Capitulo 9
Y finalmente el día había llegado.
Estaba nerviosa, nunca había tenido una cita real antes, es decir, en nuestra primera salida Ben estaba bajo el efecto de la galleta, así que esa no contaba. No había tenido una cita real porque jamás me había interesado, y estando en la isla, no puedes confiar en nadie.
—M, si Ben no te ha dicho nada sobre dónde será la cita, es porque de seguro quiere sorprenderte, no va a hacerte pasar un mal momento. Estamos en Auradon, esta es la tierra de las oportunidades, donde podemos ser quienes queramos ser, así que por favor deja el pasado atrás. —Dijo mi mejor amiga mientras buscaba entre todos sus creaciones el atuendo que había hecho para esta ocasión. —Además, él es mejor que todos los chicos que conocimos. No solo porque tiene una corona y mucho dinero, sino porque te quiere y haría cualquier cosa por ti.
—Creí que ya no te interesaban los príncipes ni el dinero, E. —Murmuré entonces, acomodé mi cabello.
—Oh, ya no pienso en estafar a alguien de la realeza para quedarme con su dinero y todos sus espejos, no, quiero ser independiente, M. —Aclaró. —Quiero reencontrarme a mí misma, solo así podré salir adelante. —Sonrió al encontrar lo que estaba buscando y me lo mostró.
—Es hermoso, cada día te superas a ti misma y no puedo estar más orgullosa de ti. —Dije al observar cada detalle del vestido que me había confeccionado, lo tomé y me lo coloqué rápidamente. Me puse mi campera negra y ella empezó a maquillarme.
—Gracias, hermosa. No sabes lo mucho que tus palabras significan para mí, eres la mejor hermana que la vida me podría haber dado. —Admitió mientras me colocaba rubor y luego pintaba mis labios de un rojo intenso.
— ¿No crees que es demasiado?—Dudé, ella negó. —Ya no está hechizado, podría espantarse.
—No va a asustarse, además, dijiste que ayer no dejaba de mirarte los labios, así que ahora tendrá aún más ganas de besarte.—Comentó y dejó todo a un lado, tomó mi mano para ahora levantarnos y llevarme hacia un espejo de cuerpo completo para que admirara su trabajo.—Este vestido resalta tus ojos.
—Me veo increíble, wow. —Susurré. —Gracias por todo, E. —Dicho esto la abracé, pero nos separamos cuando escuchamos a alguien golpear la puerta.
—Ya llegó tu chico ideal, suerte. —Me guiñó el ojo y abrí la puerta, sonreí.
—Wow, por primera vez entiendo la diferencia entre bonita y maravillosa. —Murmuró él, admirándome de arriba hacia abajo. — ¿Nos vamos, hermosa?—Me ofreció su mano y la tomé, nos despedimos de la chica de cabello azul y salimos de ahí, donde nos esperaba una limusina.
— ¿A dónde iremos?—Dudé cuando mi novio me abrió la puerta del vehículo para dejarme entrar, cuando lo hice, él me imitó.
—Ya te lo he dicho amor, es una sorpresa, prometo que te gustará. —Me sonrió y besó mi mano cuando el auto empezó a moverse, tenía mucha curiosidad, pero él me habló de los viajes a los que deberíamos ir juntos para visitar cada parte del reino, ya que es parte de una gran celebración.
Cuando menos me lo esperé, bajamos y entramos al Muelle de Bella, nos dirigimos al puerto y él me abrió la puerta como todo un caballero, entré y él me siguió, aunque estaba algo nerviosa.
— ¿Qué hacemos aquí?—Lo miré, él me sonrió con diversión.
—Ya lo verás, Mal. —Respondió antes de caminar hacia uno de los tantos barcos, se detuvo frente a un elegante yate de 61 metros con un helipuerto en la cubierta superior. —Esta belleza es mía, es el yate real. Solo se usa en ocasiones especiales y considero que esta lo es. —Entonces me ayudó a subir.
—Cariño, ¿recuerdas que no sé nadar?—Murmuré, él acarició mi mejilla.
— No tengas miedo, bebé... —Murmuró, aunque eso no me tranquilizó, él me abrazó.
— ¿Y si me caigo?
— ¿Quién dijo que te dejaré caer?—Alzó una ceja y me besó para tranquilizarme, lo cual funcionó bastante bien. —Nada nos va a suceder, estas conmigo. —Me recordó.
—Sí, estar contigo mejora todo. —Admití y él acarició mi mejilla lentamente, aunque no podía dejar de mirar el agua, seguía estando nerviosa.
—Me recuerdas a mí cuando era más pequeño, una vez hubo una celebración aquí y yo estaba jugando con Chad, él me estaba persiguiendo y me escondí abajo de la mesa de aperitivos... El rubio tiró toda la comida y levantó la mesa para encontrarme. Arruinamos esa fiesta y nos castigaron. —Murmuró y no pude evitar reírme al imaginarme aquella situación, el rey siguió contándome de sus aventuras cuando era un niño para distraerme, lo cual funcionó bastante bien, ya que no me di cuenta de cuánto tiempo habíamos estado navegando.
Cuando bajamos, me tiré al suelo sonriendo.
— ¡Tierra! ¡Al fin tierra! ¡Tierra firme te extrañé tanto, por fin!—Grité, el chico a mi lado no pudo evitar reír, y lo fulminé con la mirada. —No te rías de mí, idiota. No me llevarás a ningún lado.
— ¿No piensas moverte? Bien, porque te llevaré de todas formas. —Afirmó para acto seguido tomarme entre sus brazos.
— ¿¡Qué haces!? ¡Esto es un secuestro!—Exageré, él volvió a reír.
—Si así lo quieres, perfecto. Estás siendo secuestrada por el rey. —Me sonrió, se veía muy tierno así, sin embargo no dije nada más y dejé que él me cargara por una especie de bosque hasta que finalmente llegamos a una parte en la que había una mesa con sillas y comida, él me bajó y me senté en la silla.
—No puedo creer que hicieras esto para mí...—Dije sorprendida, tomé un pedazo de queso y lo miré. — ¿Quieres?
Mi novio asintió para luego abrir la boca y se lo alcancé, vi como lo comía y no pude evitar sonreír.
—No creas que olvidé lo más importante...—Añadió, mostrándome un recipiente lleno de frutillas, relamí mis labios lentamente y me acerqué para tomarlas, comí algunas. —Nunca vas a dejar de verte tierna cuando las comes.
Le sonreí y limpié mis labios con una servilleta lentamente, Ben no dejaba de mirarme y eso me gustaba, acaricié su cabello.
—No me llevarás a ningún lado, preciosa. —Me guiñó el ojo y no pude evitar reír, mi novio colocó un mechón de mi cabello detrás de mí oreja y acarició mi mejilla. —Toda la presión que recibimos no nos deja tiempo para ser nosotros mismos, amor, y yo te extraño mucho.
—Yo te extraño demasiado pero supongo que así serán las cosas hasta que nos acostumbremos y podamos encontrar más oportunidades de vernos a pesar de que estemos ocupados...—Susurré y tomé su mano, entrelazando nuestros dedos. —Soy afortunada de tenerte.
—Y yo estoy muy feliz de tenerte a mi lado, tú eres todo lo que necesito. Si te tengo a ti, no necesito a nadie más. —Admitió sonriendo antes de levantarse de su asiento y unir sus labios con los míos de manera lenta, le correspondí mientras rodeaba su cuello con mis brazos.
Estuvimos besándonos durante varios minutos hasta que finalmente nos separamos.
—Deberíamos volver, linda...—Susurró y asentí, tomé su mano y empezamos a caminar hacia el barco nuevamente.
Al subir, ya no estaba tan nerviosa, porque me concentraba en lo divertido que era ver como el viento le desordenaba el cabello, luego le conté que cuando era pequeña me había atrevido a robar los abrigos de piel de Cruella y que desafortunadamente ella los había encontrado, esa vez no había podido salirme con la mía.
Tardamos menos en llegar al puerto y nos metimos en la limusina rápidamente, lo abracé y él acarició mi cabello durante todo el viaje.
— ¿Qué hacen aquí?—Dudó el rey apenas llegamos a la residencia, la cual estaba llena de paparazzis. Me encogí de hombros. —Ha sido una linda cita, no van a arruinarla. Salgamos con cuidado, yo te protejo. —Murmuró antes de abrir la puerta y descender primero, abriéndose camino entre la multitud, me ayudó a bajar y me rodeó con sus brazos para cuidarme. Hacían muchas preguntas pero los ignoramos, al entrar al edificio él me siguió hasta mi habitación.
—Gracias por todo mi vida, ha sido una excelente velada. —Lo besé cortamente. —Te veré mañana, ten cuidado con la prensa cuando salgas.
—No tienes que agradecer tesoro, te la merecías. —Correspondió a aquel beso. —Hasta mañana, lo tendré, no te preocupes. —Aseguró y finalmente entré a mi habitación, en donde mi mejor amiga apagó la televisión inmediatamente.
— ¡Ay, E, acabo de tener la mejor cita con el hombre más perfecto del mundo!—Dije sonriendo.—¿Estabas viendo uno de esos programas donde las personas critican los atuendos horribles en las premiaciones importantes? ¡Amo esos programas!
Ella no dijo nada, tomé el control remoto y la chica de atuendo azul intentó quitármelo, visiblemente preocupada.
— ¿Qué te pasa? Vamos, burlémonos juntas, como en los viejos tiempos. —Insistí, dicho esto encendí la televisión, en donde estaban dando las noticias.
—Y ahora vamos a mostrarles algo que realmente nos impactó y sabemos que a ustedes también. —Habló la presentadora, mi mejor amiga quiso apagar la televisión pero la empujé para seguir escuchando.
Entonces escuché cómo pasaban un audio en el que se escuchaba mi propia voz, repitiendo «Asesiné a mi propia madre» una y otra vez.
Evie rápidamente apagó la televisión y me abrazó para contenerme, en ese instante entraron Carlos y Jay, de seguro también lo habían escuchado.
— ¿¡Quién te hizo esto!?—Gruñó el último, mirándome. — ¡Juro que cuando lo encuentre lo destruiré!
—Hey, ahora no es momento para golpear a nadie. —Murmuró mi compañera de habitación. —M, tranquila, ¿sí? Respira hondo...
Ni siquiera la miré, seguía en shock.
—Me asusta cuando se pone así. En cualquier momento va a estallar. —Admitió el chico de cabello blanco y negro, los demás le hicieron un gesto para que se callara. —Me encargaré de bloquear el programa en las redes sociales y en cada televisión. —Se sentó en la mesa para ahora empezar a teclear códigos en la computadora.
La chica de cabello azul me hizo sentarme en la cama, acariciando mi cabello.
— ¿M? ¿Me escuchas?—Dijo suavemente. —Está bien si quieres llorar...
—O romper cosas, yo lo haría si estuviera en tu lugar...—Prosiguió el novio de Lonnie, el más pequeño del grupo lo golpeó. — ¡Solo quiero ayudar!
Mucha gente me odia pero ¿quién podría hacerme esto? La lista de posibles culpables era demasiado larga.
—Te prometo que resolveremos esto, Mal, tú no te preocupes, nosotros nos encargamos, ¿sí? Nadie va a entrar a molestarte, te cuidaremos...—Susurró la hija de la reina malvada, volviendo a abrazarme. —Ha pasado por mucho, chicos, tengo miedo que esto sea demasiado para ella y...
—Por favor, no digas lo que todos estamos pensando. —Suplicó el dueño de Dude. —Además, nos está escuchando, a pesar de que no reacciona. No sé cuánto tiempo le durará...—Hizo una mueca.
— ¿Creen que toda la prensa que está afuera se haya enterado de eso? Porque lo han estado repitiendo en la televisión...—Murmuró Jay, mirando por la ventana. —No se van a ir solos, puedo bajar y poner orden...
—No te vas a ir a ningún lado, entre todos la cuidaremos. Nos necesita unidos, solos no lograremos nada. —Mencionó Evie. — ¿Cómo vas hackeando todo?—Se volteó a ver al chico con la computadora.
—Ya casi termino, nadie lo verá en unos minutos, pero hay gente que pudo verlo antes de que bloqueara todo. —Él suspiró, sin dejar de presionar las teclas. —Listo, un problema menos.
—Encontraremos al culpable de esto y lo haremos pagar, ¿sí? Y nada malo te pasará, porque no vamos a dejar que sigan lastimándote, no lo mereces, Mal. Pero tienes que hablar, gritar, llorar, romper cosas, solo has algo, lo que sea. —El chico de cabello largo murmuró en mi oído. Pero no le hice caso. —Debemos irnos, ya va a empezar el toque de queda. Pero no interesa, que nos castiguen, no podemos dejarla sola. —Dijo, mirando el reloj de la pared.
—Si nos castigan por violar el toque de queda, no podremos contenerla cuando Evie no esté. Será mejor que nos vayamos y regresemos mañana a primera hora, llámanos si ocurre algo. —Reflexionó el más pequeño y ambos se despidieron de nosotras antes de marcharse.
—Bien, M, si no te molesta, tengo muchos vestidos, ¿puedo usarte como maniquí?—Dijo la chica mirándome, pero no le respondí. —Tomaré eso como un sí.
Dicho esto empezó a probarme vestidos y a arreglar otros, luego se puso a coser más prendas, aunque no sabía para qué necesitaba tantos, pero así era ella.
—Estoy agotada, buenas noches, M. Si necesitas algo, despiértame, ¿si? No hagas nada raro. —Comentó antes de acostarse en la cama y quedarse dormida a los pocos minutos.
Repasé mentalmente todo lo que había hecho desde que había llegado, intentando darme cuenta de quién me había expuesto así. Le había arruinado la vida a muchos, pero no lograba comprender quién estaría tan desquiciado como para lastimarme así.
Y entonces lo recordé.
El almuerzo en el castillo de papá. El ataque de esas arpías. La manera en la que me había salido con la mía al victimizarme. Lea ordenó que nos dejaran solas, entonces papá, mi hermana, mi cuñado y mi sobrina le hicieron caso. Todos se marcharon con las manos vacías, excepto la castaña.
Se había llevado su celular, sin que nadie se diera cuenta de que lo tenía, y luego yo la había expuesto antes de marcharme.
Me levanté rápidamente y fruncí mi ceño al ver que estaba usando uno de los vestidos de mi mejor amiga, me lo quité con cuidado y lo dejé en su cama para acto seguido tirar la estúpida lámpara que estaba en mi mesita de luz, rompiéndola en mil pedazos pero no me interesaba, estaba furiosa, mis ojos empezaron a brillar rápidamente mientras seguía destruyendo todas las cosas que estaban a mi alcance, excepto lo que pertenecía a la chica de cabello azul.
Mi sobrina había terminado con mi paciencia. Y la haría pagar por esto.
Audrey, te haré pagar por todo lo que me hiciste, no tendré piedad, no la mereces. Cuando termine contigo, estarás muerta para todo el reino.
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