⳹ᵉᵖⁱˡᵒᵍᵘᵉ⳼
Pasaron los años y, como era de suponerse, SooJung siguió en su lucha por mejorar cada día más el amor propio de su, ahora, esposo.
Claro que, a su lucha se unió HaeYoung.
Y tan ardua labor dió sus resultados pues JungKook recién terminaba su famoso y definitivo autorretrato.
Se sentía bien consigo mismo y, como venía sucediendo desde hacía tiempo atrás, ya no sentía ningún rencor por las marcas en su piel.
Por ello, miraba atentamente la única de sus cicatrices que fue retratada en el lienzo.
HaeYoung le había tomado una fotografía hacía no mucho tiempo atrás y a él le gustó tanto, que decidió que en ella se basaría para pintar, y ahí estaba aquel cuadro, recién terminado.
Poco tiempo después de la boda, SooJung, JungKook y HaeYoung se mudaron a una casa donde convivían los tres en total armonía, teniendo de vecinos a sus amigos.
La niña, de ya trece años de edad, se había acostumbrado a dormir sola porque había superado sus pesadillas, por lo que poseía su propia habitación, así como JungKook también tenía la suya, donde trabajaba casi todos los días.
Admitía que su vida se había vuelto perfecta de repente y que aquello lo inspiraba muchísimo, por lo que solía exponer varias colecciones con frecuencia.
Limpiando sus manos con un trapo ya manchado estaba cuando la puerta de la habitación se abrió.
Giró apenas la cabeza cuando su cuello fue rodeado por un par de brazos finos.
Rió por la cantidad de besos que comenzaba a recibir en su mejilla por parte de su hija.
Sonrió aún más de lo que ya hacía cuando sus piernas fueron ocupadas por su mujer y su otra mejilla también fue asaltada a besos.
-¡Woa!¡Cuánto amor!-rió-. Me gustaría quedarme aquí para siempre, pero sé que algo traman.
Ambas mujeres se mostraron indignadísimas.
-¡Yah! Uno ya no puede ser cariñoso porque enseguida piensas que venimos con segundas intenciones-reclamó la adolescente, colocándose frente a ambos adultos. Sin embargo, cuando iba a seguir hablando, su vista se posó en el cuadro a pocos centímetros de ella-¡Wow!-fue lo único que logró salir de su boca.
-Eres más lindo en persona, pero admito que el cuadro es una jodida belleza-confesó SooJung.
JungKook se limitó a soltar una risilla y sujetar mejor la cintura de su mujer, previendo que se cayera de no hacerlo.
-¿Y bien?¿A qué se debe su interrupción y esas repentinas muestras de cariño?-insistió.
-Omma y tú han hecho arte juntos-habló la niña, regresando su vista a los mayores.
Si bien SooJung sabía que HaeYoung se había alegrado con la noticia, aquella frase la conmovió al punto de lograr sacarle una traiconera lagrimita.
-¿De qué...?
Pero antes de que JungKook pudiese hablar, su hija sacó de uno de los bosillos de su short un papel y se lo extendió.
JungKook, con la curiosidad queriendo comérselo vivo, abrió rápidamente dicha hoja, la cual resultó ser una fotografía, más específicamente de un ultrasonido, donde una pequeña mancha blanca invadía el espacio negro de rayuelas deformes y blanquecinas.
Quedó pasmado, y sólo atinó a mirar con brillosos ojos a su mujer, preguntándole con la mirada si lo que veía era cierto.
SooJung sonrió y asintió, acariciando una de sus mejillas.
-Creo que...tienes razón-miró a su hija-. Después de ustedes dos, esta es la tercera mejor obra de arte que he podido apreciar.
No importa qué cantidad de marcas la vida deje en nuestros cuerpos, mentes y corazones, todos somos una obra de arte, con diferentes estilos y colores.
Y las obras de arte siempre tienen un buen crítico que las adule y sepa reconocer su valor.
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