CAPÍTULO XXI
Morrigan continuó disparando hacia la nave de Beckett; tenían que desestabilizarla para lograr hacerle un daño considerable pero, ¿cómo? Se preguntó la joven, mientras seguía aferrada a los controles del cañón, intentando defenderse.
Por otro lado, Haggard y AB corrían de un lado a otro haciendo uso de todas las armas disponibles en la nave. Adrian tenía en mente un objetivo, impedir que Beckett los derribara y mucho menos que lograra capturar a Morrigan, ¡antes muerto que permitirlo!
-Quiero que te conectes al sistema - Dijo Adrian de pronto, dirigiéndose a AB - Tratarás por todos los medios de interceptar la señal de Tristan, te infiltrarás en su sistema para echar abajo sus escudos - Ordenó el hombre.
-Pero, señor... - Balbuceó AB - Eso significa dejarlo solo y...
-Morrigan es buena con el cañón - Exclamó Haggard - Ella y yo podremos hacernos cargo - Murmuró mientras observaba el planeta Angrboda que comenzaba a ser visible en el firmamento.
AB asintió y dejó las armas para hacer lo que su amo le ordenaba. Adrian esperaba tener éxito, así que aceleró un poco la nave para alejarse de Tristan y así ganar un poco de terreno, poniéndose fuera de su alcance.
Morrigan se dio cuenta que aceleraban la marcha y que se alejaban un poco de su atacante, aunque no estaba muy segura si aguantarían ese ritmo. Por combustible no se preocupaba, pero la nave estaba muy dañada y podría colapsar si no se reparaba.
-Creo que será muy difícil detenerlos - Comentó Morrigan - Sus escudos son impenetrables.
-Dime algo que no sepa - Respondió Adrian con la voz cargada de fastidio - Ahora mismo, AB está tratando de infiltrarse en el sistema para echar abajo los escudos - Dijo el hombre y lanzó un hondo suspiro.
-¿Crees que lo logre? - Preguntó Morrigan un poco nerviosa - Si no nos damos prisa la nave va a explotar.
-Prefiero eso a que Beckett nos atrape - murmuró Adrian - Tengo confianza en lo que diseñé; se que AB se infiltrará y logrará nuestro objetivo - Suspiró - Y también confío en ti y en tus capacidades de ataque. Así que quiero que estés alerta cuando AB deje sin defensas la nave a Tristan, tú y yo los atacaremos para quitarlos de encima. Eso nos dará tiempo para escapar y recuperarnos.
-De acuerdo - suspiró la chica - Estaré alerta - Murmuró.
-Bien - Dijo Adrian - Me comunicaré contigo despue...
-¡Te quiero! - Gimió Morrigan - Recuérdalo, ¿sí?
Haggard no dijo nada. La comunicación se cortó y Morrigan quedó sumida en la incertidumbre. ¿Por qué tenía que repetírselo? Ni siquiera estaba segura de que Adrian tuviera sentimientos, pero esa estúpida vocecilla en su interior la obligaba a decir que lo quería a cada rato. Lamentablemente, la realidad era más dura de lo que se imaginaba y le dolía admitir que Haggard no la quería, no le tenía afecto, ¡mucho menos sentiría cariño! Morrigan parpadeó para alejar las lágrimas y continuó absorta en su objetivo.
Adrian suspiró luego de escuchar las palabras de la joven. Él también comenzaba a sentir algo muy fuerte por Morrigan, pero no era el momento ni el lugar para revelarle sus sentimientos. Estaban en medio de un ataque y casi a punto de perder la vida a manos de Beckett si no se daban prisa en contraatacar. No tenía que distraerse con esas muestras de afecto y sentimentalismos. Había sido entrenado para separar y apartar todos sus sentimientos. Adrian debía enfocarse únicamente en su objetivo y en esos momentos su objetivo era perder de vista a Beckett y sus secuaces para huir lo más lejos posible de ellos.
Decidió no pensar más en las palabras de Morrigan y se enfocó exclusivamente en revisar los daños al War Hawk. La nave había sufrido muchas averías que tenían que ser reparadas cuanto antes. Sólo espera que AB no tardara demasiado en infiltrarse en el sistema de la nave del cyborg y echara abajo sus escudos.
-¡Señor! - exclamó la voz de AB - ¿Me escucha?
-¡Por supuesto, AB! - respondió Adrian - ¿Qué pasa?
-Todo está listo, señor. - dijo el androide - He logrado infiltrarme en el sistema de seguridad de la nave enemiga y he desbloqueado los escudos. - exclamó - Es momento de atacar.
-Gracias AB - exclamó Adrian y se comunicó inmediatamente con Morrigan - ¿Estás lista preciosa? - preguntó - La nave se encuentra vulnerable, AB lo ha logrado - Dijo el hombre un poco más aliviado.
Morrigan escuchó la voz de Adrian y su corazón latió acelerado. ¿Por qué tenía que desbocarse de esa forma cada vez que él hablaba? El escuchar su voz varonil y rasposa, más la manera en la que arrastraba las palabras y ese acento tan sexy la ponía al cien. La chica lanzó un hondo suspiro antes de responder, ¡esas eran grandes noticias!
-¿En serio? - preguntó la chica con la voz cargada de emoción - Ahora si verán de lo que soy capaz. - murmuró Morrigan antes de lanzar el primer disparo al cañón del ala derecha de la nave del cyborg haciéndolo pedazos.
Una fuerte explosión se observó a lo lejos y Adrian y sonrió, ¡Morrigan era grandiosa! El hombre pudo ver como ella seguía disparando sin fallar ninguno de sus tiros. La chica era una excelente tiradora y si continuaba atacando de esa forma, pronto echarían abajo la nave de Beckett.
-¡Bien hecho, Mor! - exclamó Adrian - Estoy orgulloso de ti, chiquilla.
El corazón de Morrigan volvió a descontrolarse al escuchar a Adrian. Su tono de voz era muy distinto a los anteriores, parecía que esas palabras eran cariñosas y dulces. Además de sentirse emocionado por sus logros.
-¡Gracias! - Fue lo único que atinó a decir al tiempo que se preparaba para atacar una vez más.
* * * * *
Goodman revisó el estado de los escudos. Parecía que todo estaba en orden. El hombre se concentró en observar a Tristan, ¡ese desgraciado! Por fin había acertado en sus planes, la nave de Haggard se encontraba delante de ellos, ¡pobres indefensos! Lo único que podía hacer bien era desplazarse a gran velocidad para alejarse del ataque.
-Corran ahora - Dijo entre dientes - Porque no podrán escapar de nosotros - Balbuceó - ¡Me vengaré de ti, maldita Morrigan!
El sujeto esbozó una sonrisa burlona y se rascó el mentón, sin embargo, había algo que no le cuadraba del todo ya que ellos contaban con una pequeña debilidad, la nave de Beckett al ser más grande, consumía más recursos y no podían darse el lujo de desperdiciar más combustible de lo prudente o terminarían varados a mitad de la nada.
-¿Todo en orden? - Preguntó Lucian sacando a Goodman de sus pensamientos.
Goodman asintió y se aproximó al reptiliano para recibir nuevas órdenes. Tristan estaba absorto en sus ataques, tenía una sonrisa dibujada en su rostro. Si continuaban de esa manera, el War Hawk colapsaría en cualquier momento ya que su núcleo se sobrecalentaría, ocasionando una explosión nuclear y estaba seguro que ni Adrian podría sobrevivir a tal catástrofe.
-¡No dejen de atacarlos! - Gruñó el cyborg - ¡esos desgraciados no van a escapar! ¡No esta vez!
Lucian se apresuró a seguir las órdenes, mientras que Goodman regresaba a su nuevo puesto para continuar con el ataque. Becktt siguió mirando con atención lo que sucedía afuera. Casi podía sentir la muerte de Adrian.
De pronto, un estallido sacudió su nave y una pequeña alarma comenzó a sonar. ¡Los estaban atacando! ¿Cómo era eso posible? Gruñó Beckett, sus escudos eran impenetrables y su sistema estaba my bien resguardado por continuos candado de seguridad que nada ni nadie podía desbloquear... a excepción de.
-¿Qué demonios está sucediendo? - Preguntó Lucian mirando a Beckett - Se supone que nuestros escudos son impenetrables - Murmuró y lo miró con frialdad - ¿O acaso has sido burlado otra vez? - Exclamó enarcando las cejas.
Goodman no pudo contener la risa. Lo sistemas diseñados por Beckett eran una burda copia de los de Haggard. Para un tipo común y corriente podrían significar un verdadero problema, siendo imposible alterarlos o hackearlos. ¡Pero no para Adrian! Parecía que nada era imposible para ese hombre, si así se le debía llamar.
-Creo que me volveré "Team Haggard" - Exclamó Goodman riendo a carcajada abierta - ¡Eres patético, Tristan!
Lucian miró a Goodman y le dedicó una mirada furiosa. Ese sujeto no ocultaba la aversión que sentía contra el cyborg. Estaba jugando con fuego y en cualquier momento desataría la ira de Beckett y tendría que afrontar sus consecuencias.
-¡Maldita sea! - Gritó Beckett mirando el tablero de control e ignorando por completo los comentarios de Goodman - Debo contrarrestar esto y deshacerme del intruso - Murmuró y rápidamente entró en el sistema de la nave.
Una nueva sacudida los sorprendió y al mismo tiempo, el cyborg revisó el estado de su nave. Tenía dos cañones dañados, pero nada que no pudiera repararse con un grupo de androides. En lo único que debía concentrarse era en restaurar su sistema y reactivar los escudos.
-Creo que acaban de dañar la parte posterior de la nave - Murmuró Lucian mientras disparaba contra sus enemigos.
-¡Esa maldita puta! - Rugió Beckett - ¡No dejen de dispararles y acabemos con esto de una vez por todas! - Murmuró - Quiero toda la potencia en los cañones principales, atacaremos el reactor y los volaremos en pedazos.
-Pues yo creo que no se va a poder - Dijo Goodman haciendo una mueca mientras señalaba hacia un punto fijo.
Lucian volvió el rostro y miró atentamente hacia el sitio al que Goodman señalaba. ¡No podía estar peor! Frente a ellos, apareció una gigantesca nave pirata, el reptiliano negó con la cabeza y después miró a Beckett. El cyborg también estaba sorprendido ante esa aparición. Con los piratas era mejor no meterse y lo más sensato era retirarse. Para comenzar, su nave era más grande y poderosa que la de ellos. Contaban con naves más pequeñas que los custodiaban, llenas de tripulación dispuesta a eliminar a quien se interpusiera en su camino.
-¿Qué piensas hacer? - Murmuró Lucian - Esto es más de lo que esperamos. Es una tropa completa y nosotros sólo somos tres - Dijo el reptiliano con firmeza.
-Retirada - Exclamó Beckett tomando el control de la nave - Haggard sabrá lidiar con su problema; esto ya no es nuestro asunto - Dijo mientras la nave cambiaba de curso y se perdía en el hiperespacio.
* * * * *
Adrian contempló el espacio; una titánica nave acababa de aparecer, atravesando el hiperespacio. Se trataba de un gigantesco crucero pirata, muy bien custodiado por varias naves menores. La bandera negra con la imagen de las tibias y una calavera de tres ojos ondeaba en una de las torres más altas, acompañada de los cuerpos de unos desdichados que perecieron en un intento de enfrentarlos. Adrian entrecerró los ojos y observó como esa gran nave disparaba hacia la nave comandada por Tristan.
Adrian observó bien la bandera y descubrió que la calavera también portaba un par de cuernos como de ciervo. ¡Estaban en problemas! No se trataba sólo de simples piratas, se trataba nada más y nada menos de Cernunnos el Magnífico; el de los cuernos de ciervo. Un asesino de nacimiento, un ser despiadado que sembraba el terror a donde quiera que aparecía, matando sólo por el placer de hacerlo.
-¡Tristan está huyendo! - La voz de Morrigan se escuchaba entusiasmada y feliz - Ese crucero le dispara, haciéndolo retroceder - Murmuró la chica- ¡estamos salvados!
-Yo en tu lugar no cantaría victoria - Respondió Haggard con preocupación - No sé qué es peor; si enfrentarnos a Tristan o pelear contra los hombres de Cernunnos - Dijo entre dientes - No me importaría pelear contra todos ellos si estuviese solo, pero...
Morrigan lanzó una exclamación de horror al escucharlo y cubrió su boca con ambas manos. Ella significaba una gran distracción para Adrian. Él hombre debía combatir, cuidarla y, ¡todo! La chica suspiró y trató de serenarse. ¡Esta vez no iba a ser la damisela en peligro!
-¡Piratas! - Gimió asustada, pero trató de serenarse - Yo voy a pelear a tu lado - Exclamó Morrigan con firmeza - Voy a ayudarte y pase lo que pase no permitiré que esos desgraciados me pongan una mano encima.
-Es bueno escuchar eso - Exclamó Adrian - Vas a tener que cuidarte sola esta vez, Morrigan - Suspiró el hombre - Necesito toda la ayuda posible.
-De acuerdo - Respondió la chica y dejó su puesto, se reuniría con Adrian en la entrada de la nave para esperar cualquier ataque.
Adrian miró a AB; el androide sólo sintió. Haggard sabía que su fiel amigo pelearía con él y por él hasta el final. Ambos caminaron hacia la entrada de la nave, esperando a que esta fuera tomada y abordada por los hombres de Cernunnos. Instantes después, Morrigan se reunió con ellos, armada hasta los dientes y dispuesta a todo.
Haggard la miró y la tomó de la mano. Ella le dedicó una débil sonrisa, apretando aún más la mano del hombre; ambos suspiraron al darse cuenta que la fuerza de gravedad del campo magnético de la nave los arrastraba irremediablemente al interior de esta. Pasaron sólo unos minutos que a ellos les supieron eternos, nadie se atrevía a decir nada, en el interior del War Hawk reinaba un absoluto silencio expectante.
-¡Abrir las puertas! - La voz grave de un hombre rompió el silencio, pero en el War Hawk nadie se movió ni se atrevió a cumplir la orden - ¡Abrir las puertas! - El grito se repitió después de varios minutos - Venimos en son de paz.
Adrian parpadeó, ¿acaso escuchó bien? Se preguntó y, soltándose de Morrigan activó uno de los monitores para que le mostrara lo que sucedía fuer de la nave. Afuera, frente al War Hawk se encontraba Cernunnos, el gigantón hondeaba una bandera blanca y se encontraba rodeado de todos sus hombres. Haggard suspiró y abrió la puerta, de cualquier manera, si se negaba a abrir; la nave sería despedazada con ellos dentro.
-Quiero que se queden aquí - murmuró Haggard mirando fijamente a Morrigan y AB - Yo me encargaré de hablar con el capitán, ¿de acuerdo?
Ambos asintieron y permanecieron de pie sin atreverse a mover de su sitio. Adrian caminó altivo hacia la salida y ajustó sus armas, dispuesto a utilizarlas a la menor provocación. Salió de la nave y se detuvo a un par de metros de Cernunnos.
-¡Pero si es mi gran amigo Adrian Haggard! - murmuró el capitán dando grandes zancadas con los brazos abiertos - ¡Qué sorpresa verte, viejo amigo! - Exclamó y esbozó una enorme sonrisa que mostraba sus dientes podridos, mientras sus tres ojos se posaban en Adrian.
-¡Capitán! - Exclamó Haggard haciendo una pequeña reverencia - Es un gusto volver a verlo - Sonrió recordando la última vez que se topó con Cernunnos. Esa había sido una cruel y sangrienta batalla en donde los piratas habían escapado por los pelos - Le agradezco su intervención - Dijo Adrian - Esos sujetos nos han estado siguiendo durante varios días.
-No es necesario que me agradezcas, Adrian - Murmuró Cernunnos con voz melosa - Para eso estamos los amigos... - Comentó el hombre pero se interrumpió, mientras levantaba su mirada y escudriñaba la nave de Adrian, al tiempo que esbozaba una sonrisa siniestra.
Morrigan los escuchaba hablar, sin embargo, tenía curiosidad de conocer al capitán de la nave pirata, así que decidió moverse con sigilo lacia la entrada del War Hawk y así poder observar a su antojo. AB le hizo una seña para que se detuviera, pero la chica hizo caso omiso de sus advertencias acercándose más de lo prudente.
El capitán Cernunnos era un hombre imponente, de enorme estatura, fornido y musculoso. Su enorme cabeza estaba coronada por una gran cornamenta, parecía un ciervo. Morrigan se acercó un poco más para poder mirar bien, dándose cuenta que el capitán tenía tres ojos que la miraban fijamente. Morrigan respingó y dio un salto hacia atrás ocultándose de la mirada de ese sujeto, sin embargo ya era tarde, ¡Adrian también la había visto!
Haggard se tensó al escuchar hablar al capitán y su tensión aumentó al darse cuenta que Cernunnos descubrió la presencia de Morrigan. ¡Le dijo que no se moviera de su lugar! Y ese pequeño error iba a cambiarlo todo.
-Como le decía, capitán - Insistió Adrian intentando atraer la atención del hombre - Solicito su permiso para dejarnos partir hacia nuestro destino y así poder reparar nuestra nave que ha sido dañada por...
-¡Ustedes no irán a ningún lado! - Sonrió Cernunnos - No puedo dejarlos partir con una nave dañada, eso sería un suicidio y una imprudencia de mi parte - Dijo colocando su pezuña sobre el hombro de Adrian.
Adrian gruñó y le dedicó una mirada asesina al capitán. Sabía que si lo detenía era por Morrigan. Cernunnos se caracterizaba por violentar féminas de cualquier raza para convertirlas en sus esclavas. El sujeto era poseedor de un gran harén y se decía que si una mujer se negaba a complacerlo, inmediatamente era asesinada.
-Le agradezco sus buenas intenciones - Exclamó Adrian con frialdad - Pero debemos partir cuanto antes, nos están esperando y...
-¡He dicho que ustedes no irán a ninguna parte! - Gritó Cernunnos - No pueden dejar esta nave a menos...
-¿A menos qué, capitán? - Preguntó Adrian de manera amenazante.
-A menos que me entregues a la mujer como pago por ayudarte a deshacerte del cyborg brazo de hierro - Exclamó y esbozó una sonrisa siniestra.
-Yo no le pedí su ayuda - Bufó Adrian apretando los dientes - Así que no le pagaré nada - Gruñó - Si quiere tomarla, ¡hágalo! Pero sobre mi cadáver.
Cernunnos esbozó una sonrisa maligna. Sería fácil deshacerse de ese humano, ahora estaba sólo con su androide y esa indefensa mujer. Esta vez no lo acompañaba la policía interestelar ni el ejército y la última vez que se enfrentaron fue cosa de suerte y nada más.
-Si ese es tu deseo - Dijo el capitán - Que así sea... - Gruñó y se dirigió a sus hombres - ¡Mátenlo!
Una horda de piratas de todas las razas pertenecientes a los confines del universo se abalanzó sobre Haggard. Todos armados con sables curvos que emanaban una intensa luz azul. Uno de ellos atravesó el cuerpo de Haggard, lógicamente sin ocasionarle daño alguno; sin embargo, Adrian le arrebató el sable y le cortó la cabeza, haciendo lo mismo con varios de ellos.
Se armó una cruel carnicería. Todos los piratas atacaban a Haggard, quién intentaba quitárselos de encima a como diera lugar. La gran mayoría caía al piso de la nave, ya fuera herido de gravedad o muerto. Adrian estaba bañado en sangre, atacando a diestra y siniestra, con el único objetivo de deshacerse de esos estorbos y así también eliminar Cernunnos.
El capitán estaba asombrado ante el poder ilimitado de ese hombre; jamás se imaginó que un simple humano fuera poseedor de tal fuerza, pero sobre todo, que este fuera inmortal. Cernunnos se tensó; si eran ciertas las leyendas, Haggard era uno de los prodigios de Duncan Stone y por lo tanto, un verdadero peligro para él ya que podía asesinarlo. El capitán bufó y de pronto recordó a la mujer de la nave, ¡ella sería su boleto para la salvación! El tipo aprovechó que Adrian estaba distraído y corrió dentro de la nave.
* * * * *
Morrigan miraba atónita la salvaje carnicería que se llevaba a cabo en la nave pirata. Difícilmente podía reconocer a Adrian, quién estaba poseído por un frenesí asesino. Definitivamente prefería al sujeto gruñón y hosco que a ese temerario asesino que no mostraba piedad alguna. La chica retrocedió y miró a AB, el androide estaba inmerso en otros asuntos, como en reparar el War Hawk.
-¿Acaso no vas a ayudarle? - Preguntó Morrigan, molesta por la actitud de AB.
-El señor Haggard puede arreglárselas - Dijo despreocupadamente - Mi misión es reparar la nave y cuidar de usted - Exclamó - Así que le sugiero que se oculte bien ya que una vez que logre estabilizar los propulsores, huiremos de aquí inmediatamente.
-Pero... - Dijo la chica un tanto indecisa.
-El general sabe lo que hace - Insistió AB - Sólo confíe en él, es lo único que puede hacer en estos momentos porque, ¿se atreverá a salir a ayudarle?
Morrigan frunció el ceño. No se quedaría ahí, sólo mirando cómo Adrian era atacado por esos piratas que aparecían de la nada. Ella tenía qué hacer algo para ayudarle y aminorar su carga. Era buena tiradora, ya lo había demostrado en el simulador y esta vez lo probaría en la vida real. Esos piratas iban a llevarse una gran sorpresa.
La chica tomó un gran rifle y lo cargó, acomodándoselo en el hombro y apuntó cuidadosamente hacia una horda de sujetos y disparó. Varios de ellos cayeron ante el disparo y la chica se sintió feliz por haberse deshecho de unos cuantos, apuntó de nuevo y una vez más, esos sujetos cayeron muertos.
-¡Mueran, hijos de perra! - Gruñó la mujer y descargó todo el poder de su arma contra esos tipos que intentaban atacar a Adrian.
De pronto, una enorme mano de largas uñas sujetó con fuerza la mano de la chica, haciéndola gritar de dolor. Se trataba del capitán Cernunnos; Morrigan lanzó un chillido de terror al contemplar el rostro de ese sujeto que sonreía de manera siniestra.
-¡Ven acá, perra! - Exclamó el hombre levantándola un palmo del piso.
-¡Suéltela! - Gritó AB, apuntándole con un cañón - De lo contrario, me veré en la penosa necesidad de...
Con un rápido movimiento, Cernunnos disparó a AB, envolviéndolo en un campo de fuerza electromagnética, desactivándolo. El androide cayó al piso para no levantarse más. Al ver eso, la chica lanzó un fuerte grito, ocasionando que el capitán lanzara una carcajada siniestra.
-Tu vendrás conmigo - Dijo Cernunnos arrastrando a Morrigan en pos de él.
La chica trató de soltarse, pero esa gran garra la sujetaba con fuerza. Morrigan siguió luchando, no iba a darse por vencida, tampoco permitiría que hubiese más problemas por su culpa. Había sido una imprudente, ¡dos veces seguidas! La chica intentaría remediar ese daño.
-¡Yo no iré con usted, Capitán! - Gritó la mujer con desprecio - Suélteme de una buena vez o si no...
-¡No me hagas reír! - Gruñó Cernunnos - ¿Qué es lo que vas a hacerme? ¿Golpearme? - Exclamó y se echó a reír de nuevo.
Morrigan lo miró con desprecio y de entre su ropa sacó una pequeña pistola. La mujer apuntó, pero antes de que disparara, Cernunnos se dio cuenta y logró mover la cabeza un par de centímetros. El rayo que salió del cañón del arma rozó peligrosamente la cara del pirata, sin causar un daño aparente.
Cernunnos se echó a reír, pero calló de golpe al darse cuenta que el disparo había dañado su hermosa cornamenta, dejándolo con una solitaria asta.
-¡Zorra bastarda! - Rugió el capitán y atestó un fuerte golpe en el rostro de Morrigan, dejándola inconsciente.
Cernunnos cargó el cuerpo de Morrigan en su hombro y caminó lentamente hacia el lugar en dónde Adrian combatía cuerpo a cuerpo contra los piratas. El piso de la nave estaba lleno de heridos y muertos, así como de sangre. El capitán palideció; Haggard iba a dejarlo sin tripulación.
-¡Basta! - El pirata lanzó un terrible grito y todo se detuvo.
Adrian levantó el rostro y de inmediato se acercó hacia el capitán, mirando el cuerpo laxo de la chica en brazos del temible pirata.
-Suelta a esa mujer - Le ordenó Adrian - ¡Entrégamela!
-No hay porqué ponernos más violentos, Adrian - Sonrió Cernunnos - ¿Por qué no arreglamos esto cómo los hombres?
-¿A qué te refieres? - Murmuró Adrian mirándolo con odio.
-Juguémosla en las cartas - Dijo el hombre deslizando la hoja de un puñal por el rostro de la mujer - Si tú ganas, será tuya y podrán ir a dónde les plazca - Murmuró de manera siniestra - Pero si yo gano, ella se queda conmigo como mi esclava y tú te largas de aquí inmediatamente - Sonrió - ¿Es un trato? - Preguntó y extendió su mano hacia Adrian.
Adrian lo miró y titubeó por uno segundos. No podía fiarse del capitán, pero tampoco podía seguir peleando sin arriesgar la vida de Morrigan. Se trataba de una difícil decisión. El hombre cerró los ojos y exclamó.
-Tenemos un trato - Mientras extendía su mano y sujetaba con firmeza la de Cernunnos.
* * * * *
¡Pobre Morrigan! Ha caído en manos de ese terrible pirata. Y para colmo, Adrian ha aceptado el trato. ¿Creen que pueda ganar ese juego de cartas? ¿El Capitán Cernunnos logrará salirse con la suya y ser el único dueño de Morrigan?
Espero las respuestas a estas interrogantes, así como sus votos y demás comentarios.
Muchas gracias por su apoyo. ¡Hasta el próximo capítulo!
Maria Decapitated
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