Últimamente he estado pensando en cómo sería mi vida si muchas situaciones no hubieran ocurrido. Podría estar disfrutando cada segundo de mi juventud haciendo lo que un chico normal haría como salir a divertirse con sus amigos, o tener una pareja, incluso me permitiría tener una o dos calificaciones bajas durante el año escolar, creo que hasta trabajaría gustosamente para poder comprar un automóvil y ropa de marca. 

No es que me esté quejando completamente de mi vida y llorando por lo que no pudo ser, es simplemente que las personas tomamos decisiones tontas para obtener lo que queremos y los efectos secundarios de esas decisiones no siempre son tan maravillosos. 

Durante años me había esforzado por ser un estudiante modelo, no es que fuera muy inteligente, pero sí era bastante disciplinado al estudiar para conseguir buenas calificaciones, quería poder llegar a estudiar en una prestigiosa escuela que luego impulsara mis estudios universitarios y me diera la oportunidad de trabajar en un buen hospital, pero como si el universo conspirara en mi contra, eso nunca pasó, tuve que renunciar a mis sueños, estudiar en una escuela sencilla, sin oportunidad de sobresalir, la vida me robó muchas cosas y me volví alguien reservado, sin tiempo para volver a soñar. 

Sin embargo, la esperanza no muere fácilmente, puede que parezca que desapareció, pero sólo hace falta una pequeña chispa que avive la llama para que esta vuelva a arder y, como dije antes, estas decisiones nos lleva a cometer estupideces; tal vez me llegue a arrepentir de lo que voy a hacer, pero este es mi salvavidas, lo necesito para seguir adelante, necesito aferrarme a algo, solo espero que esta loca  decisión que voy a tomar no me cueste lo poco que me queda.