Deja vu
Habían dicho una hora, así que, siguiendo órdenes, Mouse se quedó en la habitación cuidando el teléfono que los sacaría de ahí. Esperaba aprovechar el tiempo a solas con una de sus revistas, pero sus intenciones fueron interrumpidas por el timbre del celular que llevaba en el bolsillo. Parecía que la gente de la tripulación tenía ese mal hábito.
—Están en camino —informó Tank desde el exterior.
En el código, el operador veía el Lincoln Continental avanzar entre el tráfico hasta acercarse al Hotel Lafayete. Apoc y Switch esperaban sentados frente a la puerta del callejón, vigiando que ningún agente los haya notado en el sistema y asegurando la entrada.
El auto dobló la esquina, y ambos se levantaron para recibir a los pasajeros. Al frenar, todos bajaron por sus respectivas puertas. Neo se encaró con Cypher, quien le dedicó una sonrisa que resultaba una mezcla entre satisfacción y burla, pero Neo no se la regresó, y siguió a los demás hacia el interior. La sonrisa se le borró de inmediato.
En ese momento, el código empezó a mostrar señales extrañas. Configuraciones que Tank jamás había visto. Vio como el equipo subía las escaleras hacia la habitación 1313. Todos iban más relajados. Nada había fallado hasta el momento, y solo era cuestión de poco tiempo hasta que todos regresaran a salvo a la realidad.
En uno de los tramos de la escalera en espiral, Neo se detuvo al ver a un gato negro que paró a sacudirse, y tras eso, siguió su camino por un pasillo aledaño. Tal vez por la cantidad de ratas en el lugar, el gato tenía alimento asegurado, haciendo del hotel abandonado un buen hogar para él.
Continuó su camino en dirección contraria al gato, y solo por un instante se giró a ver qué hacía el animal.
Tremenda fue su sorpresa al ver un gato negro que paró a sacudirse, y tras eso, siguió su camino por un pasillo aledaño.
—Oh, Deja vu.
Y como si se tratara de una maldición o una palabra imperdonable, todos se giraron a verlo con gesto de horror.
—¿Qué dijiste? —cuestionó Trinity con seriedad.
—Nada, solo dije deja vu.
—¿Qué pasa? —terció Cypher
—¿Qué viste? —interrumpió Trinity.
—Un gato negro pasó y luego vi uno parecido.
—¿Qué tan parecido? ¿Era el mismo gato?
Estaba un poco sorprendido e impactado. No entendía el porqué de esa reacción tan exagerada ante un fallo en su cerebro. Era completamente normal, y a todo el mundo le ocurría.
—Puede ser, no estoy seguro.
Trinity le dirigió una mirada a Morfeo y al resto del equipo, y este a su vez le dio una indicación a Switch y a Apoc, quienes sacaron sus armas y se fueron a vigilar en direcciones opuestas: Apoc bajó un tramo de escaleras y Switch subió otro. Todos se pusieron atentos a lo que sucedía a su alrededor, como si esperaran que desde las ventanas entrara un equipo S.W.A.T o algo por el estilo ¿Qué mierda les ocurría a todos?
—¿Qué ocurre? —preguntó a la mujer.
—Un deja vu es una falla en la Matrix. Ocurre cuando cambian algo.
Se empezó a escuchar el motor de un helicóptero, que piso a piso se hacía más audible. La idea del equipo S.W.A.T dejó de ser tan descabellada de repente. Todos empezaron a subir apresurados,
Mouse veía como las lámparas se movían ligeramente con el aleteo de la máquina. Un poco alterado, agarró un gran maletín en el cual llevaban las armas de reserva. Antes de poder adivinar qué demonios ocurría, el timbre del teléfono llegó desde su bolsillo. Con un poco de miedo, contesto de inmediato.
—Cortaron la línea telefónica. Es una trampa ¡Salgan de ahí! —exclamó Tank.
Soltó su carga y corrió a la ventana de la habitación. Unas pesadas cortinas bloqueaban la luz por meros motivos de seguridad. Era más complicado que los agentes detectaran su centro de operaciones así, al no ver movimiento en el hotel, pero al abrirla no se encontró con la luz del día, sino con una sólida pared de ladrillos.
Con desespero llegó hasta en el maletín donde mantenía sus pies apoyados con comodidad hacía poco. Lo abrió con rapidez y sacó dos ametralladoras cargadas que solo usaban en casos extremos. No le quedaba opción.
Fuertes pasos de más de una decena de militares bajaron a gran velocidad desde la azotea del hotel, varias puertas en varios pisos se abrieron con una patada hasta que el bullicio llegó a la habitación 1313.
Desde abajo se oyeron los repetidos disparos de un número indescifrable de ametralladoras. Todo el grupo se quedó paralizado tras Morfeo. Switch se había adelantado, y Apoc, quien los había alcanzado para subir, se tensó un poco con preocupación. Desde los pisos inferiores llegaban las luces de las mirillas de los militares.
Subieron hasta el siguiente descanso. La rubia apuntaba su arma hacia abajo mientras les cuidaba la espalda cuando se alejaron de la escalera por medio de un pasillo aledaño. Todos siguieron a Morfeo hasta la primera ventana que se encontraron. El piso en el que estaban no era tan alto. Podían saltar y buscar otra línea, pero al correr la cortina se encontraron con una sólida pared de ladrillos.
—Eso es lo que cambiaron —dijo Cypher—. Estamos atrapados... No hay forma de salir.
—Calma —interrumpió Morfeo, quitándose la pesada gabardina y las gafas de sol— Dame tu teléfono.
Cypher trató de cumplir la orden, pero no lo encontró lo suficientemente rápido, así que Trinity sacó el suyo y se lo entregó a su capitán.
—Pueden rastrearlo —advirtió ella.
—No tenemos opción.
Tank contestó de inmediato con voz suave y triste. En el código veía al más joven del grupo tumbado contra la pared de ladrillo que lo atrapaba, con el cuerpo perforado por las balas, pero ese no era el único recordatorio de que jamás volverían a escuchar sus incesantes charlas. Al destino no le bastaba con hacer que viera como lo asesinaban dentro de la simulación, sino que también lo vivió en directo cuando, con cada disparo, su cuerpo conectado en el núcleo se convulsionaba y escupía sangre sin que nadie pudiera hacer nada para evitarlo. Su cadáver permanecería frente a sus ojos hasta que todos salieran... o hasta que ninguno lo lograra y se unieran a Mouse.
—Operador...
—Tank, busca el dibujo estructural del edificio, rápido —ordenó Morfeo.
El silencio en ambos lados de la line le permitió escuchar los conocidos chasquidos de una interferencia en la llamada. Los tenían localizados. No tardó ni diez segundos en darle la respuesta.
—Lo tengo.
—Busca la tubería principal.
Tank le dio las indicaciones para llegar a una habitación en concreto. Morfeo le indicó a Switch que avanzara encabezando el grupo para cuidar el frente. Por costumbre, Apoc se quedó atrás con el mismo propósito. Antes de que Neo siguiera a los demás, el hombre moreno lo detuvo. Sacó de su cinturón un arma más pequeña.
—Espero que el Oráculo te haya dado buenas noticias. —Tras decir esto, empezó a andar y Neo lo siguió con un nudo en el estómago.
Llegaron hasta el baño de una de las habitaciones de ese piso. Las paredes estaban llenas de humedad, moho y los ladrillos habían cedido en algunos puntos generando agujeros. Había uno por el cual podría caber una persona. Apoc fue el primero en entrar, y cuando confirmó que era seguro, Switch, Trinity y Cypher bajaron rápidamente. Morfeo fue el último en entrar justo cuando unas pisadas resonaron en el eco del baño y una linterna iluminó el agujero.
Morfeo les hizo una señal para que permanecieran quietos y en silencio. Así lo hicieron hasta que las pisadas se alejaron por el pasillo.
Comenzaron a bajar lentamente, apoyados en las tuberías y los huecos que dejaban los ladrillos viejos, aspirando el olor a humedad y polvo. Eran ocho pisos que debían descender aferrados a los tubos. Sabía que habían logrado bajar uno porque escuchaba nuevamente los pasos de los militares en las habitaciones. Si permanecían callados, podrían salir de ahí.
Las gotas que se escapaban de las tuberías viejas no facilitaban el escape. En cualquier momento sus manos se podrían resbalar y ese sería el fin. Morfeo usó de apoyo un tubo salido que estaba cubierto de polvo, y que no pudo ver debido a la oscuridad. La polvareda cayó en la cara de Cypher y siguió su camino hasta Switch, quien, por fortuna bajó la cabeza y solo cayó en su cabello.
Cypher tosió de manera leve involuntariamente.
Del otro lado de la pared, se pudo oír cómo el militar se acercaba poco a poco al muro, alertado por el sonido.
El hombre se contuvo todo lo posible pese a tener polvo en los ojos y la nariz. Finalmente soltó un estornudo que ahogó con su mano, pero en esa situación era lo suficientemente audible para resultar desafortunado.
—¡En los muros! ¡Están en los muros!
Las balas comenzaron a atravesar la pared de ladrillo, reventando algunas tuberías e inundando el ambiente de agua estancada y más polvo. Sin saber dónde estaban sus presas, el militar disparó haciendo un círculo que salvó a Neo de ser perforado por las balas.
De inmediato, él recordó el arma que le había dado Apoc y que tenía en el bolsillo interno de la chaqueta. Vació el cargador, apuntando al centro de las marcas dejadas por su oponente, y se detuvo a escuchar el alrededor. La ametralladora cayó al suelo y después solo hubo silencio. Intentó observar por un agujero de bala para confirmar que estaban a salvo, pero lo hizo demasiado tarde.
Un par de brazos enfundados en un traje negro atravesaron la pared de un golpe y se aferraron a su cuello.
—¡Es un agente! —gritó Cypher a los que estaban más abajo, y a quienes les llegó una lluvia de escombros.
Morfeo soltó un grito de rabia, e impulsándose con la pared a su espalda, atravesó el muro de baldosas para detener al agente. Por el agujero que había quedado después de que el agente lo atravesara, pudo ver a Morfeo sobre él, con las manos en su cuello para intentar retenerlo.
—¡Morfeo! —gritó Trinity mientras se apresuraba a subir por las tuberías a ayudarlo.
—¡Saquen a Neo! ¡Es el único que importa!
—¡No! ¡Morfeo, No! —El miedo le generó a Neo un nudo en el estómago ¿Cómo es que eso estaba ocurriendo? ¿Por qué tenía que ocurrir justo ahora y no después de que decirle a Morfeo la verdad? El destino lo estaba arroyando como un tren.
—¡Trinity! ¡Ahora!
—¡Corran! —ordenó a los tres que estaban abajo mientras su puño se cerraba con frustración.
Ya no tenían necesidad de actuar con sigilo. Cada quien se aferró a una tubería y se deslizaron hasta tocar tierra en el sótano del hotel abandonado, esparciendo una nube de polvo que los protegía de los disparos.
—¡No podemos dejarlo! —le replicó Neo
—¡Tenemos que hacerlo!
Trinity no le dio otra opción, ya que agarró su tobillo y se dejó caer, arrastrándolo al vacío.
El ruido del sótano atrajo a los militares que se hallaban más cerca. Cypher se refugió tras una columna, Switch y Apoc, quienes contaban con mejor visibilidad empezaron a disparar para protegerlos. Los disparos llamaron la atención de los demás soldados, que, en lugar de luchar contra la polvareda con la linterna de la mirilla, optaron por el láser. Un par de latas cayeron cerca de ellos, liberando un humo blanco.
Trinity abrió una trampilla que daba a las alcantarillas e hizo pasar a Neo, seguido por Switch y Apoc. Alguien faltaba. Vio a Cypher reclinado contra una columna, que lo mantenía protegido, pero perdido entre el humo.
—¡Cypher! ¡Vamos!
Al oír su voz, el hombre echó a correr en esa dirección, pero al no ver por dónde iba, tropezó. En ese momento, una luz roja dio contra la piel blanca de la mujer, y no le quedó más alternativa que dejar atrás a su compañero. Las balas impactaron contra la trampilla cerrada.
Desde el núcleo, Tank no pudo ver cómo cuatro miembros de la tripulación caminaban por una alcantarilla para alejarse del hotel. El humo, como parte del código, también impidió que pudiera ver lo que ocurría. Ya estaba dando a Cypher por muerto y agradecía no tener que verlo morir.
Su atención se fue entera a el baño del séptimo piso.
Morfeo todavía retenía al agente, quien le habló con un tono calmado.
—El gran Morfeo. Al fin nos conocemos.
—¿Y usted es?
—Smith. Agente Smith.
—Todos son iguales para mí.
Smith alejó las manos de Morfeo de su garganta con una fuerza descomunal. Él levantó la cabeza como una cobra y le dio un golpe con la frente, rompiendo sus gafas de sol y el puente de la nariz, aun así, el agente sonrió con satisfacción. Tomó por el cuello a Morfeo, y le regresó tres golpes con la cabeza. Ya estaba desorientado cuando un puño en el pecho lo envió volando hasta la pared de la que había salido.
No notó el momento en el que el agente se levantó, pero él también lo hizo, y empezó a arremeter contra él con las pocas fuerzas que le quedaban. Sus movimientos pasaron de ser ofensivos a meramente defensivos.
Desvió un golpe de Smith, que dio de lleno en la pared de ladrillo que antes había sido una ventana. Trató de apartarlo saltando, y apoyando su espalda en la pared para darle una patada, pero el agente lo agarró de la pierna, tirándolo con fuerza al suelo.
Smith empezó a retirarse lentamente mientras varios militares se acercaban a la puerta. La mirada de desprecio del agente hizo que no se rindiera, y se levantó para intentar salir.
—Llévenselo —ordenó.
Una marea de militares lo engulló, dándole golpes con las varas de plomo, sin permitirle salir.
.
.
Tank vio con horror cómo se llevaban a Morfeo, a quien había servido desde hacía años, y la esperanza empezó a desvanecerse.
Mouse había muerto, no veía a Cypher en ningún lado y los demás no daban señales tampoco.
Ya lo veía todo perdido cuando la central de llamadas emitió un pitido.
—Operador...
—Necesito una salida, rápido.
—Cypher...—No pudo ocultar la sorpresa.
—Hubo un accidente... un maldito accidente de auto —exclamó con desesperación—. De repente BOOM... alguien allá arriba todavía me quiere ¡Sácame rápido!
Él seguía hablando mientras Tank lo localizaba.
—Ya te encontré —Buscó en el mapa una salida— Cerca está Franklin y Erie, en una vieja tienda de televisores.
Cypher colgó. Solo le quedaba esperar a que todos llegaran junto a él.
De repente, el teléfono sonó otra vez.
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