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Capítulo 23

La cuchara golpeaba las paredes de cristal de la taza de porcelana provocando un sonido rítmico, aunque un poco molesto, que agitaba las palpitaciones de un nervioso y avergonzado Aiden, quien admiraba por el rabillo del ojo a Maximillian. El chico parecía ensañado con el café, agitándolo hasta rebalsarlo, logrando quemarse los dedos.

— Entonces, ¿el gigante de dos metros cree que salimos porque mi hermana le metió esa idea? — murmuró entre dientes. El trago a su bebida le quemó la lengua, procurando mantenerlo distraído de sus preocupaciones — ¿No dijiste que es un boxeador junior? —

— ¿Eh? — Aiden, clavado a su silla, apretó su malteada de chocolate, fingiendo que unir la galleta oreo en la crema, era de vida o muerte — Ah, bueno... si lo piensas detenidamente, viendo el lado positivo... Sí — musitó, desviando la vista hacia la ventana, regresando a sus aires de melancolía al notar su difuso reflejo en el cristal manchado de lágrimas del cielo, la lluvia parecía interminable — Lamento usarte —

Maximilian siguió la mirada de su amigo, quedando idiotizado por el mismo panorama — Mientras no quiera darme una golpiza — suspiró al inclinarse, casi rozando su frente contra la mesa.

— ¿Nathaniel? — Confundido, regresó hacia los mechones rubios del contrario, jaloneando un par con poca fuerza — ¿Por qué lo haría? Ni siquiera es un chico violento, no te golpearía sin motivos — alejó su mano cuando Max se levantó, arreglando sus caídos lentes, sintiendo un cosquilleo en la punta de sus dedos.

— A veces deberías ver el mundo con mis ojos —

— Si los veo con tus ojos, probablemente me quede ciego —

Max resopló, hizo una bolita de papel con una de las servilletas y se la arrojó en la cara a Aiden, consiguiendo golpearle la nariz.

— Es una metáfora. ¿Podría regresar tu positivismo? Tu depresión me deprime — dijo con tintes de abatimiento, sin que el gustoso aroma a café danzando cerca de sus fosas nasales pudiera regresarle la alegría — Me utilizaste en tu mentira, ¿siquiera vas a fingir que te apetece mi compañía? Te di dulces, no esperes más afecto de mi parte, no es mi estilo — alzó su brazo para marcar distancia entre ambos, inclinándose más hacia el reconfortante sillón de una plaza.

— ¿A todo esto... Qué hacemos en una cafetería? — Zahner, con el contorno de los labios superiores pintados con glaseado, volteó a ver al iluminado, vistoso y concurrido local. La mayoría de mesas yacían ocupadas por comensales en sus propios mundos, compartiendo un poco de su tiempo con camaradas. Max y él eran solo otros más.

El semblante de Maximilian cambió a uno más animado, soltando un sonido parecido a la risa de entre sus labios cerrados, señaló con su cabeza hacia atrás — Investigación —

Aiden parpadeó consciente al deslizarse por su asiento para admirar más allá del hombro de su amigo, enfocando la vista en alguien desconocido — Exactamente... ¿A quién acosamos? — cuestionó sin entender las intenciones del presuntuoso rubio.

— Investigamos — corrigió de inmediato, dándole un puntapié a Aiden para que se sentara correctamente — Aún no está aquí, pronto mi querido, pronto... —

— Pronto se me va a acabar el batido — Aiden terminó en una peor posición a la anterior, con las piernas abiertas y la espalda en un arco, mientras su cuerpo se perdía debajo de la mesa — ¿Puedo pedir otro? —

— ¿Vas a dejar de quejarte y seguirme? —

— Agrega un pedazo de pastel y ladraré si lo necesitas. Por comida o dinero, yo me vendo — aceptó al jalonear el menú en la punta contraria, casi tirando el azucarero en el proceso por culpa de su pereza.

— Trato hecho — Max se giró disimuladamente hacia la puerta, siguiendo el sonido de la campanilla por la llegada de un nuevo cliente.

— Entonces — alargó la última vocal de la palabra, enfrascado en encontrar el postre más apetecible y caro de la carta — ¿A quién acosamos? —

— Dalia Bale — dijo en un tono mucho más tosco, encorvándose en su asiento, apretando con desesperación su ya fría taza de café, maldiciendo en voz alta — Mierda, parece que solo te traigo mala suerte estos días, ¿cuántos dulces puedes comer? —

Aiden bajó unos centímetros el menú, permitiéndose apreciar por el borde, lo que sucedía detrás del paraíso. La bajada del cielo fue dolorosa. Rosemary de belleza impoluta, llamaba la atención con su larga y hermosa cabellera trenzada en dos colas, su clara voz resonaba pese al bullicio de terceros y la expresión serena hablaba de su buen humor, mientras esperaba a Nathaniel junto a la puerta, quien se secaba algunas gotas de su chaqueta, tras cubrir a la chica con ella.

— No lo sé — Aiden se encogió de hombros, ocultándose bajo la carta, fingiendo leer. La tarea se le hacían imposible cuando sus orbes se empañaban igual que el cristal por la lluvia — Los suficientes para desarrollar diabetes —

Maximillian asintió, fingiendo no prestar atención a su voz quebradiza — Lo tendré en cuenta... — dijo, incomodándose por el largo silencio del chico oculto tras las hojas — Lamento, ya sabes, exponerte. Solo no entiendo, porque es claro que a él... —

Aiden rebuscó a su alrededor una de las servilletas, atrapando un poco de los rastros del llanto — No es tu culpa. A veces nos corresponden, a veces no... — Le interrumpió al recuperarse tras carraspear — Algún día yo también encontraré a alguien que me ame como merezco, está vez no pudo ser, no es el fin del mundo — una corta y sincera sonrisa adornó sus labios, resguardando sus lamentaciones para él solo.

— El amor suena a mierda. Paso, soy feliz por no haber desarrollado un vínculo profundo con alguien más —

— Tiene su lado lindo — Aiden sorbió lo último de su batido, estremeciéndose por el frío, ignorante del tono rojo en la punta de su nariz y sus mejillas, distrayéndose del malestar al tomar su celular para leer la notificación que acababa de saltar en la pantalla, mientras el menú descansaba sobre su regazo.

Un desliz de su dedo le permitió leer el mensaje, sus ojos brillaron con una nueva emoción, consiguiendo atraparlo por un par de palabras de Nathaniel. "La invite a tomar un café como agradecimiento por ayudarme a estudiar en los exámenes"

— Nos descubrieron — murmuró al aire. Se secó la otra mano con su pantalón para tomar su celular correctamente. "Idiota. No soy tu novia, no me debes explicaciones".

— ¿Qué dice?, ¿Qué quiere? — Maximilian llenó de curiosidad, se inclinó sobre la mesa, leyendo la conversación por unos instantes hasta que Aiden apartó su móvil — ¡No puedes no darle el chisme a un chismoso! —

"Parecías quererlas"

Aiden ignoró las quejas de Maximilian, quien le maldijo por lo bajo mientras sorbía un par de tragos de café. Observó rápidamente su alrededor, deteniéndose en el par de orbes verdes admirándole a unas mesas de distancia. Con torpeza escribió, renegando por lo helado y tembloroso de sus dedos.

"No puedes leer mis pensamientos"

— ¿No está haciendo mucho frío? —

Max se encogió de hombros con notable desinterés — A mí no me veas, yo no voy a calentarte. Sufre en silencio —

"Claro que sí. Por ejemplo: Justo ahora quieres un Cheesecake"

Nathaniel era considerablemente lento al textear, quizá por llevar una conversación al mismo tiempo o por su falta de experiencia al mensajear. Cualquiera que fuese la respuesta, Aiden debía terminar la conversación para acabar el sube y baja emocional, sin embargo, su propia conciencia le traicionó.

"Siempre quiero dulces. No cuenta"

"¿No quieres?"

"Sí quiero"

Ni el ruido de la campanilla le distrajo de su pantalla, la espera se sentía eterna, leyendo las mismas palabras, ansioso por las nuevas. Viéndolo a la distancia, se deprimió al aceptar el lugar que le correspondía como amigo. Bajo la palma suprimió la mueca de sus labios, al apoyar el peso de su cabeza sobre su mano.

"En realidad, estoy pensando en que eres un maleducado, no puedes mirar el celular cuando estás hablando con alguien más" Zahner replicó, antes de responder a los pellizcos de Maximillian, ordenándole mirar en la misma dirección que él, derrochando demasiada euforia. Le cuestionó al fruncir el ceño, notando a Dalia contra las puertas de cristal, recuperando el aliento.

"No puedes juzgarme. Tú estás haciendo lo mismo"

— ¡Dalia!, ¡Nuestro objetivo! — Maximillian señaló insistentemente con su cabeza, a la recién llegada. Emocionado por iniciar la verdadera misión de la tarde.

— ¿Por qué es siquiera un objetivo? No la conozco mucho, pero parece una chica dulce — Zahner abandonó su celular a un lado, dejando en visto el último mensaje. Preocupado, frotó sus manos contra ellas mismas, esperanzado en conseguir un poco de calor. Siguiendo los movimientos de la chica caminando en dirección contraria.

Maximilian de mueca juguetona en los labios, se acercó a él al apoyar su pecho en la mesa, llamando a Aiden con un movimiento de su mano. Un poco curioso, se guardó las palabras cuando Max movió sus mechones de cabello, provocándole cosquillas al susurrarle al oído.

— Estoy noventa y nueve por ciento seguro, ella es X, nuestra amada y salvadora X —

Los ojos de Aiden se abrieron de par en par, intercambiando miradas entre la chica en la lejanía y la expresión de regocijo de su amigo. Estupefacto, estaba dispuesto a levantarse y rendirle tributo a la fémina. Ella, era sin lugar a dudas, la fuerza bruta del club de periodismo.

— ¿X?, ¿Cómo estás seguro? —

— No revelo mis fuentes sin un pago de por medio — negó al agitar su dedo de lado a lado, antes de dejarse caer sobre el sillón, vanagloriándose de la expresión de sorpresa del contrario — Solo compré unos servicios informáticos para rastrear la dirección IP y cositas así, nada raro —

— No hiciste nada ilegal, ¿verdad? — Buscó nuevamente a la chica, encontrándose con una falda en su campo de visión, sus ojos avanzaron hasta la muchacha de cansada sonrisa y la bandeja repleta de postres — ¿Sí? — Cuestionó la presencia de la chica, echándose hacia atrás cuando la susodicha dejó un Cheesecake en la mesa — Nosotros no pedimos... —

— El cliente de allá le envía este dulce — señaló hacia otra mesa al apartarse un poco del camino. Se marchó, no sin antes preguntar si deseaban agregar más a su pedido.

Un nuevo mensaje llegó unos segundos más tarde. "Agradecimiento por ayudarme".

"No soy barato", quizá pretender estar molesto, ayudaría a calmar sus desbordantes sentimientos, engañarse a sí mismo con una mentira perfecta.

"Chico avaricioso. ¿Quieres aprovecharte de mí?"

"Sí"

Aiden evitó cruzar miradas con Nathaniel, encorvándose, dudando de probar el postre. Rendido por el cansancio, hundió la cuchara en la suave textura, probando el apetitoso sabor envolver su boca, pintando con azúcar sus labios, suspiró. Su desamor, era un insano conjunto de contradicciones que estaban jodiéndole la cabeza.

— ¿Cuál es tu plan, Max?, ¿acecharla como acosador o preguntarle directamente? —

— Intimidación o asesinato, escuché que su hermano menor es un chico problemas, podríamos deshacernos de él... O eso quisiera decir — Max resopló, al robarle la cuchara a Aiden, comiendo un buen pedazo del cheesecake — pero ella es nuestro ángel y debe adorar a su hermanito, debemos ser amables. Tu turno, Aiden, es tu momento de brillar —

Aiden recuperó su cuchara, comiéndose el siguiente bocado — Tú también puedes ser amable, sé que muy en el fondo, tu lado dulce está esperando para salir a flote — le señaló con el cubierto, casi como si fuese una amenaza — Solo necesitas una oportunidad para demostrarlo —

— No. Soy un ser frío y sin corazón. No conozco el calor —

— Déjate querer — Bromeó al extender sus brazos, pidiéndole un abrazo que no llegaría, no solo por la separación con la mesa. Las demostraciones de afecto físico eran casi nulas con Maximillian, quizá por ello eran tan valiosas, Aiden las tenía contadas con los dedos de la mano... Y le sobraban.

Su pequeño escape de la realidad por medio de las risas acabó en un instante. Sus ojos se cubrieron por una sombra ocultando su cuerpo, su mirada buscó al culpable, retrayéndose al notar a Nathaniel a su lado.

— ¿Nate? — La pronunciación del apodo sonó melodiosa, cálida e irremplazable — Que pequeño es el mundo, ¿no lo crees? — afirmó, intentando esconder su sorpresa en un tono juguetón — ¿Necesitas algo? —

— Ugh. Debo ir al baño — Maximillian se levantó entre movimientos perezosos, estirando sus brazos en medio de un bostezo, escapando al dedicarle una afilada mirada a Aiden — Seguro el cheesecake me sentó mal —

Aiden solo rió, más que por gusto, fue por incomodidad. No sabía si estar agradecido o desesperado por la ida de Maximillian.

— El pequeño Dagger no es nada sutil — Hicks afirmó al verlo marcharse por el corredor, caminando a un paso ridículamente lento, considerando su necesidad urgente de ir al sanitario.

Aiden prefirió ignorar el comentario, ladeando su cabeza para ver a Rosemary de expresión aburrida, deslizando su dedo por la pantalla del celular, con su taza de café a su lado, enfriándose.

— No soy un experto, solo he leído de romance en libros, pero no parece recomendable dejar sola a tu acompañante en medio de tu cita — Aiden, evitando el contacto con el otro, quiso echarlo con delicadeza.

— No es una cita. Le hubiese dado un infarto si llamaba a esto una cita, es solo un agradecimiento — sacó sus manos de entre sus bolsillos, extendiéndolas cerca de Aiden, quien le cuestionó con la mirada — Anda —

— Si no lo dices no lo entiendo — musitó, ciertos rastros de melancolía brotaban entremedio de sus palabras. Sus ojos escapaban de los de Nathaniel, buscando puntos contrarios.

— Lo entiendes, deja de fingir que no lo haces — insistió al zarandear suavemente sus manos — Ven. Ya deja de estar corriendo, no te pareces en nada a ti, eres como un extraño —

Sus labios se abrieron, pero las palabras no salieron, apretando sus manos para espantar el temblor, se acercó a él — ¿Cómo se supone que soy? — Cuestionó al ceder, dejando que Nathaniel le sostuviera hasta el alma.

— Siempre vas de frente — La diferencia de tamaños le permitió tapar casi por completo sus manos, acariciando el dorso disimuladamente con sus dedos. Su piel era tersa, agradable al tacto por su suavidad, prácticamente un antónimo de su dermis llena de callos, de capa dura y rasposa — No te escondes o finges no verlo —

— ¿Intentas levantarme el ánimo? — Fugazmente, casi a la velocidad con la que una estrella fugaz surca el horizonte en medio del cielo oscurecido, su mirar se encontró con el de Nathan.

— Estoy dándote un servicio especial de agradecimiento, porque no eres barato — repitió las palabras del chico, jalando de él hacia arriba, inclinándose para exhalar aire caliente contra la unión de sus cuerpos.

— ¿Cómo sabías que estaba quejándome del frío? — Su corazón palpitó mucho más veloz, sus mejillas se pintaron de un leve tono rojo, Aiden disfrutaba aquella expresión de delicadeza deseando que se alargase unos segundos más.

— Brujería —

Una palabra consiguió sacarle una risa corta y sincera — Busca una excusa más convincente. Si fuese un brujo, deberías usar tu magia para trucos más increíbles, no en saber cuando tengo frío — dijo en medio de ese contagioso canto de felicidad que solo provenía de él. Nadie podía reír igual de adictivo a Aiden.

Apaciblemente, Nathaniel soltó las manos de Aiden. Deslizó la bufanda que colgaba en su cuello, rodeando con la tela a su amigo, abrigándole hasta la barbilla, sin perderse el rubor acrecentando en aquellos pómulos.

— Cortesía del servicio — dijo al encogerse de hombros, observando de soslayo a Rosemary, quien no se perdía de la escena — ¿Peleaste con ella? Parecía distraída, lo suficiente para aceptar venir conmigo —

— Diría que el problema es que no hemos peleado — agachó la cabeza, olfateando el aroma del perfume de Nathan entrar en su nariz, sintiendo su corazón derretirse. Ya no recordaba las penas del frío.

— ¿Y qué estás esperando? —

— ¿Estás echándome a pelear? — Aiden frunció el ceño, pese a su semblante, estaba emborrachado de calma por el ambiente íntimo de ambos.

— Apostaré veinte dólares por ti — Nathan se encogió de hombros, restándole importancia a sus palabras.

Aiden alzó su puño y sacó su dedo medio en dirección a Nathaniel, escuchando sus carcajadas provenir de su gesto obsceno, bastante impropio de él.

— Yo apostaré cuarenta dólares por mí —

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