🎻 Capítulo 21 | Recuerda
VINCENT
Futuro.
Amor.
Dinero.
Para un romance no estoy preparado, ni aunque pasen cien años de por medio.
Me niego al amor, a otros labios, a conocer sueños ajenos...
Hubo una temporada donde Magno pensaba que Mónica y yo teníamos un asunto amoroso. No echo de menos su ayuda, pero eso no significó que traspasara la línea. La quise solo por el hecho de tratarme sin morbo o chisme. Además, fui el héroe que impidió su desesperada desición... Por eso estaba conmigo, para saldar la deuda.
Para entretener a sus padres.
Mataba las horas usando mi ropa, algo insignificante. Conocí su fascinación a los sombreros y no dudé en sugerirle uno colorido y extravagante. Esto la molestaba y prometí nunca opinar.
Un mes de este acontecimiento llegó su ausencia. Su familia afirmó que el responsable de la desaparición era una persona cercana. Ellos iban a verme por las pistas del paradero, pero nada obtuvieron. Yo estaba más confundido y desilusionado. Seguido me daban ánimo por la infidelidad de su hija, pero era tonto porque entre nosotros no hubo tal noviazgo.
Magno se dio cuenta del estrés al que estaba sometido y pasé los días en el campo. En esas tardes donde practicaba en compañía del violoncello, ella volvió con el viento de verano, a despedirse. Sabía del alboroto. Dijo que lo merecían, que de todos modos estaba muerta en vida para ellos hace tiempo. ¿Por qué la agresividad? La incógnita resolví. Ese alguien con quién huyó se trataba de una mujer. Su interés amoroso no era un varón.
Veronika era su nombre.
Estuve celoso, y no por afecto, sino de la valentía: una mujer luchando por amor y un hombre a la sombra de su padre. Le deseé suerte para un futuro. Dijo que irían lejos, en el fin del mundo si se pudiese... Me devolvió la misma suerte.
Aún no quería desprenderme de la única persona que entendía la situación. Quería llorar, pedirle permiso para escapar a su lado... pero más bien me despojé de la gabardina. Estaba temblando de frío, la ropa que llevaba puesta no hacía ante la inclemencia. Podría enfermar en el viaje sin retorno. El acto la hizo sonrojarse. Lo material es de menos.
A su vez, me regaló un beso en la mejilla y manos. Agradecí con fervor porque pasó mucho que perdí la sensación de uno. En la cabeza acomodé el sombrero, ese accesorio que tanto quería usar.
Ahora era libre.
Ojalá se haya dado cuenta del dinero que deposité en el bolsillo derecho.
... Y yo seguiría prisionero, gracias a lo hecho años atrás.
¡Imbécil de mí!
¡Cómo olvidar el momento donde me gané los grilletes, cuando quise tirar la puerta de una embestida, antes de dar las seis de la mañana! Eso no hubiera dejado una buena impresión, al contrario, papá sería capaz de suministrarme algún sedante. ¿Entonces, que debí hacer? ¿Cruzar los brazos y escuchar su aflicción?
Lo percibí bien al pegar la oreja. Lloraba bajito, basto para desmoronar mi conciencia. Nunca lo vi de esa manera, a excepción de los demás. ¡Si tan solo hubiera ido a la cama temprano..! Ese te amo, esa locura traicionera estaría bajo llave, sin andar entre dientes. Había ignorado su pobre moralidad. Lo entendí a la perfección. No iba a considerar este descaro como una broma. El solo pensar, con que ojos me vería desde ese entonces, me hundía en la mayor de las vergüenzas. La demencia ya no servía de excusa. El testigo era nuestro padre.
Fui obligado a ir hacia un arbusto. Necesitaba el baño, pero Meindert tenía derecho de usarlo. ¡Si hubiera ido a la cama temprano..! Una bocanada de aire me devolvió el aliento, la cordura, pero caí de rodillas cuando dispuse cruzar el pasillo. Quería llegar a mi habitación. La persona que a piedra y lodo se escondía de mí, era precisa para sostenerme, reírse de mis torpezas mientras burlamos la autoridad de nuestro señor padre... Seguía sin estar presente, más que de oscuridad y la débil penumbra que dirigía la lámpara a la entrada de la casa. Tanto pensar me traía confundido.
¿Obtendría de vuelta su perdón?
Las náuseas surgieron explosivas. Sin manchar el piso, volví al arbusto. A la cruda existencia. Era preferible que sufriera yo el precio de un sentimiento tan abominable. ¡Si volviese unas horas atrás! Lo pensaría con la cabeza fría.
Una segunda arcada. La visión se vuelve como una espesa neblina. Las estrellas parecen a las de un cuadro de Van Gogh. Frotar los ojos no servía de nada. ¡La culpa se la debo al bochorno! Ningún cínico iba a desperdiciar semejante oportunidad, aun cuando fuese veneno.
Una tercera y mi ánimo se consumió.
Por supuesto que trataría de suplicar su nombre para después, de besar sus pies... Ya estaba afónico de tanto toser y beber frío. La garganta impedía cualquier sonido, a excepción de un débil llanto. A punto de desfallecer, mis piernas iban perdiendo fuerza, resbalaban cómo la mantequilla, caía cuando intentaba ponerme de pie... Parecía purgante en vez de Whisky.
¿Cómo es que la culpa llega a cobrarse tan aprisa?
¡Perdóname, padre, por lo injusto y desvergonzado!
Es que uno se aferra a lo imposible. Papá lo sabe mejor que nadie, pero su defecto es no admitirlo. Admitir que busca amor en las mujerzuelas para olvidar un dolor, el de su fallecida esposa... Somos dos, solo que mi dolor es la cosa más terrible ante sus ojos. Diferente fuera si hablara de una mujer.
La ansiedad que aguanté toda una semana en abstinencia aumentó la sed y salí a escondidas a la calle. A pesar de ser una de mis cosas favoritas, me parecía aburrida que otras veces. De mala gana entré al primer burdel que descubrí, repleto de todo tipo de gente. Algunos, sin importar su sexo, me invitaron a su mesa, que ignoré con cortesía.
¡Cómo desearía que Meindert me acompañara esta noche!
Por motivo de las restricciones en casa, no pudo hacerlo. O mejor dicho, lo notaba despegado y silencioso de lo normal. Parecía convertirse a las reglas y es por eso que no me refería a ese Meindert, sino al de un año atrás, al indicado para las fiestas. El desenfreno. No quise aceptar su aburrida invitación en el jardín, lejos del bullicio. No aunque imaginara lo perfecto que sería y lo magnífico que yo estuviera mirando las estrellas hace rato.
¿Qué tiene de especial el silencio? Difícil de sostener y domar era mi apego al alcohol... Si Meindert se lo pierde, puede que aquellos prostitutos invite a beber por soledad. Obligado por la resignación... Tan desastrosa la imagen que no atrevería a verme frente al espejo y encontrar a un hombre distinto... Culpé a Meindert de esta acción, por abandonarme. Llegué a odiarlo por la bofetada y las palabras despreciables que dijo sobre el amor que le profesaba, pero gracias a esta violencia entendí lo valioso que es estar en silencio. No había día que dejara de escuchar Enjoy the silence de Depeche Mode.
Words like violence
breake the silence
Come crashing in
into my little world
Painful to me,
pierce right through me
Cant't you understand?
Vows are spoken
to be broken
Feelings are intense,
words are trivial
Pleasures remain
So does the pain
Words are meaningless
And forgettable
All i ever wanted,
all i ever needed,
is here in muy arms
Words are very unnecessary,
they can only do harm
Ayer quedó en el pasado, pero me preocupa el hoy. Los papeles se han intercambiado. Quién no está bien con sus emociones es Meindert. Yo no puedo hacer nada al respecto, solo irme del país. De su vida. Tampoco quisiera ser centro de rehabilitación, héroe o villano, sino un amigo. Antes del desastre lo fuimos. Bastante me ha costado la frialdad de sus palabras como para aguantar la sicosis.
Tratar con mi salud, con esta enfermedad, es un proceso del que no voy a durar lo esperado.
No estará ahí presente cuando llegue mi último momento...
Cuando echen mis cenizas en el brote del rosal que le pedí sembrar juntos.
¿Es necesario que se lo diga?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro