🥀 Capítulo 71 | Si Olvidarnos fuera Fácil
VINCENT
—¿Qué sucedió con Meindert antes de el accidente de Margarito?
—Es confidencial lo que cada uno de ustedes me confiesa, a excepción que deseen compartirlo.
—Meindert descansa en paz, en cambio yo sigo respirando por él...
—¿Todo el origen de la discusión es por esta pregunta en especial?
—¿Y por qué los antidepresivos? Él no era el mismo desde ese entonces, y no, no acepto que la respuesta sea la misma. Lo conozco desde siempre, un ser humano inquebrantable, aventurero, sensible... Sé que hubo un motivo muy grave para hacerlo cambiar.
—Te cedo la razón. Hubo un antes que lo volvió agresivo y retraído. ¿Y por qué dormía en la bañera? Más que gusto, era necesidad... Una necesidad producida por ser víctima de abuso sexual, que lo obligó a pensar en colgarse a un árbol. Tuve suerte de impedirlo; darle orientación e intentar lo que estaba a mi alcance.
»Fuimos juntos al psicólogo e inició el tratamiento con los antidepresivos. Terminó lo prescrito y parecía estar recuperado... lo que nunca imaginé es que tuviera otra recaída, y en vez de consultar conmigo para hallar otra solución, lo hizo por su cuenta... En conclusión, no es culpa de nadie sino suya, por ignorar las señales de advertencia.
Jamás lo hubiera tratado de besar a la fuerza, sino comprender la situación que vivía. Estar ahí para él. Fue un rotundo error cuando traté de llevarlo a mi habitación... Borracho uno comete incoherencias, y si, si recuerdo lo que pasó ese día. No puedo mentir diciendo lo contrario. Sin querer hice que cobrara fuerza ese espanto.
Estúpido, estúpido...
Tuve que ser lento, dejando la prisa de los encuentros pasionales. ¡Pobre de mi Meindert! ¿Por qué no me lo dijo en el proceso de su enfermedad? ¿Qué impidió que lo hiciera? Siempre iba a tener el mismo amor, sin importar nuestras heridas... Ahora quisiera sanar la suya, cosa que no iba suceder porque ya no vive entre nosotros.
—¿Abriste la caja?
—Compruébalo tú mismo —digo.
Desde que fuimos acogidos por la familia Crin, jamás hubo día que pasáramos hambre y frío. Nunca faltaron los problemas, pero no tan esencial como el pan en la mesa. Siempre usando ropas limpias y zapatos brillantes... Las miradas de desprecio y murmullos, desaparecidos... ¿Y a qué precio? No envejecer.
¿Había sido injusto con Theo?
Aunque por segunda ocasión no descubrí el paradero de Lars, solo obtuve que de nuevo la hermandad se partiera a la mitad, ignorándose los unos con otros. Esa era mi ganancia, por sembrar duda... Y con semejante desastre buscaba darme ánimos. Mi cuarto estaba hecho un desorden. Y yo era uno, en la cama.
¿Cuánto podré soportar?
... Tres meses a su muerte acababa de cumplir. Las rosas fueron trasplantadas en el invernadero. Se hizo una pequeña ceremonia. Las cenizas fueron a parar con la tierra... Su voluntad fue cumplida, tal cual pidió, junto a una melodía ofrecida por el violín de Josh... Ahora era uno mismo con la naturaleza, y se va a mantener vivo en cada rosa.
Salí un par de veces a tocar el violoncello en David Lam, y al abrir los ojos, encontraba una multitud, dispuesta a todo por seguir escuchando mis melodías... En el estuche dejan depositado el dinero, que observo con amargura. Yo no lo quiero. Lo que en verdad necesito ya no está conmigo. Apuesto que Meindert lo hubiera tomado de agrado.
Diría que mi arte por fin estaba siendo apreciado. Y yo le pediría juntar ese dinero para nuestra próximo viaje. Con sus dibujos y mi música, el dúo perfecto... Y cómo era imaginación, un hubiera, el dinero lo fui tirando en el trayecto a casa. A ver si alguien pasaba y lo recogía. A ver si a alguien hacía más feliz que yo... La vida es algo que no se puede comprar.
Paso cerca de un hombre, sentado en la banqueta, con una botella en mano. Cómo bebe parece solo y desconsolado. Con sus dedos mugrientos toma el billete que despido... Y es en ese momento que lo reconozco. Es Joseph. ¿Pero por qué aquí cuando debe estar con la niña en el tobogán? Me debe una explicación, por como salió huyendo en el taxi.
Confiesa que su matrimonio ha terminado, que solo estuvo en unión por la niña... era abrupto, injusto, siendo que yo viví con un maldito alcohólico. Siempre metido en sus problemas, egoísta y agresivo... Y nosotros en pleno trauma de guerra, en la que se busca el apoyo, el afecto de quien hace de supuesto "padre adoptivo."
—¡La niña! Tienes una obligación por cumplir.
—No puede verme... A dónde está ya no sufre.
¿Es acaso que ya no vive en la ciudad?
Lo llevo a rastras. De un jalón me quita y va a dirigirse a otra calle. Lleva consigo un morral, y colgado a este, un osito pardo de peluche. Sus pasos eran torpes. Estaba preparado para seguirlo a cualquier callejón, pero más peculiar pasar al panteón y detenerse a una tumba, a llorar... ¿Y a quién le debe semejante dolor?
Ni cuenta de los meses que pasaron volando. Hace poco que Meindert dejó un hueco en nuestros corazones. Aquellos meses se hicieron eternos para mí, entre discusión tras discusión... Mariana, su hija, también había partido de este mundo. En la placa se leía la fecha: nacida el 11 de Abril 2004 y el deceso un 11 de Octubre 2010.
Con poca suerte casi le arrebato la botella, pero continúa ignorante... Conozco los estragos que ocasiona pensar bajo sus efectos. Debía estar al pendiente de la madre, porque era un dolor compartido... Imagino el dolor de perder un hijo, un ser de tu misma carne y sangre. Cuidarlo en el hospital, verlo en su agonía, cuando meses atrás disfrutaron de una tarde en el parque.
¿Cómo buscarle consuelo?
Estoy hecho pedazos.
—No puedes ponerle punto final a la vida. Déjame enseñarte, Mariano... ¿o te parece Joseph?
—¿Cómo sabes ese nombre? No es posible... ¿Quién eres tú? —Se pone en modo defensivo.
—Vindert... y puedo ayudarte a luchar en contra de tu pasado, del hombre que te causó tanto daño.
—Al comparar la muerte de mi hija, poco importa el dolor anterior.
—Al igual que tú, estoy pasando el mismo duelo.
—Entonces, arregla tus problemas, recoge primero tus lágrimas antes de ayudar. ¡No puedes andar por el mundo pregonando lo que pretendes ser! Deberías ir conmigo, a beber un trago... —Un ligero comportamiento a MG, tan cínico. Tan irreverente.
—Insisto, cuídate la espalda. Es conveniente que te vayas de Canadá
—¿Y quién de los dos?
—¿Hubo un segundo sujeto?
—No, aunque considero primero a mi padre, por su trato violento contra mi madre, por enseñarme sus ideas arcaicas e intolerantes... pero, quizás, buscaba hacerme el hombre que soy ahora.
—El alcohol no hace al hombre.
—¿Y quién, "hombre de principios"?
—Somos humanos, que pueden hacer bien, luchar por lo justo... Romper el ciclo que le enseñaron a nuestros progenitores y abuelos. ¿Acaso no es el futuro que quisiste enseñar a Mariana, cuando la tuviste en brazos?
—Los hombres malos se disfrazan de principios para obtener lo que desean... Las mujeres se someten por una vida mísera... A los niños nos pagan con la misma moneda... No puedes ayudarnos a todos, Vindert... y eso te incluye por igual. Ese hombre no me hizo nada que yo no quisiera, solo me mostró el amor que necesitaba.
—¡No justifiques un acto aberrante, y menos cuando eras un niño de tan solo diez años!
—A cualquier edad anda uno en búsqueda de atención. ¿Qué estás dispuesto a cambio de ella?
—Nada que yo no quisiera.
—Yo todo, por recuperar el tiempo perdido... el amor que merezco.
—El amor no es como te lo enseñaron, y lo que hicieron contigo tiene nombre, pero no perdón... Si en verdad quisieras, puedes contar conmigo para remediar esa huella de infancia. Tengo la firme esperanza que hay muchos hombres en la tierra puestos por conocerte, entregarte el amor sano que mereces. ¡Solo es cuestión de mirar a ambos lados!
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