dios te perdone por tus blasfemias", y acto seguido, se apartó de él para caminar a la salida de aquel laboratorio, sintiendo una pesadez algo amarga en su pecho, ya que sabía muy bien, que su amigo se estaba condenando a sí mismo, y lo peor era, que eso a Haze no parecía importarle en absoluto.
— Idiota — renegó con soberbia al ver marcharse a su amigo, y acto seguido, se dispuso a revisar los planos que Shun le dejó, observándolos sin entender mucho de estos mismos, pero lo poco que entendía, hacía volar por completo su imaginación — Tal vez no sea tan mala idea que recuerdes quién eres, mi amor.
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— Basura — renegaba de mala gana mientras trataba de ensamblar el cuerpo de su "nueva creación", todo mientras su primera creación le miraba desde el rincón de la habitación con curiosidad y algo de recelo — ¡Basura, pura basura! ¡esta maldita mierda no me sirve para nada!
Entre gritos y reclamos, tomó uno de los brazos con los que estaba trabajando para arrojarlo con fuerza contra un muro, dejando este mismo manchado con sangre y aceite, mientras el pelirrojo que estaba en una esquina de esa habitación, le miraba con seriedad.
— ¡Deshazte de esa porquería! ¡no me sirve para nada! — gritó volteando a ver al pelirrojo, quien se levantó del suelo para ir hacía el miembro en cuestión, y levantarlo del suelo con cuidado.
— Qué pena, creí que tendría potencial — murmuró acercándose a la mesa donde trabajaba el pelinegro.
— ¡Necesito algo de buena calidad, no carne chiclosa con la que no se pueda trabajar!
— Habrá que ir de compras otra vez esta noche — murmuró mientras se paraba detrás de él, para empezar a besarle el cuello sutilmente, aunque le abrumó la tosca manera en la que el pelinegro lo apartó de golpe de él.
— ¡No tengo tiempo para tonterías! — clamó volteando a verle con seriedad — ¡Mi nombre es el que está en juego aquí, déjate de idioteces y ponte a trabajar, no tengo tiempo que perder!
— Desde luego — murmuró agachando con pena la mirada, aunque al ver cómo el contrario se disponía a revisar de nuevo su "obra en proceso", no pudo evitar dejar ir un ligero comentario al aire — Es obvio que sí, eres el único de los dos que tiene identidad propia.
— ¿Disculpa? — preguntó con desdén, volteando a ver al pelirrojo con severidad absoluta.
— ¿Cuál es mi verdadero nombre, Sasha? — preguntó con frialdad, haciendo al pelinegro tomar una llave de la mesa y arrojársela a la cara, aunque él afortunadamente logró esquivarla de inmediato.
— ¡¡¿Tengo el tiempo medido y te atreves a seguir reprochándome la maldita idiotez de tu nombre?!! — gritó bruscamente — ¡¡Bien, si tanto quieres un maldito nombre, te pondré de nombre Fuffy o Quasimodo!! ¡¡cualquier porquería que permita que dejes de cuestionarme y yo pueda seguir con mi trabajo!!
— Dalton suena mejor — admitió con frialdad, logrando que la piel de Haze se erizara de golpe, y le mirara de frente con curiosidad y algo de desdén — ¿Qué pasa? ¿no te gusta?
— ¿Dónde escuchaste esa porquería? — renegó entre gruñidos de odio.
— Lo leí cuando fuimos al cementerio, dudé sobre si realmente sería ese mi nombre, pero tu actitud me hace ver que esa realmente era mi identidad; "Jessie Dalton", ese era mi nombre, esa tumba que había sido profanada fue la mía.
— ¡¡¿Y qué?!! — clamó de mala gana — ¡¿Qué ganas con eso?! ¡¿porqué tienes tantos deseos por saber una verdad que te helará la sangre y la cual te dejará perplejo?! ¡no estás listo para tu maldita verdad, y lo sabes!
— ¡¡Esa debe ser mi maldita decisión!! — gritó bruscamente, logrando que el pelinegro le mirara con asombro absoluto, y que luego de unos segundos de "shock", riera con incredulidad y le diera la espalda a su contrario para seguir revisando a su "paciente".
— Eras un asesino — admitió sin tapujo alguno — Matabas mujeres, y de vez en cuanto vendías su carne por centavos.
— Quiero la verdad, Sasha — dijo con frialdad.
— Te estoy diciendo la verdad, cariño — dijo mientras volteaba a verle de manera filosa, una expresión severa y cruel, pero se notaba en sus ojos que estaba siendo franco con él, el pelirrojo ya sabía distinguir dicha expresión en su creador, fue por eso que no pudo evitar tragar en seco mientras un sudor frío bajaba por su frente — Te condenaron a muerte, muchas personas te consideraban un demonio, mientras que yo... te consideraba una belleza incomprendida.
Le alertó ver cómo el de ojos azules tomó un cuchillo de carniero y empezó a usarlo para desmembrar el cuerpo frente a él, todo mientras el pelirrojo le observaba con suma preocupación.
— Fuí al cementerio y empecé a meter tus partes en una bolsa, me tomó varios meses poder ensamblarte totalmente, me preocupaba que al despertar recobraras tus recuerdos de tu vida anterior, pero al mismo tiempo... esa parte me emocionaba bastante, porque consideré que si llegabas a volver a ser tú, me podrías ayudar con mis futuros proyectos.
El pelirrojo agachó la mirada con preocupación, pero le alertó ver cómo el contrario se volteaba de golpe y le mostraba el cuchillo en cuestión, erizando por completo la piel de su creación.
— Te traje de vuelta para que seas mi alivio sexual, Jessie, pero justo ahora no tengo tiempo para follar, justo ahora necesito carne humana... toda la que me puedas conseguir.
— N-No... n-no puedo — titubeó con algo de pavor mientras daba unos pasos hacía atrás.
— ¿No puedes? — preguntó de manera incrédula — Oh creeme, mi amor, claro que puedes, solo necesitas que te recuerden lo mucho que te excitaba asesinar mujeres.
— Me niego — dijo entre jadeos — N-No me siento capaz de—
— ¿De cortarle el cuello a alguien? — preguntó con falsa inocencia, mientras se acercaba a él y le colocaba dicho cuchillo en el cuello — ¿Te aterra algo que solías ser, Jessie Dalton?
El pelirrojo tragó en seco mientras miraba detenidamente su propio reflejo en aquel objeto cerca de su cuello, solo tenía leves vestigios de lo que fue su vida pasada, pero ellos bastaban y sobraban para hacerle desear no recordar todas las barbaridades que hizo anteriormente, esos pocos instantes de claridad bastaban para hacerle saber la clase de bestia que fue en vida, y que no quería serlo de nuevo.
— Perdóname — murmuró tomando la muñeca ajena — Pero solo fui creado para acompañarte, no para matar a alguien.
— Cobarde — gruñó apartándose de él para empezar a caminar de un lado a otro en aquella habitación — ¡Eres un maldito cobarde, no puedo creer que desperdicié materiales en ti!
Agachó la mirada con pesar mientras escuchaba los reproches de su creador, y a medida que los escuchaba, el sentimiento de pesadez en su pecho acrecentaba cada vez más, "¿para esto me creó, para tratarme de esta forma?" pensó, y mientras lo hacía, sintió algo húmedo bajando por su rostro, y al acercar su mano a su rostro, pudo ver que se trataba de una pequeña gota de sentimientos, de un extraño color amarillento que le abrumó un poco, pero no le dió mucha importancia al color de su dolor, lo único que captaba su atención, eran los quejidos y reclamos de parte de su "compañero".
— ¡Maldito cobarde! — clamaba de mala gana — ¡Debí dejar que te comieran los gusanos y optar mejor por revivir a mi madre como planee desde el principio! ¡solo me has causado molestias!
— Haze— trató de excusarse, pero oír cómo tocaban la puerta del laboratorio con insistencia, detuvo por un momento la discusión entre ambos.
— Jóven Volkova — habló el mayordomo de la casa mientras entraba al lugar, mirando abrumado la sangre que adornaba el lugar, y el cuerpo sin vida que reposaba sobre la mesa de operaciones.
— ¡¡¿Qué mierda quieres?!! — gritó bruscamente.
— A-Afuera le está buscando un hombre... e-es el mismo hombre que vino hace tiempo en nombre de la asociación.
— Jaj, vuelven arrepentidos, lástima que lo hagan cuando menos necesito interrumpciones — renegó para ir hacía la puerta, aunque detuvo en seco su andar para ver el cuchillo entre sus manos, y luego ver de reojo al sujeto pelirrojo que jadeaba con pesadez y parecía estar al borde de un ataque de asma.
Se acercó a él para estamparle el cuchillo contra el pecho, mientras le dedicaba una mirada de odio absoluto, mirada que le puso muy nervioso, sobre todo al ver que su creador no le dijo ni media palabra, solo lo miró con desdén para darse vuelta y marcharse de aquel laboratorio, dejándole solo con su amargo coctel de emociones, y con el mayordomo que no dejaba de mirarle con desdén.
— Qué asco — dijo el hombre mientras observaba receloso su alrededor, mientras el pelirrojo miraba el cuchillo entre sus manos mientras un nudo terrible se formaba en su garganta — Què maldita monstruosidad... este bastardo está loco.
Al escuchar tales palabras, no pudo evitar alzar de golpe la mirada y ver incrédulamente al hombre frente a él, quien no dejaba de murmurar pestes hacía su creador, algo que empezaba a abrumar mucho al pelirrojo, y a ocasionarle un raro sentimiento de enojo en su pecho, pero no era un enojo común, era uno mucho más brusco, y explosivo.
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— Es un poco inoportuna su visita hoy, mi buen señor — dijo mientras bajaba las escaleras e iba hacía el hombre que le esperaba consemblante incrédulo — ¿A qué debo el honor esta tarde?
— Hemos oído que usted se ha dado a la tarea de regar por la ciudad que creó vida, señor Volkova; y ahora cientos de hombres han enviado cartas a la asociación cuestionándonos si nosotros dimos nuestra bendición científica a su método poco ortodoxo de crear esclavos sexuales, o si estamos conscientes de la blasfemia que está cometiendo.
— Solo dejé en claro en una pequeña reunión privada lo que era capaz de hacer, mi buen señor, y me parecen un poco exagerados esos comentarios, ninguna de mis creaciones fue creada con fines de esclavitud sexual, solo quiero que las personas recuperen a sus seres queridos — dijo con un aire de lo más cínico y risueño, enmascarando totalmente la vil mentira que salía de sus labios.
— ¿Y se atrevió usted a cobrar por tales servícios?
— ¿Disculpe?
— Señor Volkova, su teoría no fue comprobada por ningún científico especializado, no se hicieron pruebas ni nada por el estilo, por ende, lo que usted hace, es estafar a la alta sociedad que recurre a usted para satisfacer sus más perversos capricho.
— Pff — bufó rodando sus ojos de mala gana, gesto que horrorizó totalmente al hombre frente a él — Yo comprobé mi teoría, y tuvo resultados extraordinarios, todos lo han visto, ¿acaso usted no quiere verla también?
— Me temo que no, señor — dijo de mala gana, arrugando el entrecejo mientras arreglaba un poco su saco — La asociación le quiere enviar una advertencia, pare ya con sus experimentos sin comprobar, o notificaremos a las autoridades sobre lo que usted está haciendo.
Dichas palabras hicieron que el pelinegro frunciera el ceño conabsoluta severidad, y que de sus labios escaparaa una tosca risa incrédula, que erizó por completo la piel del hombre frente a él.
— ¿Notificar a las autoridades? — repitió mientras se cruzaba de brazos y se acercaba amenazantemente hacía el hombre en cuestión, mientras este tragaba en seco y le miraba con pavor — ¿Y qué les dirán exactamente? no he hecho nada ilegal, mi historial está tan limpio como sus guantes, mi buen señor.
— Las cosas que se dicen de usted en Berlín, señor Volkova, son de lo más desagradables y aterradoras, basta con investigar una sola de esas acusaciones, para que lo lleven a la horca.
— ¡Ay qué miedo, una cuerda! — de burló de mala gana de él, para tomarle del cuello de su camisa y mirarle a los ojos con odio absoluto, mientras aquel hombre jadeaba pesadamente y le miraba muy perturbado — Yo que usted, no volvería a hablar así del trabajo de otras personas, mi buen señor, o podrían terminar cortándole la lengua, he oído que los estofados de lengua son una exquisités en alemania.
— ¡A-Aléjese de mí, suélteme! — clamó para tratar de zafarse de aquel agarre, pero el pelinegro lo sujetó con fuerza del cuello y lo azotó contra un muro.
— ¡Usted no tiene idea de lo que yo soy capaz de hacer, señor, así que aleje su maldita nariz de mis asuntos, y dígale a ese burocrático consejo de mierda que se alejen de mí! ¡no me aceptaron porque les pesaba admitir que un chico más jóven que ustedes era mucho más listo! ¡¡pues ahora les garantizo que los usaré como carne para mis experimentos si se siguen entrometiendo en mi camino!!
Dicho esto, empujó al sujeto hacía la puerta de la habitación, y apenas cayó al suelo, el hombre se arrastró por el suelo hasta llegar a la puerta, y finalmente se marchó del lugar, todo mientras el pelinegro le miraba con desdén absoluto, al mismo tiempo que apretaba sus puños y pensaba en alguna posible solución para los problemas que se le vendrían encima, pero la única solución razonable que hallaba, era la de nuevamente, exponer a su creación para dejarle claro al mundo que no estaba loco como todos pregonaban sin razón.
Volteó de golpe al oír un brusco ruido provenir de su laboratorio, ruido que le hizo ir corriendo a dicho sitio para averiguar qué había provocado aquel alarmante sonido, no imaginaba que fuese algo grave, pero vaya que se equivocó por completo.
— ¿Amor? — habló al entrar a la habitación en cuestión, sintiendo su sangre helarse al ver un camino de sangre que llevaba a la mesa de operaciones, y junto al cadáver al que trataba de ensamblar, se encontraba su mayordomo, con un cuchillo de carnicero en la frente, aunque daba la impresión de que le habían clavado dicho objeto en el cráneo varias veces, y como resultado, este terminó por desangrarse encima de la mesa de operaciones, con los ojos abiertos y una expresión de horror que dejó muy intrigado al pelinegro.
Volteó la mirada al oír un leve quejido de dolor, y al hacerlo, se topó con cierta criatura pelirroja que sollozaba en una esquina, con las manos ensangrentadas y la mirada perdida, dicha imágen le generó algo de fastidio y burlas, pero trató de actuar conmovido mientras se acercaba a su pareja y se agachaba junto a él para darle confort.
— Cariño — murmuró con falsa inocencia, aunque al parecer su tono logró engañar al pelirrojo — ¿Qué sucedió?
— N-No lo sé — gimoteó cubriendo su rostro con sus manos — Él empezó a decir cosas de ti... e-eso me molestó mucho, y-y cuando me di cuenta, estaba a punto de abrirle el cráneo con el cuchillo.
— Wow, así que ese sucio bastardo me ofendió, ¿y tú me defendiste? oww cariño, qué conmovedor — le tomó del brazo para acariciarlo sutilmente, mientras el pelirrojo le miraba perturbado y muy apenado — Cálmate ya, ¿porqué esa cara?
— Yo maté... maté a un hombre inocente.
— No era inocente — renegó — Todos tenemos pecados, cariño, nunca creas que alguien es totalmente inocente, porque te está mintiendo.
— Pero... — titubeó mirándole algo confundido, pero el pelinegro solo le tomó de las mejillas para besarle hambrientamente, sin dejarle si quiera expresar sus mortificaciones.
— Hiciste lo que te pedí — susurró entre besos — Eres un buen chico.
— ¿No estás enojado? — preguntó correspondiendo a aquella ronda de besos.
— Para nada, de hecho, se podría decir que estoy muy orgulloso de ti, mi cielo.
Dicho esto, le jaló de los brazos para hacer que se pusiera de pie y caminara con él a la mesa deoperaciones, para luego pararse detrás de él y besarle lentamente el cuello.
— Debemos irnos — susurró pasando su mano por el abdomen ajeno.
— ¿De qué hablas?
— Los bastardos de la asociación amenazan con entorpecer mi trabajo, aquí ya no es seguro laborar, debemos irnos a un lugar tranquilo, donde nada ni nadie se interponga entre nosotros.
— ¿Estamos huyendo porque maté a alguien? — preguntó con pesar.
— Para nada — canturreó — Solo quiero alejarme de este sucio pueblo, no me dejan pensar con claridad.
— ¿Y qué pasa con los trabajos pendientes?
— Quedarán pendientes — murmuró con un tono incrédulo y algo juguetón — Eso le pasa a esos sucios cerdos adinerados por creer que podían venderme a las autoridades.
— Pero Haze— trató de hablar, pero un beso de parte de Haze, interrumpió por completo sus palabras.
— No quiero que me alejen de ti, Jessie — susurró de manera lasciva y algo sumisa, pero aquel tono juguetón, logró helar por completo la sangre del pelirrojo, e hizo que un pronunciado rubor se formara en sus mejillas.
Tomó con firmeza el cuello ajeno para besar lentamente a Haze, besos a los que este correspondió sin dudarlo dos veces, al mismo tiempo que ambos se dejaban caer al suelo del laboratorio, y dejaban que esos besos pasaran a ser una lujuriosa demostración de afecto, totalmente desvergonzada y desenfrenada, poco o nada les importaba juntar sus cuerpos en circunstancias de ese tipo, aún en las llamas del infierno, ambos se sentían capaces de satisfacer sus deseos más íntimos, sin importarles quién les estuviera viendo.
-
Al caer la noche, él miraba desde la ventana de la habitación cómo la luna iluminaba aquella fría y solitaria montaña, sintiendo algo de melancolía al verla, "mi vida debió ser muy triste" pensó mientras soltaba un ligero suspiro y llevaba uno de sus mechones rojizos tras su oreja.
Volteó al oír cómo abrían la puerta de la habitación, sonriendo de lado al ver a cierto sujeto pelinegro que se paseaba semidesnudo, usando solo una camisa ancha para cubrir su cuerpo.
— Ya está hecho — canturreó dando un sorbo al whisky en su mano — Mañana temprano nos largamos a Vienna, allí nadie nos nolestará, y podré completar mis proyectos sin contratiempo alguno.
— Es bueno saberlo — dijo mientras se acercaba a él para acariciarle la mejilla — Será relajante alejarnos de todo por un tiempo.
— Creí que la vida de campo me aburriría, pero mientras te tenga a ti, me será imposible estar aburrido — bromeó para morder uno de los labios ajenos — Lo difícil será despegarme de ti.
— Vaya que sí — susurró apretando un poco el cuello ajeno, cosa que sorprendió al pelinegro, pero en absoluto le desagradó — Día y noche haciéndote mío, suena encantador.
— Basta — gimoteó apartando la mano ajena de él, para sobarse el cuello con algo de asombro — Vaya, tu fuerza cada día va en aumento.
— Supongo que solo era cuestión de recordar lo que estas manos pueden hacer.
— Ahh, ¿así que dejarás que el viejo Jessie Dalton tome el control, eh?
— Necesitamos materiales para tus proyectos, y tenías mucha razón con lo que decías... — murmuró mientras se acercaba a él, para empujarlo bruscamente contra la cama y colocarse sobre él — Vaya que me excita la idea de volver a sesinar.
— Oh cariño — gimoteó con una expresión sumisa en el rostro, a cualquiera le habría espantado lo que el pelirrojo estaba diciendo, pero a él, aquella demostración de sadismo casi tan frío e insensible como el suyo, solo le daba ganas de meterse la hombría ajena en la boca a manera de premio.
Luego de una ronda de besos voraces, el pelirrojo se apartó de repente para ver a Haze con detenimiento, mientras una aterradora sonrisa se dibujaba en su rostro.
— Casémonos — dijo sin tapujos.
— Concedido — murmuró tratando de besarlo nuevamente, aunque el contrario volvió a hablar, y se lo impidió.
— Tengamos hijos — insistió, aunque esta vez Haze no pudo evitar verle incrédulamente y reír con cinismo.
— ¿Y eso a qué viene?
— Dijiste que no quieres estar solo, y quiero cumplir con eso, dándote un hijo nuestro.
— Jaj, cariño no entendiste lo que quise decir con eso ¿verdad? — murmuró pasando su mano por la hombría ajena para apretarla sutilmente — No quiero compañía infantil, quiero compañía carnal.
— Yo quiero una familia — dijo mientras miraba detenidamente los ojos azules de su pareja — Alguien que nos haga compañía.
— Jaj, ¿y cómo pretendes que tengamos hijos? no tengo útero, cariño, por más que así lo deseara.
— De la misma forma en la que me regresaste a la vida — dichas palabras perturbaron un poco a Haze, pero a medida que fue pensando en ello, una sonrisa juguetona se dibujaba en su rostro.
— Suena descabellado — murmuró mientras miraba a la nada — Excitantemente descabellado.
— Sabía que te agradaría la idea.
— Aguarda, preciosura — murmuró posando sus dedos sobre los labios ajenos para impedir que le besara — Esto es solo un "tal vez", y si llegases a convencerme, no llevaré a cabo ese proyecto hasta dentro de un año al menos, no quiero lidiar con bastardos aún, y tú, no tienes idea de lo difíciles que son los hijos de puta.
— Sí lo sé — admitió mientras besaba los dedos ajenos — Cuidaba a los hijos de mi hermana cuando ella no estaba, me encantaba cuidarlos, pero un día enfermaron de lepra y fallecieron, perdí la poca cordura que me quedaba luego de eso.
Oír aquello le dejó perplejo, no podía creer que tan repentinamente su pareja ya parecía conservar los recuerdos de su vida pasada, y que aún luego de eso estuviera entre sus brazos dispuesto a pasar una eternidad con él, no podía emocionarle más.
— Lamento escuchar eso — susurró rozando sus labios con los de él — Te prometo que te llenaré de hijos, amor mío, pero primero necesito de mucho cariño marital, y de nueve meses de preparación.
— Te daré el tiempo y el cariño marital que necesites, después de todo, somos pareja, y lo seremos durante toda la eternidad.
Dicho esto, ambos se condensaron en un beso lento, lleno de romance y una lujuria enfermiza, que ignoraba cada regla o fundamento de las "buenas costumbres" de aquella sociedad doble moralista, solo les interesaba el otro, y lo bien que se sentían al esta juntos.
Frunció el ceño al oír repentinamente un escándalo provenir de las puertas de su hogar, ni los besos en el cuello que le daba el sujeto pelirrojo lograban distraerle de aquel espantoso ruido.
— ¿Qué es ese maldito escándalo? — renegó mientras se apartaba bruscamente de él para asomarse por la ventana de la habitación, arqueando una ceja al ver a un grupo de aldeanos parados frente a su hogar, con antorchas y machetes en sus manos.
— ¿Qué ocurre? — preguntó acercándose a él.
— Esto tiene que ser un chiste — renegó mientras sobaba su entrecejo con su mano — Malditos campesinos imbéciles.
— ¿Campesinos? — preguntó mientras asomaba la cabeza por la ventana, alzando las cejas al ver al grupo de personas que clamaban cosas que él no lograba distinguir — ¿Qué hacen aquí?
— ¿Porqué no bajas y se los preguntas? — preguntó con una sonrisa incrédula, gesto que hizo que Jessie le mirara con odio absoluto, recobrar sus recuerdos le ayudó a recobrar ciertos aspectos de su personalidad, que le llevaron a cometer aquellos crímenes que acabaron por condenarle.
— Cuida tu manera de hablarme, Sasha.
— Jaj, ¿y porqué he de hacerlo? ¿se te olvida que aquí quien da las ordenes soy yo?
— Y el único que puede sacarnos de este aprieto soy yo.
— Jaj ¡adelante entonces! ¡sácanos de este apuro entonces! — en cuanto dijo esto, el pelirrojo se dió media vuelta y caminó hacía la puerta de la habitación, pero antes de salir, tomó un hacha que adornaba la pared de la habitación, le revisó el filo, y continuó con su camino.
Ver esto hizo que un nudo se formara en la garganta de Haze, por un lado le preocupaba esa sed de sangre que el pelirrojo estaba recobrando, pero por otro, le encantaba ver que a su pareja ya no le atemorizaba llenarse las manos de sangre, sobre todo para ayudarle.
Volvió a asomarse por la ventana de la habitación, mirando dudoso cómo los aldeanos entraban bruscamente a su mansión, una parte de su ser se preocupó, sobre todo al oír cómo gritaban bruscamente apenas entraban al lugar, pero por más gritos y alaridos de horror que las personas soltaban, ninguna salía despavorida de su vivienda.
Se terminó de vestir y bajó lentamente hacía el salón prinicipal, los gritos de horror eran abominables, tanto hombres como mujeres chillaban de manera atroz, "¿realmente lo hizo?" pensó abrumado, mientras avanzaba al lugar del que provenían aquellos quejidos.
Al llegar a las escaleras principales, pudo ver a un hombre con expresión de pena arrastrarse por las escaleras aparentemente buscando ayuda, mientras una pronunciada herida en su garganta hacía que dejara un rió de sangre por donde iba avanzando.
— Ay-Ayud— balbuceaba de manera incomprensible, Haze le miró con frialdad y algo de incomodidad, aunque antes de que pudiera hacer algo para ayudar (o no) al hombre en cuestión, miró el filo de un hacha clavarse sobre el cráneo del hombre, y apenas lo clavaron, el autor de aquella carnicería pisó bruscamente el hacha para abrir de par en par el cráneo del hombre, dejando que sus cesos y la sangre terminaran de regarse por las escaleras; tal imágen cruda y vívida hizo que Haze sitiera algo que no sentía desde hace muchos años, asombro absoluto, y un miedo perturbador.
Jadeó pesadamente mientras tomaba el hacha y bajaba las escaleras nuevamente, su rostro y su cuerpo estaban llenos de sangre, tal imágen despertó todas las alarmas de Haze, jamás imaginó que la sed sanguinaria del pelirrojo sería tan extrema, y tampoco imaginó que le daría rienda suelta a sus impulsos tan libremente, mucho menos luego del "berrinche" que hizo cuando le pidió que matara a alguien para él.
Se paró en las escaleras con semblante apagado y tenso, mirando cómo el suelo de su hogar estaba bañado en sangre y vísceras, de la turda de aldeanos que habían ido a tratar de "detenerlos", solo quedaban cinco o seis, quienes trataban inútilmente de salir de aquel hogar, ya que había un mueble de madera tapando la única entrada y salida, le fue fácil asumir quién había hecho esto.
— ¡¡No, piedad, por favor!! — clamaban horrorizadas unas damas mientras veían al pelirrojo acercarse con el hacha en mano, Haze rápidamente desvió la mirada al oír el brusco golpe del arma contra la piel de las jóvenes, él nunca se consideró "débil" o "impresionable", pero el talento asesino de Jessie Dalton, le tomó totalmente desprevenido.
Cuando los quejidos de horror cesaron finalmente, bajó receloso las escaleras, caminando sobre el río de sangre hacía la figura de cabello rojo que daba bruscas bocanadas de aire y miraba a los lados con semblante apagado y raro, una mirada bastante perturbadora, que al propio Haze le causó escalofríos.
— Bien, fue una demostración... interesante de tu talento — murmuró tratando de no demostrar su miedo, aunque este solo se intensificó en cuando el pelirrojo volteó a verle con una sonrisa que le heló la sangre por completo.
— ¿Demostración? — preguntó entre risas — ¿A quién necesitaba demostrarle algo? ¿a ti? no me hagas reír.
— Hi-Hiciste lo que te pedí, y-ya entendí — murmuró dando unos pasos atrás, mientras el contrario se acercaba de manera amenazante hacía él.
— No, hice lo que se me dió la gana, tú no tuviste nada que ver.
— ¡¿C-Cómo te atreves a— jadeó al sentir cómo colocaba el filo del arma en su garganta, al mismo tiempo que le acorralaba contra un muro y le sonriera cínicamente.
— Tus días de controlarme acabaron, Sasha Volkova — murmuró mientras apretaba bruscamente las mejillas ajenas con una sola mano — Ni creas que volveré a tenerte miedo, solo por ser quien me ha devuelto la vida, y quien me deja violarlo cada que se me antoja.
— Tonterías — gruñó tratando de apartarse, pero el pelirrojo lo azotó bruscamente contra la pared, cosa que le hizo tragar en seco y mirarlo con preocupación.
— ¿Tonterías, dices? — rió cínicamente para jalarlo del cabello y azotarlo bruscamente contra el suelo ensangrentado, para ponerse sobre él y empezar a arrancarle la ropa.
— ¡N-No, para, qu-quítate criatura imbécil! — al terminar de decir eso, pudo sentir un brusco golpe contra su rostro que le hizo jadear, mientras una lágrima bajaba por su mejilla rápidamente.
— ¿Qué pasa? ¿ahora te da miedo que te tomen cerca de cadáveres? eso no pareció enojarte esta tarde — dicho esto, apretó con fuerza el cuello ajeno para obligar a Haze a que le viera a los ojos — Ahora cállate y coopera, no me gustaría terminar rompiéndote el cuello por error, no será tan divertido follar con tu cadáver cuando se enfríe.
— S-Sueltam— gimoteó tratando de zafarse de aquel agarre, pero todo era e vano, la fuerza sobrehumana que su creación poseía, y que tanto le enorgullecía, se volcaba de lleno en su contra, algo que Shun le advirtió hasta el hartazgo, pero que él nunca prestó atención gracias a su soberbia, y su crédula creencia de que podía controlar a alguien de naturaleza tan bestial.
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— Santo Dios — murmuró aquel oficial de policía mientras avanzaba receloso por aquel salón lleno de sangre y vísceras — Aquí sin duda hubo una masacre.
— Cada empleado de la casa está muerto también — dijo otro policía — El único cuerpo que falta es el de Sasha Volkova, él tuvo que ser el culpable.
— ¿Y el hombre misterioso que vivía aquí con él?
— Seguramente es un rehen suyo, debemos dar la orden de captura, antes de que mate a alguien más — dicho esto, se dieron media vuelta y avanzaron rápidamente hacía la entrada de aquel hogar manchado por la tragedia y la sangre, cuyo dueño no aparecía desde hace dos días, algo que atrajo la atención de todos los pobladores de la zona, sobre todo de aquellos que requerían de sus servícios.
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Cocía con cuidado aquel cuerpo que llevaba días ensamblando por orden de su "captor", su cuerpo entero dolía por todo lo que el pelirrojo hacía con su cuerpo, pero más le dolía el orgullo por estar en una instancia de ese tipo, ¿en qué momento perdió el control de su propia vida? no lograba comprenderlo, era muy frustrante.
Volteó al oír cómo abrían la puerta de aquella cabaña en la que vivían, alejada de la ciudad y de las miradas de la gente, donde nadie pudiera oír los quejidos de dolor del pelinegro a media noche.
— Te traje materiales — dijo con voz ronca, arrojando un saco bastante grande frente a Haze, quien se agachó para revisarlo, ya no le asombraba ver cómo el pelirrojo le traía miembros humanos a diario, a veces le traía más cuerpos de los necesarios, sin que él se lo pidiera, era como si tomara sus experimentos de excusa para matar personas a diestra y siniestra.
— Gracias — susurró débilmente, alertándose al sentir cómo se le acercaba y le tomaba bruscamente del cuello.
— ¿Cómo va tu labor?
— Algo lenta, necesito espacio — dijo con voz apagada y sumisa, que poco o nada de impacto tenía sobre el pelirrojo.
— Y te seguirá faltando — renegó para soltarlo y caminar hacía la cama para recostarse en esta misma usando sus brazos como almohada — Date prisa con eso.
— Sigo sin entender porqué tanto afán porque te de un hijo, estoy seguro de que vas a matarlo en cuestión de días — dijo con frialdad absoluta.
— ¿No querías practicar tu trabajo? pues hazlo, si los mato no será problema, podrás ensamblarlos de nuevo.
— Estás de mente — dijo con desdén, alertándose al ver la expresión incrédula que le dedicaba el pelirrojo.
— Debiste pensar en eso antes de revivirme, cariño — dijo incrédulamente mientras se colocaba de pie para caminar hacía él y tomarle del cuello nuevamente — ¿Qué pasa? ¿te divertía más cuando era carne fría sin opinión ni criterio propio?
— Me hiciste una promesa — dijo entre gruñidos.
— Y la estoy cumpliendo, de no ser por esa promesa me habría largado hace mucho tiempo — renegó para empujarlo contra el suelo, riendo cínicamente mientras le sujetaba del cabello — ¿O qué? ¿deseas que me largue y te abandone a tu suerte? de no ser por mí te habrían matado esa noche, lo sabes.
— Tú casi me mataste — susurró con voz áspera y severa.
— Pero no lo hice — admitió agitándole el cráneo bruscamente — Si quisiera matarte lo habría hecho hace muchísimo tiempo.
— Maldito — susurró con voz ahogada, alzando la mirada para ver detenidamente los ojos verdes de su creación — Maldito seas, y maldito sea el día en que decidí darte la vida de nuevo.
Jadeó al sentir un brusco golpe en su rostro, seguido de un agarre en su cuello que le dejó totalmente sin aliento, pero lo que casi le causó un infarto del susto, fue ver cómo el pelirrojo tomaba un cuchillo de su mesa de operaciones y lo acercaba a su rostro.
— Debería coserte la boca — dijo de mala gana, recordando el día en que su creador se atrevió a decirle esto mismo, las palabras ajenas seguían rebotando en su mente sin afán alguno por marcharse, todo lo contrario, sentía una sed abrumadora por vengarse, por causarle el mismo dolor que él le provocó.
Alzaron la mirada al oír cómo tocaban con insistencia la puerta de aquella cabaña, por lo que Haze miró abrumado a Jessie y este le miró con frialdad, una frialdad que, aún a pesar de que le aterraba como nunca, seguía generándole con cosquilleo sin igual en el vientre.
Caminó a la puerta con el cuchillo en mano, y al abrirla, miró con desdén a tres hombres uniformados que le observaban con asombro y algo de curiosidad.
— Buen día, mi buen señor — dijo uno de estos — ¿Es usted el hombre que vivía con Sasha Volkova en su mansión?
Al oír aquello rápidamente ocultó el cuchillo tras su espalda, y miró a los hombres con una sonrisa tranquila.
— Así es, ¿en qué puedo ayudarlos?
— Tenemos una orden de arresto por homicidio múltiple y secuestro para Sasha Volkova, ¿podría decirnos dónde se encuentra?
Al oír aquello, Haze rápidamente jadeó y gateó hacía una pequeña cocina, con intenciones de tomar un cuchillo para defenderse.
— Mmm, ¿un sujeto de cabello negro y ojos azules? — preguntó con falsa inocencia, riendo para sus adentros al ver cómo los policías asentían crédulamente — Mh, creo saber dónde está, pasen por favor.
En cuanto los oficiales entraron al lugar, miraron curiosos la poca cantidad de muebles en el lugar, y la cantidad alarmante de sangre que chorreaba del piso.
— Perdonen el desorden, estaba de cacería — admitió tranquilamente mientras cerraba la puerta y colocaba una barra de cobre en la puerta para evitar que sus "presas" escaparan.Los policías se miraron mutuamente con preocupación, aunque su preocupación aumentó al ver al sujeto semidesnudo que se paraba cerca suyo con un cuchillo en mano, aunque lo más alarmante eran la cantidad de mordidas y de moretones que adornaban todo su cuerpo, además de las pronunciadas ojeras en su pálida piel, y un labio roto que aún parecía tener un poco de sangre.
— ¿A qué vinieron? — preguntó con frialdad y una expresión de locura que hizo a los hombres mirarse con horror.
— T-Tenemos una orden de arrest— no pudo terminar de hablar, ya que alguien le sujetó desde atrás y le cortó rápidamente el cuello, cosa que hizo a los otros dos oficiales gritar atemorizados.
— ¡Oh por Dios! — clamó uno de estos, pero cuando menos lo esperó, cierto sujeto pelinegro se fue sobre él para clavarle varias veces el cuchillo en el pecho, y al ver aquello, el pelirrojo no pudo evitar reír incrédulamente, aún cuando se dispuso a masacrar al último policía que quedaba.
Nuevamente hubo un baño de sangre bajo sus pies, y ambos al terminar, se vieron el uno al otro con odio absoluto, aunque en sus ojos irradiaba una lujuria atroz y sin igual, que seguía tan viva como el primer día, a pesar de las diferencias que ambos compartían últimamente.
— Mira nada más, el señorito Volkova no es tan cobarde como creí.
— Cierra la boca — gruñó para acercarse a él y besarlo hambrientamente, besos a los que el pelirrojo correspondió sujetándole con firmeza de las caderas.
Ambos jadearon al sentir repentinamente cómo algo les invadía el abdomen, y al agachar la mirada, pudieron notar cómo el mismo pensamiento cruzó por la mente de ambos en cuestión de segundos, y cómo ambos lo llevaron a cabo al mismo tiempo, cosa que, a pesar de lo tétrica y perturbadora que era la situación, igual les hizo reír con cinismo y verse a los ojos con pasión y lujuria.
— No somos tan diferentes — susurró con voz apagada y quebradiza, mirando detenidamente los ojos del sujeto pelirrojo, quien jadeaba pesadamente mientras le dedicaba una sonrisa cínica.
— Es bastante estúpido matarme, luego de pasar todo un año tratando de darme la vida.
— Si yo no te tengo, nadie lo hará — dicho esto, clavó el cuchillo más al fondo del abdomen ajeno, aunque apenas hizo tal movimiento, el pelirrojo lo copió, haciéndole jadear y tambalearse sutilmente.
— Es inútil, tú morirás primero que yo.
— Pero al menos podré... causarte dolor, amor mío — susurró con la voz apagada, mientras el pelirrojo le miraba detenidamente con una sonrisa juguetona.
— Realmente estás loco — dicho esto, le tomó del cuello para darle un hambriento beso, al que Haze correspondió entre suaves jadeos de dolor, empujando poco a poco al pelirrojo contra una mesa para recostarse con él en esta misma a seguir besándose mientras la sangre de ambos se iba mezclando poco a poco, al mismo tiempo que ambos iban perdiendo fuerzas de manera progresiva, Haze era quien más débil se veía, y por alguna razón, verle de tal manera hizo que el pecho de Jessie doliera considerablemente.
— Cumple tu promesa, no te atrevas a... a-alejarte de mí — susurró débilmente.
— Nunca fue mi plan abandonarte, vivo por ti, y moriré por ti ¿lo olvidas? — respondió pasando sus manos por la espalda ajena, sintiendo su pecho latir con mucha fuerza al ver la sonrisa cálida que Haze le dedicó, muy pocas veces le demostró una sonrisa tan genuina, era preciosa, aunque lamentablemente, era la última que este mostraría.
Su sangre se heló al sentir cómo el contrario caía tendido sobre su cuerpo, sin rastro alguno de vida, era la primera vez que tomar una vida le hacía sentir sofocado y nervioso, como si, a pesar de todo lo que había pasado entre ambos, él en el fondo realmente adoraba a Haze.
— Me trajiste de vuelta para estar contigo, ¿qué sentido tiene ahora el vivir si tú no estás? — dijo entre susurros mientras acariciaba la espalda ajena, apretando los dientes con molestia al sentir cómo su carne se iba enfriando poco a poco, ya que él, gracias al cambio en su anatomía, era mucho más fuerte que una persona normal, y era casi imposible que las heridas que Haze le causó le provocaran la muerte, así que se vió forzado a quedarse recostado, sintiendo cómo el cuerpo de su amado iba perdiendo poco a poco su calor.
Se sentó en la mesa con el cuerpo de Haze entre sus brazos, repartiendo besos por su rostro, al mismo tiempo que una lágrima rodaba por su mejilla, no creía que le dolería tanto sentir que el corazón ajeno ya no latía, tuvo que perderlo para darse cuenta de que genuinamente le importaba.
— Ojalá pueda verte de nuevo en el infierno — susurró mientras lo abrazaba con fuerza y miraba de reojo que el fuego de la cocina seguía encendido, ello le dió una idea, lo suficientemente dramática y cruda como para enorgullecer al fallecido entre sus brazos.
Cargó a Haze hasta la cama para recostarlo en esta misma, mientras él caminaba hacía la cocina para encender un trozo de tela y usarlo para regar fuego por toda la cabaña, sobre todo en aquellos cuerpos que había llevado para que su creador siguiera haciendo aquello que tanto le apasionaba.
Sonrió de lado al verse envuelto en una nube de calor, y al ya no tener más nada que encender, caminó tranquilamente hacía la cama con Haze, para recostarse a su lado y abrazarle con fuerza, repartiendo besos por su rostro mientras cerraba los ojos y esperaba tranquilamente la piadosa brasa de la muerte, o tenía caso alguno huir, ¿qué sentido tendría? su vida había acabado hace mucho, él había vuelto únicamente por Haze, él vivía por Haze, a pesar de sus discrepancias y sus diferencias, Haze era lo único que le quedaba en la vida, sin él, su existencia ya no tendría razón de ser, por lo que simplemente quiso aferrarse a él, y esperar que el fuego se encargara de unirlos por el resto de la eternidad, convirtiéndolos en polvo y mezclándolos en un solo ser, tal y como Haze quiso desde el primer día en que lo creó.
Medio bosque fue reducido a cenizas ese día, y con él, se esparcieron muchos mitos y leyendas en el aire, que giraban entorno a dos amantes que se escondieron en el bosque para huir de una deuda que tenían con la ley, pero la muerte de todas maneras los encontró, y por más que ambos intentaron alejarla, ella se encargó de llevarlos al más allá, de la manera más cruda y cruel posible, por todos los pecados que estos habían cometido en vida.
Se dice que dos almas destinadas a estar juntos, ya fuera en vida o en muerte, vagan juntas sin intención de ser alejadas la una de la otra; ya fuera en la paz eterna del cielo, o la pena eterna del infierno, ambas almas igual danzarían juntas durante la eternidad, condensándose en una sola, descansando o sufriendo, durante el resto de la eternidad.
Muchos lugareños creían ciegamente estas leyendas, aunque otros eran escepticos absolutos, o al menos lo eran, hasta que caminaban por el oscuro sendero donde aquellos amantes perecieron, y donde aún se pueden oír suaves jadeos de dolor y pesar, rogando perdón luego de una vida plagada de blasfemia y pecado, que ni siquiera con la muerte pueden ser salvas por completo, la única alternativa de aquellos que perecieron en pecado es vagar juntos durante toda la eternidad, hasta que Dios algun día los exonere por sus delitos, y les conceda el perdón divino, o los condene a una eternidad conyugal en el infierno, a la que ambos ya estaban resignados a morir, pero ni eso les libraba de sufrir en carne propia el dolor insensato de sus decisiones mortales.
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