🎻 Capítulo 25 | Es una Orden
VINCENT
—Una pérdida de tiempo resultó el internado... Quiero creer que es una broma... ¿Estás jugando?
¿Jugando?
En el oído ha penetrado un zumbido ensordecedor. Agudo. Mi pulso va en aumento. Voy a sucumbir. Caeré antes de abrir la boca...
Tengo que recuperar control.
—Mírame a los ojos, muchacho.
—Siento mucho causarle esta decepción.
—La más grande, dirás... Se ve a leguas que no te preocupa mi criterio.
¿Y dónde quedo yo?
—Le debo respeto y no la vida... En ella decido yo.
Empieza a rascarse la cabeza y a mover un pie en cuanto le respondo. Otra vez da la espalda, literal. Encuentro muy triste la forma, la manera con que trata e ignora un tema cuidadoso. Con esa postura parece repudiarme.
—Desde luego creí esa actuación, tan perfecta, llena de mentiras, libres de veneno, manchadas de manipulación...
—Aprender de los errores es mi pan de cada día... Ocultar ese secreto, por miedo a la reacción, es todavía peor que lo anterior... ¿Sabe lo destrozado que estoy cuando no orienta, sino obliga a su propio hijo a ese teclado? ¿Qué puedo esperar de usted que no es mi padre?
—Afirmo.
—Usted debe pagar sus errores.
—Error es morder la mano de quién te provee.
—Es solo un instinto de defensa... que cualquier domador ignora.
El peso de su palma cae sobre mi pómulo. No siento dolor ni desconcierto. Nada malo hice para merecerlo. Tampoco la necesidad de mostrar sufrimiento por obtener misericordia... Fui honesto como nunca... aunque eso signifique perder a las personas que quiero. Jamás negaré la metáfora. El domador había tratado muy mal a las fieras. Por ello recibió lo merecido y no flores.
Terminó el respeto y control.
Un intenso calor rodea el área. Theo se ha interpuesto entre los dos. Estoy hecho lágrimas. Deshecho porque el aprecio que le tenía acabó de fallecer ante la falta de tolerancia... Son ciertas las mentiras, las justificaciones, pero, entre tanta aglomeración, los sentimientos permanecieron intactos. Puros. Si tuviera valor de entregar mi alma a oscuros deseos, ya lo hubiera asesinado con los colmillos (la navaja.)
"El héroe de una tragedia justa, por salvar a su familia, mató al antagonista..." ¿Y por qué me detengo a pensar dos veces? Aquel hombre también había sido héroe de una causa justa al abrir las puertas de su casa a huérfanos, que más tarde se unirían en una hermandad ante su villana conducta... Nos mató el hambre, admito, pero sufrimos cuando el amor de su vida desapareció... ¿Por qué nos culpa de no satisfacer sus expectativas cuando es nula la figura autoritaria que prometió?
Los objetos no tienen control de quién los utiliza...
Ninguno le ha dado el uso que merece.
—¿Sabe usted que la enfermedad me sigue contando el tiempo? —Demasiado tarde, el orgullo no le permite hacerme caso.
Se levanta altivo, con la mano irreconocible, por culpa de confiarse de más. No corrige el error, sino prohíbe. Ordena que duerman en jaulas separadas... O esa no es la mejor opción que trae bajo la manga. Pretende traer consigo a España a la mitad. Todos descontentos ante la declaración. Theo lo sigue para arreglar el asunto. La horrible parte se la lleva él.
Si Northon parece enojado con esas cejas pobladas suyas, justo ahora luce desfavorable. Irritado.... conmigo. Sé que no será piadoso está vez. Aparece con esa mirada, la misma que enseñaba a los sujetos antes de agredirlos... Recalca que la hermandad es poca cosa para mí. ¿Cómo puede estar seguro de eso?
Recordé a Meindert en cuando me jala de la solapa. Violencia incontrolable. Verdugo desatado... El invierno es cálido a lado de su crueldad. Un brazo emerge en defensa. Es Margarito. Northon no puede seguir. Retrocede. Ahuyenta el peligro. Algún día le devolveré el gesto. Es bueno que sea el único, tal parece, que reconoce la inocencia.
Sin obstáculos y para concluir, cojo la mochila y salgo por la puerta trasera. Harto de escuchar voces altas en la oficina. La sala. Murmullos en las paredes. El bosque es distinto. Silencio total. Llevo en el pecho el dolor de apartarme de mi familia... no obstante, tengo que buscar un lugar diferente. Conocer personas. Motivos para sobrevivir a ese ambiente.
Varios chiflidos detienen mi curso. Conozco el sonido. Es Mago, de nuevo, pero no ha venido solo. Tengo miedo de volver a casa, al inicio donde ocurrió todo... Está decidido. Quiere seguirme. Salomón, Otto y Anton son los acompañantes a la aventura. En casa los demás discuten entre sí. La rebelión parece haber iniciado.
La nieve estorba en los zapatos. Llevo la obligación de encontrar un sitio seguro para nosotros. No conozco a nadie para pedirle posada... a menos que fuese Mónica. Por el momento iremos caminando errantes.
Alquilo un cuarto barato. Un pedazo de pan con café es la cena.
🍂🍁🍁🍁🍂
El dinero se acaba. Una semana precaria. La comida enlatada y sin sazón de hogar. Un viejo televisor nos sirve de entretenimiento. Otto dice observar desde la ventana a un hombre sospechoso rondando cerca. A de ser porque le tiene desconfianza a las personas.
A Magno.
Estaremos bien.
Antes era por alcohol, malas compañías, drogas... Ahora que es por amor me tachan de loco. Aún es difícil creer que Salo, Otto, Anton y Margarito son los hermanos que me aman sin condición. Siempre es horroroso saber la verdad que una bella mentira.
Anton regresó con espanto. La policía lo detuvo a una cuadra de la tienda. Fue obligado a salir corriendo porque no portaba identificación. El problema es crítico. Necesitamos papeles. Necesito buscar trabajo para subsistir.
Después de una siesta, por culpa de abrumadores pesares, Margarito desaparece de la habitación. Despierto a los muchachos y vamos a buscarlo a la calle. Al bosque. Si se arrepintió, puedo estar tranquilo. Solo quiero asegurarme que lo haya hecho. Confirmo lo esperado, lo encontramos al pie de la carretera, pero tremenda sorpresa es ver que un desconocido lo retiene con los brazos alzados. Lo apunta con una arma.
Sostiene acusaciones fuera de lugar.
—Han intentado buscarme, sin éxito alguno... Mis compañeros no murieron a causa de esos golpes... Se necesita más que simples puños.
—¿Por qué quieres hacernos daño?
—Es una orden confidencial.
Reconozco esos ojos, aún con pasamontañas...
—Eres detective, ¿no? —Apunta en mi dirección—. Estuve convencido que ellos tienen valores, sin dejarse arrastrar por dinero. ¿Quién es ese sujeto, Davis? ¿Por qué no vino en lugar de su conejillo?
—No se muevan o disparo —Le tiembla la mano. Vuelve a apuntar a Margarito.
—Creo que ya nos hemos visto antes... —prosigo con sorna—. ¿Lo recuerdas? Aquí me golpeaste junto con uno de mis hermanos y casi pierdo la pierna...
—¡Es una orden! Las manos sobre la cabeza.
No hay alternativa.
Estamos indefensos a pesar de ser cuatro.
Si ponemos un pie adelante, uno de nosotros tendrá que morir. Mago se encuentra en la mira, en ser el primero, y nunca podría a mi mismo perdonarme... Resulta injusto que las cosas estén a su favor, mis hermanos son inocentes... La bala debe penetrar mi cuerpo. Ellos no tienen culpa del camino que elegí, solo desean escapar, no importa si es con la persona equivocada.
A consecuencia de pensar antes de actuar, Margarito no desaprovecha la oportunidad. Es arriesgado el impulso. Forcejean. El detective lo empuja. Nosotros le seguimos. El infeliz tira del gatillo. Se nos congela la sangre, pierde noción del tiempo, su brazo...
—El que busca encuentra —Lo último que dice, antes de escapar en una moto.
¿A dónde ir? Al hospital, supongo, pero nada se podrá hacer sin papeles y dinero. Con ese asesino merodeando. Los muchachos no dejan pasar tiempo y lo llevan a casa, con Philip... Salomón tiene un arranque de ira. Pretende alcanzar al tipo. Le repito que debe ir a reunirse con los demás.
—No arriesgues tu vida intentando salvar otra.
—Lo juro, Vinz... ¿Pero, cómo sabes el nombre de ese tipo?
—Encontré su identificación al pie de la carretera... Pertenece al cuarteto que nos golpeó aquel día.
Despido a Salomón en la reja. Se queda parado unos minutos. Me quiere devuelta, pero no importa cuántas sean las súplicas... Jamás volveré a casa
Soy el problema.
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