ᴄᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 2
Su corazón latía fuertemente, sentía el bum bum bum en sus oídos, volteó su mirada hacia al baño y vio a los niños reír tranquilamente sin ningún temor, con un poco de temblor en sus manos y la mayor rapidez que le permitían agarró los platos y se dirigió a la cocina.
Cuando vio a Yoongi pudo relajarse en su totalidad.
“Ellos están bien, ellos están bien, nada les pasó” pensó y se acercó al azabache “Probablemente el grito era de una víctima del monstruo” suspiró ante el turbio pensamiento que se había formado en su mente y la bruma de emociones que empezaban a bullir en su ser.
Abrumado dejó los platos en el fregadero y rodeó con sus brazos el torso del mayor, quien sonrió ante el cálido acto.
—– Cariño… —– El mhm de su esposo le indicó a proseguir —– Perdón por ser un mal esposo.
Yoongi detuvo lo que hacía y apoyó sus manos en las baldosas.
—– ¿Por qué dices eso? —– Jimin se encogió en su lugar, recostó su frente en la espalda del mayor y guardó silencio. Yoongi suspiró y se volteó buscando el rostro del menor —– ¿Qué sucede, cielo?
Jimin sentía el nudo en su garganta, pero la frustración silenciosa que tenía, había aumentado desde que escuchó el grito, aunque la cargaba desde que vio el recibo de alquiler en la mañana.
—– Siento que he fracasado y que no he hecho nada para ayudarte —– abultó sus labios —– Trabajas nueve horas, mientras que yo solo medio tiempo, cuido a los niños y siento que no lo hago bien.
—– Amor, amor, espera —– detuvo al pelirosa antes de que su monólogo desviara el sentido, la cordura y se convirtiera en el nido de ansiedad y desesperación. El azabache miró al pelirosa casi temblar en su lugar y le preocupó —– Tranquilo, vamos a calmarnos ¿Está bien? —– Jimin asintió.
Yoongi suspiró agotado, sentía el dolor de cabeza iniciar su jornada “Espero no sea lo que estoy pensando” desvió su mirada pero, no pudo borrar la mueca de sus labios.
—– Lo hablamos en la habitación —– interrumpió Jimin notando la expresión de su esposo —– Anda a ducharte, relájate un poco, yo lavaré los platos y acomodo a los niños para que vayan a dormir.
Yoongi sonrió agradecido y sin decir nada, depositó un beso en la cabellera rosa y desapareció detrás de la puerta.
Los ojos de Jimin se cristalizaron, sabía que era inútil y que su esposo no se lo decía por respeto o tan siquiera para no alborotar la situación.
El restaurante no le daba tanto dinero como esperaba, era justo para el pago de los servicios y complementar para los alimentos. Agradecía que pudiera traer comida del restaurante y de vez en cuando, comer algo diferente.
En cambio, Yoongi trabajaba como policía de servicio, lo que en la ciudad eran muy conocidos y solicitados por atender todo tipo de problemas y no solo delitos e infracciones legales.
Desde las seis o siete de la mañana él salía a trabajar, regresaba a las ocho casi pasando el toque de queda.
Colocando su vida en peligro.
Su sueldo era mucho más que el de Jimin, sin embargo, costear los estudios de los pequeños y pagar alquiler, entre otras cosas, no dejaban ver los frutos de su capital.
Antes de llegar a Geest su ciudad actual, Jimin vivía en Stabiel, una ciudad fructífera con un buen estatus de reconocimiento a nivel nacional.
Era una de las ciudades con un alto potencial industrial, las fuentes de empleo eran muchas, los ingresos más que satisfactorios. Una vida bastante buena y tranquila.
Por lo menos hasta que eso apareció.
Nadie sabía su origen, era imposible descubrirlo porque cuando se enfrentaban a él, desaparecían.
El país de Duine fue azotado por esa tragedia, para unos era un monstruo, para otros era un extraterrestre.
Nadie sabía nada de esa bestia desconocida.
Para los científicos y políticos era curioso el hecho de que atacara en la noche, desde una hora en específica.
Sólo atacaba a los que estaban fuera de sus casas.
No invadía los lugares a los que no era invitado.
Sin embargo, si veía alguno rondando mientras él lo hacía, lo devoraba.
Después de la devastación de Stabiel, Jimin se trasladó a Oblius. Una ciudad al otro lado del país, quería alejarse de ese monstruo y de sus desastres por lo que prácticamente estaba huyendo.
Allí conoció a Yoongi.
Un policía novato que lo ayudó apenas llegó a la ciudad.
A pesar de que no era tan grande como era su anterior ciudad, Jimin se perdió en la cantidad de calles y atajos que tenía Oblius pero, Yoongi llegó a ayudarle como buen policía.
Aunque más allá del deber ser, quedó flechado del –en ese entonces– peligris, tanto como para tomarse el atrevimiento de “robar” sus datos con excusas del deber de la ley, en caso de emergencia u otro tipo de ayuda.
Claro que Jimin no fue lento al respecto de los detalles e insinuaciones de ese oficial hacia su persona, pero, no tardó mucho en interesarse y corresponder.
Las citas y salidas que tuvo con Yoongi en Oblius, quedaron grabados como celaje en su mente, no era certero ni contundente y muy poco podía recordar.
Lo que se supone que fueron salidas románticas, el período de noviazgo, su boda, hasta la noticia del embarazo, dejaron de ser precisas a causa del primer ataque de la bestia en la ciudad.
Jimin recordaba haber estado en su casa, llegaba del trabajo y suponía que Yoongi estaba allí.
Llegó a la sala y notó en el comedor una nota diciéndole: Estoy en el mercado, ya regreso. Con un corazón dibujado al final.
Jimin sonrió y se despojó de todo aquello que traía encima: carpetas, bolso y una libreta.
Descansó un poco y tomó sus vitaminas, como de costumbre, masajeó su pancita de tres meses y sonrió.
Todo marchaba bien.
No había alertas, ni mensajes, ni avisos de que se encontraban en peligro.
Eran exactamente las 9:00pm cuando el viento azotó muy fuerte las ventanas, la presión que se formó en la atmósfera fue tan intensa y abrumadora que los vidrios estallaron y gritos al unísono formaron una melodía de horror.
Asustado Jimin corrió hasta llegar a la puerta con algo en mente.
Mejor dicho, alguien.
Yoongi.
Cuando abrió la puerta sus piernas flaquearon y su cuerpo se paralizó, todo estaba oscuro, lleno de una neblina espesa y sofocante, sintió como el aire y el muy dudable ingreso de oxígeno quemaba sus fosas nasales y en vez de aportar alivio a sus pulmones, provocaba tormento en todos sus órganos.
No supo en qué momento Yoongi se posicionó frente a él, estaba cubierto de sangre y con una expresión de horror en su rostro.
No descifró nada más, pero podía asegurar que se había desmayado con los ojos abiertos.
Porque desde ese día, ver a Yoongi cubierto de sangre, gritando su nombre y huyendo con su cuerpo, se repetían una y otra vez en sus sueños convirtiéndolos en una pesadilla que probablemente, fueron parte de su realidad.
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