//La obscuridad hace que el camino se vea más largo cuando en realidad resulta ser más corta la necesidad de confiar en alguien. //

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— Mis condolencias jovencito.—   mencionó una mujer anciana en aquel instante— Tu madre dejó esto para ti.

Al extender sus brazos dejó ver una caperuza hecha de delicados materiales, similar a la seda la misma suavidad se podía notar en aquella prenda, mientras que sea hacía presente la tonalidad viva del color rojo. Ese color que mostraba brillos carmesí como el color de la sangre fresca, exponían la belleza de un cuadro retrograda que enseñaba lo que era la belleza misma hecha un pieza del arte.

Lagrimas.

Suaves y delicadas lagrimas rodaban por las mejillas de un joven azabachado, de preciosas y refinadas orbes zafiros. En compañía de un profundo sollozar, que él solo podía comprender.

//En aquella cabaña desde hace mucho tiempo ha de haber vivido una joven con una sonrisa radiante y de cabellos dorados, amante de los girasoles y de las rosas. Pero al caer la primavera, las flores marchitaron, marchitándose así el espíritu de aquella joven. // 

— Matb (mamá) — mencionaba el joven en el idioma natal de su madre mientras abrazaba aquella prenda tan brillante.

Aquella mujer que entregó la prenda al menor se retiró del hogar, apenada y destrozada por la terrible perdida del joven. El ambiente no dejaba de ser sombrío y melancólico. Y así era cubierto cada vez más por una muy pesada aura deprimente.

Las personas no dejaban de escuchar aquellos lamento, aquellos gritos que no cesaban en aquella cabaña, en el mismo lugar en donde aquella mujer falleció. Muchos la conocían, muchos la adoraron y tomaren su imagen como ejemplo a seguir.

Todos menos su hijo.

Allen.