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En una galería de arte, cuyo ambiente moderno y acogedor era producto de los bombillos y sus luces sepias, una suave melodía de saxofón previamente grabada acompañaba a todos aquellos interesados en la exposición que allí tenía lugar.

El lugar, desde tempranas horas de la mañana, estaba siendo muy concurrido puesto que, hacía no mucho tiempo, quizás un año o dos, un pintor anónimo surgió a través de las redes sociales, volviéndose famoso casi al instante y, por cuarta vez, expondría su arte en una de las galerías más prestigiosas de la ciudad.

Lo curioso de dicho artista no eran sólo sus pinturas, sino también el hecho de que, aún si aceptaba las propuestas de exposición, jamás mostró su rostro al público, mucho menos su nombre.

Sin embargo, él mismo anunció que, en aquella exposición, un autorretrato suyo sería colocado.

Los fanáticos del arte enloquecieron con la noticia y muchos habían ido al lugar.

Entre estas personas, estaba Go SooJung, una pelinegra de veinticuatro años de edad, escritora, aún no muy reconocida, que hallaba en las pinturas de aquel muchacho una especial inspiración.

Apenas hubo llegado al lugar, la joven pudo notar que, en un rincón del mismo, una aglomeración de personas se encontraba.

Eso sólo significaba una cosa: allí estaba el cuadro que mostraba el dichoso rostro del famoso pintor.

Mas ella prefirió disfrutar, como siempre, de la exposición, dejando para último aquel cuadro, sin saber que dos pares de ojos la observaban atentamente desde un rincón.

En la primera imagen, se mostraba un hermoso riachuelo, adornado a su alrededor con césped y una que otra florecilla.

Tan hermoso como triste, pues los colores fríos y oscuros, además de aquella florecilla marchita, hacían notar eso.

SooJung frunció su ceño ante la vista.

Dicho pintor anónimo, que utilizaba el nombre artístico de 97, siempre solía representar preciosísimos paisajes, incluso personas, plasmando a través del lienzo una indescriptible sensación de tranquilidad y felicidad.

Pero ese no era el caso en aquella ocasión.

Todos y cada uno de los cuadros que la pelinegra chica recorría con su vista no mostraban más que desesperación, tristeza, angustia.

Y entonces encontró un cuadro muy peculiar.

Dicho cuadro tenía por nombre: Peace, y mostraba un fondo negro, con una que otra nota musical distorsionada y un arañazo que parecía tan real, como si alguna bestia hubiese querido romper la pintura.

Y lo que más extrañó a la muchacha no fue sólo eso, sino también el hecho de que, entre arañazo y arañazo, pudo identificar dos pares de ojos, que parecían mirarla con tal intensidad, que se sintió intimidada.

Pero aún así, no apartó la mirada de la obra de arte, y se mantuvo allí el tiempo suficiente como para que su acosador se extrañara y decidiera unírsele a su apreciación.

SooJung sintió la presencia a su lado, pero no se inmutó.

-¿Le gusta este cuadro?-una voz tan ronca como suave y dulce inundó sus oídos y sólo ahí se tomó el tiempo de girar la cabeza y escanear de pies a cabeza al sujeto a su lado, aprovechando que el mismo mantenía su vista en el cuadro.

Vestido de negro de punta a punta, pantalones, zapatos deportivos, camisa, chaqueta y gorra.

Desde su posición, ya que el muchacho era poco más alto que ella, pudo notar su blanquecina piel, su nariz y finos labios, así como también sus ojos y las cicatrices que rodeaban su pómulo y cejas.

-El artista es un gran pintor-se decidió a comentar-. Sus obras siempre me inspiran, y claro que me gustan, pero...esta exposición es diferente a las demás.

El muchacho se volteó en su dirección, arrugando el entrecejo, y ahí la chica pudo notar que otra cicatriz, esta vez un poco más grande, se ubicaba desde su ojo hasta su pómulo.

-¿Qué quiere decir?

-97 tiene la mano perfecta para expresar los sentimientos a través de sus cuadros, y usualmente expresa la alegría, la diversión, incluso el amor. Pero esta vez...-aplanó sus labios- sólo veo trizteza, dolor, hasta desesperación.

-¿Y no cree que esos son sentimientos que también se deban trasmitir?-inquirió el chico, enarcando una ceja y cruzándose de brazos.

-No veo nada de malo en eso-se apresuró a decir-. Simplemente soy de la opinión de que el autor está sufriendo emocionalmente.

El semblante del chico se suavizó y una mueca de asombro se hizo ver.

-Por ejemplo-continuó la chica-, desde que llegué, todos han estado fijos en esa zona de la galería-señaló dicho lugar-, porque sé que ahí está su autorretrato. La gente prefiere conocer su cara antes de que apreciar sus otras obras que gritan por auxilio por donde quiera que las veas. 97 debe sentirse presionado no sólo por las personas y su ignorancia además de estupidez-bufó-; si no estoy malinterpretando estas obras, sé que otra cosa ha de ocurrirle. De hecho, este cuadro-señaló el nombrado objeto frente a ellos-, parece como si el artista se viera a sí mismo como un monstruo. Me atrevo a decir que este es su verdadero autorretrato.

El chico, aún en su expresión de asombro, descubrió su cabeza, dejando algo revueltos los mechones de su castaño cabello, jugueteando con su gorra entre las manos.

-¿Y cómo puede deducir que este cuadro es su autorretrato y no el que las personas están viendo por allá?

-El nombre del cuadro-sonrió de lado-, las notas musicales, la oscuridad, esos ojos oscuros y tristes. No creo que el autor pueda plasmar tan bien la angustia de alguien más con tanta intensidad si no la siente él mismo. Además, este es el cuadro que hace la diferencia en toda la exposición, además de su supuesto autorretrato, claro.

El castaño sonrió de lado y extendió su mano a la muchacha.

-Mi nombre es Jeon JungKook. Es un verdadero placer compartir con una persona tan analista y detallista como usted.

-Go SooJung-aceptó gustosa la mano del muchacho, dando un apretón a la misma-. Y háblame de tú. No soy tan vieja. Apenas tengo veinticuatro años-rió.

-Está bien, SooJung-le guiñó un ojo-. Ahora ¿te gustaría acompañarme a ver el supuesto autorretrato? Las personas ya se van yendo.

Sin siquiera mirar ni pensarlo dos veces, la pelinegra aceptó y ambos se dirigieron a la dirección previamente acordada.

-Creo que ahora tengo más razones para afirmar que aquel otro es el verdadero autorretrato-murmuró SooJung.

-¿Por?-la animó a hablar, JungKook.

-Este cuadro posee colores cálidos y llama la atención porque el joven que hay en él es sumamente atractivo. No tiene nada que ver con el resto de la exposición.

Y era cierto, en el lienzo estaba reflejado un joven de ojos rasgados, nariz chata en la punta y sonrisa cerrada, pero sincera, mostrando así dos hoyuelos a cada lado de sus mejillas, siendo rodeado por diversas manchas de llamativos colores

-Tal vez el autor no quiere mostrarse realmente-suspiró el castaño.

SooJung se le quedó mirando por un par de segundos y luego sonrió.

-Eres tú.

El chico se alarmó y se esforzó por ocultar su asombro.

-Yo ¿qué?-se hizo el desentendido.

-Tú eres 97-sentenció y volvió su vista al cuadro de alegres matices-. No tienes nada que ver con ese chico que dibujaste, pero sí mucho con aquel cuadro que vimos antes.

-¿Cómo puedes afirmar eso?-enarcó una ceja.

-Porque te acercaste a mí, me preguntaste, te sorprendió mi opinión y luego largaste un suspiro al final de tu último comentario. Eres fácil de leer, al menos para mí-se encogió de hombros.

El muchacho no salía aún de su asombro y ello le provocó unas risillas a la chica.

-Te invito a almorzar-propuso, mirando la hora en su reloj-. Así, si quieres y te sientes cómodo con ello, puedes responderme unas cuantas preguntas-sonrió, y el muchacho rió.

-¿Qué eres?¿Policía?-se animó a bromear.

-Escritora-le respondió, guiñándole un ojo, tomándose el atrevimiento de entrelazar sus brazos-. Entonces ¿nos vamos o no?

-Está bien-rodó los ojos, risueño-. Vamos.

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