Capitulo 1
Acabábamos de robarnos la varita mágica.
Acabábamos de dejar atrás a todos los buenos.
Finalmente todo estaba saliendo como estaba planeado y estaba orgullosa de que todo nuestro esfuerzo haya valido la pena ya que teníamos el artefacto mágico en nuestro poder.
Miré a mis mejores amigos, veía en sus ojos que estaban asustados pues no sabían qué iba a suceder apenas lleguemos a casa, probablemente creían que algo saldría mal y nuestros padres nos destruirían tal y como lo habían prometido cuando nos asignaron esta misión.
Pero, a pesar de que yo sabía perfectamente que los villanos no necesitaban un motivo real para castigarnos, realmente esperaba que no lo hicieran.
Nos habíamos estado arriesgando muchísimo solamente para complacerlos y lo logramos, ahora se los demostraríamos.
Suspiré, los imbéciles de nuestros rehenes miraban por la ventana y cuando empezamos a pasar por el puente roto ellos empezaron a gritar.
Malditos cobardes.
— ¡Cállense, inútiles! ¡No se van a morir, la barrera está abierta, no se van a caer! ¡O se calman o los tiramos al vacío!—Mascullé irritada, nosotros ya estábamos acostumbrados a esto.
Unos minutos después, ya estábamos en casa. Bajamos del auto y cubrimos el mismo porque no queríamos que nadie se lo robara.
— ¿¡Qué es este olor!?—Se quejó Chad.
—Basura, idiota. Vivirás aquí hasta que me harte y te mate así que acostúmbrate. —Respondió Evie rápidamente, mirando alrededor. —Todo esto es muy extraño, no deberíamos haber vuelto. —Dijo algo asustada.
—Tranquila, no te dejaremos sola. —Afirmó Jay.
—Lo que menos necesito es encontrar a mamá así que debemos pasar desapercibidos, tenemos que ser discretos. —Murmuró Carlos.
—Chicos, esta es nuestra casa, no nos harán nada porque tendrán lo que desean, mantengan la calma. —Intervine, me sentía completa de nuevo.
Haber regresado me hace mucho bien.
Empezamos a caminar para dirigirnos hacia el castillo de las Gangas, sentía cómo todos nos miraban y susurraban cosas, pero no me interesaba.
Hasta que Audrey se alejó y de mala gana la seguimos, si alguien la destruiría esa sería yo, no otra persona.
— ¿Ese olor a marisco podrido es normal?—Cuestionó ella. — ¡Oh, viene de tí! ¿Qué te hiciste para que te durara tanto tiempo?—Me di cuenta de que se acercaba a algunas personas para robarles así que seguimos avanzando rápidamente, justo para ver cómo la "pirata" empujaba a nuestra rehén contra la pared y sacaba su espada.
— ¿¡Qué dijiste de mi cabello!?—Gruñó ella furiosa, que estaba con sus colegas. — ¡Harry, córtale la garganta!
—No tan rápido, Camaroncito. —Empujé a mi archienemiga de la isla para ahora alejarla de la castaña.
— ¡Mal!—La chica de trenzas me miró con odio. — ¿¡Por qué mierda volviste!? ¡Lárgate a tu reino, princesita! Este es mí pueblo ahora.
—Volví porque tengo algo que mi madre quiere, pero la reina de esta isla soy yo, siempre lo seré. En cambio tú siempre serás Camaroncito. —Le sonreí falsamente.
— ¡Extrañaba que le dijeras así!—Fue Gil quien me abrazó, Chad lo alejó de mí.
— ¿Y éste quién es?—Harry se acercó a él, inspeccionándolo de arriba hacia abajo. — ¿Trajiste a un príncipe, acaso? ¡Será mi prisionero!—Él acercó su garfio al rubio.
—No te atrevas, idiota. Es nuestra mascota. —Jay habló y lo golpeó, alejando a nuestros rehenes de ellos.
— ¡Vámonos ya, tenemos cosas más importantes que hacer!—Ordené antes de marcharme lejos junto con mis amigos. —Audrey, eres una estúpida.
Dicho esto continuamos caminando, asegurándonos de que estos dos intentos de secuaces no se alejaran otra vez, hasta que finalmente llegamos a casa.
Miré a mis amigos y les hice una señal de que me acompañaran, pero entonces la hija de Aurora volvió a gritar.
— ¡Otra víctima para torturar! Vamos, Chad. —Dicho esto se marcharon para seguir a una niña de vestido verde lleno de pintura y dos rodetes.
— ¡Dizzy!—Mi mejor amiga sonrió, emocionada.
— ¡Evie, volviste!—La niña se lanzó a sus brazos mientras nuestros secuaces las acorralaban.
—Será mejor que entremos, E sabe cómo cuidarla y evitar que esos dos torpes le roben, estará bien. —Miré a los chicos y ellos asintieron, abrí la puerta.
— ¡Ya volví! ¡Mamá! ¿Estas aquí?—Exclamé, el lugar se veía tan sombrío como siempre.
Avancé por el pasillo hasta que llegamos a la sala de estar, era el lugar favorito de mi madre, porque ahí estaban su preciado trono y su cetro.
Tal y como esperaba, allí estaba sentada, limándose las uñas y maldiciéndome, como siempre.
—Mamá, estoy aquí. —Dije de mala gana.
— ¡Mal!—Se sobresaltó al percatarse de mi presencia. —Ya era hora, pequeña. Dime que has hecho algo bien en tu vida y has podido cumplir con lo que te he pedido, porque no sé cómo te atreverías a volver aquí si no es así...—Se levantó y sus ojos empezaron a brillar, Jay me alejó de ella, porque todos sabíamos de lo que la emperatriz del mal era capaz.
—No tienes que alterarte, sí la he robado, tal y como me lo pediste. —Afirmé y Carlos me la dio.
La mujer se acercó pero alejé el artefacto rápidamente.
—Hicimos un trato. —Le recordé. —Dime quien fue mi padre. —Exigí entonces.
—Bien, si así lo quieres. No estaba muerto, cariño, está vivo. —Mencionó. —Pero es un inútil, agh. Él engañó a su queridísima esposa conmigo y antes de que me encerraran en esta maldita cárcel, ese idiota eligió quedarse en el lado del bien. —Hizo una mueca, mirándonos. —Es el rey Stefan, querida y gracias a tí, podré vengarme de él y de Lea. Ahora si no te importa, tengo vidas que arruinar. —Dicho esto, me arrebató la varita y se marchó con ambos artefactos mágicos en su poder.
Estaba shockeada.
Me volteé a ver a los chicos.
— ¿Acabo de condenar a toda mi familia?—Cuestioné, aún tratando de procesar esto.
—Si, M. Lo hiciste. —Afirmó Jay.
—Y además, le robaste el novio a tu sobrina, la golpeaste y luego la secuestraste y la hipnotizaste. —Añadió el dueño de Dude.
— ¿O sea que hace veinte minutos estaba amenazando a mi propia familia? —Susurré, aún estando bastante sorprendida.
—Claro que sí...—Mis amigos hicieron una mueca.
— ¿Acabo de decirle a mi hermana que se merecía sufrir? —Proseguí.
—Obvio, M. —Respondió el chico de cabello largo.
— ¿Y también he intentado envenenar a mi madrastra?—Relamí mis labios lentamente.
—Y a Aurora también. —Añadió De Vil.
—La verdad es que no me arrepiento de haber intentado asesinar a esa anciana. —Dije entonces.
— ¡Chicos! ¿De qué nos perdimos?—Musitó la chica de cabello azul, que acababa de entrar junto a Chad y Audrey.
—Sé quién es mi padre...—Susurré.
— ¿¡Te lo ha dicho!? ¡Ay, M! ¡Eso es genial!—Su sonrisa se borró.— ¿Por qué tienes esa cara?
—Papá es...—Murmuré, pero no pude seguir hablando.
—Es el rey Stefan. —Prosiguió Carlos.
—Oh...bueno, no creo que Lea te acepte como su hijastra después de todo lo que les hiciste. —Dijo ella.
— ¡Evie!—Me quejé, Dude la mordió y ella gritó de dolor, fulminó con la mirada al perro pero no dijo nada.
— ¿Y le dije a mi cuñado que era inútil que cuidaran a esas dos? —Mordí mi labio inferior.
—Sí, lo hiciste...—Respondieron los chicos.
— ¡Dejen de darle la razón en todo! —Gruñó la chica de cabello azul, ya harta.
—O sea que no he hecho más que humillarlos desde que los conocí, siempre he empezado las discusiones y les he hecho sufrir bastante y ahora... tengo que volver a Auradon para salvar a mi familia. —Musité, hice una mueca.
Agh, esto tenía que ser una pesadilla...
Mi padre es un rey, su esposa me confundió con mi madre, mi hermana fue hechizada por la emperatriz del mal y yo le arruiné la vida a mi sobrina.
Y ahora debía ir a salvarlos.
—De todas las familias del mundo, ¿por qué me tenía que tocar esta?—Insistí, cruzándome de brazos.
—M, te aceptarán... si es que tu madre no los mata primero. —Murmuró Carlos.
— ¿Es malo que quiera ver a Lea muerta?—Dudé.
—Será mejor que no repitas eso en Auradon...—Jay me miró.
—Agh, solo vámonos de una vez. Reestablecer el bien en el universo depende de los hijos de los villanos más peligrosos del mundo. —Dicho esto, comencé a caminar hacia la salida.
—Mal, tienes que deshipnotizarlos. —Me recordó Evie, hice una mueca.
— ¿No quieres quedarte con tu príncipe esclavo, al menos?—Sugerí, sonriéndole con malicia.
— ¡Somos los buenos ahora, no puedo hacer eso! Además, es como un niño malcriado, no lo soporto. Solo hazlo de una vez. —Me miró seria y bufé.
— ¡Ustedes dos!—Me dirigí hacia el rubio y la castaña. —Mírenme. —Ordené y ellos obedecieron.
—Fuerzas oscuras del más allá que he invocado, liberen estas pobres almas perdidas, que todo lo malo que han hecho estando bajo mi poder sea olvidado.—Recité de mala gana.—Sometimes it's hard to find yourself, but it's worth it in the end—Murmuré, mis ojos empezaron a brillar.
—Cause in your heart is where it all begins, we gotta be bold, we gotta be brave...—Se unieron mis amigos mientras mis ojos brillaban con más intensidad. La princesa y el príncipe cerraron sus ojos y al abrirlos, el verde intenso de sus ojos desapareció casi al instante.
—We gotta be free...—Continuaron ellos.
Entonces reaccionaron.
— ¿¡Dónde estamos!? ¡No quiero morir, soy muy joven y hermoso para morir!—Chad parecía estar al borde del llanto.
—Bienvenidos a la isla de los perdidos, a nuestro hogar. —Sonreí y Audrey abrazó al chico a su lado.
— ¡Qué cobarde eres!—Se burló mi mejor amiga.
— ¡Te ordeno que nos lleves de vuelta a Auradon!—Habló la chica del vestido rosa.
Sí, definitivamente eran ellos.
—Cállate o volverán a ser nuestros títeres, y no me interesa que seas mi sobrina. —Les advertí y empecé a caminar hacia la salida.
— ¿¡Cómo dices que dijiste!? ¡No me iré de aquí hasta que me des una explicación!—Ella se cruzó de brazos, Dude le gruñó.
—Entonces te quedarás aquí con todos los villanos. —Comentó el dueño del perro, solo para asustarla, mi odiosa familiar pegó un grito y empezó a caminar hacia la salida. —No llamen la atención de nadie porque tenemos que volver a Auradon rápido.
—Les explicaremos todo en la limusina porque no será bueno que alguien nos escuche. —Habló Jay antes de salir de mi hogar de una vez por todas.
Caminamos rápidamente hasta el vehículo y le quitamos las sábanas, subimos rápidamente y el hijo de Jafar empezó a conducir.
—Estamos esperando una explicación. —Gruñó Chad, quien no dejaba de ver por la ventana para verificar si alguien nos estaba siguiendo.
—Mi padre es el rey Stefan, él engañó a Lea con mamá varias veces y ahora que ella tiene la varita quiere matar a toda la familia—Hablé rápidamente.
— ¿¡Qué!? ¡Tú no puedes ser mi tía, mi abuelo jamás haría tal cosa! ¡Tú y tu madre son unas mentirosas!—Dijo ella, mirándome con odio.
—Bueno, no me creas, no es mi problema. Puedes preguntarle a tu abuelo, si es que aún sigue vivo. —Me encogí de hombros, la escuché insultarme pero no le di importancia, debía pensar en cómo detendría a mamá.
Llegamos a la frontera y Carlos abrió la barrera, tardamos solo unos minutos en volver al reino.
Auradon, prepárate para ser salvado por cuatro traidores arrepentidos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro