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CAPÍTULO XXVII

Tristan y Lucian entraron en esa lúgubre y polvorienta taberna e inmediatamente los parroquianos guardaron silencio y los observaron de forma siniestra. El sitio estaba lleno y el tabernero les ofreció el único par de sitios en una mesa apartada y pidió su orden. Lucian pidió un plato de la especialidad de la casa y una especie de bebida fermentada. El cyborg, obviamente no pidió nada, sólo información.

-No lo comprendo, señor - Murmuró el tabernero - ¿Qué clase de información busca?

Tristan no respondió, sólo le entregó una pesada bolsa llena de unidades de metálico. El sujeto sonrió, mostrando las pocas piezas dentales que le quedaban.

-Quiero los últimos rumores - Comentó el cyborg - Es lo único que le pido.

El hombre se sentó junto a ellos y comenzó con su perorata. Lucian lo escuchaba y casi suelta una gran carcajada al darse cuenta que la mayoría de los rumores eran sólo simples chismes de pueblo. Tristan acababa de perder una gran suma de metálico.

-Y por último - Comentó el tabernero - Cernunnos ha muerto...

-¿Él pirata de la enorme cornamenta? - Preguntó Tristan visiblemente sorprendido - ¿Cernunnos el Magnífico? ¿El azote de...?

-¡El mismo! - Dijo el tabernero - Eso sucedió hace algunos días - Continuó - Dicen que fue una carnicería, los pocos que lograron escapar cuentan que el Inmortal llegó a la nave para retar al Capitán a un juego de cartas...

-¿El Inmortal? - Preguntó Tristan arqueando la ceja y Lucian casi se atraganta con su bebida.

-¡El humano inmortal! - Exclamó el hombre - El terrícola... - Bufó - Los sobrevivientes dicen que todo fue por una mujer, una rubia y hermosa mujer que Cernunnos había capturado... - Murmuró y comenzó a narrar los acontecimientos según los escuchó por boca de los sobrevivientes.

Tristan escuchaba todo con gran atención, ¡eso era lo que él buscaba! Noticias de Haggard y al parecer, había logrado escapar, e incluso, se había deshecho del bastardo ese. El cyborg pensó que quizá Cernunnos lograría detener a Haggard; debido a que ambos eran inmortales. Pero acababa de cometer un error.

-Según tengo entendido, Haggard se oculta en Angrboda - Dijo el tabernero ya casi para terminar con su narrativa.

-¿Está usted seguro? - Preguntó Beckett - Ese planeta está deshabitado, ¡sólo es un tiradero de basura!

-Se equivoca - Comentó el tabernero - Angrboda está habitado por unos hombrecillos enanos, de apariencia pacífica... ¡y lo eran en realidad! No le hacían daño a una mosca, pero ahora que han convivido con el inmortal, se han vuelto salvajes y muy agresivos - Bufó.

Tristan miró a Lucian. El reptiliano sólo se encogió de hombros. No confiaba en las palabras del tabernero. La gente solía inventar historias para obtener algo de metálico y este hombre tenía una imaginación extraordinaria. El reptiliano estaba a punto de decir algo, cuando la puerta de la taberna se abrió y entró un sujeto. El tipo parecía muy consternado y tomó asiento en la barra, mientras alguien lo atendía sirviendo un enorme vaso de bebida fermentada.

-¿Qué ha sucedido? - Preguntó el tabernero a los gritos - ¿Por qué estás tan agitado?

-Mataron a Butcher - Comentó.

-¿Quién lo hizo? - Preguntó el tabernero, mientras la sala se llenaba de murmullos, exclamaciones y cuchicheos. Al parecer el tal Butcher era un personaje importante en el lugar.

Tristan prestó su atención en la charla. Conocía a Butcher; se trataba de un sujeto hosco, grande, demasiado violento y de pocas luces. Pero era muy temido debido a su carácter explosivo, poca paciencia y maneras toscas y rudas. El hombre se dedicaba a la compra de chatarra, la cual revendía a los pobres incautos a precios exorbitantes. Nadie, a no ser que fuera un súper hombre se atrevía a contradecirlo. De inmediato, Tristan pensó en Haggard; sólo su viejo amigo sería capaz de enfrentarse a un tipo como Butcher.

-¡Un hombrecillo de Angrboda! - Gritó y apuró su bebida.

La gente no podía creerlo. Esos hombrecillos eran unos debiluchos que siempre fueron explotados por otros más fuertes que ellos. No sobrepasaban el metro de estatura, eran tímidos y poco afectos a socializar. Aunque parecía que ahora las cosas habían cambiado.

-Tienen nuevas armas - Comentó el tipo - Y no se dejan amedrentar por nadie - Suspiró - Burcher trató de pasarse de listo con ellos y no dejaron rastro alguno. Sus cenizas se esparcieron por el aire.

Tristan se levantó de su asiento e hizo una seña a Lucian para que lo siguieran. No estaba muy seguro de los rumores; pero quizá tenían algo de cierto. Haggard era un buen líder y cualquiera se convertía en un salvaje estando a su lado. Además de que poseía los conocimientos para formar un ejército letal, no importaba el tamaño de sus miembros.

-Tenemos que comprobar que todo aquello que hemos escuchado es cierto - Murmuró el cyborg.

-Pero, ¿cómo? - Respondió Lucian - Esta gente sólo miente y...

-Por eso debemos ir a Angrboda - exclamó Beckett - Es ahí donde vamos a encontrar la respuesta a todas nuestras interrogantes- Murmuró - Y si es verdad lo que se dice, nos enfrentaremos Haggard, le arrebataremos a la mujer y huiremos a la Tierra para exigir a Liam que nos entregue las investigaciones de Duncan - Comentó el cyborg esbozando una sonrisa siniestra.

-Será como tú digas - Respondió Lucian caminando detrás de Beckett.

* * * * *

Goodman miró el radar de la nave. El hombre aprovecharía la ausencia de Lucian y Tristan, se infiltraría en el radar y lograría rastrear a Stella. Estaba demasiado preocupado por ella y su seguridad. En esos momentos la mujer s encontraba sola y desamparada. Sin embargo, Stella no se encontraba en Nova Terra, ni tampoco en sus alrededores o en algún sitio conocido. ¿Qué le habría pasado? Se preguntó el hombre.

Goodman estaba preocupado por ella y deseaba ponerse en contacto cuanto antes pero, ¿cómo? No podía localizarla. De pronto, recordó que Stella contaba con un rastreador de largo alcance, implantado por Jensen. Se trataba de un chip muy parecido al que tenía Morrigan. Goodman tecleó el código en el radar el cual proyectó un mapa de la galaxia y de algunas galaxias cercanas.

-¿Dónde carajo estás Stella? - Murmuró en voz baja al mismo tiempo que revisaba el mapa.

Goodman continuó revisando y de vez en cuando miraba la entrada de la nave. Sabía que Lucian y Tristan no tardarían en aparecer y, si llegaba a ser descubierto, con toda seguridad lo asesinarían.

-¡Eureka! - Exclamó mientras observaba el punto rojo que parpadeaba en el radar.

Stella se encontraba en el mismo sistema, pero en una de las lunas de ese planeta. Podría aprovechar la salida del reptiliano y el cyborg para escabullirse e ir en busca de la mujer. Si llegaran a preguntar el porqué de su usencia, podría mentir diciendo que había ido a algún burdel a divertirse.

Goodman se apresuró a dejar todo tal cual estaba para que no lo encontraran y abordó una de las pequeñas cápsulas de escape de la nave de Tristan. Marcó las coordenadas en el radar y la cápsula fue liberada para dirigirse hacia el sitio en el que se encontraba Stella.

Sin embargo, la suerte de Goodman no estaba a su favor, Lucian y Tristan regresaban rápidamente hacia la nave. El cyborg tenía planeado partir directamente hacia Angrboda para emboscar a Haggard y capturar a Morrigan de una vez por todas.

-¿Qué carajo? - Preguntó Lucian señalando hacia su nave - ¿Acaso no es esa una de las cápsulas de escape? - Continuó y tomó rápidamente unos binoculares.

Tristan sabía lo que eso significaba. No era necesario ser un genio para saber que en esa cápsula iba Goodman. El cyborg estaba consciente del odio que el hombre le tenía y que con toda seguridad, planeaba traicionarlo, ¿pero de qué manera?

-Se trata de Goodman - Murmuró Tristan - ¡Ese bastardo va a traicionarnos!

-¿Crees que planee aliarse con alguien más? - Exclamó Lucian, quién conocía toda la verdad.

-¿Haggard? - Se preguntó Tristan y negó con la cabeza - Será mejor que lo sigamos.

Ambos hombres se dirigieron a su nave para abordarla y así seguir a Goodman. Rápidamente, Tristan revisó la bitácora de la nave y ahí se encontraban guardadas las coordenadas que el hombre ingresó en la cápsula.

-El hijo de perra no sabe lo que le espera - Murmuró Tristan esbozando una sonrisa siniestra - ¡Pero esas coordenadas no son de Angrboda! - Gruñó y miró a Lucian - Este desgraciado va a verse con alguien más.

-Goodman piensa matarte - Dijo Lucian echando a andar la nave.

-¿Qué carajo estás diciendo? - Gruñó Beckett y tomó a Lucian del cuello.

-¡Quiere matarte! - Dijo con voz apenas audible - ¡Él me lo dijo! Ya está harto de recibir órdenes tuyas y de tu... ineptitud.

Beckett soltó al reptiliano y le lanzó una fuerte patada. Lucian rodó por el piso y se quejó. Levantó la mirada y observó el rostro de Tristan, descompuesto por la ira.

-¿Por qué nunca me dijiste nada, cabrón? - Bufó y volvió a patearlo - Desde hace mucho tiempo pudimos deshacernos de ese estorbo - Gruñó - Pero pensé que...

-Goodman no sirve ya de nada - Continuó Lucian, intentando incorporarse - De hecho, lo considero un tipo peligroso. Si planea aliarse con alguien para destruirnos...

-Es por eso que debemos eliminarlo - Gritó el cyborg - De lo contrario, él lo hará antes, tal cual lo ha planeado... - Gruñó - Y eso no podemos permitirlo, así que... ¡a toda marcha, Lucian! Porque, si no llegamos a tiempo, ¡también te mataré!

Lucian asintió y aplicó toda la potencia a la nave para dirigirse al sitio que marcaba el radar. No era un lugar lejano, así que estarían ahí en pocos minutos para averiguar qué era lo que Goodman traía entre manos.

* * * * *

Goodman aterrizó e inmediatamente siguió el radar. El punto de luz le indicaba que la mujer se encontraba a unos cuantos metros de él. Se detuvo frente a un local de mala muerte. ¿Stella se encontraba en ese sitio? Goodman no estaba muy seguro de ello. Stella no era de las que frecuentaban esa clase de lugares... a menos que estuviera desesperada.

El hombre entró en el lugar. Se trataba de una cafetería barata, frecuentada por viajeros. El lugar estaba repleto de gente que se encontraba ahí sólo de paso. Sujetos de todas las razas y de todos los confines del universo. Goodman se sentó junto a un par de tipos peludos de enormes colmillos y estuvo atento de lo que ahí decían. Entre gruñidos pudo escuchar todos los rumores que se cernían respecto a la muerte de Cernunnos.

-Fue una carnicería - Gruñó uno de los peludos - Los piratas jamás pensaron que iban a enfrentarse con esa clase de asesinos - Murmuró - Dicen que en su desesperación, Cernunnos decidió matarse para no vivir el horror que le esperaba a manos de esos sujetos.

-Ahora debemos cuidarnos de los monstruos de Angrboda - Respondió su compañero - Y del inmortal, Haggard.

Goodman acarició su tupida barba y decidió concentrarse. Necesitaba localizar cuanto antes a Stella y hablar con ella. No le quedaba mucho tiempo disponible o de lo contrario, Lucian y Beckett comenzarían a sospechar. Revisó el local con la mirada, tratando de ubicarla, cuando se escuchó un estrépito, seguido de los gritos de una mujer y un hombre.

-¡Eres una inútil, Stella! - Gruñó el dueño del local - Ve afuera y saca la basura - Continuó - Si te quedas aquí vas a destruir mi negocio.

Goodman abrió bien los ojos y logró ver a la mujer, que tomaba dos grandes bolsas y salía por la parte posterior del lugar. El hombre se apresuró a seguirla y la detuvo a la mitad del camino.

-¡Stella! - Gritó Goodman sin tener respuesta - ¡Señora Mayer! - Volvió a gritar.

Stella dio la vuelta al escuchar su nombre y miró a Goodman. Dejó caer las bolsas de la basura y corrió al encuentro de Goodman. Se sentía tan aliviada al ver una cara nueva y conocida después de lo que sufrió por culpa de Timo y Bruno. El hombre la abrazó con fuerza mientras la mujer se echaba a llorar a lágrima viva.

-¡Qué bueno verte, Goodman! - Murmuró Stella entre sollozos - Creí que...

-Pero, ¿qué ha pasado? - Preguntó Goodman, sorprendido de ver a la mujer. ¿Stella trabajando como camarera en ese cafetín sucio y barato? ¡No podía creerlo!

-¡Me ha ido muy mal, Goodman! - Chilló la mujer - ¡Estoy acabada! ¡No tengo nada! - Exclamó y de nuevo prorrumpió en llanto.

-No lo comprendo - Respondió Goodman - Tenía una muy buena herencia, ¡una pensión y...!

-Resulta que ya no me van a dar nada - Gritó, histérica - Los ejecutivos de Genetic Design se enteraron de la desaparición de Liam y Morrigan, además del ataque a la mansión Stone - Murmuró - Hablaron con el abogado de la familia y... - Se echó a llorar cubriéndose el rostro con las manos - Se ha detenido todo - Bufó - Mientras ellos continúen desaparecidos se suspende ¡todo! - Gritó - ¡TODO! La compañía ha detenido los proyectos, las investigaciones, ayudas, trabajos y, lógicamente, también han congelado las cuentas bancarias - Suspiró - Los buscan por todos lados pero no han dado con ellos - gritó y se tiró de los pelos - Había una cláusula oculta que yo desconocía y, de haberla conocido, no me atrevería a hacer lo que hice - Gimió y abrazó al hombre - Como Jensen dio todo el poder a su hija y a su cuñado, nadie más puede hacer nada, ¡están atados de pies y manos! Haberlos desaparecido fue echar a pique la compañía.

Goodman la escuchaba, no comprendía del todo las palabras de Stella, sin embargo, lo que sí entendía era que, debido a la desaparición de Morrigan y Liam, Genetic Design Corporation cerraría su puertas. Millones de personas serían despedidas y, ¡lo peor de todo! Muchas galaxias se verían en problemas debido a que la tecnología Stone era muy codiciada en el Universo. Goodman no quería imaginar la cantidad de problemas por los que estaría pasando la corporación.

-Pero - Balbuceó el hombre - ¿Cómo fue que te enteraste? - Le preguntó sujetándola por los hombros y mirándola a los ojos.

-Tuve problemas con Timo y su gente - Bufó la mujer y volvió a llorar - El bastardo me secuestró y me tuvo encerrada en su asqueroso prostíbulo - Gimió - Tuve que hacer cosas aberrantes y sufrí montones de humillaciones por culpa suya. - ¡Fue algo terrible! - Suspiró - Y lo que es peor, ¡Me obligó a acostarme con el asqueroso de su hermano!

-¡Bruno! - Susurró Goodman y se estremeció debido a la repulsión que experimentó al recordar a ese sujeto - ¿Lo hiciste?

-¡Por mi madre que no! - Gimió Stella - Logré escapar y volví a la casa Stone - Bufó - Pero ahí todo está custodiado por los Smilodontes - Dijo con desprecio - Nadie entra y nadie sale de ese lugar. Después intenté cobrar mi pensión y los del banco me dijeron que sin la autorización de Liam o de la señorita Stone, no podría cobrar mi dinero - Bufó - Ellos me contaron todo lo que te dije - Suspiró - Ahora estoy en bancarrota y tengo que trabajar en este lugar para sobrevivir - Dijo y miró a Goodman con ojos suplicantes - Ahora mi única esperanza son ustedes.

-Lamento mucho que hayas tenido esas malas experiencias - Exclamó Goodman volviendo a abrazar a la mujer - Sin embargo, yo también tengo malas noticias que contarte - Suspiró.

-¿Qué está pasando? - Preguntó entre una mezcla de miedo y curiosidad.

-Desgraciadamente, Lucian y Tristan planean aniquilarte - suspiró - Y también quieren hacer otro tanto conmigo - Dijo el hombre y se pasó la mano por el pelo - No sé hasta dónde van a ser capaces de llegar y también desconozco sus nuevos planes.

-Supongo que serán ellos los que se quedarán con las notas y los trabajos de Duncan... - Respondió Stella con lágrimas en los ojos - ¡Nosotros estamos perdidos!

-A menos que nos aliemos con Haggard... - Respondió Goodman - Yo podría intentar enterarme de los nuevos planes de Tristan y hablar con Haggard - Suspiró.

-¡Pero Morrigan no va a querer perdonarme! - Gritó Stella - Yo maté a su padre y por mi culpa, Liam está muerto.

-Pero si les llevamos esa información, seguramente nos van a perdonar o al menos van a darnos una nueva oportunidad - Exclamó Goodman - Haggard y Beckett son enemigos a muerte y sé que el inmortal es infinitamente superior al cyborg - Continuó el hombre - Con un aliado tan poderoso como Haggard, seremos intocables - Dijo con emoción - Sé dónde se localiza Adrian Haggard, podría ir a buscarlo y hablar con él.

-Tu idea no me parece tan descabellada - Murmuró Stella, reflexiva - Quizá si logramos que Morrigan regrese a Nova Terra, las cosas regresarán a la normalidad y la catástrofe habrá terminado.

-¡Exacto! - Intervino Goodman - Iré a buscarlos ahora mismo y te contactaré.

-De acuerdo - Suspiró Stella y lo tomó de las manos - ¡Ve! - Suspiró - Pero ten mucho cuidado...

Stella estaba a punto de añadir algo más, cuando el dueño del local salió hecho una furia y la sujetó del brazo, mientras la reprendía por su falta de responsabilidad y su pereza. La mujer sólo le dedico una mirada de súplica y entró en el local, cerrando con un portazo.

Goodman dio media vuelta y se alejó de ese lugar. Esperaba que Haggard lo escuchara y estuviera de acuerdo con sus planes. Él iría arrepentido y le hablaría de sus planes; le pediría perdón a Morrigan y les hablaría de todos los problemas que están teniendo en Nova Terra a raíz de su ausencia. Adrian y Morrigan tenían un gran corazón y Goodman estaba seguro que lo perdonarían y le darían una nueva oportunidad. De hecho, él pensaba largarse a un lugar lejano y no volverían a saber nada de él.

Goodman estaba sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta que era observado por Beckett y Urriaga. Ellos no le quitaban la vista de encima; además de que habían escuchado todo lo que el hombre hablaba con Stella. El cyborg estaba furioso y apenas si Lucian logró contenerlo para que no saltara sobre él y la mujer y los asesinara.

-¡Ese cabrón! - Bufó el cyborg - Traidor desgraciado - Gruñó apretando los dientes - ¡Lo voy a hacer pedazos!

El cyborg salió detrás de Goodman y lo alcanzó antes de que abordara la pequeña cápsula. Beckett estiró su brazo de metal y lo tomó por los cabellos, obligándolo a retroceder.

A Goodman se le heló la sangre en las venas al sentir el tirón. Parecía que le arrancarían el cuero cabelludo. Cerró los ojos y no hizo ningún intento para escapar. Trataría de actuar con la mayor naturalidad posible porque, estaba seguro que era Tristan la persona que se encontraba detrás de él.

Beckett lo obligó a que se diera la vuelta y le dedicó una mirada de profundo odio. Goodman permaneció impasible, pero le temblaban las piernas y las palmas de sus manos comenzaron a sudar cuando lo escuchó hablar.

-¡Bastardo malnacido! - Gruñó el cyborg - ¡Eres un vil e infame traidor!

-Y... ¿estás molesto porque te acabas de dar cuenta que no eres el único? - Murmuró Goodman en tono de burla.

-¡Imbécil! - Gritó Beckett y lo golpeó con fuerza en el rostro.

El hombre cayó al piso y escupió sangre. No le daría el gusto a Beckett de escucharlo quejarse. Iba a defenderse e intentaría escapar de ese sujeto. Goodman estaba decidido a destruir a ese cyborg a como diera lugar; así le costara la vida misma. Sin embargo, Beckett no dejó que se incorporara y comenzó a patearlo, golpeando con fuerza su estómago y su cara.

Lucian permaneció de pie a una distancia prudente, observando cómo Beckett golpeaba de manera brutal a Goodman. El reptiliano cruzó los brazos y gruñó por lo bajo. ¡Él se lo advirtió! Pero Goodman no quiso escucharlo. Urriaga sabía que era mejor no meterse con Tristan e intentar llevar la fiesta en paz. El cyborg era un tipo de cuidado y, para sujetos normales como el ex guardaespaldas de los Stone significaba una verdadera amenaza.

-Ya basta, Tristan - Murmuró Lucian al ver que Goodman estaba bañado en su propia sangre - ¡Ya déjalo! Larguémonos de este sitio asqueroso y lo abandonamos a su suerte, ¡ya no vale la pena!

Tristan gruñó y se detuvo al escuchar las palabras de su compañero. Levantó la mirada, observándolo con furia. No se iba a detener, le daría una buena paliza hasta acabar con su asquerosa existencia. Tipos como Goodman no merecían vivir.

Goodman sentía que no podía respirar, estaba mareado y apenas si podía ver; sólo manchas borrosas y parpadeantes aparecían de vez en cuando en su campo de visión. La cabeza le dolía y parecía que le iba a estallar, ¡y qué decir de su respiración! Sus pulmones se quemaban cada vez que intentaba tomar aire. ¡Pero no se iba a dar por vencido! El hombre trató de levantarse, pero no pudo, sólo pudo sacar fuerzas para sacar su arma y disparar hacia donde se encontraba Tristan.

-¡Idiota! - Rugió el cyborg cuando el disparo pasó rozándole el hombro y destruyó los contenedores de basura.

Goodman cayó al piso y ya no se levantó. Tristan le disparó en la frente, volándole el cráneo. El cyborg llevó su mano al rostro y limpió la sangre y los trozos de la cabeza de Goodman que quedaron sobre su piel, dio la media vuelta y caminó hacia Lucian, quién sólo miraba como autómata la escena.

-Esta es sólo una advertencia, Lucian - Dijo señalando el cadáver del hombre - Ya sabes lo que les pasa a aquellos que se atreven a traicionarme.

Urriaga asintió y caminó delante de Beckett, quién dio una última vista al local donde trabajaba Stella.

-Por cierto - Comentó el cyborg - ¿Saben cómo contactar con Timo y Bruno? - Preguntó con curiosidad.

Lucian suspiró y asintió lentamente. Él los conocía perfectamente.

-Perfecto - Continuó Tristan - Los llamaremos para decirles que hemos encontrado a su puta - Exclamó y esbozó una sonrisa perversa.

* * * * *

¡Goodman ha muerto! Cuando el hombre intentaba redimirse, su plan fracasó. Pero era lo que se merecía, es el precio que tuvo que pagar por su traición a Beckett.
Ahora creo que a Stella no le espera un buen final.
Nos estamos acercando al desenlace de esta historia, muchas gracias por todo su apoyo.
No olviden votar y comentar.
Maria Decapitated

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