𝟬𝟯. UNA CHICA, UNA OPORTUNIDAD.
CAPÍTULO TRES.
'Perdona mi apariencia
no hay nada más con qué compararlo.'
James Potter tuvo los primeros cinco días más agitados de todos sus años en Hogwarts, los profesores no parecían poder dejarle disfrutar de un inicio de curso tranquilo y en menos de una semana ya había escrito tantos metros de pergamino que ya ha había perdido el conocimiento.
Era lunes y el chico esperaba con ansias los días que se acercaban, pues el viernes entraría al equipo de Quidditch por primera vez en su último año, estaba tan emocionado y distraído que casi derribó a la profesora McGonagall cuando chocó con ella mientras hablaba con Sirius.
―¡Lo siento, profesora!―el chico la sujetó de brazo evitando que cayera al suelo, Sirius tuvo que taparse la boca con la mano para no reírse.―¿Está bien?
Sirius no pudo aguantar mucho más cuando vio a la maestra, empujando violentamente sus lentes contra el puente de su nariz, viéndose desconcertada, Black caminó lo más rápido hasta llegar a una altura donde era seguro reír. James se quedó mirando a la profesora preguntándose si su primera detención del año llegaría en ese momento.
―Presta más atención al camino, señor Potter.―la profesora respiró hondo, mirando los papeles que llevaba, comprobando si todos estaban en su lugar.―Pero fue un placer encontrarte aquí, realmente necesitaba hablar contigo.
James la miró con curiosidad esperando que continuara, en lugar de eso, ella comenzó a caminar y Potter rápidamente la siguió hasta llegar a la sala de Transformaciones en la que había estado esa mañana. La profesora se sentó detrás de la mesa grande y el chico permaneció de pie, preguntándose qué diría.
―El semestre pasado durante tu sexto año recibiste dos calificaciones que dejaron mucho que desear, es un milagro que estés aquí en tu último año.―la profesora fue tan directa que James se quedó con la boca abierta.―Entendemos que fue un período difícil para ti y que siempre has sido un estudiante excepcional, por lo que nos preocupa tu desempeño este año, especialmente en tus EXTASIS.
James Potter parpadeó un par de veces, finalmente cerró la boca y aclaró la garganta tratando de recuperarse del shock que le habían causado las duras palabras de la profesora.
―Prometo que este año me esforzaré más que nunca, profesora.―Potter finalmente habló, sonando tan sincero como era.
―Sé que lo harás.―McGonagall levantó la vista de sus papeles, mirando a Potter por encima de sus gafas redondas, parecía más felina que un gato.―Por eso yo y algunos de tus profesores decidimos ayudarte.
La sonrisa de James Potter se podía ver desde el pasillo si alguien prestaba atención, sacó una silla y se sentó frente al escritorio de la profesora, mirándola con entusiasmo.
―¿En serio?―se estiró, intentando leer los trabajos de la profesora pero ella los escondió antes de que él pudiera entenderlos.―¿Cómo?
―Entendemos que participas en todas las clases disponibles para tu año.―revisó el papel nuevamente, aparentemente era una lista sobre Potter.
―¿Qué puedo decir?―el chico habló convencido.―Soy una máquina de conocimiento.
De hecho, James se dio cuenta el primer día de que cuando estaba muy ocupado con sus clases y rodeado de gente, apenas tenía tiempo para sentirse vacío y consumido por el dolor, razón por la cual comenzó a asistir a todas las clases que podía.
―Correcto, pero creemos que es mejor aligerar tu carga.―McGonagall continuó, pareciendo reprimir una mirada en blanco ante la última frase del chico.―Tienes que dejar dos clases, te sugiero que sean runas antiguas y adivinaciones.
No era gran secreto que la profesora McGonagall tenía cierto desdén por las clases de adivinación y tenía poca fe en las palabras de Sybill Trelawney, y que las runas no eran lo más útil que podía estudiar, pero James encontraba las clases de Adivinación muy divertidas y le gustaban; runas también. Aún así, sabía que McGonagall no le dejaría continuar con todas sus clases y lo mejor era no discutir con ella.
―Está bien, entonces.―el chico sonrió y se giró para irse.―¡No más Adivinación y runas antiguas!
―Una cosa más, señor Potter.―la profesora lo interrumpió antes de que pudiera dar un paso.
El chico se giró lentamente, casi como si la profesora estuviera a punto de atacarlo, y en cierto modo, realmente lo estaba.
―Para ayudarte a concentrarte, he decidido que ya no serás el capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor.―habló con mucha calma.
La mandíbula de James cayó una vez más, el chico caminó de un lado a otro abriendo la boca varias veces tratando de transformar su indignación en una frase concreta, después de largos dos minutos todavía no había logrado hacerlo.
―¡Pero es mi último año!―Potter finalmente logró expresar.
Minerva lo miró fijamente, como si tratara de entender su lado, pero también mantener su postura de profesora estricta y respetable jefa de casa, finalmente respiró hondo y guardó los papeles en el cajón antes de girarse hacia james nuevamente.
―Te daré una oportunidad más.―ella ya empezó a arrepentirse de su elección.―Tienes hasta febrero para conseguir notas más que excepcionales, y entonces volverás a ser capitán del equipo.
James todavía no estaba contento con la idea, pero esto era mejor que nada. Le dio las gracias y se dio la vuelta, saliendo del salón con un paseo mayor sobre sus hombros mientras pensaba en la mala idea que había sido toparse con la profesora.
―¡Oye, Cornamenta!―Sirius le rodeó los hombros con los brazos cuando lo encontró en el pasillo.―Adivina quién es el nuevo capitán del equipo... ¡El señor Sirius Black!
James se volvió hacia él con completa incredulidad, como si Sirius acabara de comerse la porción de pizza reservada para Potter, algo que en realidad había hecho antes, y entonces el chico vio a Remus y Peter detrás de Black.
―Está pálido.―observó Peter con expresión aterrorizada.
―Te dije que no le gustaría.―Remus levantó las manos como si desviara la culpa.
James seguía sin hablar, muy confundido mirando entre Sirius y el campo de Quidditch. Peter extendió la mano y la pasó por delante de su cara tratando de asegurarse de que estaba bien.
―¿Cómo?―preguntó finalmente James.
No es que Sirius no fuera bueno en Quidditch, pero no era exactamente el tipo de jugador que elaboraba estrategias y está lo suficiente interesado como para planificar todo para el equipo; de hecho, no entendía la fascinación de James por el deporte.
―Oh, eso no importa.―Sirius se encogió de hombros, apoyándose contra una de las paredes de pasillo.―Tengo un plan.
―¿Qué plan?―James frunció el ceño, ya sospechoso, los planes de Sirius no eran precisamente los más comunes.
―Diré que estoy entrenado al equipo.―Sirius se señaló a sí mismo y luego a James.―Pero tú eres quien va a hacer esto, ¡sencillo!
Remus enterró su rostro entre sus manos como si esto fuera lo peor que había escuchado en su vida, Peter se distrajo en medio de la explicación pero aún estaba esperando la reacción de James Potter...
―¡Esto es genial!―exclamó Potter, sonriendo y abrazando a su amigo.
―¿Qué?―Rems miró a los dos completamente asombrado.―¿Qué tan brillante es eso?
―Ah, Lunático, querido.―Sirius acarició la cara del chico.―Tienes que aceptar que convertirme en capitán era mi mejor plan.
―¡No planeaste esto!―Remus evitó el toque de Sirius y se giró hacia James―McGonagall simplemente apareció y dijo que era lo suficientemente trabajador y no lo es.
―¡Oye!―Sirius abrió la boca con total incredulidad ante las palabras de Lupin y luego se cruzó de brazos dramáticamente.―No es mi culpa ser bueno por naturaleza en todo lo que hago.
Remus parecía listo para responder de la misma manera, pero James y Peter interrumpieron para evitar que los chicos comenzaran una larga discusión en medio del pasillo.
―Mira, esto está bueno.―James tocó el hombro de Remus como si estuviera reafirmando lo que acababa de decir.―No quiero tener que dejar de entrenar el equipo y, de alguna manera Sirius me ayudó con eso.
Remus miró entre James y Sirius un par de veces, era casi posible ver los engranajes de su cerebro girando, finalmente resopló, agitando su mano como si estuviera renunciando a algo.
―Correcto, pero tienes que pensar por qué no deberías ser el capitán del equipo.―le recordó Remus, en un intento de hacer entrar en razón a James.―Tienes muchas clases y acabarás haciendo mal las dos cosas, esto perjudicará tus notas y no podrás entrenar al equipo el tiempo suficiente.
―Encontraré la manera.―James prometió.―Puedo hacer ambas cosas.
―¿Cómo?―Remus se cruzó de brazos.―El entrenamiento será a la misma hora que se supone debes estar estudiando.
James pensó por un momento mientras terminaba observando el pasillo que rápidamente se estaba llenando con todos los estudiantes saliendo de sus clases para almorzar, entre todas las demás personas, una estudiante de Slytherin llamó su atención.
Thalia ya no tenía su largo cabello oscuro, ahora estaba tan corto que ni siquiera tocaba la piel de sus hombros, los cuales estaban cubiertos por la blusa blanca que, aunque había pasado más de cuatro horas presionada contra una silla, no parecía arrugada en absoluto.... la chica caminaba apresuradamente entre los demás, pareciendo demasiado concentrada en su libro como para prestar la debía atención a los demás, así fue como terminó chocando con Lily Evans y James suspiró, imaginando todas las horribles palabras que la pelirroja tendría que escuchar por haberse chocado con la chica.
Pero ninguno de los terribles escenarios imaginados por James sucedió, la chica pareció susurrar una disculpa antes de agacharse y ayudar a la pelirroja a juntar sus libros, cuando terminaron, Lily siguió caminando con una sonrisa y Thalia puso su libro en su mochila negra y uno muy pequeño que llevaba consigo a todas partes.
James inclinó su cabeza hacia un lado todavía pensando en lo que acababa de ver, Thalia no parecía nada amble el otro día cuando lo hizo lucir frágil y roto en medio del vagón.
Este fue el momento en que, su hubiera habido una bombilla sobre la cabeza del chico, se habría encendido. Potter miró a sus amigos con una sonrisa que preocupó incluso a Sirius; no respondió a Lupin y simplemente los llevó al Gran Comedor junto con toda la multitud.
En el Gran Comedor, las cuatro casas estaban divididas en grandes mesas, normalmente cada una habitada por sus respectivos estudiantes, pero a veces había excepciones, especialmente durante el almuerzo donde había un número de profesores más pequeños para controlar a los estudiantes.
La única casa que, ni una sola vez, compartía su mesa era Slytherin, demasiado aislada para molestarse en abandonar la comodidad de su propia mesa y demasiado aterradora para hacer que alguien más se acercara,
O solía serlo.
Hasta que...
―¡Thalia!―James se sentó junto a la chica, sorprendiendo al pequeño número de Slytherins que estaban alrededor.
Al otro lado de la habitación, Remus lo miró como si estuviera loco, Sirius puso su mano en su frente como si estuviera revisando si estaba bien consigo mismo y luego fingió desmayarse lanzándose sobre Peter quien estaba tan sorprendido por la acción de James, que evitó que Black cayera al suelo. Potter frunció el ceño y sacudió la cabeza, decidiendo ignorarlos.
Thalia estaba en completo shock, era como si James hubiera escupido la imagen de su madre ―lo que seguramente haría si ella no estuviera mirando―, sus ojos verdes ni siquiera parpadeaban, normalmente eran más pequeños como si ella estuviera muy aburrida todo el tiempo, pero en ese momento tenía los ojos muy abiertos y sus labios entreabiertos como si, en algún momento, hubiera querido soltar un grito.
James se rio levemente y eso la despertó, su expresión se cerró rápidamente, pero sus ojos aún mostraban algo de curiosidad sobre él, Potter miró la mochila abierta a su lado y vio la misma copia de Emma que ella le arrojó durante el viaje, escondida ahí.
―¿Robaste eso?―frunció el ceño y señaló la mochila.
Thalia la cerró rápidamente, mirando alrededor de la mesa como estuviera escondiendo una parte del cuerpo y no un libro muggle. Se volvió hacia Potter nuevamente, esta vez luciendo molesta en lugar de sorprendida o curiosa.
―Nunca le he robado nada a nadie, no es necesario.―respondió la morena y considerando los anillos de plata y los aros grandes, al analizar las joyas parecía ser cierto que no necesitaba robar nada.―Y para que lo sepas, Lupin me lo prestó.―ella habló muy rápido para que él no pudiera darle mucha importancia.―¿Y qué carajos haces aquí?
James se movió en el asiento, acercándose a ella, pareciendo cómodo invadiendo el espacio personal de la chica.
―Pensé que ahora éramos amigos.―él sonrió, parpadeando con sus ojos oscuros.
Thalia parecía muy asustada por el repentino cambio de comportamiento, demostrando ser prima de Sirius, colocó su mano en la frente de James, comprobando si estaba lo suficientemente caliente como para delirar.
El toque tomó a James con la guardia baja, fue su turno de abrir los ojos un tanto desprevenido con ojos verdes y sospechosos analizándolo, finalmente concluyó que no tenía nada que ver con fiebre, la chica apartó su mano también el cuerpo, levantándose y alejándose de él.
James de repente sintió frío.
Sacudió la cabeza nuevamente, apretando la capa contra su cuerpo, casi olvidando la razón por la que se sentó en la mesa de las serpientes, saltando rápidamente del banco cuando se dio cuenta de que Thalia ya no estaba allí. Potter vio el cabello corto y oscuro volando fuera del gran salón, rápidamente la siguió, acelerando el paso para alcanzar a la chica que caminaba hacia los jardines.
―Thalia, ¡espera!―James saltó, alcanzando a la chica con mayor facilidad pero casi cayendo a mitad de camino.
―¡No me llames así, Potter!―la chica se giró irritada, el flequillo sobre sus cejas ondeando levemente debido al viento, sus mejillas rojas por la sangre caliente.―¿Qué quieres?
―Está bien, Black.―James puso los ojos en blanco, pero al menos había impedido que la chica caminara.―Mira, dijiste en el tren que podría buscarte si necesitaba ayuda, y la necesito.
James en realidad tenía muchos problemas para admitir cuando necesitaba ayuda, pero esta vez fue fácil debido a su mentira. No quería exactamente ayuda, quería que ella hiciera algunas de sus tareas y después de observar a Thalia un par de veces, pensó que ya sabía lo suficiente sobre la chica como para poder convencerla de que la ayudara.
―No hablaba en serio.―respondió ella, parecía un poco insegura de sus palabras, probablemente no esperaba nada de esto. James respiró hondo, tendría que poner en práctica la misma acción que usó con la profesora de herbología esa mañana cuando llegó tarde: bajar la mirada e inclinar la cabeza ligeramente, aclarándose la garganta como si estuviera a punto de estallar en lágrimas.
―Es solo que...―hizo una pausa, fingiendo dudar en continuar con su frase, el chico se llevó la mano a la boca como si tratara de contener un sollozo antes de continuar.―Estoy teniendo dificultades con algunas materias, desearía...
Y sintió que cuando ella lo empujó, Thalia en realidad tuvo que usar más fuerza de la esperada para sacar al chico de su lugar, aún así solo dio dos pasos torpes hacia atrás, y uno de ellos fue más por la sorpresa que por la fuerza de la chica.
―¿Crees que soy estúpida?―la chica de pelo corto se cruzó de brazos, completamente irritada por lo estúpido que podía ser Potter.―Esto del pobrecito no me va a funcionar.
James abrió la boca y la cerró un par de veces, esperaba que ella se alejara de él nuevamente, pero ella se quedó porque parecía disfrutar viéndolo avergonzado y sin saber qué decir. El chico suspiró, renunciando por completo a su farsa, suavizando a la chica.
―Está bien, está bien.―puso los ojos en blanco una vez más y se acercó nuevamente, esta vez cuando la miró y le habló parecía más genuino, lo que terminó por confundirlo a él mismo.―Pero lo digo en serio, necesito ayuda con las materias.
―Pregúntale a Lupin.―la chica dijo obviamente, todavía no entendía muy bien qué hizo que Potter le pidiera ayuda.―O a tu lirio.
Thalia no sabía exactamente por qué se le había grabado el estúpido apodo que Potter le puso a Evans, pero tampoco le importaba, siguió mirándolo con clara desconfianza.
―Bueno, están ocupados.―James mintió.
―Y yo también.―ella respondió rápidamente.
―No quieren ayudarme.―el del pelo desordenado volvió a mentir.
―Y mucho menos yo.―la lengua afilada fue rápida en su respuesta.
James abrió la boca pero ni una palabra salió de sus labios, lo que pareció ser una victoria para la chica que finalmente le dio al espalda y caminó de regreso, dejando atrás al chico.
―¡Dijiste que me ayudarías!―James habló casi desesperado y vio a la chica encogerse de hombros mientras caminaba.
Ella se estaba alejando cada vez más y James se estaba alejando cada vez más de poder entrenar al equipo de Quidditch, su única posibilidad era ser aplastado por las botas de tacón de Thalia Black. Tenía que hacer algo.
―Debí haberlo sabido.―habló en voz alta y los pasos de la niña se hicieron más lentos.―Eres mentirosa como tus hermanas.
Thalia dejó de caminar.
James tragó con fuerza.
Ahí se fue su última oportunidad.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
━━━━━━━━━━━
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro