📘 Capítulo 26 | Revelaciones
MEINDERT
Diez años...
Dos palabras fueron capaces de contenerme.
Diez años...
¿Sería egoísta hablar de mis sentimientos?
Vincent es un sobreviviente de tales consecuencias.
Sabe que me conviene.
Pero...
¿Por qué tirar por la borda su imagen?
Años de entereza, discapacidad, claustro... intercambiados por la tranquilidad de un hombre deprimido y poco amistoso. Un hombre que quizás no le pagaría con la misma moneda. Estuve a nada de darle una apuñalada. Lo odié porque se interpuso en mi rutina. En el pensamiento. No había noche que soñara pesadillas, la misma noche donde terminó nuestra amistad.
Se disfrazó de autoridad. Quiso ganar terreno con obsequios. Guardó el secreto de la prótesis y del hijo predilecto... Me juzgó por homosexual, sin importar lo herido que estuviera... Sin embargo, nunca olvidaba pedir perdón. Decía "lo siento", sin abrir la boca, solo sentándose a mi lado. Charlando un rato. Tocando una melodía...
Jamás pude despreciarlo. A pesar del sufrimiento y los aires de ciudad, todavía era el Vincent de siempre. El niño con quién jugaba. El adolescente con quién compartí castigo... La atracción era extraña en nosotros. Las miradas. El silencio.
Un descuido provocó su destrucción moral. Cuatro hermanos huyeron de casa. La tensión lo causó y yo igual pensé hacer lo mismo. El Año Nuevo nada tuvo de especial. Toda la familia estaba separada unos de otros. Algunos dormían en la sala. Evitaban verse las caras y comer en la mesa. La resolución los puso de manos atadas.
¿Quiénes serán los candidatos?
El cinco de Enero volvieron.
Yo me encontraba sacando leños de la bodega. Traían consigo a Margarito, muy herido. Los enojados dieron prisa a contárselo a los orgullosos. Phillip puso manos a la obra. Magno maldijo a Vincent por la desgracia, mi desgracia... Tuve el infortunio de escuchar sus palabras venenosas.
Imaginé que iban dirigidas a mí.
Salomón aclara los hechos.
Nadie volvió a cerrar los ojos. Les causaba pavor los extraños. Llevamos a cabo un plan, ir tomando turno cada madrugada. De día también. Magno no detuvo la boca, al contrario, opinó que lo seguro era regresar a España. Theo le daba demasiadas vueltas antes de responderle. Se veía más ojeroso. Hace que no descansaba, y no por motivo del acecho, seguro era del pobre Vincent.
Soy el siguiente en el turno de ronda. Acompañado de una linterna y un cilindro con café para soportar hasta el alba. Ojalá no sea una noche dura. Ojalá nunca una bala perfore alguna zona de mi cuerpo. No puedo imaginar la angustia de Margarito. La impotencia de los demás por asistirlo... Las ramas crujen. Es el viento. Temo caer aburrido después de las 1 am.
El frío parece invitarme a renunciar.
Siento como los párpados van cayendo, pesados. He bebido demasiado café en vano. Reposo en el tronco. Tan pronto como pongo la espalda, en la cara me salpica agua helada. Salto. Una sombra se mueve sigilosa. Trata de colarse en la ventana. Lo golpeo con el bate de béisbol. Ya aturdido, lo ciego con la luz... La sorpresa es mayúscula.
Lo he herido en la cabeza. Es bueno que no cayera inconciente al instante. Se reserva los quejidos en el camino a mi recámara. Distingo una herida de labio. Quiere ver a Margarito. Insiste a más no poder. Poco le importa su herida con tal de verlo solo una vez. Tiene sus razones para hacerlo de madrugada. Cree que todos lo odian...
Continúa anestesiado. De rodillas le llora quedito. Es buen momento para desahogarse, ¿y por qué lo creo? Por el peligro que le puede suceder estando en la ciudad. Pagar cuatro paredes, agua, luz...
¿Está comiendo a sus horas?
¿Le falta dinero?
¿Dónde vive?
—Nací estrellado, sin suerte, pero no he venido a quitarte mucho tiempo... —Bebe del cilindro—. ¿Qué tal tú?
—Hoy poseo el puesto de Morfeo, velando sueños.
—Felicidades, créeme.
—Todo el mundo pregunta por ti... ¿Podrías permitirme? —Del cajón saco el botiquín—. A fin de cuentas es culpa mía.
—Cueste lo que cueste, lo juré ante Mandrú... No tienes de que preocuparte.
—Aunque suene increíble, lo logro sin éxito.
—Vuelve a beber té o leche... Aaaah ¿Es alcohol? Lo odio —Hace mueca de dolor.
—¿El aire de Vancouver te ha ayudado a recapacitar? Fui estúpido al creer que sabías cómo terminan los héroes.
—No vengo a robarte mucho tiempo... —Vuelve a quejarse—. El café te va quitando la paciencia.
—Busco respuestas.
—En esta vida pagan justos por pecadores... ¡Imagina lo duro que es! Perder toda esperanza... Estar a punto de morir...
—¿Hay algo más que no sé?
Viste el sombrero, deprisa.
—Mantendré la vigila desde fuera... Hasta luego.
—¡Es peligroso! Mejor deja que termine y...
—Tengo que aportar un grano de arena, por insignificante que parezca.
—¿Eso deseas? Pues anda con precaución... pero vete haciendo la idea que fue la última vez que resuelves mis problemas... No necesito a nadie moviendo los hilos e interpretando lo que debo decir... ¿Te quedó claro?
—¿Y dónde estuvo Luke todos estos años? ¿Qué ha hecho por ti para que deseches al carajo a nuestra familia? ¿Vale la pena dibujarlo en tus ratos libres y dedicarle diez años con prosa y rimas?
Es imposible detenerlo. Dar explicaciones. Llamarlo por su nombre. Gritarlo contra viento y marea... Arrancarme los cabellos y negar lo acabado de decir.
No quise lastimarte.
Marcha furioso.
Va perdiéndose en la niebla. Nuestros encuentros terminan mal, debo aceptarlo... pero algo me dice que esta es la vencida. No aproveché la ocasión para concluir con un final honesto. ¿Volverá? No lo sé. La capa de hielo es la misma, la de un principio... Camino en dirección opuesta. Sigo creyente en mi teoría. Magno es quién mandó a intimidarnos... para no salir más allá del jardín y sus reglas.
El tercero suelta gran carcajada. Parecen cortados con la misma tijera. Resistente a la mordaza. Pienso ser más firme ahora, abandonarlo a ese árbol hasta que muera de hipotermia... Es diferente. Habla. Promete ser revelador. Inesperado. Es bueno cooperar antes de llegar a los golpes.
Me inclino para escucharlo con atención.
—Los Cross te pagarán bien por su cabeza y la secta que vive en el bosque.
—¿Secta?
—Mi superior dio con ellos, por como estaban vestidos...
—¡Háblame de tu superior! —Sediento de saber lo aprieto de la chaqueta—. ¿Quiénes son los Cross?
—Advierte a Magno que no servirá por mucho esconderse detrás de su sombra y dinero.
—¿No temen a lo que se enfrentan?
—Cuando eres detective y te interesa la oferta tanto como yo, es de menos.
Con un golpe consigo dejarlo inconciente.
Es suficiente información.
Suficiente de la que puedo asimilar... Ese apellido era familiar, pero no sabía de su pendiente con Magno... y él lo sabía, entendía el riesgo al que estábamos expuestos en Canadá... Pagar el pellejo por culpa suya es extraño, porque nosotros somos problemáticos... Desde luego nunca fuimos responsables de nada.
Necesito ver a Luke. Ha de ayudarme a investigar sobre esa familia. A proteger a mi familia... Lo desamarro y huyo. No puedo informar a la hermandad sin pruebas. Todavía no debo señalar a Magno.
Berlín cerrado. Por más que busco en cualquier lugar, no lo encuentro, sino a sus amigos. El grupo me dirige a otra dirección. En una bodega. Luke está muy nervioso. Dice que va a mudarse a Quebec, obligado por los policías que mataron a su hermano Evan. Doy condolencias. Le animo. Sé que es ver a tu hermano herido de bala, pero es peor muerto.
No volver a verlo jamás.
Decide que vaya a acompañarlo, que otro aire me haría mejor. No dudo que la oportunidad que he esperado está de frente, para reconstruir mi vida.
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