No es importante
Ya estaban hartos de todos ellos. Las malditas ratas que se introducían ilícitamente en el programa solo para causarles problemas.
Habían logrado localizarla interfiriendo en la línea, lo cual les resultó insultantemente sencillo. La gente como ella solía tener más precaución al momento de comunicarse con el exterior. Pareciera como si el operador le hubiera dado el acceso, por lo cual verificarían dicha entrada después de la tarea que les esperaba.
Reemplazar temporalmente el código de los humanos era cosa fácil, y llegar en el auto de una familia haría que la sorpresa fuera más gratificante para ellos. La mujer ya se había escapado varias veces, y Smith ya estaba cansado de ella. Siempre que la arrinconaba terminaba solo atrapando el aire, por lo cual buscaron unos refuerzos en esta ocasión.
Pensaron en la policía solo como último recurso, y solo en caso de que se escapara. La idea era apostarlos rodeando el edificio, desde las ventanas de las construcciones aledañas y en los techos. Esperaba atraparla con vida y sacarle la información necesaria, pero si no había alternativa, no le molestaba eliminarla.
A una calle de distancia ya se veían las luces de las patrullas, y varios curiosos se acercaban a la zona acordonada. Los primeros policías retiraron la cinta para dejarlos entrar. Smith sintió un profundo desagrado al ver que habían desobedecido la orden de esperarlos. Bajaron del auto, e inmediatamente el teniente masculló una maldición.
—Teniente, tenía órdenes específicas —le recriminó Smith, ojeando el perímetro, y confirmando que tampoco se habían ubicado como se les dijo.
—Oiga, solo estoy haciendo mi trabajo. Si va a recitar la basura de jurisdicción, puede metérsela por el culo.
—Las ordenes fueron para su protección —dijo el agente sintiéndose algo asqueado por la inmadurez de los humanos. Siempre sienten que pueden resolverlo todo con insultos. El teniente se burló de su respuesta.
—Creo que podemos hacernos cargo de una mujer.
Smith le hizo una ligera señal a los dos agentes que venían con él. Brown y Jones avanzaron junto a él hacia la entrada del hotel, dejando al teniente perplejo. Era igual que todos: Siempre esperando que se hiciera su voluntad.
—Envié dos unidades —replicaba detrás de ellos—. No tardarán en bajar.
—No, teniente. Sus hombres ya están muertos.
Los agentes les indicaron a algunos oficiales que los siguieran, solo para mantenerla rodeada. Jones fue junto con los policías en el ascensor, mientras Smith esperaba en el pie de la escalera de emergencia y Brown subió por las escaleras a la habitación en la que la habían encontrado. Con un poco de suerte habría dejado el equipo en el que buscaba al siguiente objetivo.
Cuando se abría la puerta del ascensor, la intrusa paró en seco y giró rumbo a la salida de emergencia con Jones justo detrás. Con la prisa dejó la puerta abierta, pensando seguramente en saltar al callejón, hasta que vio a Smith, por lo cual empezó a subir por las escaleras.
Al llegar al techo ella estaba cerca al borde del edificio, y los oficiales bajaron el ritmo, hasta que saltó sobre el pequeño callejón que separaba ambos edificios. Cuando el agente la siguió por el mismo camino, los policías ya estaban muy atrás. La mujer giró a la izquierda para ocultarse tras una pared, y Jones dio tres disparos. Ella siguió corriendo, esquivando por poco las balas. El grupo de policías lo siguió hasta que llegaron a una calle mucho más amplia. La mujer saltó y llegó con esfuerzo al edificio del frente, seguida por el agente. Los cinco policías se quedaron paralizados ante semejante locura.
La había alcanzado y no tenía salida segura. Se hallaba rodeada por tres paredes, y solo podía pasar frente a él. Estaba perdida. Avanzó con la calma que le daba un trabajo bien hecho, cuando ella se lanzó hacia una ventana que había atravesado una calle justo frente a él. Smith la tenía vigilada, así que solo se preocupó por llegar al teléfono que había en Wells y Lake.
Trinity salió del edificio a la carrera para llegar a la salida en la cabina telefónica. Al verla se detuvo en una mezcla de miedo y esperanza. De la nada, un camión de carga derrapó en la calle de una manera antinatural. Smith direccionó la maquina hacia el teléfono y pisó el acelerador a fondo a la vez que ella echaba a correr con todas las fuerzas que le quedaban.
El teléfono ya estaba sonando cuando el camión impactó contra la cabina. Smith dio marcha atrás para ver el aparato completamente destruido, pero como siempre, no había ningún cuerpo. Jones y Brown llegaron en ese momento.
—Logró salir —dijo Jones algo decepcionado.
—No es importante —respondió Smith. Ya estaba algo acostumbrado a las huidas de aquella mujer. Esperaba ansioso el día en que la atraparan con vida e imaginaba todas las cosas que podría hacerle.
—El informante es real.
—Tenemos el nombre de su siguiente objetivo —afirmó Brown
—Su nombre es Neo.
—Inicien la búsqueda —instó el agente Smith
—Ya ha iniciado.
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