One-Shot: El pasar de los años.
Las historias de valientes caballeros blancos armados con enormes espadas y escudos, que rescatan a doncellas encerradas en enormes torreones, eran muy conocidas para Shinichi Nagata. Lamentablemente, él está lejos de ser un fuerte guerrero, y la dama que roba sus pensamientos, no es como tal una princesa en apuros.
Recon baja la mirada, observando con detenimiento el reflejo que produce el agua cristalina del estanque. Sus ojos esmeraldas se concentran en sus puntiagudas orejas, su cuerpo flacucho, sus brazos delgados y rostro sin gracia. Su destacada armadura y sus dos dagas legendarias hacen realmente poco para enaltecer su figura.
Con un suspiro, levanta la cabeza, seguido de un movimiento de brazo para abrir su holo-terminal. Se desplaza entre las opciones sin mucho interés, revisando sus "ítems", mientras la ventisca hace ondear las hojas del bosque virtual. Su mente divaga, sabe que no ha cambiado nada, sigue siendo el mismo: No es fuerte, no es valiente, no es hábil, y sobre todas las cosas, no es capaz de deshacerse de su enamoramiento por Suguha Kirigaya. Su corazón late con fuerza cada vez que la ve.
—Hm, ¿ese objeto es nuevo?
Shinichi se sobresalta ante la suave voz a su espalda y la repentina mano que casi toca su terminal. Se gira de golpe, encontrándose cara a cara con Leafa, su enamorada. Su rostro está tan cerca, que casi siente su aliento tocar su rostro. La impresión es tal, que pierde el equilibrio, cayendo al estanque que se encuentra detrás.
La chica se sorprende por lo ocurrido, parpadea una vez, luego otra y en el momento que todo el asunto hace clic en su mente, una carcajada sale de sus labios. Al poco, su compañero emerge a la superficie, el agua escurre por todo su rostro y un pequeño pez virtual se aferra con fuerza a su oreja. Suguha no puede evitar seguir riendo.
—Que mala eres, Leafa —exclama Recon tras nadar hasta la orilla donde está la aludida.
—¡Eh, pero si tú te has caído! Yo no he hecho nada —responde divertida, agachándose para ofrecerle la mano.
Shinichi acepta la ayuda, saliendo del agua. Cuando se reincorpora, los dos intercambian miradas. Recon se equivoca; algunas cosas si han cambiado. Leafa ahora levanta ligeramente el rostro para poder verlo a la cara. Tras el paso del tiempo, él se ha vuelto más alto. Es solo un pequeño detalle que ha ocurrido en los últimos años.
—Bien —dice Leafa, abriendo su holo-terminal, mientras su compañero se deshace del pez en su oreja—. Cuando me conecté esta mañana escuché en el poblado que apareció un nuevo subjefe en la sección noroeste del mapa por la última actualización.
» Me ayudarás, ¿verdad?
Él asiente, aceptando la invitación de grupo que aparece repentinamente en su terminal. Ella sonríe. En los últimos meses, ambos han compartido más tiempo juntos. Los motivos son varios, pero la diferencia de horarios en las actividades diarias con sus amigos y compañeros es la razón principal por la cual casi siempre están solos.
Más tarde, los dos se adentran en el bosque, siguiendo el sendero predefinido para llegar a su destino. El nuevo enemigo se encuentra oculto entre una serie de cuevas interconectadas donde es imposible volar y los enemigos menores abundan en cada esquina.
—Espero haya buena caída de objetos —comenta Leafa de repente—. La última vez fue un fiasco.
—En ese caso sería mejor que regresemos. La probabilidad de un buen drop es muy baja, Sugu...
La aludida al escucharlo, se detiene, volteándolo a ver de reojo. Un ceño fruncido aparece en su hermoso rostro y una mirada ardiente emerge en sus ojos. Recon retrocede, asustado: No es el único que no ha cambiado en ciertos aspectos. De inmediato, agacha la cabeza con las manos arriba en muestra de perdón, rogando por su vida.
Leafa niega con la cabeza, reanudando la andanza. Nagata suelta un suspiro de alivio, siguiéndola.
—Por cierto ¿Ya derrotaste al jefe, no? — cuestiona Leafa poco después, más tranquila.
—Si —dice Recon, sonriendo—. Participé en el grupo de asalto que envió lady Sakuya.
—Oh, sí. Lo olvidaba —comenta ella tocando sus labios con un dedo—. El nuevo comandante de los Sylph...
—En realidad, solo soy un interino —responde Nagata, avergonzado—. Lady Sakuya necesitaba un remplazo mientras el oficial a cargo estaba ausente por algo personal.
—Ya veo...
Cuando finalmente arriban a la zona del subjefe, la profunda oscuridad de la cueva les da la bienvenida. Leafa recita un encantamiento, obteniendo suficiente luz para mirar más allá de sus narices. Recon desenfunda sus dagas, su compañera levanta su espada. Tan pronto dan un par de pasos en el interior, los enemigos emergen a montón.
Ella se convierte en la vanguardia, él se vuelve su apoyo. Su trabajo en equipo es eficiente, sus movimientos son certeros, su entendimiento mutuo no requiere de palabras. Se conocen bien, sus fortalezas y debilidades; siempre están listos para apoyar al otro.
—Parece que ese fue el último —comenta Recon en el momento que todo está despejado.
Leafa suspira, envainando su arma. Su atención se desvía hacia los medidores de "hp" notando que apenas perdieron puntos de vida en el enfrentamiento. Sonríe, satisfecha, a este paso la mazmorra se convertirá en un sencillo paseo. Voltea a ver a Recon, que entiende sus intenciones. Sin decir palabra, ambos continúan su aventura.
Al llegar a las enormes puertas de hierro, se detienen. Su objetivo está en el interior, esperándolos. Nagata se asegura de compartir lo que sabe de la creatura con Suguha: El subjefe es una araña gigantesca, sus ataques propician el envenenamiento y parálisis temporal, su daño físico es considerable y cuenta con algunos ataques mágicos. Es un enemigo completo, pero con una "hitbox" bastante limitada.
La bestia ruge cuando detecta que el portón del calabozo se abre. A diferencia de lo que ocurre habitualmente, Recon avanza y Leafa aguarda. Él se desplaza hacia las patas de la creatura, ella comienza a crear invocaciones mágicas. La araña no se queda sin hacer movimiento, golpea el suelo con fuerza y seguido escupe veneno.
Nagata se desplaza, esquivando los ataques como puede, acertando tajos cada vez que surge la oportunidad. Suguha lo apoya con hechizos ofensivos, usando sus puntos de "mana", buscando puntos débiles. Cuando el subjefe pierde el veinte por ciento de su barra de vida, expulsa huevecillos, trayendo al combate pequeñas arañas.
El dúo usa las habilidades especiales de sus armas para mitigar el aumento de dificultad. Las dagas del chico le permiten desplazarse a una distancia considerable para dar un tajo a cualquiera que se encuentre dentro del área que abarque su ataque, la joven encanta su arma con un hechizo de alto nivel haciendo más daño por golpe.
Recon y Leafa intercambian miradas, sabiendo a la perfección su siguiente movimiento.
—¡Cambio...! —exclama Nagata, él retrocede a la retaguardia y ella se mueve a la vanguardia.
El combate se prolonga. La bestia se resiste a caer y la dificultad diseñada para un grupo de seis parece incrementarse exponencialmente al ser solo dos personas. Sin embargo, eso no importa, sus armas no se quedan quietas, sus cuerpos no dejan de moverse, su determinación de salir victoriosos nuevamente nunca se desmorona.
Leafa retrocede por la fuerza del grito que suelta la bestia al caer su barra de vida en rojo. Ella mira sus propios puntos de "hp" notando que también está al límite; posiblemente no soportará otro golpe más. Su compañero tampoco está mucho mejor.
La araña reanuda el ataque con un nuevo set de movimientos. Se desplaza de un lado a otro, saltando lo suficiente para alcanzar el techo de la mazmorra, incrustando sus patas en el techo y girando su cabeza de una manera que no sería posible en el mundo real.
Suguha se queda quieta ante la acción tan sorprendente y repentina. Cuando comprende lo que está por suceder, ya es tarde. Una telaraña gigantesca sale disparada desde el techo, aproximándose hacia ella. Sin tiempo para escapar, se cubre con ambos brazos y cierra los ojos, esperando a perder sus últimos puntos de vida, pero en el último instante, su cuerpo es empujado fuera del área, cayendo al suelo.
Desde ahí, ella abre sus ojos, solo para presenciar como su compañero lucha contra la red viscosa, poco antes de ser aplastado por un fuerte pisotón de la enorme creatura. Se levanta, usando su arma como soporte. Su boca esta ligeramente abierta, su grito de advertencia a muerto en sus labios hace tiempo. Frunce el ceño, irguiéndose, acomodando la espada a la altura del pecho antes de lanzarse a la ofensiva.
Tiempo después, Recon parpadea un par de veces, haciendo lo posible por orientarse.
A él nunca le ha gustado el efecto que produce el "item" de reanimación. Se da cuenta que se encuentra sentado en mitad de la mazmorra y el subjefe ha desaparecido. Levanta la mirada, encontrándose con el rostro de Leafa, la cual mantiene su barra de vida en rojo y ahora posee un ceño fruncido. Asustado, traga saliva.
—Leafa...
Ella se acerca en silencio y de forma intimidante. El chico, aun en el suelo, retrocede por instinto hasta tocar la pared, esperando una reprimenda por su acción osada o bajo desempeño. Sin embargo, su idea cambia al notar que su compañera le ofrece la mano.
—¡No debiste haber hecho eso! —comenta ella simplemente, desviando un poco la mirada—. ¡¿Que se supone que le iba a decir a Lady Sakuya de no poder reanimarte?! Su nuevo comandante perdió parte de su equipo por ayudarme con una quest.
»A la siguiente no te arriesgues tanto...
Él asiente, bajando la mirada.
—Bien —dice ella satisfecha, tomando una poción de curación—. De todas formas... muchas gracias, por ya sabes, arriesgar tu vida para salvarme. Se que es un juego y todo eso, pero la verdad, me alegra mucho poder contar con tu ayuda, Recon.
Nagata se queda en silencio, sorprendido. Sus ojos vagan por el rostro de su compañera, notando sus mejillas ligeramente sonrojadas por el esfuerzo, su mirada cohibida por haber necesitado ayuda, su hermoso cabello dorado suelto por tantos movimientos: Es hermosa. Una tonta sonrisa brota de sus labios y su corazón no deja de latir.
Ella, de repente, se acerca, plantando sus labios en la mejilla de Recon. De inmediato, nota como el chico se queda paralizado, su rostro se ha vuelto carmesí y la boca está abierta. Antes de que pueda reaccionar, Leafa baja la cabeza y toma su mano.
—V-ven, vamos. Aún tenemos varias quest por terminar —declara ella nerviosa, sacándolo de la mazmorra.
Recon no es el caballero blanco que necesita ella, Leafa no es la damisela en apuros que busca él. Ambos son diferentes y es por eso que congenian tan bien cuando están juntos.
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