𝟎𝟏
¿Es amarga como el café? ¡Yo podré endulzarla!
La alfa de cabellera rubia caminaba de forma apresurada por los pasillos de la escuela, se había levantado tarde una vez más para su desgracia. A este paso Roseanne cree que se va a ganar una amonestación puesto que le dijeron que tres tardanzas justas y le avisaban a sus apoderados sobre la situación. Sin embargo, tampoco era su culpa, se la había pasado casi sin dormir por hornear galletitas para su compañera de clase, lo cual no le pidió pero aún así quería dárselas.
Un puchero se forma involuntariamente en sus labios mientras abrazaba con fuerza los libros contra su pecho, no quería que su mami le llame la atención otra vez, le hablaba con un tono duro y su nombre completo, y definitivamente a ella no le parecía ameno que le pase eso, todo lo contrario, lo odiaba. Entonces para el bien de su estabilidad emocional decide aumentar la velocidad de sus piernas, los pasillos encontrándose vacíos debido al tiempo que llenaban sus pensamientos, ella siempre ha sido una cachorrita demorona, su otra mami se lo paraba recalcando en demasía.
No obstante, muy bien sabe que podría aguantar un sermón de sus padres por cierta omega de cabellos castaños, Kim Jennie para ser exactos. Hace un tiempo ha estado queriendo compartir tiempo con la omega a pesar de que esta se halle dispuesta a patearle con la mirada y arrancarle el hígado de un manotazo, sin embargo , tampoco buscaba rendirse tan fácil en estas dos semanas de trabajo para hacerse amiga de ella, mucho menos cuando en estos últimos días ha estado dando frutos su esfuerzo.
Como se han dado en anteriores oportunidades, Jennie ya no la alejaba o le gritaba que se largue a molestar a otro, simplemente se quedaba callada con su revoltosa presencia los momentos que Rosé le ronroneaba en el salón de clases en los recreos para hacerle compañía a la misma vez que le regalaba un poco de su comida y calor corporal con abrazos, o cuando debían hacer grupos en dúo y Rosé le obligaba a aceptar aunque sea a regañadientes ya que no le quedaba de otra, claro, la alfa haciendo prácticamente lo que es decoración porque ella es más animada, no como Jennie que solo sabe escribir con tintas oscuras y examinar información.
Estas dos semanas Rosé también se había dado cuenta que su unnie era algo diferente a ella, por no decir completamente. Pero eso no importaba, así se traten de una alfa chillona y una omega renegona se tenían la una a la otra y era eso lo que contaba. El puchero de hace momentos es reemplazado por una gran sonrisa, esa sonrisa de niña inocente que van de oreja a oreja y remarcan sus bonitos hoyuelos, siempre cuando recordaba a su "gran unnie" Roseanne se sentía motivada para empezar el día, aunque la verdad es que siempre se sentía feliz, pero con Jennie aún más.
El momento que dobla a la esquina, la alfa de cabellos rubios se percata de un letrero amarillo en medio del pasillo brilloso, pero por el apuro de la situación no le toma importancia y sigue de largo, casi corriendo sin freno alguno. Mala idea, porque choca con un cuerpo más pequeño y menudo que ella, resbalando inmediatamente a su vez, siente un peso encima suyo que la obliga a tragar amargo por el dolor que recibió en su retaguardia al amortiguar a la otra persona que aún no identificaba.
—¡Ay! —escucha un chillido—. ¡Fíjate donde caminas, cabrona de mierda! —y ahí estaba, reconoce esa voz tan dulce que cargaba palabras pesadas.
La sonrisa de Roseanne de ensancha en ese momento, olvidando que sus libros ahora yacían tirados en el piso de manera desordenada en su costado, y tal vez sus hojas lleguen a doblarse por el duro suelo. Lo primero que hace es ayudar a la más bajita a levantarse, pues prácticamente se hallaba aferrada en su encima y por más que a la alfa rubia le gustaba el calorcito que le da la omega en un abrazo de susto, con el rostro hundido sobre su cuello, prefiere darle el respectivo espacio personal que siempre le recalca en sus encuentros. Así que no demora en incorporarla de un salto, segura de que si fuera un perrito su cola estuviera de un lado a otro por el entusiasmo que tenía al ver que no fue la única en llegar tarde.
—¡Bebé gatito! —chilló Rosé luego de ver de quién se trataba, para después ladear la cabeza, desorientada—. Uh, ¿Qué hace unnie aquí?
Jennie solo rueda los ojos, con fastidio.
—¿Qué? ¿Acaso no puedo, niña? —la más baja pregunta de mala gana, frunciendo el ceño por el apodo—. ¡Y deja de llamarme así! Suena estúpido, como tú.
Jennie esperaba que la menor se moleste, sin embargo esta sólo le sonríe, abultando sus mejillas y fijándose por el lado bueno de la situación; al parecer su «bebé gatito» se había levantado de mal humor hoy, sus feromonas agrias la delataban, y por eso en vez de ocasionar que ella huya como todos los demás, hace que se proponga levantar el humor de la más bajita a uno bueno o al menos a uno que le quite ese tierno ceño fruncido que tiene ahora.
—Usted puede estar donde quiera —se defiende Rosé con un tono suave—. Sólo si no me arruga el gesto ahora mismo, Hm... eso me hace sentir triste ¿Entramos al salón juntas? —cuestiona con rapidez.
—No quiero asistir a clases —farfulla la omega, lista para irse a otro lugar, pero una vez más la alfa no demora en tomarla de la muñeca sin ejercer fuerza, en realidad, fue un toque tierno que proporciona.
—¡Entonces faltemos las dos! —se apresura a proponer Roseanne, emocionada ante la idea de pasar tiempo con la omega.
—Park... No.
—Park... Sí —insiste la alfa de cabellos rubios, aún sosteniéndole la muñeca—. Yo le dije que cuando usted se lamenta por estar solita es demasiado tarde ¡Ya vine yo! Por favor, acépteme para pasar tiempo con usted ¿Si?
—Mh —zumba la lengua pensando, aún no convencida.
Roseanne tenía en claro que Jennie no era una omega fácil de tratar, desde el primer momento en que la vio le cabe claro aquello. Es por eso que ayer intentó algo nuevo que regalarle algo de su comida (porque aunque Jennie lo negara es su debilidad) y era prepararla, total, el detalle lo hacía más significativo ¿Verdad? El amor que dió en su receta secreta era incomparable, así que la chiquilla de cabellos rubios está satisfecha con su arduo empeño y no demorará en enseñárselo a su unnie.
— ¡Jennie unnie! ¡Mire! ¡Mire! ¡Le hice galletitas!
Ofrece sacando una bolsa transparente en su mochila rosa que dejaban a simple vista el interior el cual contenía algunas galletas crocantes y de buen olor, tan bueno que incluso la omega de cabellos castaños dudó en ceder si no fuera por la artificial dignidad que cargaba consigo misma.
—Saca esa mierda de mi vista, Park —contesta secamente, pegando la vuelta con el destino hacia el patio, sin duda sería bueno dormirse ahí lo que no pudo la noche de ayer por andarse husmeando trabajos en los periódicos, he allí el detalle de su mal humor.
Rosé hace un mohín, pero aún no se rinde.
—Son con chispitas de fresa —canturrea la de cabellos rubios, intentando persuadirla.
—Sigue siendo mierda —gruñe ella.
Entonces Rosé se obliga a rebuscar más en su mochila.
—¿Yogurt?
—Ni me menciones esa porquería.
—¿Jugo de naranja?
—Meh, más mierda.
Y la alfa suspira, intentando ir por su última opción que le queda.
—Ah, y traje leche de fres...
—Voy a vomitar por tu insistencia, Roseanne —le dice la omega antes que nada de forma amenazante, girando de golpe y quitándole la caja entre sus manos con recelo—. Pero supongo que podré ahorrarme el vómito.
Y Rosé sonríe, satisfecha.
—Así que le gusta la leche de fresa... —se burla un poco la alfa, al sentir como la omega ronronea tomando de la cajita, sus mejillas inflándose al paso de succionar.
—Cierra la boca o te pateo —amenaza Jennie tomando de la pajilla la leche, sabía tan bien que incluso había olvidado la razón de su enojo antes de llegar a la escuela.
—Oh sí, por favor necesito que me enderecen el trasero, creo que amortiguar tu caída tiene un precio muy caro—un quejido es lo que sale, sintiendo el dolor.
—Mocosa idiota —se ríe Jennie por lo bajo, regalándole un golpe en el hombro de forma brusca.
Y usualmente hubiera chillado del dolor, rodado por el suelo mientras fingía estar en agonía, pero para Rosé la risa de la omega era tan bonita y melodiosa que sólo se quedó contemplándola con una sonrisa boba en el resto, olvidándose de las punzadas leves en su tras. La mañana transcurre con la mimada alfa robándole abrazos en el camino a la omega e intentando a que acceda a comer una de sus galletitas, teniendo éxito a último momento ya que al inicio de negaba mucho. Por supuesto que Jennie le dio más que una mirada asesina y gruñidos al pedirle que le deje marcar su aroma a café sobre ella pero al final le dejó hacerlo, con eso siendo completamente feliz.
Al fin y al cabo, ya cumplió con su primera misión del día; animar a su futura omega.
Park Roseanne. 18 años.
Alias "la mocosa de Kim Jennie"
Kim Jennie. 19 años.
Alias "la omega de la alfa mimada"
gracias por leer (*´˘'*)♡
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