ᴄᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 3
Jimin había terminado de lavar los platos, los ordenó en un inquietante silencio externo, pero internamente quería gritar de miedo y temor.
Sentía ese grito tan cerca, su cerebro lo traicionaba y lo repetía una y otra vez.
Frustrado restregó su rostro con agua y respiró profundamente "Por favor, ya detente" se dijo a sí mismo varias veces, hasta que el temblor en sus manos se aligeró, la presión en su pecho dejó de oprimirle y la nube gris que posaba sobre su cabeza fue dispersada un poco.
Ese tipo de crisis le quedó desde el ataque en Oblius, dejando rastro hasta su traslado a Geest.
Quedó con una laguna mental sobre lo sucedido allí, a duras penas recordaba cómo conoció a Yoongi y algún que otro detalle, pero, no eran lúcidos.
Tan sólo era una ligera idea.
Luego de esa experiencia traumática, le costó mucho salir de casa, volver a dormir como antes y tan siquiera, poder disfrutar de una comida.
Fueron meses en los que vivió de esa forma, dejando a su esposo con toda la responsabilidad, sin poder pensar de forma objetiva, lo mucho que él se cargaba.
Sin embargo, hubo un momento de reflexión en su vida; luego de sentirse frustrado por depender casi en su totalidad de Yoongi, esconderse detrás de él y esperar a que siempre fuera un paso más adelante, tomó la decisión de visitar a un psicólogo para saber más respecto a su condición y realizar su respectivo tratamiento.
Semanas de sesiones en las que Jimin contaba exactamente lo que recordaba, hicieron que el psicólogo nombrara su experiencia como una amnesia disociativa, su mente omitió sin reparo, ni evaluación todo lo relacionado con Oblius, debido al impacto fuerte que el terrible suceso tuvo en su vida, ocasionando una extensa laguna mental.
Lidiar con su propia mente y recuerdos no era sencillo, aunque la situación se alivió un poco cuando nacieron, lo que resultó ser dos bebés y no uno, en buen estado a pesar de los riesgos que había tenido Jimin en la gestación.
Había optado por algunas estrategias para calmarse a sí mismo, diciéndose palabras y utilizando métodos que no afectaran su salud o atentaran contra él, tal cual como lo había hecho.
A veces hablarse a sí mismo le asustaba, pero lo aliviaba en gran manera.
Como ahora, que tenía un gran alivio mental por lo que sonrió y se dirigió hacia donde estaban los niños, sentados en la cama hablando de su mundo de fantasías y juguetes.
Apenas los pequeños vieron a Jimin le llamaron.
—– Papá, cuéntanos un cuento —– dijo Wooyoung.
Jimin sonrió —– Primero a colocarse el pijama —– ambos se bajaron de sus camas y corrieron hacia su pequeño armario.
El pelirosa los veía con un sentimiento extraño en su pecho, se sentía incompetente para ellos. Sabía que estaba entrando en sus crisis de ansiedad y nuevamente sus temores volvían a acrecentarse.
Por un momento sus ojos se nublaron, su respiración se bloqueó en un abrir y cerrar de ojos, se asustó y parpadeó muchas veces, volviendo a la realidad.
Sus niños sonreían viendo sus pijamas estampados, Jihoon se burlaba de Wooyoung quien se había puesto la camisa al revés.
Jimin se dio la vuelta sin decirle nada a los niños, caminó directamente a la pequeña biblioteca que tenían donde guardaba todos los cuentos que tanto les gustaba a sus hijos, por lo menos unos veinte tenían allí con dibujos animados, todos los habían leído pero, ellos amaban escucharlo así fuera un cuento repetido.
"¿Qué me está pasando?" se preguntó un poco aturdido por el episodio "Debo volver al psicólogo" sacó su teléfono del bolsillo y buscó el contacto de su psicólogo, Leeteuk.
Al instante de haberle enviado un hola, Leeteuk contestó animadamente dando inicio a una conversación amena que ayudó a aliviar los nervios de Jimin.
Jimin
¿Tienes consulta mañana?
¡Psico Lee!
Cuatro personas pautadas, ¿Por? ¿Quieres adelantar la consulta?
Jimin hizo una mueca y suspiró
Jimin
Creo que estoy entrando en una crisis... No me siento bien, estoy agobiado y si dejo pasar más tiempo haré o diré una cagada.
Los puntos suspensivos que aparecían en su pantalla lo colocaron impaciente, aunque no duró mucho porque Leeteuk respondió.
¡Psico Lee!
¿A las tres está bien para ti?
Jimin
Sí, está bien.
Guardó su teléfono en el bolsillo y tomó el primer cuento que encontró, le echó una ojeada muy superficial, porque su mente estaba ya ideando lo que diría en la consulta "¿Que debería decirle?", se encogió de hombros, ante todas las respuestas que le daba su mente.
—– Los niños te están esperando —– La voz a su espalda lo alertó y se volteó un poco exaltado. Yoongi lo miró fijamente y enarcó una ceja —– ¿Qué pasa?
—– Me asustaste... No te escuché entrar —– confesó y giró su cuerpo por completo.
—– Sí, te noté distraído —– Yoongi se acercó al pelirosa y quedó justo frente a él —– ¿Estás bien? —– preguntó muy suavemente.
Jimin lo miró fijamente, el tono de voz le había acariciado sus penumbras y había aflojado su lengua para soltar todo lo que quería decir. Sin embargo, su cerebro se bloqueó ante cualquier indicio de hablar y le dejó como única opción asentir.
El pelirosa asintió y carraspeó un poco ante la dificultad de su hablar.
—– Sí, lo estoy —– murmuró.
Yoongi estaba dudoso, conocía a Jimin y sabía que algo le estaba perturbando. Lo tenso que estaban sus hombros, su mandíbula y la sonrisa que no lograba llegar a su mirada y achicar sus ojos lo confirmaba.
Jimin no estaba bien.
De vez en cuando, Yoongi notaba que Jimin se tornaba más vulnerable ante cualquier situación, su ansiedad y pesadillas aumentaba y aunque estaba en control con el psicólogo, no lograba entender el por qué le costaba tanto a Jimin recuperarse.
La misma situación la habían vivido, pero les había afectado de forma distinta.
No dejó traumas en Yoongi, pero en Jimin sí.
Los primeros días, Yoongi estuvo con pesadillas constantes y estuvo alarmado ante cualquier suceso. Por lo menos hasta que se mudaron y crearon la ley que salvaría a la humanidad.
Estaba comprobado por todos los organismos competentes que investigaban al monstruo, que a las 9:00 pm salía hacer desastres y a las 3:30 am dejaba de estar en las calles.
Debido a eso, los horarios de algunos trabajos fueron ajustados, mientras que otros se mantuvieron iguales.
Era dudable la veracidad de esa ley, se escuchaba como una medida de seguridad absurda, pero funcionó.
Poco a poco el miedo en las personas dejó de ser como un saliente perceptible para convertirse en un miedo latente, nocturno y silencioso.
Yoongi se adaptó a la situación, la calma llegó a su vida muy rápido y asentó bastante bien la modalidad, pero por supuesto, Jimin no pudo avanzar.
En su mente quiso colocar las barreras necesarias para afrontar la situación y poder colocarse en los zapatos de Jimin. El incidente de ese entonces y el embarazo chocaron, colocándolo vulnerable y sensible a su mente.
Borrando partes importantes de la vida de su esposo.
Él había sido víctima de su olvido.
—– ¡Papá! —– el grito alarmó a ambos que estaban sumidos en sus individuales pensamientos.
Jimin tuvo que sostenerse del estante y apretar el borde con fuerza, quería salir corriendo.
Yoongi miró a Jihoon que los miraba a ambos.
—– Hijo, ¿Qué te dije sobre gritar y aparecer de repente? —– Yoongi se agachó a abrazarle.
Jihoon puchereó —– Lo siento, papá. Es que no me estaban prestando atención.
Yoongi sonrió —– Tranquilo, hijo. Papá y yo estábamos pensando en otras cosas. No queríamos ignorarte ¿Verdad, amor? —– el azabache miró a Jimin, quién tenía una expresión indescifrable para él, que al principio, no le generó sospechas, hasta que se percató del fuerte agarre de su mano al estante —– ¿Jimin?
El pelirosa parpadeó y enfocó a su esposo con las cejas fruncidas y a Jihoon expectante.
—– Yoongi —– murmuró —– ¿Puedes leerles el cuento por mí? —– el azabache se levantó y se acercó a Jimin —– Por favor —– añadió ante la mirada cuestionadora de Yoongi.
—– Hijo, lleva el cuento a la habitación —– le quitó el libro de las manos del pelirosa y se lo extendió con una sonrisa a Jihoon —– Ya voy para allá, no se duerman.
El pequeño asintió —– Está bien, papá —– y salió de allí llamando a voces a Wooyoung, dejando a ambos adultos solos en una tensión fina, pero notable.
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