𝟬𝟴. CINCO DE OCTUBRE.
CAPÍTULO OCHO
'solo en la oscuridad,
pero ahora viniste'
Thalia tenía serios y terribles problemas para mantener el contacto con su familia. Era cinco de octubre y aún no había terminado la carta que comenzó el segundo día de clases para informar a sus padres que todo iba bien.
Mientras caminaba, siempre inclinándose hacia el lado izquierdo, habiendo ya memorizado todos los caminos durante sus seis años anteriores en el castillo, la chica intentó terminar la carta que ya había decidido que tendría que ser lo más corta posible. La releyó por última vez para asegurarse de lo esencial ya estaba escrito y luego concluyó con la promesa de esforzarse siempre más.
Sé el mejor o no serás nada.
Thalia subió el último escalón, caminó hasta la lechuza de Regulus con un nombre imposible de pronunciar para Black, le entregó la carta y le agradeció, la criatura desapareció en un vuelo alto y perfecto, Thalia la observó hasta que ya no se la pudo ver entre las nubes. La chica extrañaba mucho eso, extrañaba mucho volar, desaparecer entre las nubes aunque fuera por un momento.
Sacudiendo la cabeza, la chica se dirigió a la biblioteca tratando de ignorar el anhelo que sentía por el Quidditch, estaba muy concentrada en sus zapatos negros que la hacían un poco más alta de lo que era, dejándola soñar que podía medir, 1,70.
Fue entonces cuando ingresó a la biblioteca y encontró un pequeño grupo de estudiantes alrededor de la mesa, observó los ocho prefectos, se acercó, ya de mal humor porque se suponía que eran nueve además de Thalia.
―¿Dónde está Potter?―preguntó Thalia a los dos prefectos de Gryffindor.
Intercambiaron una mirada preocupada y luego sacudieron la cabeza. Cuando finalmente hablaron, es Evans quien toma la iniciativa.
―No se siente bien.―dijo la pelirroja dejando atrás un único mechón de cabello rojo que se escapa del lazo azul oscuro que sujetaba su cabello.
Los ojos de Thalia se estrecharon, ya sea por la excusa que usó Potter o por el moño que se parecía a todos los moños para el cabello que coleccionaba Narcissa. La chica negó con la cabeza por segunda vez en es ahora y luego ignoró lo sucedido, liderando la reunión sola nuevamente.
Una hora y media después, los nueve prefectos abandonaron la biblioteca para dedicarse a sus propios asuntos, Thalia se rascó la sien mientras resoplaba irritada por la irresponsabilidad de Potter.
―Deberías hablar con Dumbledore.―Regulus apareció de repente, asustando a la chica a quien casi se le cayó el único libro que sostenía.
―¡Por Merlín, Regulus!―Thalia dejó de caminar por las escaleras esperando que cambiaran nuevamente, su primo se detuvo a su lado.―Intenta comenzar las conversaciones con un "buenas tardes".
―Inútil ya que puedo ir directo al grano.―el chico se encogió de hombros, sacando pequeñas uvas verdes de su bolsillo y comiéndolas como si fueran caramelos.
Thalia puso los ojos en blanco, poniendo el libro en su bolso con los demás, miró por última vez los bolsillos de su primo notando que parecía haber robado una cantidad exagerada de uvas, probablemente sean su merienda ya que no come dulces.
―No serviría de nada.―Thalia dijo ignorando las uvas.―Dumbledore no lo castigaría, es de San Gryffindor.
Fue el turno de Regulus de poner los ojos en blanco, las escaleras se movieron durante la conversación, deteniéndose finalmente en el pasillo derecho, los dos bajan para dirigirse al jardín, es tiempo libre pero probablemente ambos terminarían estudiando en algún lugar.
―Maldito favoritismo.―Regulus se quejó en el camino.―Sería mejor si todos los jefes fueran Slytherin, retrasos y ausencias como esas nunca sucederían.
Thalia asintió, y luego se quejó de una enorme serie de cosas sobre los problemas que tiene que resolver sola, el chico de repente dejó de caminar y ella dejó de hablar.
―Pandora y Evan.―Regulus señaló a los gemelos sentados al pie de un árbol arrojando nueces a algo.―Vamos allí.
Thalia está lista para empezar a caminar cuando se da cuenta de qué, o más quién, está volviendo locos a los Rosier. La chica negó con la cabeza, sabía que Regulus adoraba a Pandora, a su manera, así que asintió como di le dijera al chico que continuara y él lo hace.
Black aprovechó que aún no la han visto y aceleró su paso, corriendo detrás de los árboles hasta llegar al borde del lago negro. Eligió un lugar un poco alejado de los estudiantes y se sentó en el pasto.
No es que imaginara que alguna vez podría volver a hablar con Bartemius, era consciente de que terminaría sucediendo en un momento u otro, peor no tendría que suceder mientras fuera buena ocultándolo, y últimamente había sido genial en eso. Aunque era una tarea extremadamente difícil debido a que incluso antes de eso, no se veían tan a menudo, lo único que Thalia tenía que evitar directamente era el desayuno, lo cual fue bastante fácil una vez que aprendió el camino a la cocina y le dio los buenos días a los elfos domésticos, ahora le daban más comida de la que podía comer.
La chica volvió a sacar de su bolso su libro sobre criaturas mágicas, estaba lista para comenzar el último capítulo, el de hombres lobo, cuando escuchó una voz familiar. En realidad, cuatro voces muy conocidas.
Black levantó sus ojos verdes mirando a su alrededor fijamente buscando a los dueños de las voces y se encontró a tres de ellos cerca del agua, Remus Lupin tenía su mano en su estómago tratando de dejar de reír mientras Peter Pettigrew dirigía una gran burbuja de agua con su varita y la dejó caer encima de James Potter quien ya parecía mojado de antes, probablemente no era la primera vez que esto sucedía.
Los tres se reían, James negaba con la cabeza agresivamente provocando que gota de agua se repartieran por todas partes haciendo que los otros dos magos terminaran mojados también. Thalia se encontró riendo suavemente mirándolos, pero luego se detuvo cuando recordó por qué estaba irritada hace unos minutos.
No se siente bien, le dijo Evans que Thalia pensaba que era una chica que no mentía, pero al parecer todos los Gryffindors encubrían a James Potter y su vagancia.
Black sintió que la punta de su nariz se ponía roja de ira y se puso de pie de un salto tan rápido que se sintió mareada en sus primeros pasos, caminó furiosamente esperando asestar al menos seis patadas a cada uno de los tres chicos, pero su visión se volvió negra y por un momento la chica pensó que se sentía mal, hasta que levantó la vista y notó el rostro huesudo de Sirius Black, una mandíbula muy llamativa, como la de todos los demás en su familia.
―No irás allí.―el chico cruzó sus delgados brazos, arrugando su ropa oscura,
―Bueno, ¿y eres tú quien me va a detener?―Thalia arrugó la nariz, no era una persona agresiva en general, y mucho menos fuerte, pero a Sirius no le agradaba.
De hecho, no le gustaba en absoluto a quien le recordaba a Sirius.
La chica entonces notó que dejó la varita a unos pasos de distancia, en el suelo con sus demás materiales, también notó que lo único que tenía en sus manos era el libro que pensaba terminar anteriormente, lo sostuvo con más fuerza como si fuera un arma peligrosa. Sirius, al notarlo, levantó una ceja antes de reírse de ella, burlándose de su intento de intimidarlo.
―Por lo que vayas a pelear, hoy no es buen días.―dijo, los chicos no han dejado de reír, por lo que todavía no han notado la interacción de los Black.
―No volvió a asistir a la reunión de prefectos.―dice Thalia, abandonando momentáneamente la idea de golpear a Sirius con su libro.
―No importa.―dice el chico, parecía que ni le importaba.―Hoy no es un buen día.
Los ojos verdes de Black se estrecha, esta vez no solo la punta de su nariz está roja de ira, sino también sus mejillas y orejas.―¡No te importa, porque nada le importa!―Thalia exclamó antes de poder evitarlo.
Black la miró, viéndose sorprendido y un poco confundido por el significado de sus palabras, sinceramente, para Sirius podría significar muchas cosas, tal vez significó todo lo que estaba pensando en esos pocos segundos que analizó las opciones.
―Es el premio anual, debería dar ejemplo a los demás.―Thalia volvió a hablar cuando se dio cuenta de que Sirius no sabía exactamente cómo reaccionar.―Pero obviamente no le importa, es un vago.
Los brazos de Sirius ya no están cruzados, dio un paso adelante y parece irritado como si Thalia lo estuviera ofendiendo.
―No sabes lo que estás diciendo.―el chico habla en voz baja, parece que se abstiene de decir algo.―¿Sabes qué día es?
Thalia no mostró miedo ni deseo de dar un paso atrás, sentía tanto desprecio por su primo como él por ella.
―Cinco de octubre.―Thalia respondió sin entender a lo que el chico se refería.
Sirius puso los ojos en blanco, no era su trabajo saberlo, pero lo irritaba, ella lo irritaba, era un recuerdo vívido de los años de comparaciones que vivió antes de ser desheredado.
―Es el cumpleaños de Euphemia.―dijo Sirius, finalmente dejando de morderse la lengua.―Su madre. Solían ir a Hogsmeade todos los años y se reunían y cantaban feliz cumpleaños, su papá compraba un pastel y todo...
Thalia pareció desinflarse, era como si alguien le hubiera dado un puñetazo en el estómago, desvió la mirada hacia Potter, entendiendo ahora por qué sus amigos parecían dispuestos a cubrir sus huellas, a distraerlo con agua y hechizos estúpidos.
―Yo... yo no lo sabía.―Black habló más bajo ahora, el enrojecimiento y la irritación de su rostro desaparecieron lentamente.
―Por supuesto que no.―dijo Sirius de mal humor, pero se alejó ligeramente, su enojo también parecía desaparecer.―Ahora, por favor, no le empeores el día.
Thalia miró a los tres chicos que ahora parecían haber notado su desagradable conversación, James ahora la miraba diferente, desde aquella noche en la Torre de Astronomía, parecía esperar que ella se acercara, pero ella no lo hacer.
Sin decir una palabra más a su primo ni a nadie, la chica se alejó, se arrodilló sobre el césped amarillo otoñal, guardó sus libros, su pergamino y tintero encantado, se levantó tranquilamente, pero sus pasos se volvieron apresurados al caminar lejos, sintiendo la culpa de sus palabras cayendo sobre ella, aunque en el fondo de su mente sabía que no podía haber adivinado tal cosa, pero su cerebro nunca le permite perdonarse a sí misma por sus fracasos.
La chica corrió de regreso al castillo, subió todas las escaleras, se topó nuevamente con varias personas en el camino y se aisló en un rincón de la biblioteca casi vacía, era miércoles y tenían el resto del día libre pero pocas personas pasaban esa tarde en la biblioteca, pero para Thalia no podía haber un lugar más tranquilo.
Dejó sus deberes a un lado, adelantando los deberes de Potter por el resto de esa semana, cuando llegó la noche todavía estaba a mitad del pergamino de pociones, cuando finalmente terminó, se había perdido la hora de cenar y tuvo que darse prisa para escapar del castillo y correr a Hogsmeade.
De hecho, aún era pronto para que el antiguo bar donde trabajara estuviera abierto, pero la chica no podía salir en ningún otro momento sin que la pillaran. Entonces, corrió a su dormitorio y se vistió la ropa corta y oscura que usualmente usaba para el trabajo, se cubrió con el abrigo largo, pero no lo suficiente para protegerla del frío, y salió corriendo de las mazmorras antes de que los estudiantes regresaran de la cena. Se dirigía hacia los jardines cuando una mano pesada agarró suavemente su muñeca y la empujó hacia el castillo nuevamente.
―¿Qué diablos...?―la chica dejó de hablar cuando encontró al chico probablemente unos veinte centímetros más alto y frunció el ceño.―¿Qué estás haciendo, Potter?
James sonrió ampliamente, nuevamente parecía encontrarse con un viejo amigo. A Thalia le gustaría enfadarse con él, pero no podía enojarse en ese momento, no podía.
―¿Vas a...?―el chico frunció el ceño como si tuviera dificultades para hablar.
―¿Trabajar?―completó Thalia parpadeando confundida con sus ojos verdes.
―Si.―él respondió, todavía pareciendo encontrar extraña la palabra.―Nunca pensé que usaría esa palabra para referirme a ti.
Thalia arrugó la nariz, su piel se arrugó por un segundo antes de soltarse nuevamente, James entonces notó que algo no había notado antes, el puente de su nariz estaba lleno de pecas, al igual que el resto de su rostro, pero cuando él miró de cerca, notó que ella usaba maquillaje para cubrirlas.
―Cierto...―la chica dio un paso atrás sin entender realmente lo que estaba pasando.―Ya me voy.
James pareció despertar ante la mención de ella yéndose. Volvió a sujetar su muñeca, firme, pero sin intención de lastimarla. La chica se volvió hacia él nuevamente.
―Quiero mostrarte algo.―dijo, llamando su atención.
―Potter, necesito...
―Es un camino.―añadió el chico mientras comenzaba a caminar, esperando a que ella lo siguiera.
Thalia observó por unos momentos en una lucha interna si debía seguirlo o no, finalmente lo hace, ignorando que su lista mental tenía más contras que pros.
James parecía feliz cuando los pasos cortos y rápidos lo alcanzaron, agarrando su muñeca nuevamente, comenzó a correr y la obligó a hacer lo mismo.
―¿Alguien nos está viendo?―preguntó Thalia mirando por encima del hombro tratando de ver algo mientras corrían hacia el piso de la cocina.
―No.―respondió Potter simplemente.
―Entonces, ¿por qué corremos?―volvió a preguntar confundida.
―Me gusta correr.―dijo el chico con una sonrisa divertida.
Thalia no entendía nada, cada vez que James hablaba ella se confundía aún más. La chica no tuvo tiempo de preguntar nada más antes de darse cuenta de que en realidad no iban a la cocina, estaban en el tercer piso, en el pasillo de Gunhilda de Gorsemoor donde era posible encontrar una gran estatua de piedra de Gunhilda. James Potter dejó de correr, al igual que Thalia, miró a su alrededor antes de sacar su varita del bolsillo y susurrar una palabra extraña.
―Ven.―dijo caminado detrás de la estatua y desapareciendo de la vista.
―¡¿Potter?!―Thalia llamó suavemente y un poco preocupada, la chica no recibió respuesta por lo que miró a ambos lados para asegurarse de que nadie estuviera mirando antes de seguirlo detrás de la estatua.―Potter, te juro que si esto es una pequeña broma tuya...
―No, lo digo en serio.―le sujetó la muñeca por tercera vez.―Cuida tu cabeza.
Thalia ya no se quejó, estaba demasiado intrigada para reaccionar, sus ojos siguieron el lugar poco iluminado, el camino era corto pero tampoco tan largo como el que ella solía tomar, él guio los pasos y se quedaron en silencio hasta que llegaron a un sótano, Black no podía ver cómo se metió su varita en el bolsillo y salieron en una especie de tienda, el chico susurró otro último hechizo para que se abriera la puerta y solo entonces Thalia se da cuenta de que estaban en Honeydukes.
―¿Cómo?―preguntó la chica.
―Es uno de los miles de pasadizos que hay en el castillo.―dijo el chico, complacido por su sorpresa.―Genial, ¿verdad?
Thalia asintió sin pensar, los dos comenzaron a caminar nuevamente, el frío de octubre hacía que las hojas y pequeñas ramitas vuelen en el camino, y el cabello muy oscuro de Black cubrió su rostro obligándola a esconderlo detrás de su oreja todo el tiempo. A excepción de Honeydukes, el resto de tiendas y establecimientos seguían abiertos, no era tarde, probablemente no más de las diez.
―¿Cómo lo encontraste?―preguntó Thalia caminando junto a él, abrazando su propio cuerpo.
―Lo encontré en mi primer año, unas dos semanas después de que comenzaron las clases.―dudó un poco antes de continuar.―Yo venía aquí los primeros años.
Thalia no necesitó mucho esfuerzo para conectar esto con el hecho de que el chico solía celebrar el cumpleaños de su madre en Hogsmeade, incluso lo pensó en la biblioteca, si Dumblerore le había dado un permiso especial para la fecha, pero eso lo explicaba todo.
―Creo que debería advertirte.―Thalia comenzó a intentar desviar sus pensamientos antes de volver a sentirse culpable.―Hoy en la reunión yo...
―Ah, lo siento.―el chico se pasó las manos por el cabello, cerrando los ojos por un momento, luciendo frustrado consigo mismo.―Mi día estuvo ocupado y...
―No, no.―Thalia rápidamente lo interrumpió.―Está bien. Solo quería hacerte saber que Evans ahora monitorea con Jones de Hufflepuff.
James pareció confundido e incluso incrédulo por un momento, Thalia dejó de hablar, preguntándose qué había dicho mal y luego concluyó que poner a Evans en monitoreo con su exnovio podría poner celoso a Potter.
―Espera, ¿qué dijiste?―volvió a preguntar el chico, todavía con cara de incredulidad.
―Puse a Evans y Jones a monitorear los miércoles y viernes.―repitió Thalia, mordiéndose el interior de la mejilla mientras sus ojos estudiaban el rostro de Potter.―Lo siento, peor no tomé en consideración tus sentimientos hacia ella y sinceramente no me importan mucho...
―No, no es nada de eso.―las mejillas del chico se sonrojaron, Thalia sonrió.―Dijiste que estaba bien que me perdiera la reunión tan importante.
La sonrisa divertida de Thalia desapareció, volvió a mirar a su alrededor, encogiéndose de hombros con las manos en los bolsillos de su abrigo, su cabello oscuro volando nuevamente hacia su rostro.
―No te pierdas la próxima reunión.―dijo la chica mientras se detenían frente a las Tres Escobas.
James extendió su brazo, tocando su frente con expresión preocupada, esto provocó una breve risa de ambos.
―No creo que estés bien.―bromeó.
―Cállate.―ella respondió pero siguió sonriendo.
Era extraño, los dos sonriéndose en esa calle casi vacía, en una fría noche de octubre donde la única luz que ilumina sus rostros es la llama que mantiene la acera apenas encendida, el noto naranja que los cubre a ambos, brillante como eran las únicas criaturas coloridas en una calle monocromática.
Thalia nunca lo hubiera imaginado, y James se habría burlado durante horas si alguien le hubiera dicho que compartiría secretos con la joya de la familia Black. Era extraño, pero también parecía cómodo, Thalia sabía escuchar, aunque a James le gustaba mucho más cuando era ella la que hablaba.
―¿Tienes que irte?―preguntó, casi sonando decepcionado con la idea.
―En un rato.―respondió mirando el delicado reloj de su muñeca.―¿Puedo preguntar algo?―miró al chico de ojos marrones y lo ve asentir fácilmente.―¿Por qué estás aquí?
Thalia no pensó que él se acercaría a Hogsmeade ese día en particular, de hecho, si estuviera en su lugar nunca volvería a ir allí. Además, si solo estuviera tratando de ser amable, podría haber abierto el camino y haberse ido a casa.
La idea de que él se quedara allí solo con sus recuerdos cuando ella se alejara la perturbaba más de lo que quería admitir.
―Yo...―se aclaró la garganta, apartando la mirada de las Tres Escobas.―Vine a encontrarme con alguien.
Thalia lo observó por unos momentos, James vestía una sudadera y esa chaqueta de cuero que parecía ser compartida entre todos los Merodeadores, pero que pertenecía a Sirius, se dio cuenta gracias a las decenas de veces que lo escuchó quejarse por el hecho de que no podía usar suficiente la chaqueta.
Junto con las dos piezas disfuncionales, había unas pulseras de cuentas con los colores de su casa en su muñeca, su cabello aún más desordenado por el viento, no parecía listo para encontrarse con una chica.
―Cierto.―Thalia le sonrió suavemente al chico. Del otro lado de la calle, una tienda de discos que mezclaba música muggle y mágica tocaba "You Light Up My Life de Debby Boone", la música bailaba al viento, quien estuviera en esa acera era invadido por el timbre sentimental de la canción.
Thalia se apoyó contra el poste oscuro, levantando su mano enguantada y rascándose la nariz, la punta se puso roja nuevamente y provocó en James una intrusiva necesidad de acercarse.
―Debería irme ahora.―dijo Thalia mirando los ojos oscuro de James.
―Espera.―Potter dio un paso adelante en un intento de detenerla, pero ella ni siquiera se había movido.
Thalía parpadeó dos veces, sus ojos muy verdes, sus pestañas oscuras ensombreciendo su piel y probablemente sus pecas escondidas. La niña negó con la cabeza, volvió a colocarse el cabello detrás de la oreja y cambió su peso de una pierna a la otra.
―¿Por qué no?―él preguntó, tratando de convencer a sus ojos de que no se movieran hasta el final de su abrigo.―¡Ay!―el chico la miró con ojos entrecerrados.―¡Tengo más que hacer que ocuparme de tus asuntos, Potter!
Thalia intentó no reírse ante la imitación del chico, puso los ojos en blanco y giró el rostro tratando de ocultar su sonrisa, pero él seguía colocándose siempre en su campo de visión.
―Lo hice bien, ¿verdad?―se rio de sus propias palabras.
―En realidad, sí.―Thalia levantó la barbilla en un falso intento de parecer superior a eso.
James solía odiar cuando ella hacía eso, recordaba la sensación de sentirse ridículo en sus ojos. El hecho de que ahora lo hiciera reír y estirar la mano para colocarle el cabello detrás de la oreja en un intento de ver mejor su rostro le hizo repensar sus últimas acciones.
Por un momento, el silencio se cernió sobre ellos, la cálida mano del chico se alejó lentamente, los curiosos ojos verdes de Thalia estudiando cada detalle de los rasgos de Potter, los brillantes ojos marrones de James memorizando la imagen de la chica parada frente a él con una sonrisa que parecía hecha para él.
Ya no era extraño, era simplemente... diferente.
El momento fue interrumpido inesperadamente por una puerta abierta, de las Tres Escobas salió un hombre con cabello igualmente castaño como el de James, pero cubierto de gel que lo mantenía en su lugar, de todas formas, Thalia sabía que el desenfreno del cabello del menor provenía de su madre, que solía llamar la atención entre la multitud gracias a sus ondas incontrolables.
―Buenas noches, niños.―Fleamont Potter sonrió ampliamente, recordándole vagamente las sonrisas de James.
―Hola, señor Potteer.―saludó Thalia alejándose del poste y asumiendo esa pose rígida.―¿Cómo está?
James observó la interacción en silencio, notando que el comportamiento de Thalia cambiaba frente a otras personas.
―Mejor, querida.―él sonrió suavemente, el anillo todavía brillaba en su mano izquierda.―¿Viniste a unirte a nosotros? Estoy seguro de que hay suficiente pastel para tres.
James parpadeó para volver a la realidad, miró a su padre con cierta sorpresa y luego miró a Thalia esperando ver rasgos confusos en su pálido rostro, pero eso no fue lo que encontró.
―Desafortunadamente tengo que estar en otro lugar esta noche.―respondió la chica, luciendo realmente arrepentida.―Pero realmente aprecio la invitación, señor Potter.
―Oh, por favor, llámame Fleamont.―el mayor se rio suavemente, mirando entre James y Thalia.―Bueno, entonces será la próxima vez.―él asintió y estrechó la mano de Thalia antes de girarse hacia su hijo, sus ojos brillaban cada vez que miraba a James.―Te espero dentro, muchacho.
―Enseguida entraré.―respondió el chico, riéndose cuando el mayor pasó su mano por su cabello, alborotándolo aún más antes de entrar a la habitación bien iluminada.
James se volvió hacia Thalia nuevamente, notando cómo ella se relajaba nuevamente cuando estaban solo ellos dos nuevamente. Ninguno de los sabía exactamente por qué, Thalia teorizó que el hecho de que él supiera un gran secreto de ella y haberla visto tan frágil la hacía sentir que ya no tenía que impresionarlo, pero pronto se dio cuenta de que nunca lo intentó.
―Te llevaré.―dijo James mirando la calle oscura.
―No es necesario, tomo esa ruta todos los días, no hay peligro.―la chica meneó levemente la cabeza, haciendo que el flequillo de su frente temblara.―Deberías quedarte con tu padre, él lo necesita y creo que tú también.
Thalia se calló abruptamente, algo andaba mal en su cerebro cuando estaba cerca de James, hablaba más de lo debido.
―Sirius te lo dijo.―James concluyó un minuto después.―Por eso no te enojaste por mi ausencia.
Thalia comenzó a caminar de nuevo, como si eso pudiera quedar atrás, pero James rápidamente la siguió, sin parecer querer terminar la conversación.
―Lo siento.―dijo Thalia, caminando ahora más despacio.
―Oh, no, no hagas eso.―Potter sacudió la cabeza como si le perturbara su discurso.―Todos pasaron el día mirándome así.
―¿Cómo?
―Con pena.―respondió James sin mirarla directamente.―Mis amigos pasaron el día tratando de distraerme, lo cual fue genial pero... supongo... no lo sé.
―¿Quizás no querías distraerte?―Thalia lo miró directamente a la cara, buscando sus ojos marrones.
James guardó silencio, Todo lo que había hecho las últimas semanas era un intento de distraerse, el excesivo ajetreo, el deseo de siempre estar rodeado de gente, el esfuerzo de nunca estar en silencio por mucho tiempo, en un intento de no estar solo con sus propios pensamientos.
Pero ese día en particular, James sintió que necesitaba recordar, que necesitaba sentir, dejar que ese peso en su pecho lo absorbiera. Pero el miedo a no ser consumido para siempre no le permitía detenerse, simplemente continuó, intentando tomar las cosas como estaban antes, aunque sabía que nunca sería así.
―Es complicado.―respondió cuando los dos se detuvieron.
―Lo sé.―dijo Thalia, sonando sincera.
Thalía nunca había sido consolada por alguien tan cercano y, aunque sus familiares eran desagradables, esperaba continuar sin saber cómo era. Sin embargo, ya había sentido la pérdida, la sensación de desaparición, el abandono.
Black no tenia nada que decir, no podía mentir y decir que algún día todo mejoraría porque no era así. Luego decidió que lo único que le quedaba por hacer era acercarse, Thalia envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo acercó, no hacía eso a menudo pero a James no parecía desagradarle el acto. El escondió su rostro en su hombro, en una posición divertida, cómo ella lo sostenía con tanto cuidado, pareciendo ignorar el hecho de que él cubría su cuerpo.
No se había dicho nada, al igual que la noche en la torre, no necesitaban hablar ahora, James necesitaba el silencio tanto como Thalia necesitaba estar cerca, funcionó para ambos.
―Gracias.―susurró James, tan suavemente que pensó que ella no podía oírlo.
Los brazos de Thalia lo rodearon con más fuerza en respuesta. Cuando el abrazo terminó, no fue tan incómodo como imaginaba, se despidió con una suave sonrisa y un breve movimiento de sus manos enguantadas, Potter la vio entrar al bar y luego se dio la vuelta, dirigiéndose hacia las Tres Escobas nuevamente.
Al final de la noche, después de pasar todo el día distraída, imaginando cómo iba la reunión de Potter, la chica se puso las medias que tenía escondidas en el bolsillo, se cerró más el abrigo y abrió la puerta trasera, pensando en enfrentar la oscuridad de la noche otra vez.
Para su sorpresa, no tendría que hacerlo sola.
James Potter estaba sentado en un banco en la acera y rápidamente se acercó cuando la vio.
Él estaba allí, la estuvo esperando todo este tiempo.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
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