Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Ten: Oɴʟʏ Lᴏᴠᴇ. Pᴀʀᴛ: ²

Lᴀ ᴍᴀɴ̃ᴀɴᴀ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ

——Adrien——

Un pequeño rayo de luz golpeó mi rostro, justo sobre mis ojos, obligándome a intentar "cerrar" aún más mis ojos. Pero ante el fallido intento, me cubrí con mi brazo para intentar seguir en mi sueño de belleza... Pero fue inútil.

Una vez que me despierto, ya no vuelvo a dormir.

Solté un suspiro y me di la vuelta, topándome con el hermoso rostro tranquilo de Marinette. Automáticamente los recuerdos de anoche me atropellaron en ese instante. La hermosa voz de Marinette gimiendo mi nombre y pidiéndome más. Sin duda es algo que me encantaría recordar para toda mi vida.

Después de ducharnos anoche, nos acostamos y nos fue díficil dejar de besarnos y de hablar de cualquier bobada que se nos ocurriera a las 12 de la noche. No recuerdo el punto exacto en el que nos dormimos, pero si sé que lo hicimos felices y enamorados de lo que nunca lo hemos hecho en nuestras vidas.

Acerque mi mano hacia su rostro para apartar delicadamente sus despeinados cabellos que me impedían disfrutar del tranquilo semblante de Marinette. De MI chica. Sonreí al ver como se removía ante mi tacto y arrugada su nariz, pero ni aún así, abría sus ojos. Marinette era realmente difícil de despertar.

«Y si a eso le sumamos el cansancio de anoche...»

Otra sonrisa se plasmó en mi rostro al volver a evocar esos recuerdos en mi cabeza. Sin duda alguna, fue la mejor noche para ambos. Giré nuevamente en la cama, pero esta vez para posar mi mirada en el reloj que se encontraba en la mesa de noche al lado de la cama, apenas eran las 6 de la mañana. Marinette no tardaría en despertar. Y por lo que me acabo de recordar, hoy es su cumpleaños. Necesito sorprenderla.

Así que aún en contra de mi voluntad me levanté de la cama y procedí a vestirme. Iría a ver si podía conseguir un desayuno digno para mí princesa.
Verla allí, en lencería negra de encaje con el hermoso fondo del mar con el sol saliendo de su horizonte, era realmente una obra de arte que me provocaba el no querer alejarme de esa cama. Pero mi princesa tiene que reponer fuerzas.

Salí de nuestra habitación y comencé a dirigirme hacia el restaurante del hotel, pensando en algo perfecto para comer este día especial.

«Quizá aquí tengan croissants deliciosos como los que hace mi sue...»

—¡Adrien! —Escuché gritar una voz de mujer. Rápidamente me giré para ver de quién se trataba. Era Kagami.

—Hey... Kagami. Buenos días —Le sonreí levemente.

—Buenos días —Contestó tomando aire— ¿Cómo estás?

—Amm... Bien, muy bien.

—Oye... Sobre lo de anoche —Me interrumpió con algo de nerviosismo— ¿Alguien te dijo algo?

En mi rostro apareció una mueca de confusión.

—¿Te refieres a una disculpa? Pues no. Simplemente hicieron ese escándalo y nadie se acercó, solamente los reporteros y paparazzis para no perderse de esa grandiosa "exclusiva" —Solté enojado recordando como una gigantesca bola de prensa nos aturdió en la salida del restaurante.

—Solo recuerda que los del hotel harán cualquier cosa por salirse con la suya —Se cruzó de brazos mientras mostraba algo de ¿Indignación?

—¿A qué te refieres? —Pregunté aún más confundido.

—¡Adrinkis!

«No la loca por favor»

Unos delgados brazos se enredaron en mi cuello y me jalaron hacia el frente, justo donde mi amiga de la infancia empezó a darme unos besos en la frente. Rápidamente me deshice de su agarre y la tomé de los brazos, deteniendo así sus muestras de cariño.

—¡Ay qué bueno que estás bien! Creí que no te vería hoy por todo el drama que la panadera esa provocó anoche —Platicaba con rapidez mientras con un abanico se echaba aire. Rodé los ojos al oír el típico apodo que le tenía a Marinette—. Ya imagino la vergüenza que te provocó esa chica de...

Sus reclamos se detuvieron al girar a ver a Kagami, quién la miró con desagrado y mi amiga rubia no tardó en devolverle el gesto.

—Vaya, no sabía que estabas hablando con la chinita —Dijo Chloé con odio mirando de pies a cabeza a Tsurugi.

—Soy japonesa, niñita falsa —Respondió del mismo modo Kagami.

—¿Crees que me importa?

—Creo que ya me voy —Comenté ante la tensión que se sentía en el aire. Pero no esperé que ambas me tomaran de la mano frenando mi andar al restaurante.

¡No, espera! —Gritaron Chloé y Kagami al mismo tiempo. Ambas se volvieron a ver.

—Y-yo solo quería decirte me la pasé bien anoche —Dijo Kagami.

—Y yo ofrecerte apoyo luego de la humillación que te hizo pasar Marinette. Apuesto a que no tardaste en dejarla luego de ver que no está destinada a nuestro nivel social —Chloé obligó a Kagami a soltarme para luego tirarle el cabello en la cara. Ésta sólo gruñó en respuesta. Pero el comentario de Chloé fue el que me hizo gruñidos por lo bajo a mi.

—Escucha Chloé. Eres mi amiga desde que tengo memoria, y te quiero. Mucho. Pero no aceptaré el como tratas a Marinette. Yo la amo y eso jamás cambiará por nada en el mundo; Marinette es una grandiosa chica que no se merece para nada el trato que le das y el trato que todo el mundo en este "nivel social" le dan —Solté con enojó mientas miraba hacia ambas, pues sabía que en el fondo, Kagami apoyó en cierta parte la opinión de Chloé.

—P-pero...

—Ya me tengo que ir —Dije por lo bajo y me retiré sin más. Estaba de más decir que defenderé a Marinette a toda costa de cualquier cosa que le quieran decir o hacer... Aunque aveces falle. Cómo anoche.

Sacudí mi cabeza queriendo eliminar las imágenes de anoche. Marinette no tenía la culpa, yo la tenía. Si tan solo la hubiera esperado como lo había dicho, nadie le hubiera hecho nada. Pero aún así, no entiendo que fue lo que pasó.

Tengo que hablar con ella —Susurré llegando al restaurante. Saqué el folleto para enseñarlo y entré. Algunas personas me miraron asombrado -pues estaban en el evento de anoche- mientras que las otras se concentraban en sus desayunos. Caminé hacia una pequeña mesa y tomé asiento.

A los pocos segundos un mesero me llevó el menú y me dediqué a leer lo que ofrecían para distraerme de las miradas curiosas.

«¿Qué será un buen desayuno digno para la chica más sensual del mundo?»

Señor Agreste —Dijo una voz grave.

«Un poco más fría y habría jurado que es mi madre cuando se enoja...»

Levanté el rostro y me encontré con el tipo que atendía la entrada anoche. El mismo tipo que armó el escándalo y no dejó pasar a mi Cuchurrumina.

Bienvenido a tu cinta, amigo mío.

—¿Si? —Intenté responder del mismo modo.

El chico tragó saliva al ver mi mirada fija y seria puesta en la de él. Y no era exageración.

Sabía muy bien que había heredado la mirada fría de mi padre.

—Verá... —Jugueteó con sus pies— En nombre de todos los trabajadores del hotel, como éste en general... Nos gustaría darle una enorme disculpa. No sabíamos para nada que la chica ojiazul en realidad era su novia y no una fanática loca como nos habían dicho. Así que el hotel llegó a un acuerdo y decidieron reembolsar el dinero que gastó para su estadía así como en todo lo que quieran gastar del hotel en lo que estarán de su visita.

«¡Comida gratis!»

—Pues... Son muy amables —Respondí de manera en como lo haría mi padre mientras intentaba ahogar los gritos al imaginar la comida gratis que tendría ésta semana—. Gracias por la disculpa y acepto su acuerdo, pero en realidad creo que aquí la única que merece una disculpa, es mi novia.

—¡Por supuesto que sí! —Dijo una tercera voz que provenía a espaldas del chico. Un hombre de cabello blanco, robusto y alto se acercaba a nosotros con los brazos abiertos y sonriendo— Joven Agreste, es todo un placer tenerlo en mi hotel. Mi nombre es Lorenzo Rossi, un placer —Extendió su mano y yo la acepté con un buen apretón... Esperen... ¿Rossi?—. Y por supuesto que tiene toda la razón. Su novia merece una gran y sincera disculpa pero... No la veo aquí.

—Es un tronco para dormir —Dije mientras sonreía al señor con un poco de curiosidad.

El señor Lorenzo soltó una sonora risa y posó sus manos en su gigantesco vientre. Se parecía a la del señor André...

—Las chicas bellas son de sueño pesado, hijo —Rió nuevamente e hizo un ademán para avisar al chico que se fuera. Él simplemente asintió y se retiró sin más. El señor tomó asiento frente a mi—. Pero mejor hablemos del tema al que quiero llegar, muchacho.

—Soy todo oídos, señor Rossi.

—Como ya has de sospechar de mi apellido, soy el tío de tu ex compañera, Lila Rossi.

«Huele a trucos...»

—Si si... La recuerdo —Solté con desgano. El señor sonrió y se acomodó mejor en la silla.

—Es muy hermosa también, ¿No?

—Amm...

—Pero bueno, ese no es el punto. A lo que quiero llegar es a esto. Tú quieres que me disculpe con tu novia, ¿No es así?

—Pues en cierto modo no tiene otra opción.

—Bueno, lo haré si tú haces que mi sobrina dejé de pagar ya... Lo que sea que tus padres la hayan obligado a pagar por una broma.

«Broma que casi me cuesta un pre-divorcio, señor Rossi»

No me mal interprete señor pero... ¿Eso que tiene que ver con usted y más importante aún, con la disculpa para mí novia?

—Pues me alegra que hayas preguntado, muchacho —Se soltó la corbata y se recostó en la silla—. Los padres de Lila no están en en buenos términos económicos desde hace ya varios años, y con el castigo que tú y tu familia le pusieron, se fueron de mal en peor —Explicó el señor e hizo otro ademán de manos y a los pocos segundos le llevaban dos tazas de café y uno me lo extendía a mi.

—Asi que... ¿Quiere que a Lila se le retiren sus "cargos"? —Genial. Mi buen humor se está esfumado lentamente.

—Efectivamente. Solamente quiero que ambos estemos felices en esta situación.

Solté un suspiro y miré mi café. Realmente no me quería amargar más la mañana así que asentí y el señor Lorenzo soltó una sonora carcajada.

—Muy bien muchacho. Espero goces todo lo que el restaurante te pueda brindar —Nuevamente extendió su mano frente a mí y yo la sacudí. Bebió de un solo trago su café y se retiró.

—Eso fue raro...

Con la nueva "condición" que ese señor me había dado, me dirigí hacia uno de los meseros y le expliqué el acuerdo para luego pedir el mejor desayuno para mi amada princesa. Hoy era su cumpleaños y me encargaría de darle lo mejor de todo.

No volvería a dejar que nada ni nadie volviera a quitarme la sonrisa de mi rostro.

—Marinette—

Me estiré bostezando aún acostada en la cama y abrí mis ojos, pero al instante que recorría la habitación con la mirada, no reconocía en donde estaba y tomé asiento en la cama.

Pero bastó con verme debajo de las sábanas blancas para empezar a recordar lo que había pasado la noche anterior.

Adrien y yo, haciendo el amor de manera tan linda y romántica. La manera en como me acarició anoche solo me hizo amarlo con más locura.

Una sonrisa y risa soñadora brotó de mis labios y me volví a tirar a la cama pataleando feliz. No lo podía creer aún.

«Adrien me hizo suya...»

El hecho de solo pensarlo de esa manera me hacía sentir estúpidamente feliz, sentía que ya nada nos podría separar. Nada ni nadie. Pero también, los recuerdos del restaurante retumbaron en mi cabeza, y fueron lo suficientemente fuertes para apagar mi sonrisa. Volver a recordar el como me puse en ridículo sin duda era algo que quería olvidar.

«Vamos, Mari... No pienses eso. Solo fue un mal rato»

Asentí mentalmente dándole la razón a mi subconsciente, no era momento de poner caras largas. Tenía que pensar en las cosas buenas, quería creer que este sería un buen día.

A los pocos segundos, el sonido de una llamada entrante sonó por toda la habitación. Me puse de pie para buscar el aparato y pude localizar el celular de Adrien sonando en el mueble al lado de la cama. Lo tomé y vi que era mi mamá.

—¿Hola? —Contesté  un poco extrañada

¿Marinette? Cielo, ¿Por qué no contestan celular? —Respondió ella con un dejé de molestia en su voz.

—Lo siento, es que no escuché nada. Estaba dormida

«Y el mio se dió un chapuzón conmigo anoche.»

Bueno, eso podría explicarlo.

Inevitablemente rodé mis ojos. No era para tanto el que tuviera un poco de sueño pesado.

—¿Todo está en orden? —Le pregunté mientras me levantaba de la cama y me dirigía hacia los grandes ventanales que tenía la habitación con vista al hermoso mar y una pequeña y larga piscina de vista "infinita".

Pues eso tendría que preguntar yo. ¿No lo crees?

—¿A qué te refieres?

Querida... Vi lo que pasó allí, por las noticias...

—¿¡Qué?! —En ese instante me congelé.

Ay lo siento, mi amor... No quería arruinarte tu día pero... Me preocupe.

—¿Mi día? —Me di la vuelta y me dirigí a la televisión que estaba en una pequeña sala de la habitación para poder prenderlo y buscar cualquier noticiero. Con suerte, el poco italiano que sabía me salvaría de entender.

Oh vamos, Marinette. ¿No me digas que olvidaste tu propio cumpleaños?

Me despegué el celular para poder ver la fecha y así era. Hoy era mi cumpleaños. El día en el que se suponía que tenía que disfrutar al máximo.

—Vaya... La verdad si lo olvidé —Murmuré al encontrar por fin un canal de farándula y tal como mi madre dijo, estaban hablando de mi.

Mi mamá soltó un suspiro detrás de la línea y podía apostar que hasta se tapó el rostro— Realmente siento haberte arruinado tu mañana, cielo. Pero quería saber cómo estabas.

—Bien. Estoy bien —Respondí con rapidez al ver como pasaban el vídeo dónde se veía que me tiraban a la piscina—. En serio no tienes de que preocuparte; todo fue un mal entendido y al parecer una broma.

Pues que broma de mal gusto —Me contestó con furia.

«Pienso lo mismo...»

—Bueno... Como sea. No dejaré que me afecte, tengo que aprender que siempre habrán personas así en mi camino.

Y tendrás que permanecer fuerte.

Y lo seré; no te preocupes por eso, mamá.

Por eso te amo, hija. Eres igual de fuerte y poderosa igual que tu padre.

Una sonrisa nostálgica apareció en mi rostro. Jamás dejaría de extrañar a mi padre.

Pase unos tres minutos más hablando con mi madre que no paraba de decir que me haría una fiesta de cumpleaños al llegar a París. Al parecer Alya había tenido los mismos problemas para poder comunicarse conmigo que tuvo que ir a la panadería a preguntarle a mi mamá sobre mi. Realmente estaba agradecida de que tuviera a personas que no me dejaran caer en la "depresión" al ser criticada por medio mundo. Alya -que también se había enterado de lo sucedido por las noticias- y mi mamá eran las mejores mujeres del mundo.

Unos ligeros golpes en la puerta de la habitación llamaron mi atención, por lo que me despedí de Alya y mi mamá para luego colocarme una bata y dirigirme a la puerta. Al abrirla, un ramo de rosas aparecieron en mi campo de visión.

—Servicio al cuarto para una hermosa mujer —Musitó una dulce y varonil voz detrás de las rosas. Yo reí ante las ocurrencias de mi novio y negué con la cabeza.

—Creo que se equivocó de habitación entonces.

—Oh... ¿De verdad? —Me siguió el juego Adrien— Porque estoy casi seguro que podría usted ser la mismísima Afrodita.

—Eres un bobo —Quité las rosas de sus manos y lo atraje del cuello hacia mi.

—Eres la culpable por eso —Murmuró con voz coqueta. Yo simplemente me limité a besarlo con dulzura que el me devolvió con más pasión.

—¿Donde estabas? —Pregunté luego de finalizar el beso. Adrien me miró y sonrió.

—Pues consiguiendo un desayuno digno para el cumpleaños de la mujer que amo.

Dió la media vuelta y pude ver como una empleada del hotel empujaba un carrito de metal donde parecía estar nuestros desayunos. Adrien le indicó donde dejarlo y luego de eso, la chica se excusó y salió.

—¿Planeas que comamos todo esto? —Pregunté incrédula al ver la variedad de platos que habían en el carrito.

Desde panqueques con fresa, bizcochos con miel, muffins de mora, chocolate y frutos rojos hasta dos platos de huevos fritos con un trozo de carne y un poco de macarrones con queso era lo que se podían encontrar en ese carrito. Si no es que habían mas.

—Claro. Y si no nos lo comemos todo, dejamos para la cena.

—Definitivamente eres un glotón.

Ambos reimos y comenzamos a desayunar. Aunque Adrien insistió muchas veces darme de comer en la boca y yo me negara, al fin cedí con un poco de vergüenza. La mañana se nos pasó volando y cuando nos dimos cuenta, eran ya las 12 del medio día. Mis suegros llamaron a Adrien para asegurarse de nuestro bienestar y a saludarme también por mi cumpleaños; y al igual que lo hice con mi madre, les aseguré al matrimonio Agreste que estaba bien.

Pero el que parecía no estarlo era Adrien. Se notaba tenso y serio durante toda la llamada, e incluso hubo un rato que se alejó de mi -luego de despedirme de sus padres y él siguiera la plática con su padre-, hablaba en susurros y me miraba de reojo.

Yo simplemente me limitaba a simular que veía la televisión.

Si... Ya lo tengo todo listo —Susurró viendo hacia el mismo ventanal que yo había visto horas antes—. De lo demás me encargo yo al regresar a París. Tendrá lo que se merece.

¿Todo bien? —Pregunté un poco extrañada con el sentido de sus palabras. Él me miró y sonrió asintiendo. Yo regresé la vista hacia la televisión y solté un suspiro. Sin duda algo pasaba, o algo tramaba ese rubio.

Unos 10 minutos después, Adrien ingresó nuevamente a la habitación y colocó su celular en el buró al lado de la cama. Camino hacia donde yo estaba y se lanzó al gigantezco sillón negro y reposó su cabeza en mis piernas. Al instante comencé a acariciar sus suaves y rubios cabellos.

—Algo te tiene inquieto —Aseguré mientras bajaba mis caricias a su rostro. Él simplemente cerró sus ojos y soltó un suspiro.

—No es nada de que preocuparse —Dijo aún sin abrir sus ojos y tomando mis manos para luego besarlas—. Solo... Contándole a mi padre lo que sucedió hoy con el dueño del hotel.

«Genial... Quizá nos metí en problemas»

El pensar eso me puso tensa. Pues sabía muy bien la manera estricta que tenían los padres de Adrien en cuanto a su actitud en el mundo exterior.

—Tranquila. No es nada malo —Aclaró rápidamente al ver mi rostro para luego tomar asiento correctamente y pasar un brazo por sobre mis hombros—. Tiene algo que ver con toda esta comida.

Lo miré confundida.

—Verás... El dueño del hotel es tío de... Lila.

—Agh...

—Y bueno, debido a lo sucedido anoche, decidió reembolsarnos nuestra reservación y darnos comida gratis.

Mi rostro de asombro no se no se hizo esperar más. Eso es algo bueno, ahora podré ser un poco caprichosa con Adrien para que me compré los audífonos que él me rompió.

«¿Y en dónde los conectarás, genio?»

Rayos... Olvidé que se ahogó mi bebé.

—Eso es... Genial —Contesté dejando mi debate mental—. Podremos reponer lo que le gastamos a tu padre.

—No gastamos nada de él —Dijo mientras acariciaba mi rostro—. Además que... También me ofreció esa oferta a cambio de que Lila dejara de pagar el anillo que arruinó.

—Era de esperarse —Rodé los ojos con fastidio. Esa castaña me tenía hasta la coronilla desde que la conocí—. Seguramente le mintió a ese tal señor cualquier barbaridad.

—Pues según lo que me contó, sus padres no tienen dinero para seguir pagando los daños.

—Pues sería mejor si ella buscará un lugar para trabajar en vez de estar levantándome falsos a cualquier lado que nos encontremos.

—¿A qué te refieres? —Me preguntó mi rubio mientras me miraba profundamente a los ojos.

—Pues que ella junto con Chloé le dijeron anoche al empleado que era una fanática tuya. Pero según él era la segunda persona que se lo decía en la noche —Me giré dándole la espalda para recostarme en su pecho.

—Quizá Chloé fue la segunda —Dijo mientras comenzaba a acariciar mi abdomen suavemente.

—Lo dudo, cuando me las topé parecían haber llegado —Divagué en mis recuerdos fijando mi mirada en las caricias de Adrien—. Pero ya no importa. Lo único que debe importar ahora es que estamos juntos y felices.

—Y sin que nadie nos moleste —Musitó en mi oído mientras sus caricias bajaban hacia el sur de mi cuerpo.

Mordí mi labio y lo dejé seguir hacia donde el quisiera, quería más de él, no me bastaba una noche entera para ser suya. Quería más.

—No sabes cuánto desearía por verte en lencería sexy en mi cuarto todos los días. —Gruñó al oírme gemir. En cuanto sentí como masajeaba mi centro, me fue prácticamente imposible callarme.

—B-bueno... Me verás en lencería ahh... Seis días más aquí...

—Hablando de eso. — Detuvo sus caricias momentáneamente pero sin sacar su mano de mi entrepierna— Tendremos que irnos hoy en la noche...

—¿Pasó algo malo? —Pregunté girándome un poco hacia él.

Él simplemente negó y volvió a acariciar mi entrepierna robándome otro gemido ahogado.

—No... Pero te tengo una sorpresa lejos de aquí —Comenzó a lamer la extensión de mi cuello lentamente y a introducir sus dedos en mí.

Me estaba volviendo loca con tan solo unas caricias.

—Asi que cuando terminemos de... Jugar un poco —Siguió hablando sobre mis gemidos— Nos prepararemos para irnos. ¿De acuerdo?

A como pude, solté un sonido de afirmación, pero este rápidamente se convirtió en un gemido. Adrien soltó una pequeña risa y me obligó a girarme para mirarlo a sus hermosos ojos verdes. Me sonrió y me atrajo hacia en frente para besarme.

Sin duda Adrien me traía locamente enamorada de él.

꧁꧂

Miré por tercera vez mi reflejo asegurándome de que mi maquillaje se viera bien. Para ser una chica que se consideraba una futura diseñadora, había tardado casi treinta minutos escogiendo lo que me podría para ir a esa "misteriosa reunión" que según Adrien era importante. Todo estaba listo, solo faltaba Adrien que saliera de la ducha y que yo me pusiera mi vestido y listo.

Pero para ser sincera, no tenía tantas ganas justo en estos momentos. No es que no quisiera ir a donde mi rubio dice, al contrario, estoy emocionada por saber de qué se trataba el repentino cambio de planes en nuestro viaje. Es solo que estaba... Cansada.

«Nota mental: Jamás hacer el amor toda la tarde antes de un viaje»

Solté un ligero gemido de frustración ante mi pensamiento dándole la razón. Pero ¿Quién rayos se le podría resistir a Adrien Agreste

Me dirigí hacia la pequeña sala y miré hacia el gran ventanal de allí; el cielo estaba con unos tonos rosados y morados, y justo en medio, el gran sol escondiéndose detrás del mar de éste hermoso paraíso de Italia. Abrí una de las puertas corredizas y salí a la pequeña terraza de la habitación.

Todo era hermoso y perfecto.

Era un vistazo que te transmitía paz y armonía. Justo lo que yo necesitaba en estos momentos de mi vida.

—Sin duda es una de las mejores fotos que he tomado en mi vida —Escuché la hermosa voz de mi novio a mis espaldas y rápidamente me giré a verlo. En sus manos tenía su celular y mostraba una fotografía mía apreciando el paisaje de hace unos segundos.

—Sabes que odio que me tomes fotos distraída —Murmuré acercándome a él a paso lento mientras apreciaba la foto. Adrien sonrió y guardó el celular en su pantalón negro.

Se encontraba sin camisa, cabello alborotado y mojado, recostado en el umbral de la puerta corrediza, mirándome con cierta lujuria de pies a cabeza; Pues me encontraba con un conjunto de lencería color blanca y cubierta con una bata que no me moleste en cerrar; dándole así otro paisaje más que apreciar a Adrien. Así como el me la daba a mi al ver en su torso caer gotas de agua sobre las marcas que yo misma le había hecho hace algunas horas atrás.

—En mi defensa, tú también lo haces, y no en mis mejores ángulos. Y aparte, se las mandas a Alya para que los convierta en stickers de WhatsApp... Y no te castigo por eso.

—Y no es como si pudieras castigarme aún así —Lo reté mientras pasaba por su lado y caminaba hacia la cama—. Y además, tus stickers no los hace Alya, sino Nino.

Maldito Mister Popo... —Susurró a mis espaldas y yo reí. Siempre me causaba gracia los apodos que se tenían entre ellos.

Al estar frente a mi maleta, saqué por fin el vestido por el cual me había decidido poner. Era un vestido bastante sencillo pero elegante, de color blanco con estampado de unas hojas que empezaban por un color negro para luego degradarse en azules y finalmente en celestes que comenzaban en la cintura y terminaban abajo de mi mediano busto y parte de mis muslos. Era un poco corto, quizá unos cuatro dedos arriba de las rodillas pero sin llegar a ser llamativo.

Sentí como Adrien rodeó mi cintura con sus brazos y me apegó hacia él con ternura.

Eres la chica más hermosa que he visto en mi vida —Susurró Adrien mientras me veía por el espejo que se encontraba al lado de la cama.

Yo sonreí y besé su mejilla cuando me dí la vuelta para verlo directamente a esos ojos verdes que hacían que te perdieras en ellos en un instante. Jamás me cansaría de decirlo:

Amo los ojos de Adrien.

—Si no estuviéramos contra el reloj justo ahora, ten por seguro que te haría mía de nuevo... —Soltó casi en un gruñido. Yo sonreí nuevamente hacia él y empujé su nariz provocando que se alejara de mi.

—Y aún así, si no tuviéramos compromiso alguno, no te le permitiría —Dije con una ligera risa mientras me quitaba la bata para empezar a colocarme el vestido.

Naw... ¿Por qué?

—Estoy cansada, Agreste. ¡No entiendo cómo es que apesar de esas marcas te mires fresco como una lechuga! —Lo señalé con un puchero en mi rostro. Él se burló de mí y se tiró a la cama.

—Es porque tomé una ducha y aún en el fondo soy modelo de primera, bugaboo —Guiñó su ojo hacia mi—. Genes Agreste por siempre.

—Solo porque realmente te amo tolero tus lapsos de engreidízmo

—No estoy seguro de que esa palabra exista.

Adrien solo volvió a guiñarme su ojo y a sonreír de manera galante. Yo rodé ojos y terminé de colocarme el vestido. Adrien me ayudó con la cremallera de éste y me miré al espejo.

Bien... Me veía realmente hermosa. Fabulosa y hermosa.

«Al parecer, el “efecto Agreste” es contagioso»

—Eres perfecta...—Dijo Adrien viéndome desde la cama con una sonrisa boba en sus labios, yo me sonrojé un poco y me dirigí a mi maleta para buscar mi bolsa de maquillaje.

—Adrien... ¿Has visto esa pequeña cosa que ocupo para mis pestañas? —Alcé una ceja hacia él mientras colocaba una mano en mi cintura.

—¿La tijera que dobla tus pestañas o la pintura?

—La tijera...

Alzó sus hombros en señal de que no sabía mientras se enderezaba. Más algo en su mirada lo delataba— No se. ¿Por qué supones que sabría donde está eso?

—¿Cómo que "por qué"? —Dije mientras volvía a señalarlo pero esta vez con un poco de enojo— ¡SIEMPRE LA AGARRAS PARA RIZAR TUS PESTAÑAS Y DESPUÉS PRESUMÍRMELAS! “Mira, bugaboo, sin usar mascara.” “Apuesto a que matarías por unas pestañas así de largas y perfectas” —Intenté fingir su voz de la manera más creíble posible.

Adrien soltó una carcajada limpia y se apresuró a abrazarme mientras aún reía.

—Está en el mostrador del baño, gruñona —Soltó entre risas y yo rodé los ojos.

—Sabía que fuiste tú.

—¿Me puedes culpar? —Se separó de mí un poco y comenzó a pestañear de forma exagerada hacia mi — Estás largas y volumentadas pestañas no se embellecen solas, primor.

—Te odio...

꧁꧂

——Adrien——

Luego de 1 hora de "pelear" con Marinette sobre quién poseía mejores rasgos faciales que el otro, salimos de la que fue nuestra habitación para dirigirnos al lobby del hotel y regresar la llave. El tío de Lila se encontraba en el lugar el mismo instante en que casi nos íbamos a ir por fin del hotel.

Él le pidió finalmente una disculpa a Marinette y a mí también retomando su manera gentil hacia nosotros. Aunque a mí punto de vista, quiera ser aún más amable con miI chica, pero rápidamente corté eso diciendo que se nos hacía tarde, y no era del todo mentira. Pues según mi padre, la sorpresa que le tenía a Marinette comenzaría a las 7 de la noche, y ya eran las 5:30.

Al llegar al aeropuerto, un mensaje de mi padre me llegó al celular.

Sr. De las Tinieblas:
Cambio de planes.
El jet privado estará esperándolos por la puerta 4 del área norte. Conociendo ambos, no saldrán a tiempo del hotel y llegarán tarde a Roma.
Así que apresurense y suban rápido.

«Señor tan lleno de gracia que tengo de padre»

Respondiendo a mi padre su mensaje, informé a Marinette lo que mi padre me notificó, pagamos nuestros boletos, pasamos seguridad y salimos en busca de la puerta 4.

Luego de hallarla, ya nos encontrábamos en el jet tomando un poco de vino y comiendo un pastel de frambuesas como “pastel de cumpleaños” para mí bichita.

—Siento no haber comprado algo para ti —Dije robándole otro pedazo de pastel a Marinette. Ella me sonrió dulcemente y negó.

—Con todo esto me basta —Dijo refiriéndose no solo al pastel, sino al viaje entero.

—Aun así... Creo que te lo compensaré más tarde que lleguemos a Roma —Guiñé un ojo hacia ella quien me volvió a sonreír—. Pero por ahora, termínate ese pastel y duerme un poco, nos falta casi 40 minutos de viaje.

Marinette volvió a sonreír y asintió haciendo lo que le dije. Luego de unos 5 minutos, ella había terminado y se encontraba viendo hacia la ventanilla del jet, viendo maravillada la vista que ofrecía la altura.

Me recargue en mi asiento y cerré los ojos. Sin duda el haber "jugado" con Marinette en la tarde me dejó agotado, pero no me arrepentía de nada. Es más, si ella quisiera, también la haría mía en este mismo avión.

«Mente sana como manzana, Adrien...»

• • •

—Despierta gatito. Ya llegamos a Roma —Escuché la voz de Marinette hablándome algo lejos. Pero unas sacudidas más de su parte me hicieron abrir finalmente los ojos—. Vamos dormilón, ya es hora de irnos.

Yo solté un pujo por lo bajo y me levanté al fin del asiento del jet. Marinette sonrió burlona al ver mi rostro dormitado a lo que simplemente me limité a mirarla serio. Ella ignoró mi mirada y tomó mi mano para conducirnos a la salida de la aeronave.

Daba gracias a Dios que era de noche, porque no hubiera tolerado el sol en mis ojos.

Bajamos las escaleras de la nave y vimos un auto gris estacionado al final de estás y afuera de éste, Gorila con su semblante serio abriéndonos la puerta del carro.

— Bienvenidos —Dijo con su voz gruesa. Creo que era la primera vez que lo escuchaba hablar.

—Gracias —Respondió Marinette con una sonrisa para luego entrar. Yo asentí mi cabeza en modo de respuesta y entré. Él se encargó de meter nuestro equipaje en el maletero para luego encender el auto y salir del aeropuerto.

—Bien... —Comenzó Marinette— ¿Puedo saber por qué tanto misterio con nuestro próximo destino?

—Ya te dije que te tenía una sorpresa de cumpleaños. Y si te digo que pasa, lo dejaría de ser.

Marinette hizo un puchero mientras rodaba sus ojos, acción que me hizo soltar una carcajada. La atrajeron hacia mí y besé su mejilla para luego abrazarla.

—No te enojes, berrinchuda. Ya casi llegamos y sabrás de que se trata.

—Eso espero. Me pone nerviosa tu aura de misterio — Correspondió a mi abrazo y reposó su cabeza en mi pecho.

Luego de unos minutos, mi celular vibró notificándome de un mensaje, saqué mi celular y nuevamente era mi padre.

Sr. De las Tinieblas:
Dime qué ya están en camino.😟

Yo:
Tú tranquilo y yo nervioso, Gabriel.
Ya estamos a unas dos cuadras del hotel.
Ustedes deben ya de tener todo listo y estar al tanto.

Sr. De las Tinieblas:
Estamos aquí desde hace 2 horas, Adrien Alexander Agreste.

Yo:
100 puntos para ustedes entonces.

Sonriendo de manera burlesca apagué mi celular y miré hacia un lado. También estábamos frente al hotel en el que tenía preparada una gran sorpresa para mi bichito. Mentiría si dijera que no tengo nervios, pues era claro que los tenía, pero sabía muy bien como disimularlos y convencerme de que no los tenía.

Gorila entró a la zona del hotel donde Marinette y yo salimos del auto admirando la belleza del edificio. Tenía unos toques modernos pero sofisticados.

Tomé el equipaje de las manos de Gorila y él volvió al auto para luego arrancar el ir a -quizá- estacionar el auto.

—Es realmente bonito —Dijo Marinette viendo hacia todos lado de la ciudad. Yo sonreí y le indique que avanzáramos hacia la recepción del hotel.

Una vez confirme la reservación que mi padre se encargó de pagar, nos dirigimos hacia la que sería nuestra habitación el resto de la semana.

—Espero estés disfrutando tu día —Dije mientras colocaba las maletas a un lado de la puerta e inspeccionada el lugar.

La habitación parecía ser del tamaño de mi cuarto. Un poco más grande de la habitación en la que estábamos ayer.

Marinette giró a verme y sonrió con un lindo color carmín pintando sus mejillas. Colocó sus brazos al rededor de mi cuello y se inclinó hacia adelante para darme un beso que gustosamente lo recibí.

—Ten por seguro que es uno de los mejores que he tenido en mi vida.

Ahora fue mi turno de sonreír. Rápidamente le dí otro beso a Marinette mientras rodeaba fuertemente su cintura con mis brazos.

—Genial. Porque ha es hora de ir a tu sorpresa —Guiñé un ojo hacia ella y le robé un beso que no dudó en corresponder.

—¿No es un objeto? —Preguntó asombrada a lo que yo negué.

—No, está a tan solo unos pisos de aquí —Marinette me sonrió nuevamente y al parecer ansiosa ha de ir a donde le decía—. Pero tienes que vendarte...

—No me jodas —Gruñó cambiando su semblante de feliz a uno de frustración al ver como sacaba una venda de mi pantalón.

Hice que se diera la vuelta para poder colocársela y así lo hizo. Entre gruñidos y quejidos, lo hizo. Con sumo cuidado la fuí guiando hacia el elevador donde sus nervios y desesperación se manifestaban con preguntas, a las cuales obviamente no respondí.

—Espero no me quieras matar —Bromeó una vez que llegamos a la azotea del hotel.

—Te mataré de placer más tarde si no te opones —Le susurré de manera coqueta viendo como sus mejillas se tenían de rojo—. ¿Estás lista?

—Acaba con esto de una vez por todas.

—Que gentil —Solté con burla ganándome así un codazo de mi novia. Reí ante su acción y comencé a desatar la venda, dejando así que viera el panorama que mi padre y los demás hicieron por mi.

Cuando los ojos de Marinette comenzaron a acostumbrarse nuevamente a la luz, ví como abrió sus ojos y cubría su boca por la impresión.

—¡Adrien! Mi amor...

—¡Sorpresa! —Gritaron cinco voces detrás de nosotros con mucha alegría.

Ambos nos giramos y pudimos ver a mis padres, Sabine, Nino y a Alya con brillantes sonrisas en sus rostros mientras sostenían unas copas con champán.

—¡Por Dios! ¿Qué está ocurriendo aquí? —Preguntó Marinette al ver como todos la rodeaban y su madre la abrazaba.

—No pensábamos no verte el día de tu cumpleaños, amor —Dijo Sabine mientras se separaba del abrazo. Los demás le dieron la razón y procedieron a abrazarla.

—Pero, ¿Qué es un cumpleaños sin regalos? —Exclamó Alya con una caja entre sus manos extendiéndola hacia mi novia.

Pronto, se llenó la esquina de la mesa con los regalos para mí chica. Su sonrisa en esos instantes era lo que mas me dejaba suspirando como bobo. Se encontraba hablando con mis padres, Alya y su mamá sobre Dios sabe que, mientras que yo me limitaba a verla desde lejos lo feliz que se veía.

«Me traes loco, hermosa»

—¡Hey, hermano! —Gritó Nino sin llamar la atención— Creo que ya es hora —Sacó del bolsillo de su traje una pequeña caja de terciopelo azul marino y me lo dio con una sonrisa en su rostro—. Apresurate  ésta vez, viejo.

—No lo dudes —Le respondí y comencé a dirigirme hacia ellos mientras tomaba una copa de la mesa y daba un respiro.

«Okey, te ves bien. Ya te lavaste los dientes y te echaste perfume y desodorante así que no apestarás»

Solté una risa al reaccionar que fue el mismo pensamiento que tuve cuando me le iba a declarar a Marinette.

El tiempo vuela muy rápido, ahora le pediría matrimonio...

—Em... ¿Disculpen? —Comencé a sonar la copa para llamar la atención de los pocos invitados en esa azotea— Bien, antes que nada, en nombre de mi hermosa novia les doy las gracias por venir a ésta pequeña azotea a celebrar su cumpleaños —Ambas madres en el lugar soltaron una leve risa mientras que los demás sonreían—. Pero déjenme decirles que está no solo se celebrará ésto sino que... Hay algo muy importante que tengo que decirte, Marinette.

Mi novia me miró con una expresión de confusión en su hermoso rostro que me dieron ganas de besarla con locura, pero también habría tiempo para eso más tarde. Acercándome hacia el centro de esa azotea y halando hacia mí a la azabache por su mano, besé el dorso de ésta y le regalé una sonrisa.

«Bien... Allí voy.»

—Marinette, eres la chica más hermosa y cariñosa que he conocido en mi vida —Comencé a decir mientras la miraba profundamente a sus oceánicos y hermosos ojos celestes—. Te convertiste rápidamente en mi confidente, en mi soporte, en mi mejor amiga, mi vida y mi amor. No hay otra chica que se pueda comparar a ti, y no habrá jamás otra mujer que me haga sentir como tú lo haces.

«Si está llorando es porque le gusta. ¿Verdad? ¡¿Verdad?!»

—Yo... Jamás encontraré a nadie más perfecta para compartir mi vida que tú, Mari —Seguí diciendo mientras veía como largas lágrimas caían del hermoso rostro de mi novia. Pero no solo de ella, al ver por el rabillo de mi ojo, pude ver como las demás dama e incluso Nino -quien era abrazado por mi padre...- estaban soltando lágrimas por mis palabras. Realmente les toqué el alma.

Soy realmente asombroso.

—Así que si me podrías por favor concede mi deseo, éste deseo que llevo atorado en mi corazón desde que descubrí que estaba loca y perdidamente enamorado de ti —Saqué la caja pequeña del bolsillo de mi pantalón y la abrí ante la mirada sorprendida de todos en el lugar. Marinette se cubrió la boca con sus manos ahogando lo que pareció ser un grito de alegría al ver la pequeña sortija en la caja mientras yo me arrodillaba frente a ella.

—Por favor —Suspiré— ¿Podrías hacerme el hombre más feliz y dichoso del mundo entero al aceptar ser mi esposa?

La reacción de Marinette realmente no tiene precio alguno. Entre sollozos y lágrimas, su hermosa sonrisa se hizo presente junto con un asentamiento de cabeza que me hicieron explotar en una alegría imposible de explicar.

—¡Por supuesto que acepto! —Gritó lanzándose hacia mí para enseguida juntar sus labios salados con los míos en un beso lleno de amor y felicidad— Te amo tanto — Murmuró contra mis labios a lo cual yo sonreí.

Tomé su mano derecha y coloqué el precioso anillo en forma de corona en su dedo anular.
Y si, era una corona, porque pronto sería la reina de mi vida.

Aunque pensándolo bien, técnicamente siempre lo ha sido.

El ambiente rápidamente se llenó de aplausos y gritos de júbilo por parte de Nino. Mis padres y Sabine se acercaron a nosotros para felicitarnos cuando me levante del suelo con Marinette en mis brazos, seguidos de Nino y Alya. Estaba de sobra decir que todos estábamos contentos con ésto.

—¡Oye Whayem! —Gritó Nino viendo hacia la otra azotea frente a nosotros.— ¡Enciéndelos! ¡DIJO QUE SI!

Pude ver a lo lejos una figura entre la oscuridad que alzó sus brazos y lanzó un grito para después correr hacia más adentro de la azotea y encender unos juegos pirotécnicos.

Todos los presentes -y unos cuantos peatones y huéspedes que se encontraban abajo- miramos hacia las coloridas bombas en el cielo con una sonrisa en nuestros rostros.

Giré mi rostro para poder apreciar el hermoso semblante de mi ahora prometida para poder perderme en su hermosa y encantadora sonrisa. Podría ver qué estaba más que satisfecha con todo esto.

Y como si hubiera presentido mi mirada en ella, me miró a los ojos con una alegría desbordando en ellos y me sonrió. Tomó mi rostro entre sus manos y me dió un beso tan bueno que no quería despegarme de ella para nada. Pero desgraciadamente, necesitaba respirar.

—Te amo tanto, Adrien Agreste —Dijo sobre mis labios. Yo sonreí.

—Y yo te amo a ti, Marinette Dupain de Agreste.

Marinette soltó una risita y volvió a besar mis labios con dulzura.

—Nada nos volverá a separa.

—Ya verás que no.

Y no lo suponía, lo podía presentir. Si bien, habría peleas, pero no divorcios o algo por el estilo. Simplemente habría y habrá amor en su más puro estado para toda la vida.

Porque si, Marinette Dupain Cheng era la mujer de mi vida y eso jamás cambiará. Porque viviría con ella incluso si fuéramos fantasmas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro