CAPÍTULO V
-¿Pero qué coño están diciendo? - Gritó Stella presa de una súbita ira - ¿Acaso están mal de la cabeza? - Volvió a gritar - ¡Habíase visto semejante disparate! - Gritó y cayó de rodillas - ¿Por qué quieren hacerme esto? - Se quejó - ¿Acaso no han tomado en cuenta mi sufrimiento? - Exclamó y fingió un llanto, cubriendo su rostro con ambas manos - ¿Cómo voy a poder seguir viviendo en esta casa sabiendo que ustedes van a conservar el...?
-Si es por eso - Dijo Morrigan en tono mordaz - Puedes mudarte a otra casa, porque el cuerpo de papá se va a....
-¡Tú, niña! - Exclamó Stella volviéndose a llenar de ira - Tú tienes la culpa de todo esto - Gruñó - Seguramente ha sido idea tuya, ¡este teatro sin sentido es a causa de tus estúpidos caprichos! - Murmuró y se puso de pie para lanzarse contra Morrigan.
-¡Deténgase señora! - La voz de Adrian Haggard inundó la sala mientras la sujetaba suavemente del brazo.
-¡Usted no me toque! - Exclamó la mujer mirando a Adrian con curiosidad - ¿Qué quiere? ¡No se meta!
-¡Stella, por favor! - Suspiró Liam tratando de mantener la calma - Adrian era uno de los mejores amigos de Jensen y también es amigo mío - Murmuró - Es cómo de la familia - Dijo y se acercó a Stella - La idea de conservar el cuerpo es mía - Bufó - Ya que Jensen me pidió que si algún día moría, su cuerpo fuera conservado un tiempo para futuras investigaciones médicas y científicas.
-¡Esto es una locura! - Gruñó Stella - No hay nada escrito, ¡no hay nada que lo avale como verdadero! - Dijo mientras era presa de la desesperación.
Stella comenzó a temblar, conocía a Jensen y estaba segura que sus palabras eran ciertas. Su difunto marido tenía un amor a la ciencia que sobrepasaba los límites de la razón. Quizá, en algún momento, presintiendo algo, le había pedido Liam una locura como aquella. Así que de ser cierto eso, tarde o temprano se descubriría que la muerte de su marido había sido a causa de un asesinato. ¡Tenía que apresurarse con sus planes antes de que la descubrieran!
-¿Acaso la palabra de mi padre no es ley? - Intervino Morrigan mirando con frialdad a Stella.
-P-pero - Balbuceó la rubia - No me parece justo.
-Para ti quizá no lo sea - Exclamó Liam - Pero esa fue su voluntad y debemos respetarla - Mintió el hombre - Así que conservaremos el cuerpo de Jensen, te guste o no - Dijo con voz gélida.
-¡Hagan lo que quieran! - Gritó mientras empujaba a Adrian y caminaba con altivez rumbo a la salida.
Uno a uno, los dolientes fueron abandonando la habitación, mientras la familia Stone permanecía de pie junto al féretro, recibiendo, nuevamente, el pésame de las personas. Cuando sólo quedaron ellos dos y Adrian, Morrigan se dejó caer sobre una de las sillas. Liam tomó asiento detrás de ella, mientras que Haggard se sentaba a la diestra de Morrigan.
-Stella está nerviosa - Murmuró Adrian después de unos instantes de silencio - La mujer oculta algo siniestro - Continuó el hombre - Deben tener cuidado, ella tiene miedo...
-¡Por supuesto que tiene miedo! - Bufó Morrigan - Con este movimiento inesperado de nuestra parte, ella se caga de miedo - Sonrió la joven y se puso de pie - Ahora debemos ir a descansar, de lo contrario vamos a levantar sospechas - Exclamó la joven y miró directamente a Adrian - ¿Usted se quedará aquí, señor Haggard?
-¡Por supuesto que va a quedarse! - Intervino Liam - Aún tengo que hablar con él - Comentó - Así que pedí que prepararan el cuarto de invitados que está junto al tuyo - Dijo y Morrigan asintió.
-Perfecto - Dijo la joven - Espero que su estancia en la casa Stone sea agradable para usted - Murmuró - Buenas noches - Exclamó y después miró a su tío - Buenas noches Liam - Murmuró abrazándolo y besando su mejilla antes de retirarse.
* * * * *
Stella abrió con violencia la puerta de su alcoba y la cerró, azotándola fuertemente mientras comenzaba a pegar chillidos rabiosos. Si Liam y la mocosa de su sobrina se encargaban de las investigaciones, ¡estaba perdida! Y saberse descubierta, la llenaba de pánico y nerviosismo.
-Calma Stella - La voz de Lucian la hizo detener su rabieta.
-¿Cómo te atreves a pedirme eso? - Lo cuestionó la mujer - Nuestros planes ahora penden de un hilo por culpa de...
-Lo sé, lo sé - Dijo el reptiliano sentándose en un diván - Pero cuentas con mi apoyo, pleyadiana - Murmuró guiñándole un ojo - Fui testigo del escándalo en la sala funeraria, pero mientras tú estabas fuera de sí, yo pensaba en algo que pudiera ayudarnos a continuar con nuestros planes.
-¿Y qué sugieres? - Gritó llevándose las manos a la cabeza - ¿Algo que sea letal? Un ataque sorpresa...
-La segunda opción es la más viable - Murmuró el sujeto - Y es algo que de hecho no va a alterar mucho nuestros planes - Dijo mientras esbozaba una sonrisa siniestra.
-¿Ah sí? - Preguntó la mujer con incredulidad - ¿Y cuáles son los nuevos planes?
Lucian no respondió al instante. Guardó silencio por varios minutos, como buscando las palabras adecuadas para decirle a Stella lo que pensaba hacer. Lo que tenía en mente no era algo tan sencillo. Necesitan mucho dinero de por medio para poder llevar a cabo su plan y Lucian pensaba que quizá Stella podía negarse cuando él le dijera sus intenciones.
-¡Habla ya maldito reptil! - gritó la mujer - ¿Cuáles son tus planes? - dijo Stella y abofeteó al hombre - ¿No piensas decirme nada, idiota? - gritó de nuevo - Seguramente es un plan estúpido, por eso ya te echaste para atrás.
-Para nada, cariño. - murmuró el hombre - Tengo una idea bastante descabellada, pero temo que si te la digo, la que se niegue a llevarla a cabo seas tú.
-¿Qué te hace pensar eso? - Preguntó mientras lo miraba con ojos centelleantes de ira - Seguramente no tienes un estúpido plan y nada más estás jugando conmigo.
Lucian sonrió y se acarició la barbilla, mientras sus pupilas se cerraban convirtiéndose en una delgada línea. El reptiliano chasqueó la lengua antes de responder.
-Podríamos contratar a Tristan Beckett...
-¿Y ese quién es? - Preguntó Stella interrumpiéndolo - De matones yo no conozco a nadie, yo...
-Este no es un simple matón - Murmuró Lucian esbozando una sonrisa torcida - Tristan Beckett es un mercenario, un asesino de élite... un cyborg...
-¿Un qué...? - Balbuceó Stella - Por favor, ¡los cyborg son...!
-Tristán es uno de los mejores asesinos, el más certero, el más silencioso y escurridizo - Exclamó Lucian sin dejar de sonreír - Él podría echar abajo un planeta entero y nadie se daría cuenta hasta mucho tiempo después. En su trabajo es el mejor y...
-¡Nos va a cobrar una fortuna! - Gruñó Stella.
-¡Sí! - Dijo Lucian - ¿Pero qué es una fortuna comparado con todo lo que obtendrás una vez que te deshagas de Liam y Morrigan? - Exclamó el reptiliano - La fortuna de tu difunto esposo es inmensa, podría comprar una galaxia entera y aún te sobraría para adquirir otras más, ¿no es así?
-¡Sí! - Respondió la mujer - Es verdad, ¡tienes razón! - Rió - Seré una mujer rica y poderosa, ¡todos se postrarán ante mí y...!
¡Otra vez su cantaleta! Pensó el reptiliano, se estaba hartando de la actitud prepotente y soberbia de Stella. Quizá cuando lograran su objetivo, él también pudiera deshacerse de ella y quedarse con todo. Así se convertiría en el hombre más poderoso del universo y este caería rendido a sus pies, sería su amo y señor. Trataría de convencer al cyborg de asesinar también a Stella y le ofrecería una fuerte suma de metálico. Sabía que Tristan era codicioso, lo conocía muy bien, aunque Beckett trataba de ocultarlo bajo una máscara de rectitud.
-Tendremos las investigaciones de Duncan - Dijo Lucian, cada vez más excitado - Y los pleyadianos y los reptilianos resurgiremos de las cenizas, ¡haremos una alianza tan poderosa que el universo completo nos rendirá culto! Seremos venerados por una eternidad...
-¡Eso es lo que siempre he deseado! - Gimió Stella - ¡Venganza! Quiero que mi raza vuelva a la gloria de antaño y que destruyamos a los humanos, tal y como ellos nos destruyeron en la Gran Guerra - Murmuró y frunció el ceño - Sin embargo, los reptilianos no me importan, para mí siempre han sido una raza inferior - Exclamó y comenzó a reír - Creo que a nadie le importan.
El reptiliano la escuchó y apretó los puños tratando de contener la ira. Durante unos años, los reptilianos fueron repudiados, era cierto, pero gracias a Jensen Stone se habían ganado de nuevo el respeto de la galaxia entera. Los Stone confiaron en ellos y les ofrecieron trabajo y un lugar en el universo; pero no a él. El nombre de Lucian Urriaga estaba manchado y la vergüenza lo perseguiría. Por eso deseaba redención y gloria, cosas que jamás conseguiría si permanecía al lado de Stella.
-Contacta al tal Beckett, quiero que borre del mapa a esa mocosa imprudente y a su tío - Murmuró la mujer - Y así yo pueda convertirme en la dueña absoluta de todo el imperio de los Stone - Dijo mientras ella comenzaba a reír de manera siniestra.
-Será como tú digas Stella - Murmuró el reptiliano abandonando la habitación.
* * * * *
-Necesito hablar contigo - Exclamó Liam colocando su mano sobre el hombro de Adrian.
Haggard detuvo su andar y dio media vuelta mirando atentamente a su amigo. Imaginaba lo que Liam deseaba pedirle.
-¿Y de qué hablaremos? - Preguntó Adrian arqueando una ceja.
-Vayamos a la sala y hablemos ahí, ¿quieres? - Respondió Liam - Es sobre...
-Sé de lo que quieres hablar - Comentó Adrian y se echó andar rumbo a la sala.
Liam lo siguió caminando lentamente. Esperaba que Adrian aceptara su propuesta, aunque sabía que el hombre también era muy testarudo y podría negarse. Quizá le recomendara a alguien capaz de cuidar de Morrigan, pero Liam no quería a nadie más. En esos momentos no confiaba en nadie, sólo en Adrian.
-Entonces... - Murmuró Liam sentándose sobre un cómodo sillón - ¿Aceptarás?
-¿Le has despedido al imbécil que tiene por custodio? - Dijo Haggard arqueando la ceja - Hace un rato los vi forcejeando...
-¡Lo voy a hacer! - Suspiró Liam - Goodman es un tarado...
-Sospecho algo siniestro en ese hombre - Comentó Adrian - No me gustó la forma en que trató a tu sobrina y la manera en qué...
-¡Ya, lo sé! - Dijo Liam con frialdad - Creo que su actitud influyó mucho en el comportamiento rebelde de Morrigan - Suspiró - Pero, ¿aceptarás cuidar a mi sobrina? - Preguntó mirándolo con un brillo de esperanza en sus ojos - ¡Sabes qué no confío en nadie más...!
-Lo haré - Respondió Adrian firmemente - Algo me dice que Stella y Lucian no van a quedarse de brazos cruzados, este movimiento que acabamos de realizar ha sido una declaración de guerra - Suspiró - Y ellos nos van a atacar en cualquier momento.
-Es cierto - Suspiró Liam - Debemos tener los ojos bien abiertos y cuidar de nuestras espaldas. Ese par van a jugar sucio.
-Por ahora, debemos descansar para despejar nuestra mente - Dijo Adrian poniéndose de pie - Por favor, habla con ella y hazle saber tus planes - Comentó - Yo iré a dormir un rato también...
-Morrigan está durmiendo ahora - Respondió Liam - Hablaré con ella mañana por la mañana.
-De acuerdo - Murmuró Adrian - Hasta mañana - Dijo abandonando la habitación.
* * * * *
-¿Me mandó llamar, señor Griffin? - Exclamó Goodman un tanto nervioso.
Liam levantó su mirada y el guardaespaldas tembló. Esos ojos oscuros y duros como la piedra lo amedrentaron. Parecía que Liam quería lanzarse sobre él y despedazarlo con sus propias manos. Goodman tragó grueso y esperó de pie a que Liam dijera algo o hiciera algún movimiento pero el moreno no se movía, sólo lo miraba con odio y un brillo asesino.
-¿Señor? - Balbuceó Goodman.
-Desde hace tiempo he estado analizando tu comportamiento, Goodman - Respondió Liam - Me han dado muchas quejas respecto a tu trabajo - Gruñó - Yo mismo he sido testigo de tu mal comportamiento y de tu falta de profesionalismo - Exclamó con frialdad - Se te confió el cuidado de una persona... ¡y no se trata de cualquier persona!...
-Yo... - tartajeó el hombre - Yo... ¡lo lamento! - Gimió fingiendo inocencia - ¡en verdad que lo siento! - Continuó con sus excusas - ¡Pero Morrigan no escucha!
-Tú deber era hacer lo contrario a lo que ella te pedía - Gritó Liam con coraje - Tu deber era acatar nuestras órdenes y regresar con Morrigan sana y salva - Rugió - Pero te faltaron pantalones, ¡no tienes autoridad! Te dejaste seducir por esa jovencita... se te advirtió de su comportamiento y dijiste que podrías manejarlo, ¡qué harías bien tu trabajo! - Continuó Lim cada vez más molesto - Pero, ¿qué pasó? ¡Terminaste convirtiéndote en su amante!
-Señor - Exclamó Goodman juntando las manos - Le prometo que esta vez lo haré bien, yo me comportaré a la altura y haré mi trabajo como debe ser.
-Me temo que ya no va a ser necesario - Murmuró Liam con tono autoritario - Tuve una última queja de parte de mi sobrina - Bufó - Ella me dijo que la maltrataste y que habías intentado golpearla.
-¡Eso no es verdad! - Se defendió Goodman - De todas maneras, Morrigan tiene la culpa - Dijo de manera cobarde - Ella siempre me provoca y...
-Tú no sabes decir que no - Lo interrumpió Liam - Has demostrado que eres incapaz de cuidar de ella, así que... ¡estás despedido Goodman!
-¡Pero usted no puede hacerme esto, señor Griffin! - Respondió el hombre intentando ocultar su molestia - Yo tengo esposa, ¡hijos que mantener! No puedo quedarme sin empleo.
-Eso debiste haber pensado antes de caer en los juegos de una chiquilla inmadura - Exclamó Liam y le dedicó su acostumbrada mirada gélida - Recibirás tu liquidación en electrónico. Ahora toma tus cosas y ¡vete!
Goodman frunció el ceño y apretó los labios para no estallar. De nada valía seguir rogando por el empleo. Él había hecho las cosas mal, ¡le falló a Liam y a Stella! Ahora la mujer se podría furiosa por ese error. Si no estaba cerca de Morrigan, ella podría cumplir su amenaza.
* * * * *
Morrigan bajó corriendo la escalinata y entró en el comedor. La expresión de su rostro se relajó al darse cuenta que sólo desayunaban su tío y su amigo, Adrian Haggard. Morrigan se sentó frente a este último, mientras lo miraba fijamente. La chica suspiró y en su nariz se coló el aroma masculino de su perfume. La chica repasó atentamente los rasgos de Adrian, su cabello peinado hacia atrás y perfectamente engominado, su barba descuidada de días sin rasurar y de la cual asomaban algunas canas. Su camisa tipo cargo de color verde olivo estaba sin planchar, el cuello torcido y desabotonados los tres primeros botones, mostrando su cuello, el vello de su pecho así como las líneas de algunos de sus tatuajes. A la chica se le secó la garganta al verlo y sintió una punzada en su vientre. De pronto deseó lanzarse a sus brazos y recorrer ese cuello ancho y nervudo con la lengua.
-Mor, ¡Mor! - La voz de su tío la regresó a la realidad - ¿Acaso no piensas responder a mi pregunta?
-¿Perdón? - Preguntó ella poniéndose colorada, ¡otra vez el rubor en sus mejillas! - ¿Qué decías? - Dijo esbozando una sonrisilla boba - ¡Ya sabes que siempre que me levanto de la cama tardo un par de horas en despertar! - Murmuró y se echó a reír.
Morrigan levantó la mirada y sus ojos se encontraron de nuevo con el rostro de Adrian. Él también la miraba, ¡no había dejado de hacerlo! Desde que ella entró al lugar, sintió el peso de su mirada felina sobre él, así que él también la miró. Morrigan tenía un aura enigmática y misteriosa, su ropa de corte oscuro la hacía aún más visible. Con ese vestido tipo jersey en color negro y muy corto, medias al muslo y botas de combate de alta plataforma, ella lucía como una diosa. Sin que se lo propusiera, ella lo hacía sentirse nervioso, ¡a él que nada lo amedrentaba, especialmente las féminas de ninguna especie! Pero esa joven ejercía en él una fascinación cuasi morbosa, además de un deseo incontenible. Tenía que centrarse y ser cuidadoso para no caer en la tentación, porque de sobra sabía que ella los hacía caer en la tentación.
-Te decía, cariño - Continuó Liam - Que hace un rato tuve una charla con Goodman...
-¿Lo has despedido? - Preguntó la joven y su tío asintió - Porque siendo así, ¡te lo agradezco mucho! - Sonrió la joven y le lanzó un beso al hombre - Porque ya no lo soporto, no te lo dije pero...
-Adrian me comentó que tuviste un incidente con él - Murmuró su tío.
Morrigan asintió y miró fijamente a Haggard, quién no le quitaba la vista de encima. La joven se mordió el labio inferior y apretó las piernas. Si continuaba mirándola de esa forma, ella no respondería y se lanzaría sobre él para follárselo. No le importaba que Liam estuviera presente, no sería la primera vez que lo hiciera en público. Los rituales de sexo eran muy populares en la galaxia.
-Sí, él señor Haggard lo...
-Adrian - Intervino el hombre con esa voz tan sexy que lo caracterizaba.
-Adrian - Balbuceó Morrigan casi presa del orgasmo, ¿para qué tuvo que hablar? Si lo que ese sujeto quería era descontrolarla y volverla loca, ¡lo estaba logrando! - Él lo puso en su lugar ya que Goodman tuvo un comportamiento bastante insolente y agresivo conmigo - Murmuró la chica.
-Sí, me lo dijo - Comentó el tío - Por eso él y yo estuvimos hablando y...
-¡Por fin seré una mujer libre! - Lo interrumpió Morrigan - Yo te demostraré que puedo cuidarme sola - Chilló la joven - ¡Ya soy adulta! No necesito un estúpido guarura que me siga a todos lados como un perro faldero - Bufó e hizo un puchero.
-¡No, Morrigan! - Exclamó Liam - No te dejaré sin un custodio - Murmuró el hombre - Especialmente en estos momentos cuando comenzará...
-¡He dicho que puedo cuidarme sola! - Gritó la mujer y golpeó la mesa con su puño - ¿Por qué no confías en mí?
-Porque me has demostrado todo lo contrario - Exclamó Liam levantando la voz - Porque lo único que has hecho desde hace cinco años ha sido sólo estar en fiestas, armar escándalos y vivir de los excesos - Gruñó el hombre - Siempre estás en el ojo del huracán, ¡y yo no quiero eso! - Suspiró - Al igual que tu padre, quiero que comprendas que la vida no es un juego - Murmuró - Por eso deseo que sea Adrian sea quien cuide de ti y...
-¡Y un carajo! - Gritó la chica poniéndose de pie - ¡Váyanse a la mierda los dos! - Dijo y levantó el dedo medio de su mano derecha - Les voy a demostrar que soy autosuficiente y capaz de cuidarme el culo yo sola - Exclamó dando media vuelta y abandonando el comedor.
* * * * *
-Mor - Dijo Liam abriendo suavemente la puerta de la habitación de la joven - Es necesario que hablemos, cariño - Comentó - No te pongas así, bien lo dijiste, ¡ya no eres una niña!
El hombre abrió la puerta y buscó a Morrigan por toda la habitación pero no la encontró. Liam bufó, molesto consigo mismo. Debió activar el rastreador de la joven, pero no lo consideraba necesario. No quería ir más allá de lo que su prudencia le dictaba. ¡Ella no era una criminal! Era una joven libre que podía ir y venir a su antojo. Liam se frotó el rostro con ambas manos y se dejó caer sobre el diván junto a la ventana.
-Se escapó, ¿no es así? - Murmuró Adrian recargado en el marco de la puerta - Te dije que fueras a buscarla antes.
-Pensé que no lo haría - Suspiró Liam - ¡Confío en ella!
-Trata de no confiar demasiado y hacer caso a tus instintos - Comentó Adrian mirando la ropa de la joven, amontonada sobre una silla - Supongo que está en algún club, divirtiéndose - Sonrió Adrian - Iré a buscarla, ella ahora está bajo mi cuidado y su seguridad es mi responsabilidad - Exclamó - ¿Sabes cual club es su favorito? - Preguntó Adrian.
-American Oxygen - Respondió Liam - Se encuentra en la Luna de Fobos, no está muy lejos de aquí.
Adrian asintió y salió inmediatamente de la habitación. Llegaría al lugar en poco tiempo y no tardaría en encontrarla. Morrigan se caracterizaba por llamar demasiado la atención. Había revisado sus redes sociales y era la chica más seguida de la galaxia, sus seguidores sobrepasaban el billón y más de ellos se sumaban cada vez que la joven publicaba alguna fotografía, por muy boba que esta fuera.
Haggard revisó su dispositivo móvil y sonrió. Morrigan acababa de publicar una fotografía en donde se veía a ella junto a otras chicas. La joven lucía despampanante y como siempre, destacando por encima de las otras. Pero eso no era relevante, él debía concentrarse. Adrian suspiró y miró la ubicación de la publicación, el club American Oxygen.
-¡Jaque Mate! - Dijo el hombre y subió a su nave, llegando al sitio en cuestión de minutos.
* * * * *
Morrigan se recostó sobre el diván y sonrió mientras daba un largo sorbo a su bebida. Estaba agotada después de tanto bailar junto a sus amigas y necesitaba tomarse un descanso. Apuró su trago y pidió otro a grandes gritos. Su petición fue atendida de inmediato, sin embargo, el mesero no fue el habitual.
-Hola, dulzura - Murmuró Goodman mientras le acariciaba las piernas.
-¡No me toques! - Exclamó la chica entre dientes y le lanzó una patada directa al rostro.
Goodman esquivó por los pelos el golpe. Ese delgado tacón de aguja de esas botas lo hubiese dejado tuerto y no era conveniente para él. No en ese momento en que su futuro estaba en juego, así como la seguridad de su familia. ¡Debía darse prisa o Stella se enfadaría! Tenía que matar a Morrigan ahora que se encontraba sola y sin custodio ya que a él lo habían despedido.
-Calma muñeca - Rió Goodman - Sólo quiero que nos divirtamos, ¡cómo en los viejos tiempos! - Murmuró dedicándole una mirada lasciva - ¡Vamos! - Insistió - Quiero despedirme de ti como es debido ya que acabas de dejarme sin empleo.
-Ya te dije que no quiero - Gritó Morrigan - ¿Qué no lo entiendes? ¡Estoy harta de ti! - Dijo e intentó ponerse de pie.
-Antes no decías eso - Murmuró Goodman deslizando su mano por su pecho, deteniéndose en su cuello - Al contrario, me pedías más y más...
-Sí porque nunca llegué, nunca me hiciste correrme - Gruñó la chica riendo con burla - Sólo eres un pelele, Goodman - Continuó burlándose de él - Tienes un rostro y un cuerpo de infarto pero eso no te ayuda de mucho a la hora de follar, no sabes complacer a una mujer - Murmuró la joven ya que conocía bastante bien al hombre y sabía de lo que presumía siempre.
-Perra desgraciada - Gritó Goodman y le apretó el cuello - Me tienen hasta los cojones tus humillaciones y burlas - Dijo lleno de ira y apretó más el cuello de Morrigan.
La chica jadeó e instintivamente trató de gritar, pero lógicamente no podía hacerlo. Rápidamente llevó sus manos hacia las manos de Goodman para clavarle las uñas hasta hacerlo sangrar, sin embargo, él no se inmutó y continuó asfixiando a la chica.
Morrigan se dio cuenta que su vista se nublaba a causa de la falta de aire. Para su desgracia, nadie a su alrededor se daba cuenta de lo sucedido, estaban demasiado aturdidos por los vapores alucinógenos como para darse cuenta de lo que estaba sucediendo. La chica trató de que Goodman la soltara, pero sus intentos eran en vano y poco a poco perdía la fuerza.
-Te dije que si volvías a intentar siquiera ponerle una mano encima, te lamentarías de haber nacido - Exclamó Adrian con voz furiosa.
Haggard había entrado en el America Oxygen muy a tiempo para salvar a Morrigan de las manos de Goodman. El ex guardaespaldas de la joven fue lanzado a unas mesas por la fuerza titánica de Adrian. Morrigan sólo alcanzó a mirar el rostro de su nuevo guardaespaldas, descompuesto por la ira antes de desvanecerse sobre el piso del club.
Goodman se levantó, estaba dolorido, esa fuerza no era humana. Le costaba trabajo mantener el equilibrio y respirar ya que en la caída, sus costillas fueron lastimadas. Miró a Haggard que estaba junto a Morrigan, tratando de reanimarla, ya que al parecer, la chica había perdido el conocimiento.
-¡No! - Gruñó el hombre. La llegada de ese sujeto había alterado todos sus planes y las cosas no iban a quedarse así, iba a eliminar a ese tipo y así poder deshacerse de Morrigan.
Goodman caminó con grandes zancadas hacia dónde se encontraba Adrian para golpearlo brutalmente con la cacha de su arma en el rostro. Haggard no se inmutó con el golpe, ni siquiera lanzó un quejido, de hecho, su cuerpo no sufrió ningún tipo de daño. ¿Quién demonios era ese sujeto?
Adrian se dio la vuelta y miró con furia a Goodman, arrebatándole su arma para convertirla en un puñado de fierros viejos y retorcidos que fueron a parar a un rincón de la habitación. Goodman titubeó, pensaba atacarlo de nuevo pero, ¿acaso no sería mejor emprender la huida? Sin embargo, lo golpeó con todas sus fuerzas en el estómago, una y otra vez pero no lograba hacerle ningún daño, al contrario, parecía que golpeaba un muro de hierro. Cuando dejó de golpearlo se miró los puños; sus nudillos sangraban abundantemente.
-¿Qué clase de sujeto eres tú? - Preguntó incrédulo y algo asustado.
Adrian no le respondió, sólo le dio un par de bofetadas, mientras sonreía con burla. Esos golpes, para Goodman, fueron como si lo hubiesen golpeado con una plancha de metal.
-Más te vale alejarte de Morrigan - Murmuró Adrian - Porque, te lo vuelvo a repetir, te arrepentirás, ¿me entiendes grandísimo imbécil?
Goodman asintió mientras temblaba de miedo. Ahora, ¿qué era lo que le esperaba? Por el momento se largaría de ahí y después pensaría en algo para deshacerse de Morrigan.
-Ahora... ¡lárgate! Hijo de perra - Gruñó Haggard - Y agradéceme porque estoy de buen humor.
Goodman puso pies en polvorosa y salió huyendo del club. Sin embargo, eso no se iba a quedar así. Se iba a vengar de ese... tipo.
Adrian suspiró y miró a su alrededor. Todo estaba impasible, cada quién se encontraba sumergido en su mundo sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Haggard revisó a Morrigan; ella estaba bien, un poco maltratada, su blanco y fino cuello estaba ahora manchado por unas marcas violáceas, pero nada que el tiempo no pudiera borrar. El hombre la tomó en sus brazos y caminó a paso lento rumbo a la salida. Debía llevarla a casa, ahora ella era su nueva misión.
* * * * *
Ese Goodman es un odioso, me cae muy mal. Menos mal que Haggard le dio su merecido. Pero no se van a deshacer de él tan fácilmente. Además de todo esto, tenemos a Stella y Lucian, ellos quieren contratar a un cyborg asesino. Se viene la acción en los próximos capítulos, cuando comience la persecución.
¿Qué les pareció? Espero hayan disfrutado de este nuevo episodio. No olviden comentar y por supuesto, votar. Gracias por su apoyo.
Maria Decapitated
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