Capitulo 3
— ¿Unas últimas palabras antes de morir, hijita?—Pidió ella, suspiré hondo mientras pensaba.
Tengo que resistir por ellos, pensé, me necesitan tanto como yo los necesito a ellos.
Mamá vio las expresiones de todos los presentes.
Si yo no los salvo, nadie lo hará, aunque eso signifique perderme a mí misma.
Mis ojos seguían brillando pero dejaron de hacerlo durante unos segundos, pero inmediatamente volvieron a hacerlo.
Sal de mi cabeza, mamá, no voy a dejarte ganar siempre.
Entonces me percaté de que había una espada en el suelo, era la que Lonnie había dejado caer cuando se tropezó, rápidamente la tomé con las pocas fuerzas que me quedaban mientras la villana seguía distraída.
Mis ojos dejaron de brillar, supe que si no acababa con esto ahora, jamás volvería a tener la oportunidad de hacerlo.
—Ya no te pertenezco. —Susurré antes de clavarle el arma en el pecho, escuché como gritaba y finalmente caí al suelo, estaba demasiado débil.
Rápidamente mis mejores amigos me ayudaron a levantarme mientras que Lonnie y Ben rompían las cadenas de los prisioneros.
—Mal, no vuelvas a asustarnos así, creímos que íbamos a perderte. —Evie me abrazó, Carlos y Jay se nos unieron.
Se separaron justo cuando los tres adultos que consideraba mi familia vinieron a abrazarme. El hijo de Cruella le arrancó la varita de la mano a la mujer que yacía en el suelo y se la guardó, mientras que el chico de cabello largo destruía al Ojo de Dragón de una vez por todas.
—Ya no llores, todo terminó, estamos bien, estamos juntos. —Susurró papá en mi oído.
Él tenía razón.
Toda esta pesadilla ya había terminado.
—Volvamos a Auradon, no puedo estar aquí ni un segundo más. —Murmuré aún shockeada por lo que acababa de hacer. —Tómense de las manos. —Ordené y esperé a que obedecieran, luego hice el hechizo.
Aparecimos en el castillo y rápidamente el hada madrina, Jane y Doug se nos acercaron.
— ¡Regresaron!—Dijo aliviado el novio de mi mejor amiga, ella lo abrazó.
—Jane, creí que no volvería a verte. —Susurró el hijo de Cruella, la chica suspiró.
—Estaba muy preocupada, no vuelvas a asustarme así. —Respondió ella antes de tomar su mano.
—Hacemos una buena pareja robando, ¿quién lo diría?—Habló Lonnie, sonriéndole a Jay.
—Creí que iba a perderte. —Le confesó mi mejor amigo.
—Eso jamás sucederá. —Dicho esto, ella besó su mejilla.
—Mal...—Ben se me acercó y tomó mis manos. —No quiero que vuelvas a intentar sacrificarte por mí, no soportaría estar sin tí.
—Tenía que intentarlo o seguiríamos allí atrapados, no sé qué sería de mí si no te hubiera conocido. —Admití.
—Jamás lo averiguaremos porque no dejaré que te pase nada. —Él acarició mi mejilla antes de unir sus labios con los míos, nos separamos cuando escuchamos otra voz.
— ¿¡Están todos bien!?—Cuestionó el hada madrina.
—Están heridos, los llevaré a la enfermería, vamos. —Murmuró Jane señalando a Lonnie y Ben.
—Ustedes también deberían ir, se golpearon muy fuerte. —Añadió Jay mirando a Carlos y a Evie. —M, estás muy débil...
—Estaré bien, no te preocupes, pero después hablaremos. —Afirmé.
—Esperen. —El hada madrina se nos acercó con una mirada seria y detuvo a mis amigos antes de que se marcharan. —Ustedes cuatro tienen mucho que explicar, chicos. Hablaremos después en mi oficina. —Acto seguido los dejó partir.
— ¡Audrey!—Gritaron Stefan, Lea, Aurora y Felipe al verla y corrieron a abrazarla.
Abracé a Jay y él acarició mi cabello lentamente.
—En cuanto a tí...—Lea me miró con odio, cruzándose de brazos. —No creas que te vas a salvar de esta, jovencita. —Advirtió.
—No le pongas más peso sobre sus hombros, todos hemos pasado por mucho esta noche, así que déjala tranquila de una vez por todas. —Me defendió mi mejor amigo.
—No te atrevas a provocar a una reina, muchacho, o te hundiré con ella. —Amenazó, la miré con odio y observé al chico a mi lado, los dos estábamos intentando contenernos para no asesinarla en ese preciso momento.
Stefan apareció y se colocó del lado de su esposa, le informó que Aurora la buscaba y ella se marchó, no pude evitar sentirme más aliviada.
—No te preocupes, no dejes que te intimide, Mal, está shockeada, ha sido un día muy largo para todos, pero mañana podríamos charlar en mi palacio, estaremos más tranquilos...—Mencionó papá y suspiré, asentí con la cabeza lentamente.
—Mañana sería genial, necesito contarte muchas cosas así que allí estaré. —Accedí, él me sonrió.
—Entonces te veré allí, tu hermana se pondrá feliz cuando le comunique que vendrás. —Afirmó. —Ojalá puedan descansar, hasta mañana. —Dicho esto se marchó.
— ¿Podemos irnos de una vez? Me siento demasiado expuesta aquí...—Lo miré y él asintió, justo cuando estábamos por irnos, nos encontramos con nuestros amigos, además de Ben y Lonnie.
—Qué bueno que llegaron, estábamos a punto de irnos. —Mencionó Jay y nos despedimos del rey y de la novia de mi mejor amigo para finalmente marcharnos.
Al llegar a la residencia, subimos hasta mi habitación y entramos, me senté en el suelo y ellos me imitaron.
—Soy un desastre, si no hubiera estado tan cegada por el odio, todo sería diferente. Lo lamento, chicos, jamás debimos dejar el reino, ni robar la varita, todo esto es mi maldita culpa. —Bajé la mirada.
—M, tomaste la decisión correcta. Decidiste volver a salvar a todos, eso es lo que importa. —Mi mejor amiga colocó su mano en mi hombro.
—Sí, pero elegir el bien tuvo un precio demasiado costoso. —Mascullé.
—Nena, hiciste lo que debías hacer. —Habló el dueño de la bestia peluda que ahora se encontraba encima de sus piernas.
— ¡Pude haber encontrado otra solución!—Insistí.
—Mal, todos sabemos perfectamente que ésa era la única manera de detenerla. Alguien lo haría, tarde o temprano, se necesita mucha valentía para hacer algo como eso. —Jay me miró. —Ahora lo único que podemos hacer es superar esto juntos, tal y como siempre lo hemos hecho. Nosotros fuimos, somos y siempre seremos tu familia. —Me abrazó y tanto Evie como Carlos se le unieron.
Cuando nos separamos, mi mejor amiga hizo una mueca.
—El hada madrina quiere hablar con nosotros, será mejor que vayamos y confesemos todo, solo así podremos volver y dormir, este día es interminable. —Suspiró y todos nos levantamos. —Pero no iremos al oficina de la directora así, no, nos cambiaremos e iremos todos juntos. —Añadió, entonces los chicos se marcharon para ponerse otra ropa.
La chica de cabello azul buscó su pijama y al encontrarlo se fue al baño a colocárselo mientras yo hacia lo mismo en la habitación, desaté mi cabello y guardé el vestido, mi compañera salió del baño ya lista y dejó el suyo en su cama, tomé su mano y salimos.
En el pasillo, Jay y Carlos nos estaban esperando. Caminamos en silencio hasta llegar a la oficina de la directora y golpeamos la puerta, al escuchar el "Pase" rápidamente entramos y nos sentamos frente al escritorio de la mujer, que nos miraba seria.
—Chicos, necesito que sean absolutamente sinceros conmigo, solamente así podré decidir que sucederá con ustedes. —Murmuró la madre de Jane.
—Pero Ben dijo que si devolvíamos la varita, todos se olvidarían de lo que pasó y no nos condenarían. —Exclamó Jay, haciéndole una seña al chico a su lado, quien sacó la varita de su chaqueta y se la dio al hada. —Esto le pertenece.
—El rey intentaba hacer que ustedes tomaran la decisión correcta en el momento indicado, pero no le hicieron caso. Si lo hubieran escuchado, todo esto sería olvidado, pero huyeron, eso cambia totalmente la situación. —Explicó la mujer que se encontraba sentada frente a nosotros, tomando su artefacto mágico. —Gracias, ahora, díganme la verdad.
Fue mi mejor amiga la que empezó a contarle todo lo que había sucedido desde el momento exacto en que nos enteramos que vendríamos aquí a estudiar, aunque nuestros padres tenían otras intenciones, un par de minutos después, ella terminó de hablar y el hada madrina suspiró.
—Espero que comprendan que lo que han hecho ha sido muy grave, y lo más sabio sería hacer que ustedes regresen a la isla. —Empezó ella.
— ¿¡Qué!? ¡No! ¡Por favor, no! —La interrumpimos los cuatro, levantándonos de nuestros asientos.
— ¡Es verdad que cometimos el peor error de nuestras vidas al aceptar seguir los pasos de nuestros padres, lo reconocemos! ¡Pero recapacitamos y regresamos para arreglar todo, salvamos el reino! —Admitió la chica que se sentaba a mi lado, evidentemente nerviosa y asustada por la posibilidad de regresar a nuestros orígenes.
— ¡Casi perdemos a Mal por culpa de esa bruja! ¡No pudimos hacer nada para evitarlo, jamás tuvimos esa oportunidad! —Mencionó el chico de pelo negro y blanco.
— ¡Si regresamos, nos destruirán cuando sepan que los traicionamos! Hada madrina, por favor, no nos condene a esa vida, no otra vez. —Cuando Jay terminó de hablar, sentí como todos me miraban, esperando a que dijera algo, pero no lo hice.
—Bien, les daré una última oportunidad, espero que la aprovechen para aprender a ser buenos, pero los estaré vigilando. —Nos advirtió la madre de la novia del más pequeño del grupo. —Solo tengo una última pregunta antes de que se vayan... ¿dónde está Maléfica?
Mis amigos y yo intercambiamos miradas, ya que Evie había omitido la parte de lo que le había hecho a mi madre, supongo que lo había hecho porque no quería verme peor de lo que ya estaba.
Ninguno habló.
—Pequeños, es de suma importancia que me digan donde está, porque hasta que no la encontremos, nadie estará seguro. —Insistió el hada madrina.
—Maléfica está en el Páramo, pero usted no se preocupe, antes de escaparnos nos aseguramos de que no salga de ahí. —Me estremecí al escuchar las palabras del chico de cabello largo y volteé a mirarlo. —También le rompí ese estúpido Ojo de Dragón, ¡casi morimos por buscar ese maldito palo inútil en la isla y ni siquiera pudimos tocarlo porque ese cuervo imbécil nos lo robó! —Añadió y lo pateé rápidamente, ¡iba a meternos en muchos más problemas!
—Ustedes no se preocupen, ya hicieron todo lo que pudieron, ahora las autoridades se encargarán de ir a buscarla. —Se levantó de su asiento y nos sonrió. —Gracias por su ayuda, ahora vayan a descansar, ha sido un día agotador para todos. Y quiero que sepan que esta es la única vez que dejaré que violen el toque de queda, ¡hasta mañana!
—Hasta mañana hada madrina. —Dijimos a coro antes de levantarnos y marcharnos de ahí, en el pasillo golpeé al hijo de Jafar.
— ¿¡Cómo se te ocurre decir que fuimos nosotros quienes le entregamos el cetro a mi madre en la isla!? ¡También van a culparnos por eso! ¡Y cuando la encuentren en el Páramo, nos pedirán explicaciones, así que espero que se te ocurra una buena mentira que sea creíble! —Le recriminé.
—Mal, lo que pasó allá, fue en defensa propia. —Empezó Evie.
—Jay y yo estamos hartos de mentir, tenemos que dejar esa clase de vida atrás, será lo mejor. —Carlos me miró.
— ¿Crees que esto no saldrá en todos los televisores? Cuando todos sepan lo que hice, jamás tendré una vida normal, Lea y Audrey van a disfrutar viendo como los medios me destruyen. —Miré a mis amigos y simplemente negué con la cabeza pues jamás lo entenderían, caminé hacia mi habitación sin siquiera voltearme al escucharlos llamándome y me encerré ahí.
Para mi buena suerte, mi compañera no vino a buscarme, al parecer entendía que necesitaba estar sola.
Me dejé caer en la cama y cerré los ojos, ni siquiera supe cuándo me quedé dormida.
Al abrir los ojos, ya era de día. Me mordí el labio inferior al ver la hora, ya era tarde para desayunar.
Al menos no veré a los demás ni al hada madrina, pensé, ya que no quería saber nada con respecto al tema del Páramo.
Me apresuré a vestirme, agradeciendo que mi mejor amiga no estuviera, pues se ponía impaciente cuando tardaba demasiado en arreglarme. Guardé varias cosas en mi bolso y cuando abrí la puerta para marcharme, me sorprendí al encontrar a mi novio del otro lado.
— ¡Ben!—Musité.
—Buen día, Mal. No te vi en el desayuno y me preocupé, hermosa. Vine para ver si estás bien...—Acarició mi mejilla.
—Estoy mejor, gracias por preocuparte por mí pero no debes hacerlo, cariño. —Susurré.
—Estaba pensando en que podríamos tener una cita, ya sabes, estar solos los dos, disfrutando del momento, sin obligaciones ni horarios...—Sugirió, le sonreí hasta que recordé que papá me había invitado a su castillo.
—Me encantaría, pero no puedo, tengo que ir a hablar con papá sobre muchas cosas...—Hice una mueca. —Lo siento, tal vez podemos estar juntos más tarde.
— ¿Con tu familia? Eso es genial, desearía poder acompañarte, ¡ellos son fantásticos! No estés nerviosa, no van a comerte, bebé. —Dijo para acto reír levemente.
—Sí, fantásticos, sobre todo Lea, cada día me odia un poco más. —Musité y le sonreí falsamente, antes de que empezara a defenderla, besé sus labios cortamente y luego me separé. — ¿Crees que al menos podrías acompañarme hasta el castillo de mi familia?—Dudé tomando su mano, él suspiró.
—De hecho no, tengo una junta importante a la que no puedo faltar. —Me miró apenado y acomodó un mechón de mi cabello, colocándolo detrás de mi oreja.
—No importa, supongo que te veré más tarde, aunque ser rey te tiene muy ocupado, eso no me gusta. —Hice pucheros. —Debo irme ya, hasta luego, supongo. —Le sonreí antes de salir de la residencia, me percaté de que había una limusina en la entrada, me acerqué justo cuando el chófer bajó del mismo y me abrió la puerta para dejarme entrar.
—Señorita Mal, he estado esperándola durante una hora, el rey Stefan me ha enviado a buscarla. —Mencionó él, esto era raro.
—Oh, que considerado. Lamento haberlo hecho esperar, es solo que no estoy acostumbrada a esto. —Me disculpé antes de subir al auto, él ingresó nuevamente y comenzó a conducir hasta nuestro destino.
A medida que nos acercábamos a aquel lugar, mis nervios aumentaban, solo había estado en el castillo de Ben y ahí había arruinado todo, no deseaba cometer el mismo error otra vez.
Salí de mis pensamientos cuando el vehículo se estacionó al llegar a nuestro destino. El chófer me abrió la puerta y bajé del auto, le sonreí en agradecimiento.
Acomodé mi vestido y mi cabello antes de golpear la puerta, una de las empleadas me abrió y me dejó pasar, me guió por el pasillo hasta llegar a una sala de estar repleta de lujos en la que se encontraba mi nueva familia.
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