𝟭𝟰. EL SECRETO DE THALIA.
CAPÍTULO CATORCE.
'como un niño testarudo y descarriado,
así comencé el espectáculo,
uno de nosotros tenía que irse.'
Las semanas posteriores al episodio de juego fueron algo extrañas, por decir lo menos. Thalia estaba muy ocupada, de lo contrario habría notado la aparente salida de cada Slytherin, pero especialmente de los gemelos Evan y Pandora Rosier y su primo Regulus Black, pues había rumores de que no regresaría después de navidad y por eso sus exámenes estaban avanzados.
Thalia no sabía si era cierto, y ni siquiera intentó averiguarlo, esas semanas fueron las más ocupadas de ese año, ella estaba cubriendo dos turnos en el trabajo ahora que el señor Wolfe decidió que su taberna se convertiría en una tienda de veinticuatro horas. Desde entonces, toda la rutina de Thalia había cambiado, salía del bar a las cinco y media corriendo hacia las mazmorras en busca de una ducha antes de regresar a su rutina matutina, sus estudios exigían aún más, considerando todos los exámenes cuando regresaran de vacaciones en enero, la joven también veía a James con menos frecuencia, ya que él ya no necesitaba acompañarla en las primeras horas de la mañana.
Thalia ahora caminaba junto Bartemius, era diecinueve de diciembre y ala mañana siguiente la mayoría se iría a casa para pasar las vacaciones. Este era el quinto y último día de detención dividido entre Bartemius, Thalia y James. También era el quinto día en que ninguna de los dos abría la boca, la chica porque no tenía nada que decir y los dos tratando de evitar recibir una segunda detención, a Black le pareció extraña la situación, toda la calma los rodeaba.
Thalia probablemente lo pensaría más si tuviera un momento en el que pudiera detenerse, sólo por un segundo, pero eso había sido imposible últimamente. Ni siquiera recordaba la última vez que durmió más de cuatro horas, Black tenía grandes ojeras alrededor de sus ojos, reflejos de noches de trabajo y días de estudio, pero eso estaba bien, lo disimuló. Su cansancio, nadie se daba cuenta, nadie prestó suficiente atención para hacerlo.
―¿Puedo decir algo?―preguntó Bartemius después de semanas de mantenerla en un silencio incómodo y decidió simplemente mirarla desde una distancia segura sin detenerse.
―Por supuesto.―Thalia respondió con una voz débil, no entendía por qué le dolía la garganta, no estaba resfriada, ni siquiera tenía algún síntoma de otra enfermedad.―¿Qué es?
―Estás haciendo algo realmente estúpido.―se detuvieron frente a la sala de pociones, notando que Potter no estaba por ningún lado.―Terminarás como tu hermana.
Thalia lo miró, sus ojos verdes se abrieron como platos, él sabía lo que significaban esas palabras, sabía que a Black nunca le gustó mencionarlo y por eso lo hizo, le dio en los puntos doloridos desde el principio. Empezado por sus pecas las cuales nunca fueron un problema para ella hasta que él lo mencionó en una cena y su madre estuvo de acuerdo en que las ocultara, también habló de sus dientes, en la parte de abajo sus dos dientes frontales estaban un poco torcidos, nadie nunca mencionó ante ella cosas así. Ahora sucedían a menudo, como ahora.
―Si no quieres que te quemen del tapiz, será mejor que tomes mi mano en año nuevo y te olvides sobre tu cosa rara con Potter, ¿me entiendes?―Bartemius dio un paso adelante, cerniéndose amenazadoramente sobre ella.
Thalia sabía defenderse, creció rodeada de magos oscuros, siempre conoció los peores hechizos, la forma más cruel, la más terrible de destruir a alguien. pero era completamente diferente cuando ella se sentía así, disminuida por él, casi indefensa, él sabía que no importaba si ella lo atacaba, si le quitaba todo, sabía suficiente, sabía cómo destruirla con una sola palabra.
Thalia odiaba esa sensación, odiaba no saberlo, no poder deshacerse de ello.
Barty se alejó cuando se escucharon pasos, Argus Filch se acercó con la llave de la puerta de Pociones en la mano, también lo seguía James Potter, quien mantenía sus ojos en Thalia, nuevamente parecía ver detrás de ella como si pudiera sentir cuando algo estaba mal y sabía quien causaba el sentimiento, miró a Crouch como si estuviera dispuesto a pelear de nuevo y Thalia sabía que lo haría.
―Te voy a ayudar hoy.―dijo Thalia, parándose frente a Potter cuando este abrió la boca, luciendo listo para decirle algo a Bartemius.―¿Quieres ayuda?
Filch y Crouch rodaron los ojos, el celador abrió la puerta y el armario que debían limpiar ese día, sin más aviso los dejó, ciertamente esperando que sin supervisión los dos chicos se pelearan de nuevo y tuvieran que pasar las vacaciones en la escuela con más detención, pero Thalia no estaba dispuesta a permitir que eso sucediera.
―Por supuesto.―James sonrió, los días sin hablar con Thalia eran todos iguales para él, tediosos y grises.―Te traje algo.
Los dos entraron en la habitación, un Bartemius de mal humor cruzó el lugar, alejándose lo más posible y limpiando, sentándose en el mostrador, pareciendo no querer hacer ningún esfuerzo por limpiar. Los otros dos se dirigieron al armario y se sentaron uno al lado del otro en los taburetes de madera, James sacó un paquete de papel de su bolsillo y Thalia lo abrió, encontrando allí un panecillo dulce que solía desayunar.
―No te vi hoy en el desayuno.―justificó el chico, alejando el pelo del rostro de la chica.―De hecho, hace unos días que no te veo en las comidas.
Thalia mordió el trozo de masa sin dudarlo, estaba muerta de hambre y realmente no había podido comer nada en la mañana, últimamente no había tenido tiempo para comer así que tuvo que ir a la cocina y pedirles a los elfos un sándwich antes de ir a trabajar todos los días.
―Hmm... me encanta.―dijo Thalia luciendo satisfecha mientras se lamía los labios limpiando el azúcar que allí quedaba, luego se acercó dejando un beso en la mejilla del chico.―Muchas gracias.
Bartemius apretó los puños, frente a los dos, pensando si debías cumplir sus deseos pero se contuvo un rato. Habían estado limpiando esa habitación durante tres días, todo lo que quedaba hacer era ordenar las pequeñas botellas de pociones del profesor Slughorn en la forma correcta en que literalmente las había dibujado.
Thalia y James pasaban horas haciendo esto solos, Bartemius solo estaba dispuesto a enumerar de lejos cuál sería la siguiente botella, cada cinco minutos Black se acercaba a él para ver si estaba dictando correctamente y por suerte realmente así era.
―Oye, ¿tu jefe todavía se mete con el elfo?―James preguntó en voz muy baja mientras trabajaba juntos.
―Mucho, ahora entiendo por qué está tan gruñón.―dijo Thalia mirando al chico.―Oye, la hija de Wolfe me preguntó si tenías novia.
Las mejillas de James se pusieron rojas pero sonrió con suficiencia mientras miraba a Thalia.
―¿Te preguntó?―frunció el ceño con expresión curiosa.―¿Y qué dijiste?
Thalia vio los recuerdos corriendo por su cabeza, Valerie era la hija de su jefe, siempre estaba fanfarroneando y mandando a la chica como si el bar fuera de su propiedad, y eso realmente fue lo que enojó aún más a la joven Black, realmente le gustaría decirle a la chica la importancia de su apellido y cómo su poderosa familia podía quemar el lugar hasta los cimientos, pero si lo hacían tendría que explicar por qué diablos estaba trabajando en ese sucio lugar, así que no tenía otra opción que callarse y obedecer a la chica.
Cuando Valerie preguntó por James, parecía realmente triste porque Potter ya no aparecía allí durante las primeras horas de la mañana, desde que el chico comenzó a ir a buscar a Thalia, la rubia usó vestidos cortos y se paraba en la puerta esperando hasta que llegara el Gryffindor. A Black le gustaría poder empujarla al barro cada vez, pero no lo hacía.
Aún así, le gustó cómo Valerie parecía celosa y completamente frustrada cuando Thalia Black dijo: "James Potter es mi novio". Y terminó asustándose cuando, a pesar de que era solo para jugar con la chica, las palabras le hicieron sentir una extraña satisfacción casi, muy similar, como la felicidad.
―Dije que no estabas disponible.―Black se encogió de hombros, sin poder contener una sonrisa engañosa.
―¿Por qué dirías eso?―preguntó el Gryffindor algo confundido.
Thalia siguió moviendo las botellas, organizándolas mientras pensaba en una respuesta que tuviera algún sentido, no habían muchas, así que hizo lo mejor que pudo.
―Pensé que no te interesaría.―ella se encogió de hombros, restando importancia al asunto en un intento de deshacerse de el.―Sé que estás obsesionado con Evans.
Las mejillas de Potter se sonrojaron por completo.―Eso fue hace mucho tiempo.―él respondió mirando las pociones en las botellas.―Incluso lo intentamos el año pasado, pero las cosas no salieron bien.
Thalia se giró con curiosidad, estaba lista para saber más, pero fue interrumpida por la risa amarga de Bartemius.
―Bueno, parecer que no funciona para todos entonces.―se burló, saltando del mostrador y dejando atrás la lista.
―¿Qué no funciona para todos?―preguntó James con un tono duro que Thalia casi no reconoció, incluso en sus peores días, cuando ella aún estaba distante y él todavía era un idiota, Potter nunca le pronunció una frase desagradable.
El ambiente en la habitación cambió por completo, Thalia sabía que las próximas palabras dictadas por Bartemius traerían problemas. El chico aún tenía una sonrisa irónica en el rostro, hizo crujir su cuello, ignorando el pánico en los ojos de Thalia y la visible impaciencia de James, en la puerta unos estudiantes libres de clases y detenciones caminaban libremente, ajenos a lo que sucedía en el salón.
―Esto del pobre Potter y su madre muerta.―las palabras de Barty salieron muy lentamente, ligeras para él como una simple conversación en la acera, con los ojos vueltos hacia Thalia.―Quizás solo funcione con los más tontos.
Potter sacó su varita, casi tan rápido como Crouch, están lo suficientemente lejos como para que la madera descanse contra la tela de sus capas. Thalia no tiene miedo por Barty, lo ha visto en duelos anteriormente, al igual que ha visto a James y sabía que a ambos les iría muy bien si fuera una pelea justa. Pero cuando se trata de Crouch, nada lo es.
―¡Vamos, Potter!―instó Barty, presionando la varita con más fuerza contra la capa del chico.―¡Hazlo!
Era obvio, Bartemius quería que Potter atacara primero, para poder usar la autodefensa como excusa para cualquier hechizo cruel que planeara usar contra el chico. James puso los ojos en blanco, el plan obvio del Slytherin era ridículamente predecible, pero aún así, a Potter le gustaría atacarlo allí, hacerlo tragarse cualquier referencia que alguna vez había hecho a la memoria de Euphemia, hacerlo infeliz, incapaz de hacer nada contra Thalia.
―¿Dónde está tu coraje de león de Gryffindor?―se burló, mirando a James como si fuera menos humano.―¿Murió con tu mamá?
Había sido más que suficiente, James Potter habría usado un hechizo lo suficientemente fuerte como para que Bartemius Crouch Jr. terminara contra el gabinete de hierro, con la fuerza adecuada se golpearía la cabeza o podría hacerlo con sus propias manos, podría derribar a Crouch nuevamente lanzándole golpes a su huesuda y fea cara. Si James no lo hubiera hecho, Thalia Black lo habría hecho, el chico podía sentir su respiración, como si su dolor le causara enojo. James podía imaginar la punta de su nariz roja aunque no podía verla.
―¡Señor Crouch!―el profesor Slughorn estaba parado en la puerta carmesí, acompañado por la profesora Minerva McGonagall quien estaba aterrorizada por las palabras escuchadas.―Venga conmigo inmediatamente.―igualmente incrédulo ante la crueldad del chico.
Bartemius presionó la fina madera contra el pecho del chico por una última vez como si se estuviera asegurando de que esto aún no se había terminado. James no se preocupó, pero dio un paso adelante cubriendo a Thalia cuando Bartemius se giró hacia ella. Crouch rio amargamente, su lengua salió de sus labios por un momento, como un tic nervioso y luego regresó, exactamente como la de una serpiente, y luego finalmente guardó su varita y se giró, siguiendo al profesor.
La profesora McGonagall se giró hacia James, sabía que el chico no hablaría, lo miró con esos ojos muy abiertos y preocupados, cuando James caminó hacia la salida de la habitación, la mujer colocó una mano en su hombro en forma de consuelo, Potter sonrió como siempre lo hacía, agradeciendo, pero no quería lástima.
Thalia observó la escena, cuando el chico desapareció por el pasillo camino al jardín y dejó atrás a Thalia y la profesora, los ojos verdes lo siguieron puntualmente y esto no pasaría desapercibido para la bruja mayor.
―Supongo que ahora mismo tiene que estar en otro lugar, señorita Black.―dijo la profesora, llamando la atención de los ojos verdes.
―Yo... aún no he terminado.―Thalia miró la lista abandonada sobre el mostrador y la fila de vuales cubiertos de polvo completamente desorganizados.
Minerva McGonagall era una bruja perceptiva y concentrada, considerada, considerada por algunos estricta, pero hay excepciones, cuatro excepciones para ser aún más específico. Cuatro chicos que vio crecer, los observó en sus mejores y peores días, aquellos que eran molestos y constantemente le daban ganas de arrancarse el cabello, pero eran muy buenos, ella pensaba que eran muy buenos, como James Potter y su enorme corazón, que ahora se sentía solo entre la multitud, pero no podía permitirlo.
La varita apareció en la mano de dedos largos y delgados, ella balanceó el mágico trozo de madera y convirtió el polvo en nada, alineando cada uno de los viales en un abrir y cerrar de ojos. Thalia dejó caer ligeramente la mandíbula pero se recuperó rápidamente, abriendo una gran sonrisa agradecida a la profesora quien sonrió con complicidad.
―Muchas gracias, profesora.―Thalia corrió, parándose sobre la punta de sus tacones y dejándole un beso en la mejilla a la profesora.
Minerva soltó una exclamación de sorpresa pero la joven Black no se quedó atrás para presenciarlo. La chica corrió por el camino tomado por James, lo vio de lejos, caminando apresuradamente hacia el lago, y la chica aceleró el paso, desistiendo de caminar y comenzando a correr torpemente por su falta de costumbre en hacer esto.
―¡James!―ella lo llamó cuando finalmente está lo suficientemente cerca pero el chico no dejó de caminar.
El frío diciembre era aún más intenso cuando estaban cerca del lago, habían copos de nuevo en su ropa, los tacones de sus botas estaban enterrados en la nieve, sus brazos abrazaban su cuerpo tratando de mantenerse caliente, las puntas de sus dedos doloridos, prácticamente congelados, no sólo la punta de su nariz, los labios, las mejillas y las orejas enrojecidas por el frío del interminable invierno.
Pero nada de esto le impidió seguir a Potter por cualquier camino que él decida tomar.
―¿Lo amas?―preguntó James mientras se daba la vuelta, acercándose a ella sin dudarlo, buscando la verdad que quedaría expuesta en su rostro.
―No.―Thalia respondió sin dudarlo, su corazón pareció calmarse como si al decirlo en voz alta se estuviera deshaciendo de algo.―Nunca lo amé, no así.
Potter la miró, como si intentara descifrar a la chica por milésima vez, siempre lo lograba, ambos lo sabían.
―¿Cómo?―preguntó, aunque sospechaba de la respuesta.
Como Andrómeda, Thalia pensó, pero no dijo.
―Ya sabes cómo.―Thalia respondió mirando sus ojos marrones.―Ya has amado así.
James permaneció en silencio, sabía que ella estaba hablando de otra persona, alguien a quien dedujo que Potter amaba, y ahora no podía convencerla de lo contrario.
―Yo no amé así.―James respondió. Pero ahora creía que si, y eso le asustaba tanto como lo excitaba.
Era obvio que ella no le creía, lo ha observado durante años pensando en un James Potter enamorado, que probablemente se quemaría hasta convertirse en cenizas por alguien. La idea de que alguien que no fuera ella le dio un extraño sentimiento de envidia que no había imaginado sentir por alguien que tenía el corazón de Potter.
―James, lo siento.―Thalia negó levemente con la cabeza, evitando el tema, tratando de no pensar en todo lo que no podía tener.―Bartemius es un idiota.
―¿Por qué estás con él? Es una persona cruel y tú, por Dios, mírate.―preguntó Potter genuinamente curioso, sus ojos se posaron en Thalia, se enfocaron en su rostro, se mano se acercó como si estuviera dispuesto a tocar su rostro, pero se detuvo.―Quiero decir, mírate... podrías tener a quien quieras.
Thalia mantuvo los labios entreabiertos, la sorpresa y la falta de respuesta la golpean por un momento, pero rápidamente se recuperó, sus ojos verdes buscaron los de él, hay tanta admiración ahí, a Black le tomó un momento entender por qué nunca nadie la ha mirado así antes. Thalia Black ha sido envidiada, codiciada y tocada, pero nunca vista. No así. Nunca así.
―No puedo dejarme quemar.―susurró sus mayores miedos como si los guardara en una cajita de secretos.
―¿Qué?―preguntó seriamente, intentando comprender mejor, pero entendiendo la importancia incluso antes de que ella se lo explique.
―¿Sabes que tengo otra hermana?―preguntó Thalia respirando hondo, sacando del cajón sus peores sentimientos.―Andrómeda. Andrómeda Black.
James asintió, tenía un vago recuerdo de ella en el pasado, siempre con Thalia, También había escuchado a Sirius mencionar a su prima Andrómeda un par de veces, pero nunca preguntó al respecto, no sintió la necesidad.
―Ella tenía nueve años cuando yo nací, ella me cuidó hasta los once. Mi madre... ella realmente no sabía cómo ser mi madre, ni la de nadie más.―Thalia levantó la vista intentando evitar las lágrimas mientras respiraba profundamente.―Andrómeda era una heredera de mi familia, era perfecta y adorada, no como Narcissa, la gente realmente la adoraba, era divertida. Y fue lo más parecido a casa que he tenido.―Black rápidamente se secó con la tela de su abriga una lágrima insistente que corrió por su mejilla.―Y ella me dejó atrás, mi madre la quemó del tapiz, como la madre de Sirius lo quemó a él y yo no... no puedo hacerlo.
―¿Por qué no?―James se acercó, abandonado el miedo de que los vieran juntos y empezaran a chismorrear de nuevo.
Thalia lo miró, sus ojos verdes tan tristes mientras él toma su rostro, sus manos tan cálidas incluso con el frío de diciembre, que ni puede evitar inclinarse más, Potter la sostuvo, su brazo alrededor de su cintura cuando ella se inclinó; su cuerpo contra su sensación de que el frío la abandonaba, pero el dolor no, todavía no.
―No puedo dejar que todo recaiga sobre Regulus.―Thalia admitió, cada vez que pensaba que ya no tiene esperanzas para el chico, su mente perturbada no lo deja ir, siendo Reggie, ella todavía quiere ayudarlo aunque sabe que él no quiere su ayuda.
―Thalia.―James pronunció su nombre con cuidado, casi como si intentara no romperla con sus palabras.―A veces hay que dejar atrás cosas que antes amábamos. O tendrás que vivir para siempre en el pasado, en el recuerdo de un tiempo que nunca volverá.
Thalia cerró los ojos como absorbiendo las palabras, sabía que él tenía razón y que no podía seguir así, pero no podía darse por vencida, tenía la sensación de que lucharía para siempre y nunca alcanzaría la paz.
Abrió sus ojos muy verdes, miró la cadena dorada alrededor de su cuello, Thalia respiró hondo, la punta de su dedo índice dibujó círculos en el centro del pecho de James, como si intentara delinear su corazón.
―¿Quieres saber por qué trabajo en ese bar sucio?―preguntó Thalia mirando nuevamente al chico.
―¿Quieres contarme?―preguntó respetando su tiempo aunque tenía mucha curiosidad por la respuesta.
Thalia asintió, con una ligera sonrisa flotando en su rostro, diciéndole a James que la razón no era del todo mala, que en realidad le traía algo de calma.
―¿Conoces a Graham Farrel?―preguntó.
―¿El policía americano?―James frunció el ceño.
―En realidad es un detective privado.―Thalia corrigió pero asintió de todos modos.―Pero él es americano.
James se rio ligeramente y su mano acarició suavemente su mejilla.
―Tengo una deuda con él y estoy trabajando para saldarla.―respondió Thalia, no pareciendo desagradarle el cariño.
―¿Es tan grande que tu fortuna no te da para pagar?―preguntó James, un poco preocupado por lo que podría causar la deuda.
―No tengo una fortuna, James.―Thalia negó con la cabeza, luciendo un poco frustrada por el hecho.―Mi marido la tendrá. Mi dinero está ahorrado, tengo una asignación mensual.
―Pero incluso Sirius podía gastar el dinero de la familia.―James seguía confundido pero sonrió con picardía.―Y realmente lo hizo mientras pudo.
―Bueno, eso es porque Sirius, por muy malo que fuera, seguía siendo un hombre, tenía derechos que mis hermanas y yo nunca tuvimos.―Thalia explicó pacientemente.―Nuestras madres o abuelas no, es cosas de los hombres de la familia, todo el dinero les pertenece.
James arrugó la nariz, pareciendo igual de frustrado que Black.
―Bueno, Bella es una excepción porque hizo estallar la caja fuerte de nuestra casa y se llevó todo el dinero.―Thalia recordó cómo le dolía el estómago al comerse todos los dulces que le regalaba su hermana para comprar su secreto.
―Jesús.―James abrió un poco los ojos y luego se rio, Thalia lo siguió por un momento hasta que notó que había algo más que Potter necesitaba saber, la miró esperando a que continuara.―Entonces, esa deuda con Farrel, ¿Qué es?
Sus ojos verdes estaban fijos en los marrones de él, como si estuviera tratando de decidir si debía decirle o no, sacó un papel arrugado de su bolsillo, parecía haber estado en sus bolsillos desde hace algún tiempo; estaba viejo y agrietado. Colocó el papel en su mano y se alejó ligeramente de ella para abrirlo con cuidado.
Greenwich, Highbury Street, N°536.
―¿Qué es esto?―preguntó Potter, mirando nuevamente a los ojos verdes de Thalia.
―Es la dirección de mi hermana, Andrómeda Tonks.
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