Four: Dɪsᴀᴘᴘᴏɪɴᴛᴍᴇɴᴛ. Pᴀʀᴛ: ¹
----Cinco meses despues----
--Marinette--
-¿Estas emocionado? -Pregunté a mi padre que se arreglaba la corbata frente al espejo. Me miró y sonrió.
-Si, se podría decir que si -Soltó un suspiro mientras relajaba su postura. Me acerqué a el y lo abracé, amaba su olor. Siempre olía a pan recién horneado y a chocolate. Nunca me cansaré de ese olor.
-Relájate, verás que tenia razón el recomendarte con ellos. Harán que la panadería crezca y pondrán más en todo el país. ¿No te agrada eso?
-Claro que me agrada Marinette. Pero no me parece muy confiable el que le tuviéramos que pagar por anticipado a esa compañía. Y más aún cuando a ti te platicaron todo.
-¿Otra vez vamos a pelear por eso papá? -Cuestioné bufando mientras me separaba de él y rodaba mis ojos.
Últimamente estos tres meses pasados, nos la hemos pasado discutiendo. Más que todo él. Solo por el simple hecho de que unos señores llegaron a la panadería sólo con la intención de agrandarla a nivel nacional y quizá en poco tiempo quizá hasta internacionalmnete. El único detalle que a mi padre no le gustó que aceptara, fuera el de pagar por adelantado. ¡Yo no le veía el problema! Ya Hasta habían hablado con mi padre y se ven como unos tipos simpáticos.
Mi padre sólo otro sonoro suspiro y volvió a ver el espejo.
-No -Susurró cerrando los ojos dándome aún la espalda. Yo lo miraba por el espejo fijamente-... Ya no quiero pelear.
-Entonces relájate y confía en mi. Ten por seguro que todo irá bien.
Él ya no dijo nada más y salí de la habitación para luego dirigirme a la mía y empezar a cambiarme con ropa cómoda para la temporada y con la pequeña reunión que tendríamos con los señores que querían agrandar nuestra pequeña panadería. Hacía frío afuera.
Unos toques en mi trampilla llamaron mi atención e indique que podían pasar. Era mi madre.
-¿Ya estas lista, Cariño? Dice tu papá que y casi se van.
-Oh, si si. Solo me término de poner las botas y listo -Dije terminando de echarme un poco de rimel.
-Estaban peleando, ¿Cierto?
-Se podría decir que si.
Mi madre soltó un respiro y se sentó en el diván mientras me miraba con una ceja alzada y una línea en sus labios. Sin duda esperaba explicaciones, pero justo ahorita no quería dárselas. No quería un sentimiento de amargura.
-Tranquila. No pasó a nada.
-Ya lo sé. No escuché gritos ni cosas rompiéndose esta vez -Yo sonrí de forma forzada mientras me volvía a girar al espejo.
Las veces que peleamos yo y mi papá, eran para temer. Ya que ambos teníamos ese rasgo de terquedad y enojo y todo terminaba en caos. Pues ninguno quería dar su brazo a torcer.
-Lo se -Contesté de manera seca y mi madre entendió la señal. Yo no quería hablar de eso.
-Aún no puedo creer que pronto la panadería crecerá -Cambio de tema rápidamente mientras miraba hacia el techo. Sin duda se encontraba feliz por el nuevo paso que daríamos.
Al menos ella si apreciaba la oferta que yo había aceptado.
-¡Ya se! ¿Te imaginas la cantidad de personas que gozarán de sus postres y panes? ¡Será una maravilla!
-No veo la hora de que todo mejore -Se levantó del diván y caminó hacia mi para plantarme un beso en la cabeza. Yo sujete sus manos y las acaricie. Amaba sus mimos. Me lograban calmar siempre.
-Así será mamá. Verás que con esto podremos empezar a seguir adelante y quizá conseguir una casita más grande que esta. Aunque... Me dolería dejar aquí tantos recuerdos -Dije mientras miraba a mi alrededor y empezar a imaginarla vacía.
-Ay hija. -Suspiró y también miró alredero- Créeme que a mi también me dolería dejarla. Pero creo que ya seria tiempo.
-¡Marinette! -Gritó mi padre desde abajo, rompiendo así la burbuja de mi madre y mía- ¡Ya vamonos que se nos hará tarde!
-¡Voy! -Grité poniéndome rápidamente mis botas café y bajar corriendo las escaleras. Mi papá se encontraba sentado en uno de los sillones de la sala mientras veía una de las ventanas. Lo miraba un tanto pensativo.- Ya estoy.
Mi padre levantó la vista hacia mi y sonrió levemente.
-Bien... -Soltó en un suspiro para luego levantarse del sillón y caminar hacia donde estaban las llaves de nuestro pequeño auto y las tomó- Vayamos hacer nuestro sueño realidad.
Todos bajamos hacia la primera planta de nuestra casa para alistar los documentos que llevaríamos para realizar las acciones. Después de asegurarnos de tener todo nos despedimos de mi madre y nos dirigimos hacia el auto.
Según tenía entendido, el viaje era de una hora y media, así que para evitar mucho el incómodo silencio entre me padre y yo, me mantenía entretenida chateando con mi novio. No quería hablar con mi papá. No me malinterpreten. Simplemente quiero evitar una pelea, sin mi mamá aquí mientras estuviéramos peleando, no me imagino que es lo que pasaría.
Al parecer mi papá también pensaba lo mismo, pues no dijo ni una sola palabra durante el viaje. O al menos eso pensé al ya ir a la mitad del viaje, cuando él decidió acabar con el silencio.
O intentándolo al menos.
-Adrien... ¿Él te trata bien? -Musitó mirando fijamente la carretera. Yo solté una risa por su intento de tener una conversación.
-Cómo a una princesa.
-Más le vale -Otra risa salió de mis labios mientras rodaba un poco los ojos. Ya era hora que mi padre sacara su lado celoso.
Repentinamente sentí como colocó su mano encima de la mía y lo volte a ver. Miré nuestras manos y luego a él. Me sonreía de una manera tierna mientras miraba por unos segundos la carretera.
-Eres mi pequeña... Y no quiero que te lastimen por nada en el mundo.
Una sonrisa un tanto triste se instaló en su rostro y besó mi mano, yo le sonreía enternecida y algo nostálgica. Pues hace ya bastante que no me recordaba que era su pequeña hija.
-No pasará -El soltó despacio mi mano y siguió conduciendo, yo solté un suspiro y mire por la ventana. El cielo estaba nublado y parecía que lloverá a cántaros y apenas eran las tres y media de la tarde-.
Después de unos veinte minutos mas de ir conduciendo. Al fin habíamos llegado al lugar donde nos indicaron a donde ir. Pero para mi sorpresa, no era nada a cómo me lo imaginé, un edificio de al menos cuatro pisos de color gris.
No, claro que no era eso. Al contrario, eran unos tipos condominios de aspecto antiguo. Mi padre me lanzó una mirada de "¿Te das cuenta de donde nos trajiste?". Yo simplemente alce mis hombros. Estaba segura de haber apuntado bien la dirección.
Avanzamos hasta llegar al numero de puerta que habían dado la vez que llegaron a la panadería. Mi padre tomó la iniciativa de tocar la puerta y ponerme detrás de él. Luego de unos segundos, la puerta se abrió de par en par logrando que pegara un pequeño brinco por la repentina acción.
-¿Puedo ayudarlos? -Preguntó un hombre alto de cabello gris. Era uno de los empresarios "Pierre".
-Eh... Soy Tom Dupain. Vengo por el contrato que quedamos hacer para expandir nues... Mi panadería que está en París -Habló con un tono de seriedad mientras se acomodaba un poco el traje.
El señor Pierre pareció analizar unos segundos hasta que sus ojos se abrieron un poco y soltara una risa algo exagerada.
-¡Oh, señor Dupain! ¡Entre! Lo estábamos esperando. ¿Me recuerda? Soy Ian Pierre -Dijo mientras se hacía a un lado indicándonos pasar hacia adentro. Mi padre tomó mi mano y me hizo entrar con él.
《No soy una bebé...》
El señor nos condujo a la segunda planta hacia una habitación donde parecía ser un estudio, nos pidió que aguardaramos unos segundos mientras iba a buscar a su hermano y el contrato. O algo así, la verdad que no le preste atención, pues toda estaba concentrada en la mirada de enojo de mi padre que me tiraba y que yo trataba de evitar mirando un sapo de vidrio.
《Me encontré un sapito, a-mh...》
-¿Ves por qué no te tienes que meter en asuntos de gente grande? -Me recriminó mientras me veía acariciar un adorno con mis dedos.
-Y sin mi, nuestra panadería no estaría a punto de crecer.
-No tienes la edad suficiente para saber que es lo que está pasando.
Bien, ya me estaba empezando a enojar que me tratara como una bebé otra vez.
-No es como si fuera una niña pequeña, papá -Me giré enojada para verlo-. En dos días tendré dieciocho.
-Exacto, en dos días -Me enseñó sus dos dedos de manera brusca-. Y aún así, eso no cambiaría nada.
-¡Deja de tratarme como una estúpida! -Le grité -No tan alto- de forma desesperada mientras alzaba mis manos- ¿Por qué no simplemente me agradeces que logre conseguirte esta oferta que podría cambiarnos la vida?
-Porque no confío en tu corazonada -Me señaló y se paró de su asiento para dirigirse a mi De manera pausada y con su respiración algo agitada-. ¿Quien rayos haría transacciones en su propia casa si es que tiene su "empresa" fundada? -Llegó hacia mi haciendo las comas con sus dedos y se detuvo a unos cuantos pasos frente a mi- Marinette... Ésto no es a jugar a la "tiendita"... Ésto es algo real, el destino de la panadería esta en juego. Y si algo sale mal...
-Todo será mi culpa -Lo interrumpí acabando su frase con un nudo en medio garganta. No tenía que ser una psíquica para saber que eso diría-. Lo entiendo, si todo ésto sale mal seré yo la villana. Y todo por intentar ayudarte en algo. Se que no confías en mi así que si no quieres hacer nada de esto, lo entenderé y haré... -Solté otro suspiro mezclado con un pequeño sollozo- Tomaré una carrera de gastronomía para ti -Pero al momento en que me contestataria, la puerta de la pequeña oficina se abrió entrando así, los hermanos-.
-Muy bien señor, Dupain -Habló el señor Ian-. ¿Está listo para firmar el contrato?
-No hay nada de que preocuparse -Dijo el otro señor, un poco mas bajo que su hermano y de cabello negro medio blanquecino. Si mal no recuerdo, se llamaba Todd-, todo lo acordado ésta en el contrato.
-Claro -Murmuró mi papá tomando el bolígrafo que el mayor de ellos le extendía y tomando nuevamente asiento mientras miraba el contrato sin abrirlo y ojearlo-.
Yo simplemente miraba como mi papá realmente no le prestaba atención a éste, sino que permanecía perdido en sus pensamientos mientras los dos hermanos le hablaban.
Finalmente cuando mi papá salió de su trance y se dispuso a ver donde precisamente tenía que firmar, nuevamente el mayor de los hermanos habló:
-¿No lo leerá? -Preguntó mirándolo raro. Vi como el señor Todd le pegó en las costillas haciendo que se callara lo que me pareció extraño. Pero mi papá no lo notó.
-No es necesario -Dijo mientras dirigía su mirada hacia mi-. Confío en ésto.
No pude mirarlo a los ojos por más tiempo, pues sabía que él mismo se estaba esforzando para decir esas palabras haciendo que me sintiera mal.
Al ya no sentir su mirada en mi, levante mi vista hacia el y vi como terminaba de firmar.
Extendió las hojas hacia los hermanos y ellos lo revisaron de manera muy ansiosa. Como si de unos perros se tratasen que llevaban días sin comer y les enseñaban un buen pedazo de carne.
Al corroborar que la firma fuera real, ambos empezaron a reír de manera un tanto cínica y daban unos saltos.
-¡Lo logramos! -Gritó el señor Ian mirando el contrato. Mi papá y yo lo miramos raro.
-¡Es un gran día! -Le siguió el pelinegro- ¡Somos ricos!
Miré con el ceño fruncido a ambos hermanos Pierre mientras aún brincaban.
-¿De que rayos hablan? -Pregunté al fin de una manera tosca acercándome aún ellos. El señor Todd me sonrió de manera rara y tomó mis mejillas para luego plantarme un asqueroso beso en la boca.
-¡Suelte a mi hija, maldito desgraciado! -Gritó mi padre para luego sentir como me jalaba hacia él. Yo me limpiaba la boca con un tremendo asco y el se acercaba para golpear al pelinegro, pero el mayor fue más rápido que mi papá y le dio un puñetazo en la mandíbula y cayó al suelo.
-¡Papá! -Grité corriendo hacia él.
-Oh Tommy, Tommy... Eres muy ingenuo -Habló el señor Todd rodeandonos con pasos lentos. Yo me mantenía alerta-. ¿Es que no entiendes? Tu hermosa hija nos ayudó a que nos entregaras en bandeja de plata tu pobre panadería -Mi corazón se detuvo por completo... ¿Que rayos hice?-, y aparte de eso... Nos donaste más de medio millón de euros a la cuenta de nuestra "empresa".
Mi papá miraba con odio a ambos hermanos mientras se limpiaba la sangre de su boca, y a la vez... Me miraba con decepción.
-De verdad que fueron muy ingenuos -Dijo ahora el señor Ian mientras agitaba en sus manos el contrato frente a nuestras caras. Mi papá se incorporó y lo encaró con su respiración pesada. Ambos eran del mismo tamaño, aunque unos cuantos centímetros mi padre ganaba, por no hablar de su robustez
-No se saldrán con la suya -Habló con furia mi papá mientras vi como disimuladamente tomaba uno de los tantos adornos de sapo que habían en la oficina. Creo que sabía lo que haría-.
-Oh mi querido Tom -Escupió el señor Todd tomando asiento en la silla detrás del escritorio-... Ya lo hicimos.
Esa frase había sido el detonante para que mi papá explorara para enseguida estrellarle el adorno en la cabeza al señor Ian quien cayó inconsciente en el suelo. El pelinegro, rápidamente se levantó de su asiento mientras metía la mano en su saco. Y tal como sospechaba... Era un arma.
-¡Marinette! -Gritó mi papá al ver la acción del señor Todd- ¡Corre!
Todo pasó muy rápido e ese momento. Me levanté del suelo y corrí hacia la puerta lo más rápido que pude. Pero a al mismo tiempo que llegue, me quedé estática.
《El contrato...》
Miré a mi papá por una milésima de segundos y vi que aún forcejeaba con el señor Todd. Corrí hacia el señor Ian y sin que nadie me viera, le quite el contrato de sus sucias manos.
Un disparo resonó por la estancia y solté un grito. Con cierto temor mire a mis espaldas. Por suerte no había pasado nada.
Al tener ya el contrato en mis manos salí corriendo de esa mugrosa casa. A los pocos segundos mi papá salió de allí corriendo mientras sacaba las llaves de su bolsillo.
-¡Súbete al auto ya! -Me gritó y le hice caso.
Al estar ambos ya en el carro, lo encendió y aceleró. Mi corazón latía muy rápido y sin darme cuenta, lágrimas empezaron a caer de mis ojos
-¿Estas bien? -Preguntó al voltear a verme, yo asentí rápidamente mientras miraba hacia atrás asegurándome que nadie nos siguiera.
-Lo siento -Susurré mientras tapaba mi rostro. La culpa me empezaba a carcomen por dentro-. Lo siento, papá. Lo siento tanto.
-¡Te dije que no confiaras en ellos, Marinette! -Gritó nuevamente presionando el acelerador a fondo. Mis sollozos se empezaron a intensificar.
-¡Perdóname, papá! -También le grité mientras me encogía en mi asiento.
-¡No lo haré!
No se si había sido la adrenalina que lo había obligado a gritar eso o que de verdad lo decía. Pero quería creer que era por la primera. Miré el contrato que estaba en el suelo de auto y apreté contra mis manos.
De verdad que todo esto es por mi culpa.
Con cuidado y aun derramando lágrimas doble las hojas del contrato hasta hacerla un pequeño cuadrado y meterla en mi bota. No sabía ni porque lo hice. Mire la hora... cinco y quince. El cielo ya empezaba a oscurecerse aún más y pequeñas gotas caían ya del cielo.
-Al llegar a casa... -Habló ya un poco mas tranquilo mi papá mientras sentía su mirada en mí- Al llegar a casa, tu y yo, hablaremos de muuuchas cosas, jovencita.
-S-solo si me perdonas -Solté entre sollozos y casi un susurro.
El no me respondió. Simplemente se limitó a mirar al frente e ignorarme. Sabía que su orgullo lo estaba manejando en esos momentos.
Pero cuando me estaba dando por vencida, él volvió hablar.
-Yo te lo advertí, Marinette. Te lo advertir tantas veces -Soltó en un sonoro suspiro-, pero eras tu la que me chantajeaba con el no quererte. Yo te amo inmensamente, pequeña -Volteo a mirarme, y fue allí donde yo también lo miré a los ojos. Sus ojos también eran verdes como los del chico que yo amaba... A ambos los amaba mucho-. Daría mi vida por ti y jamas me arrepentiría por ello. Se que comentes errores y te perdono -Su voz poco a poco se empezaba a quebrar y sus ojos empezaron a llorar, causandome un dolor profundo en mi corazón-... Pero esta vez Marinette, yo... Yo no puedo perdonarte. No puedo. Entiendeme... Me decepcionaste.
Volvió a verme y pude notar que era verdad. Todo lo que decía era verdad. Mi llanto se incrementó al igual que mis sollozos y temblores. Mi padre nunca me había dicho algo así. Y dolía. Dolía porque era verdad.
Porque la verdad duele.
-Perdóname... Perdóname p-porfavor papá...
-Entiende, Marinette.
Volvió a dirigir su mirada hacia la carretera negando levemente mientras sentía la frustración que salía de él.
Yo levanté mis rodillas y las abrace mientras giraba mi rostro hacia la ventana. Las lágrimas caían de mi mejillas al igual que la lluvia caía afuera. Todo parecía estar triste, apenas si rondaban autos por la carretera.
《Lo siento, mamá...》
Solté un sollozo viendo ese panorama. No sabia que era lo que me esperaría al llegar a casa, no quería llegar a casa. No quería ir y decirle a mamá que lo eché a perder. Simplemente no quería volver a casa. Ojalá y nunca lleguemos ahí.
Tal vez no debí haber pensado eso. Pues justo después de eso... Una luz blanca muy muy brillante apareció frente a nosotros. Logré divisar un pequeño carro negro cerrado avanzar en nuestro carril. Todo pasó tan rápido.
Miré por unos segundos a mi padre.
Miré hacia el frente y luego sentí un fuerte dolor de en mi cuerpo.
Mire la luz centelleante del auto y luego todo lo que vi, se volvió completamente oscuro.
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