📘 Capítulo 40 | Prisionero del Ayer
MEINDERT
Una coincidencia nos llevó a la otra.
Perdona a la necesidad por esta noche,
por comernos a besos
y llamarnos por nuestro nombre.
¡Qué agradable compañía!
Culpa a la noche...
Qué espléndido es caer rendido ante tersas caricias. Difícil de creer haberme ahogado en gemidos cuando besó mi abdomen. Tuve privilegio de retirar la prótesis. Contemplar sin obstáculos la huella del accidente... Dedicar una poesía, digna de nuestro encuentro.
Es curioso que tenga una mascota.
¿Cuál será su nombre?
Ojalá no sea inspirado en sus exparejas.
Suelto un suspiro cuando llego a casa.
Un suspiro por volver a la calma de costumbre.
... y agradezco la experiencia vivida por mostrarme el camino correcto.
A Hermman, Phillip, Jeremy y Northon, los encuentro dormidos en la sala. Parecen resucitar cuando oyen crujir la puerta. Tiran la cobija para cerciorarse. Quisieron llamar a los demás, pero detengo la euforia. Debe ser sorpresa, hasta la hora de la cena.
La vida con Luke no se compara a este ambiente hogareño. No miento que carezca de sentimientos, sin embargo, padece vicios y debilidades. A esto no se le puede llamar vida y menos cuando me apuntó con la pistola al tiempo que pensaba en Mark.
La salida fácil resulta la más difícil.
Ya no gusto del cigarro. Desprecio su olor. Quizá por ello se aburrió de mí. Tampoco prefería ir a fiestas... Pero no es todo cierto, pues a leguas se sabía las mentiras que rodeaban nuestro compromiso. Yo necesitaba un hogar y él una pareja para disimular. Pensaba en Mark y yo en...
Insisten que me quede en casa, pero no hace falta, pues lo tuve decidido antes de pisar Stanley. Vuelven tranquilos a los sofás y es cuando aprovecho el teléfono para llamar a Magno. Cualquier lugar donde nos refugie es seguro, porque corríamos serio peligro en Canadá. Los Cross investigan nuestra existencia...
No pude contarle sobre el tema, a fondo, pues es desatendido. Celoso cuando dedica tiempo, si se trata de nosotros. ¿Es acaso que ignora la posibilidad de tener enemigos? Años huyendo de los Inquisidores, ahora de aquella familia... Tal vez solo se trate de asuntos empresariales. Venganza al pasado.
El reloj apuntó la cena.
Con todos en la mesa hice mi entrada triunfal. Quedaron boquiabiertos. Hasta noté sorpresa en el hermano menos esperado. Mientras Patrick volvía a acomodar mi sitio en la mesa, no esperé a pedir disculpas. Jamás iba a despreciar lo que hubiera en el plato, después de cuatro meses a base de comida rápida y refresco.
A esta hora Vincent la pasaba en soledad, sino fuera por el gato.
—Bienvenido —me confiesa Mandrú con una sonrisa en los labios.
Antes de apagarse las luces, deseo conversar con Theo. Las palabras son innecesarias, tanto porque las gasté en la estúpida carta. Fui imbécil al añadir un "hasta nunca" cuando pudo ser un "hasta luego..." En ese instante estaba seguro de no pasar por otra vergüenza.
—Soy dueño absoluto del cuaderno azul... Vincent cómo buen amigo decidió echarse la culpa.
—Una culpa conlleva riesgo, y más cuando es ajena.
—Intenté evitarlo, pero estaba desesperado por no perjudicar los diez años...
—¿Y a qué se debe tu venida? Si es por el cuaderno, yo mismo te lo entrego mañana, cuando se lo pida a Vincent...
¡Desde el principio siempre lo tuvo!
—¡Oh, para nada!
—¿Has notado ese brillo extraño en la mirada? Apuesto a que es por lo bien que te la estás pasado en Quebec.
—Justo a eso he venido.
—¿Y qué hay del pretendiente?
—Arreglando asuntos personales.
—Espero y sea pronto para conocernos.
—No, y nunca lo será, pues no sirve de nada mentir... Estos meses los pasé mal por arriesgar antes que pensar, por dejar fluir en vez de luchar contracorriente... Vincent debe pasarla peor y es comprensible que ustedes me guarden odio... Es imposible llegar hasta tu nivel.
—¿Según tu punto de vista, cómo lo describes?
—Perfecto.
—¿Y perfecto te parece a..?
—¿Cuándo se te ha visto romper a pedazos? Jamás se te conoce error y lo que dices termina siendo verdad. Tienes cuidado al andar y aprecias las pequeñas cosas. Dedicas tiempo entre problemas y soluciones. ¿Quién no quisiera ser cómo eres?
—Gracias por el cumplido, pero te mentiría aceptándolo. La verdad es sencilla; les falta mucho por descubrir de Theo y recordar que la perfección cambia según nuestro parecer.
—Puedes empezar quitándome la venda ahora mismo.
—No, será en su momento, cuando deje de creer que el misterio trae encanto.
—Evadir la verdad lastima en lenta agonía.
—El alumno supera al maestro, niño, tenlo en cuenta... Tampoco te voy a negar que tuve miedo y pensé investigar el paradero de quién te sacó del nido... ¡Cederé el paso hasta que pidan tu mano! Nada de dibujos o despedidas. ¿Ha quedado claro? —Asiento.
Hasta aquí no me atreví a contarle más, sobre Vincent.
Nunca sabré por lo que a pasado, pero es extraño encontrar, no una, sino varias jeringas usadas y escondidas a propósito en el sofá.
¿A qué se deberán los moretones pronunciados?
¿Guarda algo que no sé?
... A la noche culpa por hacernos caer.
Por besar tu piel.
Por los instantes que pasarán al recuerdo...
Por convertirme en prisionero del ayer.
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