🎨3: Sonrojo.
Sugawara la miró de arriba a abajo y se rio con suavidad, tapando sus labios con sus manos antes de mirarla a los ojos.
(T/n) alzó una ceja y se recargó en el marco de la puerta.
-Te has puesto los pantalones del revés. ¿Quieres que te regalen algo (T/n)? -La joven frunció el ceño con fundida y trazó las costuras en sus piernas por fuera.
-Ah, mierda. -Él se echó a reír negando con la cabeza. -Pasa si quieres, no te quedes ahí fuera. No tardo nada en cambiarme.
-¿Te gustó dónde te llevé el otro día?
-Me encantó. -Sugawara la había llevado a un bosque bastante frondoso con ánimo de explicarle el color verde. Pero con las malas temperaturas, los únicos colores que predominaban eran los grises, (T/n) estaba acostumbrada, pero él nunca había visto un paisaje al natural solo de gris. -El gris es un color bonito, supongo. Aunque esté aburrida de verle, supongo que por eso me gustan los dibujos a carboncillo.
-Además se te dan muy bien... ¿Este le has hecho tú? -Preguntó señalando uno de los cuadros colgados en la pared.
-Sí, pero ese no es gran cosa. Le hice cuando tenía doce años, a partir de los quince no empecé a pintar "bien"
-Porque tú lo digas. A mi este cuervo me encanta.
-Yo no estoy especialmente orgullosa de él. Pero si tanto te gusta, quedátelo. -Los ojos de Sugawara centellearon como los de un niño pequeño. (T/n) pensó que era absolutamente adorable.
-¿En serio?
-Claro. Pero si vas a llevarte uno, al menos que sea uno de los nuevos. Puedo dibujarte uno mejor en la mitad de tiempo que me costó hacer ese.
-Pero a mi me gusta este... -Dijo tomando el marco y abrazándolo contra su pecho en una broma mientras la miraba suplicante a los ojos y se las apañaba para que sus labios temblasen.
-¿A ver? Déjame verle. -Preguntó (T/n) tendiendole la mano a Sugawara para que le dejase el marco.
El joven se lo dio, y (T/n) rezó porque sus dedos se rozasen o algo así en el proceso.
Pero esas cosas tan bonitas como cliché no se daban en la vida real.
Aunque ya encontraría una excusa para volver a tocarle.
(T/n) observó el cuervo reposando en una rama seca y llena de miles de ramificaciones, acabando en alguna que otra elegante hoja negra.
Un precioso cuervo de plumas grafitadas y brillantes debido a la presión del lápiz sobre el papel adoptaba una posición tranquila tras retomar la calma después de un vuelo.
-El fallo está en la poca variedad de grises oscuros y claros. Si me dejases retocarlo para que tenga más sombra y unos blancos más puros, te prometo que te gustará más.
El joven suspiró cediendo y asintió con una sonrisa.
-Está bien. Pero solo eso. Tú eres capaz de borrarlo todo y empezar desde el principio.
(T/n) salió con los pantalones del derecho y lista para salir.
Sin embargo se encontró a Sugawara sentado en el sofá con sus manos enterradas en su cabello, y su rostro reposando en sus manos.
Respiraba lentamente, casi parecía que se había dormido.
(T/n) se mordió el labio.
Venía de un entrenamiento, quizá lo mejor hubiera sido que salieran otro día, o más tarde para que él tuviera tiempo para dormir un poco.
El volley lo era todo para Sugawara, y (T/n) no quería que él renunciase a lo que le gustaba por nadie. Ni siquiera por ella.
Eso sería una auténtica tontería.
Se acercó a él y le acarició la espalda, subiendo hasta que sus manos rozasen cariñosamente su cuello.
El joven sintió un escalofrío por su columna y giró su rostro para mirarla y sacar de su cansancio una sonrisa para ella.
-¿Ya estás lista?
-... Creo que lo mejor sería que nos quedásemos en casa. ¿No crees?
Sugawara vio el cielo abierto cuando ella dijo eso.
Si en ese momento le dijeran que se había muerto del cansancio y que (T/n) era un ángel; se lo creería.
-¿De verdad?
-Claro. Te traigo un par de mantas y dormimos un rato, tienes cara de estar muy cansado.
Tienes un gris más intenso debajo de los ojos.
Sugawara sonrió y se recostó en el sofá cuando ella le dio el permiso y suspiró cuando su cabeza se apoyó en el brazo acolchado de este.
(T/n) vino con una manta negra ancha grande y suave.
Sugawara alargó el brazo para indicarle que se acurrucase con ella.
-Hace mucho frío, hasta que esa manta comience a hacer su función, me congelaré. ¿Vienes conmigo? Tú también podrías dormir un poco.
(T/n) suspiró y trató de evitar que no se notase que se moría por dormir a su lado una hora o dos.
Sus mejillas comenzaron a arder y aceptó colocándose a su lado y extendiendo la manta sobre ambos cuerpos.
Sintió su respiración caliente contra su nuca y sintió un escalofrío.
La neblina volvió a aparecer, pero más oscura y agresiva que la dulce amarilla que Sugawara le transmitía.
¿Estaba sintiendo otro color?
Y si era así... ¿Cuál era?
Sintió cómo el se incorporaba detrás de ella y la abrazaba, acariciando su hombro con el pulgar de forma circular y periódica.
Ella, que se había levantado fresca como una rosa, sentía que tenía todo el sueño del mundo.
Casi como si él se lo hubiera contagiado.
Cuando estaba a punto de caer en los brazos de Morfeo, sin salir de los de Sugawara, él se incorporó un poco para alcanzar su oído.
Una caricia en sus mejillas hizo que estas comenzasen a arder como nunca lo habían hecho.
Se giró un poco y su nariz se estrelló con la de él.
-¿Qué ocurre? -Preguntó confundida.
-Te has sonrojado.
-... No puedo ver el color rojo, Sugawara. -A no ser que la neblina y los destellos que veía a su alrededor no fueran rojos, no podía saberlo.
-El color rojo es... Lo que sientes cuando muerdes una fresa. Cuando hueles una rosa o escuchas un tambor o los latidos de un corazón.
O cuando te dan un beso.
-¿Qué significa?
-Significa fuerza, poder, intensidad... Y puede significar prohibición e ira a la vez que amor y sensualidad. También es el color del fuego, y representa un calor muy muy intenso. Que quema y calienta pero no abrasa.
Cuando te sonrojas, significa que algo te ha cohibido, el corazón late más rápido y la sangre se concentra en el rostro. Las mejillas se llenan con sangre caliente, que es de color rojo, y la piel adopta ese color en las mejillas, las orejas, la nariz, o incluso... Los labios.
-¿De qué color es la piel?
-Puede ser de muchos colores. Tú y yo somos bastante pálidos. Nuestro color de piel se acerca mucho al blanco. Por eso se nota mucho cuando te sonrojas... O ese gris oscuro que me has notado debajo de los ojos.
-Y... ¿Es bonito?
(T/n) vio cómo las mejillas de Sugawara se oscurecían, y como esa neblina intensa crecía y crecía...
No sabía si era ese o no; pero (T/n) definitivamente llamaría a ese color rojo.
-Es precioso.
(T/n) sonrió y él se quedó mirando a la joven con expresión neutra.
-Cuando terminemos la siesta te llevaré a una pastelería a que pruebes una tarta de fresa.
Para que sepas a qué sabe un sonrojo y la combinación entre rojo y blanco.
-¿Estás diciendo que mi piel sabe a tarta de fresa? -Preguntó con una risa la joven alzando una ceja.
Sugawara volvió a "sonrojarse" lo supo porque su rostro adquirió una tonalidad mas oscura de gris. -Por ahora vamos a dormir un poco. Sugawara.
Él asintió sonriendo y volvió a enterrar su rostro en su nuca. Haciéndole cosquillas en la parte de atrás de su cuello.
-Suga.
-¿Qué? -Preguntó adormilada.
-Ye lo dije el otro día... Puedes llamarme Suga en vez de Sugawara... Suena más... Más agradable.
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