🎨5: Sublime.
-Déjame verlas.
(T/n) alzó una ceja, y su corazón se disparó. Temerosa a que se refiese a lo que había bajo sus mangas.
-¿A qué te refieres? -Preguntó la joven con una ligera sonrisa en sus labios, tratando de evitar la mirada intensa de Suga, sin embargo él sabía que ambos tenían muy claro a que se refería.
-Sabes a lo que me refiero. -Dijo con ligera severidad, pero sin olvidarse de suavizar su expresión para bombear al corazón de (T/n) olas de paz y tranquilidad con cada latido del suyo al tomar con suavidad su muñeca.
Los ojos de (T/n) se tornaron vidriosos y temerosa miró los de Suga.
Una neblina negra se extendió por su pecho y trepó por su garganta impediendo que algún sonido pudiera ecualizar de su voz.
Sin embargo aún se atrevió a enseñarle su muñeca interior, huyendo su vista y cerrando los ojos con fuerza para evitar hacer contacto visual con él por todos los medios...
Escuchó cómo la respiración de Suga se atascaba en su pecho cuando arrastraba suavemente la manga de tela para descubrir su muñeca y ver la larga extensión de heridas cicatrizadas que había en esta.
Sus dedos cálidos abordaron su conciencia cuando comenzó a trazar los patrones azules y morados en sus finísimas arterias.
Con infinito cuidado y delicadeza, bordeó las cicatrices y comprobó... Que una era más prominente que otras.
Sin embargo comprobó profundamente aliviado que los cortes eran horizontales.
Ella no había intentado suicidarse.
Pero esa cicatriz tan grande le daba la impresión de que una vez estuvo a punto de conseguirlo.
-La primera me la hice la primera vez que vi el arcoíris. -Explicó señalando un camino realzado en su piel, el más leve e inexperto de todos. -Todos los niños de la clase se levantaron a verlo, pero yo obviamente no iba a hacerlo. Total. ¿Qué iba a ver?
Intenté concentrarme en la clase de matemáticas pero la profesora se levantó también para verlo.
Suga se mordió los labios mientras la escuchaba.
-Habían visto mil veces un arcoíris. Habían visto los colores millones de veces... ¿Y tenían que levantarse de sus pupitres como si nunca lo hubieran visto? Me dio muchísima rabia porque yo no podía verlo y sí quería de verdad. Ellos solo querían armar revuelo para perder clase de matemáticas y lo habían conseguido... El arcoíris les daba igual.
(T/n) frunció su gesto y miró a Suga riéndose de ella misma.
-Ahora que lo repito me parece un poco ridículo pero... Pero entonces me impactó muchísimo. -Agregó riendo suavemente para quitarle tensión a la situación, acercándose un poco más a Suga para explicarle todas sus cicatrices.
-Esta de aquí me la hice cuando mi primer novio me dijo que tenía unos ojos preciosos. Que tenían un color precioso... No sé cómo no le dije cuatro cosas.
-Porque era tu novio (T/n). -Rio Suga frotando con suavidad su hombro. -Seguro que no lo hizo con 3sa intención.
-Llevábamos saliendo... ¿Cuánto? ¿Dos semanas? ¡Menos, incluso! ¿Quién eres tú para decirme eso cuando conoces mi discapacidad? -Preguntó retóricamente indignada con el recuerdo de ese chico de apenas quince años.
Entonces sintió la mirada severa y seria de Suga cernirse sobre ella, y su corazón se saltó un latido.
Había agarrado con firmeza sua antebrazo, tratando de no apretarlo con sus dedos y no parecía que fuese a soltarlo fácilmente.
-No lo llames así.
-¿Discapacidad?
-Sí. No vuelvas a decirlo. Nunca. -(T/n) suspiró y continuó con lo que decía. -¿Y esta? -Suga señaló la más grande con delicadeza y la bordeó con una increíble suavidad que hizo que su piel se pusiera de gallina.
-Esa fue un accidente. Hundí la cuchilla más de lo que quería y... Hubo que llevarme al hospital. ¡Pero no te preocupes! Dije que un gato me había arañado y a partir de ese susto que me di no he vuelto ha hacerlo.
-¿Cuánto hace de entonces?
-Esto pasó el año pasado. Tres meses antes de conocerte. Me he mantenido desde entonces. Y cuando te conocí... Encontré más razones para no hacerlo.
Sugawara asintió sonriendo y se acercó a ella para acariciar suavemente su cabeza.
La joven se quedó embobada mirándole y se mordió los labios mientras ese ardor en sus mejillas subía hasta sus orejas.
-Suga... Escucha Suga, yo... -(T/n) tomó sus muñecas con suavidad y le miró a los ojos, Suga respondió con una sonrisa y una mirada de anhelo.
-Sugawara-kun. -Las caricias del joven cesaron y su atención se centró en una joven morena de piel blanquecina. Sus ojos eran claros y llevaba lentes sobre su nariz delicada.
Su voz era suave y calmada.
La voz de esa joven era azul, pero (T/n) no vio ningún color.
-¡Kiyoko-san! -La expresión de la joven era seria, sin dejar de ser dulce cuando Suga dijo su nombre.
-¿Qué haces aquí? No puedo creer que te hayas olvidado. El otro día se aplazó el entrenamiento a otra hora.
Sugawara pareció palidecer y se apresuró a disculparse a toda prisa.
-¡Perdóname Kiyoko-san! Voy ahora mismo. -Se levantó de la hierba y se despidió de (T/n). -Lo siento mucho (T/n), se me había olvidado. ¡El jueves nos vemos! -A trompicones, corrió hacia la joven sonrojado y rascándose la nuca.
Ella ni siquiera pudo ver los colores que ella consideraba como "tristes" .
Se sintió estúpida. ¿Se había enamorado de alguien a quien le gustaba otra persona?
Conocía a Kiyoko-san. Era una chica preciosa, y era la manager del Karasuno. Suga se lo había dicho y también sabía que era bastante popular en el equipo. No había más que escuchar los gritos de admiración y los suspiros que se escapaban de todos ellos cuando ella entraba a la sala.
Ahora se sentía una estúpida al haberle enseñado todas sus cicatrices. ¿Y si él no la quería como ella le quería a él?
Se avergonzaba de sus propias decisiones al haber desnudado su corazón de esa manera.
Y pensar que por un momento había estado a punto de decirle que le quería...
Quizá Kiyoko hubiera sido su salvación. O quizá simplemente estaba mareando su cabeza con cosas que no sabía.
Pero si eso era así... ¿Por qué su corazón dolía tanto?
No lo entendía. No entendía nada y no le gustaba.
Sin pretenderlo las lágrimas prendieron de sus ojos y cayeron sobre la hierba gris.
Miró el cielo gris, el sol gris y a las dos figuras grises que se alejaban de ella.
¿Por qué solo podía ver color cuando estaba con él? No quería depender de Suga, pero hasta que supiera cómo conseguirlo... ¿No podía tenerle a su lado?
Incluso si no fuera más que la sombra de una ilusión lo que ella amase.
Un profundo nudo en su estómago comenzó a formarse y acabó en un ataque de tos nerviosa.
Dio gracias al cielo por no haberle dicho nada a Sugawara y se levantó del picnic improvisado que habían compartido.
Solo esperaba que todo lo que le ocurría fueran imaginaciones suyas.
Pero (T/n) no podía dejar de sentir el cosquilleo y la resonancia de su siave tacto en sus cicatrices.
No iba a intentar olvidarse de él. Eso sería ridículo e infantil. No ahora que podía ver colores y saborear palabras cada vez que bebía del café de sus ojos.
Él aún desconocía lo que en su corazón causaba guerras y batallas cada vez que la sonreía. Él no tenía ni idea de que cada segundo con él era una vida en el mismísimo cielo.
Aún estaba a tiempo de borrar esos sentimientos... Porque no sabía que existían.
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