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CAPÍTULO XXIV

-Lo imaginé - Exclamó Liam tratando de ocultar la sonrisa que deseaba aparecer en sus labios - Sin embargo, no imaginé que lo dijeras abiertamente - Sonrió al fin - A veces eres muy testarudo en esas cuestiones.

-Como sea - Bufó Adrian - No tengo tiempo para sentimentalismos, tengo mucho qué hacer y el tiempo corre, ¡debo darme prisa! No quiero hacer esperar demasiado a Morrigan.

-Entonces no me queda más que desearte suerte - Murmuró Liam - Cuida bien de ella, ¡sé que vas a lograr rescatarla! - Suspiró - Pero si la situación se torna complicada, no dudes en pedir ayuda, ¿de acuerdo?

-¡Lo haré! - Respondió Adrian - Y muchas gracias por todo - Finalizó el hombre y terminó la transmisión.

Adrian suspiró y se frotó el rostro con ambas manos mientras comenzaba a andar de un lado a otro en la nave preguntándose dónde conseguiría las piezas dañadas de la nave. No quería parecer un inútil al pedirle ayuda a Liam, Haggard se caracterizaba por arreglárselas solo, sin importarle su propia seguridad. Pero en estos momentos, existía una persona que dependía de él y que estaba bajo su cuidado. Si Morrigan se encontraba cautiva era por culpa suya y él necesitaba rescatarla. Sin embargo, el no contar con su nave le impedía armar un efectivo y letal plan de ataque para poner a salvo a la chica.

El hombre estaba demasiado preocupado por Morrigan y había entrado en un estado de ansiedad. Aunque en el fondo sabía que necesitaba calmarse, sus sentimientos más fuertes, salían a flote y se interponían en su raciocinio. Volvió a suspirar e intentó serenarse; no podía permitir que sus emociones fueran más fuertes que su parte racional.

-AB - Gruñó Adrian deteniéndose en seco y mirando a su androide - Saldremos de una vez a inspeccionar el terreno, no podemos esperar más.

-Como usted diga, señor - Dijo el Androide y caminó en pos de su amo.

La puerta de la nave se abrió y Haggard miró el firmamento. Continuaba siendo de día, lo que le pareció un poco extraño y rápidamente miró a AB, quién de inmediato buscó en su base de datos alguna información sobre Angrboda.

-Se le conoce también como el planeta del eterno amanecer. El sistema cuenta con dos soles. Cuando uno de ellos se oculta, el otro aparece para continuar iluminando - Dijo el androide de manera rápida.

-Ahora comprendo porque no está habitado - Dijo Haggard y saltó fuera de la nave, seguido del androide.

El hombre se quedó estático al ver un montón de hombrecillos alrededor de su nave, los cuales intentaban desmantelarla para subir las piezas de esta a una especie de camión espacial. Haggard los observó detenidamente, no levantaban más de un metro del suelo y estaban cubiertos por una especie de túnica oscura, además de llevar gafas del mismo color. Supuso que su indumentaria se debía a que el sol siempre brillaba sobre ese planeta.

-¡Largo! ¡Largo de mi nave! - Gritó Adrian con voz potente.

Los hombrecillos lanzaron varios gritos y aullidos y corrieron a refugiarse al camión. Sin embargo, Adrian sujetó a un par por el cuello de su túnica y les impidió huir. Los demás sujetos, al ver que sus compañeros habían sido capturados por ese gigantón, comenzaron a lanzar piedras a los intrusos.

-Creo que los habitantes de este planeta son particularmente hostiles - Exclamó AB y se dispuso a preparar su arma para atacar.

-¿Qué piensas hacer? - Gruñó Adrian - ¿Matarlos? - Lo reprendió - Nos atacan con palos y piedras, no es justo que los ataquemos también, ¡baja el arma!

AB no tuvo más remedio que obedecer, dejó su arma en el piso de la nave y levantó sus brazos. Adrian soltó a los cautivos, quieres corrieron a refugiarse en el camión.

-Necesito su ayuda - Dijo Adrian con voz fuerte y clara - ¡Por favor! No pretendo hacerles daño.

-Me temo que no hablan nuestro lenguaje, señor - Exclamó AB - Si me permite, puedo intentar con otras lenguas - Comentó el androide.

AB estuvo tratando de comunicarse con los hombrecillos hasta que por fin obtuvo una respuesta satisfactoria y uno de ellos salió del gran camión, llevando consigo las piezas hurtadas de la nave de Haggard.

Adrian agradeció el gesto y por medio de AB les preguntó si ellos conocían algún lugar en donde él pudiera conseguir las piezas dañadas del War Hawk. El hombrecillo respondió de forma afirmativa e inmediatamente señaló hacia el norte, dando entender que ese camino llevaba a un sitio donde podían encontrar las partes que necesitaban para reparar la nave.

-¿Qué es lo que dice? - preguntó Adrian que no comprendía lo que el sujeto trataba de decir.

-Dice que lo sigamos, señor. - respondió AB - Ellos conocen un sitio donde encontrará todo lo que busca, pero a cambio solicitan también su ayuda.

-De acuerdo - murmuró Adrian de mala gana - ¿Qué tipo de ayuda?

-Les preguntaré - dijo AB e inmediatamente se dirigió al hombrecillo para hacerle saber la duda de Adrian.

El hombrecillo comenzó a hablar a gritos en su idioma. Adrian podía sentir el miedo y la desesperación en su voz. ¿Qué sería lo que trataba de decir? Sin embargo, por la manera en la que movía las manos y otros movimientos de su cuerpo, Adrian deducía que él y los habitantes de ese sitio estaban expuestos a una peligrosa amenaza. Necesitan ayuda con urgencia, pero ¿qué podía hacer él?

Cuando el hombrecillo expuso su problema a AB, el androide se notaba consternado. Un dubitativo Adrian lo observó, esperando una respuesta de parte de su compañero.

-La gente de este planeta tiene mucho miedo - Comentó AB - Dicen que un monstruo espacial ha azotado el planeta, convirtiéndolo en lo que es ahora, un paraje solitario y de muerte - Murmuró.

-¿Un monstruo? - Preguntó Adrian con sorpresa y AB asintió - ¿Qué clase de monstruo?

-Un pirata terrible con enorme cornamenta...

-¿Cernunnos? - Gritó Adrian y los hombrecillos del camión corrieron a ocultarse.

-Al parecer sí - Dijo AB - Ese malnacido ha azotado este planeta de una forma bárbara - Comentó - Además de saquear y robar a esta gente, también secuestra a sus hijos para utilizarlos como esclavos en la sala de máquinas de su nave - Continuó el androide - Esta gente es muy habilidosa con la tecnología, pero ahora los ancianos sólo pueden recolectar chatarra y venderla para sobrevivir.

Adrian se sentó en el piso, junto a su nave, mientras pensaba en lo que podía hacer respecto a esa situación. Si ellos le ayudaban, él debía devolver el favor, rescatando a los secuestrados y deshaciéndose de Cernunnos. Pero primero, su nave debía estar lista en breve para poder salir a buscar a su nuevo némesis y enfrentarlo.

-La situación me viene como caída del cielo - Comentó Adrian - Yo también busco vengarme de ese hijo de puta - Bufó - Pero tenemos el problema de la nave, la necesitamos mejor de lo que estaba antes - Suspiró y se frotó el rostro - Debemos trabajar en la velocidad del War Hawk, las turbinas necesitan el doble de potencia, necesitamos recargar los cañones, colocar más armas y... - Dijo Haggard en un susurro apenas audible - Si ellos pueden ayudarme, yo con gusto los ayudaré a deshacerse de Cernunnos - Sonrió y acarició su barbilla.

-Un momento, general - Exclamó AB - Hablaré con esta gente y les daré su respuesta - Dijo el androide y de inmediato se dirigió a los hombrecillos.

AB habló un buen rato con ellos, los hombrecillos observaban a Adrian con visible interés y, poco a poco, comenzaron a rodearlo, acercándose a él hasta que pudieron tocarlo y comenzaron una enorme alharaca a su alrededor. Adrian los miraba entre enternecido y un tanto divertido ante tal bullicio y ademanes.

-Ellos están muy gradecidos porque no se negó a brindarles su ayuda - Comentó AB - Y por supuesto, han accedido en reparar el War Hawk - Exclamó el androide - Conocen un lugar no muy lejos de aquí. El consejo interestelar ha utilizado este planeta como tiradero de naves viejas - Murmuró - Estas personan han sabido sacar provecho de todo esto, recolectando la chatarra y reparando algunas naves para venderlas - Dijo y miró con lástima a los hombrecillos - Por desgracia, Cernunnos apareció y arrasó con todo. Los ha dejado sin nada.

-Entonces - Exclamó Adrian - ¿Qué estamos esperando? Que ellos se encarguen de la nave y que me dejen a mí el asunto de Cernunnos.

AB les comunicó a los pobladores las palabras de Adrian y estos lanzaron vítores y abrazaron a Adrian. Estaban felices de haber conseguido un aliado ya que muchos mercenarios aparecían por ahí pero nadie se atrevía a atacar a Cernunnos ya que muchos de ellos le temían.

Un grupo de hombrecillos montó en el camión y partieron hacia el sitio dónde encontrarían las piezas que Adrian necesitaba, mientras que él, AB y otro grupo de enanitos se encargaban de la nave. En un santiamén la desmantelaron y comenzaron a trabajar en la reparación del War Hawk. Unas horas después, los otros hombrecillos volvieron y Adrian casi grita de felicidad al ver el montón de piezas nuevas que consiguieron. Inmediatamente las revisó, las analizó a conciencia y seleccionó las mejores para poder armar de nuevo su nave.

Estuvieron trabajando sin parar durante muchas horas. En ese sitio parecía que nadie descansaba ni necesitaba dormir. Los hombrecillos eran muy diestros en su trabajo, conocían bastante sobre mecánica, física y aerodinámica, ¡y qué decir sobre tecnología! A pesar de todas las carencias que sufrían, se las ingeniaban para construir en un dos por tres los elementos necesarios para continuar o facilitar su labor. Para Adrian, esa era una característica sorprendente de esos seres.

Un rato después, los hombrecillos tomaron un breve descanso para comer un refrigerio, ofreciendo lo poco que tenía a Adrian. Este tomó el plato lleno de extraños y coloridos frutos, los cuales le parecieron deliciosos. Sin embargo, los hombrecillos no los comían, ellos comían sólo hierbas y raíces comestibles. Adrian preguntó el motivo por el cual no probaban ese delicioso manjar e inmediatamente obtuvo su respuesta.

-Han preferido ceder su comida a usted, general - Comentó AB - Esos frutos que usted degustó son muy codiciados debido a su incalculable valor nutricional - Murmuró el androide - Quien los coma, puede soportar duras pruebas físicas y de resistencia ya que comiendo una sola fruta puede mitigar su hambre y estar varios días sin probar un bocado y no se debilitará, al contrario; se mantendrá fuerte y vigoroso - Continuó - Es por estos frutos que Cernunnos llegó a este lugar. Ese maldito pirata los ha explotado y amenaza con destruirlos si no le proporcionan lo que pide - Suspiró - Por eso ellos tienen miedo, ya que este año no han podido recolectar la cantidad de frutos que Cernunnos les pidió y este tipo está por llegar. Si no le tienen su pedido, los matará a todos.

Adrian no respondió, ahora comprendía la fuerza y vigorosidad de Cernunnos y sus piratas. Sin esos frutos no eran nada. Él se iba a encargar de que ese sujeto no recibiera nada de frutos, lo engañaría del mismo modo que él fue engañado. Ese desgraciado se iba a arrepentir de haberse burlado de él y de esos pobres hombrecillos.

-Tengo un plan - comentó Adrian - He visto la gran cantidad de explosivos que tienen dentro del camión. Algunos de ellos son exactamente del mismo tamaño y forma redonda como los frutos que ustedes recolectan - Dijo el hombre y sonrió, mientras que los hombrecillos imitaban su sonrisa maliciosa - Entregaremos un paquete especial para Cernunnos y sus hombres, pero antes, rescataremos a sus familiares de las garras de ese cornudo.

Hubo más gritos de júbilo y después de la breve celebración, un grupo de seres continuó trabajando con Adrian, mientras que un grupo más numeroso (ya que lo hombrecillos llamaron al resto del pueblo a unirse a la causa) se dedicaba a pintar y disfrazar los explosivos, empaquetándolos con cuidado dentro de pequeñas cajas de una madera especial y ocultándolos de la vista con frutas reales. Era un momento lleno de felicidad y esperanza, al ver a toda esa gente así, Adrian pensó que no debía fallarles.

-Me dicen que Cernunnos los visitará dentro de poco - Comentó AB - Es su oportunidad para tomar venganza - Murmuró el Androide - ¿qué es lo que tiene planeado hacer señor? - Preguntó con curiosidad - ¿Cómo rescatará a la señorita Stone y a los pobladores secuestrados?

Adrian escuchó la pregunta del androide. Tenía que pensar en algo que no fallara y que les diera la oportunidad de tomar ventaja sobre Cernunnos y su gente. Lanzó un fuerte suspiro antes de responder, el hombre tenía la certeza que su plan no fallaría y que lograrían la victoria sobre los piratas.

-Voy a infiltrarme en su nave - exclamó Adrian - Lo distraeré de la mejor manera posible, a él y a sus hombres - Continuó - Y tú, mi querido Androide, me ayudarás a rescatar a los nativos de Angrboda. Llevarás un pequeño grupo que te ayudará a salvarlos.

-Espero funcione su plan - Dijo AB no muy convencido - Estoy revisando las estadísticas, estas me dicen que...

-Al diablo con tus estadísticas - Gruñó Haggard - Me desespera que seas tan políticamente correcto - refunfuñó el mercenario - Tenemos que tomar acción y no quedarnos de brazos cruzados. Le hemos dado esperanza a esta gente y han confiado en nosotros, no debemos fallarles - murmuró Haggard - Estas personas no tienen porque seguir bajo el yugo de un bastardo sin honor como ese pirata malnacido - Suspiró - ¡Y yo tengo que salvar a Morrigan a como dé lugar! - gritó el general - Ella me necesita y no debo fallarle, porque sé que sufre. - dijo con tristeza - Pero ella es fuerte y podrá soportar todo hasta que yo logre salvarla de las garras de ese loco - Exclamó y se levantó - ¡Así que pongamos manos a la obra, amigo! Porque bien sabemos que las guerras no se ganan con números y estadísticas, ¿verdad? - Finalizó Adrian y se alejó de AB para continuar con su trabajo.

* * * * *

El cuerpo de Morrigan se contoneaba al ritmo de una melodía sensual. Sus caderas ascendían y descendían con suave ritmo, hipnotizando con sus movimientos a cualquiera que la mirara. Su cuerpo esbelto y flexible trazaba hermosas siluetas en el aire. Cernunnos no paraba de mirarla, embelesado ante el cadencioso balanceo de sus pequeños senos. No cabía duda que Morrigan era perfecta a sus ojos y entre más tiempo pasara mirándola, más anhelaba poseerla y someterla a su voluntad.

La chica miró a Cernunnos, las miradas que este le dedicaban eran lascivas y grotescas. Inmediatamente, ella volvió el rostro y cerró los ojos. Por un instante imaginó que ese baile era dedicado para Adrian, sin embargo, el sentir el peso de la mirada del pirata la hizo volver a la realidad. Morrigan estaba asqueada por tener que dedicar esos bailes tan íntimos a todos esos hombres y mujeres que la miraban complacidos.

Lentamente, Morrigan se acercó hacia dónde se encontraba Cernunnos. Había recordado que, una vez, cuando niña, encontró un viejo libro en la biblioteca de su padre. Dicho libro tenía cuentos antiquísimos y entre esa antología se encontraba la historia de Alí Baba y los Cuarenta Ladrones. Ella había admirado a Morgiana, quién salvó al hombre de las garras de los ladrones al asesinar al jefe de estos mediante un sensual baile. Así que ella, imitando a esa heroína del cuento, se atavió a la usanza, con velos de gasa transparente que cubrían su desnudez y a manera de cinturón ató una cadena de plata que terminaba en un afilado puñal.

Morrigan continuó su danza, acercándose lentamente a Cernunnos y mostrando la punta de la daga como parte del baile, hasta que estuvo muy cerca del capitán, lo suficiente para lanzarse contra él y clavar el arma en su pecho.

-¿Qué has hecho, desgraciada? - Rugió el pirata dando un manotazo a la joven, quién rodó sobre el piso del lugar - Eres una mujerzuela muy astuta - Sonrió el tipo mientras se acercaba a la joven y la tomaba por el cabello - Te he subestimado, ¿no es así? - Gritó y la zarandeó con fuerza, como si ella se tratara de un trapo - Pero te has equivocado conmigo, mocosa insolente - Gruñó y la abofeteó con saña.

Morrigan chilló, se quejó y forcejeó, pero soportó valientemente el dolor. No se permitió llorar, deseaba hacerlo, sin embargo, no podía con tantas humillaciones, golpes y malos tratos.

-Eres un ser aberrante y ominoso - Gritó Morrigan y lo escupió en el rostro - ¡Te odio, Cernunnos! Te detesto con toda mi alma y espero que algún día alguien te dé tu merecido.

El pirata se carcajeó y arrancó de su pecho el puñal que Morrigan clavara en este, arrojando después a Morrigan sobre el piso.

-Nadie puede matarme, mi muñequita - Exclamó el sujeto sonriendo abiertamente, mientras Morrigan esbozaba una mueca de horror - Y, ¿sabes qué? - Bufó - Ya me estoy cansando de tu actitud y de tu negativa a estar conmigo en la cama - Dijo mirándola de manera perversa - Así que voy a tomarte en este mismo momento, ¡no importa que los demás estén mirando!

Morrigan retrocedió asustada e intentó huir de ese asqueroso ser, pero este la sujetó del cabello con su gran manaza y, con la mano libre trató de desabrochar sus pantalones para liberar su portentoso miembro.

-¡No! - Gritó la joven y trató de soltarse para alejarse de ese sujeto, pero le fue imposible - ¡suéltame desgraciado!

Pero Cernunnos no la soltó, sólo lanzaba sendas carcajadas, arrastrando a Morrigan hacia él. La chica comenzó a llorar de tristeza y desesperación, si ese tipo se atrevía a tocarla, la destrozaría y ella moriría irremediablemente. ¡Pero no le sería fácil! Lucharía por liberarse del yugo de ese pirata.

-¡Capitán! - La voz de un sujeto interrumpió las intenciones de Cernunnos - Una nave ha aterrizado en nuestro crucero - Murmuró mientras se cuadraba - Se trata de una nave War Hawk que...

-¡War Hawk! - Exclamó Cernunnos soltando a Morrigan - ¿Cómo es posible que ese bastardo haya aterrizado en nuestra nave y burlado nuestra seguridad? - Gritó y golpeó al sujeto que había dado la voz de alarma - ¡Todos a sus puestos, malditos piratas de cuarta! ¡Quiero muerto a ese perro!

Todos en la nave se movilizaron para cumplir la orden de su capitán. El corazón de Morrigan comenzó a latir desesperadamente. ¡Adrian! ¡Adrian había regresado por ella! Llegando en el momento justo para salvarla de las garras de ese degenerado.

* * * * *

Adrian miró a los hombrecillos de Angrboda, esos tipos eran muy habilidosos. En poco tiempo, ellos lograron reparar su nave, modificándola. El War Hawk estaba mejor que antes y como parte de su agradecimiento, Haggard los enseñó a usar y reparar las armas abandonadas en el tiradero de chatarra. Ahora esos hombrecillos estaban preparados para la guerra y dispuestos a rescatar a su gente para liberarlos del yugo de Cernunnos.

El equipo de rescate entró en la nave War Hawk, mientras que en otras dos naves más grandes estaba un par de grupos de apoyo, los cuales intervendrían y transportarían a los rescatados. El plan era sencillo; Adrian estaba seguro de tener la victoria esta vez.

-¿Está seguro, señor, de lo que va a hacer? - Preguntó AB, aún desconfiando - ¿No cree que es demasiado pronto? ¡Apenas saben usar esas armas!

-¡Ya cállate! - Gritó Adrian, desesperado por la actitud de su androide - No porque los veas pequeños los menosprecies. Esta gente está muy bien preparada, su inteligencia va más allá de nuestros límites. Sólo necesitaban un líder, alguien que los encauzara y, lo más importante, los hiciera sentir confianza en sí mismos - Suspiró - Con su apoyo lo vamos a lograr. Así que ¡cierra el pico y aterriza en ese crucero!

AB hizo lo que su amo le ordenaba y, con la ayuda de un sofisticado dispositivo diseñado por Adrian y los habitantes de Angrboda, lograron desactivar todos los escudos, radares y alarmas de la nave de Cernunnos. Rápidamente aterrizaron, tomando por sorpresa a los vigilantes.

-Ustedes - Gritó Adrian a AB y al grupo de rescate - ¡Vayan al cuarto de máquinas a liberar a su gente! - Gruñó - Yo me encargaré de distraer a Cernunnos y su gente.

AB obedeció y seguido de los hombrecillos, lograron internarse en la nave sin ser vistos, buscando el cuarto de máquinas. Adrian suspiró y trató de conservar la calma, mientras tomaba una bandera blanca caminó lentamente por los pasillos de la nave.

-Manos arriba - La voz potente de Cernunnos lo obligó a detenerse - No des un paso más, Adrian Haggard, ¡o ella se muere! - Gritó, al tiempo que sostenía a Morrigan, amenazándola con un arma.

A Adrian le dio vuelco el corazón cuando miró el rostro de Morrigan. La chica estaba llorando, además de encontrarse bastante lastimada. Eso lo hizo montar en cólera, pero trató de contenerse, apretando los puños.

-Vengo en son de paz, capitán - Dijo Adrian esbozando una sonrisa inocente - Sólo quiero hacerle una propuesta y traerle un regalo, ¡nada más!

Cernunnos lo miró fijamente y entrecerró los ojos. No se fiaba de ese sujeto, no después de lo que había hecho. Haggard era un tipo muy peligros y no debía subestimarlo. Pero también tenía curiosidad por conocer esa propuesta y, ¡por supuesto! Deleitarse con el regalo.

-Bajen las armas - Murmuró el capitán - Quiero que te acerques, Haggard - Murmuró - Pero antes debo hacerte un advertencia.

-Adelante - Dijo el hombre mientras se acercaba a Cernunnos.

-Ni creas que te entregaré a la mujer - Murmuró el pirata - Ella ahora me pertenece y jamás voy a entregártela.

Adrian miró a Cernunnos y después su mirada se posó en Morrigan. La chica había dejado de llorar, pero sus bellos ojos estaban hinchados y enrojecidos. Morrigan estaba aterrada y en su mirada, además de tristeza, se reflejaba la súplica y la desesperación que sentía al estar al lado de Cernunnos.

-¡No he venido por la mujer! - Gruñó Adrian volviendo el rostro, e intentando ignorar a Morrigan - Ella no me interesa, no he venido a su rescate - Sonrió con Sorna - Yo he venido a negociar, a hacer un trato interesante a cambio de mejores riquezas - Continuó y chasqueó la lengua.

Morrigan no podía creer lo que escuchaba. ¿Qué era toda es mierda? ¡Él le prometió que regresaría por ella! Y ahora parecía que no le importaba. La joven Stone fue embargada por la tristeza y comenzó a llorar otra vez. Las palabras de Haggard fueron despectivas y le calaron en lo más hondo de su corazón.

-¡Eres un imbécil! - Gritó Morrigan - Te detesto, Adrian Haggard. ¿Cómo puedes decir eso? - Le reclamó - Tú me prometiste que...

-¡Silencio! - Exclamó Cernunmos y la abofeteó para hacerla callar - Este asunto no te compete, mujer.

Adrian le dedicó una mirada de odio profundo. ¿Cómo se atrevía a tratar a Morrigan de esa manera tan vil? Morrigan era una diosa, ella sólo merecía ser venerada, ser puesta en un pedestal y ser tratada con ternura y amor. Sintió unas ganas enormes de matarlo en ese mismo momento, ¡pero no podía arriesgar esa misión! El plan debía seguirse al pie de la letra.

-Entonces - Continuó Cernunnos dirigiéndose Adrian - ¿Qué propones? - Preguntó con zalamería - Espero que sea algo que valga la pena.

-¡Quiero la revancha en el juego! - Dijo Haggard con decisión - No puedo permitirme ser derrotado y...

-¿Estás seguro? - Preguntó el capitán arqueando la ceja - Porque mis revanchas son caras, las apuestas se multiplican... - Sonrió con burla - Recuerda que yo jamás pierdo.

-Lo sé - Murmuró Adrian con frialdad - Por tal motivo he venido preparado - Exclamó enarcando una ceja - No soy un tonto, Cernunnos - Comentó con una sonrisa torcida - Así que tengo algo interesante que apostar - Murmuró y señalo su nave - ¿Has visto mi nuevo vehículo? - Y Cernunnos asintió - Te lo apuesto, además de un androide AB-666, muy bien entrenado, por cierto y... - se golpeó el pecho con la palma de la mano - Un nuevo sicario dispuesto a obedecerte en todo lo que le digas.

Cernunnos se mesó la barba. La propuesta era interesante, en especial el poder tener a Haggard a su total disposición. Si la leyenda era cierta, tenía en su poder al sujeto cero, al portento de la genética y a uno de los seres humanos más poderosos del universo.

-Te noto indeciso - Continuó Haggard y extrajo de un pequeño morral una singular caja, la cual abrió delante de las narices de Cernunnos - Si los objetos que te ofrezco no son suficientes, aquí tienes una dotación completa de los preciados frutos raichi.

La mandíbula del pirata cayó hasta el piso al ver la caja llena de esas frutas. Sus ojos brillaron con codicia. Esa caja valía su vida completa, ¡millones y millones de metálico! Además de incontables tesoros

-No tengas miedo - Siguió Adrian - Yo no haré tramp...

-¡Acepto! - Gritó Cernunnos y tendió su mano.

Adrian esbozó una sonrisa perversa. ¡La primera parte de su plan había salido a la perfección! Extendió su brazo para estrechar con fuerza la de Cernunnos.

-¡Es un trato! - Dijo Haggard - Qué comience el juego.

* * * * *

Creo que esto se pondrá interesante, ¿no lo creen? Y con este capítulo, nos estamos acercando a los episodios finales de la historia.
Espero me dejen sus comentarios respecto a este nuevo capítulo.
¡Muchas gracias!
Maria Decapitated

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