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⏳ Capítulo 74 | Contrariedad



THEO





Depende ti convencerlo antes de tiempo.

Ya tendremos momento para hablar a solas.

Tarea dificultosa, porque Vincent no es de los que la dejan fácil.

Se comporta agrio y poco razonable con la edad que tiene, que causa desesperación... Y trato de ser comprensible, pero siempre asegura que no es así. Cree que al protegerlo lo asfixio. Que soy bueno mintiendo. Que no puedo simpatizar su dolor solo porque no me ha visto sufrirlo... Y por eso quiero que me conozca. Sé que no soy el mismo desde aquel viaje.

Las cicatrices en mi espalda denuncian lo contrario.

Regresé sin dinero, endeudado, desilusionado, arrepentido por haber puesto grandes expectativas... La inmortalidad causó que mis amigos se convirtieran en enemigos. Acabé perdiendo al gran amor de mi vida en un accidente. Atravesé lo inimaginable. Tuve a la muerte de frente... y lo mantuve en secreto para no generar lástima.

Y no, no soy el hermano perfecto, el ejemplo a imitar... Soy un simple humano, y como tal, conseguí equivocaciones. Nunca voy a perdonar haberme separado por mucho tiempo de Mago. La confesión respecto al abuso de Meindert lo trae alterado, pero yo también necesito que me escuche, aunque sea por última vez.

Yo era muy atento, minucioso con cada uno... pero creí que era hora de buscar mi camino. Realizar una familia propia, y en ello fui demasiado cretino. No imaginé los obstáculos que debía saltar para conseguirlo. Que los amigos se vuelven tus peores enemigos. Lo que amas termina en un abrir y cerrar de ojos...

Hace mucho que no veo sangre, y me atemoriza que vuelva a suceder.

Hubiera sido perfecto terminar muerto en aquella época, sin tener que ser motivo de incontable sufrimiento, a ser señalado siempre cuando algo marcha mal... Entonces sería recordado con cariño, y no el desprecio que genero. Si con la duda de Lars se levantó revuelta, ¿qué espero conmigo? La decepción será como mi ganancia.

—¿En qué piensas?

—Pienso en decirle la verdad.

—¿Bromeas? Eres lo más cercano a la sinceridad que conozco. No tienes porque inventar culpas solo para complacer los caprichos de Vincent.

—¿Y qué hago con el arrepentimiento? No debí separarme de Mago y a ustedes perderles el rastro.

—Fuiste en busca de un sueño, tu propio sueño. No tienes porque culparte por haber seguido con tu vida... Los errores de los demás no son los tuyos, tenlo presente.

—¿Crees que sin mi todo fuera distinto?

—¿Sin ti? ¡Ni lo pienses! Aquí el único que apesta es Magno... Ojalá Vincent y él se vayan cuando antes.

—No seas duro con ellos, Salo.

—Lo soy porque lo son contigo. No tienen el más mínimo respeto cuando te hablan.

—No sigas... No merezco que seas mi defensor, después de lo que tengo que confesar.

—Para eso estamos los hermanos, para servir de capa y espada... Asegúrate de pensar de vez en cuando en ti.

Del jardín entramos a la casa por la puerta trasera. Caminando por el pasillo, un sonido similar a un estruendo, paraliza nuestros pasos.

—¿Escuchaste eso?

Creyó que venían a atacarnos de nuevo.

El sonido vino del cuarto de Meindert. La puerta estaba fuera de lugar. Supusimos que el intruso se mantenía escondido dentro. Salomón avisa a la hermandad. Se arman con lo que tengan a mano. Sin aviso entro antes de otros. Lo hago para evitar heridos. Si una bala me alcanza, ganarán tiempo para desarmarlo.

Lo primero que veo en la alfombra es nada menos que... a Vincent. Coloco su cabeza en mi regazo. Pido cuando antes alcohol y algodón. Indicaba ser otro de sus desmayos, sin embargo, de la frente le escurría sangre, advirtiendo un posible golpe. Fueron a revisar, por si se trataba de un ataque, pero nada en absoluto. Ni un indicio.

A continuación Mandrú señala la mano. Lleva el puño apretado. En ella empuña el revolver. Reviso cada parte de su cuerpo en búsqueda de alguna perforación. Concluimos que la bala no penetró, solo culminó en un mínimo roce. Ahora la duda estaba puesta en el revolver. ¿Dónde la encontró? ¿Y para qué fin?

Con los ojos y la boca abiertos, hace esfuerzo por recuperar el aliento. Arrastra las palabras. Apenas y se le entiende lo que trata de decir... Lo sostengo de la mano, mientras le pido que esté tranquilo. Momentos como estos quisimos ahorrarle, no es porque quisiéramos deshacernos de él. Es necesario en la hermandad, en nuestras vidas.

¿Había manera de llegar a esto, si necesitaba ser escuchado?

Nuestros nombres se le atoraban en la garganta. Northon trajo la insulina. La aplica en el brazo. Es cuestión de esperar el efecto. Advierte que si no mejora, será urgente llevarlo al hospital... Y no creo que sea tan grave. Es fuerte y volverá a ponerse de pie. El vuelo a Zurich se pospondrá, mientras recupere energía. Y si lo permite, en esos sus últimos días en casa, sostener una plática.

—Respira, respira... sigue conmigo.

Por supuesto que comprendía su pena, aunque tampoco llegué a atentar en contra de la vida. Lástima que no me dejara ayudarlo a superar tal sufrimiento, antes de cobrar factura... Admito lo bien que jugó a disimular, tomar la forma de ser de MG, pero nada evitó que llegase a este día... Agradezco que la bala no le atravesara el cráneo.

—Lo... siento... Perdón.

Un siseo sale de su boca con las última palabra. Del pecho se le escapa un suspiro... Ya no trata de hablar. La mano que sujeto ha perdido peso... Phillip se acerca. "No respira" dijo. Realiza RCP. Magno sale a preparar el auto... Es cuando llega y Phillip se queda de una pieza. En sus ojos estaba el reflejo de la impotencia. Algo no estaba funcionando.

—Ayuden a subirlo.

—Vincent no da señales.

Magno retrocede hasta tropezar. Los que estaban cerca detienen la caída. Lo ayudan a ponerse de pie, pero prefiere quedar en el rincón, asimilando el shock. Después va de cuclillas hasta el cuerpo. Se pone a llorar. La hermandad es un caos, están azorados. Van a abrazarse los unos con los otros... Fred cierra sus ojos. "Descansa, compañero" dice.

Y yo todavía sin soltarle la mano.

Espero por decirte toda la verdad.

Despierta

Abre los ojos y te la contaré.

Soy incapaz de soltarlo, y menos cuando tengo conociéndolo desde niño. Siempre jugando al aventurero. Quisiera que fuera una broma para hacer a Magno recapacitar, que fuese un berrinche... Quisiera que rompiera el silencio con una enorme carcajada... Volver a contemplar su sonrisa... Invitarnos al jardín a escuchar las melodías en el violoncello.

Lo trasladan en ambulancia. Me arrancan de su mano. La necropsia determina que había sufrido una descompensación por la diabetes. A eso se le suma la adrenalina que le provocó quitarse la vida, creando un infarto. Magno se mostró incapaz de realizar los preparativos funerarios... Y se hizo de acuerdo a su voluntad.

Esparcir sus cenizas con las de Meindert.

Y al volver a la misma recámara, una semana después, mis ojos descubren la carta, tirada a un costado de la alfombra, la última que escribiera antes de morir. Al leerla entendí un par de cosas. Conseguí que mi conciencia quedase tranquila. Quizás no era yo un error en la vida de los que conozco.

... Y entiendo que hay muchas vidas por salvar, a parte de nuestro pellejo.

Murió rodeado de todos sus hermanos, recreando la escena de cuando lo hallamos inconsciente en la nieve... Hasta parece casualidad. Una coincidencia terrible que termina de una forma distinta, y a la vez, similar. En ese momento lo volvimos a la vida, cuando le arrebataron el sentido... y ahora de nuevo buscarlo, pero para darnos cuenta de su partida.

Un punto final que coincide con el principio.

27 de Diciembre del 2010.

Estoy contento por todo lo que me enseñaron, pero lamento que haya sido con su partida.









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