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⟣ᴅɪᴇᴄɪsɪᴇᴛᴇ⟢

Un mes y medio. Mediados de noviembre.

Las cosas con JungKook iban en un punto muerto. Si bien no cesaban mis intentos de seducirlo, su ley del hielo esa vez sí que no tenía un punto de quiebre.

O sí. Quizás sí. Pero aún no se lo había encontrado.

Y era ese pensamiento el que me hacía levantarme todos los días e intentarlo de nuevo, a pesar de que, viviendo bajo el mismo techo y conviviendo en los mismos metros cuadrados, él nunca abandonaba su papel de escolta. Ni cuando lo obligué a dormir en la misma cama movía un dedo siquiera para acercarse a mí, y cuando lo hacía yo, no me correspondía de ninguna manera.

Pero definitivamente no pensaba rendirme de manera tan fácil.

No hasta aquel día.

Estando en mi oficina en la mansión, JungKook y JiMin realizaban su rutina de ejercicio de cada día en la mañana justo afuera en el jardín, donde el ventanal otorgaba tan buena vista de aquellos dos hombres sudando y trabajando su cuerpo.

Siendo las cinco de la mañana, nadie más que nosotros tres estaba despierto, y yo había pusado mi trabajo, el cual quería adelantar porque esa misma noche debía entregarlo, sólo para deleitarme con tal escena.

Es que siempre será una buena imagen. Digna de que mis ojos la vean.

Cuando se detuvieron, con toda la ropa pegada al cuerpo, salí con dos botellas de agua, se las ofrecí, y las aceptaron al instante.

-¿Viste cómo está de fuerte tu hombre, Sarah?-sonrió JiMin con sorna. Él también intentaba ayudarme cada que podía a desavanecer las paredes que insistía en implantar JungKook.

El susodicho se mantuvo impasible bebiendo de su botella, incluso cuando me acerqué a él y, sin importarme lo sudado que estaba, lo abracé por la cintura.

Ni tiempo de abrir la boca tuve pues ya había comenzado a quejarse.

-Señorita Cain. Ya hemos hablado de este tipo de gestos-intentó apartarme, pero hice mi mayor fuerza para mantenerme aferrada a él.

En medio de tanto forcejeo, nuestros pechos quedaron a la par, y por mucho que esperé el ansiado click de nuestras cadenas, nunca lo escuché.

-¡Sarah!

Mi mente quedó en blanco y mi corazón dio un vuelco tan doloroso, que sólo atiné a dar un paso atrás.

-¡Sarah! Ten cuidado. Puedes lastimarte.

Él suspiró de alivio al verme apartarme, pero volvió a forcejear conmigo cuando intenté con todas mis fuerzas jalar del cuello de su camiseta, y fue tanto mi afán por comprobar si lo que estaba pasando era cierto, que rasgué la tela, sólo para encontrarme con su pecho bañado en sudor...y sólo eso.

La cadena no estaba.

-Sarah...-el murmuro de JiMin a mis espaldas me hizo volver a la realidad. Yo sabía que él había estado intentando detenerme todo ese tiempo. Pero realmente necesitaba confirmar mis sospechas.

Había hecho un trato con JungKook un día, el día que le regalé la cadena.

Quiero que la conserves siempre, porque el día que no la tengas, entenderé que ya has tenido suficiente de mí y finalmente me daré por vencida.

Él ya no llevaba la cadena.

No la llevaba.

Él ya había tenido suficiente de mí.

Dejando caer el peso de mi pena sobre los hombros, JiMin me sostuvo antes de que trastabillara con mis propios pies.

-¿Sarah?¿Estás bien, Sarah?

Pero ante la pregunta de mi rubio amigo, siquiera pude asentir con la cabeza.

El nudo de mi garganta no me dejaba hablar, mis ojos se nublaban, y cuando la respiración me comenzó a faltar, simplemente huí de allí y me encerré en el baño de la oficina.

Escuchaba cómo JiMin me llamaba a gritos desde afuera, pero había bloqueado la puerta y me había recostado a ella con las manos sujetando mi camiseta con fuerza.

-¡Sarah!¡Abre de una maldita vez!

-Déjame sola...JiMinie...por favor...

Apenas necesité alzar un poco la voz para que él me escuchara (que también se debió a que la puerta de aquel baño no era precisamente la más gruesa), y cuando todo se hizo silencio, que supe que estaba plenamente sola en la oficina, me permití romperme.

Sujetaba mis manos juntas sobre mi pecho, como si así pudiera recuperar la mayor cantidad de trozos de mi roto corazón.

La garganta me dolía de tantos sollozos y gritos incesantes, las lágrimas saladas armaban pequeños charcos en el suelo y el pecho me quemaba.

Ni cuando estuve a punto de perder la vida, en cualquiera de mis tantas aventuras extremas, me sentía tan triste y dolida.

Una bala, una puñalada, un envenenamiento...nada se comparaba al doloroso ardor que recorría mi cuerpo de punta a cabo, y que sacudía mis pulmones en busca de más llanto y más aire.

No quería creer lo que mis ojos habían visto.

No quería creer que JungKook realmente se daba por vencido.

Yo no quería darme por vencida.

Pero...no podía hacer más nada.

Le había hecho una promesa, y la cumpliría...aunque me costara las sangrantes grietas de mi corazón.

Intentaría arreglarme, recomponerme...y a pesar de que era consciente de que para ello debía tomarme un tiempo a solas, no lo consideré una opción.

Yo trabajaría y me centraría únicamente en mi trabajo hasta que llegase el punto en que dejase de doler.

Secando las lágrimas del suelo con mi camiseta, me puse de pie, y sin tomarme la molestia de mirarme al espejo del lavabo, me eché agua en la cara y el cuello, mientras inhalaba y exhalaba profundo en busca de calma.

Obligué a mi corazón a anestesiar su dolor, y tomé coraje de verme al espejo.

Mis ojos rojos y cristalizados delataban mi angustia...pero ese no era el fin de Sarah Millian Cain.

Sarah Millian Cain seguiría trabajando por su sueño de hacer del mundo un lugar mejor, y vendaría cada día su corazón hecho pedazos si así podía continuar ayudando a quienes lo necesitaban.

Jeon JungKook se había llevado con su rechazo una parte de mi alma, y algo en mí se sentía vacío, pero me forcé a partir de ese momento a sólo concentrarme en esa parte llena.

Por eso, luego de un tiempo que tomé para renovar fuerzas, volví a mi trabajo, y aunque JungKook y JiMin me esperaban a ambos lados de mi escritorio, el uno mirando a la ventana y el otro con notable preocupación, no dije nada más en lo que quedaba de día.

Apenas almorcé, apenas merendé, y apenas hablé cuando JiMin me pidió permiso de retirarse pues ya era hora de recoger a Liam y Jeremy de la escuela.

Habían pasado más de diez horas y yo no me había enterado.

El punto a favor era que había adelantado mucho trabajo atrasado.

-¡Sarah!

Había escuchado mucho mi nombre en menos de veinticuatro horas, y en otro momento hubiera hecho un chiste al respecto de no ser porque parecía un alma en pena en ese momento.

Empero, viendo a Leiah (que por sentirse mal se había quedado en la mansión ese día) entrar a la oficina hecha un mar de lágrimas (como al se le hizo costumbre cada que ocurre algo), me hizo olvidarme de todo y correr a ella, a sostenerla en mis brazos cuando casi tropieza con la alfombra.

-Sarah...JungKook...

En medio de sus sollozos, nos llamó a ambos, y extendió su mano al pelinegro.

Lo miré con súplica. No le pedía que bajara la guardia por mí, sino por ella, que también es su amiga.

Entonces no tuvo más remedio y dio un par de zancadas hasta llegar a nosotras y tomar la mano de la rizada, siendo su rostro bañado en empatía.

Por lo menos esta vez sí, suspiré de alivio.

Ayudamos a Leiah a sentarse en el sofá, en medio de ambos, y la animamos a hablar a la par que intentábamos secarle las lágrimas.

Sólo entonces me percaté de el fino objeto que sostenía mi amiga contra su pecho, apretándolo con sus manos con tanta fuerza que tenía sus nudillos blancos.

-Yo...Yo-sus hipidos no la dejaban abrir la boca casi-...estoy embarazada...

Dejando caer la bomba, también lo hizo con aquel objeto que resultó ser un test de embarazo...y un papel arrugado.

-JiMin y yo...estábamos volviéndonos...muy cercanos-sorbía por la nariz, aferrando cada mano a una mía y otra de JungKook-. Nos gustamos...nos acostamos...y yo lo quiero...pero esto...¿Qué pasará con esto?-volvió a romper en llanto-¿Qué pasa si esto no es lo que JiMin quiere y le hago daño? Yo lo quiero...pero no sé si él a mí...y a mí no me desagrada del todo la idea de otro hijo...y hasta lo tenía en mis planes futuros...pero ahora...¿Me pasará como con Orland?¿Los niños lo querrán?...

De ahí en adelante, siguió con su vómito verbal, botando todas sus inseguridades, toda su impresión, y si de por sí ya estaba llorando por verla tan desesperada, cuando por algún extraño motivo JungKook y yo compartimos una mirada que transmitía el mismo sentimiento en común de preocupación por Leiah, el pecho se me apretó aún más y la herida de mi corazón volvió a sangrar, llevándome a apretar a mi amiga entre mis brazos, para llorar las dos, mas me concentraría en consolarla a ella y ella me daría consuelo inconscientemente a mí a través de ese abrazo que me correspondió.

-Escucha, Leiah-la voz suave y compasiva de JungKook me estremeció. Estaba verdaderamente muy sensible-, JiMin no es un cabrón, y si hay algo que verdaderamente le guste, es el calor de una familia. Por eso se ha relacionado tan bien contigo y los niños. De hecho, no deja de hablar de tí, de Liam y Jeremy, todo el día, y siempre preocupado, contento...

-Sé sincera con él, LeLe-dejando un beso en su sien, suspiré antes de hablar-. Estoy segura de que JiMinie te corresponderá, y sé que ahora estás muy sensible y temerosa, pero confía en tí y en lo que sientes. Los niños...sabes que siempre han querido un hermano o primo, así que ahora que tú se lo puedes dar...no veo el problema. Eres joven, tienes buena economía, tienes apoyo, y estoy segura de que JiMin no te dejará sola en esto...y tampoco lo hará por obligación, sino por lo loco que está por tí así como tú por él.

Entre JungKook y yo seguimos dándole aliento durante un buen tiempo hasta que JiMin y los niños entraron de sorpresa a la oficina y se encontraron con la escena.

-¡Mamita!¿Qué pasó?

Con una mirada que transmitía fuerza por parte mía y de JungKook encima, ambos nos apartamos de Leiah lo suficiente para dejarla enfrentarse a la situación sola...como debía ser, pues...por desgracia, nosotros sólo podíamos darle apoyo.

Fue una hermosa escena.

JiMin lloraba de alegría, los niños chillaban emocionados dando vueltas por todo el lugar y cuando salieron corriendo a gritar por toda la mansión que iban a tener un hermanito y un papá, el rubio y la rizada estaban fundidos en un abrazo, sincerando sus sentimientos y oficializando una relación que al día de hoy aún se mantiene fuerte.

Estaba feliz por Leiah y JiMin, y por Jimmy y Liam. Estaba realmente muy feliz de verlos felices.

Pero...

Cuando por un movimiento suyo me percaté de la presencia de JungKook a mi lado...la realidad me cayó como un cubo de agua fría.

Yo quería ser feliz también. Pero yo quería ser feliz con él...y él me había dejado claro ese mismo día que no quería lo mismo.

Y me dolía. Me quemaba y arañaba mi cuerpo profundamente.

Cuando volví a llorar, esta vez silenciosa e inconscientemente, supe que no sería fácil superarlo, que me seguiría doliendo por mucho más tiempo, aún cuando quisiera ignorarlo.

A partir de ese día, me mantenía extremadamente tranquila e imperturbable, e intentaba por todos los medios no quedarme completamente sola, porque de ser así...me echaría a llorar hasta perder la consciencia.

Por primera vez Sarah Millian Cain no tenía las fuerzas suficientes para enfrentarse a la vida que ella misma había escogido, pero lo intentaría, sin importar que fuera mi trabajo lo único en lo que me concentrara y que los demás notaran la angustia en mis ojos.

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