⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 2 ⊰⊹ฺ
Taehyung se preguntaba cuál era el momento indicado de las circunstancias para actuar o hablar.
Él pensaba que no todas las intenciones, argumentos o ideas eran malas, solo que no era el momento indicado para haberlas hecho.
Cuando es el momento indicado todo funciona, hasta sin haberlo planeado.
Por ello, en el momento que regresaba a su casa, después de haber dejado a Jungkook en la suya –luego del ataque en el instituto– se topó con un viejo amigo de su madre que resultó ser psicólogo.
Fue allí que supo que era el momento indicado.
Intercambiaron números y le dejó la dirección del consultorio.
Taehyung sentía que era el momento indicado, pero, no sabía cómo lo tomaría Jungkook.
No solo cargaba con ataques de ansiedad que surgieron de la "nada", cargaba con responsabilidades que ni el mismo Jungkook parecía darse cuenta. Llevaba en sus hombros una carga desde hacía años y aunque sabía y reconocía que el mayor hacía un gran esfuerzo por mejorar, no sabía cómo mantener las barreras alrededor de su mente.
Aún no sabía cómo decírselo y tampoco había tenido un momento para hacerlo.
Habían pasado tres días desde eso y Jungkook actuaba como si nada pasara. Evadía y cambiaba de tema si era necesario.
Taehyung no quería presionarlo, no quería verse como invasivo a la privacidad y espacio del azabache, pero a veces, se preguntaba hasta qué punto debía llegar ese espacio.
¿Cuáles eran los límites de Jungkook?
–— Parece como si quisieras salir corriendo y pegar gritos —– parpadeó un par de veces y enfocó su entorno.
Estaba en el instituto, sentado en las gradas viendo el entrenamiento del equipo de básquet, específicamente observando a Jungkook.
Aunque había dejado de enfocar el mundo para sumergirse en su mente.
Las actividades del club habían quedado suspendidas por una reunión de profesores, a causa de que la mayoría de los estudiantes brillaban por su ausencia y los únicos que quedaban eran algunos equipos entrenando para las regionales.
—– Lo siento —– murmuró a la persona a su lado, que luego de observar era Jin, su hermano mayor.
El pelirosa sonrió —– ¿Todo bien? —– preguntó mirando justo en la dirección que miraba el menor.
El tumulto de jugadores corriendo de un lado a otro piqueteando un balón marrón en mano contra el suelo le causaba estrés, sobre todo ese ruido repetitivo sumándole los gritos entre ellos.
—– Es extraño preocuparse por alguien con la que no tienes ninguna relación —– contestó mirando a la nada.
Jin lo pensó antes de responder —– No necesariamente debe haber un vínculo para preocuparte, no hay reglas para ello. A veces, sólo te preocupas porque es algo innato en ti.
Ambos guardaron silencio. Taehyung luchando con todas las palabras en la punta de la lengua y Jin, esperando a que la bomba de tiempo explotara.
Tanto Tae como Jin, sabían que esas no eran las palabras que quería soltar, que todo iba más allá de complejidad y rareza por la preocupación por el azabache y que realmente, le frustraba el hecho de no poder hacer algo al respecto más que ser espectador.
—– Agendé una cita con el psicólogo para Jungkook —– dijo Tae, llamando la atención de Jin quién se sorprendió.
—– ¿Lo consultaste con él? —– el castaño negó.
—– Ese es el detalle —– suspiró —– Me encontré con Sungwoon hace días, el amigo de mamá ¿Lo recuerdas? —– El mayor asintió —– platicamos un poco y me dijo que es psicólogo, trabaja en el hospital local, en su propio consultorio. Intercambiamos número, me dijo que estaba a la orden para lo que necesitara —– Tae se encogió en su lugar —– al día siguiente, Jungkook volvió a tener crisis, incluso, ayer cuando estaba en su casa, se despertó en medio de pesadillas y sudando. No pude aguantarme y llamé a Sungwoon para agendar una cita, le expliqué lo que pude, pero no le he dicho a Jungkook.
Jin observó a su hermano, ciertamente era un tema delicado, que Tae se hubiera tomado esas atribuciones solo demostraba lo preocupado que estaba por Jungkook y cuanto deseaba ayudarlo.
Aun así, no sabía cómo lo tomaría el mayor al querer mantener un perfil alto y mantener oculta su ansiedad.
—– ¿Para cuándo es la cita?
—– Una semana —– respondió mirando a Jungkook, lo veía tan libre y espontáneo cuando jugaba, anhelaba verlo de esa manera todo el tiempo, que sintiera esa libertad a toda hora del día y que no sintiera el temor de una próxima crisis.
Jin se acercó y lo abrazó —– No llores o lo vas a preocupar —– le susurró. Taehyung asintió y parpadeó varias veces alejando las lágrimas acumuladas en sus orbes —– Debes decirle, Tae.
—– Lo sé, pero no quiero atosigarlo.
—– ¿Vas a su casa?
—– Cuando termine de entrenar —– asintió.
—– De camino, trata de hablar con él de forma sutil, pregúntale cómo se siente y sé sincero, dile cómo te sientes también, así crearás confianza entre ustedes y su relación ¿Está bien? —– Tae asintió —– Me voy a casa, cuídate mucho.
—– Gracias, Jin. Salúdame a papá y a mamá —– el pelirosa asintió y agitó su mano, alejándose cada vez más.
Tae esperó al mayor sentado en las gradas, incluso después de que éste le hiciera señas de que iría a cambiarse luego de finalizar el entrenamiento.
En ningún momento Taehyung se levantó de su lugar, disfrutó de la brisa fresca y la sombra que le regalaban los árboles, todo estaba tranquilo y le proporcionaba paz y tranquilidad.
Una que necesitaba más todavía, cuando vio al azabache acercarse y sentarse a su lado.
—– Estoy agotado —– suspiró recostándose en las gradas, Tae lo miraba sonriendo.
—– Lo hiciste bien hoy —– el mayor lo miró.
—– ¿De verdad? —– Tae asintió —– Parecía más como que no estabas aquí mirando el entrenamiento —– el menor enarcó una ceja.
—– ¿Eso es una acusación?
Jungkook rodó los ojos —– Por favor, ¿Qué es más importante que yo? O mejor dicho ¿Quién puede llamar tu atención, más que yo?
Tae sonrió siguiéndole el juego —– Tú. Nadie te hace competencia Jungkook, el único que puede distraerme eres tú mismo —– Jungkook sonrió satisfecho dándose palmadas en su ego.
—– Entonces ¿Pensabas en mí, teniéndome al frente? —– el menor lo pensó y desvió su mirada.
—– Exactamente —– contestó liviano y distraído. Jungkook notó la seriedad en su voz y como su mirada se iba más allá del lugar nuevamente. En su mente se preguntaba el qué podía tener a Taehyung tan distraído.
—– Tae… ¿Estás bien?
El menor asintió —– Lo estoy —– hizo una pausa —– ¿Y tú? —– Jungkook iba a responder, pero, las palabras no salieron de su boca. No creía que se sintiera bien y empezaba a entender el qué tenía a Tae así, más bien, quién.
—– No te preocupes por mí.
—– ¿Por qué?
—– No quiero ser una carga —– Taehyung rodó los ojos.
—– No eres una carga, Jungkook. Las personas se preocupan porque te quieren y aman, no quieren verte de esa forma.
—– Me tienen lástima.
—– Deja de hablar así —– se giró mirándolo enojado —– Nadie te mira de esa forma —– Jungkook iba a replicar también pero Taehyung lo detuvo —– No, escúchame lo que tengo que decirte. Esto no se trata de nosotros, de lo que puedes darnos o de algún beneficio, se trata de ti. Nadie está contigo por lástima. Yo no estoy contigo por lástima —– le dijo con sus ojos cristalizados —– Quiero ayudarte, Jungkook. Nadie merece vivir así. Por favor déjame ayudarte.
Jungkook no pudo sostener la mirada que le regalaba Taehyung, por lo que desvió la suya a la inmensidad del instituto. Habían tenido esa conversación anteriormente, donde se reflejaba la genuina preocupación del menor.
En una oportunidad, pudo ver de primera mano el enojo en las facciones de Tae, ese día le dijo unas palabras que lo detuvieron e hicieron pensar.
No seas egoísta, Jungkook.
Desde ese día, fue capaz de reconocer y aceptar por completo que necesitaba ayuda, fue consciente de que se estaba haciendo daño sin darse cuenta, que estaba lastimando a los cercanos a él.
—– Esto no tiene cura, Tae.
—– Pero puedes aprender a controlarlo, Koo —– colocó su mano en la pierna del azabache.
—– ¿Cómo?
—– No soy profesional en eso, pero, charlas motivacionales o sesiones psicológicas… creo que ayudarían bastante —– Jungkook enarcó una ceja, curioso por la respuesta clara que le dio el menor.
—– ¿Crees que eso me ayudará?
—– Te ayudará siempre y cuando, coloques de tu parte. Tenemos control sobre nosotros mismos, Jungkook. Somos influenciados por el exterior, pero somos nosotros quienes decidimos limitarnos.
Jungkook asintió, dándole la razón. Sentía un ligero temor al respecto de las sesiones psicológicas, esperaba que no fuera malo.
—– Está bien —– Tae suspiró aliviado y sonrió.
—– Bien, entonces no vayas a ocupar el miércoles de la semana que viene —– Jungkook ladeó su cabeza.
—– ¿Por?
—– Tendrás tu primera sesión psicológica —– dijo sonriendo grandemente.
—– ¡¿Qué?! –— preguntó alterado Jungkook, enderezándose en su lugar —– Pero, Tae…
—– Ningún Tae, no te puedes echar para atrás —– el mayor hizo una mueca –— Vamos, Jungkook —– reprochó —– No seas llorón.
—– Iré –— Suspiró —– pero, si veo algo extraño no voy más ¿Está bien?
Taehyung sonrió en grande e inevitablemente, las lágrimas acumuladas salieron de sus orbes. Asintió con felicidad y abrazó al mayor, quién correspondió el abrazo, hundiéndose en el hueco del cuello de Taehyung y aspirando ese suave aroma a frambuesas que emanaba de él.
—– Saldrá bien —– dijo convencido, mientras tomaba la mano el azabache y lo jalaba.
—– ¿Por qué estás tan convencido? —– preguntó curioso, levantándose de las gradas y llevando ambas mochilas.
—– Porque eres fuerte, eres la persona con más fortaleza que conozco y que a pesar de todo, sigues mirando hacia tus objetivos; aún con los signos que agobian cada momento de estrés —– Jungkook miró al suelo y sintió su corazón revolotear –— Además, sé que quieres aprender a controlar esto.
El mayor sonrió —– Sí, quiero controlarlo.
—– Entonces, saldrá bien.
El azabache sonrió y entrelazó las manos con el menor, sonrojándose en el proceso. Últimamente, sentía que ese pequeño gesto lo hacía sentir plenamente satisfecho.
Lo habían hecho anteriores veces, pero, no le había prestado tanta atención como ahora.
Miró sus manos y luego miró al castaño, que iba concentrado en el camino y con las mejillas sonrosadas. Jungkook sonrió y miró al frente.
“Creo que ahora sí sé lo que sucede” pensó mirando al cielo.
(…)
La semana había transcurrido de forma rápida. Cada vez, la angustia de los exámenes y las prácticas de los partidos lo ahogaban; de tal forma, que se saltó la última clase y fue al aula de arte en busca de Taehyung.
El castaño se encontraba guardando las pinturas y pinceles limpios y secos, clasificándolos por tamaño y encerrándolos con llave.
—– ¿Qué falta ahora?
—– Tae —– El castaño atendió al llamado del pelinaranja, su amigo Jimin quien le hizo señas hacia la puerta.
Tae obedeció y vio a Jungkook de pie en la puerta de madera y con una mirada cansina en sus ojos.
—– Jimin… —– murmuró arrastrando su nombre —– ¿Puedes continuar sin mí? Por favor –— el pelinaranja le sonrió.
—– Por supuesto, siempre he querido tener el mando —– Taehyung rodó los ojos.
—– Es sólo por hoy, tonto —– sonrió y se acercó al mayor, quién lo sacó del salón y lo llevó a los vestidores sin mediar palabra.
Taehyung supo desde que lo vio, que algo andaba mal, por lo que no reprochó cuando su cuerpo impactó en la pared y el mayor lo abrazó con su cuerpo tembloroso.
—– Necesito ir –— susurró en voz baja —– Taehyung, llévame.
—– Koo, iremos —– le acarició las suaves hebras –— pero primero, debes calmarte un poco ¿Sí? No quiero que te hiperventiles y te pase algo —– le contestó.
El mayor asintió, respirando profundamente y centrándose lo más que podía.
—– Mamá se despertó llorando en la noche por el dolor –— dijo cabizbajo —– Hice lo que pude y me sentí bien, pude hacer algo por ella, pero me angustio de saber que tiene que pasar por eso —– sollozó —– No tengo fuerzas para practicar más, pero me he esforzado tanto que no quiero defraudar al equipo. No he podido estudiar cómo debería, siento que me olvido de todo y debo anotarlo, lo más mínimo, hasta mi propio nombre, porque tengo miedo de olvidarme quién soy.
Esas palabras apuñalaron el corazón de Taehyung.
Tristeza, dolor, frustración, angustia, estrés… todas esas palabras quedaban cortas para lo que sentía en ese momento, de repente, se ajustaba la palabra coraje a sus sentimientos.
El castaño acarició y limpió sus mejillas, se tomó el atrevimiento de dejar un casto beso en esos rojos y torturados labios.
–— ¿Tu bolso? –— le preguntó al mayor.
—– En el casillero —– Tae asintió.
—– Búscalo y espérame afuera. Iré por el mío, le daré unas indicaciones a Jimin y nos vamos a la cita ¿Bien? –— Jungkook asintió y obedientemente, hizo todo lo que Taehyung dijo.
Cuando el menor salió, Jungkook ya estaba en la entrada del instituto esperándole.
Sin mediar muchas palabras, entrelazaron sus manos y Jungkook, siguió a Taehyung hasta el consultorio. No preguntó al respecto, pero si se quedaba callado, entraría en crisis.
Por suerte, Taehyung le sacaba temas de conversación y los desviaba del abismo de pensamientos. Aunque, estuvo a punto de caer de nuevo cuando llegaron y le dijeron que debía pasar sólo.
Asustado, Jungkook apretó el agarre de Taehyung que con una sonrisa, le dijo a la secretaria que no había problema y se sentaron en la sala de espera.
—– Tae —– susurró —– ¿Cómo que no hay problema?
—– Te dije que saldrá bien ¿No?
—– Pero no conozco al psicólogo, es un desconocido —– Tae lo miró entrecerrando sus ojos y Jungkook tragó en seco —– Para la próxima consulta entraré solo ¿Sí? Pero, no me dejes sólo hoy.
Taehyung suspiró — Está bien, hablaré con el médico y si no hay ningún problema, entro contigo.
Jungkook sonrió y dejó un beso en su mejilla, acto que descolocó al menor.
—– Gracias.
—– Jeon Jungkook —– la conocida voz de Sungwoon, fue reconocida por el menor. Se levantaron y se acercaron, cuando Sungwoon lo vio sonrió —– Taehyung, que gusto verte —– Tae correspondió el gesto.
—– Igualmente, Sung. Gracias por recibirnos.
—– No es nada — la mirada del rubio doctor escaneó a Jungkook, acto que no pasó desapercibido para Tae.
—– Él es Jungkook, viene a la consulta. Este… quería saber si hay algún problema en que pase con él... Si puedo pasar con él —– dijo enredándose en el proceso.
—– Claro ¿Es tu novio? —– Jungkook se paralizó en su lugar, pero asintió con su cabeza, acompañando el sí, de Taehyung –— Por supuesto. Pasen adelante. Siéntanse cómodos.
Ese día, fue la primera vez que Jungkook le contó de forma completa a alguien desconocido toda su vida. Las preguntas se le hacían tan familiares, se las había hecho él mismo, pero curiosamente, ahora sí tenían respuesta.
De vez en cuando, miraba a Taehyung que estaba en el mullido sofá color gris del consultorio, éste le sonreía y le hacía pulgares arriba, señalándole que iba bien.
En una hora exacta finalizó la consulta y Jungkook sintió que se había quitado un peso de encima.
Lloró, sonrió, se sonrojó y volvió a llorar mientras relataba su historia, sus miedos y temores. Las inconformidades que sentía y tenía consigo mismo, con la vida que llevaba, con las apariencias y que había dejado de ser él.
Por primera vez su corazón se abrió, y sintió plena confianza hacia él mismo y también hacia Taehyung, porque se dio cuenta de lo muy importante que se había convertido el castaño para él.
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