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CAPÍTULO XXIII

Morrigan se miró en ese enorme espejo de marco dorado y decorado con elegancia. La chica lucía espléndida con ese maquillaje elaborado y muy llamativo que acrecentaba su belleza. ¡Y qué decir de su ropa! Morrigan llevaba puesto un vestido corto tipo Cheongsam que apenas cubría su trasero, además de tener un pronunciado escote. La falda del vestido tenía dos aberturas desde la ingle que mostraban sus blancas piernas, cubiertas por medias de red. Para rematar, la chica calzaba unos hermosos zapatos de un enorme tacón de aguja.

A pesar de que a Morrigan le encantaba vestir de manera sexy y provocativa, en esos momentos no le gustaba verse así. Ni siquiera le emocionó el hecho de lucir joyas de enorme valor y que un séquito de mujeres de distintas razas la rodeaba, dispuestas a cumplir todos sus caprichos, por insignificantes que estos fueran.

Ella no estaba feliz, ¡eso no era vida para ella! La esclavitud no estaba dentro de sus planes de vida y aunque el capitán Cernunnos la trataba como si fuera una diosa, ella se sentía peor que basura. ¡Odiaba a ese tipo! Odiaba ese lugar y lo único que deseaba era salir de ese sitio y volver a los brazos de Adrian y reunirse de nuevo junto a Liam.

La joven lanzó un enorme suspiro y comenzó a llorar abundantemente. Se sentía tan sola y tan triste.

-¡Ay, no! - Gimió una mujer - ¡Por favor, no llores! Arruinarás tu maquillaje y...

-Déjala que llore - Dijo otra mujer - ¿Acaso tú no lloraste la vez que llegaste a este lugar? - Exclamó - Y a veces vuelves a llorar porque sabes que nadie va a rescatarte...

La mujer hablaba con la voz cargada de pena y tristeza. Su vida junto al Capitán Cernunnos no había sido fácil. Ella y otras mujeres habían sido sacadas por la fuerza de su aldea para complacer al capitán y a sus piratas. Fueron tratadas de la forma más vil y despiadada, siendo ultrajadas y maltratas por esos seres despreciables. Su esperanza se había esfumado y lo único que podían esperar era morir a manos del capitán o de sus hombres o quitarse la vida para no continuar sufriendo más humillaciones y maltratos.

Morrigan sabía que esas mujeres sufrían y que habían perdido toda esperanza. Pero ella aún no perdía esa fe. Adrian cumplía sus promesas y en cualquier momento, él aparecería para exigir una revancha y rescatarla de las garras de ese pirata cruel.

-¡Adrian sí me rescatará! - Gritó Morrigan, molesta al escuchar ese comentario.

-¿Te refieres al hombre que te abandonó aquí? - Exclamó la mujer - ¡Por favor, niña! No sueñes y regresa a la realidad - Suspiró - No va a venir por ti y aunque lo intente, ¡jamás saldrás de este lugar!

-Adrian volverá por mí - Gimió Morrigan segura de sus palabras - Él me lo prometió - Sollozó - Él no es como los otros hombres, él es... - Guardó silencio y se echó a llorar.

Las mujeres no dijeron más, sólo dejaron que ella continuara llorando y comenzaron a cuchichear entre sí. Ellas tenían años sirviendo a Cernunnos y nadie se atrevió a rescatarlas de las garras de ese monstruo. Los comentarios de las mujeres eran muy desalentadores. Cernunnos sólo las utilizaba, era amable con ellas durante los primeros días, pero cuando comenzaba a aburrirse o ellas no hacían su voluntad, las maltrataba hasta casi matarlas. La única salida era el suicidio o permanecer ahí, sometidas a los caprichos de ese monstruo espacial.

Morrigan lanzó un nuevo suspiro. No podían verla derrotada, no iba a quedarse de brazos cruzados permitiendo que la humillaran o la mancillaran. Ella tenía dignidad, era fuerte y autosuficiente; tenía que defenderse sola. También conservaba la esperanza de que Adrian la rescatara lo más pronto posible; sólo necesitaba fuerza y paciencia.

-Es hora de que salgas - Murmuró una hermosa dama de cabellos azules - El Capitán te está esperando.

-Pues si el capitán quiere verme, ¿por qué carajos no viene hasta acá? - Respondió Morrigan - Yo no quiero salir, no me apetece.

No bien había terminado de pronunciar esa frase, cuando la mujer le plantó una fuerte bofetada. Morrigan se levantó de un salto y le dedicó una mirada de odio, antes de lanzarse sobre esa tipa y comenzar a golpearla con fuerza. Se juró a sí misma no permitir que nadie la humillara, así que debía defenderse.

-¡Debes obedecer las órdenes del capitán! - Gimió la mujer mientras Morrigan tiraba fuertemente de su cabello.

-¡No vuelvas a ponerme una mano encima, puta! - Gritó Morrigan azotando la cabeza de la mujer contra el piso de la nave - ¿Está claro? - Volvió a gritar.

Morrigan se levantó de un salto y salió de la habitación, caminando con la cabeza en alto hacia donde la esperaba el capitán.

Cernunnos quedó maravillado con la belleza y sensualidad de Morrigan. El capitán al verla se puso de pie inmediatamente y le sonrió de manera hipócrita. Iba a disfrutar mucho cuando la poseyera. Esa rubia era una mujer como pocas, de las más bellas humanas que había conocido. Le quedaba muy claro el por qué Haggard deseaba recuperarla. ¡Esa chica era única en su especie!

Al entrar a la sala, Morrigan sintió el peso de la mirada de Cernunnos sobre ella. Una mirada lascivia y llena de deseo. Lo único que pudo sentir en ese momento fue asco y aversión, pero también miedo, aunque de alguna manera tenía que vencerlo y no lograr que el capitán pudiera intimidarla. No iba a permitir que ese sujeto le pusiera una mano encima. La chica lo miró con desprecio y se sentó junto a él, poniendo los pies sobre la mesa, cosa que logró que Cernunnos hiciera una mueca de desagrado.

-Eres muy hermosa - Murmuró el capitán, observando atentamente las piernas de la mujer - Estoy orgulloso de tenerte como botín - exclamó Cernunnos mostrando sus dientes podridos y sin dejar de mirar a la joven - Ahora comprendo porque Haggard no quería deshacerse de ti e imploraba por recuperarte. - Sonrió con burla - Pero ahora eres mía y él jamás podrá tenerte. - dijo lanzando sonoras carcajadas.

¡Ese tipo era repugnante! Morrigan ignoró las palabras del capitán Cernunnos, sólo lo miró con desprecio y tomó una de las viandas que estaban exquisitamente servidas sobre la mesa para comenzar a comer con las manos, llenándose la boca con comida y masticando ruidosamente mientras que Cernunnos la observaba atónito.

-¡Qué asco! - Gritó Morrigan y escupió el bolo alimenticio en la copa del capitán - Esta comida sabe horrible - Gruñó y volvió a escupir - ¿Cómo te puedes comer estas porquerías?

Cernunnos miró su copa de vino, ¡esa mujer era una cerda! Había escupido en su bebida favorita y la había contaminado. No podía creer que se comportara de esa forma y mucho menos en su mesa, para el capitán la hora de los alimentos era un momento sagrado. Se habían servido los más exquisitos manjares, todos ellos preparados por el mejor chef del universo. ¡Y ella los había despreciado como si se trataran de basura!

-¡Eres una...! - gruñó el hombre lleno de desagrado pero fue interrumpido por Morrigan.

-¿Una qué? - gritó la chica - ¡Termine su frase, capitán!

Cernunnos no le respondió, solamente descargó un par de bofetadas en el rostro de Morrigan haciéndola caer al piso. La joven suspiró, no le iba a dar el gusto de verla de llorar, mucho menos de verla derrotada. Los golpes le habían dolido hasta lo más profundo de su alma, pero iba a aguantar. Tarde o temprano Adrian la rescataría y juntos le darían su merecido a esos piratas.

-¿Te dolió muñequita? - preguntó el sujeto de la enorme cornamenta inclinándose y sujetando a Morrigan por el cabello - No te quieras pasar de lista conmigo porque no te va funcionar. - dijo y recorrió el rostro de la chica con la lengua - Porque eres mía y tarde o temprano voy a follarte te guste o no. - exclamó antes de arrojarla de nuevo al piso.

Morrigan fue sacudida por los sollozos, pero no derramó ninguna lágrima. Sólo apretó los puños y los dientes para tratar de controlar su ira y su tristeza. Tenía que encontrar la manera de deshacerse de Cernunnos o al menos de intentar hacerle la vida imposible. Adrian no tardaría mucho y juntos derrotarían a ese asqueroso pirata.

* * * * *

Goodman miró como Beckett abandonaba la nave y cerraba la puerta dejándolos encerrados en esta. El hombre lanzó un suspiro de fastidio antes de caminar hacia la salida y volver a abrir la puerta, dispuesto a abandonar la nave.

-¿A dónde vas? - Preguntó Lucian interponiéndose entre el hombre y la salida.

-Es obvio - Gruñó Goodman - Voy afuera...

-Beckett dejó muy claro que no quería que... - respondió el reptiliano pero Goodman no lo dejó terminar.

-¿Y le vas a obedecer? - Preguntó Goodman con incredulidad - ¡Por favor Lucian! - Gritó el hombre - ¿Qué no estás harto de ese maldito cyborg? - preguntó - Hasta el momento hemos fallado en esta misión, ¡nada sale bien! - se quejó - Estoy cansado de que no podamos lograr nada. - Y guardo silencio esperando la respuesta de su compañero, pero este no respondió - Bien, entonces déjame salir, tengo algo importante qué hacer. - murmuró.

-Lo siento, pero sabes bien que no puedes abandonar la nave. - Exclamó Lucian con firmeza - Además, ¿qué harás allá afuera?

-Necesito hablar con Stella - Bufó Goodman - Tiene que saber que Becktt ha vuelto a fracasar y que seguramente este tipo la ha traicionado - Murmuró con firmeza - Stella debe saberlo y tiene que ponerle un alto. - dijo el hombre - Ella tiene sus esperanzas puestas en nosotros, ¡somos su única salida!

-¡Eres un idiota Goodman! - dijo el reptiliano - ¿Acaso te has vuelto loco? - Exclamó Lucian - Si Beckett se entera te matará.

-No si lo mato yo antes - respondió Goodman - Como te he dicho, estoy harto de ese cyborg. - exclamó - Es un fracasado que espera vengarse de Haggard pero jamás lo hará, no puede con ese sujeto.

-¿Me estás dando a entender que planeas matar a Tristan? - Murmuró Lucian totalmente pasmado - ¡Estás loco! Y además de loco, estúpido. Él va a matarte antes de que intentes mover un dedo.

-Por eso vas a ayudarme... - murmuró el hombre.

-¿Qué? - Gritó Lucian sin salir de su pasmo - Conmigo no cuentes, idiota - Gruñó el reptiliano - Arréglatelas tú solo - Yo no voy a traicionar a Beckett - Dijo con media sonrisa - Yo aún quiero vivir...

-¿Y crees que viviremos lo suficiente persiguiendo a Haggard sin ton ni son? - Dijo Goodman lleno de ira - ¡Ese hombre es inmortal! ¿Qué no lo entiendes? - gritó - Además de que posee una fuerza descomunal, es muy astuto y siempre se las arregla para burlar las tretas de Beckett. - murmuró Goodman - Si no morimos a manos de Beckett, Haggard nos hará pedazos.

-Estoy seguro que Haggard tiene un punto débil - Exclamó Lucian esbozando una sonrisa siniestra.

-¡Claro, claro! - Se burló Goodman - Sólo estás diciendo idioteces, Beckett te ha lavado el cerebro, ¡no sé qué te prometió, pero...!

-Mira, idiota - Gruñó Lucian sujetando a Goodman por el cuello - Déjate de tonterías y olvídate de asesinar al cyborg - Exclamó lleno de ira - Pero sí continúas con esa cantaleta o con esa idea, conmigo no cuentes, ¿de acuerdo? Haz lo que tengas qué hacer, pero solo. ¡Yo no voy a traicionar a Beckett!

-¡Eres un cobarde! - Bufó Goodman - Además de traidor... ¡Stella confió en ti!

-Stella también es una traidora - Exclamó el reptiliano - Pero llámame como quieras, no tiene caso seguir con esta conversación, ¡no voy a ayudarte! - Dijo soltando a Goodman - Y una cosa más, cerraré mi boca respecto a esta conversación. No diré nada a Tristan.

En ese momento, la puerta de la nave se abrió y apareció Beckett quién llevaba una bolsa de comestibles, además de un pequeño saco de cristales para la nave. El cyborg los observó atentamente, la actitud de ambos hombres le pareció muy sospechosa. Seguramente estaban tramando algún plan para deshacerse de él, pero no se los permitiría.

-¿Qué está pasando aquí? - Preguntó sin apartar su mirada de ellos.

-No pasa nada - Murmuró Lucian - Solo que Goodman está muy aburrido, dice que hace falta un poco de acción...

-Partiremos dentro de una hora - Murmuró Beckett mirando esta vez a Goodman, quién le dio la espalda y fingió revisar el mapa de ese planeta - Así que prepárense, iremos en busca de Haggard.

-¿Regresaremos a dónde los piratas? - preguntó Lucian tomando su lugar en la nave para echarla a andar.

-No - respondió Beckett - Es posible que Haggard haya logrado escapar - murmuró el cyborg - Así que nos dirigiremos al planeta más cercano, Angrboda - dijo el cyborg -

Quizá se refugiaron ahí.

Lucian asintió y marcó las coordenadas que Beckett le indicaba para poner en marcha la nave y dirigirse a Angrboda. Goodman lanzó un suspiro, estaba harto de hacer lo mismo siempre. Ir y venir de un lugar a otro, derrotados y burlados por ese súper hombre. Haggard no era un tonto y si había logrado escapar de los piratas, sería muy estúpido que se refugiara en alguno de los planetas cercanos al lugar del ataque.

Angrboda era un sitio horrible y lleno de gente pobre, ¡sólo un loco visitaría un lugar como aquél! Pero no podía quejarse, tenía que seguir aguantando esa situación hasta que encontrara el momento adecuado para deshacerse de Beckett y por supuesto de Lucian.

* * * * *

Como pudo, Haggard logró aterrizar su nave en Angrboda. El vehículo estaba bastante dañado y necesitaba con urgencia ser reparado. AB también requería reparaciones, Cernunnos lo había desactivado, convirtiéndolo en un montón de chatarra inútil. Pero AB era lo de menos, con una rápida reprogramación quedaría como nuevo lo que realmente preocupaba era su nave. Varias piezas necesitaban reemplazarse completamente y dudaba mucho que en Angrboda hubiera algún taller de la más alta tecnología o... ¡ya ni siquiera estaba seguro de que el planeta fuera habitable!

El hombre descendió de la nave para tantear el terreno. El lugar era un enorme bosque, de variada vegetación. Se notaba que, al estar casi deshabitado, la vida vegetal pululaba y crecía de manera exótica y muy hermosa a la vista. Adrian entró de nuevo en la nave, una vez que reparara a AB, juntos saldrían a recorrer el terreno para encontrar la manera de comunicarse con Liam y que este les enviara algún tipo de ayuda.

Adrian comenzó a trabajar en su androide, lo conectó a la computadora central de la nave y revisó su código. Todo estaba en orden, simplemente teclearía unos comandos de reinicio, limpiaría su memoria y en un par de minutos AB quedará como nuevo. Por suerte los archivos más valiosos de su memoria interna no fueron dañados.

AB abrió los ojos y miró a su amo, incorporándose rápidamente.

-¡La señorita Stone! - Gritó AB - Debemos rescatarla de...

-Lo sé - Suspiró adrian con tristeza - Ella fue... - Volvió a suspirar - Ella fue capturada - Murmuró y comenzó a narrar los sucesos a AB, quién lo escuchó con atención.

-Entonces, debemos salir a buscar ayuda - Comentó AB - Tengo en mi memoria los planos del planeta y todos sus datos demográficos - Dijo con orgullo - A unos cuantos kilómetros hay una pequeña aldea de nativos que seguramente no se negarán a prestarnos su ayuda a cambio de unos cuantos puñados de metálico.

-Lo haremos mañana, AB - Dijo el hombre - Un vez que los soles brillen en el firmamento saldremos a buscar ayuda y a recorrer el planeta. Debemos recargar la nave con energía solar y aprovecharla al máximo.

AB asintió y guardó silencio. Su amo se notaba triste y melancólico. Jamás, en todos los años de servicio, lo había visto con esa expresión en su rostro. El hombre se encontraba abatido y derrotado y él sabía que se debía al hecho de perder a la señorita Stone, sin embargo, el androide se guardó bien sus comentarios; no quería cometer una imprudencia.

Durante un buen rato, Adrian y AB estuvieron haciendo un recuento de los daños; especialmente en las piezas dañadas, que eran varias. Haggard estaba muy frustrado y molesto, además de distraído; sus pensamientos se encontraban con Morrigan. El hombre no podía evitar sentirse culpable y a menudo se preguntaba si la chica se encontraría bien, si la trataban bien o alguien se atrevería a hacerle daño.

-General Haggard - Exclamó AB un poco desesperado ya que Adrian se encontraba a años luz de distancia y no hacía caso de sus palabras - ¡Señor! ¿Me escucha?

-¿Decías? - Murmuró Haggard, espabilándose - Perdón, estaba...

-El capitán Griffin ha intentado comunicarse con nosotros - Dijo el Androide - El sistema se encontraba dañado, pero logré repararlo para poder tener una señal decente - Murmuró y señaló la pantalla.

Adrian parpadeó, le dedicó una sonrisa a AB y de inmediato se acercó hacia el monitor en dónde se proyectaba la imagen nítida de Liam.

-¡Adrian! - Exclamó Liam sin ocultar su preocupación - ¡Caramba, hombre! - Murmuró - Tengo un par de días intentando comunicarme con ustedes y sin éxito, ¿qué ha sucedido? - Dijo el hombre mientras sus ojos buscaban la imagen de su sobrina.

Haggard buscó un asiento y se dejó caer sobre este, mientras su mano se paseaba por el cabello y lanzó un hondo suspiro, ¿cómo se lo decía a Liam? Se preguntó y miró a su amigo.

-¡Joder! - Gruñó Adrian y golpeó el panel con los puños - ¡Perdí a Morrigan! - Gritó, cubriéndose el rostro con ambas manos.

-¿Qué perdiste a quién? - Respondió Liam sin poder creer las palabras de Adrian - No estoy para esa clase de bromas estúpidas...

-¡No es una broma! - Gritó Haggard - ¡Perdí a Morrigan! ¡Joder! ¡Soy un imbécil! ¡Un estúpido hijo de perra! - Gimió y volvió a golpear con los puños.

-No te entiendo, Adrian - Murmuró Griffin - ¡Necesito una explicación! ¿Dónde está Morrigan? ¡Quiero hablar con ella... ahora!

-¡No está, carajo! - Estalló el hombre, mostrando su desesperación - ¡La he perdido! Estoy solo con AB y Morrigan está...

Adrian no terminó su frase, volvió a cubrirse el rostro con ambas manos y sollozó. Liam lo miró sorprendido y asustado ante la reacción y las palabras de su amigo. Necesitaba encontrarse con él, pero primero, Adrian le debía una explicación. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué decía que había perdido a Morrigan? Y de pronto, Liam se temió lo peor.

-Adrian - Murmuró Griffin - Por favor - Suspiró - Sé que te sientes mal por lo que sea que haya sucedido pero...

-¡Jamás me vas a perdonar por mi estupidez! - Bufó Adrian - Me vas a odiar.

-Si no me dices, lo haré de todas maneras - Respondió Liam tratando de conservar la calma - ¿Qué sucedió?

-¡La perdí! ¡La perdí! - Gimió Adrian y negó con la cabeza antes de lanzar un hondo suspiro - Fue Cernunnos - Gruñó - ¡Ese malnacido! ¡Ese bastardo pirata hijo de mil putas!

Liam frunció el ceño al escuchar el nombre de ese pirata, pero no dijo nada; sólo esperó un momento a que Haggard se tranquilizara y comenzara a narrar lo sucedido. Griffin estaba preocupado por Morrigan, de suerte, la chica estaba con vida, pero; ¿qué clase de vida le esperaba a su sobrina bajo el dominio de ese monstruo?

Mientras Adrian hablaba sobre lo sucedido con Cernunnos, se podía sentir la desesperación en el hombre, la tristeza y la impotencia de haber perdido a Morrigan en un estúpido juego de cartas. Liam lo observaba con atención, el semblante de Adrian estaba desencajado, preocupado y por supuesto, tristísimo. Jamás lo había visto así, en todo el tiempo que tenía de conocerlo, Adrian se caracterizó por ser un hombre frío que no se dejaba llevar por sus emociones y a pesar de lo difícil de la situación, siempre conservaba su entereza. Ahora veía todo lo contrario, su amigo se había desmoronado.

-No fue tu culpa - Exclamó Liam - Sabemos que Cernunnos es un tramposo en el juego y él nunca va a perder...

-¡Claro que fue mi culpa! - Gruñó - Eché a perder la misión...

-No, no todo está perdido - Comentó Liam - Si lo deseas, puedo ir a ayudarte, rescataremos a Morrigan y regresaremos a la Tierra sin ningún problema.

-¡No! - Gruñó Adrian - ¡Yo la perdí, yo la recuperaré! - Gritó con ira ya que su orgullo también estaba en juego y no podía permitir que alguien más lo ayudara.

-Debes entender que es necesario que te ayudemos - Insistió Liam - Puedo ir con un escuadrón y...

-¡He dicho que no! - Exclamó un furioso Haggard - Yo iré a rescatar a Morrigan - Murmuró - ¡No importa que me juegue la vida en ello! La traeré conmigo sana y salva - Suspiró - ¡Se lo prometí! - Dijo con voz entrecortada.

Liam suspiró y asintió. Conocía muy bien a Adrian, sabía que lo más correcto era no insistir; dejaría que Adrian rescatara a Morrigan, sabía que lo haría y que grandes fueron sus motivos para dejarla al lado de Cernunnos.

-Veo que te has llevado muy bien con Morrigan - Dijo Liam luego de unos minutos de silencio - Creí que nunca se adaptarían y que sólo habría problemas entre ustedes.

-No - Suspiró Haggard - Tratamos de llevar la fiesta en paz, es lo mejor - Murmuró - Hemos tenido un par de diferencias, pero nada que no pueda arreglarse...

-La quieres, ¿no es así? - Lo interrumpió Liam - Te has encariñado con Morrigan, así como ella se ha encariñado contigo.

-No, no - Balbuceó Adrian - Sólo trato de que nuestra relación sea más cordial...

-No es solo eso, Adrian - Continuó Liam - Hay algo más entre ustedes, ¡se nota! - Murmuró con firmeza - Por eso estás desesperado por ponerla a salvo otra vez, ¡por eso sufres al saber que ella está cautiva!

Adrian reflexionó las palabras de Liam. ¡Era cierto! Durante todo ese tiempo estuvo luchando contra sus sentimientos. Trataba de no pensar en ello y de ignorar las sensaciones que se despertaban cada vez que Morrigan estaba cerca de él. Fingía no sentir nada cuando ella lo besaba, acariciaba su rostro o simplemente le dedicaba una pequeña sonrisa. Pero no podía engañarse, a pesar de que el sentimiento y las emociones eran nuevos; lo sabía y estaba muy consciente de ello. ¡Estaba enamorado de Morrigan Stone!

-No te equivocas en decirlo - Respondió Adrian con calma - Yo... - Suspiró - Estoy enamorado de Morrigan.

* * * * *

Oh là là ¡lo ha reconocido! Por fin Adrian ha aceptado que está enamorado de Morrigan. ¿Qué creen que responda Liam ante esa revelación?
Espero sus respuestas respecto a esta pregunta y sus comentarios respecto al capítulo.
Sabemos que Morrigan está sufriendo, pero mantiene viva la esperanza de que Adrian volverá por ella.
Muchas gracias por su apoyo y no olviden votar. Recuerden recomendar la historia entre sus contactos, para que sigamos llegando más lejos y por supuesto, para que pronto les traiga otra nueva historia.
¡Hasta el próximo capítulo!
Maria Decapitated

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