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Fifteen: Sᴀʏ Yᴏᴜ Wᴏɴ·ᴛ Lᴇᴛ Gᴏ

——11 horas antes de la boda——

——Marinette——




No se qué horas son, no se a qué hora llegué a mi casa, no se a qué hora me dormí, pero lo que si se es que no me quiero levantar.

¡Y eso que era el día de mi boda!

Los recuerdos de hace algunas horas golpearon mi mente tan fuertemente que nuevamente unas cuantas lágrimas se asomaron por mis ojos. No había pasado toda la noche llorando, fue solamente hasta que me quedé dormida. Y como ya había dicho, no sabía a qué horas me había dormido.

Haciendo un sobreesfuerzo humano, logré sentarme en la cama y miré a mi alrededor. Podía deducir que eran como las seis de la mañana por la gran iluminación que entraba por mi ventana. En verdad no sentía ganas de nada.

Unos pasos que venían desde la parte de abajo me alertaron que alguien quería subir, a lo mejor era mi mamá, Emilie o Alya...

La trampilla del suelo se abrió y pude ver a Alya entra con una sonrisa en sus labios y con una bandeja que contenía mi desayuno.

—¿Cómo te sientes? —Pregunta cuando entra finalmente sentada en mi cama luego de acomodar mi comida.

—Abrumada. —Respondo mirando hacia la ventana.

Alya sintió la pesadez del ambiente por lo que hizo a un lado la comida y tomo mis manos en un suave apretón. Dirigí ahora mi mirada hacia ella y vi que me regalaba una suave sonrisa que me fue inevitable no corresponder.

—¿Que pasa?

Con un gran suspiro coloco mi mano sobre mi aún plano abdomen y comencé a dar unas suaves caricias, queriéndole transmitir algo de cariño a ese pequeño ser allí adentro.

Mi memoria trajo los desafortunados recuerdos de ayer en la noche, cuando revele la mejor noticia del mundo a mi prometido, y claro... Su reacción.

—Ya le dije a Adrien sobre el embarazo... —Alya abre grande sus ojos ante la noticia, suplicaba por más luego de mi pequeña pausa.— Y... Dijo que debía ser una broma para luego decir que tenía hambre.

—Hijo de...

—¡Ya no me ama! —Grité mientras me cubría lanzaba hacia mi almohada para intentar cubrir mis sollozos.

Escuché como Alya reía levemente ante mi llanto, a lo cual la mire un tanto enojada mientras me sentaba nuevamente.

—No me mires así. Eres una exagerada. —Suspiró.— Es obvio que lo agarraste desprevenido. ¿No lo crees?

—Bueno...

—Tu misma me dijiste que él tenía planes a futuro contigo antes de tener hijos, y creo que con la noticia que se adelantaron a ciertos planes... —Dijo lo último con tono pícaro a lo cual yo solo atiné a sonrojarme y esconder mi rostro en la almohada que sostenía en mis manos.— Es más que evidente que fue un gran impacto para él. ¡Incluso para ti!

Y no lo niego... Imaginar a Adrien jugando videojuegos o viendo anime mientras cuida de nuestro hijo, se me hace imposible de creer.

«Será como tener dos niños en la casa.»

Y así, perdida en mi pensamientos, Alya se acercó a mi y me abrazó. La tranquilidad que ella emanaba me hizo estar en paz. Amo tener como amiga a esta mujer.

—¿Te sientes mejor? —Me preguntó cuando me soltó del abrazo.

—Sabes que si.

—Bien. Entonces termina de comer, toma un baño y luego bajas, no tardarán en venir las chicas para maquillarte y arreglarte. Cambia esa cara y alisa tu vestido, yo me encargo de que haya boda.

Y sin dejar que preguntara a qué se refería con lo último, Alya bajó en un santiamén de mi cama para luego bajar a la sala.

Cuando algo entraba en la cabeza de esa mujer, nadie, en serio, nadie, lograba sacárselo de allí.

«¿Que estarás haciendo, Adrien?»

——Adrien——

Desperté alrededor de las siete de la mañana en la gigantesca sala de mi casa. Los recuerdos de la noche anterior vinieron hacia mi en cuanto dirigí mi mirada hacia la ventana.

«Embarazada.  Mi prometida estaba embarazada»

Aún no me creía esa gran noticia. ¿Tan rápido seré padre? ¿Cuando siquiera quedó en cinta Marinette? ¿Que pasará en estos meses restantes del embarazo? ¿Cómo reaccionarán nuestros padres?

«¿Yo seré buen padre?»

Una punzada en mi cabeza comenzó a hacerse presente al enredarme con mis pensamientos. Casi no dormí en la noche anterior por tener las mismas preguntas que tenía ahora.

Y también, se me removía la conciencia por haber dejado a Marinette  sola luego de una vaga respuesta. Seguro piensa que la dejaré sola.

—Eres un idiota, Adrien. —Me regañé a mi mismo mientras me frotaba el rostro con frustración y me levantaba del sillón.

—¿Que comes que adivinas? —Escuché a mis espaldas la voz de mi madre.

Al instante volteé y la pude ver entrando a la sala con una taza de café en sus manos. Me miraba con una ceja alzada mientras se acercaba a mi.

—Buenos días... —Saludé algo incómodo por la fría mirada que me dirigía.

—¿Cómo que "buenos días", burro? —Gruñó al mismo tiempo en que tomó mi oreja y la estiró con fuerza.— ¿¡Cómo que "buenos días"?!

—¡PAPÁ!

—¡VEN ACÁ! —Grtó mientras me arrastraba de regreso al sillón donde dormí y me obligaba a sentarme junto a ella.

—¡Me duele!

—¿Que pasó?

—Pues que me apretaste la oreja muy duro...

—¡No me refiero a eso! —Se acomodo mejor en el sillón mientras me lanzaba una mirada casi fulminante hacia mi persona.— Soy tu madre, Adrien. Lo se todo...

—Si lo sabes todo entonces también lo que pasó.

—Te estás ganando otro jalón de orejas, Agreste.

Suspiré. Creo que mi sentido del humor no me salvaría de este regaño.

—¿Que pasó? —Volvió a preguntar, pero con un tono más calmado.

—Solo... Recibí una noticia anoche que me tomo demasiado desprevenido... Eso es todo. —Respondí sin mirar a la hermosa mujer a mi lado.

—¿De parte de Marinette? —Volvió a indagar. Pero no respondí al instante.

«Asi que ella lo sabía...»

—Si.

Ahora ella suspiró. Tomo un sorbo de su café y lo dejo sobre la mesa auxiliar frente al sillón para luego acomodarse correctamente en su asiento. Todo en completo silencio.

—Aun así, no encuentro lógica en el por qué decidiste dormir aquí y no en tu habitación.

—Es algo difícil de digerir la noticia de que seré padre... ¿Que voy a hacer?

—Adrien, te ahogas en un vaso con agua. —Bufó.— Ya no eres un niño, y aunque aún no eres del todo un adulto, comprendes la situación totalmente. —Se volvió a acomodar en el lugar pero esta vez para tomar mis manos entre las de ella.— Tu y Marinette tienen un trabajo estable, se van a casar, y ambos cuentan con el apoyo de nosotros, sus padres. No veo el porque de tu repentino miedo.

—Solo tengo miedo. —Confesé sin pensarlo dos veces.— Tenía planes para Marinette y para mi... Los hijos vendrían después de eso. No me siento preparado para ser padre.

—Adrien... —Rió mi madre.— Nunca, nadie, estará preparado para algo, y mucho menos para ser padres. No tienes el control total de los planes de la vida; si tú intención era aprovechar el tiempo recorriendo el mundo con Marinette. Hazlo. Pero agradece que tu familia pronto se expandirá.

Un nuevo silencio se generó luego de las palabras de mi madre. Analizaba su lógica paso a paso. Creo que tiene razón.

—¿Te sientes mejor? ¿O cancelo la boda?

—Muy graciosa.

Ella se levantó del sillón con su raza de café en mano y me miró con una ceja alzada. Casi podía leer lo que me quería transmitir su mirada.

—Llamaré a Marinette. Tranquila.

—No llames. —Me lanzó un zape.— Ve a hablarle personalemente sino quieres quedar desheredado.

Luego de acomodar su largo y rubio cabello, salió de la sala y me dejó allí, perdido en mi mente mientras analizaba todo.

Aunque, bueno. No había mucho que analizar para saber que fui un completo imbécil al reaccionar de esa forma.

¿O si?

Repentinamente comencé a sentir mi celular vibrar en mi bolsillo delantero. Lo tomé y me fijé que era una llamada de mi pronto esposa. Sentí como un frío recorría mi cuerpo por no saber que hacer.

«¿¡Le respondo o no?!»

Para mi fortuna -o desfortuna- el celular dejo de vibrar al mismo tiempo en que se apagaba totalmente.
O si, el señor Adrien Agreste se olvidó de cargarlo anoche.

Solo espero Marinette no piense mal de mi. Aún más de lo que ya ha de hacer.

——Marinette——

Muerdo con nerviosismo mis uñas cuando el celular de Adrien me manda a buzón. Luego de los ánimos de Alya y de devorar como si no hubiese un mañana mi desayuno, reuní fuerzas y decidí llamar a Adrien para poder aclararle un par de cosas.

Aunque los nervios se vuelven a apodera de mi al ver el rechazo de mi prometido.

«¿Estará enojado aún? ¡No debí haberle dicho!»

Casi chillo en voz alta pero me detuve a tiempo, aunque lo que no puedo detener es el leve dolor de cabeza que comienzo a sentir en estos momentos.

—Mari, te dije que no pestañaras. —Me regaña Mylen mientras me coloca un poco de mascara.

—Luces inquieta. —Habla Rosita peinando mi largo cabello oscuro en un moño desordenado. Varios mechones cortos y rizados caen a los lados de mi rostro y parte de mi nuca.

—Son solo los nervios de la boda. —Intento excusarme.

—¿Segura? —Pregunta Alix alzando una ceja mientras me mira sentada en en el sofá. Se supone que ella me maquillaría, pero de último minuto colocó a Mylen y a Juleka (quien terminó rápidamente su trabajo).

Yo me limito a asentir ante la pregunta de mi amiga peli-rosa. La veo darme una mirada llena de "No te creo nada", la cual ignoro exitosamente.

—¿Por que siento que no estás siendo del todo sincera? —Vuelve a preguntar. Yo desvío mi mirada hacia otra parte de la sala que no sea ella para evitar una incómoda conversación.

«¿Desde cuándo existe esa mancha en el techo? «

Todas logramos escuchar como unos pasos apresurados suben por las escaleras de afuera, segundos después entra Alya con una gran bolsa de plástico con el logotipo de 'Gabriel's' impresa en él. La sonrisa de mi mejor amiga en única. Quizá porque conozco su enfermedad de vieja chismosa que logró que la poseyera y echara un ojo al vestido.

—¡Entrega especial! —Grita meneando de un lado a otro la bolsa gigante.

—¡Justo a tiempo! —Exclama Mylen guardando el maquillaje en su estuche.

—¡Pruébatelo! —Rosita toma la bolsa en sus manos y me lo extiende.— Muero por ver qué tan hermoso.

—Si Marinette lo diseñó no dudes que será demasiado hermoso. —Halaga Alix con una sonrisa tranquila en sus labios. Juleka se le acerca y le da la razón.

Yo me sonrojo al ver como todas comienzan a pedirme/ordenarme que me pruebe el vestido.

Y bueno, por mayoría de votos, subo a mi habitación y comienzo a desnudarme para colocarme tremendo vestido.

Mientras lo hago, me es inevitable que mis ojos viajen por mi propio cuerpo hasta posarse allí, en mi vientre. Luce levemente abultado. Solo si inspeccionas de cerca lo podrás notar. Con suavidad mi mano acaricia la zona y no puedo evitar imaginar mi estómago más hinchado.

Sonrió ante la imagen mental que creo en mi cabeza. Definitivamente es emocionante todo este embrollo del embarazo. Solo desearía que... Mi prometido piense de la misma manera.

Decido apartar esos pensamientos de mi cabeza. Solo me hacen ponerme triste y se supone que hoy no debería estarlo. ¿O si?

Minutos después, bajo ya enfundada con el vestido hasta la sala en donde puedo escuchar como mis amigas se encuentran debatiendo algo de lo que desconozco, pero inmediatamente hacen silencio al verme bajar por completo.

El silencio se extiende por unos cuantos segundos más, logrando así ponerme más nerviosa de lo que ya estaba.

—¿Se ve bien...? —Pregunto aterrada ante la idea de que no sea perfecto.

«Genial. Una razón más por la que Adrien no se casaría conmigo. ¡Soy una novia horrible!»

¡Marinette es hermoso! —Grita Rosita mientras se levantaba de un salto del sillón y me daba una leve vuelta.— ¿Tu lo diseñaste?

—Si.

—Te queda perfecto. —Halaga Mylen imitando a Rosita.

—¡Estas hermosa Marinette! —Me dice Alya con sus ojos brillando de la emoción.

—Es bastante lindo, eh. —Habla Alix sin levantarse de su lugar pero dándome una gran sonrisa.

—Es genial... —Casi susurró Juleka.

—¡Chicas chicas! Me ponen más nerviosa de lo que ya estoy.

—¿Nos puedes culpar? —Exclama Alya mientras me abrazaba.— Creaste una obra maestra y miemtras tu lo cargues puesto... Chica, serás la mujer mas hermosa que el mundo podrá ver.

Las chicas -a excepción de Alix y Juleka- soltaron algo parecido a un grito de felicidad mientras me abrazaba dando unos saltos, y a la vez, transmitiendome esa alegria que poco a poco desaparece los malos pensamientos.

—De acuerdo, cálmense o arrugarán el vestido de Marinette. —Comenta Alix separandome de mis empalagosas amigas.— Aún falta que darte unos retoques en el cabello.

Debo de agradecer a la vida por darme a mi grupo de amigas. Sin ellas, creo que aun estaría metida en mi cama llorando por el mal rato que tuve que pasar anoche. Y aunque no sepan al 100% que fue lo que pasó, siguen aquí brindandome su apoyo y contagiándome de sus buenas vibras.

—Gracias por estar aqui, chicas. —Las palabras salen desde el fondo de mi corazón y sé que ellas lo saben porque casi de inmediato todas se lanzan a abrazarme.

Si, incluso Alix...







——Adrien——









No sé con exactitud que fue lo que pensé al momento de salir corriendo de mi casa para poder ir a la de Marinette.

Que ahora que lo pienso, será su antigua casa a partir de hoy...

«Eso sí me perdona por ser un estúpido.»

Ante ese pensamiento, comienzo a correr con más fuerza. Me sentía realmente mal. ¿Por qué tuve que reaccionar de esa forma ante la noticia de Marinette? No creo poder tener las respuestas justo en este momento.

Mi enfoque estaba en no caer o empujar a las personas al suelo. Me sentía ansioso por ir a platicar con Marinette. Necesitaba pedirle perdón, es más, nesecitaba humillárme frente a ella para poder tener mi merecido, y creo que aún así sería poco mi castigo.
Poco a poco lograba visualizar el hogar de mi amada, y mis nervios poco a poco también comenzaban a aparecer.

«¿Por donde empiezo? ¿La beso y le pido perdón? O... ¿Le pido perdón y luego la beso? ¡Ahg! Hola Dios, soy yo de nuevo...»

Creo que estoy escuchando ángeles cantar, porque alguien acaba de abrir la puerta principal de la casa de los Dupain. Era Alya, al parecer alguien la llamaba. Nuevamente sacando energías del más allá, corro a toda velocidad hacia esa escandalosa chica.

—¡Alya! —Grito con todas mis fuerzas antes de abrazarla y darle vueltas.

—¿¡ESTÁS LOCO, MALDITO PELI-TEÑIDO?!

¡Ayy! Allí está ese hermoso amor de hermandad que nos tenemos.

—¡Ahora no, preciosa! ¡Necesito hablar con mi futura esposa ahora! —Sigo gritando al subir los escalones que llevan al segundo nivel.

—¡Agreste no puedes subir!

Y como si se tratara del mismísimo Flash, ya estoy frente a la puerta semi abierta y sin pensarlo demasiado entro completamente a la sala.

—¿Marinette? —Pregunté abriendo la puerta con lentitud para luego asomar la cabeza.

Lo cual considero, fue una mala idea.

—¡No puedes ver a la novia con su vestido antes de la boda, Agrestonto! —Fue lo único que logré escuchar gritar a Alix antes de que mi cabeza fuera golpeada con un pequeño cesto de basura que hizo retroceder mis pasos hasta finalmente caer al suelo.

—Si que te mueres por ver a Marinette. —Siguió hablando Alix saliendo de la sala para luego cerrar la puerta.

—No te lo negaré. —Respondí poniéndome de pie.— Pero también necesito hablar con ella de manera urgente.

—¿Define esto que te cases? Porque si es así, no tienes de que preocuparte, hombre. Marinette está más que emocionada por este día.

—¿Hablas en serio? —Me fue imposible no emocionarme ante tal información.

«¿Entonces no está enfadada?»

Casi escucho como ángeles empiezan a cantar de fondo.

—¡Obvio no! —Volvió a lanzarme el cesto de la basura al rostro. Esta vez si lo atrapé a tiempo.— Está mas nerviosa de lo normal. No quiero ser entrometida, pero debes de aclarar el asunto de su embarazo con ella. Marinette ya nos lo dijo hace unos minutos y la tuvimos que calmar. Aunque su llanto paró, creo que eres tu quien necesita calmar su tormento.

—Lo sé... —Suspiré.— Actué como un idiota y realmente me arrepiento.

—Necestias decirle eso a Marinette. —Intervino Mylen abriendo la puerta. Detrás de ella aparecía Rosita y Juleka.

—¡Yo sabía que Adrien iba aparecer! Ambos se aman demasiado como para estar separados.

—Los dejamos solos. —Pronuncia Juleka empujando a Rosita y a las demas hacia las gradas.

Respiro profundo y me mentalizado para pedir perdón, cierro la puerta y luego miro a mi alrededor. El pequeño recibidor está llena de fotos familiares de los Dupain. Hay unas cuantas fotos mias y de Marinette en nuestros primeros meses de noviazgo, dando entender que ya era mas que bienvenido en esa familia desde siempre.

Me dirijo hacia los escalones que suben al cuarto de mi prometida, la trampilla permanece cerrada aunque no con llave. Subo los escalones y me detengo antes de abrir para poder tocar. Escucho como la voz de Marinette me permite entrar y lo hago.

Volteo hacia donde creí haber escuchado su voz y la encuentro sentada en su diván. Los rayos de sol golpeaban su rostro y cabello, dandole un aire de diosa. Sus ojos brillaban y su piel palida resaltaba gracias a los rayos solares. Era una visión de hermosura.

—¿Qué haces aqui? —Preguntó sacándome de mis pensamientos.

—Yo...

«No se que decir...»

—Yo sólo... Yo venía a... ¿A que?

—¿A cancelar la boda?

—¡¿Cancelar la boda?! ¡Por supuesto que no!

—¿Entonces? —Caminó hacia mi y yo cada vez mas me convencía en que en realidad mi prometida era la mismísima Afrodita.

—Marinette. Realmente estoy muy arrepentido. —Hablé realmente sintiéndome arrepentido.

Noté como mi hermosa azabache me miró sorprendida y casi al instante apartó su mirada de mi.

—¿A-arrepentido?

—Así es. —Caminé hacia ella para poder tomar sus manos entre las mias. Quiso apartarse, pero no se lo permití.— Actúe como un imbécil anoche y estoy seguro que lastime tus sentimientos, bichito. Te dejé un mal sabor de boca en el que se suponía debia ser el mejor momento para ambos...

—A-adrien no es necesa...

Shh... —Coloqué mi dedo en sus hermosos labios y sus azules ojos me miraron con un brillo especial.

—Si lo es. Me siento avergonzado por mi comportamiento. Tenía sentimientos encontrados. Aun los tengo... —Me corregí.— No tengo justificación alguna para lo que hice. En serio perdóname por haberte dejado ese mal sabor de boca. Realmente me emociona el hecho de que seremos padres, Marinette. Realmente estoy feliz.

—¿D-de verdad? ¿¡Lo dices en serio?! —Sus ojos se iluminaron al hacerme esa pregunta.

«Así debieron verse anoche, imbécil.»

—Lo digo en serio. —Volví a tomar sus manos entre las mias y la jale hacia mi en un fuerte abrazo al que ella correspondió al instante, dejando fluir tambien sus lagrimas.

No hubieron mas palabras luego de eso. No fueron necesarias, podía sentir en la calidez de Marinette su perdón. Conocía a Marinette como la palma de mi mano y ella a mi, y aunque a veces teníamos unos bloqueos, ambos sabíamos que nuestros sentimientos eran genuinos.

Sin saber cuanto tiempo habia pasado exactamente, pero ya estabamos siendo interrumpidos por la gritona de Alya. Gritaba que ya era hora de que me fuera y quien sabe que otras cosas mas. Obvio la ignore, pero Marinette no pensaba lo mismo.

—Alya tiene razón. Debes de arreglarte ya. Falta muy poco para la ceremonia y...

—Y serás legal, final y completamente mía, y me aseguraré de que a ti y a este chiquitín no le falte nada.

Nuevamente los ojos de Marinette se llenaron de lágrimas y me abrazo con fuerza. Le devolví el abrazo de la misma manera y le volví a susurrar que me perdonara.

—Ya tendrán tiempo para hacer eso y más en la noche, tortolitos.

—Alya... Pero que atrevida eres. —Me giré para poder verla.

La morena se encontraba sentada en la entrada con los brazos cruzados y alzando una ceja. Si mirada permanecía fija en nosotros.

—Habló la olla.

—Yo me se controlar, para tu información. Así que te vas yendo a la de ya.

—Mariiii... —Zapateé para luego mirar a mi prometida.— Dile algo.

—Adrien. Tiene razón, se nos hará tarde para la boda.

Yo suspiré. Creo que tiene razón.

—De acuerdo. Me iré, pero espero verte allá.

—Sabes que si. —Respondió sonrojándose y desviando su mirada.

Tomé su rostro e hice que me mirara; me perdí por milésima vez en su mirada y le sonreí con dulzura acariciando su barbilla... Realmente no queria dejarla.

—Te amo, Marinette. Y lamento lo que te hice.

—Yo también te amo, pero ya deja de disculparte.

Asentí sintiéndome mejor de lo que me había despertado. Sin duda alguna mi madre me hizo ver mi error.

No me malinterpreten, no es que no quisiera tener hijos, fue muy pronta la noticia, pero si es Marinette la que traerá al mundo a mi pequeño bebé, no me importaría ser el padre mas joven y guapo del mundo.
Saliendo finalmente del cuarto de Marinette con algunos empujones de Alya y las pequeñas risas de Marinette llegamos a la sala, en donde las demás chicas nos miraron expectantes, Marinette les aclaró que todo iba bien y noté como volvieron a respirar con tranquilidad.

Una llamada de mi padre me hizo apresurarme a la mansión, llevaba casi cuarenta minutos fuera y la hora de boda ya se acerca.
Despidiéndome de mi hermosa futura esposa, salí de su casa y tomé un taxi. Ya podía respirar en paz, Marinette me perdonó y yo estoy tan dispuesto a no fallarle nunca más con una acción mía como lo hice anoche.

Creo que aun me merezco unos cuantos golpes por el susto de ayer.


°5:45 pm°



Me encontraba ya frente al padre que nos casaría a mi y a Marinette. Justo a mi lado se encontraba Nino, quién no paraba de intentar distraerme de los nervios.

Mis manos sudaban, todo mi cuerpo lo hacia, sentía como si la corbata de mi traje negro se volvía más y más pequeño, dándome así la sensación de ahogarme. Mi corazón latía como loco. Todo, porque la idea de Marinette dejándome plantado en la ceremonia se hacía presente en mi cabeza.

¿Y como no hacerlo? La dejé sola luego de una gran noticia en la cual debería de haber sido un momento agradable...

«Y mira que lo terminaste de sopetón y de muy mala manera.»

Intento alejar de mi cabeza ese tipo de pensamientos, pero admito que es muy difícil de hacerlo. Aunque si lo pienso mejor, no hay de preocuparse. Expresé mis mas sinceros pensamientos a la mujer que mas amo y sé que sabe que lo dije de todo corazón.

Y luego de pensarlo toda la tarde, el convertirme en padre ya no sonaba tan aterrador, es obvio que el temor de no ser lo suficiente para poder criar a un mini ser humano no se irá de la noche a la mañana, pero por mi pequeña bichita estaría dispuesto a todo.

«¿Será una pequeña Marinette o un pequeño yo dentro de unos meses? No importa, lo esperaré ansioso.»

Inmediatamente luego de ese pensamiento, la marcha nupcial se hizo escuchar, y al instante mi mente eliminó por completo a todas las personas en el lugar y sólo me pude fijar en la hermosa mujer que venía del brazo de mi padre.

Marinette... Vaya... Se veía hermosa. Se veía tan irreal, tan inalcanzable. Como si una diosa hubiera hecho su aparición en ese mismo lugar. Esto es demasiado, no soporto la emoción de saber que esa hermosa mujer frente a mi será mi esposa y que me ame con locura así como yo lo hago, dejo caer unas cuantas lágrimas al saber que la chica con la cual pasaré el resto de mi vida es mi hermosa Marinette Dupain-Cheng.

Una vez, cuando pequeño, desee encontrar a alguien que me amara por ser yo mismo, y al fin puedo ver con claridad como mi deseo se hace realidad frente a mis ojos.

—Adrien... —Habló mi padre una vez frente a mi.— Si fuera el padre de Marinette te diría que cuidarás muy bien de ella, pero como soy tu padre, solo le puedo a decir Marinette que se cuide de ti.

—Muy gracioso, anciano. —Respondí rodando ojos y Marinette rie con ternura. Me entrega la mano de mi preciosa prometida la cual apreto para saber si es real este hermoso momento—Te vez hermosa, mi amor.

—Y tú te vez muy guapo —Sonríe con sus mejillas coloradas.

Definitivamente este será el mejor dia de mi vida.

No se cuanto tiempo a transcurrido desde que me perdí en la mirada de mi prometida pues justo en estos instantes acabo de devir mis votos, improvisados, pero los dije. Noto como Marinette limpia unas cuantas lágrimas que se le han escapado, esa es la señal de que lo hice bien.

Cuando fue su turno, no hubo duda alguna para mi para saber que ambos seriamos eternamente felices, seriamos una gran familia y yo me encargaría de que a ninguno de ellos les falte nada.

Es una promesa que estoy dispuesto a cumplir hasta el final de mis días.






——Marinette——







Felicidad, euforia, emotiva, emocionada. ¡Enamorada! No habían palabras para expresar lo bien que me sentía este día. Estamos a tan sólo unas palabras para que Adrien y yo seamos marido y mijer para siempre. Mi corazón parecía querer estallar por besar a mi aún, apuesto novio. Aunque también ese ritmo cardiaco alocado era por las apalabras que el padre habia pronunciado hace algunos segundos.

—Si alguien desea impedir que se realice este matrimonio, ¡Que hable ahora o calle para siempre!

Juro que puedo escuchar la voz de ciertas personitas gritar que se oponen, pero ver hacia atrás y fijarme que tan sólo era producto de mi imaginación. Pero ciertas caritas entre el público me dejaban en claro las ganas que tenían de gritar.

—Bien, que así sea. Lo que Dios ha unido en esta tarde que no lo separe al hombre. —Mi corazón comenzó a latir frenéticamente al escuchar esas palabras.

¡No puede ser! ¡No puede ser!

—... Yo los declaro, marido y mujer... Puedes besa...

Ni siquiera había terminado la oración cuando Adrien ya me tenía en sus brazos besándome con pasión. Yo rodeé mis brazos alrededor de su cuello y correspondí a su beso con la misma intensidad.
Mi corazón no puede con tanta emoción, ttodo esto es un sueño hecho realidad. Mi mayor deseo se ha cumplido justo ahora.

Ser la esposa de Adrien Agreste.

Te amo... —Susurró Adrien una vez nos despegamos del beso.

Yo te amo aún más. —Me regala una hermosa sonrisa que no dudo en devolver.

Luego de otro pequeño beso fui consiente de aquellos gritos de júbilo por parte de nuestros amigos y familiares. Era obvio que no eramos los únicos felices ese día.

«Apuesto a que tu también estarías feliz... Papá.»






° ° ° ° ° ° °







—¿Cómo se siente hoy, señora Agreste? —Dijo Adrien mientras me abría la puerta de la limusina aue se encargó de llevarnos al recinto donde será la fiesta.

—Demasiado feliz. ¿Y usted, señor Agreste? —Le seguí el juego una vez fuera del auto.

—Mas que feliz... —Sonrió para luego darme un beso.

Habia perdido ya la cuenta de cuantos besos llevábamos en menos de una hora. Realmente me sentía en las nubes al lado de mi ahora esposo, y saber que pasaría el resto de mi vida a su lado... Sólo me hacía sentir aún más emocionada.

—¿Lista para entrar?

—Mas que lista.

Con una sonrisa en sus labios, Adrien me volvió a besar y luego nos comenzamos a dirigir hacia la entrada del lugar. Allí nos recibieron nuestras familias y los invitados entre aplausos y sonrisas. También habían unos cuantos paparazzis afuera de la entrada, fue decisión mia y de Adrien dejar entrar a unos cuantos. Al fin y al cabo, era un evento grande del que todos en Paris querían saber.

Luego de que nos tomaran unas cuantas fotos, llegamos finalmente al lugar de la fiesta. El lugar me dejó anonada, mi madre y mi suegra supieron lucirse con la decoración del lugar. ¡Esto parece algo salido de un cuento de hadas!

Definitivamente este es el mejor dia de mi vida.

—Esto es hermoso. —Apenas y logro salir de mi impresión para hablar. Mi ahora esposo asiente y me abraza por la cintura.

—Realmente hermoso.

Musica se empezó a escuchar y los invitados comenzaban a tomar asiento mientras charlaban entre ellos. Mi madre y mis suegros se acercaron a nosotros y nos felicitaron nuevamente, parecía que todos nuestros seres queridos y amigos no podian estar mas felices por nosotros en este momento.

«Aunque podría comprobarlo con otra pequeña noticia. ¿O no?»

Nino, quien controlaba la musica, habló por el micrófono requiriendo mi presencia y la de Adrien en la pista, pues era hora del primer baile como esposos para nosotros.

Sonriendo y riendo un tanto avergonzada me dejé guiar por Adrien hasta el improvisado escenario del lugar. Ya comenzaba a atardecer, el cielo se notaba entre rosa, morado y amarillo, pero las luces que habian alrededor iluminaban lo suficiente para ver la expresión de Adrien. No la podia describir al cien por ciento, pero sabía lo que me quería transmitir, pues porque yo también lo miraba a él de la misma manera.

"Say You Won't Let Go" comenzó a sonar y para mi, automáticamente dejaron de existir las personas a mi al rededor. En ese preciso instante no había nadie mas en el lugar, sólo Adrien y yo.

Sólo mi esposo y yo.

Con su canto en susurro y besos por todo mi rostro, Adrien me hizo sentir la chica mas feliz y amada del mundo. Los aplausos no tardaron en hacerse notar y fue el momento en donde yo desperté de mi pequeña burbuja. Mirando hacia los invitados hicimos una corta reverencia en agradecimiento. Adrien se alejó de mi para luego dirigirse hacia mi madre e invitarla a bailar, ella acepto enseguida. Gabriel hizo lo mismo conmigo y comenzamos a bailar al ritmo de una nueva canción lenta.

—Realmente espero que sean felices en su matrimonio, Marinette. No traté mucho con tu padre pero puedo decir que su matrimonio al igual que el mio, fue y será el más hermoso de nuestras vidas. —Me sonríe antes de darme una vuelta rápida.— Quiero que tu y Adrien experimenten lo mismo.

—Muchas gracias. —Fue lo único que pude decir antes de soltarme a llorar levemente.— Por tan lindas palabras y tu deseo tengo algo que decirte. —Noté como el me miró un tanto curioso y yo reí.— Adrien y yo platicamos hace poco que lo anunciaremos despues de la cena, pero pudeo hacer una excepción con usted.

—Me asustas, Marinette.

Yo reí de nuevo. — Señor Gabriel Agreste, me complace anunciarle que será abuelo dentro de unos cuantos meses.

Nuestro baile se detuvo súbitamente. Me miraba con sus ojos grises bien abiertos. Otra risa escapó de mis labios, luego de unos segundos el volvió a reaccionar con una sonrisa en sus labios.

—Has hecho a este anciano muy feliz, Marinette.

El tiempo transcurrió mas rápido del que me hubiera gustado. Todos estabamos terminando de cenar y era el turno de los discursos del padrino y madrina de los recién casados. Osea nosotros, lo que quiere decir que nos podemos esperar de todo en esos discursos.
Y tal como lo habia predicho, Nino fue el primero en pasar a decir su discurso.

—¿Con que arrancará esta vez? —Pregunté con discreción a mi esposo.

—Mejor pregunta "¿con que NO arrancará esta vez?"

Con una suave sonrisa dejé caer mi cabeza en el hombro de Adrien. Quería ver si realmente Nino se atrevería a decir cualquier locura.

—Buenas noches. —Se escuchó la voz de nuestro amigo en el lugar. Inmediatamente todos hicieron silencio, como si ya supieran a lo qué él venía.— En esta hermosa noche, me complace decir que es mi deber, como padrino del novio, decir unas cuantas palabras hacia los recién casados, pero en especial... A mi hermano del alma: Adrien Agreste.

Unos cuantos aplausos comenzaron a sonar para detenerse al poco tiempo. Nino asintió en agradecimiento.

—Hemos vivido tantas aventuras juntos que no sabría por donde comenzar y creo que no tendría porque mencionarlas pues varias de ellas fueron a espaldas de sus padres...

—Y allí va... —Musitó Adrien mirando hacia un punto fijo del cielo.

—... Y no podemos negar que Adrien parece un ángel caído del cielo, su rostro también parece haber sido tallado por los mismos ángeles.

—Esto apenas empieza, amor. —Lo golpeo levemente con mi codo mientras comienzo a reír.

Sin duda Nino nos daría el mejor discurso de la vida.

Unos minutos despues de los discursos y de unas cuantas risas y lágrimas, finalmente cortamos el pastel que mi madre se habia encargado de hacer junto con la ayuda de unos alumnos de pastelería que mi madre había contratado en la panadería para poder sobrellevar el duro trabajo. Fue el momento perfecto para poder revelar mi embarazo primerizo, nuevamente todos se alegraron y nos volvieron a desear mucha felicidad y buenos deseos.

Yo ya no me emcontraba con mi vestido de novia pomposo, sino todo lo contrario. Traía uno corto y suelto a la altura de las rodillas, color hueso con mangas tres cuartos de encaje del mismo color. Usaba unas zapatillas sin tacón, pues mis pies ya no aguantaban un segundo mas con tacones gigantes. Mientras que Adrien simplemente se habia retirado el saco y su corbata. Se veia tan guapo hablando con algunos socios de Gabriel's.

Ya casi era hora de irnos a nuestra luna de miel, lo que implicaba tirar el ramo hacia las solteras del lugar. Había escuchado decir por allí que Alya pelearía por el ramo con uñas y dientes de ser necesario. Al parecer se habia decidido ya a sentar cabeza con Nino luego de varios años de noviazgo.

«Veamos que tanto quiere esto.»

Mientras Nino anunciaba que era hora de lanzar el ramo, noté como Alya se abria paso para poder estar al frente. No pude evitar soltar una risa ante eso. Realmente quiere presionar a Nino.

—¿¡Mamá?! ¿Por qué estás ahí?

—Nunca pude disfrutar de un lanzamiento de ramos en las bodas a las que fui porque ya estaba casada con tu padre, Adrien. Así que silencio, voy a agarrar un ramo por primera vez en mi vida.

—No si yo lo impido.~ —Canturreó mi mejor amiga colocándose al lado de mi suegra.

Negando divertida, les di la espalda y me dirigí hacia unos escalones que dirigían al interior del recinto. Con la ayuda de Adrien, subí los escalones y analicé el panorama.

«Si Alya está a mi derecha de frente, al darme la vuelta estará a mi izquierda... Bien, es hora de agradecerle a Nino por su discurso.»

Una sonrisa malvada se dibujó en mi rostro. No es que odie a Nino ni nada por el estilo, pero quisiera retribuir a tan hermosas palabras.

—¿Listas? —Grité.— ¡Ahí va!

Al lazarlo, me giré rápidamente para poder cer si mi pulso era perfecto. Las chicas no despegaban su mirada del trayecto del ramo para poder detectar a donde iría a caer, y fue allí donde comprobé que si tenía pulso.

De un salto Alya tomó el ramo entre sus manos, y aunque hubieron unas chicas que intentaron arrebatárselo, ella corrió con todas sus fuerzas hacia Nino, quien tenía una expresión única en su rostro.

—¡Lo atrapé!

—¡Tira eso, Alya!

—¡Oh vamos! —Se quejó Emilie caminando hacia mi suegro.— ¡El ramo iba hacia mi!

—Te recuerdo que estamos casados.

—¿Y...?

Sin duda este día quedaría marcado en mi vida como uno de los mejores que he vivido.

El miedo que sentía ante el rechazo de Adrien se disiparon en el mismo instante que lo vi llegar a hablar conmigo en la mañana.  La gente que nos rodea sólo hacen el ambiente aún mejor.

Adrien toma mi mano y sonrie, yo regreso la sonrisa y lo beso con suavidad. Las manos de Adrien se detienen en mis mejillas y las acaricia con ternura.

No cabe duda de que Adrien y yo, estamos hechos el uno para el otro.







——Adrien——







—¿Estás lista para irnos? —Le pregunté con suavidad al oído.

—¿A donde? No me has querido decir donde iremos.

—Es una sorpresa. Sólo espero te guste.

—Sabes que mientras estés allí todo será perfecto.

Con sus manos rodea mi cuello y acaricia mi nariz con la suya. Marinette es una chica muy cariñosa y amorosa, es una de las cosas que mas me encanta de ella. Y ahora que seremos padres, no dejo de pensar en lo tierna y maternal que Marinette será.

—¿Entonces nos vamos? —Me separé levemente de ella para poder tomar su mano entre la mía.

—¡Andando!

Comenzamos a caminar hacia donde los invitados seguían bailando y charlando para poder buscar a Nino y anunciar que nos iríamos. Eran pasada de las once de la noche y podía notar en la mirada de mi esposa que estaba cansada. Andar toda la tarde/noche con tacones altos debe ser agotador, aunque también creo que se debe por el embarazo.

Lo poco que investigué luego de la charla con Marinette fue que los primeros síntomas en pronunciarse en un embarazo es la fatiga y mareos.
Pero creo que Marinette aún no sufre los mareos. Solo espero no hablar pronto.

—Espera aquí. —Me detuve a hablarle a mi esposa al encontrarnos cerca de unas mesas vacías.— Creo que Nino se fue a esconder a los baños.

Marinette comenzó a reír mientras tomaba asiento.— Al parecer tengo muy buena puntería.

—Ya decía yo que Nino tenía demasiada buena suerte. —Me reí junto con ella para luego darle un corto beso apasionado.— Vuelvo enseguida...

Con pesar me alejé de Marinette para comenzar a dirigirme a los baños de hombres donde creía haber visto a un chico correr despavorido lejos de Alya. Una vez dentro, le informé que ya nos íbamos y luego salí de allí.

Ni bien caminé unos cinco pasos alguien me detuvo al jalar de mi mano. Al voltear, noté una cabellera castaña que miraba hacia el suelo.

—Adrien...

—Lila.

La italiana me volteó a ver y mordió su labio con un gesto de duda en su rostro.

—Adrien, sólo quería darte mis felicitaciones en persona.

—Bueno... Muchas gracias. —Respondí al soltarme despacio de su agarre. Ella volvió a dirigir su mirada al suelo y permaneció así por unos segundos que se me hicieron eternos.— Bueno, si era todo lo que me querías decir... Ya me tengo que ir.

—¡No! ¡Aguarda! —Gritó volviendo a detenerme del brazo y de nuevo la miré.— También quería decirte que... Si surgen problemas en tu vida de casado y te sientes sólo... Bueno... Yo estaré allí como soporte para ti.  ¡Como amigos! Claro.

Yo me quedé en silencio analizando sus palabras. Aunque intentaba mostrar timidez, sus ojos verdes oscurecidos demostraban lo contrario.

—Si... Bueno... Gracias, Lila.

—También si... En un dado caso tu matrimonio se complica, que sepas que mi padre te podria ayudar encantado, ¡y gratis! Es abogado y se especializa en esa área.

—Ya me tengo que ir, Lila. —De nuevo, me volví a zafar de su agarre y comencé a caminar sin mirar hacia atrás.

—¡Hasta pronto, Adrien!

«No voltees. No voltees.»

Parecía que estaba trotando hasta mi esposa en un intento de huir de aquella italiana. Si bien creía que era anteriormente mi amiga, en aquellas vacaciones en Italia me habia quedado claro que no lo era. Aunque nada de eso importa ya. Ahora sólo debo de enfocarme en mi esposa y mi futuro hijo.

«¿Y si es niña? Bueno... No saldrá de casa hasta los treinta años.»

¿Todo bien? —Escuché preguntar a Marinette una vez estaba frente a ella. Yo simplemente asentí y la abracé con fuerza hundiendo mi rostro en su cuello donde y la escuché reir.

—Todo está fantástico.

Tomé su mano y comenzamos a caminar hacia la salida del recinto, la gente nos comenzó a seguir una vez Nino lo anunció a todos. Mi padre me tendió las llaves de mi carro, el cual hacía un mes que lo había comprado. Los invitados se despedían de nosotros sonriendo y deseándonos suerte.

Abrí la puerta del auto para Marinette y la ayudé a entrar para luego yo ocupar el lugar del piloto. Despidiéndonos una última vez de todos los invitados arranqué el carro y nos fuimos de allí.

Me sentía nervioso. Quería que nuestra luna de miel fuera perfecta, pero de un momento a otro eso pasó a segundo plano al sentir la presión de la boda. Solo espero que el lugar le agrade a Marinette.






° ° ° ° ° ° °





—Llegamos... —Anuncié deteniendo el carro frente a una hermosa casa grande de color blanco luego de unas
hora de viaje hacia las afueras de París.

—¿En donde estamos? —Preguntó mirando asombrada al lugar.

—Primero entremos para poder hablar.

Asintió y yo bajé del auto para poder abrir la puerta de su lado. Tomé su mano y caminé hacia las pequeñas gradas en la entrada de la casa. Marinette no se perdía ningun detalle de la entrada, sólo espero le agrade también adentro.

Abrí la puerta, y antes de que mi esposa pudiera dar un paso adentro de la casa, la tomé en mis brazos y entré finalmente junto con la risa de Marinette. Llegué hasta una habitación grande en donde habían pequeñas velas alrededor del lugar y unos petalos esparcidos por el suelo.

Marinette se removió en mis brazos indicando que la bajara. Cuando lo hice, ella comenzó a mirar con emoción a su alrededor.

—¿Te gusta?

—Adrien... ¡Me encanta! Es muy hermoso. —Me respondió emocionada y girándose a verme.— ¿Y está casa...?

—Es nuestra.

Noté como sus ojos se abrieron casi por completo mientras se llevaba una mano para tapar su boca. Yo solté una ligera risa y la jalé hacia mi por la cintura.

—¿Te gusta? Lamento no haber podido llevarte a algun lugar fuera de Francia. Te lo mereces...

—Adrien... Esto es... —Jadeó mirando a todos lados con lágrimas en sus ojos.— Esto es mas que perfecto para mi. ¿No lo puedes ver? Estamos juntos, pronto seremos padres y ahora tenemos un hogar propio. —Tomó mis mejillas y yo las de ella para poder limpiar las pequeñas gotas que caían de sus hermosos ojos.— No quisiera estar en otro lugar que no sea aquí y ahora, Adrien.

Y justo después de decir esas palabras, me jala de las mejillas para poder besarme con ternura en los labios. Una calma se expandió por todo mi ser al escucharla. Definitivamente Marinette era única y especial, y amo que ahora sea completamente mía.

—Te amo, Marinette... Te amo ahora y te amaré siempre. —Me despegué un poco del beso para poder mirarla a los ojos y hablarle.

—Yo también te amo y te amaré para siempre Adrien. —Respondió para luego volver a besarme con pasión.

Poco a poco el beso va subiendo de intensidad y dejo que mis manos bajen de sus mejillas a sus hombros y luego a su cintura, la cual atraigo mas a mi cuerpo con firmeza. Mi esposa suelta un jadeo ante esa acción que sólo me hace dibujar una sonrisa coqueta en mis labios. Mis manos vuelven a moverse y esta vez se dirigen a su espalda baja.

Marinette también comienza a mover sus manos y comienza a deshacer los botones de mi camisa. Sus manos logran hacer contacto con la piel de mi abdomen al mismo tiempo en el que las mias se cuelan debajo de su pequeño vestido donde levanto la tela hasta dejarla un poco mas arriba de su vientre, dejando expuesta una pequeña lencería de color blanca.

Marinette... —Prácticamente gruñí en su oído al haber notado esa prenda en su pequeño cuerpo, a lo cual ella respondió con un suave y casi imperceptible gemido.

Adrien... —Susurró devuelta.

«Necesito hacerla mía... ¡La necesito!»

Colocando mis manos sobre sus gluteos, la levanté del suelo y ella respondió rodeando sus piernas alrededor de mi cintura sin despegarse del beso. Caminé hasta donde se encontraba la cama y con cuidado me subí a ella para después recostar a Marinette en ella conmigo sobre ella. Mis besos bajaron por su mandíbula y cuello mientras que mis manos subian aún mas su vestido por su cuerpo.

Ella también me seguía intentando quitar la camisa, por lo cual me despegué un poco del beso y me deshice de la prenda y luego del vestido de ella, dejando a la vista sus voluptuosos senos al aire. Noté como se sonrojaba hasta las orejas cuando comencé a besar uno de ellos. Sus manos tomaron mi cabello y me empujó mas hacia ellos con un suave gemido.

—¿Desde que hora no traía sosten, señora Agreste? —Pregunté juguetón alzando mi mirada hacia ella.

—Desde que desperté. —Me respondió de la misma manera, por lo cual le robé un beso algo salvaje.

Poco a poco nuestra ropa dejó de estorbarnos para poder acariciarnos sin problemas. Marinette gemía bajo mi cuerpo mientras mi mano se encargaba de explorar su entrepierna con suavidad. Su cuerpo comenzaba a perlarse de sudor por el buen rato que pasaba. Yo no podía despegar mi rostro de sus pechos, los notaba un poco más grandes desde la última vez que los había visto y besado de la misma forma que lo hacía ahora.

—Me encantas, Marinette.

Ella me respondió con otro gemido. Podía sentir como su cuerpo comenzaba a tener espasmos, indicando que pronto acabaría. No detuve mis caricias y me dediqué a ver cada una de sus expresiones, cuando llegó a la cúspide de su éxtasis, no pudo verse mas hermosa.

Mientras recuperaba su aire, yo no aguanté un segundo más y me coloqué sobre ella sosteniendo mi peso con mis manos sin dejar de mirarla. Su cabello alborotada y sus mejillas rojas eran sin duda una imagen demasiado erótica y hermosa.

Una vez que empezó a tranquilizarse, mi esposa comenzó a pasear sus manos por mi pecho y espalda al mismo tiempo que me enrollaba sus piernas a mi cadera y la jalaba hcia su cuerpo. Solté un leve gruñido cuando mi miembro sintió la calidez de su intimidad y comencé a moverme con lentitud contra ella.

—¿Acaso piensas matarme? —Preguntó entre gemidos mi azabache y dándome una sonrisa coqueta.

—Solamente de placer... Si me lo permites.

—Sabes que si. —Respondió atrayendo mi rostro hacia el de ella para basarnos.

Poco a poco me movía con mas fuerza contra ella, mi cordura se estaba yendo con cada gemido que Marinette soltaba. Sentía la necesidad de hacerla mia con cada segundo que pasaba.

—¿Estás lista?

Sin responderme con palabras, Marinette asintió y fue allí donde sentí que todo se volvía aún mas candente y exitante.

Suavemente comencé a entrar en ella. Marinette jadeaba y sus pechos subían y bajaban con cierta rapidez. Al final, entré de una estocada en ella, robándole un grito de placer. Entraba y salía de ella con cierta delicadeza, pero al sentir como Marinette aruñaba mi espalda y arqueaba su espalda terminó por nublarme la mente.

A-adrien... —Gimió en mi oído.— Más...

—A sus órdenes, señora Agreste. —Besé rápidamente sus labios para acatar lo dicho por mi esposa.

Sus dulces gemidos llenaban la habitación entera junto con mis jadeos, sentía como Marinette se contaría y antes de que se vibiera, salí de su interior e hice que se diera la vuelta.

Una vez en esa posición, Marinette me miró por sobre su hombro y sonrió. Sentí como todo a mi alrededor dejaba de existir y sólo estaba ella...

Marinette... Mi Marinette. Mi hermosa esposa.

—No sabes cuanto te amo, Marinette.

Ella me volvió a sonreír y yo me incliné para poder besar el lóbulo de su oreja, acción que la hizo reir un poco. Y estando en esa posición, volví a entrar en ella de lleno. Debo de admitir que me encanta como estamos justo ahora, podía escuchar con más claridad sus hermosos gemidos y suplicas por que le diera más que se volvían más y más exigentes.

Podía sentir como mi piel y la de ella se perlaban por el sudor. Yo me perdía totalmente en ella. Marinette era la mujer de mi vida, no puedo imaginarme la vida sin ella a mi lado.

Poco a poco voy sintiendo como Marinette empieza a llegar a su orgasmo, y esta vez la voy siguiendo, por lo que aumento el ritmo de mis embestidas y comienzo a repartir besos por su cuello y espalda.

—¡A-adrien!

Mari...

Y juntos llegamos a nuestro éxtasis juntos.
Nuestras respiraciónes ajitadas por el reciente vaivén sólo me hacían adorar más este preciso momento junto a mi esposa. Saliendo con suavidad de ella, Marinette se deja caer agotada boca abajo en el colchón, mientras que yo me acomodaba a su lado. Una suave risa me hizo dirigir la mirada hacia mi esposa, quien aún permanecía boca abajo y su cabello se encontraba desordenado tapando parcialmente su rostro.

Sin duda alguna era una imagen que jamás la olvidaría.

—Te amo tanto, Adrien. Gracias por hacerme tan feliz.

—Y yo a ti te amo, Marinette.

Me giré para poder abrazarla y atraerla hacia mi, plantando un beso sobre su cabeza y arropandonos con la manta.

—Gracias por estar a mi lado, bichita.

Dejé otro beso en su cabeza y comencé a acariciar su espalda. Sin duda este gran dia jamás lo olvidaría. Y espero que dias aun mas hermoso vengan por delante... Aunque con Marinette, sé que serán así por siempre.




















Imagenes de referencia para la nueva casa del Adrinette:



Feliz año nuevo a todos. Perdón por la larga espera, sepan qie tenía planeado publicar esto en navidad pero se me dificultó.

Como sea. Que tengan un gran feliz año junto a sus familiares y amigos. Por un 2022 lleno de grandes cosas 💖

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