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Marinette:

Hoy es el día. Hoy por fin uniría mi vida junto al hombre de mis sueños. Tantos años de espera para llegar a este momento. El momento que toda chica sueña alguna vez en su vida.

Casarse.

Y hoy, yo por fin me caso con mi verdadero amor. Adrien Agreste.

-Te ves tan hermosa, cariño -Dice mi mamá cuando me terminan de maquillar. A decir verdad, mi maquillaje era bastante sencillo. Simplemente había pedido labial, un poco de polvos, rubor, rimel y mascara. Sencillo.

-Aún no puedo creer que mi pequeña Marinette ya creció -Está vez fue Alya la que dijo eso. Yo me solté a reír ante lo que dijo.

Mi mamá me abrazo fuertemente. Era un abrazo que me transmitía calma. Pero también puede percibir la tristeza que sentía ella en esos momentos. Y casi al instante de eso, empecé a oír sus sollozos.

-Mamá, no estés triste -Me separé un poco del abrazo para acunar su rostro en mis manos y limpiar unas cuantas lágrimas que habían escapado de sus ojos grises.

-No es tristeza, Marinette. Es una alegría inexplicable que siento por ti hoy -Ahora ella había acunado mi rostros entre sus manos y empezó a acariciar mis mejillas-. Me da alegría ver que estés logrando tus sueños, querida -Soltó un suspiro- Tu padre estaría feliz por ti también.

-No sabes cuanto lo extraño, mamá -Le susurré sintiendo como mis ojos empezaban a llenarse de lágrimas. Hace seis años que mi padre había muerto, nos dejó solas a mi y a mi mamá cuando sufrió un... accidente de tráfico... Nos dejó solas a mi y a mi mamá cuando yo tenía diecisiete años.

-Hey, hey, hey -Llegó Alya para abrazarme y posar su cabeza en mi hombro-... No te arruines el maquillaje.

-No lo haré -Rodé ojos y limpie suavemente mis ojos para no intentar mancharme con el rimel.

-Bien, porque te pegaré si lo haces.

-Oh, cállate -Reí para luego pegarle en el hombro suavemente y abrazarla. Ella siempre ha estado a mi lado, en las buenas y las malas; sin duda se había convertido en una hermana para mi.

-Bien, hermosa -Llegó mi madre con el velo para ponérmelo en la pequeña tiara que tenía en mi cabeza-, ya es hora. Tu futuro esposo te está esperando.

Al instante, unos escalofríos me recorrieron de pies a cabeza. El hecho de pensar que Adrien será mi futuro marido, el hombre con el quién me despertaría todos los días a partir de mañana, el que me vería en mis peores y mejores momentos de mi vida, pero sobre todo, el hombre de mi vida y el futuro padre de mis hijos.... Me ponía muy feliz y nerviosa a la vez.

Bajamos las escaleras de mi casa y salimos encontrándonos con un carro negro con estilo antiguo esperándome afuera de la casa.

-Entra -Habló mi madre- Allá te veremos, cariño -Dijo para darme un beso en la frente, subir al auto de Alya e irse.

Solté un suspiro y miré como el chófer bajó del carro para abrirme la puerta de atrás con una ligera sonrisa en sus labios, lo cual era raro en él. Le agradecí asintiendo con mi cabeza y entré al carro. Rápidamente los nervios me atacaron nuevamente y sentía un inmenso calor, cuando en realidad había frío. Miré por la ventana como los vidrios se encontraban ligeramente empañados por el frío de ese día y por la velocidad que este tenía.

Me puse a pensar en todo lo que había pasado entre Adrien y yo. Habíamos tenido altos y bajos y siempre nos manteníamos unidos, no importaba que pasara. Y hoy al fin, estaría con él hasta la muerte.

No se ni como, pero cuando volví a ver por la ventana, ya estábamos muy cerca de la mansión Agreste, lugar donde sería la ceremonia, para ser precisa, en el jardín trasero. El auto se detuvo y yo solo sentí mi respiración detenerse por unos segundos. Bien, no es hora para asustarse, más bien, es para alegrarse, al fin veré a mi prometido después de una semana -a petición de la malvada de Alya-.

-Llegamos, señorita Agreste -Bromeó Gorila abriendo la puerta del carro y extendiéndome su enorme mano. Yo solo pude sonreír y aceptar la mano para bajar del auto.

Entramos a la residencia y nos dirigimos hacia la entrada al jardín, los nervios me invadieron nuevamente. Empecé a hacer ejercicios de respiración para intentar calmarme.

-Permíteme decirte que luces hermosa, Marinette -Habló una voz gruesa a mis espaldas, gire rápidamente y me encontré con mi suegro en un traje color negro y corbata morada. Sonreí al ver que se acercaba a mi esperando un abrazo de mi parte, el cual, se lo di gustosa.

-Gracias, Gabriel -Dije entre el abrazo.

-¡¡MARI LINDA!! ¡¡TE VEZ RADIANTE!! -Emilie bajó las escaleras corriendo para dirigirse a mi, quitar a su esposo y abrazarme tan fuerte que casi nos hace caer al suelo- ¡Por Dios! ¡Sabía que Adrien no se equivocaba en escogerte a ti como su esposa! -Me tomó de las mejillas para luego apretarlos suavemente- Encontró una chica hermosa y humilde, lo que casi ya no hay en este mundo, pero tú, Mari. Tú... Sin duda eres perfecta para mi hijo -Susurró sonriendo tiernamente. Nuevamente sentí como mis ojos se humedecían pero ella rápidamente me quitó esas lágrimas- Ya es hora.

Volteó a ver a su esposo quien asintió a mi, hice lo mismo. Tomé un profundo respiro y y alisé mi vestido con mis manos. Mi suegro extendió su brazo hacia mi y yo acepte, caminamos hasta la puerta mientras Emilie corría hacia la fila de adelante a avisarles a los músicos que tocarán la marcha.

-Creo que Emilie me ganó las palabras que te iba a decir, Marinette -Habló son mirarme-. Eres una excelente mujer para mi hijo. Eres alguien trabajadora, honesta, amable, humilde y carismática. No habría podido pedir más mujer para mi hijo. Eres perfecta para él. Tu padre estaría muy feliz y orgulloso por ti, Marinette.

-Sabes que me harás llorar, ¿verdad?

-Mejor no lo hagas, o Mily me matará.

Reí ante su comentario, amaba que a pesar de los años, su matrimonio no se veía afectado por nada; sin duda un ejemplo a pesar seguir y algo que yo quería llegar a cumplir con mi Gatito. Inmediatamente después de esa pequeña charla, la marcha nupcial empezó y el bajó mi velo.

Mis nervios se multiplicaron el triple de los que ya poseía. ¿Y si tropezaba y hacia el ridículo frente a todos? ¿Y si tropiezo encima de Adrien o el padre? ¿¡Y si un meteorito cae?!

No, no, no, no... Relájate Marinette. Relájate.

Empecé a caminar del brazo de mi suegro al ritmo de la marcha, primero, pasó la pequeña Manon tirando pétalos. Mientras caminaba, sonreía a unas cuantas cámaras que Gabriel había permitido entrar a la ceremonia. Alcé mi rostro y me topé con las esmeraldas preciosas de mi prometido, quien parecía tan emocionado que yo, pues vi como al verme, se tapó la boca de impresión y soltaba unas cuantas lágrimas.

-¿Ves como eres la indicada para mi hijo?-Susurró Gabriel al acariciarme el brazo, yo solo pude asentir y mirar la hermosa reacción de mi chico. Llegamos al altar, sanos y salvos. Esto es un gran avance- Adrien... Si fuera el padre de Marinette te diría que cuidarás muy bien de ella, pero como soy tu padre, solo le puedo a decir Marinette que se cuide de ti.

-Muy gracioso, anciano -Dijo Adrien rodando ojos mientras yo reía levemente, ambos se traban así en cualquier momento. Entregó mi mano a Adrien quien rápidamente apretó mi mano en una forma protectora. Sonreí y me solté del brazo de mi suegro para tomar la otra mano de Adrien- Te vez hermosa, mi amor.

-Y tú te vez muy guapo -Sonríe con mis mejillas ardiendo. Seguidamente, Adrien me levantó el velo y depósito un beso en mis nudillos.

El padre empezó con la ceremonia, pero a decir verdad no le estaba prestando atención, y al parecer, Adrien tampoco, pues ambos estábamos perdidos en nuestros ojos, pero por mi parte, yo me estaba recordando de todo lo que habíamos pasado para lograr estar aquí. Desde que nos conocimos, como nos enamoramos, las peleas que tuvimos y nuestra reconciliaciones. En todo...

No podía creer que después de lo que habíamos pasado, hoy estaríamos aquí, pero bueno, es obvio, nuestro amor este tan grande, que el día en que moriremos, me gustaría vivir con el aunque fuéramos fantasmas.

Él solo tenia que decir que nunca me dejará ir.

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