Eleven: Tᴇɴsɪᴏɴ
——5 meses atrás——
——Marinette——
—¿Es que acaso Adrien Agreste no puede notar la clase de chica que se ha convertido su prometida? Desde que Adrien hizo público su compromiso, esa chica Marinette no ha hecho otra cosa que ir de tienda en tienda para luego salir con un montón de bolsas en mano. ¿Acaso ya está saliendo a relucir su verdadero ser? —Hablaba una chica de cabello rojo intenso con raíces negras mientras imágenes mías adornaban la pantalla. Y tal y como la "periodista" decía, yo aparecía con unas 5 bolsas en mano saliendo de una de las boutiques de mi suegro.
«Si tan sólo supieran que la mayoría de cosas eran lencería exclusiva para "mostrarle" a Adrien....»
Lancé un suspiro y bloquee mi celular, sin lugar a duda, twitter, facebook e instagram se habían vuelto un lugar tóxico para mi, pues al nada mas encender mi celular cientos de notificaciones con críticas o ataques hacia mi me caían.
Di otro suspiro y lancé el celular que Adrien me regaló por la mesa y me recosté en la silla del comedor de mi casa. Siempre que leía esas cosas mi ánimo bajaba.
—¿Que pasa, cariño? —Preguntó mi mamá mientas ponía el desayuno frente a mi para luego ella sentarse y comenzar a comer del suyo.
Yo me limité a negar tomando un poco de mi café mientras aún miraba hacia la pantalla de la tele. Mi madre giró su rostro hacia dónde yo veía y la escuché lanzar un suspiro.
—No les hagas caso, cielo —Dijo mientras acariciaba mi rostro con suavidad—. Sabes que es porque así es esa industria. O bien, porque tienen mucha imaginación.
—O quizá envidia —Me encogí de hombros—. Aún no quieren aceptar que yo fuí quién volvió completamente loco a Adrien Agreste —Completé mientras alzaba mi ceja y tomaba otro sorbo de mi café.
—Creo que el pasar mucho tiempo con Adrien te robó no solo tu corazón, sino tu modestia también.
En realidad... El fingir a los demás que no te duele ayuda bastante a que te convenzas a ti misma que no es nada.
—Solo soy realista mamá —Solté una risa divertida. Pero en el fondo, le daba la razón luego de meditarlo un poco.
«Ahora que vuelvo a escuchar "Adrien"; Hace casi una semana que no me llama...»
Volví a mirar mi celular para corroborar si Adrien había recibido mi mensaje de "Buenos días", pero nada... No entendía el porque de su alejamiento. Ni siquiera sabía que me evitaba hasta que llamé a Nathalie uno de estos días para preguntarle si Adrien había salido de emergencia a alguna parte con sus padres y olvidó su celular, pero la respuesta que ella me dió fue clara.
—“Adrien se encuentra en su habitación jugando videojuegos en estos momentos. ¿Quiere que lo llame?”
«Maldito hombre apuesto y sexy...»
—¿Tienes planes para hoy? —Preguntó mi mamá evitando así que me sumergiera en la agonía y tristeza nuevamente.
—Emilie y Gabriel quieren que vaya a la mansión para poder empezar a planear mi vestido —Solté con un sonrojo mientras jugaba un poco con mi comida.
Hacía ya 14 meses que Adrien me había propuesto matrimonio en esa hermosa celebración de mi cumpleaños en Roma, y ambos acordamos casarnos dentro de un año unos días después de eso, en la misma fecha en la que nos hicimos novios.
El famoso “14 de febrero”. Y unos de los más emocionados por mi boda -aparte de mí y Adrien cabe destacar- Eran sin duda nuestros padres.
—Ay hija. No puedo creer que también falte poco para que te cases con Adrien.
—Lo se... Todo es tan perfecto que me da miedo cómo van marchando las cosas.
—No pienses en eso, Marinette —Dijo mientras su tono de voz se volvía un poco serio—. Disfruta el presente, no malgastes tus energías pensando en cosas que no tienen valor aún.
Miré a mi madre a los ojos y le regalé una sonrisa. Siempre sabía cómo relajarme. Mi padre y ella siempre me mantenían tranquila en mis momentos de nervios.
Hacía poco, me armé de valor y le conté a mi madre lo sucedido en aquella tarde del accidente con mi padre. Era una pequeña carga que tenía sobre mi desde hacía mucho, y al contárselo todo, sentí alivio.
Y al contárselo, pensé que lloraría, pero no lo hizo, simplemente estuvo allí como un soporte para mí. Yo tampoco lloré, no me lamenté el haber hecho eso como acostumbraba hacerlo, pues como dije... Me sentía aliviada y relajada.
Mi mamá logró calmarme. Justo como lo hizo ahora.
—Tienes razón —Musité y sonreí aún más.
Ella hizo lo mismo y comenzamos a desayunar nuevamente entre risas y el fondo de la televisión donde aseguraban que mi lado de "caza fortunas" salía a flote.
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Miré mi celular para corroborar la hora y efectivamente iba tarde... De nuevo.
Crucé la calle corriendo al ver que no venían carros para al fin llegar a la mansión de los Agreste y comenzar con los planes de mi vestido. Toqué el timbre, y casi al instante una cámara salió del buzón.
—¿Señorita Marinette? —Preguntó una voz femenina que rápidamente reconocí como la de Nathalie.
—¿Llegué demasiado tarde? —Pregunté con una sonrisa nerviosa mientras miraba hacia la cámara. Y tal como llegó, despareció detrás del buzón y la reja se abrió.
Entré tan rápido como mis piernas me lo permitieron para después correr hacia la entrada, donde nuevamente Nathalie me encontró. Al estar en la entrada, me dirigí detrás de la mujer que me condujo hacia del lugar donde mi suegro siempre diseñaba.
—Adelante —Habló nuevamente Nathalie abriéndome la puerta.
Al entrar pude ver al matrimonio Agreste revisar algo en la pantalla de diseños mientras señalaban cosas con el ceño fruncido. Si en algo Gabriel y Emilie Agreste eran sumamente estrictos era sin dudas en el ámbito de la moda y en los diseños.
Y claro, también en la puntualidad.
«¿Oops?»
—Lamento la tardanza —Hablé con cierto temor al ver la mirada de seriedad de ambos, aunque esta estuviera dirigía aún hacia la pantalla frente a ellos.
Ambos levantaron la mirada hacia donde habían escuchado mi voz y sentí aún más nervios.
—¿Siesta vespertina? —Preguntó la rubia con una sonrisa en su rostro, cosa que me relajo un poco y sonreí.
—Se podría decir que si. Perdón —Emilie comenzó a caminar hacia mí sin borrar su sonrisa y asentí.
—Ay, descuida linda —Me tomó por los hombros conduciéndome hacia Gabriel que me miraba con una ligera sonrisa—. Gabriel tuvo un pequeño imprevisto con uno de sus diseños y aún lo estábamos arreglando.
—Si, y será mejor que me despeje de ese problema por ahora —Dijo mi suegro mientras se quitaba las gafas y se frotaba los ojos en señal de cansancio.
—Y mira que nos conviene mucho, evitaríamos que estuvieras con tu mal genio por toda la casa —Musitó en tono de burla la rubia.
Gabriel simplemente rodó sus ojos una vez se puso sus gafas para luego recibir un beso de su esposa que murmuró un "Gruñón" por lo bajo. Él sonrió y nos dirigimos hacia una mesa al costado de la pantalla para comenzar a garabatear nuestras ideas para mí vestido.
O al menos, solo Gabriel y yo, pues Emilie solo nos decía lo que se imaginada. Gabriel varias veces la regañaba, alegando que era mi vestido, no el suyo, pero a ella por un oído le entraba y por el otro le salía. Y no era que me molestara que ella dijera lo que imaginaba, más bien me hacía sentir querida e inspirada, pues como ya dije, no era la única emocionada y eso me ponía inspirada y feliz.
Las horas pasaban y nosotros tres seguíamos descartando o salvando detalles de los diseños que teníamos destacados, cuando repentinamente el sonido de mi celular nos sacó de esa esfera de inspiración.
Disculpándome con mis suegros, me dirigí a la salida de la habitación para poder contestar mi llamada. Miré de quién se trataba y era de Alya solicitando una videollamada que acepté rápidamente.
—¿Diga? —Respondí.
—Me topé a tu mamá en el supermercado hace una hora y me pidió que te preguntara si planeas llegar a casa o si pasarás una mini luna de miel con Adrien en su casa —Soltó con cierta burla en lo que parecía ser su auto nuevo. Ella conducía pero su teléfono permanecía fijo en -podía apostar- la guantera con cinta adhesiva.
—¿Te topaste a mi madre hace una hora y hasta ahorita me informas sobre su mensaje?
—Si... Me acabo de acordar ahora que me dió hambre. Es que tu mami decidió unir fuerzas con la mía y preparar la deliciosa cena en tu casa y me mandaron a comprar nuevamente al supermercado —Explicó mientras la veía girar e inclinarse hacia el frente tratando de ver algo en frente.
—Cada día me cuestiono más si me amas más a mi o a mi mamá.
—Las amo a ambas, deja de ser una llorona. Ya te empiezas a parecer a Nino.
Solté una risa al escucharla confesar eso, pues no era un secreto para Adrien ni para mí que Nino solía ser un poco -demasiado- dramático.
—Nino solo lo hace para molestarte —Sonreí mientras veía a Alya estacionarse y quitárse el cinturón de seguridad.
—Si tú lo dices —Comenzó a apreciarse al espejo para luego lanzarse un beso y un guiño.
«Definitivamente Alya y Adrien son un caso único... Por eso se llevan tan bien ambos "Modestos"»
—Bueno... Creo que me quedaré otro rato aquí, estoy intentando expresar lo que quiero usar en la boda.
—Genial, entonces te veo en una semana, porque conociéndote a ti te quedarás con el señor Agreste haciendo diseños a lo loco.
—Y no te equivocas, apenas si llevamos cinco diseños destacados.
«Y ya llevamos casi cuatro horas diseñando.»
—Amiga, se que es tu boda, pero tienes tiempo suficiente para estresarte mas adelante por eso. Relájate —Me miró con algo de seriedad mientras tomaba su celular.
—Ya se, pero es imposible no hacerlo —Solté con una gran sonrisa en mi rostro que contagió rápidamente a Alya.
—De acuerdo, de acuerdo. Te dejaré alocárte por eso solo ésta semana, pero la siguiente tú y yo iremos de compras y a relajarnos un poco.
—¡Por supuesto que sí! —Contesté entusiasmada mirando como Alya comenzaba a utilizar el celular como espejo y comenzaba a hacer muecas— Deja de hacer eso.
—Déjame ser, Dupain —Musitó arreglando su labial—. Bien, le avisaré a tu mamá que posiblemente te quedes allí.
—Gracias.
—Si es que me acuerdo —Me guiñó el ojo y me mandó un beso para luego despedirse de mi y colgar.
—Definitivamente, mis amigos están locos.
Reí para mis adentros y al verificar la hora que era (7:30) guardé mi celular para volver a entrar al salón y seguir diseñando. Unas horas más tarde, revisando los diseños, que según el criterio de Emilie eran bastante buenos, Gabriel recibió una llamada donde según tuve entendido, tenía que ir a la empresa donde uno de sus empleados por accidente había dejado los bocetos que él y Emilie estaban revisando cuando llegué.
—Lamentamos tener que irnos, Mari —Murmuró la rubia mientras se colocaba un abrigo y me miraba con una sonrisa leve en su rostro—. Pero sabes que no tenemos ningún inconveniente con que te quedes a dormir aquí. Ya es tarde y nosotros tardaremos un rato en regresar.
—Si —Continuó Gabriel mientras bajaba los grandes escalones que dirigían a las habitaciones de arriba mientras el también se acomodaba una bufanda negra—, depende de las correcciones que necesite hacerle a los bocetos y de no intentar asesinar a alguien, tardaremos mucho. Además, Adrien no está para ir a dejarte a tu casa, por lo tanto... Eres libre de hacer lo que quieras.
«Querido suegro, dudo que Adrien venga a casa si se entera que estoy aquí»
—En verdad gracias a ambos por todo —Les sonreí agradecida a la pareja—. Yo estaré un rato más en el salón intentando sacar unas cuantas ideas para los diseños.
—El lugar es todo tuyo —Me dijo Gabriel sonriendo.
—Solo no te sobreesfuerzes mucho; o te dolerá la cabeza —Me advirtió Emile mientras comenzaba a salir por la gran puerta—. ¡Buenas noches, Mari!
—Buenas noches —Contesté mientras veía a ambos junto a Nathalie y el chófer/guardaespaldas subir al auto gris y salir de la mansión.
Una vez se alejaron de allí, cerré la puerta y comencé a dirigirme tal como les había dicho a mis suegros, al salón donde intentaría sacar las ideas de mi. Revisé mi celular y noté que ya eran las 10:30 de la noche.
«Con razón sentía hambre.»
Detuve mi andar cuando me encontraba frente a las puertas del salón para comenzar a dirigirme hacia la cocina del lugar. No creo que el chef siguiera aún en labor, así que me haría una pequeña y sencilla cena para seguir trabajando.
Y tal como lo suponía, la cocina estaba sola
Decidí hacerme un sándwich de jamón y queso -o más bien cuatro- para luego sentarme en la gigantesca mesa a degustar mi cena.
La mansión Agreste era gigante, por lo tanto, así lo era el silencio en el lugar. El sonido de los autos pasar por las calles apenas si se escuchaban, gracias a los grandes muros que habían alrededor, lo único que se podía escuchar allí, era el "tic-tak" del reloj que se encontraba en la pared; y el viento que había en esas horas de la noche.
«Iamgínate que un lamento se escuche en el sótano. Espera... ¿Hay sótano aquí? ¿Porque rayos estoy pensando en lamentos?»
—Basta, Marinette —Me regañé por imaginarme tal cosa. Acabando mi último sandwich, escuché como la puerta de la entrada se abría y luego se cerraba de forma brusca, causándome así que pegara un brinco por el sonido que provocaron.
«¡Genial! Un ladrón a entrado!»
Volviendo a callar mis pensamientos, dejé los platos en el respectivo lugar donde ponían los sucios, para luego armarme de valor e ir a investigar lo que había provocado el estruendo; pues al parecer, seguía tirando cosas en la entrada.
—¿Que rayos...? —Susurré extrañada al percibir como se escuchaban pasos pesados subir las escaleras mientras bufaban con fastidio.
Asomé mi cabeza con rapidez para por fin comprobar quién era y al instante me topé con un malhumorado Adrien. Realmente se notaba que estaba enfadado. Pocas veces lo logré ver así y cuando lo hacía, era porque había peleado con sus padres, ó, algo le había salido mal.
Decidí seguirlo hasta su habitación a paso lento para no alarmarlo tanto. Luego de unos segundos de haber entrado refunfuñando a su habitación, la melodía agresiva de un piano resonó por toda la estancia para luego acabar de forma abrupta con unos golpes y gruñidos de parte de mi bobo novio.
Abrí la puerta con lentitud y entré. Las luces estaban apagadas, pero había una tenue luz de la luna que trasladabana en los grandes ventanales del lugar. Luego de pasar el segundo umbral de la estancia, pude visualizar a Adrien sentado en el banquillo del piano mientras miraba seriamente a los ventanales. Se notaba tenso.
Con pasos sumamente suaves, me acerqué a él y rodeé su espalda con mis brazos, apretándolo fuertemente hacia mí.
Lo extrañaba. Joder, lo extrañaba pero odiaba que no me hablara.
El dió un respingo al sentir de repente mis brazos en él, giró su cara, y me topé con sus hermosos ojos verdes.
«No lo beses. No lo beses.»
—¿Que estás haciendo aquí? —Preguntó mientras me miraba extrañado.
«Que sepas, Agreste que me ayudaste a no besarte, pero si me estás ayudando a que te dé un buen golpe.»
—¡Ah! Hola a ti también, "mi amor". Yo estoy bien. Gracias por preguntar. Ésta semana sin ti fue la mejor, ¿Sabés? —Solté con sarcasmo y algo de enojo. ¿En serio solo eso diría luego de evadirme?
Ví como rodó sus ojos y se soltó de mi agarre.
Dió un suspiro para luego pararse y comenzar a dirigirse al baño. Yo inmediatamente lo comencé a seguir haciendo resonar mis tacones para que supiera que a mí tampoco me hizo gracia su respuesta.
—Hola... —Gruñó al escuchar como entraba al baño detrás de él.
—¿Que rayos te pasa? —Solté la pregunta que hace varios días me rondaba la cabeza.
—Nada... —Volvió a responder en un gruñido mientras miraba hacia el suelo y comenzar a retirarse la playera blanca que cargaba puesta.
Admito que me perdí por unos segundos en su ancha y exquisita espalda... ¡Pero rápidamente me volví a enfocar en la conversación!
—¿En serio solo eso vas a decir?
—... Si.
Caminé decidida hacia él y lo obligué a darse la vuelta para que me viera.
—¿Que rayos es lo que te pasa Adrien? ¡Dime!
—¡DIOS, MARINETTE! ¡NO ES NADA! —Gritó cuando nuevamente me vio a los ojos, al instante pude percibir que se arrepintió por su arranque. Pero ya era tarde.
Yo también exploté en ese mismo instante.
—¿¡"NADA"?! ¿"NADA" SIGNIFICA QUE ME DEJARÁS DE HABLAR ASI COMO ASÍ DE LA NOCHE A LA MAÑANA?
—Marinette... No quiero discutir contigo —Musitó en tono bajo mientras se giraba nuevamente al contemplar como yo empezaba a derramar lágrimas—. No... No quiero hablar.
Todas las emociones que sentía desde hace una semana comenzaban a hacer estragos en esos momentos.
—No, Adrien —Dije con un sollozo—. Tenemos que hablar... No me has dirigido la maldita palabra en varios días y no voy a aguantar uno más —Tomé su brazo y lo jalé hacia mí—. ¿Que es lo que te ocurre? — Sollozé.
Adrien no me miró. Yo proseguí.
—Adrien... Yo no te oculto nada para que tú me hagas ésto a mí.
Justo terminé de decir eso, escuché como Adrien soltaba una risa falsa y se deshacía de mi agarre. Finalmente me miró con sus ojos irritados y con una sonrisa falsa que me dejó confundida.
—¿De verdad, Marinette? ¿No me ocultas nada? —Comenzó a acercarse hacia mí y yo por instinto, retrocedí.
—Claro que no...
Adrien volvió a soltar una risa y asintió mientras sacaba su celular del bolsillo trasero de su pantalón.
¿Que demonios hace?
—¿Recuerdas hace una semana que estábamos almorzando en un restaurante, Marinette? —Me preguntó mientras ambos comenzábamos a salir del baño.
«Que rayos tiene que ver el almuerzo con la ley de hielo de ésta semana?»
—Me pediste mi celular para entrar a Instagram luego de que el tuyo se quedara sin batería, porque me querías mostrar una foto que un fan nuestro nos tomó hacia unos días atrás —Siguió al ver que yo no daba con lo que quería decir—, y que según tu al verla, te enamoraste al ver como ambos nos veíamos...
—¿Y que con eso? —Respondí con enojo.
—Luego de pasar la tarde juntos en la panadería con tu mamá, me fuí porque esa noche tenía que platicar con mi padre sobre mi regreso a las pasarelas —Explicó luego de sentarme en su cama y el se dirigía a la silla que tenía frente a su escritorio y tomó asiento, aún con su celular en mano. Yo no respondía aún—. Me iba a comunicar con el fotógrafo que trabajaba con mi padre en mis inicios de modelo, cuando repentinamente un mensaje de un tal “CouffaineLukeOne” cayó en instagram. TÚ Instagram.
«Mierda, mierda, mierda. Mierda y más mierda»
Adrien sonrió al notar como me tensaba cuando lo escuché soltar esa información— Dejaste tu cuenta abierta en mi celular, Bugaboo —Saboreó lentamente el apodo que me solía decir—. Pero no me di cuenta hasta revisar el mensaje: “Descuida, paequecito. Tú novio jamás sabrá que probé tus deliciosos labios. Será nuestro secreto; sellémoslo con otro de tus fantásticos besos.” —Leyó en voz alta mirando su celular con la voz temblorosa y con lágrimas bajando de sus preciosos ojos.
Fue allí donde sentí todo mi mundo derrumbarse.
—Dime que no es cierto —Soltó en un tono enojado pero aún con lágrimas cayendo de sus ojos.
Yo comencé a llorar nuevamente pero esta vez con más intensidad y bajando la mirada hacia mis pies.
—D-de verdad lo siento Adri...
El estruendo del celular estrellándose contra la pared detrás de él me interrumpió de repente, logrando que diera un salto asustada.
Su respiración se comenzó a acelerar y llevó sus manos a su cabello en señal de frustración.
—¡Te juro que no significó nada! —Grité poniéndome de pie para tomar su rostro entre mis manos, pero se negaba a mirarme— Tan rápido como sentí que me besaba, me lo quité de encima y lo confronté para luego irme. Nada pasó después de eso. Te lo juro.
Adrien no me respondía, simplemente soltaba más y más lágrimas silenciosas que me hacían sentir aún más miserable.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Gruñó— ¿¡Por qué no me lo dijiste esa misma tarde?!
—No podía... Estabas tan contento de saber que trabajaríamos juntos en la empresa de tu padre que... Que no pude.
—Juramos decir todo...
—¡Lo sé! ¡Y no sabes cómo me sentía al mantenerlo en secreto! —Trateñé de hablar sin que mi voz se cortara— Tu no merecías eso.
—Y aún así lo hiciste. Lo mantuviste en secreto —Atacó.
—De verdad lo siento —Me abracé a su pecho, esperando a que me envolviera entre sus brazos.... Pero no pasó—... Pero de verdad no quería arruinar ese momento de felicidad. Pero sólo conseguí estropearlo aún más al mantenerme callada... Pero tienes que saber que te amo con todo mi ser y jamás besaría a alguien más que no seas tú por mi propia voluntad —Confesé, no importando si él me creía o ya no, pero tenía que sacárlo de mi pecho. Todo estaba pasando tan rápido...
—¿Entonces por qué lo besaste, Marinette?
—¡Ya te dije que no fui yo! Él se abalanzó contra mi, pero antes de que siquiera comenzara a hacer otra cosa, me lo quité de encima.
Silencio. Eso fue lo único que volví a escuchar en esa mansión la misma noche, aunque después de unos segundos, mis sollozos fueron los encargados de decorar el silencio.
En contra de mi voluntad, me estaba preparando para enfrentarme a lo que sea que Adrien decidiera hacer. Pero mi mente se quedó en blanco al sentir como el comenzaba a devolverme el abrazo mientras intentaba contener su llanto; intensifique aún más el agarre esperando jamás soltarme de él.
—¿A qué fuiste allí, Mari? —Preguntó besando mi cabello. Yo supe que se refería a la casa de Luka.
—Solo intenté ser una buena amiga y escuchar una de sus nuevas canciones con "Kitty Section" para darle mi buen visto... Pero veo que él no tenía intenciones de ser un "buen amigo"…
Las manos de Adrien subieron lentamente a mis hombros para acariciarlos lentamente y después de varios minutos, me despegó de su pecho para así poder verme a los ojos. Noté que ya no estaba llorando, solo estaba en un estado pensativo.
Unos minutos más jugando con mis hombros y cabello, vi a Adrien tomando un respiro, como si quisiera armarse de valor para algo.
—Ya no se que pensar —Soltó al fin—. Se que eres incapaz de hacer algo así, pero el hecho de que no me lo dijeras...
—Lo se. Lo siento —Susurré pasando un poco de saliva por mi garganta seca.
—Marinette, no se que sentir, no se que hacer; por un lado me siento furioso porque me lo ocultaste y también por ese maldito —Me tomó de la barbilla e hizo que lo viera fijamente—. Pero por el otro lado, mi corazón dice que olvide todo ésto y que le demuestre al mundo que solo eres mía y de nadie más.
—Perdóname...
Adrien tomó mi mentón sin decir nada y miró detalladamente cómo mis lágrimas caían libremente por mis mejillas.
Luego de unos segundos donde aún no decía una sola palabra, hizo algo que no pensé que haría.
Me besó.
Me besó tan lenta y profundamente que solo me hizo sentir ternura. ¿Cómo era posible que este hombre me besara de esa manera luego de lo que se había enterado?
Definitivamente no merezco un hombre como Adrien.
—Dí que me amas, Marinette — Murmuró contra mi cabello luego de finalizar el beso—. Dímelo.
—Te amo con todas mis fuerzas, Adrien. Te amo y siempre lo haré.
Seguido de eso, Adrien volvió a besarme, pero esta vez, fue un beso más feroz que el anterior. Nos empezó a conducir nuevamente hasta su cama, donde sin previo aviso me lanzó para luego subirse sobre mí y volver a besarme con pasión.
Sabía que no merecía tales besos, pero vamos... ¡Es Adrien Agreste! El chico más apuesto de Francia y el hombre del que estoy enamorada. Es imposible.
—Quiero que te quede claro que solo yo te puedo besar cuando quiera —Gruñó mientras tomaba mis manos y las alzaba sobre mi cabeza—, que solo yo puedo conocer el sabor de tus labios —Comenzó nuevos besos por mi mentón y cuello—... Que solo yo soy el dueño de tus besos —Bajó hasta el nacimiento de mis pechos y sonrió—. Que solo yo soy el que vivo en tu corazón.
—Eres y serás el único, chaton... —Confesé con mi respiración agitada
—Quiero hacerte el amor —Musitó con voz suave y ronca—. Hacértelo hasta que me digas que ya no puedes más...
—Adri... —Nuevamente sus besos lograron callarme.
Pasados unos segundos, comenzó a soltar el agarre que tenía en mis muñecas para así bajarlas lentamente hasta mi cintura, mientras que con la otra mano sostenía su peso al lado de mi cabeza.
—No hables —Susurró mirándome a los ojos profundamente—. Déjame disfrutarte.
Adrien se levantó de la cama mientras me dirigía una mirada oscurecida. Mi respiración de agitó más al ver como sus manos se dirigían al botón de mi pantalón y los desabrochaba de un tirón.
Comenzó a bajarlo lentamente por mis piernas sin despegar su mirada de la mía. Sus ojos reflejaban toda la lujuria que sentía en esos momentos. Una vez mis piernas estaban completamente desnudas, Adrien comenzó a acariciarlas de abajo hacia arriba, llevando sus manos a mis ingles.
Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo al sentir como sus dedos acariciaban mi entrepierna con suavidad. Al instante arqueé mi espalda sintiendo un cosquilleo en mi núcleo. Mi novio tomó mis piernas y me jaló hacia la orilla de su cama, donde repartió besos por toda esa zona, logrando arrancarme unos cuantos gemidos de mis labios.
Unos segundos más así, se levantó nuevamente frente a la cama, con la respiración agitada -al igual que la mia-, llevó sus manos a la orilla de mi blusa roja y la levantó hasta quitármela de encima.
Su mirada hambrienta se posó en mi sostén de encaje blanco que hacía juego con mis bragas. La mirada llena de lascividad de mi novio me recorría de pies a cabeza, logrando avergonzarme un poco.
—¿M-me vas a dejar así? —Le pregunté luego de ver cómo permanecía allí, sin dejar de mirarme.
—Mereces que te castigue —Murrmuró con voz ronca, logrando asombrarme demasiado con su idea.
—¿¡Q-Que?!
—Solo eres mía, Marinette —Volvió a subirse sobre mi y comenzó a olfatear mi cabello; dominado completamente por la tensión sexual en el aire.
—A-adrien... Lo siento ¿Si? —Confesé con un leve temblor en mi voz tratando de mirar a sus hermosos ojos.
Adrien ignoró completamente mis palabras y comenzó a pasear sus traviesas manos por todo mi abdomen hasta subirlas a mis pechos, donde sin pudor alguno, comenzó a masajear y a apretarlos con delicada dureza.
—¿Cuando será el día en el que el mundo entero sepa que tú eres mía? Solo completamente mía —Gruñiá al bajar las copas de mi sostén y comenzar a lamer mi pezon derecho; que al instante sentí como se endureció por la deliciosa fricción de la lengua de mi novio, mientras que en el izquierdo su mano se encargaba de endurecer el otro.
Yo comencé a gemir y a arquear mi espalda ante el agradable cosquilleo en mis pechos para darle a entender que no se detuviera. Pero al parecer quería imponer su "castigo" hacia mi no complaciéndome en mis peticiones, pues a los segundo de haber hecho eso, se separó de mi con una mirada sería fija en mi rostro.
—Eres insaciable, Dupain-Cheng —Practicamente ronroneó las palabras lentamente mientras comenzaba a desabrochar su pantalón frente a mis ojos de manera rápida, dejándose a si mismo en unos ajustados boxers negros de la marca de mi suegro.
Sonrió con perversidad al notar como mi mirada se centraba en su abultado miembro. Mi respiración estaba totalmente agitada, el repentino calor que se empezó a sentir en el lugar solo lograba que las cosas se pusieran más interesantes entre Adrien y yo.
—¿Te vas a quedar allí toda la noche? —Me recosté sobre mis codos fijando mi mirada en la de mi novio, quién sonrió con un toque de travesura.
—Yo soy el que decidirá que hacer aquí.
Seguido de eso, noté como se giraba hacia el buró al lado de su cama y buscaba algo en las primeras gavetas. Para ese entonces, mis nervios y mi respiración ha estaban al borde de la locura. Cuando finalmente se vio que encontró lo que sea que haya estado buscando, se giró hacia mi y volvió a sonreír.
Pude notar como una corbata negra era desenrollada en sus manos cuando ya estaba planteado frente a mí, y en su otra mano se hayan una envoltura nueva de un condón. Su sonrisa desapareció derrepente, dejando así una mirada cargada de excitación y lujuria que me recorría de pies a cabeza.
—No te muevas... —Susurra en mi oído al momento de inclinarse hacia mi.
Me aprisiona con su cuerpo a la cama y veo como toma los extremos de la corbata y los comienza a acercar a mí rostro.
—¿Q-que piensas hacer? —Pregunté titubeando alejándome un poco de él. pero Adrien me detuvo halándome de las manos para luego colocar la corbata alrededor de mis ojos.
—Quiero disfrutarte —Bajo sus manos hacia mi abdomen con lentitud luego de haber hecho un nudo a la corbata—. Disfrutarte como solo yo puedo hacerlo.
Gemí al escucharlo hablar con ese tono seductor. Nuevamente me colocó de espaldas sobre su cama y sentí como abrió mis piernas para ganar espacio entre éstas. Sus dedos trazaron un camino desde mis hombros hasta mi monte de Venus. un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir una leve caricia en mi entrepierna.
No sé si era mi imaginación o el hecho de que Adrien estuviera más posesivo de lo normal, pero las sensaciones de incrementaban más en ese preciso momento. Sentí a Adrien desnudarse de una vez por todas y luego comenzó a menear su cadera, frotando su hombría ya envuelta en el preservativo en mi intimidad.
—Ahh... A-adrien —Gemí con fuerza al sentirlo.
—Eso... di mi nombre, preciosa —Gruñó mientras bajaba sus manos hacia mis piernas y colocaba la izquierda sobre su hombro.
Siguió frotándose en mi entrepierna, arrancándome gemidos y de su parte jadeos que lograban encendérme.
—¡Por Dios...! —Volví a gemir alto. Sin duda alguna, era la mejor sesión de sexo que había tenido con Adrien hasta ahora— Adrien...
—¿Que es lo que quieres, Bugaboo? ¿Mmm...? —Empujó su erección entre mis labios vaginales con algo de fuerza pero sin llegar a introducirse— Dime... ¿Que es lo que quieres?
«POR DIOS, YA»
Seguí quejándome por lo bajo mientras intentaba por mi propia cuenta acabar con ese sufrimiento.
—Adrien... Por favor...
—¿"Por favor" que Marinette?
«¡Bien! Suplicaré solo porque no aguanto... no porque Adrien me lo pida...»
—Hazme tuya ya, Gatito.
——Adrien——
La forma en cómo soltó esas palabras lograron olvidarme por completo el mal rato que había pasado hace algunas horas y que sólo me concentrara en ella.
Amaba a Marinette, eso no se podía discutir; pero luego de este pequeño secreto que me había guardado... Sin duda me había dolido. Mi mente dejó de lado la razón al enterarme de eso.
—¡Ahh...! Adrien, más... —Gimió Marinette al sentir mis embestidas feroces.
Varias veces intento quitarse la venda, pero con unas cuantas nalgadas, dejó de intentarlo.
La postal que ella me mostraba era sin lugar a dudas el mejor que he visto en mi vida.
Marinette, totalmente desnuda, sudada, despeinada y vendada era totalmente excitante. Sus gemidos resonaban por toda mi habitación, el frío que hacía afuera, no existia dentro de esas cuatro paredes. En realidad, para mí no existía nada más en este mundo que no fuéramos nosotros. Solo estábamos Marinette y yo.
—Ga-tito... Esto es tan d-elicioso...
—Tu lo eres, bichito —Le respondí acercándome a su oído, para después lentamente morder su lóbulo de la misma manera.
Después de unas cuantas estocadas más en esa posición, decidí intentar algo nuevo para los dos. Si bien, mi chica y yo teníamos una vida sexual muy activa, éramos en cierto modo muy timidos en probar posiciones nuevas. Pero con el calor del momento y mis olvidados celos, me motivaron a intentarlo.
—¿Que pasa? —Jadeó Marinette al sentir como salía de ella. Le respondí que se tranquilizara, y procedi a intentar lo que tenía en mente.
Tome a mí novia de los muslos y la atraje hacia mi pelvis. Comencé a acomodarme mejor en la cama en incite a Marinette a recostarse sobre sus codos para luego yo imitar la misma posición y volver al vaivén que volvía loca a Marinette.
—A-adrien. Q-quiero verte. Por favor.
Suplicó mi hermosa novia mientras gemia y jadeaba. Debatiéndome si cumplir o no su petición, decidí complacerla. deteniendo mis penetraciones momentáneamente, deslice la corbata negra hacia arriba de la frente de Marinette.
Vi sus ojos acostumbrarse a la poca iluminación de mi habitación y luego enfocó su azulada mirada en mi. Miró como la unión de nuestros cuerpos comenzaba nuevamente a moverse y liberó un sonoro gemido. Aun sin detener nuestros movimientos, mi novia deshizo la posición y se lanzó hacia mi y comenzó a besarme con locura.
—Vamos... —Jaló mi mano al momento en que separó nuestros cuerpos y se puso de pie frente a mi cama. Amaba verla desnuda— Quiero ir al sofá.
—Crei que ya había quedado claro quién iba a mandar esta noche. —Dije mientras me ponía de pie y sostenía su mentón entre mis manos. ella sonrió mientras se mordía el labio y negó.
—Ya cumpliste con tu castigo, ¿No? Ya no tiene validez tu capricho.
Tomó mi mano y nos condujo al gran sillón blanco que se encontraba frente a mí televisor y me empujó hacia él. Sonrió al ver como la devoraba con la mirada y caminó con pasos lentos hacia mi. Tomó asiento en mis piernas y me besó.
Sentía como el beso, a pesar de estar rodeados de completa exitacion y lujuria, en el beso se podía distinguir el amor y la ternura que caracterizaba a mí chica. Tomé a Marinette de la cintura y comencé nuevamente las embestidas con fuerza.
Podía sentir como ella estaba a punto de acabar, lo sabía por la forma en cómo jadeaba y gemia sin control. Ese era uno de los "principales problemas", Marinette no solía ser muy callada cuando se trataba de esto. Era por eso que solíamos hacerlo cuando ninguno de nuestros padres estaban presentes en la casa.
—¡Adrien! A-asi... ¡Mas!
—Ya c-asi...
Tomé con más fuerza la cintura de Mi y la obligaba a brindar sobre mi. Sus pechos me quedaban a la altura del rostro, por lo tanto, comencé a succionar su pezón derecho. Sus encantadores gemidos estaban llegando al límite, y también lo estaba haciendo mi resistencia.
El interior de Marinette comenzó a succionarme con fuerza logrando sacarme gemidos que llevaba suprimiendo hace ratos. Mi hermosa novia jadeaba sin control y escondía su rostro entre mi cuello y lo besaba en algunos momentos.
Ambos estábamos por llegar al climax.
Quería que fuera intenso para ambos, por lo que comencé a moverme aún más con fuerza.
—¡Ahh! ¡Adrien! ¡Dios mio!
—M-arinette... Eres deliciosa, mi amor...
Unas cuantas embestidas fueron más que suficientes para poder hacer llegar a Marinette al éxtasis total, más yo aún faltaba por llegar. Mas el ver cómo mi princesa se retorcía de placer, me bastó lo suficiente para acabar, pero aún así no me detuve del todo, lo que llevó a Marinette a colocar sus manos en mis hombros deteniendome de seguir con el leve meneo.
—Y-ya... —Jadeó— Eso fue...
— Asombroso —Terminé su oración, a lo que ella asintió dándome la razón.
No pude evitar perderme en su hermoso rostro. Toda ella era perfecta, perfecta para mi y nadie más. Por eso no quería que nadie la arrebatara de mi lado. Marinette solo era mia y nadie odia cambiar eso. ni Lila, ni Chloé, ni Kagami.
En especial ese maldito de Luka "Casanova" Couffaine.
—Te amo, Adrien. Y nunca lo dudes... Jamás.
—No dudo ni desconfío de eso, pero a la próxima... Cuéntame las cosas sin importar su peso. ¿De acuerdo?
Marinette asintió y se acurrucó en mi pecho. Yo aproveche nuestra posición y salí de ella. Mi princesa soltó un ligero gemido ante la acción y yo sonrei.
Una idea apareció en mi mente luego de unos segundos de silencio donde Marinette se había levantado de mi regazo para comenzar a colocarse su ropa interior. Era un tanto -quiza muy muy- estúpida pero...
«Es mejor arrepentirse de hacer las cosas a no hacerlas, ¿No?»
No tenía nada que perder... O al menos eso esperaba.
—Ven... Vamos a ducharnos rápido —Ahora fue mi turno de jalarla hacia donde yo quería y ella rió.
—Pero que se rápido, estoy cansada.
Yo solté una risa está vez. No se escaparía de mi tan rápido.
—Te recuerdo que tenemos una noche muy larga...
—Y yo te recuerdo que tus padres vendrán muy pronto. Eso sin mencionar si ya llegaron —Murmuró lo último con un intenso sonrojo en sus lindas mejillas.
Volví a reír al verla así de tímida. Entramos a mí baño y cerré las puertas para luego dirigir a mi chica hacia la ducha. Ella encendió el agua y comenzó a mojarse el cabello.
«Tengo a la mujer más hermosa del mundo»
—¿Que planeas hacer? —Preguntó viendo como colocaba mi celular en un estante que se encontraba frente a la ducha.
—Solo un... Pequeño recuerdo —Caminé hacia la ducha y entre con ella colocándo mis manos alrededor de su cintura para luego acercarla hacia mi—. Claro, si tú estás de acuerdo —Rocé mi marido con la de ella y sonreí al oírla soltar un suspiro.
—¿Es una foto? —Yo asentí— ¿Para que la quieres...?
Guiñé mi ojo hacia ella y la bese con ternura.
—Solo para que les quede claro al mundo que nada nos puede detener.
Marinette me siguió el beso con el mismo sentimiento que yo le mostraba. Segundos después se pudo escuchar la cámara disparar, capturando así la imagen que quería poseer y presumir al mundo.
«Y también al trapeador ese...»
—¿Me la mandas? —Me preguntó aún sin despegarse del beso a lo que sonreí como respuesta.
Después de unos cuantos besos más y bueno... Un silencioso orgasmo para ambos, salimos por fin de la ducha para dirigirnos a mí cama, dónde cada uno nos cambiamos a nuestras pijamas. Marinette tenía ya unos cuantos cambios de ropa en mi armario por todas las veces en que repetíamos las sesiones en la ducha o la bañera.
Estar lejos de ella era una verdadera tortura que nunca quería experimentar nuevamente.
—Oye —Musitó por lo bajo mientras se metía bajo las blancas sábanas de mi cama—... ¿Para que querías la foto?
Sonreí y me recosté a su lado y dirigidos mi mirada hacia el techo y jugar con las manos de Marinette. Ella rápidamente se recostó a mí lado y miró hacia arriba también.
—Ya te lo dije... Es para enseñarles a todos como nos amamos con locura sin importar que.
Marinette dejó de ver hacia el techo para dirigir su mirada hacia mi mientras alzaba una ceja y su expresión era una que decía que no me creía para nada.
—¿Que? —Reí— Es la verdad.
—Entonces, ¿planeas postearla en las redes sociales?
—Pues si no te interpones si.
—No lo hago, con la única condición que no sea demasiada vulgar.
—Tranquila —La abrace aún más a mí y bese su frente para nuevamente fijar mi mirada en el techo y estiraba mi mano para alcanzar mi celular —... Yo principalmente me encargué de eso.
Mostré la foto hacia ella para que le dirá un vistazo.
—Me gusta.
—Ya somos dos...
—La voy a publicar ya
—¿¡Que?! ¡No! ¡Yo lo quiero hacer!
—Tarde... Ya lo hice, bebé.
Marinette lanzó mi celular hacia mi pecho soltó una traviesa risa; la mire sorprendido, pues no creí que estaría del todo de acuerdo con la idea de una foto nuestra así en las redes sociales.
Pues vamos, no había que ser un genio para saber que aunque dijera que no le hacían daño, los comentarios que los medios hacían de ella con cada cosa que saliera a la luz, era desalentador para ella.
¿Quién en su sano juicio no sentiría mal al oír, no solo los medios, sino casi todo París insinúe que eres una casa fortunas y que tengas un amorío con tu propio suegro para conseguir el trabajo de tus sueños? Marinette de convencía de que no le afectaba, más todos en su entorno sabíamos que mentía.
—¿De dónde venías hace rato, Adrien? —Dijo mientras dibujaba circulos imaginarios en mi pecho desnudo.
—Ya te habías tardado con esa pregunta. ¿Sabes? —Sonreí y dejé a mi mente evocar los recuerdos amargos que yo mismo había provocado en esa misma tarde.
—Lamento ser curiosa —Murmuró tiernamente.
—Bien... yo... —Tomé un poco de aire y seguí— Fui a buscar al degenerado de Luka.
Marinette detuvo sus caricias para poder mirarme a la cara con asombro. Creo que esperaba cualquier otra contestación que esa.
—Yo solo fui a aclarar las cosas, de hombre a cobarde.
—Adrien... Dime por favor que no lo golpearse.
—¿No lo golpeé? —Sonreí con evidente sarcasmo a lo que Marinette soltó un suspiro y me regañó— Mi amor, tenía que hacer algo. Ese tipo te amenazaba cada día más y tu no hacías nada por detenerlo.
—¿Aun tienes mi cuneta abierta? —Me lanzó una almohada a la cara e infló sus preciosos cachetes.
—Tenía. Me salí cuando vi que lo amenasazte.
—Que fue ayer —Aclaró enojada. Yo asentí y rodó sus preciosos ojos.
«Toda ella es preciosa...»
Me incliné hacia ella y tomé su rostro entre mis manos y le di un beso grande para que deshiciera su puchero de una vez por todas.
Comencé a recostarse sobre ella aún sin deshacer nuestro beso y tomando sus manos para colocarlas sobre su cabeza. Marinette de rió ante mi atrevimiento, y solo con esa simple acción, por mi parte, lo sentí aún más delicioso que de costumbre.
Ambos nos despegamos por la falta de aire y nos miramos a los ojos sonriendo. Ella comenzó a acariciar mujer cabello con sus dedos y suspiró.
—Gracias por defendérme —Susurró sin borrar su sonrisa—, de verdad. Pero creo que no hacía falta llegar a los golpe.
—Por ti baby, sería Batman.
Su risa lleno la estancia y mi corazón. — Prométeme que a la próxima hablaremos sobre lo que nos molesta o afecta...
—De mi parte lo tendrás.
Marinette nuevamente me golpeó con una almohada al entender a lo que me refería. Nos quedamos en silencio, viéndonos profundamente por unos cuantos segundos. Todo en tranquilidad y comodidad.
Eso hasta que un grito de escuchó desde la entrada de la casa, anunciando asi que mis padres habían llegado.
—¡ADRIEN AGRESTE! ¡MAS TE VALE QUE ESTES EN CASA, JOVENCITO! —El grito de mi madre fue el que resonó por toda la casa. Se notaba fácilmente el enojo en su voz.
Marinette me dejó de ver con calma y comenzó a la soltar unas leves risas mientras se cubría completamente con las sábanas y me daba la espalda.
—Amm... ¿Me esperas aquí? —Dije la levantarme de la cama y me colocaba una playera negra.
—Claro. Y sin ánimos de ofender a mí suegra, no quiero oír sus gritos en vivo... De lejos me basta.
Ahora había sido mi turno de arrojarle una almohada. Ella liberó otra risa y volvió a darme la espalda.
«Bien... Enfrentemos al monstruo de mamá.»
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Unos rayos de sol que entraban por los espacios de las persianas de los ventanales golpearon mi cara de lleno, logrando así sacarme de mi sueño profundo haciéndome fruncir mi rostro e intentar girarme.
Al instante me topé con un pequeño cuerpo que se aferraba a mí espalda con fuerza. Al lograr por fin darme la vuelta, el tranquilo semblante de Marinette dormido fue o primero que me encontré. Di una caricia delicada en su rostro y arrugó su nariz. Era demasiado hermosa.
La noche anterior, luego de que mi madre llegara gritando a los cuatro vientos que me castigaría todo un año después de que el hablador de Luka me pusiera el dedo con mis padres, y de invlucrar a Marinette -Que por cierto me burle de ella porque su petición no fue escuchada- para saber toda la verdad, nos dormimos un rato abrazandonos con amor, pero unas horas después, volvimos a hacer el amor como dos necesitados.
Según me contaron mis padres, Luka les había pedido publicidad musical en los desfiles de moda de mi padre a cambio de silencio. Obvio se negaron rotundamente antesu petición, pues sabían de antemano, gracias a mí y a Marinette, el comportamiento y las desiciones que había tomado últimamente en su vida. No eran para nada buenas.
Ese desacuerdo enfureció a Luka como era de esperarse, por lo que les prometió que hablaria no solo lo que pasó, sino con una versión que dejara en mal a todos en mi familia. y con eso, fue lo que llevó a mís padres a preguntarme si lo que decía era verdad.
Al principio se decepcionaron un poco al descubrir los hechos. Mas con la ayuda de mi hermosa novia, logramos calmar a mis padres, quienes me prometieron a mí y a Marinette defendernos a toda costa de malos comentarios de Luka.
Y dicho y hecho, al encender mi celular, miles de notificaciones adornaban la pantalla de mi celular con las noticias de que según yo había golpeado a un aspirante a músico solo por haberle tocado una pieza a mí novia.
«Mas bien tocaste sus labios, trapeador.»
Muchos comentarios salían en mi defensa. Unos eran de varias chicas "fans" mías asegurando y jurando que ese no era mi comportamiento y que eran puras mentiras, otro grupo, eran esas "fanáticas locas obsesivas" que alegaban sobre que todo era culpa de Marinette por no darse a respetar y no respertarme a mí. Y por último, los haters, que en realidad no comentaban nada diferente a: "Adrien Agreste no es más que un nene de papi haciendo caprichos por doquier." "Chicas... ¿Ese es su "ídolo"?" Y muchos otros más.
Y claro, también estaban lo comentarios y noticias de las fotos que había subido como inderectas directas para Couffaine.
Si, "las imágenes".
«¿Novia dormida, foto subida?»
Aprovechando el sueño pesado de Marinette y de lo hermosa que se veía, tomé una segunda foto para luego subirla a mí instagram.
Definitivamente eran varios comentarios que leer.
“¡Oh por Dios! ¿Cómo es posible que esa chica haya logrado lo que yo e imaginado desde que vi a ese bombón francés? 😫😞😖”
“Se supone que él es mío.”
“Hace algunos años dije que sería la señora Agreste... Aun lo mantengo.”
“¡DIOS MIO! ¡SON TAN LINDOS Y TRAVIESOS!”
“¡Adrien! ¡Yo te puedo violar mejor!”
Y así, uno tras otro de comentarios variados en nuestras fotos. Trataba de ignorar la mayoría que nos tiraban odio, para así enfocarme en los que nos deseaban una vida llena de felicidad para nuestra relación.
Miré por el rabillo de mi ojo como Marinette comenzaba a dar unas cuantas vueltas en mi cama, dando a entender que estaba por despertarse. Dejé mi celular a un lado para darme la vuelta y poder mirarla.
—Buenos días —Saludó al verme.
—Buenos días, hermosa —Me incliné hacia ella para poder besarla.
Ella me correspondió al instante, rodeándome con sus brazos mi cuello para poder acercarme a ella.
—Alguien amaneció con las energías renovadas...
—Ya quisieras, bobo —Mordió sutilmente mi labio para después sonreír.
Amaba su sonrisa más que nada en el mundo, el hecho de saber que me regalaría todas y cada una de las mañanas que despertamos en cuestión de meses, me llenaba completamente de felicidad.
—¿Qué hora es? —Preguntó mientras extendía su mano hacia mis espaldas y agarraba sus celular. A los pocos segundos de encender su pantalla, pude notar como sus ojo se abrían de par en par al notar lo que fuera que estuviera en su pantalla.
—¿Tan tarde es? —Pregunté también agarrando mi celular solo para ver qué eran apenas las siete y media de la mañana.
—¿Publicaste otra foto? —Me miró con asombro.
«Corre, Agreste. Corre»
—¿Por qué preguntas? —Me levanté de la cama rascándome el cuello un poco nervioso y dirigiéndome al baño. Noté como ella se ponía de pie también y fue allí que supe que no tenía escapatoria.
—¡Porque está en todos lados! ¡Y además las quejas de Alya por no darle la "exclusiva"!
—Esa chica tiene que aprender a compartir —Fingí indirgame mientras me cruzaba de brazos y Marinette rodaba los ojos ante "mi actitud".
—Algo de lo que no me puedo quejar es de que salió muy bien la foto —Sonrió después de acabar con mi pose. Me abrazó y me besó—. Creo que me servirá para ahuyentar a unas cuantas lagartijas por allí...
—Uff, te entiendo completamente, nena —Paseé mis manos por su anatomía y apreté sus glúteos en mis manos.
Ambos nos miramos a los ojos y sonreímos aún más. Creo que podía decir por ambos que el color de nuestros ojos se había vuelto el favorito de nosotros. Para ella el verde, para mi el celeste.
Marinette era hermosa. Era mía y hermosa. Mía y de nadie más.
— Prométeme que envejeceremos juntos, bichito...
Ella sonrió soltando una risa y asintió.
—Lo prometo, gatito.
—Jamás te dejare ir —Dijimos al mismo tiempo para luego sellar nuestra promesa con otro beso apasionado.
Nunca me cansaría de decirle al mundo entero cuán loco y enamorado me traía Marinette Dupain-Cheng, la mujer más hermosa y sexy del mundo y también, la mujer que me amaba con todo y mis defectos.
«Si es que tengo defectos...»
◼️◻️◼️◻️
▪️▫️“El unigenito de los Agreste Graham, Adrien, causó furor en sus redes sociales con sus dos más recientes fotos donde nos dejó mucho a la imaginación de lo que él y su novia hacen a escondidas del público ¡Y de sus fanáticas que acaban de recibir una grieta en sus corazones...!” ▫️▪️
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